lunes, diciembre 30, 2024
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BO: Gaza y las 10 plagas

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Para el Faraón, todo es personal

Moisés advierte al Faraón que si no libera a los judíos, Egipto comenzará a sufrir a causa de diferentes plagas que azotarán a la población. El monarca egipcio, desafiante, no cede. Las plagas comienzan a llegar, y es extremadamente interesante observar cada una de estas plagas y, en especial, cuál es el factor común de las plagas a las cuales el Faraón reacciona citando a Moisés y Aarón, tratando de llegar con ellos a una solución negociada.

En la primera plaga, el Nilo se torna en sangre. El Faraón lo ve y se impresiona, pero no reacciona ni cede ni quiere negociar. La Torá lo describe con un lenguaje muy expresivo: ‘VAYIFEN PAR’O, VAYABO EL BETO’, y el Faraón [vio todo esto], se dio media vuelta y se marchó a su palacio, sin prestarle atención a esta plaga. Aparentemente, y dejando los Midrashim aparte, el Faraón tenía suficientes reservas de agua en su palacio para él y su familia. Pero la población egipcia, que se abastecía directamente de agua del Nilo, se quedó sin agua (hace muchos años, en 1978, viajé a Egipto y en la ciudad de Abu Simbel pude cruzar el río de orilla a orilla y nunca olvidaré haber visto en un bote a una señora agarrando un cántaro y llenándolo de agua del Nilo y bebiendo directamente de ese cántaro, de esa agua). ¿Qué hizo el Faraón? Beber agua no hizo ningún efecto en él.

Luego llegan las ranas. Y ahora la reacción del Faraón es distinta: Llama a Moisés y Aarón y les dice: ‘Recen a su Dios para que saque las ranas de encima de mí y de mi pueblo, y yo los dejaré salir’. Las ranas habían llegado hasta el palacio. El texto dice con mucha exactitud que el Faraón primero pide que le ‘saquen las ranas de encima de él’ y luego que las saquen de los egipcios. Una vez que las ranas desaparecen, el Faraón vuelve a su rutina y no cumple con su promesa.

En la tercera plaga, los piojos, el Faraón no reacciona del todo. La Torá no dice nada explícito acerca de los piojos afectándolo personalmente al Faraón.

La cuarta plaga es el ‘arob. De acuerdo con Ribbí Nejemiá, se trataba de una plaga de varios tipos de insectos, como avispas, mosquitos y posiblemente unas moscas que pican (tábanos) que abundan en las regiones pantanosas del Nilo. ‘Los insectos invadirán tu pueblo y tu casa’, advierte Moisés. El Faraón ahora reacciona. Cita a Moisés y Aarón y les ruega que hagan desaparecer la plaga y que se vayan. Pero cuando los insectos se van, el Faraón da marcha atrás.

La quinta plaga, advierte Moisés, es una epidemia que matará al ganado de todos los civiles egipcios. La plaga mata a los animales, y los egipcios, que ya no tenían agua, ahora no tienen qué comer. Pero al Faraón le queda comida, y esta plaga al parecer no afectó a su ganado privado. Solo a los animales del pueblo (veremos esto retaidicado un poco más adelante). El Faraón, para sorpresa de nadie, no reacciona. No llama a Moisés y Aarón como hizo anteriormente. No se inmuta.

La sexta plaga es la sarna: Moisés arroja hacia arriba un puñado de cenizas ‘frente a los ojos del Faraón’, las cenizas se expanden y se tornan en una enfermedad de la piel que afecta a los habitantes de Egipto, hoy diríamos, a los inocentes civiles. La Torá hace hincapié en que la sarna también afectó a los poderosos magos egipcios. Pero el texto cuidadosamente se mantiene en silencio respecto a la situación ‘personal’ del Faraón. Aparentemente a él no lo afectó la sarna. ¿Qué sucedió entonces? El Faraón no reacciona. No llama a Moisés. No hubo negociaciones.

La séptima plaga es el granizo. Moisés advierte al Faraón que lleve a ‘su’ ganado (que estaba vivo, porque como dijimos antes, parece que no lo afectó la epidemia) bajo techo, ‘y que así proteja a todos sus hombres [esclavos] y todos sus animales, y todo lo que tenga en sus campos, porque si no serán afectados por el granizo y morirán’. ¿Cómo reacciona el Faraón? Llama a Moisés y Aarón y les dice ‘Esta vez yo estuve equivocado… por favor, que termine esta plaga’.

Luego llega la octava plaga: langostas que invaden Egipto y que también afectan ‘las mansiones del Faraón’. El monarca no tiene cómo protegerse de esta plaga. Creo que podemos adivinar lo que sucederá: como esta plaga lo afecta de manera personal, el Faraón hace traer a Moisés y Aarón y les pide que se vayan. Aunque pone condiciones que Moisés no acepta.

Novena plaga: oscuridad, (ver artículo donde explico que posiblemente se trató de una tormenta de arena) que paraliza a todo Egipto, incluyendo al Faraón. Solamente los judíos no fueron afectados por la oscuridad. El monarca egipcio, como era de esperar, reacciona y hace llamar a Moisés y Aarón.

Y finalmente, la muerte de los primogénitos, que también afecta al primogénito del Faraón, el heredero del trono. Es esta plaga la que hace que el Faraón, temiendo ahora por su propia vida, libere a los prisioneros judíos sin ninguna condición ni negociación.

La conclusión es muy clara: al Faraón no le importa el sufrimiento de su pueblo. No le importa la devastación, la sed y el hambre de millones de egipcios. El generoso monarca ‘está dispuesto a sacrificar a su pueblo’ para mantenerse en el poder, cuidar su prestigio, su honor y no perder su gloria. Pero, las plagas lo afectan personalmente a él o afectan sus intereses económicos (sus animales, sus esclavos, etc.), entonces el Faraón comienza a ceder. Este es un sacrificio que NO está dispuesto a hacer.

Esta es la naturaleza de los tiranos. No les importa su pueblo. Están dispuestos a realizar grandes sacrificios nacionales, siempre y cuando no afecten sus propios intereses personales.

No puedo dejar de pensar en las decenas de miles de civiles palestinos que mueren en Gaza, hombres, mujeres, niños. ¿Y por qué sigue esta guerra? Por la increíble crueldad de los líderes de Hamas que no ceden a la única condición de Israel para comenzar el cese de hostilidades: ¡liberar a los prisioneros judíos!

Los líderes de Gaza demuestran que no les importa en lo más mínimo el sacrificio de su propio pueblo, el hambre, la sed, la destrucción. Los lideres “están dispuestos a seguir hasta el final”, y al igual que el faraón, tienen la osadía de imponer condiciones “para que Israel cese el fuego”. ¿Absurdo? Bueno, es la misma historia de las plagas en Egipto que se repite en Gaza.

Quizás es hora de que el Mosad también repita la historia bíblica y se encarguen de que los líderes de Gaza tengan que pagar un precio “personal” y no solo “nacional”, por sus crímenes. Así tal vez liberen a los israelíes secuestrados y finalmente Gaza deje de sufrir.

Porque parece que todo lo demás, no va a funcionar.

Rab Yosef Bittón

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