«… שהבורא יתברך אינו גוף, ולא ישיגוהו משיגי הגוף ואין לו שום דמיון כלל».
En esta columna semanal estamos aprendiendo los 13 principios de la fe judía. Previamente analizamos el Principio Nro 1, que Di-s existe; y el Nro 2, que Di-s es Uno y único. Hoy aprenderemos el principio número 3: que Di-s no tiene cuerpo.
Así lo describe el famoso texto ANI MAAMIN: «El Creador, bendito es Su nombre, no tiene forma corporal, ni condiciones corporales que lo afecten. No se puede comparar a Di-s con nada [humano] en absoluto «.
Nuestro primer patriarca, Abraham, no sólo formuló y declaró la idea de que HaShem es «uno». También entendió que HaShem es «invisible», es decir, que no tiene cuerpo ni imagen. Y que Su existencia es categóricamente diferente a la nuestra. Esta revelación de Abraham Abinu fue tanto o quizás más revolucionaria que la idea de la unidad de Di-s. Para comprender mejor la magnitud de la impresionante revolución que llevó a cabo Abraham Abinu, describiré muy brevemente cómo concebían los pueblos paganos a sus dioses e ídolos.
Atribuir a Di-s una imagen, figura o incluso una condición humana se llama: «antropomorfismo» y es uno de los rasgos más característicos de las religiones paganas. Los dioses paganos poseen cuerpos de formas humanas, nacen, mueren, tienen deseos y pasiones y luchan contra otros dioses. Esos dioses, en todo sentido, fueron creados a la imagen y semejanza de los hombres que los concibieron.
Los dioses paganos no le regalaban nada a los hombres. No les importaba en absoluto de la humanidad. Poseían pasiones humanas desmesuradas. Y una crueldad sin limites por la cual, ente otras coas, los padres eran capaces de matar a sus hijos y los hijos a sus padres. La principal preocupación de los dioses era la conspiración, guiada por una insaciable sed de poder. Tomemos como ejemplo a Zeus, el principal dios de los griegos, una civilización «muy avanzada». Zeus, era el dios más importante de los griegos. Su padre, Crono tuvo 6 hijos pero como fue advertido que uno de ellos lo destronaría se comió (sic.) a sus hijos uno por uno. Cuando llegó el turno del sexto, Zeus, su esposa Rea lo engañó y envolvió una piedra en una manta, que fue tragada por Crono pensando que estaba destruyendo a su hijo. Cuando Zeus creció decidió vengar a sus hermanos y matar a su padre. Pero antes de matarlo, lo hizo beber una poción venenosa que lo hizo regurgitar a sus hermanos. Zeus, fue un dios absolutamente promiscuo, con pasiones desenfrenadas que no podía controlar. Hasta tuvo hijos con mujeres humanas (en realidad eran mujeres que temerosas de confesar un acto de infidelidad o violación alegaban que habían quedado embarazadas de Zeus). Zeus se la pasaba luchando permanentemente contra aquellos que querían quitarle el poder, que no eran pocos. Zeus, como todos los dioses paganos, estaba tan ocupado en sus aventuras, guerras y la satisfacción de sus pasiones, que no tenia tiempo y mucho menos interés en los asuntos de los seres humanos. Si Zeus desataba una tormenta no era porque tenía compasión por la humanidad y les enviaba la lluvia que tanto necesitaban. Era porque Zeus tenia que combatir a sus enemigos y los atacaba con rayos, o los ensordecía con sus truenos. Estos dioses-humanos no tenían el menor interés por los seres humanos. Eran el reflejo (superlativo) de los apetitos, y las pasiones más bajas y reprimidas de los humanos que los crearon (generalmente hombres de poder). A esos dioses no se los servía por amor, sino estrictamente por conveniencia. Los sacerdotes paganos decían por ejemplo, que si sacrificaban a Zeus 10 guerreros éste absorbería el espíritu y el poder de estos guerreros y así lucharía mejor contra sus enemigos, los Titanes. A cambio de este sacrifico, Zeus quizás haría llover en Atenas o haría caer un rayo sobre los enemigos de los griegos.
Esta brevísima ilustración demuestra lo que era la Abodá Zará y nos ayuda a comprender un poco mejor la magnitud de la revolución que llevó a cabo Abraham Abinu, quien vivía entre pueblos que, tanto ellos como sus dioses, eran muchísimo más primitivos y salvajes que los griegos.
La lucha contra el antropomorfismo que inició Abraham Abinu fue sin duda la revolución más importante en la historia del pensamiento humano. Y como era de esperar, provocó muchísimas reacciones en su contra.
Todos conocemos el Midrash que cuenta que Abraham destruyó fisicamente los ídolos de su padre Téraj. Hay que comprender también que la misión iconoclasta de Abraham fue mucho más lejos. Con una sola idea, la idea que HaShem, el verdadero Di-s, no tiene imagen, ni forma, ni necesidades, ni rasgos humanos, ni semejanza alguna con los humanos, desbarató las mentiras de los idolatras, desenmascaró a sus líderes y destruyó los fundamentos de todas las civilizaciones paganas, desde los tiempos de Abraham hasta nuestros días.
Continuando con este principio, que HaShem no posee cuerpo ni tiene semejanza con los humanos, explicaremos BH la próxima semana qué significa que le hombre fue creado a imagen y semejanza de Di-s.
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