JAYE SARA: Aprender a Rezar

DIOS CREADOR
Abraham descubrió a Dios observando la Creación. “Es imposible que todo lo que existe haya surgido y funcione por sí mismo sin un Creador Inteligente”, razonaba Abraham . Tiene que haber Alguien que trajo todo a la existencia y que continua haciendo funcionar este maravilloso mundo (יש אדון לבירה).

DIOS ES UNO
Esta idea, que ya de por sí era innovadora, vino acompañada de otra declaración revolucionaria de Abraham: “Existe un solo Dios”. Abraham, contra toda lógica contemporánea, afirmaba que no hay fuerzas opuestas divinas que están luchando entre sí: la luz y la oscuridad, la salud y la enfermedad, el nacimiento y la muerte, provienen de un mismo Dios. Para los hombres de esa época esto ya era ridículo: lo más lógico es explicar que el bien y el mal, la luz y la oscuridad, la vida y la muerte, vienen de poderes diferentes, opuestos. Hablar de un solo Dios es una locura. Blasfemia. Una falta de respeto hacia los dioses.

DIOS ES INVISIBLE
Y como si esto no fuera suficiente Abraham también afirmaba que los ídolos eran falsas representaciones de Dios. “A Dios no se lo puede ver: es invisible”, afirmaba Abraham. Creo que esta declaración de Abraham fue la más dramática. Hoy en el 2020 la entendemos sin problema ya que sabemos que estamos rodeados de fuerzas y energías invisibles a los ojos como la radio frecuencia, las microondas, el WiFi, las ondas de comunicación celulares, etc, etc. Hoy sabemos que lo que no vemos sí existe en una dimensión que no podemos ver. Pero 4.000 años atrás, ¿Quién podría creer en algo que no se ve y no se toca? ¿Quién iba a creer que algo o alguien invisible es responsable por la existencia de todo lo visible? Si me preguntan a mí, creo que esta fue la innovación mas espectacular, y más difícil de ser aceptada, del monoteísmo de Abraham.

LE IMPORTA Y NOS ESCUCHA
Pero hay un aspecto del monoteísmo judío (o de la teología judía) que de acuerdo a la literalidad del texto bíblico (el peshat) Abraham Abinu fue descubriendo con el tiempo. Esto es, que el Creador se interesa por los seres humanos se involucra con ellos y puede cambiar el curso de lo natural y lo estadístico en atención a ellos. ¿Sabía esto Abraham? Lo que nos lleva a suponer que no lo sabia es que Abraham no reza a Dios cuando lo necesita. Veamos. Abraham, por instrucción Divina deja la comportable vida de Jarán y emigra a Israel. Cuando Abraham llega a Israel, la tierra sufre de una gran sequía. Abraham decide emigrar a Egipto allí su esposa Sara es secuestrada.

SUFRIR SIN REZAR
En ambas crisis Abraham no rezó. Abraham no le pide a Dios que conceda la bendición de la lluvia, y tampoco le implora a Dios que lo ayude a recuperar a su esposa Sará. ¿Por qué? El silencio del texto parece indicar que Abraham “no imaginó que podía rezar”, es decir, invocar o pedir la intervención Divina para cambiar un evento natural o personal.

Si nos situamos en el contexto de la generación de Abraham, para los idolatras el rezo no era una opción. Los dioses mitológicos asirios, hititas, o egipcios estaban muy ocupados con sus propios problemas, guerras y conflictos y no tenían ningún interés en los seres humanos. Por el contrario, a veces competían con los humanos por los recursos naturales como la lluvia o la luz. Rezar era algo completamente ilógico, contra-intuitivo y que Abraham tuvo que aprender.

APRENDIENDO A REZAR
Siguiendo estrictamente el sentido literal del texto, es Dios quien primero menciona el concepto de rezar (lehitpalel). En la Perashá que leímos esta pasado Shabbat, Sará es secuestrada una segunda vez, ahora por el monarca de Guerar, Abimelej. Dios castiga a Abimelej con serias aflicciones, se le aparece a Abimelej en su sueño y le explica que Sará es una mujer casada y que por eso Dios lo castigó. Abimelej le dice que él no lo sabía y entonces Dios le indica lo que tiene que hacer (Genesis 20: 7) “Ahora, devuelve la mujer a su esposo , que es un profeta, y [pídele] que rece por ti y no morirás”. Genesis 20: 17: “Entonces Abraham le rezó a Dios y Dios curó a Abimelej”.

En nuestros días, los fieles de cualquier religión estamos ya familiarizados con el concepto de rezar y nos parece algo natural. Luego de lo que ocurrió con Abimelej Abraham “descubre” que se puede rezar a Dios, y nos solo para reconocerlo y alabarlo, algo que Abraham ya hacía (vayqrá beShem HaShem..; nebarej sheajaknu misheló..; tiquen tefilat Shajarit) sino también para pedirle Su intervención e influir en los acontecimientos que afectan a los humanos. “Rezar”, hasta ese momento era algo que no se había registrado explícitamente en la Torá. Abraham aprende que Dios, por ejemplo, puede cambiar el curso natural de una enfermedad cuando un ser humano reza.

En la Perashá de esta semana, Jayé Sará, nos encontramos con Eliezer, el siervo de Abraham, que siguiendo lo que aprendió de Abraham, reza y le solicita al Creador su intervención para encontrar una esposa para Yitsjaq.

Continuará…




JAYE SARA: Abraham: el primer influencer

En la Parashá de esta semana, Jayé Sará, encontramos a Abraham, nuestro primer patriarca, en una larga conversación con los Hititas, uno de los pueblos que habitaban en esos días la tierra de Canaán. Abraham quiere adquirir de ellos un terreno en Qiryat Arba, Hebrón, para enterrar a Sará, su esposa, recientemente fallecida.

MONOTEISMO Y ANTISEMITISMO
Abraham negocia con los Hititas. Y mientras la negociación avanza vemos que los líderes de ese pueblo –hombres famosos por sus violentas conquistas– trataron a Abraham con gran respeto y se dirigieron a él como «Nesí Eloqim», «Un representante de Dios entre nosotros». Esto es muy extraño, ya que los pueblos paganos no tenían una mentalidad abierta sobre otros dioses o cultos. Los dioses mitológicos competían entre sí para demostrar su supremacía. Y Abraham no solo practicaba una religión diferente: su religión era «monoteísta»: lo que significa que mientras las otras religiones decían: «Nuestros dioses son más poderosos que tus dioses», la religión de Abraham sostenía que: «Tus dioses, simplemente, ¡no existen!». Esto debería haber sido considerado por los hititas como un gran desafío a sus creencias. Y supongo que sabían que Abraham era un «monoteísta militante», un iconoclasta (destructor de ídolos) y aún así lo respetaban de manera superlativa.
Abraham era diferente incluso en el plano físico, ya que se había circuncidado. ¡Algo más para «rechazarlo» y «discriminarlo»! En aquellos tiempos no había tolerancia religiosa. Vimos, por ejemplo, en el caso de Yosef y sus hermanos en Egipto, que los egipcios ni siquiera se sentaban a comer en la misma mesa que un semita, porque consideraban que su menú–en este caso: carne– era abominable para ellos. ¿Cómo fue entonces que Abraham, siendo tan diferente a los Hititas, fue respetado por ellos, como lo era seguramente por otros pueblos de la región?
En mi opinión los hititas, respetaban y admiraban a Abraham por sus extraordinarias virtudes humanas.

1. GENEROSIDAD: Abraham, quien era visto por los paganos como el representante de Dios sobre la tierra, habría tenido todas las razones del mundo para exigir de los demás ofrendas y regalos, como sucedió con Malqui Tsedeq, un sacerdote a quien Abraham le dio su diezmo. Estas ofrendas a los líderes religiosos paganos (sacerdotes, brujos, magos) eran muy comunes en esa época. Pero Abraham, a quien todos veían como un hombre de Dios, lejos de esperar que otros lo mantuvieran materialmente debido a su «superioridad espiritual», se dedicaba a asistir materialmente al prójimo de su propio bolsillo. Abraham tenía su tienda o carpa abierta para todo extranjero que necesitara sombra, agua o comida. Y no pedía ni aceptaba ninguna compensación por ese servicio. Esta conducta de Abraham tiene que haber inspirado el respeto y la admiración de todos los que lo conocían, a pesar de las diferencias religiosas .
2. RESPETO: Dios le habló a Abraham y le prometió que él y sus descendientes heredarán la tierra de Canaán. Pero Abraham nunca se comportó con arrogancia frente a los hititas y otros habitantes de Canaán. Su fe incondicional en la promesa Divina podría haberlo llevado a reclamarle a los paganos que habitaban la tierra: «Esta tierra será mía. Y por lo tanto puedo tomar posesión de ella sin el permiso de ustedes». Abraham trató a los hititas con dignidad y honor. Abraham representaba el epítome de la nobleza de aquellos verdaderos Yehudim que saben muy bien que «cuanto más cerca está uno de Dios, más debe respetar y comportarse con integridad hacia los demás», y muy especialmente hacia quienes profesan otra religión o son menos observantes que uno (Quiddush HaShem).

3. HUMILDAD: la humildad de Abraham se vuelve mucho más evidente cuando comparamos a Abraham, como lo hicieron nuestros Sabios, con Bil’am. Bil’am era un profeta pagano. HaShem se comunicaba con Bil’am, como lo hizo con Abraham y con Moshé. Pero este privilegio, en lugar de hacer que Bil’am sea más humilde, hizo que Bil’am mirara a todas las demás personas con desdén. Bil’am se dijo a sí mismo: «Si Dios habla conmigo ¿quién se puede comparar conmigo?» La arrogancia de Bil’am lo hacía comportarse hacia los demás con desprecio . No estaba dispuesto a ayudar a nadie, a menos que obtuviera algún beneficio material y retribución «por los servicios espirituales prestados». Bil’am sacaba toda la ventaja que podía de su relación con Dios. Representa a esas personas que «mal-representan» a la religión. Abraham, como dijeron nuestros sabios, era TODO lo contrario.

4. IMITAR A DIOS: Aunque Abraham tenía ideas diferentes, que «él» sabía que eran superiores a las ideas de los paganos que vivían a su alrededor, se comportaba con generosidad y respeto y siempre dispuesto a ayudar a cualquiera que lo necesitara. En su humanidad sin límites, Abraham le pidió a Dios que perdonase la vida de los habitantes de Sodoma y Gomorra, las ciudades más corruptas de la historia.
A pesar de que sus ideas eran diferentes, Abraham nunca tuvo enemigos. Nunca fue juzgado negativamente por sus revolucionarias creencias. ¿Por qué? Por su intachable comportamiento hacia otros seres humanos. Así fue como Abraham se convirtió en la inspiración de las grandes religiones del mundo: el INFLUENCER más importante de la historia.




JAYE SARA: ¿Cómo ganarse el respeto de aquellos que profesan otra religión?

En la Parasha de esta semana encontramos a Abraham, nuestro primer patriarca, en una larga conversación con los Hititas, uno de los pueblos que habitaban en esos días la tierra de Canaán. Abraham quiere adquirir de ellos un terreno en Qiryat Arba, Hebrón, para enterrar a Sara, su esposa, quien había fallecido recientemente.

MONOTEISMO Y ANTISEMITISMO
En esta negociación entre Abraham y los hititas, vemos que los líderes de esta nación pagana (y muy violenta) trataron a Abraham con gran respeto. Además, se dirigen a Abraham como «Nasi Eloqim», «Un representante de Dios entre nosotros». Esto es muy extraño ya que los paganos no eran conocidos por tener una mentalidad abierta sobre otros «dioses». Los dioses mitológicos competían entre sí para demostrar su supremacía. Y Abraham no solo practicaba una religión diferente, su religión era «monoteísta», lo que significa que negaba la existencia de  otros dioses. En otras palabras, mientras otras personas proclamaban: «Mis dioses son más poderosos que tus dioses «, la religión de Abraham sostenía que:» Tus dioses, simplemente, no existen «. Esto debería haber sido considerado por los hititas como una ofensa. Y supongo que sabían que Abraham era un «monoteísta militante», un ¡iconoclasta ¡que había destruido los ídolos de su propio padre! Por esta misma razón, por sus creencias monoteístas; los judíos fuimos odiados, perseguidos y vistos como cerrados o arrogantes por siglos.
Abraham era diferente de los paganos incluso en el plano físico. Ya que había sido circuncidado. Algo más para distinguirlo.
En aquellos tiempos no había tolerancia religiosa. Vimos, por ejemplo, en el caso de Yosef y sus hermanos en Egipto, que los egipcios no comían en la misma mesa con los judíos, porque consideraban que su dieta -carne- era algo abominable.
¿Cómo fue entonces que Abraham, siendo tan diferente a los hititas, fue respetado por ellos, y seguramente por otros pueblos de la región también?

CREENCIA o CARÁCTER
Creo que los hititas respetaban a Abraham porque Abraham era generoso, respetuoso y humilde.

1. GENEROSIDAD: Abraham, quien era visto por los paganos como el representante de Dios en la tierra, habría tenido todas las razones para actuar con superioridad hacia otras personas. Sería razonable para él exigir, por ejemplo, ofrendas y regalos, como sucedió con Malqi Tsedq, un sacerdote a quien Abraham le dio su diezmo. Pero Abraham, lejos de esperar que otros lo ayudaran materialmente debido a su «superioridad espiritual», se dedicaba a asistir a los demás. Se sentaba todos los días en la entrada de su famosa tienda esperando recibir a los viajeros que necesitaban sombra, pan y agua.

2. RESPETO: Dios le habló a Abraham y le prometió a él y a sus descendientes la tierra de Canaán. Pero Abraham nunca se comportó arrogantemente frente a los habitantes de Canaán. Su fe incondicional en HaShem podría haberlo llevado a decirles a los paganos que habitaban la tierra: «Esta tierra será mía». Abraham los trató con dignidad y honor. Abraham representaba el epítome de este tipo de nobleza obliga , «cuanto más cerca estás de Dios, más debes respetar y mostrar deferencia a aquellos que son menos religiosos que tú».

3. HUMILDAD: la humildad de Abraham se vuelve mucho más evidente cuando comparamos a Abraham, como lo hicieron nuestros Sabios, con Bil’am. Bil’am era un profeta pagano. HaShem se comunicaba con Bil’am, como lo hizo con Abraham. Pero este privilegio, en lugar de hacer que Bil’am sea más humilde, hizo que Bil’am mirara a todas las demás personas con desdén. Bil’am se dijo a sí mismo: Si Dios habla conmigo ¿quién puede ser comparado conmigo? La arrogancia de Bil’am lo hizo comportarse con desprecio hacia los demás. No estaba dispuesto a ayudar a nadie, a menos que viera algún beneficio material en retribución. Era exigente y ambicioso. Y todo esto por su «superioridad espiritual».

IMITANDO A DIOS
Aunque Abraham tenía ideas diferentes, que él sabía que eran «superiores» a las personas que vivían a su alrededor, Abraham era generoso, respetuoso y estaba dispuesto a ayudar a cualquiera que lo necesitara. Abraham incluso le pidió a Dios que perdonara la vida de las personas que eran espiritualmente y moralmente inferiores a él: la gente de Sodoma y Gomorra. Abraham trataba a todos con respeto y deferencia, independientemente de la fe que profesaran.

Es por eso que Abraham no tuvo enemigos y nunca fue juzgado negativamente por sus diferentes creencias. Por el contrario. Debido a su excelente comportamiento hacia los demás, Abraham se convirtió en una inspiración para otras personas: nuestro patriarca Abraham fue verdaderamente el INFLUENCER más grande de la historia. Y le enseño al mundo cómo identificar al único y verdadero Dios.




VAYERA. El sacrificio de Isaac: La última prueba de lealtad

Adaptado del libro «Encounters» del Rab Aryeh Kaplan z»l

Abraham escucha una Voz.  La Voz es familiar. Es la misma Voz que le ordenó que abandonara la tierra de sus padres y emigrara hacia la tierra de Canaan. La misma Voz que le prometió que él iba a ser bendecido y que su descendencia iba a ser tan numerosa como las estrellas del cielo.  Esa voz, la Voz de Dios le prometió muchas cosas y nunca lo defraudó. A veces tuvo dudas, como cuando al llegar a la tierra prometida se encontró con una terrible sequía. O cuando su esposa Sará fue secuestrada. Pero Abraham aprendió que no todas las promesas Divinas se materializan en el momento. A veces hay que esperar. Y así, la paciencia, se transformó en parte de su fe. Abraham aprendió a obedecer y confiar en su interlocutor: El Creador de los cielos y la tierra.  Esa Voz, es la misma que le prometió a él y a Sará que finalmente iban a tener un hijo, a la edad 100 años. Y ese hijo llegó y se llamó Yitzjaq, que significa : el [niño] que hará reír [de felicidad a sus padres desde su nacimiento, y por todos los días de su existencia].  

Pero ahora, cuando Abraham se levanta a rezar y agradecer al Creador por Sus bendiciones  esa Voz se dirige a él con el familiar llamado “Abraham, Abraham” .  La Voz se escucha físicamente, como si alguien le estuviera hablando muy cerca de él. Abraham una vez más mira a su alrededor para estar seguro que ninguna hombre lo está llamando y cuando esta seguro responde: “Hineni”. «Aquí estoy, listo para cumplir Tus órdenes».   Y entonces escucha nuevamente la Voz, que esta vez le dice algo terrible: “Toma a tu hijo, a tu único hijo, al que tú tanto amas: Yitzjaq. Y ve con él a la tierra de Moriá (Jerusalem) y ofrécelo allí como un sacrificio para Mí”.   La Voz desaparece. Abraham se queda solo. Confundido. Siente vértigo. Va a colapsar. Es  como que su mundo se está derrumbando a su alrededor. Está por desfallecer.  Se apoya en un árbol para no caerse.  Su corazón palpita muy rápido. “Oh, Creador del mundo, esto no es posible –puede haber pensado Abraham–  Tú no puedes haberme ordenado que sacrifique a mi hijo Yitzjaq. El hijo que tuve en mi vejez, el que trajo infinita alegría a mí y  a mi esposa Sará. Esto es un error. Es una alucinación. Una pesadilla ”. 

Abraham se da cuenta que no puede engañarse a sí mismo. La Voz que siempre lo ha guiado y bendecido le ha dado una orden al más leal de todos sus siervos. Al hombre que le enseñó al mundo que existe un Creador, que no se ve, que es invisible, que se comunica con sus criaturas, y al que hay que obedecer hasta el final. Y ahora llegó el momento de la prueba más difícil para testear la lealtad de Abraham Abinu a Dios. Abraham, ¿solo obedece a Dios cuando le conviene? ¿Cuándo Dios le promete bendiciones y gloria? ¿Será Abraham capaz de obedecer a Dios, de no abandonarlo, de seguir con Él si va a perder lo que más quiere en su vida?  

Abraham sigue sin moverse de su lugar. Espera escuchar nuevamente la Voz con alguna clarificación. O una contraorden.  Pero con el pasar de las horas, las dudas acerca de la identidad de la Voz se disipan y el horror crece en el corazón de Abraham.  La orden no fue una alucinación. La Voz fue tan clara como cuando le prometió un hijo, al que ahora ama más que ninguna cosa en este mundo. Mucho más que a sí mismo.   ¡Que fácil sería obedecer esta orden —pensaba Abraham— si la Voz le hubiera ordenado ofrecerse a sí mismo como sacrificio! A Abraham se le pide hacer más de lo que a ningún otro hombre se le ha pedido hasta ese entonces.    

Después de una noche de terror y cuando a Abraham ya no le quedan más dudas acerca del origen de la Voz, se da cuenta que no puede negarle nada a Dios. El Creador lo dio a su hijo y ahora, por alguna razón que a Abraham le resulta incomprensible , se lo está pidiendo de regreso. Por la mañana Abraham se levanta muy temprano de su cama y se dispone a cumplir la inexplicable orden Divina. Sin pronunciar palabra ni explicar a dónde van o para qué, Abraham le pide a su amado hijo Isaac y a sus dos sirvientes que lo ayuden a cargar una pila de madera en el burro de carga. Y entonces los 4 hombres parten en silencio. Ninguno se anima a cuestionar a Abraham, que siempre hace lo correcto. Caminan durante 3 días por los bosques y los campos. 

Su anciano rostro está tieso como una piedra. Su mirada, elusiva, fija en el frente del camino.   Sus ojos reflejan la luz pero ocultan algún secreto. Nadie le pregunta a Abraham dónde están yendo. Abraham permanece en silencio no pronuncia una palabra, ni siquiera a su hijo. Por fin, ven el monte Moriah. Abraham le ordena a sus sirvientes que descargan la madera y la carguen en la fuerte espalda del joven Isaac. Abraham toma las piedras para encender un fuego y debajo de su túnica, esconde un largo cuchillo. 

Ahora padre e hijo caminan juntos montaña arriba. Sin palabras.  Isaac, por fin rompe el silencio. Se arma de valor y le pregunta a Abraham: “ Padre, parece como que vamos a ofrecer un sacrificio. Veo que llevamos la madera y que tu tienes las piedras para encender el fuego. Pero, ¿dónde está el animal que vamos a sacrificar?”   Abraham cierra sus ojos y llora por dentro. ¿Le puede contestar a su amado hijo que él ha sido elegido por Dios para ser sacrificado?.  “Dios proveerá el animal para el sacrificio” ,  dice Abraham con la voz entrecortada.  Isaac sigue caminando junto a su amado padre y ya no dice nada más. No se puede imaginar la inconcebible verdad.  Isaac confía totalmente que su padre estará cumpliendo alguna orden divina. y así, padre e hijo, juntos en mente y corazón, siguen escalando el monte hasta que llegan cerca de la cima. Allí Isaac observa como su padre trae unas pesadas rocas para construir un altar y cuando termina, lo ayuda a colocar la madera sobre el altar recién construido.   

Abraham, pálido y temblando, le pide a su hijo que estreche sus manos y ata sus muñecas con unas tiras de cuero. Una vez que las manos están restringidas, Abraham ata sus pies. Isaac no entiende qué está pasando.   ¿Se trata  de algún juego que mi padre está jugando? Mira a su padre, pero su padre no lo está mirando. Solo hay lágrimas en sus ojos y un llanto ahogado. Algo terrible está pasando.  «¿Dónde está el cordero para el sacrificio?» Pregunta  Isaac. Y de pronto se da cuenta que ¡el cordero es él!   Isaac palidece y comienza a temblar, pero el respeto hacia su padre es tan grande como el de Abraham hacia Dios, y no ofrece resistencia.  El anciano patriarca toma al joven con sus fuertes brazos, lo levanta y lo acuesta suavemente sobre el altar. Issac lo mira incrédulo. Su padre sigue eludiendo su mirada. Isaac ve como su padre saca el cuchillo que llevaba escondido debajo de sus ropas y siente el frío metal sobre su garganta.  

Abraham sujeta el cuchillo y toma valor para terminar la misión más difícil que ningún hombre de fe haya tenido que cumplir. Pero de pronto, justo antes del acto final, escucha nuevamente la Voz que lo llama con urgencia y le dice:  “Abraham, Abraham”. Abraham baja el cuchillo y responde: “Aquí estoy”.  La Voz, ahora más fuerte y clara que nunca le ordena: “No dirijas tu mano contra tu hijo. No le hagas ningún daño. Ahora has demostrado tu completa lealtad a Dios y que no le has negado nada a Él,  ni siquiera a tu único hijo”.    Y la Voz ya no dice más. Los ojos de Abraham se llenan nuevamente de lágrimas pero esta vez son de alegría. Abraham desata a su hijo y ve que allí en la montaña, muy cerca de donde están, hay un carnero con su cuerno atrapado en un arbusto.  Abraham toma al animal, lo lleva al altar que construyó para Isaac y lo ofrece como sacrificio a Dios. La prueba Divina ha terminado.




VAYERA: Lot y el síndrome del sapo a la cacerola

הכריזו בסדום ואמרו: כל מי שהוא מחזיק ידו בפת לחם לעני לגר ולאביון יישרף באש

LA PEOR DECISIÓN DE TU VIDA

Lot y Abraham vivían en la misma zona geográfica. Pero cuando los pastores de Abraham y de Lot se pelean por territorio, Abraham le sugiere a Lot que cada uno tome caminos separados. «Mira la tierra que está frente a ti», le dijo Abraham a su sobrino, «y elige dónde quieres ir … Si eliges ir para el norte, yo iré para el sur. Y si eliges ir hacia el sur, yo iré hacia el norte». Lot no lo dudó y eligió establecerse en Sedom (Sodoma). ¿Por qué? Porque Sedom era una ciudad de riqueza y estabilidad económica. En ese entonces, esa área poseía abundantes ríos que surgían del Jordán, como el paradisiaco delta del Nilo egipcio, dice explícitamente la Torá. Los habitantes de esa próspera ciudad no dependían de la lluvia, y las sequías no los afectaban. Seguramente Lot imaginaba que allí, en Sedom, iba a construirse una hermosa casa, iba a tener el mejor carro, y casarse él y sus descendientes con familias de mucho dinero. ¡Qué vida tan exitosa le esperaba a Lot en Sedom!

SODOMA Y EL TERCER REICH

Pero la Torá también advierte que las personas de Sedom eran realmente malas y egoístas. No dejaban que nadie compartiera sus riquezas. Y en lugar de asistir, oprimían y explotaban a los extranjeros oa cualquiera que no perteneciera al exclusivo club. Los Jajamim dijeron que en Sedom se estableció una ley que decía que «aquel que ayudase a un pobre, a un huérfano o a un extranjero sería ejecutado». La filosofía de Sedom siempre me hizo acordar al pensamiento de Nietzsche, que luego adoptó el Tercer Reich: al débil o al enfermo no se le tenía que tener compasión y asistir, ya que esto representaba un desperdicio de los recursos del estado. La sociedad Aria debía deshacerse de los más débiles –y así lo hicieron– y dedicar todos sus recursos al progreso de los hombres y mujeres sanos, aplicando una ley natural elemental aprendida de Darwin: la supervivencia del más fuerte.

LA IMPORTANCIA DEL MEDIO AMBIENTE

Lot venía de un ambiente que no podía ser más diferente a Sedom. Lot había sido criado en el hogar de Abraham Abinu. En una casa abierta para todos los necesitados. Lot tuvo que haber absorbido estas lecciones de Abraham. Y me imagino que cuando Lot se dio cuenta de la naturaleza de los habitantes de esa ciudad, se habrá preguntado a sí mismo: ¿Y ahora qué hago? ¿Me quedo en esta ciudad o me voy de aquí? Lot decidió quedarse. Quizás pensó que él tendría la fortaleza emocional suficiente como para no dejarse influenciar por los demás…. Pero se equivocó. Y si bien es cierto que conservó algunas de las características de Abraham, por ejemplo, recibió a extranjeros (malajim) arriesgando su vida, vemos que todo lo hizo solo. A diferencia de Abraham, que junto con su esposa Sará prepararon el banquete para sus visitantes, la esposa de Lot no aparece… él mismo, y solo, tuvo que preparar la comida para sus huéspedes. Es decir: Lot ni siquiera pudo influir en su propia familia. Su esposa y sus hijos, porque la cultura de Sedom ya se había hecho parte de los valores de ellos. Cuando Abraham le pidió a Dios que no destruyera la ciudad de Sedom si se encontraban en la ciudad 10 personas justas, Abraham estaba pensando en Lot y su familia: él, su esposa, sus dos hijas casadas, sus maridos, y sus dos hijas solteras y sus prometidos. Eran en total 10 personas. Pero Dios al final destruye la ciudad porque estas 10 personas no eran individuos justos y rectos. Lot, por más que lo intentó, no pudo aislar a su familia de la corrupción de Sedom. Y lo que es más:Lot ofrece a sus propias hijas solteras para que los habitantes de la ciudad las violen, lo que deja en claro que, en realidad, Lot mismo terminó influenciado por la inmoralidad de Sedom. Se transformó, sin darse cuenta, en una víctima más de la cultura Sodomita.

SAPO A LA CASSEROLE

Una de las lecciones más importantes que escuché en mi vida es la del sapo hervido. ¿Cómo se cocina un sapo?(No sé si esto es verdad o es una leyenda urbana, pero en cualquier caso, por favor, no lo intenten en sus casas, ya que aparte de ser tremendamente cruel, no es Casher :). Para los franceses y los chinos, el sapo a la cacerola es un manjar exquisito. El tema es que al sapo hay que cocinarlo, ¡mientras el sapo está vivo! ¿Cómo se cocina al sapo? Si se lo pone directamente en agua hirviendo, el sapo inmediatamente saltará afuera de la olla. Pero si se coloca al sapo vivo en una olla con agua a temperatura ambiente y a fuego lento, ¡el sapo no se escapa de la olla! ¿Cómo puede ser?

NOSOTROS Y EL SAPO

El cuerpo del sapo puede detectar cambios de temperatura drásticos. Por eso, si de una temperatura de 20 grados lo exponemos a los 100 grados de agua hirviendo, saltará para afuera. Sin embargo, el cuerpo del sapo tolera «pequeños» cambios de calor, se adapta a la nueva temperatura y es incapaz de «sumar» esos pequeños cambios en su cerebro y detectar un gran cambio. Me explico: una vez que el sapo está en el agua y el fuego lento lleva la temperatura del agua de 20 a 25 grados, su cerebro de sapo le dice: «5 grados no es nada. No hay peligro.» Y se adapta a los 25 grados. Cuando el agua llega a los 30 grado, su cerebro, ya adaptado a los 25, le dice al sapo: «son solo 5 grados más, no es nada». Y cuando llega a 35, dice lo mismo: «5 grados, no me afectan». ¡El sapo va tolerando y adaptándose a esos pequeños cambios y es incapaz de sumar esos cambios y decirse a sí mismo: «De 20 a 45… son 25 grados! Esto no me está gustando nada, y puede terminar mal»,Finalmente, cuando llega a los 100 grados, ya es demasiado tarde para el sapo….

CAMBIAR SIN QUE SE NOTE

Con los seres humanos pasa algo muy parecido en el campo de las«influencias». Si nos rodeamos de personas malas, por ejemplo,comenzamos a absorber esos valores de forma muy gradual. Tan gradual que es casi imperceptible percibir los cambios. Con el tiempo, nos pasa como al sapo: No percibimos que los pequeños cambios se van sumando. Y cuando nos queremos dar cuenta, ya es demasiado tarde. Lo bueno es que este mismo principio sucede cuando nos rodeamos de gente buena: los pequeños cambios son imperceptibles en el día a día, como cuando un adolescente crece en estatura o como cuando nos ponemos viejos. La lección que aprendemos de Lot es que tenemos que elegir con mucho cuidado el ambiente donde vivimos,y dónde nos educamos y criamos a nuestros hijos. ¡Que no nos pase como a Lot, o al sapo!




VAYERA: Los juegos de Ishmael

ESCRITO EN 2020
Abraham y Sará no tienen hijos. HaShem les promete una gran descendencia, que heredará la tierra de Canaan.  Sará  le propone a Abraham tomar a Hagar como concubina y adoptar a su hijo como propio. Así es como nace Ishmael, el primer hijo de Abraham.
En nuestra Parashá, finalmente, y milagrosamente, nace Itsjaq,  hijo de Abraham y Sará. HaShem le dice a Abraham כי ביצחק יקרא לך זרע, Gen. 21:12 «tu descendencia vendrá de itsjaq», no de Ishmael. Aunque a Ishmael, por ser tu hijo,  לגוי אשימנו, «lo convertiré en una nación».
La Torá continúa relatado lo que sucedía ahora entre los hermanos, Ishmael e Itsjaq.  El pasuq 21:9 dice así: «Y Sará vio que el hijo de Hagar la Egipcia [Ishma’el] …se estaba divirtiendo/jugando. Y le dijo a Abraham, despide a esta mujer y a su hijo…».
¿Qué pasó aquí? ¿Sará ve a Ishmael «jugando» y decide que lo tiene que expulsar? ¿Por qué esa reacción aparentemente tan exagerada? Todo tiene que ver con el significado de la palabra מצחק «divirtiéndose, jugando». ¿A que juegos se refiere aquí la Torá?
Hay varias opiniones. Veamos dos.
Según una primera opinión Ishmael estaba jugando con Itsjaq al «arco y flecha», al estilo William Tell, practicando su puntería con el pequeño itsjaq, como si quisiera «matarlo  accidentalmente» . Al ver esto, obviamente, Sará expulsa a ishmael.
Hay una segunda interpretación según la cual los juegos de Ishmael no amenazaban la integridad física de Itsjaq sino su integridad moral.  El Midrash no dice que Ishmael jugaba con Legos o autitos de carrera. La diversión de Ishmael era: «Idolatría, promiscuidad y asesinato». Comencemos por el final. ¿Es posible que un niño juegue juegos de asesinato?   Bueno, hoy sabemos mejor que nunca que esto es muy posible. Pensemos en algunos videojuegos modernos donde se ganan puntos por matar gente mientras uno conduce un auto; o disparar a matar inmigrantes (¡y hay extra puntos por matar mujeres embarazadas!).  Sará entendía que los juegos que se juegan de niños, se hacen parte de la personalidad del adulto.  Sará no podía permitir que su hijo Itsjaq, quien estaba destinado a seguir el camino de Abraham, fuera educado con «los juegos de Ishmael». Sará sabia el poder de la influencia que los amigos, la calle y los juegos tienen sobre nuestros hijos.
Y Sará también entendió que Ishmael no iba a cambiar. ¿Por qué? Porque Hagar, la madre biológica de Ishmael, no compartía la preocupación de Sará. Una vez más los Jajamim iluminan las palabras de la Torá.    Dicen que Sará cuestionó a Hagar por la conducta de Ishmael y sus juegos. Y le dijo: «¿No te das cuenta de lo que tu hijo está haciendo? ¿No ves cómo esos juegos van a influir en su personalidad?»  A lo que Hagar contestó: «metsajeq», «Ishmael está jugando», en otras palabras: «¡Son solo juegos de niños! No hay que tomarlos en serio».  Hagar es una madre permisiva, que por ingenuidad (o por comodidad) elige no entrometerse con los juegos de sus hijos, sus amistades e influencias. Y se dice a sí misma:  «Ishmael sólo se está divirtiendo. Son cosas de niños.»
Creo que ahora, gracias a este Midrash, nuestra perspectiva de la drástica decisión de Sará es un poco más amplia.  Sará no sólo ve en el futuro la mala (y posiblemente «irreversible») influencia de Ishmael sobre Itsjaq, Sará también comprende que Hagar no comparte ni entiende su preocupación.   A Hagar tampoco le molestan los juegos promiscuos de Ishmael («que se haga hombre» diría Hagar), ni tampoco parece importarle que «juegue» con lo opuesto de lo que su padre predica, la Abodá Zará  («que Ishmael, cuando sea grande, decida si quiere seguir el camino de Abraham o ser una persona normal, como el resto del mundo» diría quizás Hagar).  La filosofía educativa de Hagar no era diferente, sino totalmente opuesta a la de Sará. Sará no tenía con quién hablar…
Y al final vemos que Sará tuvo mucha razón…. En el pasuq 21:20 vemos cual fue el destino de Ishmael ויהי רובה קשת «un arquero» (de arco y flecha).   El hijo de Abraham no se convirtió en un hombre de Dios, como su padre. Ni tampoco en un comerciante o un profesional. Ishmael terminó siendo lo que jugó de chico: un violento cazador.
Tenemos mucho que aprender de Sará. Entre otras cosas.
1. Saber que los juegos violentos o promiscuos, las malas compañías y las malas amistades, pueden ejercer sobre nuestros hijos una influencia que supere la de nuestras palabras.
2. Recordar que lo juegos que juegan nuestros hijos en su niñez, lo que maman a una edad temprana, será parte de su personalidad (para bien o para mal, como dijeron los Jajamim: גרסא דינקותא לא זזה ממקומה)
3. Y finalmente, que a veces hay que tomar medidas drásticas para proteger a nuestros hijos y educarlos como verdaderos descendientes de Abraham Abinu (y Sará!)



VAYERA: Sodoma y Gomorra ¡La Biblia tiene razón!

EL DESCUBRIMIENTO DEL SIGLO
Recuerdo que de adolescente leí un apasionante libro llamado: “Y la Biblia tenía razón”, que me introdujo por primera vez al tema de arqueología bíblica. El libro, escrito por un alemán que lucho contra los nazis, Werner Keller (1908 -1980) fue publicado en 1955. Y su autor, con la limitada información que tenía a su disposición, hizo un gran servicio a los estudios bíblicos, ya que demostró en primer lugar que ningún descubrimiento arqueológico contradice la narración de la Torá. Y en segundo lugar, que a pesar de los miles de años ya pasados, siguen apareciendo sólidas evidencias de las historias y relatos bíblicos. Pero Keller hizo una predicción en la que, afortunadamente, se equivocó. Lo cito: “Hoy día podemos afirmar, con completa seguridad, que toda búsqueda de Sodoma y Gomorra que se pretenda realizar en el futuro será completamente inútil, pues el enigma de la ruina y desaparición de ambas ciudades no ha podido ser aclarado”. Página 47. Muy recientemente, en 2018, un grupo de arqueológicos modernos han descubierto los restos de la ciudad de Sedom, cerca del Mar Muerto, increíblemente, también han podido verificar, de una manera extraordinaria, cuál fue la naturaleza del catastrófico evento que de acuerdo a la Torá llevó a su total destrucción. La historia es apasionante, pero necesitaré de la paciencia del lector para explicarla con un mínimo detalle.

LA RIQUEZA DE SEDOM, ANTES DE SU DESTRUCCIÓN
La Torá menciona a Sedom (en castellano: Sodoma) en las Perashiyot que leímos estas últimas semanas Lej-Lejá y Vayerá. Abraham y Lot tenían mucho ganado; tanto, que los pastores de ambos terminaron peleándose por el territorio. Y para evitar escalar el conflicto, Abraham le propuso a Lot que se separen: Abraham le dejó a Lot si él quiere ir al norte, Abraham irá al sur, y viceversa. Entonces la Torá describe lo que llevó a Lot a decidir dónde mudarse: “Génesis capítulo 13: 10: “Entonces, Lot levantó la vista y vio todo el valle del Jordán, hasta Tzohar, que era tierra fértil, como un jardín [bendecido por] Dios, como la tierra de Egipto. Así era [esta zona] antes de que Dios destruyera a Sodoma y a Gomorra… Lot habitó en las llanuras y fue extendiendo sus tiendas hasta Sedom” Lo primero que aprendemos de este texto es que esa zona era muy fértil, algo que contrasta en absoluto con la extrema aridez de los alrededores del Mar Muerto. La segunda referencia dice que Sedom era como Egipto. ¿A qué se refiere?

SEDOM Y EL DELTA DEL NILO
Hay dos puntos especiales que caracterizaban a Egipto. 1. En primer lugar, que a diferencia de todos los demás países del medio oriente, Egipto no depende de la lluvia: depende del Nilo. Y las sequías, por lo tanto, no le afectan. Por esta razón, Egipto era el destino favorito de los que escapaba se la seguía en otras regiones. La Torá hace alusión a las migraciones de nuestros patriarcas a Egipto innumerables veces. 2. Hay un área en el Norte de Egipto que se la conoce como el delta del Nilo. Allí, el caudaloso río se divide en canales y transforma a toda esa zona en un extraordinario vergel natural, extremadamente fértil y próspero. Esta es la zona de Goshen (los arqueólogos llaman a esta zona Avaris), donde vivieron los judíos. Antes de la destrucción de Sedom y sus alrededores, el río Jordan tenía canales o desembocaduras que creaban un delta alrededor de la ciudad y fertilizaban la región. Esta zona, de los dos lados del río Jordan, debe haber sido muy próspera, ya que tampoco dependía de las lluvias, y es lógico entonces que acudieran a ella los caminantes o los pobres, como cuenta la Torá que sucedió con Lot y los extranjeros que buscaban albergue.

SOLO PARA RICOS
La Torá luego relata acerca de los terribles hábitos de los habitantes de la ciudad de Sedom: 13:13: “Los hombres de Sodoma eran malvados y cometían muy graves pecados contra Dios.” Estos “pecados contra Dios”, como vemos en la historia de Lot, eran más bien “crímenes contra la humanidad”, el abuso a los extranjeros— asesinato, robo, violencia sexual, etc. — que estaba “normalizado” y del cual todos participaban “desde los jóvenes hasta los ancianos”. Por un lado, la población era muy próspera, pero por el otro lado eran extremadamente crueles, egoístas y capaces de cometer cualquier acto de inmoralidad (de aquí la famosa palabra “sodomía”). Dios castigó a Sedom y a sus alrededores con la extinción y la desaparición. La pregunta que nunca hasta ahora se había podido resolver es ¿cómo fue exactamente que Dios destruyó esta ciudad?

ARQUEOLOGÍA
Durante muchos años se creía que las ciudades de Sedom y Amorá se encontraban en el sur del Mar Muerto. Y suponían que la razón por la que no se encontraron las ruinas de esta gran metrópoli, era porque la ciudad había sido cubierta desde ese entonces por el mar Muerto. Esta fue la razón por la que Keller dio por cerrada la búsqueda. Porque supuso que la ciudad fue tragada por este mar. También su asumió, incorrectamente, que la ciudad había sido destruida por un terremoto. Sin embargo, esto nunca pudo ser comprobado. Aparte, al describir la destrucción de Sedom, la Torá menciona que “caía fuego desde el cielo”, algo que no sucede en terremotos. Otro dato interesante que vale la pena mencionar es que Abraham observó desde su ciudad, Hebron, las secuelas del cataclismo de Sedom. Abraham vio una “humo como de un horno” que se elevaba desde esa zona. Algo parecido a la nube de hongo (mushroom cloud) que se produce luego de una bomba atómica.

¿Cómo se descubrió la ciudad de Sedom en nuestros días? ¿Y cómo se explica científicamente el cataclismo que describe la Torá?

Continuará…




LEJ LEJA: Subir el precio… para ganar tiempo 

Esta semana comienza la historia de Abraham nuestro primer patriarca. Dios bendice a Abraham una y otra vez, y le asegura que de él surgirán, y por él serán bendecidos, numerosos pueblos y civilizaciones, y que sus descendientes heredarán la preciada tierra de Canaan: Israel.  

Pero las cosas no suceden como lo hubiéramos esperado. Irónicamente, al poco tiempo de llegar a Israel una tremenda hambruna azota la región, probablemente por falta de lluvias.   El Midrash dice que nunca hubo una hambruna tan grande en la tierra de Israel.    Abraham se ve obligado a escapar. No regresa al norte, de donde salió por orden Divina. Abraham se dirigió   a Egipto, un país que gracias al caudaloso rio Nilo no se vio afectado por las sequías.  

Abraham llega a Egipto como un refugiado que escapa para no morir de hambre. En Egipto es un extranjero que puede ser fácilmente abusado. Y aparte tiene un problema muy delicado.  A pesar de su avanzada edad su esposa Sara era todavía una mujer hermosa.

Abraham conoce la duplicidad de la moralidad egipcia. Para los egipcios el adulterio estaba prohibido. El matrimonio era sagrado. Y ni siquiera el faraón podia tomar una mujer casada.  En ese sentido la moralidad egipcia era superior a la lamentable moralidad contemporánea… ¡Pero no existía ningún problema moral o legal en tomar a una mujer viuda!.

La vida humana en esos tiempos no valía nada. Recordemos que hasta hace unos pocos siglos atrás la causa número 1 de muerte no era la enfermedad sino el asesinato.   Aparte, para evitar problemas con la ley, había muchas formas de matar sin que se note…. y especialmente a un extranjero.

Previendo todo esto, y con muy pocas opciones en sus manos,  Abraham diseña un plan: decir que Sará es en realidad su hermana. De esa manera, Abraham no sería asesinado. Y cuando algún egipcio pidiese la mano de su “hermana”,  Abraham negociaría. ¿Su plan? Demandar una dote exhorbitante, un sobreprecio por Sará.  Esto llevaría a negociaciones que Abraham trataría de hacerlas lo más largas posible.  Y mientras las negociaciones con los candidatos potenciales tienen lugar Abraham podría vender toda la mercadería que trajo para vender, comprar animales, comida y semilla y regresar lo antes posible a Israel.  

Pero el plan de Abraham no funcionó come él lo esperaba. ¿Por qué? Porque Abraham nunca llegó a sospechar que el mismísimo Faraón iba a estar interesado en Sará.  La Torá cuenta que cuando los hombres del Faraón vieron a Sará decidieron llevarla al harem del monarca egipcio. Y aquí no hubieron negociaciones. Los hombres del Faraón tomaron a Sará por la fuerza, sin el consentimiento de Abraham y luego inundaron a Abraham de “regalos”, seguramente superando la suma exorbitante que Abraham fingía demandar. 

Abraham estaba desesperado. Dios no se comunicó con Abraham y él no podía estar seguro si el plan Divino era que tenía que regresar a Israel sin Sará y buscar otra mujer con la cual tener hijos y una gran descendencia como Dios le prometió o esperar la intervención Divina.

HaShem protegió a Sará. Y milagrosamente, toda la corte del Faraón y el mismo monarca sufrieron una rara aflicción que el Faraón, correctamente , interpretó como un castigo Divino.   Tras unas cortas investigaciones, dicen los comentarios bíblicos, el verdadero estado civil de Sará fue descubierto . El Faraón citó a Abraham, lo recriminó por lo ocurrido, le regresó a su esposa y lo expulsó de Egipto.  

Sin saberlo y sin entender mucho lo que había ocurrido en el palacio, Abraham sano y salvo e irónicamente «rico», regresó con su amada esposa Sará a la tierra e Israel, y ya nunca más volvió a pisar Egipto. 

El plan de Abraham me recuerda a un aspecto muy emotivo de la historia de los judíos de Mashad, Irán. En 1840 los judíos de esta ciudad fueron convertidos por la fuerza al Islam shiita.  Los primeros años fueron los más difíciles, porque tenían que fingir que ya no observaban el judaísmo. Entre otras cosas, los judíos se vieron forzados a mantener sus negocios abiertos durante Shabbat.   Pero en su esfuerzo por minimizar la violación del Shabbat los dueños del negocio mandaban a algún niño a atender a los clientes. Cuando alguien preguntaba el precio de alguna mercadería el niño le pedía una suma exorbitante, que desalentaba al cliente a comprar “hasta que alguien competente esté al frente del negocio”.    Esta situación de pretender el abandono del judaísmo siguió por varios años, hasta que las presiones bajaron y los judíos de Mashad BH pudieron volver a abrazar abiertamente la fe de Abraham Abinu

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LEJ LEJA: ¿Por que Dios eligió a Abraham? 

La Parasha de esta semana comienza con el llamado Divino a nuestro patriarca Abraham, «Lej Lejá»: «Deja tu tierra y ve a la tierra que te mostraré [Canaán, Israel].» Dios le habla a Abraham; l invita a dejar su tierra y establecerse en Israel, donde HaShem lo bendecirá con una multitud de descendientes. Muy hermoso. Pero el texto bíblico mantiene su silencio en un punto muy sensible. «¿Por qué Abraham?» ¿Qué hizo Abraham para merecer la elección de Dios?

¿EL LIBRO DEL PORQUÉ ?

Para aquellos que están familiarizados con el estilo literario de la Torá, la ausencia de una explicación acerca de por qué las personas hacen lo que hacen es la regla, más que la excepción. De manera similar, la Torá no siempre revela las causas por las que HaShem hace lo que hace. La Torá, por ejemplo, no explica las razones de muchos preceptos divinos, o por qué ciertos animales son puros o impuros, ni siquiera (y creo que este es el ejemplo más dramático) explica «por qué Dios creó el mundo». No estoy seguro de cuál es la razón , pero es notorio que el hebreo bíblico no contiene la palabra «por qué» (la palabra lamá, por ejemplo, indica más el propósito de la acción, no la intención del sujeto; y algo similar ocurre con la palabra madua ‘). Tal vez, como escuché una vez, esto tiene que ver con nuestra creencia en la absoluta libertad de elección de Dios y del hombre: el «por qué», un causal,  indicaría cierta limitación de nuestra total capacidad de elegir.

O tal vez la razón de esta ausencia sea,  como explicó el rabino Menashé ben Israel, que la Tora quiere dejarnos la tarea del “por qué” a nosotros, los lectores. Para que en cada generación cada individuo pueda seguir contribuyendo con un punto de vista diferente, jiddush,   y descubra nuevos niveles de comprensión en el infinito libro de HaShem. Y esto no sería posible si los «por qué» fueran explícitos.

Volvamos a nuestra pregunta inicial.

¿Por qué Dios eligió a Abraham?

¿ABRAHAM INICIÓ EL CONTACTO?

La primera respuesta es la historia que todo niño judío aprende a una tierna edad. Téraj, el padre de Abraham, producía y vendía ídolos. Estatuas de los dioses mitológicos que representaban las diferentes fuerzas de la naturaleza. Me imagino que la «idolatría» debe haber sido un gran negocio (como en algunos casos el «arte») porque todo lo que el vendedor necesitaba para obtener una buena ganancia era convencer al comprador de que este ídolo tenía más poderes que el otro, y que eso justificaba un precio más alto. Todo iba bien para  Téraj hasta que se le ocurrió enseñarle su negocio a su hijo Abraham… allí sucedió algo inesperado. En lugar de ayudar a su papá a ganar más dinero, Abraham lo desafió con una lógica impecable, pero desastrosa para los negocios: «¿Cómo vamos a vender estos ídolos como si fueran nuestros creadores si los hicimos ayer con nuestras propias manos?  Tu y yo sabemos querido padre, que estas estatuas que no pueden ver, escuchar ni hablar: ¿cómo vamos a engañar a la gente y pretender que son dioses?» El padre de Abraham estaba furioso con su hijo que estaba arruinando su negocio. Pero así fue como Abraham comenzó su búsqueda de Dios. Y fue luego que Dios lo «llamó» a Abraham y lo invitó a mudarse a «Su tierra».

HASHEM LO LLAMÓ PRIMERO

La segunda respuesta tiene que ver con un texto que recitamos todos los días en nuestra Tefilá por las mañanas. “Tú eres HaShem, nuestro Dios, que elegiste a Abram, lo sacaste de Ur Casdim,  cambiaste su nombre a «Abraham» y encontraste que su corazón era fiel a Ti” אשר בחרת באברם והוצאתו מאור כשדים… ומצאת את לבבו נאמן לפניך. De acuerdo con este pasuq (Nejemia, 9: 7-8.) Dios primero elige a Abraham, casi arbitrariamente, y luego Abraham se transforma en Su siervo fiel. Irónicamente, y aunque recitamos este pasuq todos los días, este punto de vista es menos conocido (o menos popular). Según esta interpretación, HaShem fue quien inició a Abraham, lo preparó y lo entrenó a través de experiencias de vida muy difíciles (nisiyonot) para convertirse en el patriarca de la nación de Israel .

ADOPTAR UN HIJO

El rabino Jayim Sabato de Yeshiva Bircat Moshe en Maale Adumim (Israel) dice algo muy interesante. El texto que describe el pasado de Abraham Abinu (al final de la Parashá de la semana pasada) es muy breve en detalle. Excepto por un punto circunstancial pero revelador: Harán, el hermano de Abram, muere y su hijo huérfano Lot se convirtió ahora en parte de la familia de Abraham. ¿Qué ocurrió? Abraham adoptó a Lot como su propio hijo. Este supremo acto de bondad, adopción de un huérfano,  fue lo que hizo a Abraham fuera merecedor el llamado divino.

ABRAHAM ELIGIO A DIOS

La cuarta opinión, mi favorita, es la maravillosa respuesta del rabino Yehuda Alter (1847-1905) en su libro Sefat Emet. Allí, dice que “HaShem no buscó ni le habló exclusivamente a Abraham: HaShem anunciaba permanentemente y a muchas personas Su «Lej Leja», el  llamado a dejar la tierra natal atrás e ir a Israel con Él, para tener Su bendición (המאמר ‘לך לך’ שנאמר מהשם יתברך לכל האנשים תמיד). Pero mientras que todos los demás rechazaban el llamado Divino, ignorándolo, Abraham «levantó el teléfono» y respondió afirmativamente al llamado de Dios, y todos los desafíos que este llamado implica. Me encanta esta respuesta por muchas razones. Pero sobre todo por su relevancia. HaShem nos llama permanentemente. Nos presenta una invitación abierta a seguirlo. Su Voz está en Su Libro. Y Su libro está abierto, esperando que atendamos Su mensaje.




Noaj y el miedo a la muerte

¿Qué causó el diluvio universal? ¿Un meteorito? ¿Un evento de cambio climático? La Tora no es un libro común. Es un libro divino. Y como tal, exige una lectura poco convencional. Este tipo de lectura implica, entre otras cosas, leer los silencios del texto, leer entre las líneas y, sobre todo, saber que no hay nada superfluo en una obra Divina.
En el quinto capítulo de Bereshit (Génesis) en la Parashá de la semana pasada, leemos la primera genealogía humana: una lista aparentemente innecesaria de los años que vivió cada uno de los descendientes de Adam, el primer hombre. La Torá menciona nueve generaciones: Adam, Seth, Enosh, Kenan, Mahalalel, Yared, Janoj, Metushelaj y Lemej, el padre de Noé. Todos vivieron una larga vida. El récord de longevidad (hasta ahora …) es el de Metushelaj, que vivió 969 años.
De cualquier manera, la pregunta sigue allí: más allá de satisfacer nuestra curiosidad, ¿qué nos enseña este registro civil de edades pre-diluvianas? ¿Por qué necesitamos tantos detalles sobre la edad de los primeros humanos?
Si observamos con atención, descubriremos algo maravilloso.

¿POR QUE MURIO ADAM?

En el año 930, contando desde la Creación, tuvo lugar un hecho extraordinario. Adam, el primer hombre, finalmente murió. Los hombres, los miles o cientos de miles de descendientes de Adán, ya sabían que se podía “matar” a un ser humano, como sucedió con Abel. Pero ahora, por primera vez, se enfrentaban a la muerte «natural». HaShem ya le había dicho a Adán que no vivirá para siempre. Pero esa advertencia tardó más de nueve siglos en materializarse. Tiempo suficiente para que los humanos se olvidasen de la mortalidad. Adam, Set, Enosh, etc., dada su avanzada edad, fueron vistos como inmortales. La muerte natural de Adam fue un evento sin precedentes y provocó un estado de conmoción y pánico. Lo único que podía aliviar este miedo, el terrible miedo a la muerte, era asumir que la mortalidad solo afectaría a Adam por haber desobedecido a Dios al comer del fruto prohibido.

Pero en 987 (¡tienes que calcular los años tú mismo a partir del texto, porque esta fecha no está explícita en la Torá!) se registra la segunda muerte natural: Janoj muere a la relativamente temprana edad de 365 años … Esta segunda muerte ya no se podía atribuir a la desobediencia. La Tora declara explícitamente que Janoj era un hombre justo, que caminó por el Sendero Divino (Gén. 5:24) … La muerte de Janoj fue un evento devastador. La Torá lo describe con palabras que parecen reflejar la sorpresa y el terror generalizados de los humanos de esa generación, enfrentados a un evento que no entendían muy bien. “Fallecer” de muerte natural era algo tan novedoso que los hombres aún no podían definirlo con palabras convencionales. El texto, por lo tanto, no dice que Janoj «murió», sino que lo dice con la misma inocencia que un niño describe la muerte, «y Janoj ya no está… porque Dios se lo llevó». La tercera muerte natural fue la de Set, el hijo de Adam. Esto sucedió en el año 1042. Ahora la muerte era un hecho confirmado. Y estaba allí para quedarse.

EL FIN DEL MUNDO

La reacción de la humanidad ante la inevitabilidad de la muerte no fue muy positiva… La conciencia de la mortalidad provocó un pánico que reveló lo peor del ser humano. Tal como se ve en esas situaciones de Hollywood en las que los humanos reaccionan con violencia y desesperación al enterarse de la inminente caída de un meteorito que destruirá la tierra… cuando los hombres comprendieron que iban a morir, se dedicaron a satisfacer sus bajos instintos, recurriendo la violencia. Se concentraron en sobrevivir y matar al otro para quitarle too lo que se pueda. Como dijo Yesha’ayahu (22:13), citando describió la filosofía de los hombres materialistas: “Comamos y bebamos [tanto como podamos], ya que mañana [de todos modos] vamos a morir».

Una frase del texto de la Torá revela algo sobre esa nueva condición humana: “Y los hombres poderosos vieron a las mujeres [de otras familias, tribus. etc.] y se las llevaron [por la fuerza] …». Nuestros rabinos agregaron que la generación anterior al diluvio no solo fue culpable de asesinato y violencia sexual, sino también de corrupción, opresión de los débiles y un rechazo total a la ley el orden. En esa situación, HaShem decide dos cosas: 1. Acortar la vida humana. Algo que como veremos sucederá de forma paulatina. Diez generaciones después de Noé, la vida útil alcanza apenas 150 a 200 años, y en las generaciones posteriores continúa disminuyendo. Una vida más corta podría ayudar a la humanidad a tomar una mejor conciencia sobre la mortalidad y la necesidad de vivir una vida con propósito. 2. Dios también trae el diluvio, para hacer una especie de «reinicio» de la civilización humana con Noé y sus hijos.
Ahora entendemos que lo que provocó el diluvio no fue un meteorito ni un cambio climático: fue ese estado de anarquía, caos y corrupción de los hombres que reaccionaban violentamente al descubrimiento de su inevitable mortalidad.

Noaj, el protagonista de nuestra Parasha, nació en el año 1056. Es el primer hombre que nace en un mundo de hombres conscientes de su mortalidad. Al final del diluvio, Noé recibió el primer código de leyes. Siete reglas básicas que condenan el asesinato, el robo, la promiscuidad, etc. y ordenan el establecimiento de tribunales de justicia para evitar la anarquía y la impunidad. Todo esto traerá un nuevo clima de ley y orden.

Pero tendremos que esperar otras diez generaciones a que otro hombre, Abraham Abinu —y sus descendientes— hagan un segundo descubrimiento. 1. Aunque limitada y relativamente corta, la vida es una oportunidad que nos da HaShem para acercarnos a Él por nuestra propia voluntad y esfuerzo. 2. Que no fuimos creados por Dios para explotar al prójimo, sino para ayudarlo. 3. Y finalmente, que la mortalidad afecta el cuerpo del hombre, pero su espíritu Divino, la neshamá, sobrevive a la muerte si se la nutre adecuadamente.




Noaj y las primeras leyes Divinas.

LA GENERACION DEL DILUVIO

Cuando Dios creó al hombre le concedió la neshamá, es decir: su alma, su inteligencia, su capacidad de pensar, y elegir.  Estas facultades con las cuales el Creador dotó al ser humano fueron definidas por el texto Bíblico como “la imagen y semejanza de Dios”.  El hombre, efectivamente, no fue creado al igual que otros seres vivos que habitan el planeta.  El ser humano fue concebido como un ser sobrenatural, con la posibilidad de elegir entre el bien y el mal: o seguir los dictamines del Creador o los deseos insaciables de su terrenalidad.

Diez generaciones después de ser creado, el hombre, colectivamente,  eligió el camino del mal. La humanidad comenzó a declinar. La Torá nos cuenta que en esa generación la corrupción y la violación se habían «normalizado» . Los más fuertes abusaban de los más débiles (Génesis 6). Y la ley que imperaba era la ley de la selva: la supervivencia del más fuerte. El hombre se degradó, sacrificó su imagen Divina y se transformó en un animal dedicado a satisfacer sus instintos naturales. A esta generación se la conoce como Dor haMabbul, la generación (corrupta) que mereció ser borrada de la faz de la tierra con el Diluvio.  

Pero el diluvio no sería el final de la humanidad. Un hombre llamado Noaj (Noé) resultó ser la excepción a la regla. Noaj era un individuo que en relación con el resto del mundo (o a pesar de la corrupción generalizada, según otra opinión)  se comportaba con integridad, y vivía consciente de la existencia de Dios, algo que ya había pasado de moda para el resto de los hombres. 

Dios salva a Noaj para darle otra oportunidad a la humanidad.  Noaj construye el arca y él, su esposa, sus tres hijos y sus esposas –un total de 8 personas–  sobreviven el devastador diluvio.

LA PRIMERA LEY

Al descender del arca, Noaj construye un altar y ofrece sacrificios a Dios en una claro gesto de gratitud por haberle salvado la vida.    Dios bendice a Noaj, le insta a reproducirse y repoblar la tierra, y le presenta un código que contiene dos leyes.  La primera ley tiene que ver con los animales. Dios autoriza a Noaj y a sus hijos a comer carne animal (Génesis 9:3). Lo cual hasta ese entonces no estaba permitido, ya que la dieta que Dios indicó a los primeros humanos, Adam y Eva consistía únicamente de plantas: semillas, vegetales y frutas.  Ahora Dios le permite a Noaj y a sus descendientes disponer de la vida de los animales. Sin embargo, el Creador establece un prerrequisito que deberá ser cumplido antes de consumir carne animal: no se puede mutilar a un animal vivo para consumir su carne, como hacen los depredadores carnívoros con sus presas. El hombre, antes de consumir la carne de un animal, debe sacrificarlo.

LA SEGUNDA LEY

La segunda ley que Dios le ordena a Noaj también tiene que ver con el acto de matar: el asesinato; matar a un ser humano. Esta ley está formulada de una forma muy básica y elemental. En lugar de “No Matarás” como dice en los 10 Mandamientos esta ley determina que el asesinato será castigado con la pena capital: “Si un hombre derrama la sangre de otro hombre, su sangre será derramada, porque el ser humano ha sido creado a imagen de Dios» (Genesis 9:6).   Esta ley llega en una gran medida para evitar que se repita el estado de corrupción generalizada que la Torá denunció en Génesis 6, cuando explicó que los hombres poderosos (bené elohim) abusaban de los mas débiles (bene adam). Aquí Dios le recuerda a la humanidad que, más allá de posiciones o posesiones, todo ser humano merece ser tratado con respeto por haber sido creado a imagen y semejanza de Dios.

EL PACTO ENTRE  DIOS y NOAJ

En los próximos versículos (Génesis 9:8  a 9:17) Dios establece un pacto con Noaj y sus hijos.  Por un lado, los seres humanos respetarán la vida de otros seres humanos y el derecho de un animal a una muerte digna, con un minimo sufrimiento.  El Creador, por su parte , se compromete voluntariamente a no traer un diluvio, u otro cataclismo universal que destruya a la humanidad. El arco iris será el recordatorio que la lluvia se detendrá y Dios no borrará a la humanidad de la faz de la tierra.  

Para resumir: la fórmula Divina para evitar nuevamente la corrupción de la humanidad, y su destrucción, es el establecimiento de la ley y el orden.  Estas dos leyes básicas que recién mencionamos son el principio de lo que se conoce como las Siete Leyes de Noaj.     

Aclaremos que de acuerdo a la tradición judía Dios ya le había ordenado a Adam, el primer hombre, seis leyes básicas: la prohibición del asesinato, la prohibición de la idolatra, de la blasfemia, del robo y del incesto, y la obligación de establecer un mecanismo de justicia.

En los tiempos de Noaj Dios: 1. Las estableció como un pacto con la humanidad. 2. Determinó la pena de muerte por el asesinato. 3. Agregó la ley que prohibe el consumo de un animal mutilado.    

Las Siete Leyes de los hijos de Noaj constituyen el primer código Bíblico de Ley Divina, que Dios concibió para toda la humanidad. 




BERESHIT: La verdadera humildad

La Parashá de la semana pasada, Bereshit, relata entre otras cosas, la creación del mundo, la creación de la vida y la creación del hombre. Es en este último acto de creación que surge una pregunta sobre la expresión que la Torá usa para describir el propósito Divino. El pasuq (versículo) en Bereshit (Génesis) 1:26 dice: «Y dijo Dios, hagamos un hombre….». Y la obvia pregunta es: ¿por qué el plural «hagamos»? ¿A quién le estaba hablando Di-s cuando dijo «hagamos»? A simple vista resulta incomprensible que en el mismo libro donde se dice «Escucha Israel, el Eterno nuestro Dios es UNO» también diga «hagamos», como si jas veshalom, hubiera más que UN solo Di-s.
Los Sabios del Talmud (jazal) ofrecieron varias respuestas a este enigma. Yo conozco 4 explicaciones, que por cierto son complementarias unas de otras. Hoy voy a presentar 2 de ellas. 
1. PLURAL MAJESTUOSO: 
La explicación más simple (peshat) es que este plural no cumple la función regular del plural. Es una forma especial del discurso, Divino o humano, que se llama plural majestuoso o mayestático. Y significa que a veces el pronombre personal de primera persona singular (Yo) se emplea en plural (Nosotros o Nos)en vez del singular para expresar formalidad, autoridad, etc.  Un presidente puede decir: «»Estamos muy orgullosos de la actitud de nuestro pueblo…». Un Rey en la edad media iniciaba, o firmaba, sus documentos diciendo: «Nosotros, Carlos,…».  . Tenemos varios casos similares en la Torá, como por ejemplo, adoné yosef (al amo de Yosef, cuando este era esclavo en Egipto, se lo llama en plural: Los amos de Yosef).  Esta es la primera explicación de «hagamos». 
2. ¿QUE ES HUMILDAD? 
El Midrash interpreta este plural de una forma distinta. Los Sabios dijeron que el Creador, antes de crear al hombre, buscó el consentimiento de los ángeles.   En realidad, implica este Midrash, HaShem no necesitaba la anuencia de los ángeles para proceder con su plan de Creación.  ¿Por qué entonces participar a otros ser, inferiores a Di-s, del plan de la Creación del hombre? 
La humildad, en muchas religiones y culturas, se entiende como el respeto que el inferior le debe a su superior.  La humildad, así entendida, es el respeto que el siervo le debe al patrón, el empleado a su empleador, el feligrés al clérigo, etc.  Comportarse con humildad es casi sinónimo de ciega obediencia, humillarse, desaparecer, ante aquel que está por encima de uno. La Torá, dicen nuestros Sabios, nos enseña que la humildad no es la obligación del que ya es humilde. La humildad es la obligación de aquel que está más arriba, de aquel que ejerce el poder, o tiene más autoridad. El Todopoderoso se aconsejó con los ángeles, los hizo partícipes de Su decisión, para enseñarnos que la humildad es el respeto que el «superior» le debe al «inferior», que el patrón debe tener hacia sus empleados. Para indicarnos que, si alguna vez estamos en una posición de autoridad y pensamos que ya no necesitamos del consejo de nadie, nos acordemos que HaShem participó de su decisión a los ángeles, aunque podía no haberlo hecho. Aunque no necesitaba de su consejo, anuencia u opinión. La Torá nos enseñó con una simple palabrita en plural, que ser humilde significa, en primer lugar, respetar a los que están bajo nuestro comando. En el judaísmo, cuando más alto es el poder o la posición que ostentamos, mayor es nuestra obligación de comportarnos con humildad.