Las «segulot» se suelen definir hoy en día como ciertas acciones o actos religiosos que pueden influir en la forma que HaShem se comporta con nosotros, nos responde, etc. Claro que hay que tener mucho cuidado con no trivializar esta idea, ya que no podemos «inventar» Segulot o pensar que a través de ciertas supersticiones vamos a ח»ו manipular a HaShem, imitado así a lo peor de la sociedad pagana. Hay muchas «Segulot» de dudoso origen que deben ser tomadas con pinzas…
Por eso, sólo vamos a presentar en esta columna Segulot que no son controversiales, es decir, que son completamente aceptadas por todo Am Israel, que pueden ser examinadas bajo la lupa del sentido común judío, y que se basan estrictamente en fuentes judías originales y verificables.
Comencemos por una de las Segulot que más nos seduce: ¿Cómo hacer para que HaShem escuche, preste atención e idealmente responda nuestras oraciones?
Todos los días declaramos en la Amidá, la oración más importante que un Yehudí dice 3 veces por día, ki Ata shomea’ Tefilat kol pe, «Tú, HaShem, Dios, escuchas las oraciones de las bocas [de todos los que rezan a Ti]». Los Rabinos del Talmud no dijeron que es necesario esperar horas auspiciosas o tiempos astrológicamente positivos, como hacía el profeta pagano Bil’am. En realidad, podemos y debemos orar a HaShem cuando lo deseamos (especialmente para agradecerle!) o cuando lo necesitamos. Y podemos pretender que Él nos escuche en todo momento, y también que nos responda positivamente.
Pero hay excepciones. A veces, sin importar el mérito de nuestro pedido, HaShem NO escucha nuestras oraciones. Estas excepciones están relacionadas estrictamente con nuestro comportamiento. Si nuestro comportamiento, especialmente con otras personas, no es adecuado, entonces nuestras Tefilot serán rechazadas ¡y viceversa!
Nadie describió este escenario mejor que el profeta Yesha’ayahu (Isaias) cuando dijo en el nombre de HaShem: (Capítulo 1:15) «Cuando ustedes levantan sus manos en oración, Yo esconderé mis ojos [los ignoraré]. Incluso si ustedes me ofrecen muchas oraciones, no los voy a escuchar «.
Así, Yesha’ayahu nos dice que a veces HaShem nos ignora y rechaza de plano nuestras oraciones. Afortunadamente Yesha’ayahu nos explica en qué circunstancias HaShem rechaza nuestras oraciones. En el final del versículo 1:15 lo dice explícitamente. No escucharé sus oraciones porque «… vuestras manos están llenas de sangre».
Yesha’ayahu denunciaba la hipocresía de algunas personas corruptas, que mataban, robaban, engañaban en sus negocios, practicaban el soborno para corromper la justicia, no ayudaban a las viudas, ni defendían a los huérfanos ni asistían a los pobres… y pretendían que HaShem ¡respondiera sus oraciones! Yesha’ayahu denunciaba que esta gente rezaba y le ofrecía sacrificios a Dios, como si fuera una forma de coima, como si HaShem pudiera ser sobornado. Tenían una idea muy infantil, inmadura y no-judía de HaShem.
Yesha’ayahu entonces les explicó que no puede haber un divorcio entre lo que hacemos y la respuesta de haShem a nuestras plegarias. HaShem no escuchaba las oraciones de esta gente y rechazaba sus sacrificios porque su conducta moral y religiosa era pésima. Ellos venían al Bet haMiqdash después de hacer todas esas inmoralidades y actuaban como si nada hubiera pasado, o como si HaShem no supiera lo que ellos en realidad hacían. Yesha’ayahu les dijo categóricamente: HaShem rechaza la oración de los corruptos.
Aunque también les dijo que no están condenados para siempre. Que si una persona corrupta se arrepiente y mejora su comportamiento, HaShem lo aceptará.
Para que esa situación sea revertida y para que Dios esté dispuesto a escuchar sus oraciones, Yesha’ayahu les dijo lo que tenían que hacer: (1:16-17)
«Lávense y purifíquense [de sus malas acciones]. Dejen de hacer el mal. Aprendan a practicar lo correcto. Busquen la justicia. Defiendan a los oprimidos y a la causa del huérfano. Aboguen por las viudas». Entonces HaShem, al ver estas buenos acciones escuchará con atención vuestras oraciones.
Los rabinos de la Guemará explicaron este mismo principio: existe una relación directa entre nuestra integridad y moralidad y el mérito de que nuestras Tefilot sean escuchadas.