La segunda berajá (= bendición) de la Amida se llama geburot, la bendición que describe «los poderes de Dios».
Esta berajá dice en primer lugar, que Dios es Omnipotente (Atta gibbor le’olam), que el poder de HaShem no tiene límites. Luego dice que HaShem usa sus poderes para obras de bien: restaurar la vida, salvar a los desahuciados, hacer descender la lluvia, nutrir a los hambrientos, sostener a los que están a punto de caer, curar a los enfermos, liberar a los cautivos, etc.
Los dioses mitológicos usaban sus poderes para derrotar a otros dioses o destruir al enemigo. Nosotros afirmamos que vemos el poder de HaShem, Su intervención, en todo lo que es beneficioso para la humanidad. Lo cual nos enseña, por cierto, que al igual que HaShem nosotros también debemos utilizar nuestros poderes, recursos y habilidades para salvar, curar, ayudar, sostener, nutrir, etc.
La máxima expresión del poder de Dios, la cual se menciona cuatro veces en este berajá, es tejiat hametim, la resurrección de los muertos. Resurrección (no confundir con «reencarnación») es una creencia central en el judaísmo. Tejiat hametim significa que en los tiempos mesiánicos, Dios restaurará la vida a los muertos.
Tejiat hametim, restauración vida, es similar a «Creación de la vida». Esto, obviamente, desafía todas las leyes físicas y biológicas que conocemos. Incluso hoy en día, año 2014, cuando la ciencia ha descifrado el ADN y ha desarrollado la nanotecnología, ningún hombre puede producir vida a partir de átomos. Incluso un científico inteligente, con el laboratorio mejor equipado, y contando con un escenario en el cual se dupliquen las mismas condiciones físicas, químicas y meteorológicas que, de acuerdo con su teoría, permitió la aparición de la vida en nuestro planeta «al azar» , no será capaz de crear ni siquiera una célula. La generación de la vida sigue siendo el dominio exclusivo de Dios. Por cierto, cómo surgió la vida en nuestro planeta, es el punto más débil (y del cual casi nunca se habla en las escuelas) de la teoría de la evolución. Hasta el día de hoy los científicos evolucionistas no tienen una explicación racional al respecto.
Ahora podremos entender mejor Tejiat hametim. Volvamos al laboratorio. Si le damos a un micro-biólogo moderno el cuerpo de un simple mosquito que murió hace unos minutos por causas naturales ¿Podría restaurar la vida de este mosquito, aunque sea por unos segundos más? No estamos hablando ahora de la creación de la vida a partir de materia inorgánica! El científico cuenta con un mosquito entero, con cada órgano de su cuerpo todavía en su lugar. Igual, es imposible. El hombre es incapaz de restaurar siquiera un momento de vida autónoma.
Bore Olam, el creador de la vida, es el único con el «poder» de eventualmente restaurarla.
Nosotros, los seres humanos contamos con muchos poderes que podemos utilizar para construir o destruir, curar o matar.
Pero tejiat hametim, la restauración de la vida, al igual que la creación de la vida, es el dominio exclusivo de HaShem.
לע»נ מר אבי יעקב בן יהודה ז»ל