EL ESTADO JUDIO DE TIBERIAS
Explicamos anteriormente que en 1558 Doña Gracia Mendes acordó con el Sultán Suleimán el Magnifico reconstruir la ciudad de Tiberias, que estaba prácticamente en ruinas. Los cristianos no vivían allá, ni la pretendían. Y los musulmanes no tenían ningún reclamo sobre ella. Tiberias era tierra de nadie: una ciudad fantasma. Doña Gracia, su sobrino Yosef Nasí y el Rab Yosef ben Aderet comenzaron a revitalizar la ciudad, embellecerla, desarrollar industrias y traer inversores, pensando en Tiberias como una futura “ciudad judía». Sin embargo, en 1564, cuando finalmente culminó la construcción del muro de seguridad de la ciudad y los judíos comenzaban a regresar a Israel, de pronto, la cuidad de Tiberias, que hasta ese momento a nadie le había interesado, comenzó a ser reclamada como propia por Cristianos y Musulmanes.
LA HISTORIA SE REPITE
Según explica André Aelion Brooks en su libro sobre Doña Gracia Mendes (“La Mujer que desafió a los Reyes” , inglés) el problema no era que los gentiles de pronto se enamoraron de Tiberias. El problema era que los que la estaban reconstruyendo eran «los judíos”, y que planeaba hacer de Tiberias una ciudad refugio, donde eventualmente todos los judíos del mundo pudieran tener su propio lugar, establecerse y vivir en paz en su tierra original. Esto, los cristianos y los musulmanes no lo podían aceptar. Y estuvieron dispuestos a hacer lo que fuera para evitarlo. Pero ¿Por qué no dejar que los judíos tengan su propio lugar independiente donde vivir? En realidad, un «estado judío» debería ser la solución más simple para el problema judío: nuestros enemigos no nos quieren en sus tierras, nos demonizaron y nos expulsaron de todos sus países … ¿Por qué entonces la ilógica oposición a que los judíos tengamos nuestro propio lugar?… No tiene sentido…
EL JUEGO DE LA SUPERORIDAD RELIGIOSA
Tal como sucedió en esos tiempos —y sucede hoy en día con el Estado de Israel— el problema de los enemigos de Israel no es político sino religioso. La oposición a Israel se disfraza de política, pero esconde una raíz religiosa. La presencia del pueblo judío en Israel es un gravísimo problema teológico, para el Islam y especialmente para el cristianismo. Veamos. Por siglos, los musulmanes toleraron dejar vivir a los judíos en sus tierras siempre y cuando estos se sometieran a la autoridad «política» del Islam, paguen un impuesto extra , la yizia, y sean ciudadanos de segunda categoría dhimmis. Pero de ninguna manera conciben que los judíos tengan un estado independiente y mucho menos en Medio Oriente, en las tierras que ellos consideran santas para el islam (estos puntos estan muy claramente aclarados, por ejemplo, en la Carta Fundacional del Hamas, artículos 6: «por debajo del ala del Islam los seguidores de todas las religiones pueden coexistir en la seguridad y la seguridad de que sus vidas, posesiones y derechos se refiere . Y 12: “el nacionalismo, desde el punto de vista del Movimiento de Resistencia Islámico, es parte del credo religioso» ver más aquí). Quién ignore este punto nunca comprenderá acabadamente el conflicto palestino-israelí. Volviendo a los tiempos de Doña Gracia un jeque musulmán comenzó a correr la voz que se había encontrado una antigua profecía donde se afirmaba que si los judíos reconstruían y regresaban a Tiberias “la fe musulmana iba a desaparecer y los musulmanes se convertirían en un pueblo nómada». Y a pesar de lo absurdo de esta declaración, el Sultán Suleimán comenzó a sentir la presión de los extremistas que lo empezaban a acusar de traidor al Islam. Y así las cosas comenzaron a tornarse mas difíciles para el establecimiento de los judíos en Tiberias.
EL JUDIO ERRANTE
Pero eso no fue todo. El cristianismo se considera la religión que heredó y reemplazó al pueblo judío y a su Torá con una nueva Alianza o Testamento. El único inconveniente con esta teoría es que los judíos originales ya tendrían que haber aceptado a Yeshu y convertirse colectivamente al cristianismo, o tendrían que haber desparecido por la espada, algo que la iglesia intentó por todos los medios a su alcance. Pero a pesar de todos los esfuerzos eclesiásticos, el obstinado pueblo judío ¡no desapareció!. El cristianismo entonces sostuvo lo que se conoce como la idea del «judío errante». Es decir: la razón por la cual el pueblo judío sigue existiendo y no desparece es porque debe pagar por la eternidad su pecado del “deicidio” (haber matado a Yeshu). Y el sufrimiento colectivo que sufren los judíos por el deicidio es ser “errantes por la eternidad”, es decir no tener una tierra propia y obviamente nunca regresar a su tierra: Israel. En la época de Doña Gracia, el mundo cristiano veía con muchísima preocupación que los judíos planearan establecerse en una ciudad independiente, y mucho menos en la “Tierra Santa”. El regreso de los judíos a Israel y el establecimiento de su propio estado hubiera sido una pesadilla teológica para la iglesia (como es hoy la existencia del Estado de Israel para el Vaticano, aunque convenientemente, de esto ya no se habla…) que haría temblar el dogmas fundacional del cristianismo: la teoría del reemplazo (ver aquí).
LAS PRESIONES DE EUROPA
El consul francés de Constantinopla y otros embajadores europeos también presionaron al Sultán para que no dejara que se estableciera en Tiberias una ciudad para los judíos. Según Aelion: “La idea de que los judíos se pudieran reagrupar como nación independiente, aunque sea en forma embrionaria, resultaba horrible para el mundo cristiano”. La presión se hizo muy pesada para el Sultán, que tenía graves conflictos entre sus futuros sucesores y las constantes guerras contra sus enemigos. En 1566 el sultán Suleimán falleció en una expedición militar a Hungría y Tiberias cayó manos de vándalos que se apoderaron de ella. Y así, lamentablemente, el proyecto de una colonia judía en Tiberias no prosperó y tuvimos que esperar hasta 1948 para que nuestro sueño –en realidad: un sueño mucho más grande– milagrosamente se hiciera realidad.
Doña Gracia había comenzado a construir su casa en Tiberias, pero nunca llegó a Erets Israel. En 1569 dejó este mundo. Y hasta el último día de sus vida siguió ejerciendo su influencia, salvando y ayudando a sus hermanos y manteniendo y reforzando las colonias judías en Safed y en Jerusalem.
Creo que es una gran injusticia que el nombre, la vida y la obra de esta increíble ESHET JAIL sea tan poco conocida.
Aprender su historia, en mi opinión, no es solo importante para honrar su memoria sino principalmente para aprender de esta mujer virtuosa a poner todo nuestro esfuerzo y usar todos nuestros medios y recursos para ayudar a Am Israel en todo lo que sea necesario.
יהי זכרה ברוך y que su ejemplo sea la inspiración para todos nosotros.