viernes, marzo 29, 2024
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DÉCIMA BERAJÁ de la AMIDÁ: ¿Pueblo judío o Religión judía?

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תקע בשופר גדול לחרותינו

 

Haz que se escuche el gran shofar que anunciará nuestra libertad. 
Y haz que se eleve un mástil para que se reúnan nuestros exilios,
y para que regresemos, unidos, desde los cuatro puntos del planeta, a nuestra tierra, Israel. 
Bendito eres Tu HaShem que haces retornar a los desplazados de Tu pueblo Israel.  
[Traducción no literal. YB]

 

Como ya lo explicamos, la ‘Amidá se divide en tres secciones. La primera sección, que incluye tres bendiciones, consiste en alabanzas a HaShem. En la tercera sección, que también tiene tres bendiciones, agradecemos a Dios. Y la segunda sección, con trece bendiciones, contiene nuestras peticiones a HaShem. Esta sección se subdivide en dos temas principales: 1. Solicitudes personales, donde pedimos a Dios que nos conceda: inteligencia, perdón, buena salud, medios de subsistencia, etc. y 2. Solicitudes nacionales, es decir, lo que le pedimos a HaShem que haga por nosotros no como individuos sino como «nación».

 

Nuestra Berajá inaugura esta sub-sección de la Amidá, que trata acerca de nuestras aspiraciones nacionales.

 

Haz que se escuche el gran shofar que anunciara nuestra libertad, 
Lo primero que le pedimos a HaShem como nación es que reúna a todos nosotros desde los cuatro rincones de la tierra y nos traiga de regreso a nuestra tierra, Israel (קבוץ גלויות). Para eso, la Amidá utiliza un versículo del profeta Yesha’ayahu (27:13) donde dice que el regreso del pueblo de Israel a su tierra, y nuestra independencia de las naciones (חרותינו),  será anunciado con la voz del Shofar.

 

Y haz que se eleve un mástil para que se reúnan [regresen] nuestros exilios

 

También esta frase está tomada de Yesha’ayahu (11:12). Este mástil o estandarte elevado en las alturas, les mostrará a los «refugiados» de Israel, el camino de regreso a casa.  Y así, unidos en nuestra tierra e independientes, volveremos a nuestra «normalidad» como pueblo: עם ישראל, בארץ ישראל, על פי תורת ישראל. «El pueblo de Israel, viviendo en la Tierra de Israel, regidos por la Torá de Israel. «

 

¿NACION O RELIGIÓN? Esta berajá, incidentalmente, nos aclara un punto muy importante y absolutamente relevante para nuestros días.  Los enemigos de Israel justifican su rechazo al Estado judío diciendo que Israel es un país que discrimina a miembros de otra religión.  En 1975 las Naciones Unidas votaron una resolución que igualaba al sionismo con el racismo. ¿Por qué? Porque Israel estableció la «ley de retorno» que garantiza la ciudadania israelí a todos los judíos del mundo. Para las Naciones Unidas es como si, por ejemplo, Japón concedería la ciudadanía solamente a las personas que practican el budismo, o algo así. ¡Esto podría ser considerado racismo! Ahora bien, una lección muy importante que aprendemos de nuestra berajá, y de las próximas cinco bendiciones, donde nos presentamos a HaShem como Nación, es que cuando definimos al judaísmo como «religión» abrimos la puerta a la confusión. Si bien el judaísmo es un legado espiritual, en la Torá es presentado especialmente como la Constitución del pueblo de Israel. Desee este punto de vista, es más correcto decir que pertenecemos a la «nación» judía, más que a la «religion» judía.  Y que la ley del retorno de Israel es tan racista como una ley que estableciera que «Japón le garantiza la ciudadania a todos los japoneses que viven fuera de Japón»…

 

Nuestra Berajá menciona explícitamente los términos: «exilio», «regreso del exilio», «desplazados»  (= «refugiados»), es decir, aquellos ciudadanos judíos que fueron desterrados de Israel, y sus descendientes.

 

Desde este punto de vista, ser judío es una nacionalidad, una «ciudadanía» virtual, heredada via materna, que no caduca ni siquiera cuando un judío vive en el exilio durante siglos. En este sentido, no se puede comparar el judaísmo con otras religiones. No existe «la Nación Cristiana».  Los cristianos no tienen una tierra de referencia. No aspiran regresar a Roma o restablecer el gobierno cristiano en el Vaticano.  Todo lo contrario, el Estado y la Iglesia están explícitamente desconectados. Lo mismo puede decirse del Islam. No hay una tierra específica donde todos los musulmanes aspiran a regresar.  (La «Nación del Islam» de Farrakhan es el nombre de su movimiento religioso, no la forma en que el Islam se ve a sí mismo, como puede verse claramente en el concepto de Liga de «Naciones Árabes»).

 

El judaísmo, como aprendemos en esta berajá, no tiene sentido sin la Tierra de Israel y sin la aspiración de volver a ella.

 

Los judíos que vivimos fuera de Israel, somos ciudadanos orgullosos del país en el cual vivimos, respetuosos de sus leyes y agradecidos a los países donde vivimos. Pero también seguimos formando parte de la nación judía (nación = historia en común,  idioma en común, ley en común). Y como lo expresamos en esta Berajá, nuestra esperanza es que un día normalicemos nuestra situación como pueblo judío, regresando a nuestra tierra Israel, desde todos los confines del planeta, cumpliendo así la visión de nuestros profetas y de los Sabios que establecieron esta Berajá.
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