אמרו עליו על ריב»ז שלא הקדימו אדם שלום מעולם ואפילו נכרי בשוק
Se ha dicho de Rabán Iojanán ben Zakai que nunca nadie le precedió en su saludo, incluso un extraño en el mercado.
Es una cuestión de sentido común y derekh Eretz (educación) que las personas se saluden unas a otras cuando se encuentran, después de estar lejos el uno del otro, o cuando se separan uno de otro. Eso es lo que hacemos con nuestros compañeros de trabajo y amigos a pesar de que los vemos todos los días.
Asimísmo, cuando salimos de casa siempre debemos despedirnos y decir «adiós» a los demás miembros de nuestra familia, incluyendo a los niños pequeños. Esto va más allá de una cuestión de respeto básico. Para los niños pequeños, el estar seguro de que mamá y papá están en casa, a menos que nos hayan dicho «adiós», genera construye una relación de confianza en los padres y refuerza la autoestima de los hijos. «Sé que mamá y papá están aquí, porque no se han despedido de mí.» Se dice el niño. Ese niño o niña no sufre ansiedad de abandono.
En el caso de niños mayores, si no les hacemos saber cuándo nos vamos de la casa despidiéndonos, podrían encontrarse hablando con una persona que estaba allí, pero que ahora ha desaparecido. Por otra parte, si nos comportamos de esta manera incorrecta, nuestros hijos aprenderán a seguir nuestro mal ejemplo. Tal vez cuando nuestros hijos sean más independientes piensen que no está mal salir de la casa sin avisarle a nadie. Debemos enseñarles, comenzando con nuestro ejemplo personal, que necesitan avisarnos que están dejando la casa. Y decirnos también cuándo estarán regresando. Todo ésto sucede «naturalmente» cuando aprenden a despedirse, y decir «adiós» antes de salir.
Del mismo modo, cuando llegamos a casa debemos tratar que nuestros seres queridos sepan que estamos de vuelta. Y ésto va en ambos sentidos. Los que están en casa deben dar señales de que notan la presencia de la persona que acaba de llegar » Hola; ¿Cómo estás? o ¿Cómo fue tu día?». Esto es especialmente importante cuando los padres llegan a casa. Los niños yehudim deben un gran respeto a sus padres. En el momento que notan que papá o mamá llegaron a casa, deben dejar sus actividades y saludar al padre o la madre que acaba de entrar. Cuando los niños son pequeños, aprenderán este comportamiento viendo, por ejemplo, cómo mamá recibe a papá cuando éste llega a casa. Mamá debe decir: «Miren quién acaba de llegar! Todos aquí! Vamos a darle un fuerte abrazo a papá».
En nuestra sociedad moderna, donde muchos niños se pasan el día conectados a aparatos electrónicos, estos gestos de cariño y respeto son más importantes que nunca.
Recuperar la conciencia de lo que significa ser una familia podría empezar por demostrar cuánto nos importa que mis seres queridos estén o no estén en casa. No debemos evitar decir: «Que tengas un buen día! Te quiero! Te extrañé!».
Debemos aprender de Rabán Iojanán ben Zakai, que era siempre el primero en saludar a los demás. Así demostraremos a nuestros seres queridos que su presencia o ausencia, marca una diferencia.
Por Rabanit Coty Bittón
לע»נ אייל יפרח ,נפתלי פרנקל וגיל-עד שאער הי»ד