En su juventud estudió principalmente con su padre, el Jajam Itzjaq Antebi, de los grandes sabios de Alepo. En 1817 fue nombrado Gran Rabino y Juez Superior de todo Alepo, cargo que ocupó por más de 40 años.
El Rab se destacó por ser un autor muy prolífico. Sus obras son principalmente de halajá (ley judía), derushim (discursos y sermones) y musar (ética judía). También compuso varios poemas y canciones de carácter religioso. Pero no menos que por sus obras, se destacó por su preocupación y dedicación por el bienestar de su comunidad que en esos años se encontraba en una situación muy difícil.
En 1824 un terremoto arrasó la ciudad de Alepo y fallecieron cerca de mil judíos (tengamos en cuenta que la comunidad no superaba las 10.000 personas) y los que se salvaron, entre ellos el propio Rab, tuvieron que acampar en carpas en las afueras de la ciudad durante 18 meses. En esa época el Rab Antebi escribió su primer libro, al cual llamó a causa de ese desarraigo Yosheb Ohalim, en español “Asentado en las Carpas”. Este libro contiene sermones sobre las secciones semanales de la Torá en los que combina, de una manera muy creativa, el análisis halájico, los relatos bíblicos y las narraciones hagádicas (historias y parábolas de los sabios). Cuentan que en esas improvisadas carpas, desprovisto de libros de Torá, el Rab escribió su obra citando todas las fuentes de memoria.
El principal problema que el Rab Antebi debía enfrentar como líder comunitario era el empobrecimiento general de la comunidad. Los ingresos bajaban, los precios subían y el imperio otomano exigía más impuestos. Hay muchas historias acerca de cómo el Rab se dedicaba a apoyar a los necesitados. En sus libros de musar Ohel Yesharim y Jojmá Umusar escribe extensamente sobre cómo cada judío es garante por su hermano Yehudí y no debe ignorarlo en sus momentos de aprieto. También escribió que uno de los motivos de la mala situación económica de los judíos alepinos se debía a que sólo se dedicaban al comercio y no poseían profesiones u oficios. El Rab exhortaba a los padres a proveer a sus hijos una profesión y no conformarse con adiestrarlos en el comercio.
Uno de los libros más importantes del Rab es Mor Vahalot, preguntas y respuestas sobre innumerables casos que se presentaron en la comunidad Alepina y requerían una opinión rabínica autorizada.
Veamos una de estas preguntas (J. M. 2).
La costumbre de los tribunales judíos de Alepo era que el Gran Rabino de la ciudad, en ese entonces el Rab Antebi, juzgaba individualmente los distintos conflictos monetarios, sin estar acompañado por otros dos jueces (dayanim), lo cual era la práctica común de los otros jueces rabínicos.
El Rab fue cuestionado por este proceder. No se trataba de un problema legal, ya que según la halajá los litigantes pueden aceptar ser juzgados por un solo dayán. El problema era una cuestión de ética. El famoso Rab Shaj [Rabbi Shabetai Hakohen, Polonia, siglo XVII] (J. M. 3, 10), basándose en el Shulján Aruj y el Talmud de Jerusalem, escribió que si bien técnicamente el juez rabínico puede juzgar por sí mismo, no está bien que un juez lo haga, a menos que se trate de un gran experto en jurisprudencia Rabínica. Pero no termina ahí. El Rab Shaj sigue diciendo, que hoy en día nadie puede considerarse como “gran experto” tal como sucedía en la época del Talmud. Ya que con el paso de las generaciones los conocimientos de Torá han disminuido. Por lo tanto hoy en día ningún rabino debería juzgar individualmente. Muchos prominentes rabinos adoptaron la opinión del Shaj.
En este punto es donde el Rab Abraham nos ilumina con su visión halájica. El Rab Antebi disentía con la visión del Shaj. Estas son algunas de sus palabras traducidas al español:
“contrariamente [a lo que dice el Rab Shaj], es más común encontrar un experto en nuestras generaciones que en las generaciones del Talmud, ya que todo el estudio [de los Sabios del Talmud] estaba basado en la memoria y la transmisión oral. En esas épocas el experto no era algo muy común. No ocurre lo mismo en nuestra generación, que ya está toda [le ley] está escrita en los libros y [los Sabios] no dejaron ni lo grande ni lo pequeño sin registrar. Por lo tanto, si un juez rabínico sabe analizar jurídicamente [el caso que enfrenta] y está familiarizado con el estudio de los posqim (legisladores halájicos), no hay duda que puede ser considerado un “gran experto” en la ley.»
Rabbi Abraham Antebi falleció en Alepo en 1858 a la edad de 93 años, y es recordado hasta el día de hoy como una de las luminarias más grandes de Alepo.
Escrito por Abraham Sacca, hijo del Rab Isaac Sacca de Buenos Aires, ARGENTINA