HILJOT TESHUBA 1:1. Arrepentirse con palabras

אנא ה’, חטאתי, עויתי, פשעתי
La Teshubá, el arrepentirse por lo que uno hizo mal, es una Mitsvá de la Torá y una extraordinaria oportunidad de rectificar, enmendar, retractarnos y no quedar condenados para siempre por un error cometido.
Si bien la Teshubá tiene que ver con los sentimientos de culpa y remordimiento, por ser una Mitsvá (precepto), la Teshubá está sujeta a leyes y detalles técnicos que debemos aprender.
En primer lugar, explica Maimónides, en el proceso de Teshubá hay 2 elementos fundamentales. Uno es el sentimiento de contrición que uno debe sentir por lo que hizo mal.  Y luego está el Viduy o confesión, es decir, la obligación de articular y expresar con palabras lo que hicimos mal. Esta confesión no se hace frente a otra persona sino privadamente, frente a Dios. El Viduy es lo que completa el proceso de Teshubá.
Estos dos elementos, el arrepentimiento y la confesión son excluyentes:  por un lado, si confesé lo que hice pero internamente no me arrepiento de lo que hice, mi confesión no tiene ningún valor.  Por el otro lado, si me arrepiento de lo que hice, pero no lo articule con palabras, mi Teshubá no se considera completa ya que la Mitsvá de Teshubá sólo se cumple una vez que uno confiesa lo que hizo mal (ver Bamidbar 5: 6-7).
Maimónides también explica en qué consiste esta confesión.  Y cita un texto mínimo del Viduy que contiene los elementos fundamentales de la misma. Veamos:
1. ANNA: «Por favor»…: con esta palabra comienza el Viduy o confesión. Esto nos da a entender que lo que estamos solicitando de HaShem no nos corresponde por derecho: en realidad al pedir perdón estamos pidiendo «un favor». Que HaShem nos perdone por compasión…. Sabiendo que en realidad, y de acuerdo a la literalidad de lo que dice la Torá, mereceríamos ser castigados por nuestras transgresiones.
2. HASHEM: «Dios». Aquí estamos afirmando que nuestra confesión la hacemos directamente frente a Dios. No porque Él necesite que yo le cuente lo que hice, ya que HaShem conoce nuestras acciones, nuestros pensamientos, nuestras intenciones, etc.  Soy YO el que necesita concientizarse que estoy hablando frente a HaShem, y que por lo tanto, no puedo negar, ocultar o ignorar lo que hice mal. Al decir el nombre de HaShem me tengo que dar cuenta que estoy ante Alguien a quien no puedo engañar y estoy obligado a buscar y decir la verdad.
3. JATATI, AVITI, PASHATI. «Me equivoqué, pequé, me rebelé…». Estas tres palabras marcan los 3 niveles posibles de transgresión. Las transgresiones que cometimos se van a diferenciar una de otra de acuerdo a mi intención.
«Me equivoqué», esta categoría incluye aquellas malas acciones que cometí involuntariamente, por error, por ignorancia, sin plena conciencia.
«Pequé», indica las transgresiones que cometí voluntariamente, con plena conciencia, sabiendo que estaba actuando mal. Y lo hice porque fui débil y no me pude contener, no pude controlar mis instintos.
«Me rebelé», este es el nivel más grave. A veces algunas personas actúan en contra de la Torá no porque no puedan controlar sus impulsos sino porque quieren demostrar algo: por ejemplo, que nuestra Torá no sirve, que es algo primitivo, o que uno está por encima de ella, etc. En este caso, quien comete un pecado no lo hace por debilidad sino quizás por arrogancia. Está haciendo una manifestación, una declaración de sus principios anti-religiosos. Es importante notar que si bien este es el nivel más grave y ofensivo en el cual se comete una transgresión, las puertas de la Teshubá están abiertas, también en este caso.



HILJOT TESHUBÁ 1:1. Arrepentirse y decidir cambiar

כיצד מתוודה? אומר אנא ה’ חטאתי עוויתי פשעתי לפניך, ועשיתי כך וכך, והרי ניחמתי ובושתי במעשיי, ולעולם איני חוזר לדבר זה.
Hoy veremos la última parte del Viduy que representa también el paso final del proceso de Teshubá. 
Luego de que uno confiesa sus transgresiones y expresa su arrepentimiento y vergüenza por lo realizado, uno debe decir: ולעולם איני חוזר לדבר זה  «Y nunca más voy a volver a repetir esto que hice mal». El Viduy concluye con nuestro compromiso con nosotros mismos, expresado frente a HaShem, de no volver a cometer esta transgresión en el futuro. 
La idea de la Teshubá es que al final del proceso suceda un cambio en mi proceder. En este momento este cambio ocurre al nivel de mi decisión: me comprometo a no hacerlo más.  La prueba final de que cambié tendrá lugar cuando me enfrente a un escenario similar al que había cuando cometí mi transgresión, y ahora no haga lo mismo.
Para ilustrar esta idea imaginemos que estamos hablando de una persona que bebe en exceso hasta emborracharse.  Se arrepintió, lo articuló con palabras y se sintió sinceramente avergonzado de lo hecho. Lo fundamental ahora es si este hombre en su corazón o en su mente piensa seguir bebiendo o si ha decidido dejar para siempre el alcohol. Sin esta determinación el proceso de Teshubá será incompleto.
Por supuesto que como explican nuestros rabinos,  la verificación final de esta determinación se probará cuando este individuo tenga una vez más la oportunidad de beber y no lo se haga. Si se abstiene NO porque alguien se lo esté impidiendo sino porque así lo determinó y lo decidió él cuando hizo su Teshubá.    Esta es la Teshubá completa.
Por el otro lado, si uno se arrepiente, confiesa y se avergüenza por lo que hizo mal, pero piensa seguir con el mismo hábito, o si uno sabe que en la próxima fiesta no va a hacer nada para controlarse, entonces la Teshubá no valió de nada…
Los Sabios dan el siguiente ejemplo: en los tiempos del Bet haMiqdash existían todo tipo de impurezas rituales. La purificación se realizaba sumergiéndose en el Mikvé o baño ritual. El cadáver de un reptil, por ejemplo, era una fuente de impureza ritual o tum-á. ¿Qué pasaría si alguien se sumerge en el Mikvé y emerge del mismo sosteniendo en su mano el cuerpo muerto de un pequeño reptil? Por un lado, se sumergió en el Mikvé; por el otro lado, todavía tiene en su mano lo que provocó su impureza. Entonces, ¿se purificó o sigue impuro? La respuesta es muy simple: esta persona sigue impura. Lo mismo sucede , dijeron nuestros Sabios, con aquel que hace Teshubá, confiesa y se arrepiente de lo hecho pero aún sigue sosteniendo en su mente los mismos pensamientos que lo llevaron a actuar mal. Todavía no tomó la determinación de dejar esos hábitos destructivos que en realidad son la fuente, la causa, de su «impureza» o transgresión.   
La Teshubá debe incluir la decisión de cambiar. Para Maimónides, los malos hábitos suelen tener sus raíces en ciertas disfunciones mentales. Psicológicas diríamos hoy.  Debo cambiar mi pensamiento, mi actitud. Pensar en los efectos y las consecuencias de mis malos hábitos y atacar allí, en la mente, que es donde está la verdadera raíz de mi problema. 



HILJOT TESHUBA 1: 1 Arrepentimiento y vergüenza

והרי ניחמתי ובושתי במעשיי

Para Maimónides es necesario ser específico cuando uno verbaliza sus transgresiones y errores en el viduy o confession.  Y además, necesitamos expresar (y / o despertar) dos sentimientos específicos durante esta confesión: el sentimiento de»arrepentimiento» y el sentimiento de «vergüenza». El viduy no es una confesión verbal mecánica y fría, no son meras palabras. Esta confesión debe ir acompañada de sinceros sentimientos de remordimiento.

Pero, ¿por qué debemos sentirnos avergonzados?

Los rabinos consideran que la «vergüenza» es uno de los tres elementos que caracterizan la personalidad y el carácter de un individuo judío. Explicaron que un judío transmite a sus  descendientes tres cualidades. 1. Un judío es innatamente tímido y se avergüenza fácilmente (bayshanim). 2. Los judíos también somos innatamente generosos y altruistas  (gomle hesed) y 3. Somos por naturaleza compasivos (rachmanim). Los rabinos del Talmud estaban tan seguros de estos «rasgos de carácter genético» que afirmaron que si un judío no tiene una de estas tres características «sus antepasados ​​no estuvieron presentes en el Monte Sinaí» (un eufemismo para decir que tal individuo podría no ser étnicamente judío).

Además de considerar la «vergüenza» como una condición innata del carácter judío, en flagrante oposición a la idea de que la «jutzpah» es un atributo judío, nuestro Jajamim indicaron que la «vergüenza» es un paso necesario para nuestra Teshubá o arrepentimiento.

Maimónides escribe que cuando un individuo comete un pecado contra Dios, debe confesar y decir en voz baja «… me avergüenzo de mis acciones equivocadas». El sentimiento de vergüenza es un paso crítico en el proceso de la sincera Teshuba. ¿Por qué? Porque a diferencia de los sentimientos de «culpa» o “remordimiento” que son íntimos y privados, sentimos «vergüenza» cuando sabemos que nuestros malos actos son conocidos por los demás. Por lo tanto, sentir «vergüenza» al recitar el viduy significa que realmente sentimos la Presencia de Dios en ese mismo momento. HaShem es invisible, y es extremadamente difícil darse cuenta de Su presencia constante. Por lo tanto, no nos sentimos fácilmente avergonzados cuando hacemos algo mal en privado, porque no estamos frente a otras personas. Ahora bien, sentirnos avergonzados de nuestros pecados cuando estamos solos ante Dios, significa que hemos alcanzado un nivel muy alto de Emuna (fe). Significa que tenemos claridad con respecto a Su existencia. Y que Su presencia es tan real para nosotros como la presencia física de otros individuos.

Esta idea,  sentir la Presencia de Dios al mismo nivel que sentimos la presencia de otras personas, fue expresada por Ribbí Yojanán ben Zakai. Cuando sus alumnos vinieron a visitarlo en su lecho de muerte, los bendijo diciéndoles: יהי רצון שתהא עליכם מורא שמים כמורא בשר ודם, “Les deseo que teman y respeten a Dios como temen y respetan a los hombres». “Maestro” preguntaron sus alumnos «¿Y es eso suficiente?” . Entonces Ribbí Yojanán les explicó que sentir la Presencia de Dios con la misma claridad que sentimos la presencia de otras personas, demuestra un nivel muy alto de fe.

Cuanto mayor sea nuestra conciencia de la Presencia de Dios, mayor será el sentimiento de vergüenza que sentiremos cuando nos arrepentimos y articulamos nuestros pecados. Y viceversa.




TESHUBA: Sentimientos y Palabras

אנא ה ‘, חטאתי, עויתי, פשעתי

Si bien el arrepentimiento tiene que ver con nuestros sentimientos, Teshubá también es una Mitsva, un mandamiento indicado en nuestra Tora. Teshubá, la posibilidad (y la obligación) de arrepentirme por lo que hice mal, significa que Dios nos da la oportunidad de corregir y amendar nuestros errores, y no ser condenados para siempre por los errores que hemos cometido.

Maimónides explica que en el proceso de Teshuba o arrepentimiento hay dos elementos fundamentales involucrados. Primero, tenemos que elevarnos a un grado de arrepentimiento que despierte nuestra contrición y culpa por lo que hemos hecho mal. El segundo paso es el Viduy o confesión, es decir, articular con palabras lo que hicimos mal. Esta confesión no se hace delante de otra persona sino en privado ante Dios. Y esta confesión es lo que completa el proceso de Teshubá.

Estos dos elementos, arrepentimiento y confesión, son mutuamente excluyentes: por un lado, si confesé con palabras lo que hice mal, pero en mi corazón no me arrepiento de lo que hice, mi confesión no tiene valor. Por otro lado, si me arrepiento de lo que hice mal, pero no articulo mi arrepentimiento con palabras, mi Teshubá se considera incompleta (ver Bamidbar 5: 6-7).

En esta Halajá (Hilkhot Teshuba 1: 1) Rambam también explica de qué se trata esta confesión, citándoos la versión mínima del Viduy que contiene los elementos básicos del mismo.

1. ANNA: «Por favor» …: comenzamos el Viduy rogándole a Dios que acepte nuestras disculpas. Esto nos ayuda a comprender que no tenemos «derecho» a lo que le pedimos a HaShem. Estamos pidiendo su perdón virtualmente como un favor, un asunto más allá de la justicia. Es a discreción de Dios perdonarnos, y es por eso que apelamos a su compasión y amor por nosotros. Nos damos cuenta de que de acuerdo con la letra de la ley, merecemos ser castigados por nuestras transgresiones.

2. HASHEM: «Dios». Al pronunciar en la confesión el nombre de Dios nos damos cuenta  que confesamos directamente frente a Él. Y esto nos recuerda que Dios es omnisciente (lo sabe todo) y que sabe exactamente nuestras acciones, nuestros pensamientos, nuestras intenciones, etc., y obviamente sabe lo que hemos hecho mal. Somos nosotros los que necesitamos tomar conciencia de esto, y recordar que estamos constantemente vigilados por Su vista … Al decir el nombre de HaShem nos damos cuenta de que no podemos engañar a Dios con palabras falsas, como podríamos hacer con otras personas, debemos reconocer nuestros errores y suplicar su perdón.

3. HATATI, AVITI, PASHATI. «Me equivoqué, he pecado, me he rebelado contra ti …». Estas tres palabras indican los tres niveles posibles de transgresión, que se clasifican principalmente de acuerdo con la intención del pecador.

«Estaba equivocado», esta categoría incluye las acciones incorrectas que uno cometio involuntariamente, por error, ignorancia o sin plena conciencia.

«He pecado», uno confiesa aquí las transgresiones que hizo voluntariamente, sabiendo que estaba haciendo algo mal, y lo hizo porque dio fue lo suficientemente fuerte,  y no pudo contenerse o controlar sus instintos.

«Me rebelé contra ti» este es el nivel más serio y grave. Algunas veces las personas actúan contra la Torá no porque no pueden controlar sus impulsos sino porque quieren probar algo: por ejemplo, que la religión está desactualizada o es irrelevante, etc., y demostrar así que que el «pecador» sabe mejor que nadie. En este caso, el pecado no se cometió debido a la debilidad del carácter y la imposibilidad de vencer los propios instintos. La causa más común de este tipo de rebelión contra la Tora es la arrogancia, para manifestar sentimientos antirreligiosos.

Es importante tener en cuenta que, aunque este es el nivel más grave y serio, si más tarde el ofensor lamenta sinceramente lo que hizo, las puertas de la Teshubá están abiertas, incluso para él.




TESHUBA: ¿Cómo puedes saber si estás despierto?

בֶּן אָדם מַה לְּךָ נרְדָּם
MARATON 
Hoy es el segundo día del mes de Elul.
Estamos a un poco más de un mes de Yom Kippur, el día del perdón. Yom Kippur es un día maratónico, 24 horas totalmente consagradas a la “Teshuba”: arrepentirnos, pedir perdón, confesar nuestras faltas y tomar decisiones que deberán mejorar el rumbo de nuestras vidas.
Para poder llegar bien preparados a este día transcendental comenzamos con el proceso de Teshubá 40 días antes de Yom Kipur.
Entre los judíos Ashkenazim, esta preparación consiste en escuchar el Shofar todos los días, desde hoy hasta Yom Kippur, para inspirarnos con su sonido y empezar el proceso de reflexión.
Entre los judíos Sefaradim, para lograr el estado mental necesario para Yom Kippur, comenzamos a partir de hoy con la recitación de las plegarias conocidas como “Selijot”.  Estas plegarias se recitan una hora antes de las oraciones de la mañana, desde hoy hasta Yom Kippur.
El corazón de las Selijot es el viduy o confesión, y la recitación de los 13 Atributos del Divino Perdón o Middot. Estas son también las dos plegarias más importantes de Yom Kippur.
ESCAPARSE DURMIENDO
En las Selijot también recitamos piyutim,o poemas religiosos, que nos inspiran a arrepentirnos y regresar a HaShem. El primer poema que recitamos en la mañana comienza con las palabras: ben adam ma leja nirdam, «Hijo del hombre, ¿por qué estás dormido? Despierta, ora y ruega a tu Dios».
Estas palabras, en hebreo, בֶּן אָדם מַה לְּךָ נרְדָּם «¿Por qué estás dormido?» Se encuentran en el libro de Yoná 1:6. El famoso profeta había sido llamado por Dios para una importante misión. Pero Yoná rechaza su misión Divina e intenta huir de Dios.  Para eso se escapa en un barco. Pero Dios envía una tormenta que amenaza con destruir el barco. El capitán del barco cita a la tripulación y les pide hacer todo lo posible para calmar la tormenta, entre otras cosas, rezar. Todos acuden a su llamado con excepción de Yoná.  El profeta se había quedado dormido en el interior del barco ignorando deliberadamente todos los peligros a su alrededor. Los comentaristas bíblicos explican que Yoná estaba en un estado psicológico de «negación» (denial), deliberadamente tratando de ignorar la realidad frente a él. En este caso, la posibilidad de su propia muerte. El capitán encuentra a Yoná y le pregunta:  “ma leja nirdam, «¿Por qué estás dormido? Despierta, ora y ruega a tu Dios».
¿COMO PUEDO SABER SI ESTOY DESPIERTO?
Estas palabras, «¿Por qué estás durmiendo?» Fueron elegidas por nuestros rabinos para iniciar las Selijot a fin de advertirnos sobre el riesgo de la negación o el escapismo. Como Yoná, muchas veces nosotros también elegimos ignorar nuestra inminente mortalidad y nos ponemos a dormir. La lección inicial de Selijot es un llamado a “despertar”. En primer lugar para recordarnos que durante el mes de Elul sacrificaremos una hora de sueño. Pero principalmente para invitarnos a identificar a nuestras conciencias dormidas.
Ahora bien, ¿cómo podemos darnos cuenta si estamos espiritualmente dormidos o despiertos? Lo que indica la condición de nuestra conciencia es la profundidad o superficialidad de nuestros pensamientos profundos.
Hay 3 preguntas fundamentales,
1ץ ¿Hasta qué punto sé y conozco que es lo que Dios quiere y espera de mí?
2. ¿Qué tan sólida y fluida es mi relación con Dios?
3. ¿Estoy dirigiendo mi vida hacia el objetivo correcto, con los valores y las prioridades correctas?
Si NO dedicamos una parte importante de nuestro tiempo a pensar en estos 3 puntos podemos decir que nuestras conciencias «están dormidas».
El despertar espiritual consiste en refrescar estas preguntas en nuestra mente.
Estamos espiritualmente «despiertos» cuando estas preguntas nos quitan el sueño.



El arrepentimiento y la condición humana

La idea del arrepentimiento es imprescindible para la existencia de la humanidad, tanto en el plano Divino como en el plano social.  Esto se basa en la noción de que el hombre, por naturaleza, es falible.  Fuimos dotados por Dios de libre albedrío. Actuamos constantemente haciendo uso de nuestro libre albedrío. A veces hacemos bien, y a veces lo incorrecto. A veces decimos la verdad, a veces mentimos. A veces causamos daño a otra persona sin querer, y a veces intencionalmente.  Si no existiera la posibilidad del arrepentimiento, si cada acción equivocada que comentemos trajera automáticamente sus consecuencias, la vida sería insostenible.

Imaginemos, por ejemplo, una sociedad donde no existe el perdón. En esa sociedad cada error cometido significa la ruptura irreversible de nuestra relación con otra persona. Imaginemos la ausencia del perdón entre padres e hijos, entre marido y mujer, amigos, colegas, etc.  La vida, tal como la conocemos, no sería posible.  Es la potencialidad del arrepentimiento lo que lleva a la posibilidad del “perdón” entre seres humanos.   Claro que, tal como lo explica el Rab Abohab un poco más adelante, el “perdón”, tanto en el plano divino como en el humano, depende de la seriedad del error cometido: hay faltas perdonables y otras que son irreversibles.  Hay faltas involuntarias y otras hechas con premeditación, etc.

Pensemos los que pasaría en el plano de nuestra relación con el Creador si  cada vez que cometiéramos un pecado hacia Él fuésemos condenados a desaparecer… Y lo que más,  si no existiera un margen de posibilidad de arrepentimiento entre la transgresión y el castigo, si cada vez que comentemos un error somos automáticamente castigados, nos comportaríamos como robots, y sería imposible mantener nuestro libre albedrío (elegir actuar bien o mal)  que es esencial para nuestro crecimiento espiritual y para nuestra relación con Dios.   La Teshubá es el margen de reflexión que HaShem concibió entre el error cometido y el castigo que merecemos por ese error. Ese tiempo es el que debemos usar para admitir el error, arrepentirnos y enmendar nuestras acciones.

El Rab Abohab, citando un famoso Midrash, dice que la Teshubá es un elemento fundacional en la sociedad humana.  Ese Midrash dice que el Creador  מחריט לפניו את כל העולם ולא היה עומד  (con mis propias palabras) “concebía mundos sin Teshubá y esos mundos no eran sostenibles”. Entonces creo nuestro mundo, con la posibilidad de Teshubá.

Algo más sobre esta idea tan profunda del Rab Abohab.

Cuando el Midrash dice que “el mundo” no sería sostenible sin Teshubá no se refiere al mundo “natural”, se refiere exclusivamente a la civilización humana.   De hecho, en la naturaleza, digamos en el reino animal, no existe la Teshubá. Las criaturas  NO-humanas no pueden elegir actuar “bien” o “mal”, actual necesariamente por instinto. Los animales pueden engañar, guiados por su instinto para cazar o sobrevivir, pero no pueden mentir con conciencia o con maldad. Cuando no existe el libre albedrío, no cabe el concepto de Teshubá.  En el mundo “natural” no hay marcha atrás. La naturaleza se rige por las irreversibles leyes de la causa y el efecto. No hay un tiempo de espacio de reflexión entre acción y consecuencia.  Un tumor no se arrepiente. Y una vez que que Sócrates bebe la cicuta, el arrepentimiento de sus victimarios no puede detener los efectos del veneno, este sigue su curso “natural”.   Sólo en un mundo con conciencia, la raza humana, existe la posibilidad de reflexión y arrepentimiento.

Todo esto nos debe ayudar a entender (y valorar!) menos superficialmente la lo que es la Teshubá. Al igual que el libre albedrío o la conciencia, la posibilidad de corregir lo que hicimos mal, es un elemento “sobrenatural», un regalo del Creador para la humanidad.

 
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HILJOT TESHUBA 2:10. ¿Por qué perdonar?

MISHNE TORA, HILJOT TESHUBA: Capitulo 2, Halajá 10.
«Está prohibido que una persona sea cruel y se niegue a perdonar… cuando alguien se acerca a él pidiéndole perdón, debe perdonarlo con todo su corazón y con un espíritu positivo… sin buscar la venganza ni guardar resentimiento… esta es la actitud de los descendientes de Israel [zera’ Israel] «
Los días de Elul son días de Teshubá. Le pido perdón a HaShem por cualquier transgresión que pude haber hecho en contra de Su Torá, voluntaria o involuntariamente.
Asimismo, debo pedir perdón a mis compañeros, amigos y familiares por las ofensas o daños que pude haberles causado.
Y también tengo que estar dispuestos a perdonar.
El verdadero «perdón» incluye la capacidad de olvidar. Tengo que recordar definitivamente las lecciones que he aprendido de todas mis experiencias negativas, ya que eso me hace crecer. Pero debo hacer todo lo posible para borrar el deseo de venganza, el resentimiento y los sentimientos de odio que podrían estar creciendo dentro de mí, sin que me esté dando cuenta.
Perdonar no significa que yo justifique lo malo o terrible que la otra persona me hizo o me dijo. No significa que tengo que reprimir todos mis sentimientos o pensamientos sobre la amarga experiencia vivida.  Lo que significa es que cuando perdono, tomo distancia emocional de lo que pasó y rescato lo positivo que he aprendido.
Hay que entender que cuando NO perdono estoy causando un gran daño a mí mismo. Si no elimino de mi mente los sentimientos de animosidad hacia quien me ofendió, le permito a esa persona –a su imagen y a su recuerdo negativo– apoderarse de mi atención, de mi pensamiento y de mi corazón (en algunos casos:  de mi vida).  Cuando no perdono, en algunos casos y sin darme cuenta, me estoy perpetuando en el papel de víctimas y no me permito salir adelante. O, peor aún, inconscientemente transformo mi resentimiento en ira , y me convierto en una persona irritable. Todo y todos me enojan y me hacen perder la calma…
Es cierto que perdonar es bueno para quien me ofendió, porque le estoy ofreciendo con generosidad la oportunidad de reconciliación.  Pero sin duda, quien más se beneficia del perdón es uno mismo, la víctima, quien fue ofendido. Al perdonar, yo elimino de mi sistema emocional sentimientos autodestructivos, y me permito curarme mentalmente y recupera el control de mi estabilidad emocional.
Perdonar es un acto sicológico muy complejo y a veces emocionalmente difícil. Pero en estos días de Teshubá, cuando le estoy pidiendo a HaShem que me conceda Su perdón, debo estar dispuestos a perdonar a quienes me han ofendido.  
 
No podemos pretender ser perdonados por Dios, si no somos capaces de perdonar al prójimo.

(Valga la aclaración, que en esta Halajá nos estamos refiriendo a perdonar ofensas menores, en particular agravios sociales, es decir, cuando un amigo, un familiar o un vecino, dijo algo negativo de mí o hizo algo que me perjudicó o me ofendió, etc.  NO estamos hablando de crímenes, actos de terrorismo, etc. )




HILJOT TESHUBA 2:10: ¿Pedir perdón via text?

אין התשובה ויום הכפורים מכפרים אלא על עבירות שבין אדם למקום
La Teshubá, el arrepentimiento por lo que hicimos mal, se puede dar en dos áreas independientes. En primer lugar están las ofensas «rituales».  Esto incluye por ejemplo, cuando transgredimos el Shabbat o las festividades, o no cuidamos las leyes de Cashrut, o nos desconectamos de Dios al no rezarle o al no agradecerle por todo lo que nos dio, etc. Todas estas ofensas se reparan al hacer Teshubá. Esto es:  1. aceptar que cometimos un error, 2. arrepentirnos, 3. articular verbalmente nuestras transgresiones (confesión/Viduy) y 4. tomar la decisión de cambiar. Si hacemos todo esto, nuestros Sabios explican, el perdón está «garantizado» (ומודה ועוזב ירוחם).
En segundo lugar están las ofensas hacia el prójimo. Si perjudiqué a alguien económicamente, o si herí a alguien físicamente, o si dañé a alguien emocionalmente ofendiéndolo, insultándolo o avergonzándolo.    Estas ofensas NO son perdonadas en Yom Kippur sin que exista un paso previo. No podemos reparar con Dios el daño que hicimos al prójimo. Eso sería hipocresía religiosa.  El daño que voluntaria o involuntariamente infligimos a otra persona debe ser reparado en primer lugar, con esa persona: la víctima.
Primero, tengo que reparar materialmente lo que hice mal: si robe, devolver lo robado. Si rompí la ventana del vecino, pagar por su reparación.  Si herí a alguien (חובל) asumir los costos médicos. Luego de reparar materialmente el daño que hice, también debo pedirle perdón a la víctima. Y finalmente, pedir perdón a HaShem por haber dañado a mis semejantes.
Ahora, ¿qué pasa cuando el daño no tuvo consecuencias materiales o económicas? En el caso que el daño fue emocional, tengo que acercarme a esa persona y pedirle perdón. Desde un punto de vista práctico, los casos de daño emocional son más difíciles de reparar, ya que no hay una reparación material que compense el sufrimiento que la víctima pasó.
Pedir perdón a alguien que ofendimos o dañamos emocionalmente es quizás una de la tareas más difíciles que debemos enfrentar antes de Yom Kippur.
Cuando nos preparamos para pedir perdón tenemos que superar nuestra vergüenza (¿cómo voy a reconocer que actué mal?!!), nuestro miedo al rechazo (¿que pasa si no me perdona?) y principalmente nuestro orgullo (No actué mal! Él se lo merecía!).
Pedir perdón es muy difícil pero absolutamente necesario para que nuestra Teshubá en Yom Kippur sea aceptada.
Pregunta: ¿Puedo pedir perdón por teléfono o por email? No creo que exista una respuesta única para cubrir todos los casos posibles. Pero, en mi opinión, es un tema de sentido común. Me parece que a veces es más fácil para quien pide perdón no enfrentarse cara a cara con la víctima. De manera que un llamado o un email puede funcionar. Yo diría que, más allá del medio a través del cual uno pide perdón, lo más importante es que mi pedido de disculpas sea sincero y creíble: que no se mezcle con excusas y que sea lo más específico posible. Hay disculpas que no son disculpas: si digo, por ejemplo «Lamento que te sentiste ofendido por lo que te dije». Aquí no estoy admitiendo que hice algo mal.  Es más: indirectamente, ¡estoy culpando a la víctima! Lo cual no sólo no servirá para reparar mi error, sino que lo puede magnificar.
Otra pregunta clásica: «¿Qué pasa si hable mal de una persona y esa persona no lo sabe?  ¿Tengo que pedirle perdón? Porque si le pido perdón, a lo mejor empeoro las cosas.»  En este caso particular creo que uno puede pedir perdón sin especificar lo que hizo y dijo.    Sin embargo, cuando la víctima sabe lo que yo hice, tengo que ser específico.



HILJOT TESHUBA 2:1. Teshubá y la ley del arrepentido

El momento en que uno hace Teshubá (arrepentimiento) determina la calidad y la credibilidad de su acto.
Así escribe Maimónides en Hiljot Teshubá 2:1. «¿A qué se considera un arrepentimiento perfecto y completo? Cuando uno se enfrenta con la misma oportunidad de repetir la transgresión original, pero ahora no lo hace porque se ha arrepentido… sin embargo, cuando uno no repite la transgresión original, [y se abstiene de pecar], porque ahora teme que otras personas se enteren [o por razones similares]… su arrepentimiento se acepta, pero no se considera un arrepentimiento completo.»
Para explicar el escenario ideal de la Teshubá, Maimónides trae el ejemplo de un hombre que estuvo involucrado en una relación adúltera y más tarde se arrepiente. Lo que demostraría que su arrepentimiento ha sido completo es que ese hombre se enfrente a una oportunidad similar para repetir su error, pero esta vez se abstenga de cometer esa transgresión porque ha llegado a un nuevo entendimiento moral. En el caso mencionado, por ejemplo, porque ahora se da cuenta de que dejarse llevar por sus impulsos materiales le hará daño, no sólo a su familia, sino también a él mismo.
Sin embargo, si ese hombre se abstiene de cometer la misma transgresión, no por una convicción personal sino porque ahora teme ser descubierto y que alguien lo pueda denunciar, o ¡porque ya fue descubierto!, su Teshubá/arrepentimiento es aceptable, dice Maimónides, pero este tipo de arrepentimiento no es el ideal, o en las palabras de Maimónides, ésta no es una Teshubá «perfecta». ¿Por qué no? Porque este individuo ha cambiado su conducta no a causa de una renovada comprensión de lo que está bien y de lo que está mal: se ha arrepentido porque teme ser descubierto o porque lo descubrieron….
Un ejemplo moderno: Muy a menudo leemos en las noticias acerca de algún funcionario público que fue descubierto en un acto de corrupción.  Digamos, robando fondos públicos. Muchas veces estas personas, luego de ser descubiertas ,se paran delante de las cámaras de televisión y expresan públicamente su arrepentimiento. Piden perdón por lo que han hecho mal y por haber defraudado al público.   Éste es sin duda un gesto valiente de arrepentimiento. Sin embargo, este acto es cuestionable en términos de su absoluta credibilidad . ¿Por qué? Porque el proceso de arrepentimiento y disculpas no sucedió antes de ser descubierto, sino como consecuencia de haber sido descubierto. Es muy probable que lo que haya impulsado a esta persona a arrepentirse NO haya sido una nueva convicción o una renovada conciencia moral, sino el interés de una sentencia más leve, reducida o en mejores condiciones.
El acto de arrepentimiento «perfecto» tendría lugar si, mientras esta persona continuaba en sus funciones públicas y sin ninguna presión externa para continuar con su delito y antes de ser descubierto, se diera cuenta de su error por el llamado de su propia conciencia, y entendiera que lo que estaba haciendo era inmoral.  En ese escenario, su Teshubá sería creíble y completa.



HILJOT TESHUBÁ 1:1. La diferencia entre la culpa y la vergüenza.

כיצד מתוודה? אומר אנא ה’ חטאתי עוויתי פשעתי לפניך, ועשיתי כך וכך, והרי ניחמתי ובושתי במעשיי, ולעולם איני חוזר לדבר זה.
Continuamos explicando el Viduy.  Ayer dijimos que para Maimónides es necesario ser específico cuando uno verbaliza las malas acciones o errores cometidos.  Luego, nos dice que debemos expresar también dos sentimientos: en hebreo: 1. Nijamti 2.UBoshti , «me arrepiento y me avergüenzo». En otras palabras, cuando hacemos el Viduy debemos despertar en nosotros mismos el sentimiento de arrepentimiento y remordimiento, y también debemos sentirnos avergonzados. El Viduy no es una confesión mecánica y fría, sino que tiene que estar acompañado de sentimientos sinceros de Teshubá.   Pero, ¿Por qué debo sentir vergüenza ?
Nuestros rabinos dijeron que la «vergüenza» es uno de los tres elementos del sistema emocional, mental y ético del Pueblo judío. Ellos explicaron que un Yehudí hereda «genéticamente» tres cualidades. Aparte de ser vergonzosos o tímidos (bayshanim), los judíos somos innatamente benevolentes (gomlé jésed) y compasivos (rajmanim). Los rabinos consideraban esto tan cierto que dijeron que si un Yehudí no posee una de estas tres características «sus antepasados no estuvieron presentes en el Monte Sinaí» (un eufemismo para decir que es posible que un individuo que no posee estas cualidades no sea étnicamente judío).
Además de considerar «la vergüenza» como una condición innata del carácter judío -en total contradicción con la «jutzpá» que supuestamente se atribuye a los judíos- nuestros Jajamim indicaron que «la vergüenza» es un requisito necesario para que nuestra Teshubá (arrepentimiento) se considere completa.
Maimónides escribe que cuando un hombre o una mujer cometen un pecado, ellos deben confesar y decir «…me avergüenzo de mis acciones «. El sentir vergüenza es un paso crítico para el proceso sincero de Teshubá. ¿Por qué? Porque a diferencia de la «culpa», que es un sentimiento íntimo y privado, la vergüenza consiste en la incómoda sensación de saber que nuestros malos hábitos y malas acciones son conocidos por los demás.   Sentir «vergüenza» mientras hacemos el Viduy (=confesión) y articulamos nuestros pecados delante de Dios, implica que realmente sabemos o sentimos la permanente Presencia de Dios. HaShem es invisible, y resulta extremadamente difícil ser consciente de Su Presencia constante. Por lo tanto, no nos avergonzamos fácilmente cuando hacemos algo malo privadamente delante de Él, como naturalmente nos avergonzamos al hacer algo mal delante de otras personas. Ahora bien, si llegamos a sentirnos avergonzados de nuestras transgresiones cuando estamos en privado delante de Dios, significa que hemos alcanzado un nivel muy elevado de Emuná (fe).  Significa que tenemos claridad respecto a Su existencia, y que Su presencia es tan real para nosotros como la presencia física de otras personas.   Cuando sus alumnos vinieron a visitarlo en su lecho de muerte, Ribbí Yojanán ben Zakai los bendijo diciéndoles: יהי רצון שתהא עליכם מורא שמים כמורא בשר ודם , «Les deseo que tengan tanto temor y respeto por Dios como el que tienen por los hombres». Sus alumnos se sorprendieron y dijeron, «¿Nada más que eso?» Y Ribbí Yojanán les explicó que  sentir la presencia de Dios con la claridad que sentimos la presencia de otros individuos, demuestra un nivel de fe muy elevado.
Cuanto mayor sea nuestra conciencia de la Presencia de Dios, mayor será el sentimiento de vergüenza que nos embarga cuando nos arrepentimos de nuestras transgresiones delante de HaShem y viceversa.
Continuará… 



El secreto de la Mezuzá

    וכל עת שייכנס וייצא, יפגע בייחוד שמו של הקדוש ברוך הוא–ויזכור אהבתו, וייעור משינתו ושגייתו בהבלי הזמן
Ayer mencionamos el poema, “ben adam ma lejá nirdam” donde se habla de “despertarse”. Explicamos que la idea de despertar es, por un lado, práctica, ya que a partir del mes de Elul en las comunidades Sefaradíes se acostumbra a despertarse como una hora más temprano para decir Selijot.
También dijimos que el significado profundo de este “despertar” se relaciona con   despertarnos de un letargo espiritual u olvido. No es poco común, lamentablemente, que nos quedemos dormidos espiritualmente. Y es irónicamente muy fácil detectar cuándo la neshamá, el alma de uno NO está despierta o activa. Sólo hay que analizar con sinceridad nuestros propios pensamientos: si no pensamos en Dios y en el sentido de nuestra vida, es porque estamos “dormidos”.
En su libro Mishné Torá, Maimónides se refiere dos veces al letargo espiritual. La segunda vez cuando habla del Shofar (lo veremos BH más adelante) . Y la primera vez cuando habla de la Mezuzá. Veamos.
Maimónides afirma que ciertas Mitsvot actúan como «ángeles protectores». Una de estas Mitsvot es la Mezuzá. Pero ¿qué tipo de protección nos brinda la Mezuzá? Protección contra el olvido. Vivimos vidas muy agitadas.  Estamos inundados de todo tipo de preocupaciones y distracciones. Infinidad de necesidades materiales que necesitamos resolver con urgencia. Cuentas que pagar, deudas, trabajo, exámenes, competencia, etc. Todas esto demanda YA nuestra total atención. Llegamos a estar tan distraídos ocupándonos de estos asuntos urgentes, que nos olvidamos de lo más importante: el propósito de nuestra existencia.
Obviamente, el significado de la vida solo es relevante para aquellos de nosotros que creemos en Dios. Si un individuo cree que estamos en este mundo por un accidente cósmico, no se va a poner a pensar en la cuestión de «Propósito». Simplemente seguirá adelante haciendo lo que tiene que hacer para sobrevivir.
Sin embargo, cuando una persona sabe que Dios nos ha creado, también sabe que Él lo ha hecho con un propósito. Y vivir teniendo este propósito en mente (o incluso buscando este propósito) es lo que le da sentido a nuestra vida.
¿Puedes imaginar a una persona que cree en Dios y sin embargo está tan absorto en las distracciones materiales que termina olvidándose, dejando de pensar en cuál es el destino de su vida? Esto es un prácticamente un suicidio espiritual. Una tragedia humana.
Para Maimónides la Mezuzá nos protege de este tipo de “tragedias”. Cada vez que entramos o salimos de una habitación, pasamos por una puerta, o vamos de un lado a otro, la presencia de la Mezuzá nos fuerza a detenernos a observar o tocar la Mezuzá  y recordar a nuestro Creador. La Mezuzá nos ayuda a recuperar la conciencia del propósito de nuestra vida y a diferenciar entre lo urgente y lo realmente importante.
Maimónides menciona explícitamente esta cualidad de la Mezuzá. En Hiljot Mezuzá 6:13, dice. «Una persona debe mostrar gran cuidado en [el cumplimiento de la mitsvá de] Mezuza. Cada vez que una persona entra o sale [de un recinto con Mezuzá], se encontrará con el Nombre de Dios [y lo recordará]. Y así se despertará de su sueño y se dará cuenta de su obsesión con las preocupaciones mundanas, y reconocerá que no hay nada que dure eternamente excepto el conocimiento del Creador del mundo. Esto le motivará a recuperar la conciencia [de su propósito en la vida] y así se encaminará en los caminos de rectitud «.
Maimónides llama a la Mezuzá (y al Tefilín y al Tsitsit)  ángeles de protección. Protección respecto a olvidar nuestra verdadera misión en la vida. «Estos son los ángeles que impiden a una persona caer en el pecado, como está escrito [Tehilim 34: 8]» «El ángel de Dios está alrededor de los que Le temen, y los protege”.



Teshubá y despertar

בֶּן אָדָם מַה לְּךָ נִרְדָּם
DESPERTAR 1. Hoy es el segundo día de mes de Elul. Estamos a menos de 40 días de Yom kippur, el día del perdón. El día que consagramos para hacer Teshubá, arrepentirnos, pedir perdón, confesar nuestras faltas, y tomar la decisión de ser mejores.    Yom Kippur es un día muy importante. y no podemos llegar a ese día sin estar preparados. Es por eso que durante el mes de Elul nos entrenamos en la Teshubá y comenzamos a hacer un balance de nuestros actos.
Entre los judíos Ashkenazim, una vez que comienza Elul se empieza a tocar el Shofar. Entre los judíos Sefaradim una vez que comienza Elul (en realidad el 2 de Elul, o sea «hoy»!) se empieza a recitar las Selijot.  Selijot es un rezo diario que se dice antes de la Tefilá de la mañana  (Shajarit) y dura alrededor de una hora. En nuestra comunidad por ejemplo, el primer Minyan comienza a las 6.15 y Selijot comenzará entonces a las 5.15 de la madrugada.  Esto implica que desde hoy hasta Yom Kippur, que hay que «despertarse» una hora antes que de costumbre.   Una hora menos de sueño, que va ser dedicada a recitar esta importante Tefilá.
Como veremos BH en los próximos días, el centro de estas plegarias lo constituyen el viduy o confesión, y el recitado de los 13 Atributos de Perdón Divino o 13 Middot.
Pero en las Selijot también hay muchos piyutim, poemas religiosos, que nos inspiran a volver a HaShem. El primero, y uno de los piyutim más conocidos, es «BEN ADAM MA LEJA NIRDAM», que quisiera comentar a continuación.
בֶּן אָדָם מַה לְּךָ נִרְדָּם
«Hijo del hombre, ¿Qué haces durmiendo?! ¡Levántate y reza [a Dios] con súplicas!
Este piyut comienza con una invitación a despertar. «Despertar» en un doble sentido. Por una lado, siendo que las Selijot se dicen muy temprano por la mañana, este poema refuerza nuestro compromiso a sacrificar nuestro sueño y acudir al Bet haKeneset una hora más temprano que de costumbre.
DESPERTAR 2. Pero el sentido más profundo, y sin duda el sentido original de esta expresión, es la invitación al despertar de la conciencia. Me explico: Dada la cantidad de obligaciones materiales que tenemos, dado el ritmo al que vivimos y la enorme variedad de distracciones a nuestra disposición, es muy posible que nuestras conciencias estén «dormidas». ¿Cómo podemos identificar el sueño de la conciencia? El letargo espiritual se manifiesta por la ausencia de pensamientos profundos. Si no nos ponemos a pensar en Dios, y en lo que Él espera de nosotros; si no nos preguntamos por qué estamos aquí, en este mundo; si no reflexionamos sobre la dirección en la que avanza nuestra vida; si no re-evaluamos nuestros valores, y nuestras prioridades, entonces se puede decir que nuestras conciencias están dormidas.   El despertar espiritual consiste en refrescar estas preguntas. Estar «despiertos» significa que la búsqueda de estas respuestas sea el principal objetivo de nuestra existencia.
Esta hermosa expresión en hebreo ma lejá nirdam  «que haces durmiendo?» se encuentra en el libro de Yoná 1:6.   El capitán del barco que está por hundirse increpa al profeta Yoná, que estaba durmiendo, ausente de toda preocupación, ignorando los peligros a su alrededor. Es que Yoná estaba en una situación de «huida» casi suicida. Estaba, literalmente, alejándose de HaShem. Sin duda, estas palabras también aluden a nuestro propio escapismo existencial. Un escenario montado por nosotros mismos para eludir el compromiso que implica formularse las preguntas más profundas. Optamos por «escapar» de estas preguntas, que nos conducen a Dios, y nos entregamos de forma adictiva al trabajo o a distracciones materiales.  El primer llamado de las Selijot es el llamado a despertar y abandonar el escapismo.