«לא בחיל ולא בכח כי אם ברוחי אמר ה
Ni con el ejército ni con la fuerza, sino con Mi espíritu, dice el Eterno
Zejaria 4:6
EL COMIENZO DE LA REBELIÓN
En el año 167 a.e.c., Matitiyahu y sus hijos El’azar, Yehudá, Shimón, Yojanán y Yehonatán, junto con otros valientes judíos leales a la Torá, lanzaron lo que se conoce como Mered haJashmonayim, la rebelión armada que esta familia judía lideró contra el ejército de Antiojus Epifanes que pretendía obligar a los judíos a abandonar sus prácticas religiosas. La rebelión de Matitiyahu no consistió en una confrontación frontal contra los griegos en el campo de batalla. Los guerreros judíos, a pesar de ser muy valientes, eran muy pocos comparados con los griegos, y no tenían ni armas ni preparación militar. Los Jashmonayim se vieron obligados a atacar por sorpresa a pequeños grupos de soldados griegos seléucidas y luego huir a las montañas o al desierto, ya que los enemigos habían puesto precio a sus cabezas.
LA ESPADA DE APOLONIO
Yehudá era el tercer hijo de Matitiyahu. Después de la muerte de su padre, Yehudá tomó el mando de la resistencia judía con un objetivo final muy preciso: liberar Jerusalem y recuperar el Bet haMiqdash, el gran Templo de Yerushalayim. Yehudá era muy consciente de la superioridad numérica de las fuerzas seléucidas. Su primera misión fue reclutar al mayor número posible de judíos fieles a la Torá para unirse a su ejército. Los ataques de Yehudá tenían lugar generalmente por la noche. En su primera batalla, Yehudá, que se escondía con sus hombres en las montañas de Judea, emboscó a las fuerzas griegas dirigidas por Apolonio. Apolonio había sido enviado por Antiojus con instrucciones muy claras: sofocar la incipiente rebelión de los judíos y no dejar sobrevivientes. Sin embargo, Yehudá los tomó por sorpresa, y los griegos fueron derrotados fácilmente. Los guerreros judíos, que no fabricaban sus propias armas, contaban ahora con las espadas de los griegos derrotados. Yehudá tomó la espada de Apolonio y luchó con ella por el resto de su vida, como lo hizo el rey David con la espada de Goliat.
LA BATALLA DE BET HORON
Cuando Antiojus se enteró de la derrota de Apolonio, decidió enviar a Judea al general Serón con un ejército mucho más grande que el de Apolonio. Serón se dirigió a las montañas del desierto de Judea para capturar a Yehudá y derrotar a los rebeldes judíos. Los hombres de Yehudá vieron el gran ejército seléucida, y se asustaron y se desmoralizaron. Esta fue la gran hora de Yehudá como líder de Israel. Inspirado en las famosas palabras del profeta Zejariá (ver arriba) , Yehudá alentó a sus guerreros: “Es posible [para Dios ] que los muchos sean entregados en manos de los pocos, y no hay impedimento para que los Cielos salven con muchos guerreros o con pocos. Porque la victoria en la guerra no depende de la multitud de soldados, sino que la fuerza proviene de los Cielos”.
ויאמר יהודה נקל כי יסגרו רבים בידי מעטים ואין מעצור לפני שמים להושיע ברבים או במעטים כי לא ברוב חיל נצחון המלחמה ומן השמים הגבורה
“Nosotros luchamos por nuestro pueblo y por nuestra Ley (la Torá), mientras que ellos están aquí movidos solo por sus ambiciones materiales [sus salarios, el botín de guerra] y su orgullo excesivo. El Dios de nuestros padres no nos abandonará. Él hará caer a nuestros enemigos derrotados ante nosotros”.
Los soldados de Yehudá lucharon con un valor increíble. Atacaron a Serón por sorpresa y eliminaron a unos 800 de sus soldados. Los demás, incluyendo a Serón, escaparon.
LA BATALLA DE EMAÚS
Después de la derrota de Serón, Antiojus envió a casi la mitad del ejército del Imperio seléucidas: unos 40,000 soldados y 7,000 jinetes altamente entrenados, comandados por tres de los mejores generales: Nicanor, Ptolomeo y Gorgias. Nicanor mostró su excesivo orgullo y confianza invitando a varios compradores de esclavos a que lo acompañaran en la campaña militar para capturar y vender a las mujeres y los niños judíos que iban a ser tomados como cautivos, una vez que mataran a los hombres.
Era el año 166 a.e.c. Los seléucidas acamparon en Emaús. Los judíos se escondieron en Mitzpah, la ciudad del profeta Shemuel. Allí ayunaron, leyeron la Torá y rezaron durante todo el día. Esa noche, Yehudá recibió una información muy importante de sus espías: Gorgias había salido de su campamento con 5,000 soldados y 1,000 jinetes para intentar atraparlo a él y a sus hombres en Mitzpah. Esto significaba que el campamento militar de Emaús, a mando de Nicanor, se había quedado con menos soldados. Yehudá entendió que era la oportunidad perfecta para atacarlos por sorpresa.
Abandonó el campamento de Mitzpah y se dirigió a Emaus evitando cruzarse con Gorgias. Reunió a todos sus guerreros, unos 3,000 hombres, y los dividió en cuatro batallones. Al amanecer, mientras los soldados griegos dormían, atacó por sorpresa al campamento de Emaús desde los cuatro flancos. Los seléucidas fueron presa del pánico al ver la extraordinaria valentía de los guerreros judíos. Yehudá y sus hombres lograron eliminar a cerca de 9,000 soldados.
Por otro lado, cuando Gorgias llego al campanero de Mitzpah y no vio a los judíos, pensó que Yehudá y sus hombres se habían escapado a los montes y salió a buscarlos. Luego de una larga búsqueda, regresó al campamento de Emaus, pero allí lo estaba esperando Yehudá, con sus hombres preparados para pelear. Cuando Gorgias vio a los soldados judíos y, detrás de ellos, el campamento griego en llamas, escapó junto con sus soldados.
EL MEJOR SHABBAT DE LA HISTORIA
Después de esta heroica batalla de Emaus, los judíos regresaron a sus escondites en el desierto de Judea. Era viernes por la tarde, y ese Shabbat fue celebrado con muchísima alegría, con oraciones y cantos de agradecimiento a Dios por el gran milagro de haber obtenido la victoria contra el ejército más poderoso de aquellos tiempos. Liderados por Yehudá, todos los presentes expresaron su gratitud al Creador, lloraron de alegría y le rogaron a Dios que los ayudara a alcanzar el objetivo mayor: liberar Yerushalayim y volver a dedicar el Bet haMiqdash nuevamente al servicio Divino.
JASIDIM RISHONIM
Cabe destacar que los soldados judíos eran absolutamente piadosos, los libros de historia los llaman “Jasidim”porque estaban dispuestos a sacrificar sus vidas por mantener sus principios religiosos. Voy a citar del libro de los Macabbim cómo se describe esta batalla, y quiero que vean los actos de Tsedaqá que hacían los soldados de Yehudá con el botín de guerra, que era distribuido entre los pobres, los huérfanos y las viudas, algo sin precedentes en el mundo militar pagano.
TEXTO DE JASHMONAYIM
וא–ל ש–די היה להם לעזר, ויכו מן האויבים יותר מתשעת אלפים, וגם פצועים ומושחתים היו ברוב חיל ניקנור, ואת כלם הניסו ואת הבאים לקנותם לקחו מהם את כספם, וירדפו אחריהם דרך רב, וישובו, כי השעה דחקתם. כי ערב שבת היה, ולא יכלו לרדף אחריהם עוד, וכאספם את הנשק, וכפשטם את השלל מעל האויבים, ויקבילו את השבת ויודו וישבחו לה‘ אשר הושיעם ביום ההוא, ויראם ראשית חסדו. ואחר השבת חילקו מן השלל לפצועים ולאלמנות וליתומים, ואת השאר חילקו ביניהם ובין בניהם, ואחרי עשותם הדבר הזה התפללו בציבור, ויתחננואלאלהיהרחמיםלהתנחםעלעבדיועדהסוף
“Y Dios Todopoderoso les ayudó, y derrotaron a más de nueve mil enemigos… todos se dieron a la fuga… y los persiguieron por un largo camino, pero tuvieron que regresar porque la hora les apremiaba. Era la víspera de Shabbat, y no podían continuar la persecución. Reunieron las armas y tomaron el botín de los enemigos y recibieron el Shabbat, alabando y dando gracias a Dios, quien les había salvado ese día y les mostró Su bondad. Después del Shabbat, distribuyeron parte del botín entre los heridos, las viudas y los huérfanos, y lo restante lo dividieron entre los soldados y sus hijos. Una vez hecho esto, oraron juntos y suplicaron al Dios que les mostrara consuelo hacia Sus siervos hasta el final.” (Macabeos II, 8:8-25)