Sucot y la «hermandad de las cuatro plantas»
CUATRO JUDIOS, CUATRO IDEAS
Nuestros Sabios indicaron que las cuatro plantas que tomamos en Sucot representan la comunidad judía: 4 tipos diferentes de individuos que se distinguen uno del otro en cuanto a su nivel de conocimiento y observancia de Torá. El etrog que tiene un buen aroma y un gusto agradable, representa al judío que sabe y observa la Torá. ¿Por qué? Los Sabios explicaron esta metáfora así: El gusto del fruto simboliza el estudio de la Torá, ya que su aprendizaje debe ser placentero y dulce. El aroma simboliza el cumplimiento de las Mitsvot, cuya intención siempre debe ser inmaterial, desinteresada. El Lulab, que es una hoja de palmera datilera, tiene un fruto de un gusto muy dulce: el dátil; pero que no tiene ningún perfume. El Lulab representa a aquel que estudia la Torá, pero no la observa plenamente. El mirto o en hebreo hadás, tiene un agradable aroma, pero no tiene gusto ni esencia (no se puede hacer té de con sus hojitas). Las ramitas del mirto representan a aquel que observa la Torá, pero no la estudia: no entiende su profundidad. Y finalmente, tenemos las ramas de sauce o “‘arabá” que no tienen ni gusto ni aroma, y representan al judío que no es observante y no tuvo la oportunidad de aprender Torá. La comunidad judía, dijeron los Sabios hace 2.000 años atras, está representada por estos cuatro individuos. En Sucot, con mucho atención y devoción, «ponemos a todos los miembros de la comunidad judía juntos». Y si uno de ellos no está allí, hemos fallado en cumplir con este hermoso precepto.
¿Qué mensaje nos transmite el hecho de que todos estos miembros de esta diversa comunidad estén presentes?
EL DESAFIO DEL ETROG
En primer lugar esta metáfora nos enseña que el etrog, que ya de por sí está separado de las otras 3 plantas, no debe mantenerse aislado de la comunidad. Tiene que unirse a los que son menos que él, estar al lado de los que no observan o no saben la Torá. Y al hacerlo, al mantenerse unido y no separarse, logrará perfumar con su fragancia a las demás plantas. Una vez que el etrog se une a los demás, allí entonces decimos la bendición y «elevamos» las 4 plantas a la vez. ¿Cuál es el secreto para que el etrog se transforme en un influencer positivo? El etrog debe poner especial atención en cuidar muy estrictamente todos los preceptos que tiene que ver con “derej eretz”, es decir: educación, honestidad, humildad y respeto hacia los demás. Y si además de eso el etrog vive su observancia de la Torá con alegría, se transformará en un imán «irresistible». Pero, ¿por qué los Sabios tuvieron que enfatizar la necesidad de que el etrog no se separe? En mi opinión, porque hay un fenómeno que lamentablemente no es poco común: muchos judíos religiosos optan por separarse de la comunidad, abrirse por completo y tratar de juntarse sólo con otros etroguim “como uno”. La tentación puede ser muy grande: ¿seré capaz de influir positivamente sobre el resto de la comunidad, o terminaré siendo influido por los que saben y observan menos que yo? De acuerdo a esta y otras enseñanzas de nuestros sabios (ver por ejemplo aquí כל תענית שאין בה מפושעי ישראל אינה תענית שהרי חלבנה ריחה רע ומנאה הכתוב עם סממני הקטורת ) alejarse de los demas miembros de la comunidad sería como querer cumplir con la Mitsva del Lulab ¡con un grupo de cuatro etroguim!
A veces esta polarización sucede, pero no deliberadamente sino por negligencia. Si el etrog, por ejemplo, no observa los valores de “derej erets” con la misma rigurosidad con la cual observa todo lo ritual. Si su observancia no está acompañada de honestidad, humildad y respeto incondicional al prójimo, su mal ejemplo puede causar un efecto pendular que dispara a todas las otras plantas hacia el límite. O más allá. Como leímos la semana pasada en Ha-azinu , cuando la Torá le resulta negativa a quien la ve o la escucha, es porque aquellos que la debemos representar, no la estamos representando bien.
EL PROBLEMA DE LA ARABA
Por el otro lado, la arabá, el judío que sabe menos o que no es observante, debe tener la mente abierta y estar dispuesto a aprender, a aceptar la posibilidad de que sus opiniones negativas sobre la Torá puedan ser solo prejuicios. Que quizás haya juzgado al árbol del judaísmo por unas pocas malas manzanas. Que nunca es tarde para aprender o para cambiar de opinión. ¿Saben de quién aprendí esta gran lección? De mi papá, z”l. Como muchísimos otros judíos, mi padre se crió en una familia completamente no observante. Nunca fue a una escuela judía, ni tuvo la oportunidad de aprender a leer hebreo. Mi papá era quizás una arabá: pero una hermosa arabá. Porque a pesar de no ser religioso, nunca fue antirreligioso. Nunca se opuso a que yo, su hijo, aprendiera más judaísmo o quisiera ser más observante. Es más: se alegraba cuando en mi adolescencia comence a estudiar Torá. Esta actutud positiva lo mantuvo siempre «dentro» de la comunidad virtual de las cuatro plantas. Lamentablemente, y por muchísimas razones que no podría explorar en unas pocas líneas, muchos judíos no observantes se pasan para el otro lado. Cruzan el limite de la «arabá», la línea roja que los separa de la tolerancia. Y su irreligiosidad se puede convertir en un tóxico activismo antirreligioso. Cuando esto ocurre se quiebra «el sagrado pacto de la comunidad de las cuatro plantas» y la separación es inevitable. Las consecuencias de la antirreligiosidad siempre fueon catastróficas para el pueblo judío.
Todos nosotros, «los miembros de esta hermandad de las cuatro plantas», debemos hacer todo lo posible para practicar el respeto y la tolerancia hacia cada individuo de AM ISRAEL. Nuestro mayor objetivo es permanecer unidos. Crecer y elevarnos juntos. Entendiendo que aquello que nos une, cuenta mucho más que aquello que nos diferencia.
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CUATRO JUDÍOS, CUATRO IDEAS
Nuestros Sabios indicaron que las cuatro plantas que tomamos en Sucot representan a la comunidad judía: 4 tipos diferentes de individuos que se distinguen uno del otro en cuanto a su nivel de conocimiento y observancia de la Torá. El etrog, que tiene un buen aroma y un gusto agradable, representa al judío que sabe y observa la Torá. ¿Por qué? Los Sabios explicaron esta metáfora de la siguiente manera: El gusto del fruto simboliza el estudio de la Torá, ya que su aprendizaje debe ser placentero y dulce. El aroma simboliza el cumplimiento de las Mitsvot, cuya intención siempre debe ser inmaterial y desinteresada. El Lulab, que es una hoja de palmera datilera, tiene un fruto de un gusto muy dulce: el dátil, pero que no tiene ningún perfume. El Lulab representa a aquel que estudia la Torá pero no la observa plenamente. El mirto o, en hebreo, hadás, tiene un agradable aroma pero no tiene gusto ni esencia (no se puede hacer té con sus hojitas). Las ramitas del mirto representan a aquel que observa la Torá pero no la estudia, es decir, no entiende su profundidad. Y finalmente, tenemos las ramas de sauce o “‘arabá” que no tienen ni gusto ni aroma, y representan al judío que no es observante y no ha tenido la oportunidad de aprender Torá. La comunidad judía, según dijeron los Sabios hace 2.000 años atrás, está representada por estos cuatro individuos. En Sucot, con mucha atención y devoción, «ponemos a todos los miembros de la comunidad judía juntos». Y si uno de ellos no está allí, hemos fallado en cumplir con este hermoso precepto.
¿Qué mensaje nos transmite el hecho de que todos estos miembros de esta diversa comunidad estén presentes?
EL DESAFÍO DEL ETROG
En primer lugar, esta metáfora nos enseña que el etrog, que ya de por sí está separado de las otras 3 plantas, no debe mantenerse aislado de la comunidad. Tiene que unirse a los que son menos que él, estar al lado de los que no observan o no saben la Torá. Y al hacerlo, al mantenerse unido y no separarse, logrará perfumar con su fragancia a las demás plantas. Una vez que el etrog se une a los demás, entonces decimos la bendición y «elevamos» las 4 plantas a la vez. ¿Cuál es el secreto para que el etrog se transforme en un influencer positivo? El etrog debe poner especial atención en cuidar muy estrictamente todos los preceptos que tienen que ver con “derej eretz”, es decir, educación, honestidad, humildad y respeto hacia los demás. Y si además de eso el etrog vive su observancia de la Torá con alegría, se transformará en un imán «irresistible». Pero, ¿por qué los Sabios tuvieron que enfatizar la necesidad de que el etrog no se separe? En mi opinión, porque hay un fenómeno que lamentablemente no es poco común: muchos judíos religiosos optan por separarse de la comunidad, abrirse por completo y tratar de juntarse solo con otros etroguim “como uno”. La tentación puede ser muy grande: ¿seré capaz de influir positivamente sobre el resto de la comunidad, o terminaré siendo influido por los que saben y observan menos que yo? De acuerdo a esta y otras enseñanzas de nuestros sabios (ver, por ejemplo, aquí כל תענית שאין בה מפושעי ישראל אינה תענית שהרי חלבנה ריחה רע ומנאה הכתוב עם סממני הקטורת), alejarse de los demás miembros de la comunidad sería como querer cumplir con la Mitsva del Lulab ¡con un grupo de cuatro etroguim!
A veces esta polarización sucede, pero no deliberadamente sino por negligencia. Si el etrog, por ejemplo, no observa los valores de “derej erets” con la misma rigurosidad con la cual observa todo lo ritual. Si su observancia no está acompañada de honestidad, humildad y respeto incondicional al prójimo, su mal ejemplo puede causar un efecto pendular que dispara a todas las otras plantas hacia el límite. O más allá. Como leímos la semana pasada en Ha-azinu, cuando la Torá resulta negativa para quien la ve o la escucha, es porque aquellos que debemos representarla no la estamos representando bien.
EL PROBLEMA DE LA ARABÁ
Por el otro lado, la arabá, el judío que sabe menos o que no es observante, debe tener la mente abierta y estar dispuesto a aprender, a aceptar la posibilidad de que sus opiniones negativas sobre la Torá puedan ser solo prejuicios. Que quizás haya juzgado al árbol del judaísmo por unas pocas malas manzanas. Que nunca es tarde para aprender o para cambiar de opinión. ¿Saben de quién aprendí esta gran lección? De mi papá, z”l. Como muchísimos otros judíos, mi padre se crió en una familia completamente no observante. Nunca fue a una escuela judía, ni tuvo la oportunidad de aprender a leer hebreo. Mi papá era quizás una arabá: pero una hermosa arabá. Porque a pesar de no ser religioso, nunca fue antirreligioso. Nunca se opuso a que yo, su hijo, aprendiera más judaísmo o quisiera ser más observante. Es más, se alegraba cuando en mi adolescencia comencé a estudiar Torá. Esta actitud positiva lo mantuvo siempre «dentro» de la comunidad virtual de las cuatro plantas. Lamentablemente, y por muchísimas razones que no podría explorar en unas pocas líneas, muchos judíos no observantes se pasan al otro lado. Cruzan el límite de la «arabá», la línea roja que los separa de la tolerancia. Y su irreligiosidad se puede convertir en un tóxico activismo antirreligioso.
El secreto de las cuatro plantas de Sucot
“Y tomaréis en el primer día [de Sucot] un fruto de un árbol cítrico (etrog), ramas de palmera (lulab), una rama de mirto (hadas) y sauces de arroyo (‘araba), y os regocijaréis ante HaShem, vuestro Dios, por siete días” (Levítico 23).
שלושה המה נפלאו ממני וארבעה לא ידעתים
¿Qué tienen de especial estas 4 plantas que tomamos en Sucot? La Torá no nos explica por qué debemos tomar específicamente estas cuatro especies durante Sucot. Una posible razón de esta omisión, en línea con el pensamiento de Maimónides, es que en el momento en que se dio la Torá, la razón de este mandamiento era tan obvia que no necesitaba más explicación.
Los Jajamim (los rabinos del Talmud) ofrecieron algunas interpretaciones, enfocándose en lo que estas plantas representan visualmente (cuatro órganos del cuerpo: columna vertebral, corazón, ojos, boca, todos unidos para servir a HaShem) o en su perfume y sabor (cuatro individuos del pueblo judío, su estudio y sus acciones virtuosas ver aquí).
PLANTAS PERENNES Mi maestro, el Rabino Saadia Benzaquén, z «l, solía decir que estas cuatro plantas representan el «reino vegetal» porque todas ellas son plantas perennes, es decir, no mueren ni pierden sus hojas en el invierno. Esto es particularmente característico del etrog, una fruta que, como explica la Guemará, «permanece en su árbol durante todo el año (haddar beilanó mishaná leshaná)». Estas cuatro plantas también crecen en cuatro hábitats completamente diferentes. El etrog crece en los valles, el lulab en el desierto, el mirto (hadas) en las montañas y el sauce (araba) en las orillas de lagos y ríos. ¡Sus necesidades de agua son muy diferentes!
LA VIDA DE UNA PLANTA
También noté hace unos años algo fascinante: que estas plantas se secan a un ritmo completamente distinto. La planta que se seca más rápido es la arabá. Las ramas de sauce, que una vez cortadas de su árbol (si no se las mantiene cerradas en una bolsa de plástico cerrada herméticamente) se secan en pocos días. A veces, las ramas de arabá pueden no sobrevivir ni siquiera los siete días de Sucot. Luego tenemos las hojas de mirto, hadasim, que se secan por completo a las pocas semanas. El lulab, la rama de palmera, se seca muy lentamente; duran meses, no semanas, hasta que se secan. Y finalmente, tenemos el etrog. Hay varios elementos que hacen que el etrog sea una fruta especial. Pero quizás el aspecto más característico del etrog es que no se descompone y puede durar años. Hay un experimento muy sencillo que purba este punto: dejen un limón junto a un etrog al aire libre por unos días 4 o 5 días: el limón inevitablemente se volverá blanco y mohoso…. El etrog, sin embargo, ¡nunca se descompone! El etrog se encogerá y se secará, perderá su color, pero no se descompondrá e increíblemente seguirá conservando su aroma, no por meses, ¡sino por años!
¿CASUALIDAD?
¿Son estas características por casualidad? Aunque no estoy seguro de cómo interpretar el significado o simbolismo de estas características, y como dije antes, tal vez en el momento en que se dio la Torá, esta era la razón que resultaba absolutamente obvia para el granjero judío (no olvidamos que la sociedad judía el la época bíblica y talmúdica se dedicaba a la agricultura) , no creo que sea una coincidencia que la Torá mencione estas plantas específicas que están tan diferenciadas entre sí en cuanto a su interacción con la lluvia el medio ambiente en el que crecen y la humedad que con capaces de preserva. Hay que recordar que un elemento fundamental de la festividad de Sucot es el agua/lluvia. Durante Sucot, comenzamos a agradecer a HaShem por la lluvia (mashib haruaj, morid hageshem) y también oramos y pedimos a HaShem que tengamos un año de lluvias generosas, sabiendo que en este momento, Sukkot, Dios decide el destino de nuestros cultivos y productos de la tierra (בחג נדונים על המים). Y estas plantas parecen representar cuatro niveles diferentes de «dependencia» del agua y la humedad que contienen y conservan. El etrog y la arabá están en extremos opuestos en cuanto a la humedad que mantienen en su interior.
Y finalmente, la razón principal por la que no creo que esta interpretación sea una coincidencia es el orden en que se presentan estas cuatro plantas en la Torá. La Torá menciona las cuatro plantas en un orden específico: primero, la Torá menciona la fruta que dura más, el etrog. Luego, el lulab (rama de palmera), luego las hadasim (mirto) y al final la arabá (ramas de sauce): las plantas que duran más, se mencionan antes en el pasuq.
La Mitsvá del Lulab
Este año, 2023/5784, la primera vez que cumpliremos la Mitsvá de Lulab será en el segundo día de Yom Tob: domingo 1 de octubre, por la mañana.
La Torá dice: «Y tomaréis en el primer día [de Sucot] el fruto del árbol cítrico, ramas de palmera, ramas de árboles frondosos y sauces de los arroyos, y os regocijaréis ante el Eterno, vuestro Dios, por siete días» (Levítico 23).
LA MITSVÁ:
Se nos ordena tomar las cuatro especies mencionadas durante la festividad de Sucot. Tomamos tres ramas y un fruto. Un lulab (una rama joven de palmera datilera), dos árabot (ramas de sauce) , tres hadasim (ramas de mirto) y un etrog, (citrus) . Esta Mitsvá se llama «las cuatro especies» (ארבעת המינים) o la «Mitsvá de lulab». Debemos sostener el lulab, los hadasim y las árabot en la mano derecha y el etrog en la mano izquierda. Luego, realizamos la Mitsvá de Netilat lulab, que significa «elevar» el lulab. Las cuatro especies deben sostenerse en la dirección en la que crecen. La Mitsvá de las cuatro especies no se realiza en Shabbat. Por eso, este año, 2023/5784, la primera vez que cumpliremos la Mitsvá de Lulab será en el segundo día de Yom Tob: domingo 1 de octubre, por la mañana.
BENDICIÓN:
El primer día que tomamos las cuatro plantas, decimos dos bendiciones: ‘al netilat lulab y shehejeiyanu. La berajá, ‘al netilat lulab, también se dice durante los otros días de Sucot.
Dado que cada Mitsvá debe realizarse después de decir la bendición, algunas personas sostienen el etrog con la ramita principal para arriba y luego lo dan vuelta y lo enderezan después de la bendición, porque de lo contrario, la berajá se diría luego de haber observado el precepto de «tomar las cuatro plantas» (berajá lebatála). Otros acostumbran a sostener el etrog en la mano solo después de que se dice la berajá.
Las mujeres están formalmente exentas de la Mitsvá de lulab. Sin embargo, la tradición en la mayoría de las comunidades es que las mujeres realizan la Mitsvá de tomar y elevar el lulab, lo cual es meritorio. La tradición sefaradí indica que las mujeres no deben decir la berajá para la realización de esta Mitsvá, mientras que la tradición ashkenazí indica que las mujeres dicen la berajá.
LOS NA’ANU’IM:
Una vez que decimos la berajá, movemos el lulab en cuatro direcciones (lena’anea’). En este video se pueden ver los na’anu’im, los movimientos del lulab, de acuerdo a la antigua tradición del Bet HaMiqdash (tenufá) que es mencionada por Maimónides. Curiosamente, los judíos ashkenazíes realizan los na’anu’im de manera similar a la descripción de Maimónides.
¿CUÁL ES EL SIGNIFICADO DE ESTOS MOVIMIENTOS? אמר רבי יוחנן: מוליך ומביא – למי שהארבע רוחות שלו, מעלה ומוריד – למי שהשמים והארץ שלו. במערבא מתנו הכי, אמר רבי חמא בר עוקבא אמר רבי יוסי ברבי חנינא: מוליך ומביא – כדי לעצור רוחות רעות, מעלה ומוריד – כדי לעצור טללים רעים. מסכת סוכה ל“ז כל זה רומז שהכוונה לבקש מה‘ יתברך על העתיד ולהודות לו על העבר. מנורת המאור שע“ט Rabbi Yojanán explica que movemos el lulab hacia adelante y hacia atrás (hacia el propio cuerpo) y luego arriba y abajo para agradecer al Eterno «que es el dueño de los cuatro vientos» y para expresar nuestra gratitud por esos vientos «que trajeron las lluvias a su debido tiempo durante la pasada cosecha». ¿Por qué agradecemos a Dios en Sucot por los buenos vientos / lluvia? Porque en Sucot, el agricultor judío ya ha terminado de cosechar y recolectar todos sus frutos y productos vegetales del año. Por lo tanto, expresamos así nuestro agradecimiento a Dios, explica el rabino Abohab, para evitar olvidarnos de Dios cuando tenemos toda la comida que necesitamos (זמן בעיטה). Ribbi Yose Bar Ribbi Janiná ofrece una explicación diferente: estos movimientos con el lulab, que simbolizan los vientos, representan nuestra oración pidiendo a Dios que proteja las futuras cosechas de este nuevo año que comienza. Le pedimos a Dios que evite los vientos dañinos, que traen sequía o langostas, o lluvias o «humedades» (טללים רעים moho) destructivas que pueden arruinar todos los productos de la tierra. ¿Cuál de las dos opiniones seguimos? ¿Agradecemos a Dios por el pasado o le pedimos que nos conceda prosperidad en el año que comienza? Nuestra tradición es seguir las dos opiniones: agradecer a Dios por el pasado y pedirle por el futuro. ¿Y cómo y cuándo hacemos eso? Durante la hermosa Tefilá de Hallel, que recitaremos a partir de mañana por los próximos 9 días. Para agradecer y reconocer a Dios por lo que nos dio, movemos y agitamos el lulab –como si fuera un qorban, una ofrenda a Dios– diciendo mientras nos movemos: HODU LASHEM KI TOV KI LEOLAM JASDO «Demos gracias a Dios cuando es bueno [=cuando tenemos abundancia], [diciendo que] ‘Su bondad es infinita’. Y para pedir a HaShem por un futuro material prometedor, movemos el lulab mientras decimos ANNA HASHEM HOSHIA NA, «Por favor, Dios, sálvanos». Es decir, «sálvanos de los vientos destructivos, del clima inclemente que podría dejarnos sin comida y en riesgo de morir. ACLARACION: Si estas plegarias de agradecimiento y súplica sobre vientos y lluvias no nos parecen muy significativas, es porque tenemos el privilegio de vivir en una época de «superabundancia»: tenemos tanta comida B»H que nos resulta difícil comprender el hambre, las enfermedades y la tragedia de un año sin lluvias… |
Para concluir aclararemos que la costumbre sefaradí hoy en día es mover el lulab, sin agitarlo (הולכה והבאה), en seis direcciones diferentes: sur, norte, este, arriba, abajo y oeste. Este orden no es le mismo de Maimónides y fue establecido por los sabios de la Kabbalá. En este video, vemos al rabino Mordejai Eliyahu z»l haciendo los na’anu’im, según la tradición sefardí vigente hoy en día |
Mudarse a una casa sin techo
RESIDIR EN EL SUCA
VIDEOS SOBRE CONSTRUCCION DE LA SUCA
Clouds, GPS y Firewalls
“…para que vuestras generaciones sepan que Yo hice habitar en sukkot a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo soy HaShem vuestro Dios”. Levítico 23:42
La fiesta de Sucot que nos recuerda nuestra travesía de 40 años en el desierto, desde Egipto hasta la tierra prometida: Israel. La Torá dice claramente que la razón por la cual celebramos Sucot es para recordar “que Dios nos estableció en sukkot” cuando nos sacó de Egipto.
Pero, ¿qué eran en realidad esas sukkot? ¿De qué estaban hechas?
CABAÑAS De acuerdo a Ribbí Aquibá debemos entender que las Sukkot eran simplemente «chozas». Cabañas con un techo de ramas, que NO protege de la lluvia como un techo normal, pero que sirve para protegerse del sol, que es lo más necesario en el desierto. De acuerdo a esta opinión al construir las Sucot y habitar en ellas, rememoramos nuestra travesía en el desierto.
Hay por lo menos dos objeciones a esta interpretación “literal”.
1. Que cuando la Torá se refiere a los lugares de residencia de los judíos en el desierto menciona “ohel”, esto es, carpas hechas probablemente de tela. Las chozas o cabañas no se mencionan. 2. Las segunda objeción es un poco más aguda ¿Por qué dice la Torá que “Dios» estableció a los Israelitas en las cabañas? Las chozas a las cuales se refería Ribbí Aquibá tuvieron que haber sido construidas por los mismos judíos, no por Dios…
NUBES DE GLORIA Ribbí Eliezer disiente con Ribbí Aquibá y sostiene que en este versículo “sukkot” no se refiere a cabañas o chozas. Sin importar en realidad si las viviendas de los judíos eran de madera o de tela, lo que debemos recordar es que durante los 40 años de la travesía en el desierto el pueblo judío fue protegido por Dios. A esta Protección Divina Ribbí Eliezer la llamó “nubes de gloria”. De hecho, se habla de siete nubes con las que HaShem protegió al pueblo judío. Una de cada lado, una adelante, una atrás, una arriba, una abajo y una adelante, a 3 días de distancia que les indicaba el camino.
Ahora bien, ¿por qué hacian falta estas nubes protectoras? Porque cruzar un desierto es arriesgado, y es vital tener agua y comida, pero agua y comida no son suficiente. Hay por lo menos 4 serios desafíos más que uno enfrenta cuando atraviesa un desierto.
1. EL CLIMA: El calor abrasador de día y el frio de la noche. Los impredecibles y feroces vientos y las tormentas de arena. Quiero recordar lo que sucedió con el ejercito del emperador Persa Cambises en Egipto. “En el año 525 a.e.c. Cambises envió un poderoso ejército de 50.000 soldados para destruir el Templo de Amón en el Oasis de Siwa, Egipto. Tras recorrer el desierto durante siete días, el fabuloso ejército llegó a un oasis… pero después de que lo abandonasen nunca más se volvió a saber de ellos, desaparecieron por completo, y presumiblemente fueron enterrados bajo una tormenta de arena”. Una tormenta de arena hizo desparecer a 50.000 soldados muy bien equipados. ¿No es fascinante que ningún evento climático irregular haya afectado a los judíos durante 40 años en el desierto?
2. ATAQUES: En el desierto hay bandidos, ladrones y asesinos. A veces pueblos enteros se unen para atacar y saquear a las caravanas que cruzan los desiertos. En el caso del pueblo judío, luego de la guerra con Amaleq, que sucedió al comenzar la larga travesía, no se registraron ataques de ningún otro pueblo.
3. ANIMALES: En el desierto abundan las víboras, las serpientes venenosas y los escorpiones. Están allí abajo, en el suelo, y es muy fácil pisar sin querer a un animal que para defenderse ataca, injecta su veneno y mata.
4. DIRECCION: Finalmente, en el desierto se necesita un guía. Alguien que conozca el desierto muy bien y que pueda orientar a los viajeros. Moshé le pidió a su suegro Yitró que los acompañara ya que Yitró, que era oriundo de Midián (no lejos de Arabia Saudita), conocía muy bien el desierto (vehaiyta lanu le’enayim). Curiosamente, en nuestros días el ejército de Israel cuenta con unidades especiales de soldados beduinos que se especializan en el reconocimiento del terreno desértico.
¿NUBES INVISIBLES? Ahora podemos comprender mejor la opinión de Ribbí Eliezer. La palabra «nube» en hebreo ‘anan, no debe ser entendida como “una nube blanca». Aquí “nube” se usa metafóricamente (al igual que en la actualidad se usa la palabra «nube» o «cloud» para hablar de un mecanismo de almacenamiento informático). Aparte el numero 7 no está allí caprichosamente.
En mi opinión: Las 4 nubes laterales, en los costados y adelante y atrás, podrian ser vistas como «firewalls» que protegían a nuestro pueblo de los posibles ataques del enemigo. ארבעה לארבע רוחות השמים וא’ מלמעלן וא’ מלמטן ואחד שהיה מהלך לפניהם La nube de arriba, es la protección Divina de las inclemencias climáticas. La de abajo, que Dios nos protegió de los animales venenosos del desierto. Y la séptima עמוד אש וענן nos guió como si fuera un moderno GPS que nos indicaba el camino a seguir.
Nuestro Sabios debatieron las dos opiniones y se pronunciaron finalmente en favor de la opinión de Ribbí Eliezer.
Cuando entramos a la Sucá debemos recordar que HaShem protegió a nuestros antepasados de todos los peligros de desierto.Recamos para que Dios siga protegiendo a Israel y a toda la humanidad de esta nueva pandemia que hoy hace estragos en el mundo entero.
Quiera HaShem extender sobre nosotros Su protección y cuidarnos de todo mal
Sucot en una cárcel mexicana
La fragilidad de la ‘arabá
Como explicamos anteriormente, hay dos Mitsvot especiales (de la categoria: halajá leMoshé MiSinai) que se celebraban en Sucot en el Bet haMiqdash. Una de ellas era nisuj hamayim (verter agua sobre el altar, simjat bet hashoeba).
La otra Mitsvá especial era mitsvat ‘araba, «El mandamiento de las ramas de sauce». Esta Mitsvá era independiente de la Mitsvá de las dos ramitas de sauce en las cuatro especies (ארבעת המינים), que están atadas junto al lulab y al mirto.
¿En qué consistía la Mitsvá de la ‘arabá en el Bet haMiqdash? La Mishná dice que había un lugar en las afueras de Jerusalem llamado Motza (que existe hasta nuestros días. Motza se encuentra a las orillas del río «Soreq»). Cada día de Sucot, la gente descendía a Motza y cortaban grandes ramas de sauce (de aproximadamente 6 metros de altura). Estas ramas se colocaban a los pies del altar (mizbeaj), con la parte superior inclinada sobre el altar. Siendo que el altar media 5 metros de alto, las ramas sobresalen un metro sobre la parte superior del altar, en sus cuatro costados .
¡Cada día de Sucot, los Cohanim (y según otras opiniones, también los ancianos de la ciudad) daban la vuelta al altar una vez, marchando con sus lulabim en la mano, y rogando al Todopoderoso «Te suplicamos, Señor, por favor, sálvanos! Te suplicamos, oh Eterno, por favor concédenos el triunfo! «(Ana haShem hoshi’a na; Ana haShem hatzlicha na). En el séptimo y último día de Sucot, Hosha’na Rabba, se daban siete vueltas alrededor del altar.
En nuestros días tenemos la costumbre de dar la vuelta (haqafa) a la ‘bimá’ (la plataforma alta sobre la cual se coloca el Sefer Torá) todos los días de Sucot, con nuestros lulabim y etrogim, en recuerdo a la Mitsvat ‘araba que se celebraba en el Bet haMiqdash. En Hosha’na Rabbá, el domingo por la mañana, rodearemos la bimá siete veces.
Hay un ritual adicional que pertenece a la Mitsva de ‘arabá. Una tradición establecida por los ultimos profetas de Israel, Jagai, Malají y Zejariá, después de la destrucción de nuestro primer Templo. Al final de la Tefilá de Hoshaná Rabbá, mañana por la mañana, tomamos unas cuantas ramitas de ‘araba (la tradición es tomar cinco ramitas, que no pueden ser las que utilizamos con el Lulab) y, sin recitar ninguna bendición, golpeamos estas ramas contra la tierra. Esta antiquísima tradición se llama jabatat (o jibut) ‘arabá.
¿Por qué tanto énfasis en la ‘araba?
Si usted observa las cuatro plantas que tomamos en Sucot, verá que una de las diferencias entre ellas es el tiempo que duran, hasta que se secan o se descomponen.
El Etrog es lo que dura más tiempo; se encoge, pero prácticamente puede durar años sin descomponerse. Le sigue el Lulab, la rama de palmera, que tarda unos meses en secarse (por eso, cuando se horneaban las Matsot en la propia casa se acostumbraba a usar las ramas secas del lulab, agregándolas al horno donde se hacían las Matsot). Y luego están las ramas de mirto o hadasim, que pueden durar unas semanas sin descomponerse. De las cuatro especies, la más frágil y la que más rápido se descompone es la ‘arabá. Las hojas de sauce duran sólo por unos días fuera de sus árboles, con suerte, una semana …
Nuestros rabinos explican que al final de Sucot, el Tribunal Celestial emite el veredicto sobre la lluvia que caerá durante este próximo año (bajag niddonim ‘al hamayim, esta es la razón principal por la cual, siguiendo una costumbre cabalística, se acostumbra a permanecer despierto durante toda la noche en Hoshaná Rabá estudiando Torá).
«La lluvia» es el elemento más crítico para nuestro sustento. E inmediatamente después de la finalización de Sucot, comienza la época de lluvias.
Es posible entonces que la ‘araba viene también a recordarnos nuestra propia vulnerabilidad y nuestra dependencia en la lluvia que HaShem nos envía. Más aún, al golpear las ramas de ‘araba contra el suelo y ver como la ‘arabá se va deshojando con cada golpe, internalizamos nuestra fragilidad. Así, nos damos cuenta de que dependemos totalmente de HaShem para nuestro sustento y prosperidad.
Alegrarse por 9 días
¿Cómo celebrar Simjat Torá en tiempos de COVID19?
¿Cómo celebrar Simjat Torá en tiempos de COVID19?
Uno de los recuerdos más lindo de mis niñez en Melilla, España, es el de la celebración de las bodas. Todas las bodas se hacían en nuestra Sinagoga, “Or Zarua” de Don Yamín Benarroch. Recuerdo claramente que luego de la Jupá la pareja descendía y la novia daba una vuelta alrededor de la Tebá (el lugar desde donde se reza y se lee la Torá) y todos los invitados la miraban con admiración al pasar, y celebraban la nueva vida de esta pareja.
Simjat Torá también se celebraba entonces de una manera muy similar. Para cada una de las Hakafot (vueltas alrededor de la Tebá) un solo miembro de la comunidad sostenía la Torá y caminaba alrededor de la Teba mientras el resto de los congregantes le cantaban a la Torá desde sus asientos, mirando con admiración y cariño a la Torá, y recuerdo que mis hermanas y yo extendíamos un beso virtual cuando la Torá pasaba cerca.
Como verán, nuestra celebración de Simjat Torá, particularmente los bailes, eran un poco diferente a los bailes Jasídicos que tenemos hoy. Pero el Simjat Torá de mi infancia era muy alegre aunque no todos bailaban con la Torá. Era simplemente un estilo diferente.
Este año tenemos muchas restricciones debido al COVID. Y estas nuevas pautas parecen quitarnos la felicidad de este día especial. En nuestra Sinagoga en Great Neck, NY, ya se estableció que este año no podremos bailar con la Torá. Y sólo una persona tiene permitido sostener la Torá mientras todos permanecen en sus asientos… Pero, ¿no era así como se celebraba Simjat Torá en Melilla?
Creo que es imperativo que pongamos los sentimientos en orden y nuestras felicidad no disminuya en absoluto en este Simjat Torá.
En primer lugar, tenemos que estar orgullosos de tener líderes rabínicos y comunitarios que priorizan lo que es más importante! ¡“Ushmartem Meod Lenafshotejem”! Nuestra Torá sostiene que la preservación de la vida (y la salud) es el valor más alto. Y cuidar nuestras vidas es una hermosa forma de honrar la Torá y sus mandamientos.
También tenemos que estar muy felices de que este año vamos a tener la oportunidad de hacer un poco más de introspección y entender que bailar con la Torá no es la causa de nuestra felicidad, sino una de las muchas maneras de expresar nuestra alegría. La verdadera “causa” de nuestra alegría es אשר בחר בנו מכל העמים ונתן לנו את תורתו que el Creador nos eligió entre todos los pueblos y nos entregó Su Torá” . Estamos felices de pertenecer a la nación de Israel. Estamos felices de que HaShem nos haya entregado la Torá que dirige nuestras vidas con los valores correctos.
En Simjat Torá también celebramos la conclusión del ciclo anual de lectura de la Torá y el comienzo de un nuevo ciclo. Y aunque no bailemos estamos felices de tener la oportunidad de comenzar el nuevo el año leyendo el mismo texto pero con una mirada nueva, y con nuestros ojos llenos de curiosidad. Estamos felices de vivir en tiempos en los que tenemos libertad para estudiar Torá. Y que nuestros niños tienen acceso a escuelas judías y a maestros increíbles. El estudio de la Torá es hoy más accesible que nunca para todas las edades y los niveles. Esta allí “a un click o a un Zoom” de distancia.
Este año, en nuestra Sinagoga se invitará a todos los congregantes a tomar un Jumash (un libro de Torá impreso), y abrazarlo mientras el Sefer Torá, como la novia, da vueltas a nuestro alrededor.
Mientras sujetamos a nuestro libro de Torá con fuerza tomemos la determinación de ser más ambiciosos en su estudio, y expresemos nuestro deseo de llegar a un nivel más profundo de su entendimiento y observancia.
Aunque no bailemos con la Torá, expresemos nuestro agradecimiento a Dios y pidámosle que nos inspire a aprender y compartir con nuestros amigos y familiares las hermosas lecciones de vida que nuestra Torá contiene.
Que tengamos el Simjat Torá más feliz de nuestras vidas,
La ceremonia de nisuj hamayim
Los días de Sucot eran días de una alegría especial en el Bet haMiqdash (Templo de Jerusalem). Además del mandamiento bíblico de tomar las cuatro especies (ארבעת המינים), habian otras dos Mitsvot que se cumplian en el Templo. Estas dos prácticas son parte de lo que se llama «Halajá leMoshe MiSinai», tradiciones religiosas enseñadas a Moisés en el Monte Sinaí, que no cuentan con una fuente bíblica explícita. Uno de ellas era nisuj hamayim(la libación del agua) también conocida como la ceremonia de verter agua sobre el altar.
Los rabinos describen la gran alegría de esta ceremonia:
«Quien no ha visto la celebración de la libación del agua nunca ha experimentado la verdadera alegría. Grandes lámparas de oro eran izadas, con cuatro tazas de oro en la parte superior de cada lámpara. Cuatro jóvenes sacerdotes-aprendices subían a la cima, llevando inmensas jarras de aceite con las que se llenaban las lámparas. Una vez encendidas, no había un patio en toda Jerusalén que no brillara con la luz que emanaba desde el Templo. Se construían unos palcos especiales para permitir a las mujeres de Israel ver los sabios del Sanhedrín mientras bailaban. La gente cantaba, los hombres justos y piadosos bailaban delante de ellos, mientras hacían malabarismos con antorchas encendidas. Los levitas permanecían de pie en los quince escalones que descendían desde la corte de Israel hasta la corte de las mujeres, interpretado música con liras, arpas, trompetas y muchos otros instrumentos. Dos sacerdotes se paraban en la parte superior de las escaleras, a cada lado de la entrada de la gran puerta de la Corte tocaban trompetas de plata [estas eran trompetas reales, no shofarot, como se puede ver en el vídeo que se presenta a continuación].
Todo esto se hacía para honrar el mandamiento de la libación del agua. Al amanecer, la gente procedía con melodías y cantos hacia la fuente del Shiloaj, al pie de las murallas de Jerusalén. Un Cohen llevaba consigo una jarra de oro especial y la llenaba con el agua de ese manantial. Entonces la congregación ascendía de nuevo al Templo, encabezada por el sacerdote que llevaba el agua. Al llegar al templo, él traía la botella hasta el altar, y derramaba el agua en una vasija de plata en una esquina del altar.
(Tratado Sucá, Capítulo 5)
Esta ceremonia estaba conectada a la lluvia y era acompañada por Tefilot y oraciones de alabanza, confiando que HaShem bendecirá con la lluvia a la tierra y a sus productos en año entrante.