miércoles, diciembre 4, 2024
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TETSAVE: El Cohen Gadol y la responsabilidad del uniforme judío

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BREVE HISTORIA DE LA MORALIDAD

La primera vez que la Torá se refiere a vestimentas –utilizando la palabra hebrea kutonet,  es en la historia de la creación. Luego de probar el fruto prohibido, Adam y Eva, los primeros humanos, experimentan un “reset” de su mente. Hasta ese momento, su neshamá (ruaj memalelá, o inteligencia verbal) dotaba al hombre con la capacidad de pensar con palabras, lo que le concedía libertad de elección: mientras que los animales “perciben” imágenes (u olores o sonidos) y reaccionan a través de sus  instintos,  el ser humano procesa con palabras —piensa— lo que ve u oye, puede calcular, anticipar y obedecer. Pero también puede rebelarse.  Al desobedecer la orden Divina y comer del único fruto prohibido el hombre, parafraseando a Maimónides, activa su “imaginación” y la incorpora a su pensamiento. Las consecuencias pueden ser potencialmente desastrosas: la superioridad humana ya no solo sirve para servir a Dios, como naturalmente sucedía. Ahora el ser humano via la imaginación puede usar sus capacidades para su beneficio personal. Su poder sobrenatural puede ser utilizado no solo para ayudar o hacer el bien—como hace el Creador— sino también para someter, sacar ventaja del otro. Otro ejemplo: la sexualidad, más allá de su propósito explícito “1. Unir íntimamente a marido y mujer , y 2. procrear”, puede ser también canalizada hacia el abuso, la infidelidad, la violación, etc.

¿El antídoto? Al cubrir su desnudez con el kutonet, y diferenciarse de los animales, el hombre recuerda que debe emplear sus poderes para el objetivo que fueron concebidos por el Creador.  

YOSEF Y EL PESO DE LA REPRESENTACIÓN

La segunda vez que aparece kutonet en la Torá,  es cuando Jacob le regala a su hijo una túnica especial. Una ropa de colores, un uniforme, que representa la autoridad que le concede su padre para supervisar las tareas de sus hermanos e informarle sobre su conducta.  Como ya sabemos, las consecuencias de esta decisión de Jacob, y de la sencillez que Yosef no ejerció,  fueron cruciales en nuestra historia. Se podría afirmar que fue este uniforme de colores, este kutonet,  el que nos condujo a Egipto y luego nos llevó a la esclavitud.

En nuestra Parashá, Tetzavé, el kutonet aparece por tercera y última vez en la Torá, cuando se describe el uniforme del Cohen Gadol. Las vestimentas del Cohen más que un ropaje para cubrir la desnudez, son un uniforme que manifiesta un cargo representativo,  y como tal lleva el peso de la responsabilidad de la representación. 

LA DOBLE REPRESENTACION

Por un lado, en el Bet HaMiqdash, el Cohen representaba el ideal de un judío: la consagración de una vida cerca de (“sirviendo a…”) el Creador.  Por el otro lado, el Cohen Gadol también representa  al pueblo judío ante Dios. Y esto se manifestaba en las doce piedras que llevaba en su pectoral con los nombres de las 12 tribus de Israel.  Los Cohanim tenían en claro que su cargo implicaba una mayor responsabilidad.  También debía mantener la sobriedad emocional y evitar aun involuntariamente,  dejarse llevar por el uniforme y sentirlo como si fuera un honor a su propia persona, y no a su cargo. Las consecuencias pueden ser desastrosas.  El uniforme de un policía, por ejemplo, debe inspirar honestidad, honradez y servicio. Si un policía usara su uniforme para beneficios  personales, o para abusar de su poder, estaría deshonrando, a su uniforme, a su cargo y por extensión a todo el Departamento de Policía. 

¿KIPPA O GORRA?

Recuerdo que la primera vez que entendí los beneficios y riesgos del uniforme judío fue cuando, de adolescente, le pregunté a uno de mis maestros si era mejor que yo llevara una gorra o un kippá en la calle (en esos años tenía que hacer largos viajes en colectivo y en tren).  Mi maestro respondió: “Todo depende de cómo te vayas a portar…”.    La Kippá es un catalizador, porque a diferencia de una gorra genérica la Kippá, me identifica sin dudas como judío. Si actúo bien y llevo la Kipá probablemente esté cumpliendo con la enorme Mitzvá de Quiddush HaShem , “santificar el Nombre de Dios”.  Esto es: “sumar puntos» a la reputación de la Torá y a Su Autor.   Por el otro lado, si llevo la Kipá y me comporto mal  ante los gentiles  o si mal-represento a la Torá ante judíos menos observantes que yo, estaría  violando el más grave de todos los pecados de la Torá:  Jilul HaShem, “afectar negativamente la reputación del Creador”.

Mi maestro completó su respuesta con la siguiente reflexión:  “nunca olvides que para usar la Kippá, ¡primero tienes que tener cabeza!”

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