Cuando nuestro patriarca Ya’aqob luchó con un ángel y lo derrotó, el ángel lo bendijo. Parte de esa bendición fue el cambio de su nombre. A partir de ese momento Ya’aqob dejó de llamarse Ya’aqob y su nombre fue ISRAEL. Israel pasó a ser no sólo el nombre alternativo de nuestro patriarca Yaakob sino que por extensión se transformó en el nombre de la nación judía. Nos llamamos el Pueblo de «Israel». Pero ¿por qué? ¿Por qué el pueblo judío adoptó sólo el nombre del último patriarca? ¿Por qué no nos llamamos el pueblo de Abraham, en honor al fundador del pueblo judío ? O a lo mejor tendríamos que honrar a Itzjaq , que representa a la generación intermedia, la más difícil de mantener. Algo más: la judeidad de una persona se establece vía materna. O sea que en el Judaísmo es la madre quien determina la religión de sus hijos. Y si la madre es tan importante en la determinación de judeidad ¿por qué no nos llamamos el «Pueblo de Sará» o de Ribqá o de Rajel o de Leá? En otras palabras: ¿Por qué nos llamamos ISRAEL y dejamos de lado a todos los demás patriarcas y matriarcas?
Observemos cuidadosamente la palabra ISRAEL, en hebreo ישראל. Encontraremos en este nombre las iniciales de nuestros 3 patriarcas y de nuestras 4 matriarcas. La primera letra YOD es la inicial de Itzjaq y de Ya’aqob. La segunda letra, SHIN, es la inicial del nombre de nuestra primera matriarca Sará. La RESH corresponde a la primera letra de Rajel y de Rivká. La letra ALEF es la inicial de Abraham y finalmente, la letra LAMED, es la primera letra de nuestra matriarca LEAH. Lejos de excluir los nombres de los otros patriarcas ISRAEL es el nombre perfecto para nuestro pueblo, que incluye a nuestros 3 patriarcas y 4 matriarcas.