En 1982, durante la primera guerra del Líbano, el joven sargento Zejaria Baumel z»l, caía juntos a sus compañeros que operaban el mismo tanque, en la batalla de Sultán Yaakov. Por años se presumió que Baumel ya no estaba con vida. Pero su cuerpo no aparecía. La semana pasada, las fuerzas del ejercito ruso estacionadas en territorio sirio exhumaron los restos de Baumel y los llevaron a Moscú, donde fueron positivamente identificados por patólogos Israelíes. El primer ministro Benjamin Netanyahu fue llamado urgentemente a Moscú y allí, el pasado Jueves 4 de Abril el jefe del ejercito ruso el General Valery Gerasimov encabezó la ceremonia en honor a Baumel, siendo esta la primera vez en la historia de Rusia que el alto comando del ejercito de ese país lleva a cabo un oficio de este nivel para honrar a un soldado extranjero. Los restos mortales de Baumel, junto con su talit qatán, fueron llevados de Moscú a Israel y enterrados con todos los honores en el cementerio militar Har Hertzel .
Este Shabbat estuve pensando en la familia Baumel y lo que significó para ellos haber podido enterrar a su hijo.
Para entender un poco mejor el gran alivio que habrán sentido rememoré lo que viví en 1994, cuando era rabino de Agudat Dodim, y pasé prácticamente 10 días en el subsuelo de la calle Ayacucho (la escuela Rambam) junto a más de 80 familias que estaban esperando recibir noticias de sus seres queridos desaparecidos. Todos intuíamos lo peor. Pero había algo inexplicable, una esperanza ilógica, que solo se puede comprender cuando uno vive estas circunstancias extremas. Los familiares se aferraban a la ilusión que sus seres queridos estaban vivos, que habían sobrevivido la explosión, que habían salido de las ruinas y que estaban caminando por las calles en estado de shock y amnesia, esperando ser encontrados. Todos se aferraban a esta fantasia “irracional” que solo puede ser alimentada por el profundísimo amor que tenemos por nuestros seres queridos, y que se negaba a desaparecer.
Ahora imaginemos algo así por 37 años. Imaginemos a Miryam Baumel, la mamá de Zejaria, y las veces que se habrá aferrado, despierta o en sus sueños, a la ilusión de que su hijo está vivo, en prisión, o perdido, o abandonado.
Es imposible concebir la tortura psicológica que un padre o familiar vive en una situación como esta. El inhumar el cuerpo de un ser querido trae ese alivio, y permite que el verdadero duelo comience, aunque sea 37 años después.
Más allá de lo emocional, la recuperación de los restos de Baumel fue visto como una victoria para el estado de Israel. ¿Por qué? Porque en este caso Israel no tuvo que pagar ningún “precio” por recuperar el cuerpo de un soldado. Me explico: Israel liberó a 1.000 terroristas por un soldado israelí, Gilad Shalit. Estos terroristas sueltos, ha quedado demostrado, implican el riesgo de más terrorismo contra Israel. Y así y todo, a la hora de la verdad, Israel estuvo dispuesta a pagar ese precio por la vida de un soldado. Lo que es menos conocido es que Israel también ha liberado terroristas a cambio del cuerpo de un soldado Israeli. Simplemente para darle sepultura en la Tierra Santa (quber Israel) y traerle un poco de alivio a su familia. Nuestros enemigos saben de nuestra nobleza (que ellos ven como “debilidad”) y la explotan infinitamente. Hasta el día de hoy Hamas tiene en su poder los cuerpos sin vida de dos soldados Israelíes -Hadar Goldín y Oron Shaul- que guarda cínicamente como cartas en su manga para “futuras negociaciones”. En el caso de Baumel Israel no tuvo que “pagar” por su cuerpo con la liberación de terroristas. El ejercito ruso entregó a Israel los restos de su soldado Zejaria Baumel , con todos los honores.