Agradecer a Dios por la lluvia

La Mishná explica que en Rosh haShaná el Creador examina nuestras acciones y determina, en base a nuestros méritos, si merecemos otro año de vida. Tenemos una ventana de oportunidad desde Rosh haShaná a Yom Kipur para admitir nuestros errores y apelar un eventual decreto negativo, confesar, pedir perdón, etc. En el momento del Neilá, el decreto queda sellado y nuestro destino en esa área específica, queda determinado.

En Sucot, dijeron nuestros rabinos, se determina nuestro sustento bajag nidonim al hamayim. En otras palabras, asumiendo que se nos haya otorgado buena salud para llegar al próximo año (obsérvese que cada año, en un gesto de humildad, solamente le pedimos a Dios que nos conceda «un año más de vida») el tema que queda es esperar que Dios nos otorgue los medios económicos necesarios para mantener una vida lo más digna posible.

El concepto clave que representa nuestra solicitud de un medio de vida digno, es la palabra «lluvia».

¿Por qué?

La lluvia es esencial para saciar nuestra sed y la de nuestros animales. Pero en los tiempos bíblicos y talmúdicos la lluvia era el elemento más importante para la supervivencia. El granjero judío araba la tierra, sembraba las semillas y cuidaba su campo protegiéndolo de plagas, animales dañinos y enfermedades. Pero el factor más determinante que finalmente determinaría el éxito de su cosecha es la «lluvia». La lluvia es necesaria para una cosecha exitosa y tener lo qué comer. La sequía mataba a humanos y animales y era considerada una de las peores y más dañinas tragedias naturales… La lluvia es el requisito más importante para el sustento (parnasá) del agricultor.

Al final de Sucot, a partir de la oración de Musaf de Shemini Atseret cambiamos las palabras «Morid haTal» (Tú Haces descender el rocío) por “Mashib haRuaj uMorid haGeshem” (Tú Haces que sople el viento y descienda la lluvia) para alabar a HaShem por la creación de la lluvia. Este texto se introduce en la segunda bendición de la Amida.

Es importante notar que en este punto específico no estamos realmente “pidiéndole” a Dios que traiga lluvia. Como sabemos, durante las tres primeras bendiciones de la Amidá no le pedimos a Dios por nuestras necesidades, sino que lo alabamos por su poder y bondad. Así al decir Mashib haRuaj estamos alabando (no pidiendo) a Dios, ya que por Su voluntad se activa el mecanismo de la lluvia, y estamos reconociendo implícitamente que nuestro sustento depende de Él.

מי ששכח להזכיר “משיב הרוח ומוריד הגשם”, ונזכר לאחר שסיים את ברכת מחיה המתים, אם אמר “מוריד הטל” במקום “משיב הרוח ומוריד הגשם”, כפי מנהג הספרדים בימות הקיץ, אינו חוזר לראש התפלה כיון שאמר מוריד הטל

El tercer día Dios creó los vegetales. Árboles frutales, verduras, legumbres, hierbas y pasto. Mucho pasto. Los vegetales tienen una función muy específica: servir de comida para los seres vivos: los animales y los hombres. Al principio, durante las primeras 10 generaciones, Dios indicó al hombre una dieta exclusivamente vegetariana (“vegan”). A partir de Noaj (Noé) al hombre le fue permitido, con ciertas restricciones, comer carne animal. Pero aun cuando la dieta del hombre pueda incluir el consumo de ciertos animales, las plantas siguen siendo la comida por excelencia. Y las plantas, la cosecha de trigo, frutas, y el mismo pasto para los animales, depende casi exclusivamente de la lluvia. Y la llegada de las nubes que cargan lluvia depende del viento. Y los vientos que traen la lluvia, como dijo el rey David, son «dirigidos» por el Creador. Y es por este motivo que una de las expresiones más importantes de alabanza al Creador es mashib haruaj morid hagueshem, Dios, es el que hace que soplen los vientos que traen las lluvias.

Salmo 104

3. Tus aposentos [Tus cielos] estan hechos de aguas [lluvia],
las nubes son como una carroza,
que Tu diriges con las riendas del viento, 
 




SHEMINI ATSERET: El milagro de la lluvia

En el mundo moderno, donde la mayoría de nosotros vivimos en zonas urbanas y no en granjas, es difícil apreciar la importancia de la lluvia. Para la mayoría de nosotros, la lluvia es más una molestia que una bendición …. Hoy, quiero compartir con los lectores algunos datos sobre el agua y la lluvia, que espero nos ayuden a entender por qué alabamos a nuestro Creador por el milagro de la lluvia cuando decimos la hermosa Tefilá mashib haruaj umorid hagueshem (= Tú eres Quien hace que el viento sople, y que la lluvia descienda sobre la tierra) comenzando mañana por la mañana, sheminí atseret.
¿Qué es lo que hace que nuestro planeta sea único en el universo? Uno podría decir «la vida». Y eso es cierto. Pero hay un elemento fundamental que permite que la vida exista, y que de acuerdo a nuestra Torá, fue creado por HaShem antes que Él creara la vida. Es algo que los científicos buscan cuando investigan otros lugares del universo, como el planeta marte, por ejemplo, para calcular las posibilidades de encontrar «vida». Usted probablemente dirá «agua», y estará parcialmente en lo cierto. Agua es vida y la vida, tal como la conocemos en nuestro planeta, no es posible sin agua. Pero para ser más precisos deberíamos decir que para que un planeta sea habitable debe poseer agua «líquida».
¿Por qué?
Porque en otros planetas se han encontrado indicios de presencia de agua (H2O) pero siempre en forma de hielo. Ya que las temperaturas en un planeta como Marte, por ejemplo, son bajísimas y el agua no se podría mantener allí en estado liquido. Nuestro planeta es privilegiado por ser el único pequeño lugar en todo el universo que posee «agua líquida», gracias al Diseño Inteligente y Divino de la masa de la Tierra, la masa del Sol, y en particular la perfectamente ajustada distancia entre nuestro planeta y el sol. Todo esto permite que la temperatura de nuestro planeta no sea ni demasiado calurosa, que evapore el agua como sucedería en Venus, ni demasiado fría, que congele el agua, como sucedería en Marte.
Pero éste no es el final de la historia del agua. El agua «normal», es decir, el agua de mar o el agua que algunos sugieren que existió alguna vez en Marte, es agua salada, la cual no es adecuada para la vida de los seres que viven en tierra firme. Todas las plantas y las criaturas que viven sobre la tierra, incluyendo a los humanos, necesitan agua-sin-sal para sobrevivir.
Ese precioso líquido se llama «agua dulce». El agua dulce o agua fresca es lo que permite que exista la vida en nuestro planeta. Y ¿cuál es el origen del agua dulce, ese elixir que posibilita la vida? La única fuente de agua dulce en nuestro planeta es la «lluvia» o «precipitación» que incluye: nieve, niebla y granizo. Según Maimónides (Moré Nebujim 2:30) el mecanismo del ciclo del agua, que permite la producción de lluvia, fue establecido por el Creador en el segundo día de la Creación, al dividir las aguas superiores (nubes) de las aguas inferiores (océanos).
John Lynch, el autor del libro de la BBC «El Clima» (p.84, 1996) describe con sus propias palabras a las nubes, de una manera muy similar: «Vivimos en un planeta de agua. Los mares dominan el mundo, pero también hay un océano alrededor de nosotros y un océano por encima de nosotros [las nubes]». El Segundo Día de la Creación se dedicó por entero al milagroso mecanismo de la conversión del agua del océano en el líquido más precioso en todo el universo: la lluvia. Así también lo explican, entre otros, rabbi Moshé Jefets en su libro Melejet Majashebet pgs. 10-11, edición Viena, y el rab Menashé Ben Israel en su libro «El Conciliador».
Ahora, vamos a ver algunos números que nos ayudarán a apreciar un poco más el milagro de la lluvia. El agua dulce es agua con bajas concentraciones de sal. De toda el agua que se encuentra en en el planeta Tierra, sólo el 2,75% es agua dulce. De ese total, el 2,05% es agua dulce, producida originalmente por la lluvia, que se encuentra congelada en los glaciares. El 0,69% es agua subterránea, también producida originalmente por lluvia. Y sólo el 0,0101% de toda el agua del planeta Tierra es agua dulce que se encuentra en la superficie del planeta, distribuida en todos los lagos y ríos. Este 0.0101% de toda el agua que existe en nuestro mundo es la que utilizamos todas las criaturas que vivimos en tierra firme, incluyendo los humanos, para nuestra supervivencia. Y su única fuente es la lluvia!
El segundo día de la Creación fue dedicado a establecer el proceso de la conversión del agua del océano en el líquido más escaso, exótico y precioso en todo el universo. Es por eso que nuestros Jajamim consideraron a la lluvia como una de las bendiciones más importantes de Dios a la humanidad. En la segunda berajá de la ‘amida (geburot), cuando decimos mashib haruaj umorid hagueshem, alabamos a HaShem por Su Poder, Su bondad y Su sabiduría para producir la lluvia que sostiene y mantiene la vida.
La única fuente de agua dulce en todo el universo es la lluvia que se produce en la atmósfera de nuestro planeta.
«Imagina un planeta donde se produce el liquido más exquisito del universo. Este liquido se produce, siendo evaporado de los océanos, a través de una brillante estrella amarilla, que destila el extravagante licor en los cielos y lo hace llover de nuevo sobre la tierra, formando lagos y ríos de esa bebida embriagante. El planeta, por supuesto, es la Tierra, y el licor, es el agua dulce «. (L. O’Hanlon, Discovery).



EL JARDIN DE LA EMUNA

Hace unos años atrás, planté en mi jardín algunas plantas de tomate. Noté que los tomates no crecen todos al mismo tiempo: sino que van produciendo sus frutos uno o dos a la vez, lo que me permitía ir cosechando los tomates, uno o dos por día, ¡durante toda la temporada! Cuando me di cuenta de esto, me quedé asombrado y agradecido a HASHEM. Porque es maravilloso que las plantas tengan esa calculada gradualidad que evita tener que sacar todos los frutos a la vez.

Siguiendo esta idea, quizás la razón por la cual la Torá nos dice que tomemos estas 4 plantas y que nos alegremos ante HaShem, nuestro Dios, con ellas es porque en la antigüedad no había refrigeradores ni métodos de conservación de alimentos como los que tenemos hoy en día. Y, por supuesto, siempre era necesario que los agricultores tuvieran reservas de alimentos que pudieran durar hasta la próxima cosecha. Hay alimentos perecederos que, al igual que la arabá, no duran mucho tiempo una vez que se cosechan y deben consumirse mientras están frescos. Pero también hay alimentos que, como los hadasim y el lulab, pueden durar algunas semanas. Y hay otros alimentos que se pueden dejar secar, como el etrog, como higos, dátiles y la mayoría de los granos que se preservan por si mismos por meses.

Con su infinita sabiduría y bondad, el Creador diseñó alimentos perecederos que se consumen frescos y alimentos «sin fecha de vencimiento», que se pueden secar, preservar y consumir cuando ya no hay más frutos frescos.

Quizás los arba’at haminim, «las cuatro plantas con fechas de vencimiento muy diferentes», representan estas características y nos dan una razón adicional para agradecer a HaShem por su maravillosa Creación.




El verdadero origen del Etrog

De acuerdo al Profesor Ari Schaffer de Bet Dagan, Israel, si bien el etrog no es una de las 7 plantas o frutas típicas de Israel mencionadas en la Torá (trigo, cebada, uva, higo, granada, aceituna y dátiles), es un fruto nativo y típico de la tierra de Israel. Este dato ya había sido indicado por Maimónides en su “Guía de los Perplejos” donde explicó que la Torá encomendó utilizar las 4 plantas de Sucot –etrog, ramas de palmera, mirto y sauce–, ya que eran fácilmente obtenibles en la tierra de Israel.
El etrog fue un icono judío tan predominante en la historia de nuestro pueblo que se lo encuentra en varios mosaicos y muchas monedas del Israel antiguo.   Por ejemplo, en las monedas del año 66 de la era común, previa destrucción de nuestro Segundo Templo, y especialmente en las monedas acuñadas en los años de la rebelión de Bar Kojbá, 130- 135 de la era común.
En esa época, Bar Kojbá, apoyado por rabbi Aqibá, lideró un ejercito que intentó rebelarse contra el imperio Romano para obtener la independencia judía, pero lamentablemente fracasó.
El uso de etroguim en las monedas de la rebelión de bar Kojbá es aún más conmovedor cuando recordamos el gran descubrimiento del arqueólogo Israelí Igal Yadín, quien encontró una carta intacta en las cuevas del desierto de Yehudá, escrita por el propio Bar Kojbá, donde expresa las dificultades de abastecimiento para sus tropas.
Este es el texto exacto de esta carta donde se ve como el comandante en jefe del último ejército judío antes del contemporáneo ejercito del Estado de Israel, Tsahal, ocupándose personalmente de que todos sus soldados tengan lo necesario par festejar Sucot.
“Shim’ón [bar Kojbá] a Yehudah: …. He enviado dos burros y te envío dos hombres con ellos para Yehonatan bar Be’ayan y Masabla. Deberán cargar los burros y traer de nuevo con ellos ramas de palmera [lulabim] y etroguim]. Y también deben ocuparse de enviar a otros [hombres] para que traigan al campamento ramas de mirtos [hadasim] y ramas de sauces [‘arabot]. Ved que ya esté separado el diezmo (ma’aser). Enviad todo a mi campamento. Nuestro ejército es grande. Shalom. “. 
Esta es la carta original de Bar Kojbá en hebreo antiguo
Si bien el etrog es oriundo de Israel, al etrog se lo encuentra también en otras ciudades de la costa del mediterráneo. Hay ciudades que son famosas por la extraordinaria calidad de sus etroguim, como Calabria (Italia), la isla de Córsica (Francia) o la isla de Corfu (Grecia). Uno puede encontrar etroguim también en Líbano, Libia, Marruecos, etc.
¿Pero, cómo llegó el etrog a esos lugares del mundo?
La hipótesis más aceptada al día de hoy es que el etrog fue llevado desde Israel a otros lugares del mundo con la dispersión de los judíos (año 68 de la EC) con un objetivo muy específico: ser utilizado durante la fiesta de Sucot.
¿Por qué piensan eso los historiadores?
Porque a diferencia del limón u otros cítricos, el árbol del etrog es relativamente frágil, muy sensible a enfermedades que pueden afectar su raíz, vive relativamente pocos años (12-15, a diferencia del limón que puede vivir 25-30 años) y requiere mucha más cantidad de agua que otros cítricos. Aparte de todo eso, el etrog casi no tiene pulpa. ¿Por cuál otro motivo, entonces, se habrían plantado etroguim en los huertos del Mar Mediterráneo?
Durante mucho tiempo la producción de etroguim en Israel se vio interrumpida y los etroguim de estas zonas suplantaron a los etroguim de Erets Israel. No fue sino hasta mediados del siglo 19 que por iniciativa de Sir Moises Montefiore z”l, los etroguim volvieron a cultivarse en Israel.
Muchos etroguim llegan se producen en Marruecos, en Italia, etc. pero es bueno recordar que las raíces de esos etroguim se originaron en la tierra de Israel.
Porque a diferencia del limón u otros cítricos, el árbol del etrog es relativamente frágil, muy sensible a enfermedades que pueden afectar su raíz, vive relativamente pocos años (12-15, a diferencia del limón que puede vivir 25-30 años) y requiere mucha más cantidad de agua que otros cítricos. Aparte de todo eso, el etrog casi no tiene pulpa. ¿Por cuál otro motivo, entonces, se habrían plantado etroguim en los huertos del Mar Mediterráneo?
Durante mucho tiempo la producción de etroguim en Israel se vio interrumpida y los etroguim de otras zonas del Mediterráneo suplantaron a los etroguim de Erets Israel. No fue sino hasta mediados del siglo 19 que por iniciativa de Sir Moises Montefiore z”l, los etroguim volvieron a cultivarse en Israel.
Muchos Yehudim usan hoy en día etroguim de Marruecos, Italia, etc. pero es bueno recordar que las primeras raíces de esos etroguim son auténticamente judías.

חג שמח

 לעילוי נשמת
Aharon Cabuli ben Regina Romano
y
Sofia Daniel Khabbas de Cabuli bat Regina
ז»ל



Sucot y la «hermandad de las cuatro plantas»

CUATRO JUDIOS, CUATRO IDEAS

Nuestros Sabios indicaron que las cuatro plantas que tomamos en Sucot representan la comunidad judía: 4 tipos diferentes de individuos que se distinguen uno del otro en cuanto a su nivel de conocimiento y observancia de Torá. El etrog que tiene un buen aroma y un gusto agradable, representa al judío que sabe y observa la Torá. ¿Por qué? Los Sabios explicaron esta metáfora así:  El gusto del fruto simboliza el estudio de la Torá, ya que su aprendizaje debe ser placentero y dulce.  El aroma simboliza el cumplimiento de las Mitsvot, cuya intención siempre debe ser inmaterial, desinteresada.   El Lulab, que es una hoja de palmera datilera, tiene un fruto de un gusto muy dulce: el dátil; pero que no tiene ningún perfume.  El Lulab representa a aquel que estudia la Torá, pero no la observa plenamente.  El mirto o en hebreo hadás, tiene un agradable aroma, pero no tiene gusto ni esencia (no se puede hacer té de con sus hojitas). Las ramitas del mirto representan a aquel que observa la Torá, pero no la estudia: no entiende su profundidad. Y finalmente, tenemos las ramas de sauce o “‘arabá” que no tienen ni gusto ni aroma, y representan al judío que no es observante y no tuvo la oportunidad de aprender Torá.   La comunidad judía, dijeron los Sabios hace 2.000 años atras, está representada por estos cuatro individuos.  En Sucot, con mucho atención y devoción, «ponemos a todos los miembros de la comunidad judía juntos». Y si uno de ellos no está allí, hemos fallado en cumplir con este hermoso precepto.   

¿Qué mensaje nos transmite el hecho de que todos estos miembros de esta diversa comunidad estén presentes? 

EL DESAFIO DEL ETROG

En primer lugar esta metáfora nos enseña que el etrog, que ya de por sí está separado de las otras 3 plantas, no debe mantenerse aislado de la comunidad. Tiene que unirse a los que son menos que él, estar al lado de los que no observan o no saben la Torá. Y al hacerlo, al mantenerse unido y no separarse, logrará perfumar con su fragancia a las demás plantas. Una vez que el etrog se une a los demás, allí entonces decimos la bendición y «elevamos» las 4 plantas a la vez. ¿Cuál es el  secreto para que el etrog se transforme en un influencer positivo? El etrog debe poner especial atención en cuidar muy estrictamente todos los preceptos que tiene que ver con “derej eretz”, es decir:  educación, honestidad, humildad y respeto hacia los demás. Y si además de eso el etrog vive su observancia de la Torá con alegría, se transformará en un imán «irresistible».  Pero, ¿por qué los Sabios tuvieron que enfatizar la necesidad de que el etrog no se separe?   En mi opinión, porque hay un fenómeno que lamentablemente no es poco común: muchos judíos religiosos optan por separarse de la comunidad, abrirse por completo y tratar de juntarse sólo con otros etroguim “como uno”.  La tentación puede ser muy grande: ¿seré capaz de influir positivamente sobre el resto de la comunidad, o terminaré siendo influido por los que saben y observan menos que yo? De acuerdo a esta y otras enseñanzas de nuestros sabios (ver por ejemplo aquí  כל תענית שאין בה מפושעי ישראל אינה תענית שהרי חלבנה ריחה רע ומנאה הכתוב עם סממני הקטורת ) alejarse de los demas miembros de la comunidad sería como querer cumplir con la Mitsva del Lulab  ¡con un grupo de cuatro etroguim!

A veces esta polarización sucede, pero no deliberadamente sino por negligencia. Si el etrog, por ejemplo,  no observa los valores de “derej erets” con la misma rigurosidad con la cual observa todo lo ritual. Si su observancia no está acompañada de honestidad, humildad y respeto incondicional al prójimo, su mal ejemplo puede causar un efecto pendular que dispara a todas las otras plantas hacia el límite. O más allá.  Como leímos la semana pasada en Ha-azinu , cuando la Torá le resulta negativa a quien la ve o la escucha, es porque aquellos que la debemos representar, no la estamos representando bien.

EL PROBLEMA DE LA ARABA

Por el otro lado, la arabá, el judío que sabe menos o que no es observante, debe tener la mente abierta y estar dispuesto a aprender, a aceptar la posibilidad de que sus opiniones negativas sobre la Torá puedan ser solo prejuicios. Que quizás haya juzgado al árbol del judaísmo por unas pocas malas manzanas. Que nunca es tarde para aprender o para cambiar de opinión.  ¿Saben de quién aprendí esta gran lección? De mi papá, z”l. Como muchísimos otros judíos, mi padre se crió en una familia completamente no observante. Nunca fue a una escuela judía, ni tuvo la oportunidad de aprender a leer hebreo.   Mi papá era quizás una arabá: pero una hermosa arabá. Porque a pesar de no ser religioso, nunca fue antirreligioso.  Nunca se opuso a que yo, su hijo, aprendiera más judaísmo o quisiera ser más observante. Es más: se alegraba cuando en mi adolescencia comence a estudiar Torá. Esta actutud positiva lo mantuvo siempre «dentro» de la comunidad virtual de las cuatro plantas.  Lamentablemente, y por muchísimas razones que no podría explorar en unas pocas líneas, muchos judíos no observantes se pasan para el otro lado. Cruzan el limite de la «arabá», la línea roja que los separa de la tolerancia. Y su irreligiosidad se puede convertir en un tóxico activismo antirreligioso.  Cuando esto ocurre se quiebra «el sagrado pacto de la comunidad de las cuatro plantas» y la separación es inevitable. Las consecuencias de la antirreligiosidad siempre fueon catastróficas para el pueblo judío.

Todos nosotros, «los miembros de esta hermandad de las cuatro plantas», debemos hacer todo lo posible para practicar el respeto y la tolerancia hacia cada individuo de AM ISRAEL. Nuestro mayor objetivo es permanecer unidos. Crecer y elevarnos juntos. Entendiendo que aquello que nos une, cuenta mucho más que aquello que nos diferencia.

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CUATRO JUDÍOS, CUATRO IDEAS

Nuestros Sabios indicaron que las cuatro plantas que tomamos en Sucot representan a la comunidad judía: 4 tipos diferentes de individuos que se distinguen uno del otro en cuanto a su nivel de conocimiento y observancia de la Torá. El etrog, que tiene un buen aroma y un gusto agradable, representa al judío que sabe y observa la Torá. ¿Por qué? Los Sabios explicaron esta metáfora de la siguiente manera: El gusto del fruto simboliza el estudio de la Torá, ya que su aprendizaje debe ser placentero y dulce. El aroma simboliza el cumplimiento de las Mitsvot, cuya intención siempre debe ser inmaterial y desinteresada. El Lulab, que es una hoja de palmera datilera, tiene un fruto de un gusto muy dulce: el dátil, pero que no tiene ningún perfume. El Lulab representa a aquel que estudia la Torá pero no la observa plenamente. El mirto o, en hebreo, hadás, tiene un agradable aroma pero no tiene gusto ni esencia (no se puede hacer té con sus hojitas). Las ramitas del mirto representan a aquel que observa la Torá pero no la estudia, es decir, no entiende su profundidad. Y finalmente, tenemos las ramas de sauce o “‘arabá” que no tienen ni gusto ni aroma, y representan al judío que no es observante y no ha tenido la oportunidad de aprender Torá. La comunidad judía, según dijeron los Sabios hace 2.000 años atrás, está representada por estos cuatro individuos. En Sucot, con mucha atención y devoción, «ponemos a todos los miembros de la comunidad judía juntos». Y si uno de ellos no está allí, hemos fallado en cumplir con este hermoso precepto.

¿Qué mensaje nos transmite el hecho de que todos estos miembros de esta diversa comunidad estén presentes?

EL DESAFÍO DEL ETROG

En primer lugar, esta metáfora nos enseña que el etrog, que ya de por sí está separado de las otras 3 plantas, no debe mantenerse aislado de la comunidad. Tiene que unirse a los que son menos que él, estar al lado de los que no observan o no saben la Torá. Y al hacerlo, al mantenerse unido y no separarse, logrará perfumar con su fragancia a las demás plantas. Una vez que el etrog se une a los demás, entonces decimos la bendición y «elevamos» las 4 plantas a la vez. ¿Cuál es el secreto para que el etrog se transforme en un influencer positivo? El etrog debe poner especial atención en cuidar muy estrictamente todos los preceptos que tienen que ver con “derej eretz”, es decir, educación, honestidad, humildad y respeto hacia los demás. Y si además de eso el etrog vive su observancia de la Torá con alegría, se transformará en un imán «irresistible». Pero, ¿por qué los Sabios tuvieron que enfatizar la necesidad de que el etrog no se separe? En mi opinión, porque hay un fenómeno que lamentablemente no es poco común: muchos judíos religiosos optan por separarse de la comunidad, abrirse por completo y tratar de juntarse solo con otros etroguim “como uno”. La tentación puede ser muy grande: ¿seré capaz de influir positivamente sobre el resto de la comunidad, o terminaré siendo influido por los que saben y observan menos que yo? De acuerdo a esta y otras enseñanzas de nuestros sabios (ver, por ejemplo, aquí כל תענית שאין בה מפושעי ישראל אינה תענית שהרי חלבנה ריחה רע ומנאה הכתוב עם סממני הקטורת), alejarse de los demás miembros de la comunidad sería como querer cumplir con la Mitsva del Lulab ¡con un grupo de cuatro etroguim!

A veces esta polarización sucede, pero no deliberadamente sino por negligencia. Si el etrog, por ejemplo, no observa los valores de “derej erets” con la misma rigurosidad con la cual observa todo lo ritual. Si su observancia no está acompañada de honestidad, humildad y respeto incondicional al prójimo, su mal ejemplo puede causar un efecto pendular que dispara a todas las otras plantas hacia el límite. O más allá. Como leímos la semana pasada en Ha-azinu, cuando la Torá resulta negativa para quien la ve o la escucha, es porque aquellos que debemos representarla no la estamos representando bien.

EL PROBLEMA DE LA ARABÁ

Por el otro lado, la arabá, el judío que sabe menos o que no es observante, debe tener la mente abierta y estar dispuesto a aprender, a aceptar la posibilidad de que sus opiniones negativas sobre la Torá puedan ser solo prejuicios. Que quizás haya juzgado al árbol del judaísmo por unas pocas malas manzanas. Que nunca es tarde para aprender o para cambiar de opinión. ¿Saben de quién aprendí esta gran lección? De mi papá, z”l. Como muchísimos otros judíos, mi padre se crió en una familia completamente no observante. Nunca fue a una escuela judía, ni tuvo la oportunidad de aprender a leer hebreo. Mi papá era quizás una arabá: pero una hermosa arabá. Porque a pesar de no ser religioso, nunca fue antirreligioso. Nunca se opuso a que yo, su hijo, aprendiera más judaísmo o quisiera ser más observante. Es más, se alegraba cuando en mi adolescencia comencé a estudiar Torá. Esta actitud positiva lo mantuvo siempre «dentro» de la comunidad virtual de las cuatro plantas. Lamentablemente, y por muchísimas razones que no podría explorar en unas pocas líneas, muchos judíos no observantes se pasan al otro lado. Cruzan el límite de la «arabá», la línea roja que los separa de la tolerancia. Y su irreligiosidad se puede convertir en un tóxico activismo antirreligioso.




El secreto de las cuatro plantas de Sucot

“Y tomaréis en el primer día [de Sucot] un fruto de un árbol cítrico (etrog), ramas de palmera (lulab), una rama de mirto (hadas) y sauces de arroyo (‘araba), y os regocijaréis ante HaShem, vuestro Dios, por siete días” (Levítico 23).

שלושה המה נפלאו ממני וארבעה לא ידעתים

¿Qué tienen de especial estas 4 plantas que tomamos en Sucot? La Torá no nos explica por qué debemos tomar específicamente estas cuatro especies durante Sucot. Una posible razón de esta omisión, en línea con el pensamiento de Maimónides, es que en el momento en que se dio la Torá, la razón de este mandamiento era tan obvia que no necesitaba más explicación.

Los Jajamim (los rabinos del Talmud) ofrecieron algunas interpretaciones, enfocándose en lo que estas plantas representan visualmente (cuatro órganos del cuerpo: columna vertebral, corazón, ojos, boca, todos unidos para servir a HaShem) o en su perfume y sabor (cuatro individuos del pueblo judío, su estudio y sus acciones virtuosas ver aquí).

PLANTAS PERENNES Mi maestro, el Rabino Saadia Benzaquén, z «l, solía decir que estas cuatro plantas representan el «reino vegetal» porque todas ellas son plantas perennes, es decir, no mueren ni pierden sus hojas en el invierno. Esto es particularmente característico del etrog, una fruta que, como explica la Guemará, «permanece en su árbol durante todo el año (haddar beilanó mishaná leshaná)». Estas cuatro plantas también crecen en cuatro hábitats completamente diferentes. El etrog crece en los valles, el lulab en el desierto, el mirto (hadas) en las montañas y el sauce (araba) en las orillas de lagos y ríos. ¡Sus necesidades de agua son muy diferentes!

LA VIDA DE UNA PLANTA

También noté hace unos años algo fascinante: que estas plantas se secan a un ritmo completamente distinto. La planta que se seca más rápido es la arabá. Las ramas de sauce, que una vez cortadas de su árbol (si no se las mantiene cerradas en una bolsa de plástico cerrada herméticamente) se secan en pocos días. A veces, las ramas de arabá pueden no sobrevivir ni siquiera los siete días de Sucot. Luego tenemos las hojas de mirto, hadasim, que se secan por completo a las pocas semanas. El lulab, la rama de palmera, se seca muy lentamente; duran meses, no semanas, hasta que se secan. Y finalmente, tenemos el etrog. Hay varios elementos que hacen que el etrog sea una fruta especial. Pero quizás el aspecto más característico del etrog es que no se descompone y puede durar años. Hay un experimento muy sencillo que purba este punto: dejen un limón junto a un etrog al aire libre por unos días 4 o 5 días: el limón inevitablemente se volverá blanco y mohoso…. El etrog, sin embargo, ¡nunca se descompone! El etrog se encogerá y se secará, perderá su color, pero no se descompondrá e increíblemente seguirá conservando su aroma, no por meses, ¡sino por años!

¿CASUALIDAD?

¿Son estas características por casualidad? Aunque no estoy seguro de cómo interpretar el significado o simbolismo de estas características, y como dije antes, tal vez en el momento en que se dio la Torá, esta era la razón que resultaba absolutamente obvia para el granjero judío (no olvidamos que la sociedad judía el la época bíblica y talmúdica se dedicaba a la agricultura) , no creo que sea una coincidencia que la Torá mencione estas plantas específicas que están tan diferenciadas entre sí en cuanto a su interacción con la lluvia el medio ambiente en el que crecen y la humedad que con capaces de preserva. Hay que recordar que un elemento fundamental de la festividad de Sucot es el agua/lluvia. Durante Sucot, comenzamos a agradecer a HaShem por la lluvia (mashib haruaj, morid hageshem) y también oramos y pedimos a HaShem que tengamos un año de lluvias generosas, sabiendo que en este momento, Sukkot, Dios decide el destino de nuestros cultivos y productos de la tierra (בחג נדונים על המים). Y estas plantas parecen representar cuatro niveles diferentes de «dependencia» del agua y la humedad que contienen y conservan. El etrog y la arabá están en extremos opuestos en cuanto a la humedad que mantienen en su interior.

Y finalmente, la razón principal por la que no creo que esta interpretación sea una coincidencia es el orden en que se presentan estas cuatro plantas en la Torá. La Torá menciona las cuatro plantas en un orden específico: primero, la Torá menciona la fruta que dura más, el etrog. Luego, el lulab (rama de palmera), luego las hadasim (mirto) y al final la arabá (ramas de sauce): las plantas que duran más, se mencionan antes en el pasuq.

 לעילוי נשמת
Aharon Cabuli ben Regina Romano
y
Sofia Daniel Khabbas de Cabuli bar Regina
ז»ל



La Mitsvá del Lulab

Este año, 2023/5784, la primera vez que cumpliremos la Mitsvá de Lulab será en el segundo día de Yom Tob: domingo 1 de octubre, por la mañana.

La Torá dice: «Y tomaréis en el primer día [de Sucot] el fruto del árbol cítrico, ramas de palmera, ramas de árboles frondosos y sauces de los arroyos, y os regocijaréis ante el Eterno, vuestro Dios, por siete días» (Levítico 23).

LA MITSVÁ:

Se nos ordena tomar las cuatro especies mencionadas durante la festividad de Sucot. Tomamos tres ramas y un fruto. Un lulab (una rama joven de palmera datilera), dos árabot (ramas de sauce) , tres hadasim (ramas de mirto) y un etrog, (citrus) . Esta Mitsvá se llama «las cuatro especies» (ארבעת המינים) o la «Mitsvá de lulab». Debemos sostener el lulab, los hadasim y las árabot en la mano derecha y el etrog en la mano izquierda. Luego, realizamos la Mitsvá de Netilat lulab, que significa «elevar» el lulab. Las cuatro especies deben sostenerse en la dirección en la que crecen. La Mitsvá de las cuatro especies no se realiza en Shabbat. Por eso, este año, 2023/5784, la primera vez que cumpliremos la Mitsvá de Lulab será en el segundo día de Yom Tob: domingo 1 de octubre, por la mañana.

BENDICIÓN:

El primer día que tomamos las cuatro plantas, decimos dos bendiciones: ‘al netilat lulab y shehejeiyanu. La berajá, ‘al netilat lulab, también se dice durante los otros días de Sucot.

Dado que cada Mitsvá debe realizarse después de decir la bendición, algunas personas sostienen el etrog con la ramita principal para arriba y luego lo dan vuelta y lo enderezan después de la bendición, porque de lo contrario, la berajá se diría luego de haber observado el precepto de «tomar las cuatro plantas» (berajá lebatála). Otros acostumbran a sostener el etrog en la mano solo después de que se dice la berajá.

Las mujeres están formalmente exentas de la Mitsvá de lulab. Sin embargo, la tradición en la mayoría de las comunidades es que las mujeres realizan la Mitsvá de tomar y elevar el lulab, lo cual es meritorio. La tradición sefaradí indica que las mujeres no deben decir la berajá para la realización de esta Mitsvá, mientras que la tradición ashkenazí indica que las mujeres dicen la berajá.

LOS NA’ANU’IM:

Una vez que decimos la berajá, movemos el lulab en cuatro direcciones (lena’anea’). En este video se pueden ver los na’anu’im, los movimientos del lulab, de acuerdo a la antigua tradición del Bet HaMiqdash (tenufá) que es mencionada por Maimónides. Curiosamente, los judíos ashkenazíes realizan los na’anu’im de manera similar a la descripción de Maimónides.

¿CUÁL ES EL SIGNIFICADO DE ESTOS MOVIMIENTOS?

אמר רבי יוחנן: מוליך ומביא – למי שהארבע רוחות שלו, מעלה ומוריד – למי שהשמים והארץ שלו. במערבא מתנו הכי, אמר רבי חמא בר עוקבא אמר רבי יוסי ברבי חנינא: מוליך ומביא – כדי לעצור רוחות רעות, מעלה ומוריד – כדי לעצור טללים רעים. מסכת סוכה ל“ז

כל זה רומז שהכוונה לבקש מה‘ יתברך על העתיד ולהודות לו על העבר.    מנורת המאור

שע“ט

Rabbi Yojanán explica que movemos el lulab hacia adelante y hacia atrás (hacia el propio cuerpo) y luego arriba y abajo para agradecer al Eterno «que es el dueño de los cuatro vientos» y para expresar nuestra gratitud por esos vientos «que trajeron las lluvias a su debido tiempo durante la pasada cosecha». ¿Por qué agradecemos a Dios en Sucot por los buenos vientos / lluvia? Porque en Sucot, el agricultor judío ya ha terminado de cosechar y recolectar todos sus frutos y productos vegetales del año. Por lo tanto, expresamos así nuestro agradecimiento a Dios, explica el rabino Abohab, para evitar olvidarnos de Dios cuando tenemos toda la comida que necesitamos (זמן בעיטה).

Ribbi Yose Bar Ribbi Janiná ofrece una explicación diferente: estos movimientos con el lulab, que simbolizan los vientos, representan nuestra oración pidiendo a Dios que proteja las futuras cosechas de este nuevo año que comienza. Le pedimos a Dios que evite los vientos dañinos, que traen sequía o langostas, o lluvias o «humedades» (טללים רעים moho) destructivas que pueden arruinar todos los productos de la tierra.

¿Cuál de las dos opiniones seguimos? ¿Agradecemos a Dios por el pasado o le pedimos que nos conceda prosperidad en el año que comienza?

Nuestra tradición es seguir las dos opiniones: agradecer a Dios por el pasado y pedirle por el futuro.

¿Y cómo y cuándo hacemos eso?

Durante la hermosa Tefilá de Hallel, que recitaremos a partir de mañana por los próximos 9 días.

Para agradecer y reconocer a Dios por lo que nos dio, movemos y agitamos el lulab –como si fuera un qorban, una ofrenda a Dios– diciendo mientras nos movemos: HODU LASHEM KI TOV KI LEOLAM JASDO «Demos gracias a Dios cuando es bueno [=cuando tenemos abundancia], [diciendo que] ‘Su bondad es infinita’.

Y para pedir a HaShem por un futuro material prometedor, movemos el lulab mientras decimos ANNA HASHEM HOSHIA NA, «Por favor, Dios, sálvanos». Es decir, «sálvanos de los vientos destructivos, del clima inclemente que podría dejarnos sin comida y en riesgo de morir.

ACLARACION: Si estas plegarias de agradecimiento y súplica sobre vientos y lluvias no nos parecen muy significativas, es porque tenemos el privilegio de vivir en una época de «superabundancia»: tenemos tanta comida B»H que nos resulta difícil comprender el hambre, las enfermedades y la tragedia de un año sin lluvias…

Para concluir aclararemos que la costumbre sefaradí hoy en día es mover el lulab, sin agitarlo (הולכה והבאה), en seis direcciones diferentes: sur, norte, este, arriba, abajo y oeste. Este orden no es le mismo de Maimónides y fue establecido por los sabios de la Kabbalá. En este video, vemos al rabino Mordejai Eliyahu z»l haciendo los na’anu’im, según la tradición sefardí vigente hoy en día




Mudarse a una casa sin techo

Este viernes 29 de Septiembre de 2023 por la noche comenzaremos la celebración de la fiesta de Sucot.
La Torá dice:” En las Sucot habitareis por siete días … para que vuestras generaciones sepan que Yo hice habitar [y así protegí] a los hijos de Israel en Sucot, cuando los saqué de la tierra de Egipto … (Levítico 23).
Durante siete días abandonamos nuestras casas y nos instalamos en la Sucá. La Sucá es una cabaña que consta de cuatro paredes y un techo muy frágil que en hebreo se llama sejaj. Comemos, estudiamos y si el clima y la salud lo permite, dormimos en la Suca. Traemos nuestros muebles a la Sucá, para sentirnos cómodos y con la sensación de que tenemos todo lo que necesitamos en el plano material. Sucot conmemora nuestra travesía de cuarenta años desde Egipto hacia la Tierra Prometida. Durante esos años, en pleno desierto,  Dios nos proporcionó comida y agua y cubrió todas nuestras necesidades. Dios también nos concedió Su Protección Divina especial contra las inclemencias climáticas del desierto, los animales salvajes y otros peligros.
Al trasladarnos a la Sucá y dejar la seguridad de nuestras sólidas casas recreamos esa travesía de 40 años en los que estuvimos bajo Su Protección directa, que es en última instancia la protección que más nos debe importar.
Hay muchos detalles y especificaciones en cuanto a cómo construir la Sucá.
Los principios básicos son:
PAREDES: Las paredes de la Sucá, por lo general 3 o 4 paredes, deben ser construidas antes de colocar el sejaj o techo de ramas. Las paredes pueden estar hechas de cualquier material capaz de soportar un viento promedio. Esta es la razón por la que el rabino Obadia Yosef z”l recomienda evitar el uso de telas para hacer las paredes de la Sucá, y sugiere usar en su lugar madera o paneles de acrílico. Ver link de su artículo abajo.
SEJAJ (techo de hojas de palmera, ramas, bamboo, esterilla, etc.): Sobre las paredes colocamos el sejaj . Para el sejaj podemos utilizar todo tipo de ramas o cañas de bambú o cualquier otro tipo de plantas. Muchos acostumbran a usar ramas de palmera, si se pueden conseguir.  Hay cortinas especiales hechas de cañas o bambú que también se suelen utilizar para este propósito.
SOMBRA vs LLUVIA: El sejaj debe ser lo suficientemente denso como para proporcionar sombra, pero tiene que ser lo suficientemente frágil como para permitir que la lluvia penetre en la Sucá. Una «choza» impermeable no se considera una Sucá y por lo tanto no es válida.
La mayoría de los Halajot para construir una Sucá son idénticas para Sefaradim y Ashkenazim. Excepto quizás una regla muy específica sobre las paredes, que la costumbre Sefaradí es más estricta. Ver en este artículo la opinión del Rab Obadia Yosef z «l.

RESIDIR EN EL SUCA

Los rabinos explicaron que para cumplir con la Mitsvá de residir en la Sucá debemos dejar nuestra residencia primaria y establecernos en la Sucá. Así dijeron: «Durante los siete días del festival de Sucot, uno debe convertir la Sucá en su residencia permanente, y su casa en su residencias temporaria». Vivir en la Sucá significa que todas las actividades regulares que hacemos en casa deben tener lugar en la Sucá.
Algunos ejemplos
COMIDAS: Excepto cuando llueve, debemos comer en la Sucá. Particularmente las comidas formales, esto es, comidas con pan (hamotzi y birkat hamazon) deben tener lugar en la Sucá. Por eso cuando comemos una comida con pan en la Sucá recitamos la bendición: … .asher quiddeshanu bemitzvotav vetstivanu liysheb basukká. 
MEZONOT: Pasteles, masitas, galletas, etc. (mezonot) también se debe comer dentro de la Sucá, pero cuando se come entre comidas (un snack), no se dice la bendición de la Sucá.
SNACKS: Un alimento ligero como una fruta, una ensalada, un café, se puede consumir fuera de la Sucá. Los rabinos, sin embargo, elogiaron a la persona que durante Sucot no come ni bebe nada fuera de la Sucá.
DORMIR: Dormir en la Sucá es parte de la Mitsvá de residir en la Sucá. Sin embargo, esto depende de algunos factores: 1. Condiciones climáticas (temperaturas frías y obviamente lluvia) . 2. La condición física de cada uno (salud, sensibilidad al frío, edad, etc.). 3. En algunas áreas también deben considerarse temas de seguridad y/o la posible presencia de animales nocturnos (como raccoons o zorros en algunos sectores de NY) mosquitos u otros insectos, etc.
Todas las actividades regulares que normalmente hacemos en casa como estudiar, leer, descansar, etc. se realizan en la Sucá.

VIDEOS SOBRE CONSTRUCCION DE LA SUCA

Construyendo una Suca sólida (hebreo)
Construyendo una Suca simple (Inglés) 



Sucot en una cárcel mexicana

A lo largo de nuestra historia, los Yehudim hemos superado todo tipo de obstáculos para poder observar la Mitzvá de la Sucá. Uno de los ejemplos más hermosos del amor y la determinación del pueblo judío hacia este precepto, es la Sucá construida en la cárcel de la inquisición de la ciudad de México en el año 1603, por un cripto-judío (converso) llamado Sebastián Rodríguez.
Sebastián nació en el año 1573, en San Vicente Davera, Portugal. Abandonó su casa a la edad de siete años, para trasladarse hacia Sevilla (España), donde trabajó en la tienda de su tío Antonio Rodríguez, quien le enseño a leer y escribir.
A los catorce años de edad, en el año 1587, se embarcó hacia Nueva España (México) y se asentó en la ciudad de Puebla, en la casa de un pariente lejano, también portugués, de nombre Guillermo Rodríguez, el cual lo enviaba a los pueblos aledaños a vender la ropa que él mismo fabricaba. A los dieciséis años se independizó y comenzó a trabajar por su cuenta.
A los dieciocho años se casó con su prima Constanza Rodríguez. Previo a la boda, su cuñado Domingo Rodríguez, y Manuel de Lucena, llevaron a Sebastián al campo y le revelaron que él era judío. Le enseñaron muchas de leyes y tradiciones de la Torá, en especial concernientes al matrimonio y las festividades judías.
Sebastián comenzó a aprender más acerca de su religión y de su pueblo. Sus principales maestros de quienes aprendió las leyes de la Torá fueron Luis de Carvajal (El Mozo) y Sebastián de la Peña. Durante largas caminatas en compañía de sus maestros, analizaban juntos los distintos pasajes de la Torá. Luis de Carvajal siempre llevaba oculto entre el forro y el fieltro de su sombrero varios escritos con versículos y leyes de la Torá, y de esa manera le enseñaba Torá a sus alumnos.
En 1596, cuando apenas había cumplido veintitrés años, y por la acusación de un tal Pedro de Reparo, Sebastián Rodríguez fue detenido en la ciudad de México junto con su esposa Constanza. Fue llevado a las cárceles de la inquisición en la plaza Santo Domingo, muy cerca del Zócalo actual, en el Distrito Federal.
Su crimen? «Judaizar», (una palabra acuñada por la inquisición española, y que por eso no existe en otras lenguas), es decir, practicar ritos de la religión judía. Su castigo? Reclusión perpetua y confiscación de todos sus bienes, en beneficio de la iglesia.
Ya en la cárcel y durante los primeros meses de su interrogatorio, Sebastián guardó absoluto silencio, para no involucrar a sus maestros y a otros conversos que él conocía. Luego de tres meses de tortura, donde lo mantuvieron encadenado a unos grilletes de manos y pies, Sebastián confesó que practicaba la Ley de Moisés. Fue entonces que le quitaron los grillos y lo pusieron en una celda junto a Luis Diaz, un seudo-converso que operaba como espía de la inquisición. Luis Diaz, apodado luego como “El Malshín” (el delator), informó a los inquisidores que su compañero de celda, Sebastián, “judaizaba”, esto es: que no consumía la carne que le servían; no barría el piso de su celda los sábados, se lavaba las manos antes de consumir pan, y todos los días se paraba en silencio y con la cabeza cubierta frente a una pared, en dirección al este (Jerusalem).
Como consecuencia de este informe Sebastián fue llevado ante los inquisidores para que declarase la verdad pero como negaba las acusaciones que le imputaban, se procedió nuevamente a la tortura. Esta vez con un instrumento de tortura llamado “el potro” (estiramiento in extremis de las extremidades del cuerpo) . Después la quinta vuelta del cordel, Sebastián declaró que él «judaizaba», pero que “se arrepentía de lo que había hecho”.
Se acercaba Sucot, la fiesta de las cabañas, del año 1603, y Sebastián Rodríguez, su esposa Constanza y su pequeño hijo Domingo, llevaban ya siete años encerrado en la cárcel de la inquisición conocida como “La casa Chata”. El mayor deseo de Sebastián era celebrar la fiesta de Sucot, pero parecía un sueño imposible … Entonces, surgió en su mente plan muy arriesgado pero que podría funcionar: tenía que construir una Sucá (cabaña ritual) en el patio de la propia cárcel.
A principios de septiembre de 1603, el Virrey de Nueva España le otorgó al Capitán Esteban Lemos, un notario de la Inquisición, un importante premio. Sebastián Rodríguez propuso honrar al Capitán Lemos en «La casa Chata» y dedicar una fiesta en su honor. El entusiasta guardia de la prisión le dio permiso a Sebastián para hacerlo. Y también aprobó La fecha elegida por Sebastián: el 21 de Septiembre, y la lista de invitados propuesta por Sebastián, que incluía a varios conversos amigos.
Sebastián también se ofreció para decorar el patio. Pidió una gran cantidad de ramas, que fueron traídas por cuatro nativos, y así comenzó a construir su Sucá. Preparó y decoró el patio abierto, conocido hasta hoy como «patio de los naranjos», colocando las ramas encima de sus cuatro paredes.
Para esta «ocasión especial» se preparó una deliciosa comida, con pollo como plato principal. El pollo era kasher, sacrificado a través de la Shejita (sacrificio ritual), algo que Sebastián organizó con ayuda desde fuera de la prisión.
El 21 de septiembre de 1603, el primer día de Sucot, Sebastián Rodríguez, junto con su esposa Constanza, y otros conversos, invitados y prisioneros, celebraron la fiesta de de Sucot, comiendo bajo el Sucá y regocijándose con canciones, bailes y alegría, frente a los inquisidores Alonso de Peralta y Gutiérrez Bernardo de Quirós, que nunca supieron que los prisioneros judíos estaban celebrando una festividad bíblica frente a sus narices.
El 2 de junio de 1606, la Inquisición decidió que ya se había transformado finalmente en un cristiano rehabilitado y Sebastián Rodríguez, su esposa Constanza Rodríguez y su hijo Domingo fueron liberados.
Hoy, 400 años después, la arriesgada decisión de Sebastián Rodríguez de construir un Sucá dentro de la prisión de la inquisición es un ejemplo inspirador de la determinación del pueblo judío de mantener y cumplir nuestra Torá sin importar las circunstancias. Desafiando incluso a la Inquisición española, una de las instituciones más horribles de persecución religiosa, que persiguió a nuestros hermanos y hermanas incluso en el Nuevo Continente.
Esta historia está registrada en los Archivos Generales de la Nación Mexicana, ubicados en el palacio de Lecumberri. «Proceso contra Sebastián Rodríguez y Constanza Rodríguez como Judaizantes», Inquisición en México, 1595-1596, vol 154, exp.2
(El artículo original fue escrito por el Sr. Eli Suli , México, experto en historia judía sefaradí y amigo personal).



La fragilidad de la ‘arabá

Como explicamos anteriormente,  hay dos Mitsvot especiales (de la categoria: halajá leMoshé MiSinai) que se celebraban en Sucot en el Bet haMiqdash. Una de ellas era nisuj hamayim (verter agua sobre el altar, simjat bet hashoeba).

La otra Mitsvá especial era mitsvat ‘araba, «El mandamiento de las ramas de sauce». Esta Mitsvá era independiente de la Mitsvá de las dos ramitas de sauce en las cuatro especies (ארבעת המינים), que están atadas junto al lulab y al mirto.

¿En qué consistía la Mitsvá de la ‘arabá en el Bet haMiqdash? La Mishná dice que había un lugar en las afueras de Jerusalem llamado Motza (que existe hasta nuestros días. Motza se encuentra a las orillas del río «Soreq»). Cada día de Sucot, la gente descendía a Motza y cortaban grandes ramas de sauce (de aproximadamente 6 metros de altura). Estas ramas  se colocaban a los pies del altar (mizbeaj), con la parte superior inclinada sobre el altar. Siendo que el altar media 5 metros de alto, las ramas sobresalen un metro sobre la parte superior del altar, en sus cuatro costados .

¡Cada día de Sucot, los Cohanim (y según otras opiniones, también los ancianos de la ciudad) daban la vuelta al altar una vez, marchando con sus lulabim en la mano, y rogando al Todopoderoso «Te suplicamos, Señor, por favor, sálvanos! Te suplicamos, oh Eterno, por favor concédenos el triunfo! «(Ana haShem hoshi’a na; Ana haShem hatzlicha na). En el séptimo y último día de Sucot, Hosha’na Rabba, se daban siete vueltas alrededor del altar.

En nuestros días tenemos la costumbre de dar la vuelta (haqafa) a la ‘bimá’ (la plataforma alta sobre la cual se coloca el Sefer Torá)  todos los días de Sucot, con nuestros lulabim y etrogim, en recuerdo a la Mitsvat ‘araba  que se celebraba en el Bet haMiqdash. En Hosha’na Rabbá, el domingo por la mañana, rodearemos la bimá siete veces.

Hay un ritual adicional que pertenece a la Mitsva de ‘arabá.  Una tradición establecida por los ultimos profetas de Israel, Jagai, Malají y Zejariá, después de la destrucción de nuestro primer Templo. Al final de la Tefilá de Hoshaná Rabbá, mañana por la mañana, tomamos unas cuantas ramitas de ‘araba (la tradición es tomar cinco ramitas, que no pueden ser las que utilizamos con el Lulab) y, sin recitar ninguna bendición, golpeamos estas ramas contra la tierra. Esta antiquísima tradición se llama jabatat (o jibut) ‘arabá.

¿Por qué tanto énfasis en la ‘araba?

Si usted observa las cuatro plantas que tomamos en Sucot, verá que una de las diferencias entre ellas es el tiempo que duran, hasta que se secan o se descomponen.

El Etrog es lo que dura más tiempo; se encoge, pero prácticamente puede durar años sin descomponerse. Le sigue el Lulab, la rama de palmera, que tarda unos meses en secarse (por eso, cuando se horneaban las Matsot en la propia casa se acostumbraba a usar las ramas secas del lulab, agregándolas al horno donde se hacían las Matsot). Y luego están las ramas de mirto o hadasim, que pueden durar unas semanas sin descomponerse. De las cuatro especies, la más frágil  y la que más rápido se descompone es la ‘arabá. Las hojas de sauce duran sólo por unos días fuera de sus árboles, con suerte, una semana …

Nuestros rabinos explican que al final de Sucot, el Tribunal Celestial emite el veredicto sobre la lluvia que caerá durante este próximo año (bajag niddonim ‘al hamayim, esta es la razón principal por la cual, siguiendo una costumbre cabalística,  se acostumbra a permanecer despierto durante toda la noche en Hoshaná Rabá estudiando Torá).

«La lluvia» es el elemento más crítico para nuestro sustento. E inmediatamente después de la finalización de Sucot, comienza la época de lluvias.

Es posible entonces que la ‘araba viene también a recordarnos nuestra propia vulnerabilidad y nuestra dependencia en la lluvia que HaShem nos envía. Más aún, al golpear las ramas de ‘araba contra el suelo y ver como la ‘arabá se va deshojando con cada golpe, internalizamos nuestra fragilidad. Así, nos damos cuenta de que dependemos totalmente de HaShem para nuestro sustento y prosperidad.




Alegrarse por 9 días

ושמחת בחגך אתה ובנך ובתך ועבדך ואמתך והגר והיתום והאלמנה אשר בשעריך
דב’ 16:13-15
“Y te alegrarás en tu celebración, tú, tus hijos, tus siervos, el extranjero, el huérfano y la viuda que habitan en tu pueblo”
Este proximo domingo 9 de Octubre de 2022 por la noche, comenzaremos la celebración de la fiesta de Sucot.Además de habitar en el Sucá por siete días y tomar las cuatro especies de plantas, en Sucot tenemos otra Mitsvá llamada: “simjá”, alegría. La Torá nos indica manifestar nuestra alegría durante Sucot.
¿EN QUE CONSISTE LA FELICIDAD?
La felicidad no es algo que nos ocurre o nos deja de ocurrir.  Estamos acostumbrados a la idea de que la felicidad es el resultado del éxito, y que el éxito consiste en tener más, ganar más, ostentar más, etc. la visión judía de la felicidad es un poco diferente. La moderna sociedad de consumo considera que el hombre feliz es el que tiene lo que quiere. En la mentalidad judía sin embargo se considera feliz al que quiere lo que tiene. Y muy especialmente al que disfruta de compartir lo que tiene con los demás.
La felicidad de Sucot es un sentimiento que debemos procurar, buscar. Por ejemplo,  sintiendonos felices y orgullosos de pertenecer a Am Israel, recordando que así como HaShem nos protegió en el desierto, nos sigue cuidando permanente. Esto es la felicidad del «ser», no del tener.
COMER, BEBER Y HACER REGALOS
La alegría material también es parte de la celebración de Sucot. En Yom Tob compartimos las comidas festivas con nuestros seres queridos. Las comidas se preparan con esmero y en abundancia. El vino y la carne son mandatorios en el menú de Yom Tob!. Comemos, bebemos, honramos el día de Yom Tob, y lo hacemos tan placentero como el Shabbat (Shulján ‘Aruj OH 529:1).
Los Jajamim también explicaron que cada individuo goza de la felicidad material de una manera diferente. Dijeron que antes de que comience Yom Tob los padres le regalen a sus hijos “… frutos secos [para comer] y nueces [para jugar]». El equivalente hoy en día sería regalarles a los más pequeños golosinas y algún juguete [no electrónico!]. El marido debe obsequiarle a su esposa ropa y/o joyas, siempre de acuerdo a su posibilidad económica. Mientras que la esposa debe preparar para su marido su comida y bebida preferida.
En honor de Yom Tob también tenemos que vestir bien, como cuando vamos a un casamiento, etc. De acuerdo al Shuljan ‘Aruj debemos vestir en Yom Tob “mejor” que en Shabbat. (Idem).
COMPARTIR CON LOS QUE NO TIENEN 
También debemos compartir nuestra felicidad con aquellos que no tienen lo suficiente. Ofreciendo a otros compartir nuestra comida o proveyendo alimentos a aquellos que no tienen lo que comer, y muy especialmente a los huérfanos y a las viudas . (SH ‘A 529:. 2).
Maimónides dijo lo siguiente sobre este último punto: “El que cierra las puertas de su casa [a los necesitados] y come y bebe junto con su esposa e hijos, y no invita a comer y beber a los pobres, no está practicando la alegría de esta Mitsva, sino la alegría de su propio estómago …»  (MT Yom Tob 6:18)
MODERACION EN LA BEBIDA
La alegría también requiere moderación:
“Durante Yom Tob [y esto incluye Simjat Torá!] una persona no debe beber demasiado [alcohol]… porque la embriaguez y la frivolidad no son parte de la Mitsvá de estar alegres: son parte de la  vulgaridad y de la ignorancia … y [la Torá nos ordenó] alcanzar un nivel de felicidad que sea compatible con nuestro servicio a HaShem … y una persona no puede servir a HaShem desde la frivolidad, la ligereza mental o la embriaguez “(Idem., 6:19). ”La manera más elevada de servir a HaShem es sintiéndose feliz de poder cumplir [Su voluntad observando] Sus mandamientos…”  (MT H. Sukka veLulab, 8:15).
חג שמח 



¿Cómo celebrar Simjat Torá en tiempos de COVID19?

¿Cómo celebrar Simjat Torá en tiempos de COVID19?

Uno de los recuerdos más lindo de mis niñez en Melilla, España, es el de la celebración de las bodas. Todas las bodas se hacían en nuestra Sinagoga, “Or Zarua” de Don Yamín Benarroch. Recuerdo claramente que luego de la Jupá la pareja descendía y la novia daba una vuelta alrededor de la Tebá (el lugar desde donde se reza y se lee la Torá) y todos los invitados la miraban con admiración al pasar, y celebraban la nueva vida de esta pareja.

Simjat Torá también se celebraba entonces de una manera muy similar. Para cada una de las Hakafot (vueltas alrededor de la Tebá) un solo miembro de la comunidad sostenía la Torá y caminaba alrededor de la Teba mientras el resto de los congregantes le cantaban a la Torá desde sus asientos, mirando con admiración y cariño a la Torá, y recuerdo que mis hermanas y yo extendíamos un beso virtual cuando la Torá pasaba cerca.

Como verán, nuestra celebración de Simjat Torá, particularmente los bailes, eran un poco diferente a los bailes Jasídicos que tenemos hoy. Pero el Simjat Torá de mi infancia era muy alegre aunque no todos bailaban con la Torá. Era simplemente un estilo diferente.

Este año tenemos muchas restricciones debido al COVID. Y estas nuevas pautas parecen quitarnos la felicidad de este día especial. En nuestra Sinagoga en Great Neck, NY, ya se estableció que este año no podremos bailar con la Torá. Y sólo una persona tiene permitido sostener la Torá mientras todos permanecen en sus asientos… Pero, ¿no era así como se celebraba Simjat Torá en Melilla?

Creo que es imperativo que pongamos los sentimientos en orden y nuestras felicidad no disminuya en absoluto en este Simjat Torá.

En primer lugar, tenemos que estar orgullosos de tener líderes rabínicos y comunitarios que priorizan lo que es más importante! ¡“Ushmartem Meod Lenafshotejem”! Nuestra Torá sostiene que la preservación de la vida (y la salud) es el valor más alto. Y cuidar nuestras vidas es una hermosa forma de honrar la Torá y sus mandamientos.

También tenemos que estar muy felices de que este año vamos a tener la oportunidad de hacer un poco más de introspección y entender que bailar con la Torá no es la causa de nuestra felicidad, sino una de las muchas maneras de expresar nuestra alegría. La verdadera “causa” de nuestra alegría es אשר בחר בנו מכל העמים ונתן לנו את תורתו que el Creador nos eligió entre todos los pueblos y nos entregó Su Torá” . Estamos felices de pertenecer a la nación de Israel. Estamos felices de que HaShem nos haya entregado la Torá que dirige nuestras vidas con los valores correctos.

En Simjat Torá también celebramos la conclusión del ciclo anual de lectura de la Torá y el comienzo de un nuevo ciclo. Y aunque no bailemos estamos felices de tener la oportunidad de comenzar el nuevo el año leyendo el mismo texto pero con una mirada nueva, y con nuestros ojos llenos de curiosidad. Estamos felices de vivir en tiempos en los que tenemos libertad para estudiar Torá. Y que nuestros niños tienen acceso a escuelas judías y a maestros increíbles. El estudio de la Torá es hoy más accesible que nunca para todas las edades y los niveles. Esta allí “a un click o a un Zoom” de distancia.

Este año, en nuestra Sinagoga se invitará a todos los congregantes a tomar un Jumash (un libro de Torá impreso), y abrazarlo mientras el Sefer Torá, como la novia, da vueltas a nuestro alrededor.

Mientras sujetamos a nuestro libro de Torá con fuerza tomemos la determinación de ser más ambiciosos en su estudio, y expresemos nuestro deseo de llegar a un nivel más profundo de su entendimiento y observancia.

Aunque no bailemos con la Torá, expresemos nuestro agradecimiento a Dios y pidámosle que nos inspire a aprender y compartir con nuestros amigos y familiares las hermosas lecciones de vida que nuestra Torá contiene.

Que tengamos el Simjat Torá más feliz de nuestras vidas,