GENESIS 1:27: Hombre y mujer los creó

ויברא א’ את-האדם בצלמו בצלם א’ ברא אותו זכר ונקבה ברא אותם

“Y Dios creó al ser humano a Su imagen.… hombre y mujer los creó”. Génesis 1:27

Analizaremos ahora la parte de este versículo que habla de hombre/ mujer. Dejemos en claro que nuestra traducción es deliberadamente no-literal: el texto no dice “hombre y mujer” sino “masculino y femenino.”

Lo primero que hay que observar es que la diferenciación entre masculino y femenino no fue mencionada en la creación de los animales. Obviamente, esto no quiere decir que Dios no creó a los animales con diferentes sexos, sino que por alguna razón, sólo en la Creación del hombre y de la mujer la Torá “menciona”  la condición sexual masculina y femenina.

¿Por qué?

Si bien no encontré referencias específicas sobre este tema en los comentarios bíblicos tradicionales, quizás se pueda explicar de la siguiente manera:

CONCIENCIA y GOBIERNO

HaShem creó al ser humano a Su imagen, esto diferencia a los humanos de los animales. Y HaShem los creó como hombre y mujer, esto distingue a los humanos, unos de otros. La heterosexualidad, es decir, la definición del ser humano como hombre y mujer, no aparece como algo secundario sino como una condición ontológica. Quizás la Torá quiere subrayar que sólo los humanos, a diferencia de otros seres vivos, tienen “conciencia” y conocimiento de su propia sexualidad y de su género. Y por tener conciencia de su sexualidad, sólo los seres humanos son capaces de gobernar su sexualidad.

CEREBRO MASCULINO vs CEREBRO FEMENINO

En el ser humano, a diferencia de los animales, hombre y mujer no solo se distinguen en lo sexual y en lo físico sino también en lo mental o psicológico. La forma de pensar, de expresar y procesar emociones, de percibir el lenguaje, de distenderse, etc. es diferente (y a veces opuesta) entre el hombre y la mujer. (Este es un tema interesantísimo pero demasiado complejo como para ser tratado en un solo email. El lector que quiera saber más al respecto puede leer lo que escribió el neurocirujano de Cambridge,  Simone Baron Cohen en su libro: “The essential difference” ). Creo que esta explicación es consistente con el principio del pasuq que se refiere a la “imagen de Dios en el hombre”. Esta “imagen” no apunta a un parecido físico entre hombre y Dios ח»ו sino que se refiere al alma, al pensamiento, a la libertad de elección, etc.  Aquí también, por lo tanto, podemos asumir que esta diferenciación va mas allá de los físico y hasta de lo estrictamente sexual. Es como si este texto estuviera afirmando que HaShem creo dos “especies” humanas:  hombre y mujer.

¿CUANTAS RAZAS HAY?

Hay algo más que el texto bíblico  NO dice. En los libros de historia comunes, escritos por las civilizaciones paganas de la antigüedad, los textos que se refieren a la creación de la humanidad siempre resaltan el aspecto nacional. Los dioses paganos crean más de una especie humana. Los sumerios, por ejemplo, relatan que sus dioses los crearon a ellos y otros dioses inferiores, crearon a los otros pueblos.   En la Torá, y solamente en la Torá, no dice que Dios creó a los Israelitas y luego en otro acto inferior o posterior creó al resto del mundo. No se habla de blancos y negros o de esclavos y señores, ni de los hijos de la luz y los hijos de la oscuridad, como aparece en los mitos paganos de la Creación. La Torá, el único libro de autoría divina, no menciona la creación de las razas. La Tora sólo registra 2 tipos de humanos, como si se tratara de dos “especies”: hombre y mujer.

PLENITUD

Otro elemento destacable es que en hebreo cuando la Torá nombra al ser humano lo hace con el articulo definido “el” (ויברא א’ את-האדם). Este artículo no está aquí para diferenciar entre masculino y femenino (en hebreo el articulo definido es siempre neutro) sino para destacar que no se trata de «Adam», el hombre, sino de «ADAM», el ser humano.  En otras palabras, este texto afirma que HaShem creó a ADAM como masculino y femenino. Los Rabinos explicaron que el hombre o la mujer por sí mismos, sólo se consideran la mitad de un ser humano.  La palabra ADAM (en oposición al nombre «Adam») significa: hombre + mujer. Por eso en hebreo bíblico y moderno “ser humano” se dice BEN ADAM, que significa: hijo del hombre y de la mujer.  En el judaísmo el celibato voluntario no es un ideal religioso sino todo lo contrario: se considera una grave transgression. Este versículo nos enseña que para la Torá en el sociedad humana la plenitud del ser humano sólo se alcanza cuando hombre y mujer se unen, se casan. Recién entonces se consideran ADAM, un ser humano.




SHALOM BAYIT y los 5 lenguajes del amor

כָּל דֶּרְֶך אִישׁ יָשָׁר בְּעֵינָיו, וְתֹכֵן לִבּוֹת ה
Un individuo siempre piensa que su manera de actuar es la correcta y normal … Mishlé / Proverbios 21:2

Hace unos años leí un libro que me abrió los ojos a un nuevo y revolucionario concepto: «Los cinco lenguajes del amor» de Gary Chapman. El libro presenta una idea muy simple pero extremadamente importante: no expresamos nuestro cariño por los demás de una manera única y universal. De hecho, todos transmitimos nuestro afecto hacia el otro de diferentes maneras. Durante varios años ayudé y aconsejé a muchas parejas con problemas de Shalom Bayit (literalmente, “Paz en el hogar”), y debo confesar que desde que aprendí estas ideas pude asistirlos mejor. Además, ahora me pregunto si es posible vivir en armonía con tu cónyuge cuando uno ignora el concepto de “lenguajes del amor”. Porque solo cuando te das cuenta de que es normal que tu esposo NO exprese su afecto de la misma manera —o maneras— que tú lo haces, podrás superar las expectativas engañosas e inconscientes que reflejan tu forma particular de transmitir afecto. Cuando uno sin querer estandariza su propia manera de expresar amor, uno se siente decepcionado, porque asume  equivocadamente que su esposa o esposo no lo ama adecuadamente, o no lo ama lo suficiente. Y eso crea una enorme frustración…

Intentaré resumir las cinco formas de expresar el amor.

1. PALABRAS DE AFIRMACIÓN. Muchos expresan su amor por el otro —marido-esposa, padres-hijos— a través de palabras de afecto, elogio y admiración que resaltan los propios sentimientos. Otras personas son menos expresivas con palabras. Un buen marido puede sentir un gran amor por su esposa e hijos, pero por alguna razón innata o adquirida, puede que no sienta la necesidad —o que no sea psicológicamente capaz— de verbalizar su amor y formularlo con palabras. Y si tu lenguaje de amor es a través de “palabras de cariño», y no sabes que las personas expresamos amor en diferentes idiomas, probablemente te sientas frustrado e incluso no amado por tu esposa o esposo

2. TIEMPO COMPARTIDO. Algunas personas canalizan su amor —y se sienten amadas— cuando pasan tiempo junto a la persona que aman. Para ellos “amar es compartir… tiempo juntos”. Les hace felices estar con su cónyuge: caminar, hablar, visitar un parque, jugar o leer algo, disfrutar de la compañía del otro, independientemente de lo que estén haciendo específicamente. Si tu expresas tu amor de esta manera, para ti «no se trata de QUÉ haces sino con QUIÉN estás».

3. OBSEQUIOS. Para algunas personas dar y recibir regalos es la forma principal, o una de las formas principales, de expresar el amor en el matrimonio: cuando me amas me das algo y cuando me regalas algo me amas. Si una persona identifica el amor a través de obsequios, no significa necesariamente que sea materialista. En todas las culturas del mundo, dar regalos es una forma tradicional de mostrar gratitud o reconocimiento. En el matrimonio, los regalos pueden ser símbolos de amor mutuo. Idealmente, lo que importa no es el valor material del obsequio, sino el hecho de que mi esposa pensó en mí o yo pensé en ella en nuestro aniversario de bodas, cumpleaños y particularmente en las fiestas judías (hay una Mitzvá especial para hacer feliz a la esposa obsequiándole regalos en Pésaj, Shabuot y Sucot!).

4. ACTOS DE SERVICIO. Esto significa hacer algo por la esposa o el esposo cuando no lo esperan. Algo que hace feliz a mi esposa y al mismo tiempo no forma parte de la descripción habitual de mis tareas. Un acto de bondad (jesed) realizado sin esperar nada a cambio: sino solo para expresar cariño. Una esposa podría, por ejemplo, sentir que su esposo le está transmitiendo su afecto cuando él hace algo inesperado que no forma parte de los deberes convencionales que se siguen en su hogar. Si, por ejemplo, la ayuda con algunas tareas domésticas específicas que ella suele asumir, sin que ella se lo pida. Ahora bien, si la esposa no comparte este lenguaje de amor, es posible que no considere la acción especial de su esposo como un acto de amor y tal vez lo pase por alto. ¿Ves el problema?

5. CONTACTO FÍSICO. Muchas parejas transmiten su amor mutuo principalmente a través del contacto físico: una caricia, un abrazo espontáneo, tomarse de la mano, etc. Para muchos esta es la forma «natural» de transmitir afecto, y no solo a su cónyuge sino también a sus hijos. Cuando expresas tu amor a través de este lenguaje, también esperas que tu cónyuge se exprese de esta manera. Pero, ¿qué sucede en este y otros casos cuando el esposo o la esposa expresan su amor en un idioma específico que no es correspondido por el cónyuge y uno se siente no-deseado o incluso rechazado? ¿Es posible que tu esposa esté expresando su afecto por ti en su propio idioma, y que tú no puedas identificar su amor?

Continuará




La pésima idea de amar a tu esposa como a ti mismo

¿AMAR O ENAMORARSE?

Amor no es enamoramiento. El amor no debe verse como un sentimiento espontáneo que te sucede o no te deja de suceder. Amar es un acto voluntario. Y es sumamente importante saber, especialmente en el matrimonio, que “amor”, el sustantivo, es el resultado de nuestra decisión de “amar”, el verbo. Aprender a amar, tratando de conocer mejor la forma en que mi esposo o esposa necesita que la ame, no le quita sinceridad al acto de amar. Es por eso que nuestra Torá presenta el amor como una “obligación”, nos dice por ejemplo, que debemos amar al prójimo, al extranjero, a nosotros mismos y a Dios. Y también nos enseña cómo hacerlo.

DE PLANETAS DIFERENTES…
La sociedad moderna ha hecho un esfuerzo tremendo durante los últimos 50 años para que hombres y mujeres gocemos de los mismos derechos en la sociedad, tengamos las mismas oportunidades en el mercado laboral, etc. Pero debemos entender que emocionalmente somos y seguiremos siendo muy diferente. En la gran mayoría de los casos, la forma en que un hombre expresa el amor o percibe el amor, o la ausencia de él, es muy diferente a la forma en que una mujer expresa y percibe el amor. No ser consciente de estas diferencias psicológicas y emocionales puede ser muy perjudicial, o incluso fatal, para el matrimonio.

Veamos ahora un sencillo ejemplo

¿CÓMO AMAR A TU ESPOSA?
Muy a menudo, una mujer siente la necesidad de conversar con su esposo, esperando que ambos se abran emocionalmente y compartan sus sentimientos. En este tipo de conversaciones emocionales, uno expresa lo que le molesta o le duele como una forma de relajarse y liberar tensiones. Al articular los conflictos, en estas conversaciones no se busca una solución a los problemas, solo alivio y apoyo. Cuando una esposa se abre emocionalmente, lo que necesita de su esposo es que la escuche atenta y empáticamente, y que haga el mayor esfuerzo por comprenderla. Este tipo de conversación terapéutica ayuda a la mujer a sentirse comprendida: esto es: apoyada y validada en sus sentimientos. Y así se siente amada por su esposo.

¿CÓMO AMAR A UN HOMBRE?
Para la mayoría de los hombres, el objetivo de una conversación en la que se discute un problema o un conflicto no es compartir emociones o relajarse, sino encontrar una solución a esos problemas. En el mundo de los hombres, no se comparten las emociones cuando quiere desahogarse. ¡Todo lo contrario! Para un hombre, «abrirse y articular sus problemas» puede ser como una tortura psicológica. ¿Por qué? Porque cuando un hombre habla de sus problemas los “vuelve a vivir”. Cuando un hombre está tenso, necesita relajarse en privado y en silencio, en alguna de «sus cuevas” psicológicas, como lo explica John Gray. ¿Cómo? Haciendo algo que pone a su mente en piloto automático y lo distrae de su problema, como escuchar las noticias, ver un evento deportivo, etc. Este espacio privado lo ayuda a dejar de pensar en su problema y de esta manera comienza a sentirse más aliviado. Así, cuando su esposa generosamente le brinda este espacio y lo ayuda a relajarse “a su manera”, el esposo se siente agradecido y amado.

LOS HOMBRES NO SON DE VENUS
La mayoría de nosotros, hombres y mujeres, no conocemos ni somos conscientes de estas diferencias. Al contrario: vivimos en una sociedad donde lo que es «políticamente correcto» nos impulsa a ignorar las diferencias innatas entre los géneros. Por lo tanto, no tenemos muchas oportunidades para aprender y reconocer que las esposas y los esposos demuestran su amor y desean, o necesitan, ser amados de diferentes maneras. Ahora bien, si nadie le enseña a una esposa que la forma que un hombre se libera de su estrés es completamente opuesta a la de una mujer, ella naturalmente tratará de «ayudar» a su esposo de la única manera que conoce. Y desde su más profundo amor por él intentará, por ejemplo, empujarlo a “relajarse” invitándolo a contarle todos los detalles de su problema. La esposa ofrece su oído y su tiempo, con la mejor de las intenciones, y de la forma que a ella le gustaría que su esposo actuara en esa situación. Cuando esto sucede, y el esposo se niega a hablar y compartir sus problemas, ella probablemente sentirá que él la está rechazando. Y posiblemente piense que él no acepta su apoyo emocional porque no la ama lo suficiente…. Por el otro lado, es muy posible que el marido interprete su comportamiento no como un acto de amor sino, por el contrario, como un intento malintencionado de parte de esposa de privarlo de su propio espacio.

BAJAR LAS EXPECTATIVAS
Este es solo un ejemplo de cómo las cosas pueden complicarse a pesar de nuestras buenas intenciones y a pesar del amor que uno siente por el otro, simplemente porque «no sabemos cómo amar a nuestro cónyuge». Aprender a amar a mi esposa significa, en primer lugar, hacer todo lo posible para “educarme” y aprender cómo ella expresa su amor y cómo necesita ser amada.
Por último, también es fundamental comprender que “saber que somos diferentes» es el primer paso, pero no es suficiente. Cuando aprendemos algo nuevo, no podemos transformarnos de forma inmediata y automática. Actuar correctamente sobre la base de nuevos conocimientos, particularmente en el área de las emociones, puede llevar mucho tiempo. Para hacerlo parte de uno e incorporar, uno debe seguir intentándolo hasta encontrar el delicado equilibrio entre lo que uno es y lo que uno sabe que debe ser y hacer.

Continuará




¿Pedir perdón cuando uno tiene razón?

אמר רבי אלעא: אין העולם מתקיים אלא בשביל מי שבולם עצמו בשעת מריבה, שנאמר: תולה ארץ על בלימה

“El mundo se mantiene por el mérito de quienes se controlan y no escalan un conflicto”

CUANDO NUNCA SE GANA
Muchas veces en nuestras relaciones personales más cercanas, particularmente en la relación de esposo y esposa, enfrentamos una decisión difícil: convencer al otro que tenemos razón, o ceder y vivir en paz. Me di cuenta de la naturaleza de este tipo de elección por primera vez cuando era adolescente y leí el famoso libro de Dale Carnegie «Cómo hacer amigos e influir en las personas». Carnegie, sin referirse a conflictos entre marido y mujer, sino entre amigos o conocidos, afirma que cuando uno discute siempre tiene el riesgo de perder. ¿Por qué? Primero porque es posible que uno pierda el argumento, la discusión. Y segundo porque aún ganando el debate y teniendo la razón, se puede perder un amigo o dañar la amistad. En realidad, la posibilidad de que la persona con la cual estamos discutiendo cambie de opinión al escuchar nuestro argumento es muy pequeña. La mayoría se guía por emociones más que por la razón, especialmente en conflictos de carácter personal. Es muy improbable que la persona con la cual estamos discutiendo nos diga:  “Gracias por iluminarme con tu sabiduría” o “Tienes razón, ahora entiendo tu punto de vista”.

¿SER FELIZ O TENER RAZÓN?
Muchos problemas en las relaciones de pareja caen en este callejón sin salida. No logramos resolver nuestros conflictos porque ¡queremos demostrar que tenemos razón!  Sin embargo, si pensamos con un poco más de humildad, reconoceremos que en todo conflicto cada uno de los lados tiene “un poco de razón” y “un poco de culpa”. No existe una sola manera de ver las cosas. No es racional pensar que solamente yo sé lo que hago, y solamente yo comprendo la situación. Para lograr este cambio de actitud y estar dispuestos a no enfocarnos tanto en “tener razón” conviene que nos recordemos a nosotros mismos que nuestro principal objetivo en el matrimonio es vivir en paz y disfrutar de la felicidad que nos brinda estar casados y tener una familia. Y saber que para tener una vida feliz tenemos que estar dispuestos a hacer algunas concesiones. En el matrimonio, en particular, muchas veces se necesita sacrificar el ego para ser más felices…

¿POR QUÉ «YO» TENGO QUE DISCULPARME?
Hace muchos años un amigo de México, el Sr. Jacobo Sofer, me enseñó algo que nunca olvidaré: en Japón cuando dos personas discuten, el que tiene razón es el primero en disculparse. En esa cultura, disculparse no es una admisión de culpa: es una admisión de responsabilidad. Quien se disculpa primero asume la responsabilidad de mejorar tu situación actual y muestra que estás dispuesto a dejar tu ego a un lado. Esta no es solo una actitud muy inteligente; también es un profundo acto de amor. Al disculparme, aunque siento que estoy en lo cierto y tengo la razón, estoy demostrando que por sobre todo, valoro a la otra persona. Me importa preservar nuestra relación y por eso estoy dispuesto a concentrarme en la relación en lugar de enfocarme en la discusión (aclaro que no me refiero a discusiones sobre valores o principios morales, sino a situaciones mas bien banales y cotidianas: mala comunicación, incomunicación, interpretación de lo que dijo o quiso decir, etc.). En inglés dicen que en el matrimonio hay que elegir entre “being right of being happy”, «ser feliz o tener razón».  Por lo general no se pueden lograr las dos cosas al mismo tiempo.

LAS TRES PALABRAS MÁS IMPORTANTES
Se necesita madurez emocional para priorizar una buena relación sobre la necesidad de alimentar el ego. Y las personas que tienen más conflictos son aquellas que “están dispuestas a llegar hasta el final” para demostrar que tienen razón. Esta necesidad de “tener razón” es más común en personas que tienen baja autoestima. Disculparse, para un individuo con baja autoestima, es una misión imposible. Porque al admitir que uno está equivocado le parece como que su “seguridad interior” se desmorona. Para empeorar las cosas, las personas que no pueden disculparse a menudo «culpan a la otra persona» por sus propios errores. Culpar al cónyuge y nunca admitir la culpa es desafortunadamente la fórmula perfecta para vivir miserablemente y en permanente conflicto. Por el otro lado, las personas mentalmente sanas no deberían tener problema en disculparse y asumir la responsabilidad, incluso cuando saben que gran parte de la culpa no es suya.

Probablemente, las palabras más importantes en el matrimonio no son «Te amo» sino “Perdón, estaba equivocado» (¡siempre y cuando estas palabras sean dichas con sinceridad!), ya que de alguna manera transmiten el mensaje que mi principal preocupación no es proteger mi ego sino mantener una buena relación.




SHALOM BAYIT: Paz en el hogar, y la diferencia esencial

והאדם ידע את חוה אשתו 

Génesis 4: 1

La armonía entre marido y mujer es la base fundamental de un hogar judío. En la familia judía, hombres y mujeres tienen diferentes obligaciones y cumplen diferentes roles. Porque somos conscientes de que el Creador nos formó como dos seres diferentes. Con talentos y características que son necesarios para crear sinergia en nuestro matrimonio.

Nos parecemos, pero somos diferentes. Muy diferentes. Tan diferentes que no estoy seguro si se puede clasificar a hombres y mujeres como pertenecientes a la misma especie :). No me refiero sólo al aspecto físico, sino más que nada al área psicológica y mental.  Hoy en día, gracias a los avances en tecnología médica y científica, sabemos mucho mejor cómo funcionan el cerebro y las hormonas. Y los científicos han descubierto que somos mucho más diferentes de lo que suponíamos cuando John Gray nos enseñó en 1992 que los hombres veníamos de Marte y las mujeres de Venus. La disimilitud entre hombres y mujeres es muy profunda y tiene un origen biológico. Esto lo explica con maestría el neurocirujano Simon Baron-Cohen, un especialista en psicología biológica, en su libro revolucionario: “La diferencia esencial”, donde explica que existen dos cerebros humanos: el femenino y el masculino.

Reconocer estas diferencias nunca fue más necesario que en nuestros días.

Primero, porque el nivel de interacción y comunicación que se espera entre hombres y mujeres, especialmente en el matrimonio, es mucho más intenso y activo de lo que era desde el principio de la humanidad. Incluso en el pasado reciente, la interacción entre los cónyuges era limitada y reservada a conversaciones sobre el funcionamiento de la casa, las necesidades materiales, la educación de los niños, etc. La conversación emocional, el intercambio: “Cómo te sientes / cómo me siento”, un diálogo que para la mujer es natural y terapéutico, no tenía mucho lugar entre esposo y esposa.  Las mujeres hablaban sobre sus problemas y emociones con otras mujeres: madre, hermana y vecina. Hoy, sin embargo, la expectativa de interacción entre marido y mujer es diferente. Una esposa moderna, intuitivamente, espera que su esposo empatice con sus emociones, sus problemas, sus frustraciones, sus dudas y sus miedos.  La mayoría de las mujeres ignoran que para los hombres el diálogo emocional no surge de manera natural.  Los hombres, en general, no sobresalen en el arte de comunicar emociones y sentimientos.  Para un hombre, participar en una conversación emocional requiere aprendizaje y entrenamiento. Porque cuando un hombre se enfrenta a un problema, no siente la necesidad de compartir o hablar sobre ellos con otras personas. Ni siquiera con su esposa. El hombre tiene un mecanismo mental diferente (¡opuesto al de una mujer!) para procesar sus tensiones y emociones.

Por otro lado, muchos hombres piensan que las esposas hablan demasiado, o que hablan en círculos, o que no saben cómo expresar claramente lo que quieren. Y se comunican con sus esposas como se comunican con “Alexa” o “Siri”. No saben que las mujeres no solo hablan para comunicar un problema, sino que también usan la comunicación para descargar sus problemas. Para colmo, de estas diferencias fundamentales entre hombres y mujeres, poco se sabe. No muchas personas han escuchado que los dos cerebros son diferentes. Lo sé porque he dado varias clases sobre «Cerebro femenino contra cerebro masculino» y generalmente no encuentro muchas personas que conozcan estos temas.

En segundo lugar, en nuestros días una gran parte de la sociedad moderna no considera políticamente correcto hablar de diferencias psicológicas, mucho menos biológicas, entre hombres y mujeres. La visión ultra feminista postula que lo que distingue a los hombres de las mujeres son elementos estrictamente sociales y culturales. Según esta ideología liberal, “diferencia” es igual a “desigualdad”. Por lo tanto, razonan, deberíamos educar a la nueva generación de manera neutral, ni como hombres ni como mujeres, y así las diferencias desaparecerán.

La ignorancia de las diferencias innatas entre los géneros, el hecho de que tan poco se enseñe al respecto y la negación deliberada de estas diferencias, es en gran parte responsable de la crisis actual de la institución del matrimonio.

¿Qué hacer?

La primera vez que la Torá habla de amor es en referencia a Adán y Eva. Y en ese contexto, la palabra que usa la Torá para describir el amor es “yada‘», es decir: “saber”, :”conocer”.  «Adán conoció a Eva, su esposa Eva» (Génesis 4: 1). Es muy difícil, o imposible, amar a otra persona sin conocerla , sin saber cómo él o ella piensa, cómo razona y especialmente cómo transmite y comunica sus emociones. Amar es conocer y conocer es amar.  Aprender más sobre nuestra esposa o esposo – y lo que caracteriza a su género- es querer amarlo más.




GENESIS 2:18: No es bueno que el hombre este solo

לא טוב היות אדם לבדו

“No es bueno que el hombre este solo…”  Génesis 2: 18

En el segundo capítulo de Bereshit (Génesis) la Torá nos cuenta en más detalle la creación del hombre y de la mujer.  Nos explica que el Creador inicialmente creó al hombre solo, sin la mujer, y luego, en una segunda etapa creó a la mujer.

HOMBRE y MUJER ¿QUIEN ES SUPERIOR?

Este orden en la Creación no establece ni sugiere un nivel de superioridad del hombre. En realidad se podría argumentar todo lo contrario. 1. En el relato de la Creación vemos una “evolución” desde lo menos sofisticado a lo más sofisticado.  Primero HaShem crea la materia: átomos. Luego con los átomos crea la atmósfera y los continentes. Recién al final del Tercer Día de la Creación aparecen las primeras células con la creación de las plantas.  Luego, en el Quinto Día, llegan los animales ovíparos: insectos, aves, peces, reptiles, anfibios. En el Sexto Día HaShem crea  a los mamíferos, seres que son superiores a los ovíparos (sangre caliente, cerebro más complejo, producción de leche etc.) .  Al final del Sexto Día HaShem crea al hombre, un mamífero, pero con un elemento Divino superior: su inteligencia.  Y la mujer aparece al final. Fue la última creación Divina. Y explicaron los Sabios que la mujer fue creada con biná yeterá, una inteligencia superior.    2. El hombre fue creado a partir de una fuente “inferior”, el polvo de la tierra, al igual que los mamíferos.   La mujer, y solamente la mujer, fue creada a partir de un cuerpo vivo, una  fuente «superior» al polvo de la tierra.

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Hay otra lección muy importante que se aprende del orden el el cual la mujer fue creada. En Bereshit 2:18-20, el Creador le muestra al hombre los animales.  Adam, el primer hombre,  es invitado a designar el nombre de los animales y reconocerlos como una categoría diferente del ser. El famoso comentarista bíblico Radaq explica que este encuentro entre Adam y los animales le sirvió al hombre para reconocerse a sí mismo como un ser que, a diferencia de todos los demás, posee un elemento “divino” superior: su espíritu, su inteligencia. Además, si bien el elemento sexual todavía no aparece en este contexto, el «género», lo masculino y lo femenino, también es reconocido por Adam en los animales al verlos en parejas.  Y fue entonces o gracias a esto que Adam se dio cuenta que él estaba solo.   La Torá afirma que el hombre no encontró entre los animales una “compañía” (עזר), o sea, alguien más, de un género diferente, pero (כנגדו) “en un nivel similar”, alguien en su mismo nivel mental, con la posibilidad de pensar y elegir.  El encuentro con los animales le ayudó a Adam a comprender simultáneamente su singularidad y su soledad. Quizás ésta sea la razón por la cual HaShem no creó a la mujer al mismo tiempo que al hombre. Para que el hombre llegue a darse cuenta por si mismo , gracias a su inteligencia Divina, que precisa de una compañía y que esa compañía (o compañera) todavía no existe.  Y así, aún antes de que la mujer o la sexualidad existiese, el hombre ya “desee” a la mujer.

La mujer no fue impuesta por Dios al hombre. Fue el hombre quien solicitó a HaShem que creara a la mujer. Los rabinos del Midrash expresaron esta profunda idea explicando que después de conocer a los animales Adam rezó (esta fue fue la primera plegaría!) y le pidió a HaShem una compañera a su nivel.