Nuestra Parashá abarca veinte años en la vida de Ya’aqob Abinu. Y en cierto sentido, estos veinte años transcurrieron entre dos sueños. El primer sueño se produjo cuando Ya’aqob salía de la tierra de sus padres, Abraham e Ytsjaq. Los valores de Ya’aqob y su educación están representados en el sueño que tuvo antes de salir de Erets Israel. En su sueño vio ángeles. El cambio de guardia de los ángeles de protección, o como explicó el rabino Shelomo Ibn Gabirol, los ángeles / Talmidé jajamim (como Ya’aqob) que primero ascienden al cielo y luego vuelven a la tierra, trayendo con ellos la Torá celestial, es decir, haciendo accesible la Torá al resto de la gente. Lo importante es que Ya’aqob soñaba con ángeles. Y con una escalera (no menos importante!) que le recordó que estamos aquí para crecer «hacia arriba». Estamos aquí para llegar a lo divino. Este es un sueño muy espiritual. Y los sueños no vienen de la nada. Somos lo que soñamos. Y soñamos lo que somos. Y Ya’aqob es una persona muy espiritual.
Los sueños no mienten. El contenido de nuestros sueños refleja nuestras vidas. Las pasiones, deseos, miedos y ambiciones que experimentamos en nuestra rutina diaria. Si usted sueña que está volando, es probable que esté aspirando a avanzar en su vida pero se siente que está encadenado, atrapado. Y si usted sueña que está conduciendo un coche y los frenos no funcionan, probablemente usted siente que no está en control de su vida. O si en sus sueños está en público sin ropa, es probablemente un reflejo de su miedo que la gente descubra algo que usted desea ocultar. Los sueños dicen mucho de nosotros. Ya’aqob Abinu vio ángeles en su sueño porque esa era su realidad. Vivía entre ellos: Sus padres, su abuelo Abraham y «Ohalah Shel Tora» de Shem y Eber.
Ya’aqob sueña de nuevo veinte años después. Pero, esta vez tiene un sueño muy diferente. En su segundo sueño no hay ángeles que suben una escalera sino animales subiendo uno encima del otro. «Los machos que subían a los rebaños, produciendo animales rayados, pintados o manchados» (31: 10-11). Los animales eran bienes materiales. Este segundo sueño es sobre ganar dinero. Un ángel le habla a Ya’aqob, pero sólo para enseñarle a ser más inteligente que el astuto Labán. Este es un sueño materialista, impropio de Yaa’qob.
En ese mismo sueño HaShem le da una orden directa a Ya’aqob y le dice (31; 11) «ki raiti et asher laban ose imaj.» ….porque yo he visto lo que Labán ha hecho de ti».
Mi interpretación: HaShem le dice a Ya’aqob. Ahora veo lo que trabajar veinte años para Labán ha hecho de ti. Has cambiado. Puedo verlo en tus sueños. Hace veinte años eras un hombre espiritual. Soñabas con ángeles y con una escalera que unía la tierra con el cielo. Ahora, tus sueños se han hecho horizontales. Los ángeles fueron reemplazados por cabras y las escaleras por establos. Estos son sueños de Labán, no de Ya’aqob.
Ya’aqob entonces recibe una orden directa de HaShem, sin ambigüedades. Es hora de volver a casa (31:11):»Ahora sal de esta tierra y regresa a tu tierra natal. » Tienes que regresar. Es necesario para vivir una vida que cambiará tus sueños. Es necesario volver para que sueñes con ángeles y escaleras. Tienes que vivir una vida que consista en construir esa conexión entre la tierra y los cielos. Tú tienes el potencial de convertirte en uno de esos ángeles que suben al cielo y traen la Tora a la tierra.
Y funcionó.
En la última pasuq de esta parashá 32: 1, tan pronto como Yaaqob llega a Eretz Israel, los ángeles volvieron a él.
Y ya’aqob, y nosotros, sus descendientes, aprendimos la lección: Vivamos una vida que nos haga soñar con ángeles y escaleras. Para eso estamos aquí.