domingo, noviembre 24, 2024
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PRIMER MANDAMIENTO: La diferencia entre «Dios» y «Soberano»

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אנכי ה’ אלקיך
Ya explicamos que la declaración inicial de los Diez Mandamientos «Yo soy HaShem tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavos» (Ex. 20: 2) puede ser visto como una introducción a los 10 Mandamientos, o como un precepto, una Mitsvá, independiente. Siguiendo esta segunda opinión, la de Maimónides, debemos preguntamos ¿cuál es la obligación específica que este mandamiento nos está indicando?
Tradicionalmente se entiende que este mandamiento expresa nuestro deber de creer en «la existencia» de Dios. Lo cual, como vimos, fue cuestionado por algunos rabinos que opinaban que nuestra creencia en Dios no puede ser objeto de una «ordenanza» bíblica.
Puede haber, sin embargo, una forma un poco más profunda de entender este mandamiento que creo que nos ayudará a comprenderlo mejor y nos facilitará armonizar entre las dos opiniones en conflicto.
Para comenzar, debemos leer con mucha atención las breves pero muy precisas palabras de Maimónides en el Sefer HaMitsvot y en Mishné Torá, Yesodé haTora 1: 5-6, donde se ve que Maimónides se refiere a la creencia en Dios como un ‘iqar, un principio de nuestra fe, más que como una «orden» a cumplir. Nosotros, el pueblo judío, hemos adquirido el conocimiento de la existencia de Dios, en primer lugar, por nuestros ancestros, quienes fueron testigos presenciales de la revelación de HaShem en el monte Sinaí. Nosotros «heredamos»  su experiencia, y así nos convertimos también en «testigos» de Su existencia. Basados en esta experiencia heredada también desarrollamos nuestra propia percepción intelectual y nuestra vivencia personal.
De ser así, si este mandamiento NO expresa la orden de creer en la «existencia» de Dios, ¿qué es lo que nos está ordenando?
Tendríamos que examinar en profundidad 2 palabras. La primera es el verbo «ser» en presente (Yo soy) y la segunda la palabra hebrea ELOQUEJA (convencionalmente traducida como «tu Dios»).
SOY
Leamos de nuevos las tres primeras palabras del Primer mandamiento:  «אנכי ה’ אלקיך» . Tradicionalmente se traducen como «Yo soy HaShem ELOQUEJA (=tu Dios)». Pero aquí podemos identificar una ambigüedad. En hebreo el verbo «ser»en tiempo presente no se escribe. La palabra «soy», en hebreo, no existe. Está implícita en esta frase. Este hecho, por lo tanto, nos da lugar a intentar una traducción diferente, sin desviarnos en absoluto del significado literal de este versículo. En lugar de «Yo soy HaShem ELOQUEJA» , podríamos traducirlo como: «Yo, HaShem, soy  ELOQUEJA» . ¿Cual es la diferencia?

Entendido como una orden «Yo soy HaShem ELOQUEJA» nos estaría indicando la obligación de creer en la existencia de Dios. Mientras que «Yo, HaShem, soy ELOQUEJA» , nos indicaría que HaShem, a Quien ya conocemos y en Quien ya creemos, es nuestro ELOQUEJA. En esta segunda traducción  la existencia de Dios se da como un hecho conocido y la obligación que de aquí se desprende es la de afirmar y comportarnos sabiendo que HaShem es nuestro ELOQUEJA.

ELOQUEJA
Ahora, la pregunta del millón: ¿Que significa ELOQUEJA? El nombre Eloquim, traducido generalmente como «Dios», significa en realidad «Juez Supremo y Soberano», en otras palabras: la Autoridad Máxima. Entendiéndolo así, este mandamiento NO estaría indicando nuestra obligación de «creer» en la existencia de Dios (¡eso se da por entendido!) , sino en aceptarlo como la Autoridad Suprema que rige nuestras vidas, nuestro Soberano.
La diferencia entre estas dos lecturas del Primer Mandamiento pueden parecer insignificantes. Pero piensen en esto: muchas personas con valores liberales «creen» en la existencia de un Dios Creador pero no están dispuestos a aceptar que ese Dios es Alguien a quien debemos obedecer.  Al decir que HaShem es nuestro ELOQUIM, estamos afirmando que Él tiene la autoridad para establecer lo que está bien y lo que está mal.
Para concluir, podríamos parafrasear el primer Mandamiento de la siguiente manera:  «Tu debes saber que Yo, HaShem, Soy tu ELOQUEJA, tu Soberano. Yo te liberé de la esclavitud en Egipto, y ahora ya NO estás más bajo la autoridad del Faraón. Ahora estás exclusivamente bajo MI jurisdicción.
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