BEJUQOTAI: La importancia del Corredor Filadelfia

En la Parashá de esta semana, Bejuqotai,  leemos las bendiciones que Dios le promete al pueblo de Israel: ”Si se condicen por Mis leyes.. les enviaré la lluvia en su tiempo y y la tierra y los árboles del campo darán sus frutos y ustedes probaron vivir  [en paz y] con seguridad en vuestra tierra”. Para que esto suceda y podamos sentirnos seguros en Israel , Dios prometió que estará con nosotros cuando luchamos contra el enemigo:  … cinco de ustedes perseguirán a cien [del enemigo] y cien de ustedes perseguirán a diez mil. HaShem estará de nuestro lado y superaremos  a los enemigos que son mas numerosos que nosotros y por fin legaremos a nuestro mayor deseo: traer la paz y la seguridad sobre la tierra de Israel.

Creo que nunca en el pasado esta Parsahá fue más relevante que el día de hoy.

El 7 de octubre hemos experimentado una vez más el terrible e incansable odio de Amaleq. Y el Estado de Israel ha entrado en una guerra única que seguir todos los expertos “nunca podria ganar”. Nadie imaginó que Israel entraría en Gaza y podria conquistarla una vez más para evitar que esa masacre se volvería a repetir.  Pero ahora, el día de ayer, Israel ha obtenido un triunfo militar inesperado. Logrado, sin duda, con la increíble bravura de nuestros valientes soldados, con la inquebrantable voluntad del primer ministro Netanyahu y con la Intervención Divina que menciona nuestra Parashá.

¿Qué es lo que ha logrado Israel? Rodear la franja de Gaza por todos sus fronteras. En el norte y en el este, la franja de Gaza limita con Israel. El ejercito de Israel ya ha conquistado todo ese perímetro, ha establecido una franja de seguridad y ha dividido Gaza en dos: el norte, con mucha más presencia del ejército de Israel y total acceso militar, y el sur, donde residen la mayoría de los habitantes de Gaza, refugiados , civiles, etc. . Por el lado oeste, el mediterráneo , Israel tiene bajo control toda la frontera marítima.  Y hace unos días, a pesar de la impresionante y sin precedentes presión internacional para que Israel no avance sobre Rafiaj (Rafa), Israel está ahora dentro de este ciudad terrorista que tiene un valor estratégico fundamental.  Lo resumo: en primer lugar, la ciudad de Rafiaj es el último bastión de las guerrillas de Hamás. Quedan allí 4 de las 24 brigadas terroristas, que esperemos pronto sean eliminadas. En segundo lugar, se sospecha que muchos de los israelíes secuestrados se encuentran en algunos de los túneles de Rafiaj. Y los mas importante es que Rafiaj es la ciudad fronteriza y el paso de mercaderías y gente entre Gaza y Egipto. La frontera tiene un corredor llamado en hebreo TZIR FILADELFI, que se extiende por 14 kilómetros desde la frontera con Israel hasta el mar Mediterráneo. En ese corredor hay decenas de túneles, se sospecha que la mayoría salen desde Rafiaj. Por estos enormes túneles pueden pasar personas, motocicletas y hasta autos. Y desde que Israel salió de Gaza ha sido utilizado para traficar drogas, terroristas, y especialmente armamentos para que Hamas siga con sus ataque a Israel. Ahora que finalmente Israel está en control del Corredor Filadelfi, mas de un 70% del mismo,  el ejército finalmente puede ubicar esos túneles y destruirlos.  Y una vez que esto suceda, la organización terrorista HAMAS no tendrá cómo proveerse de armamentos. Es decir, se le acabará el oxígeno para seguir con sus operaciones terroristas. Por eso es que la operación de Rafiaj-Filadelfi  es tan importante y por eso, para prevenir la viaria de Israel, hubo tanta presión para pararla.

La conquista de Rafiaj-Filadelfi acerca a Israel a los tres objetivos que declaró como finalidad de esta guerra: 1.  Desmantelar a la organización terroristas Hamas. 2. Hacer lo posible para identificar y liberar a los prisioneros y 3. Como dijo Netanyahu y como dice nuestra Parasha (26:6) “Y traeré la paz a la tierra [de Israel] y ustedes podrán irse a dormir sin temor [a ser atacados durante la noche]”




BEJUQOTAY: ¿Cómo evolucionó la opinión del Rabino Teichtal sobre el Sionismo?

El Rab Yssajar Shlomo Teichtal nació en Hungría en 1885 en el seno de una familia de rabinos y líderes jasídicos muy reconocidos. A los 13 años, comenzó sus estudios rabínicos. A los 15, se trasladó a Polonia, donde estudió con el Rab Shalom Unger. Regresó a Hungría y, a la temprana edad de 21 años, recibió la ordenación rabínica. En 1921, se convirtió en el Rabino Principal de Pishtian, Checoslovaquia, donde estableció su propia academia rabínica (Yeshibá).

LA INVASIÓN NAZI

Checoslovaquia fue invadida por los nazis en 1938. El Rabino Teichtal, junto con 10 miembros de su familia, se escondieron en un Bet Midrash (casa de estudio de Torá) y fueron testigos de las atrocidades cometidas por los nazis y las deportaciones masivas a los campos de concentración. En 1942, él y su familia lograron escapar a Hungría y se establecieron precariamente en Budapest, donde permanecieron durante casi dos años. En 1944, cuando Hungría fue invadida por los nazis, fueron capturados y transportados a Auschwitz. En enero de 1945, los prisioneros de Auschwitz fueron llevados en tren a Mauthausen. El Rabino Teichtal fue asesinado por un grupo de ucranianos que estaban en ese tren cuando intentó defender a un judío al que le querían robar su pan.

SUS IDEAS

Al igual que la mayoría de los rabinos jasídicos europeos de su época, el Rabino Teichtal se oponía al sionismo, el movimiento judío que buscaba establecer un Estado judío independiente en Israel,  y se pronunció explícitamente en contra de la emigración sionista a «Palestina». En 1936, por ejemplo, escribió que «el movimiento sionista estaba profanando la tierra santa».

Su oposición al sionismo se basaba en dos puntos fundamentales:

  1. El nuevo Estado judío no debería ser fruto del esfuerzo humano, sino exclusivamente de la «Intervención Divina», que formaría parte de la redención mesiánica.
  2. Los líderes del movimiento sionista y la mayoría de los judíos que se establecían en Israel y construían el nuevo Estado no eran observantes, sino judíos seculares.

EL MÉRITO DE LA TIERRA

Sin embargo, durante el tiempo que estuvo escondido en Checoslovaquia y durante los años de reclusión en Hungría, el Rab Teichtal cambió radicalmente su forma de pensar. En esos años de reclusión, escribió sus reflexiones en un libro llamado «Em Habanim Semejá», que refleja su nueva visión.

El versículo bíblico que inspiró su nueva forma de ver los esfuerzos del movimiento sionista se encuentra en la Parashá de esta semana, Behar-Bejuqotay, particularmente el siguiente versículo clave: 

«Entonces recordaré mi pacto con Jacob, Isaac y Abraham, y también recordaré la tierra. “   (Vayiqra 26:42).

En este texto, la Torá dice que cuando los judíos sean perseguidos por su numerosos enemigos en el exilio, HaShem finalmente recordará el pacto que hizo con nuestros ancestros y rescatará a Su Pueblo de las manos de sus enemigos. La persecución que describe la Torá en ese texto es tan aterradora que el Rabino Teichtal pudo relacionarla con las atrocidades que los judíos experimentaban en el Holocausto. Esto lo llevó a preguntarse por qué Dios no recordó Su pacto y por qué no rescató a Su pueblo de la Shoah.

Sus reflexiones sobre este versículo lo hicieron pensar y darse cuenta del gravísimo error que había cometido al haberse opuesto sionismo. 

El rabino observó dos elementos inusuales en este versículo.

Primero, que nuestros ancestros generalmente se mencionan en orden cronológico: Abraham, Isaac y Jacob. Pero en este versículo, por alguna razón, se mencionan en orden inverso.

Segundo, este versículo menciona al final a la Tierra de Israel.

¿Por qué?

DE MENOR A MAYOR  

Basándose en el comentario de Rashi, el Rabino Teichtal escribió que para que Dios nos escuche y nos libere de nuestros enemigos, quizás el mérito de Jacob, el más joven de los patriarcas, sea suficiente. Sin embargo, si ese mérito no fuera suficiente, entonces Dios recordaría el mérito de Isaac, que es mayor que el de Jacob. Y finalmente, si el mérito del patriarca Isaac no fuera suficiente, Dios recordaría el mérito más grande, el de Abraham Abinu. Pero ¿qué sucede si, debido a la gravedad de nuestras malas acciones, como la asimilación y el abandono de nuestro Pacto con Dios, el mérito de nuestros patriarcas tampoco fuese suficiente? 

El Rab comprendió finalmente el mensaje de este versículo: el último mérito, ¡el mayor! es el de regresar a la Tierra de Israel, tal como pretende el movimiento sionista. Los judíos deben dejar Europa y regresar a Dios regresando a Su Tierra. 

SU NUEVA VISIÓN

El Rabi Teichtal concluyó que los esfuerzos de los pioneros sionistas que habían llegado desde fines del siglo 19 a la tierra prometida para construir un nuevo estado era absolutamente significativo en términos religiosos. El movimiento sionista,  comprendió ahora el Rab, es una emprendimiento básicamente sagrado y religioso, aunque los judíos seculares que lo lideran, debido a su falta de acceso a una educación judía adecuada, no llevaban una vida observante. Sin saberlo o sin darse cuenta, esta judíos eran parte de un Plan Divino. Luchar para regresar específicamente a la tierra de nuestros ancestros —y no a lugares como Uganda o Entre Ríos — era la forma de”Teshubá» (retorno) de estos judíos: el sionismo era su regreso a Dios. ¿Por qué deberíamos quitarles este mérito? El sionismo es la realización de una visión profética y profundamente religiosa, que comenzó CINCUENTA AÑOS antes de que ocurriera el Holocausto. 

Y finalmente , la confesión más dolorosa del Rab Teichtal: 

¿Cuántos judíos que fueron asesinados en Europa podrían haberse salvados si hubieran regresado a la tierra de Israel antes de que comenzara el Holocausto?

SU NUEVO PLAN 

En primer lugar, los rabinos y lideres religiosos debemos hacer todo lo posible para inspirar el despertar de la tradición y la observancia judía (Keruv) entre los pioneros sionistas seculares, eso que que sido justa excusa para no apoyar el sionismo, debe trasformarse en NUESTRA MISION. Y en segundo lugar, debemos hacer todo lo posible para que los judíos observantes se sumen al esfuerzo sionista y regrese a Israel. Si eso sucede, su presencia inspirará a los judíos seculares y el pueblo judío se salvará tanto física como espiritualmente, al vivir en nuestra tierra, y ayudar a que gradualmente todos nuestros hermanos judíos regresen al camino de nuestra Torá.

Para más información sobre el rab Teichtal y sus ideas ver este articulo de la Yeshivat  Hesder Holon, Israel (hebreo)




BEHAR: Las universidades de Colombia y el año sabático

En la primera Perashá de esta semana, Behar, encontramos una Mitsvá muy interesante: Shemitá. Esto significa que los campos de cultivo en la tierra de Israel deben reposar durante el séptimo año. En el séptimo año no se ara la tierra. No se siembra ni se cosecha. La razón de esta Mitsvá fue explicada de diferentes maneras. Lo primero que viene a la mente es que dejar reposar la tierra por un año contribuye a la conservación del suelo y le permite mejorar su fertilidad  (esto fue discutido  por Maimónides en Moré Nebujim 3:39).

CRECIMIENTO

Creo que la mejor manera de comprender la Mitsvá de la Shemitá, es comparándola con el Shabbat. En Shabbat también debemos “reposar”  y uno de los beneficios del reposo es que nos permite renovar nuestras fuerzas físicas para trabajar mejor durante la próxima semana.

Sin embargo, el sentido del Shabbat va mucho más allá del descanso material. El reposo físico no es el propósito del Shabbat, sino una consecuencia incidental (y ni siquiera absolutamente necesaria, ya que si por ejemplo, vivo en el piso 12 de un edificio tengo que subir y bajar por las escaleras cada vez que llego o salgo de mi casa, lo cual no colabora mucho con mi descanso físico…).

El sentido del Shabbat y de la Shemitá, de acuerdo al Rab Abraham Kook, debe ser buscado en el efecto «mental» que deja en el trabajador, y no en el efecto de esta Mitsvá en el suelo o  en el cuerpo.  Una vez cada 7 años (o días, en el caso de sahbbat) el trabajador judío deja de arar y cosechar para dedicarse a otra actividad completamente diferente. En Shabbat dejamos nuestras ocupaciones mundanas y nos dedicamos a rezar, escuchar la Torá y estudiarla junto a nuestra familia y nuestra congregación. En Yerushalayim, por ejemplo, el año de Shemitá coincidía con la Mitsvá de Haqhel, donde todo el pueblo se congregaba para escuchar y estudiar la Torá de boca de los reyes de Israel, de los Cohanim, etc.

En este sentido la Shemitá y el Shabbat nos presentan un escenario idéntico: en Shabbat dejamos de trabajar y de “crecer económicamente”,  no para dedicarnos al descanso físico, sino al desarrollo de nuestra vida espiritual: crecer en el conocimiento de la Torá y en nuestro acercamiento a HaShem.  En el año de Shemitá dejamos de dedicarnos al crecimiento de las plantas y los frutos para dedicarnos a nuestro propio crecimiento.

EL MUNDO ACADÉMICO DESCUBRE LA SHEMITA

Este concepto de crecimiento y renovación intelectual es reconocido hoy en día en el mundo entero. Las universidades más importantes del planeta le conceden a sus profesores “un año sabático”, un año de “descanso“ cada siete años de trabajo. La universidad le paga al profesor su salario completo para que  se dedique por doce meses a estudiar, investigar y escribir más. Y sin la carga del trabajo de enseñanza, el catedrático puede renovar exponencialmente su conocimiento, crecer intelectualmente y luego así volcar toda su nueva riqueza intelectual en sus estudiantes.

El año sabático académico es quizás la mejor ilustración de la naturaleza y los beneficios del Shabbat y del año de la Shemitá.  Presento   AQUI artículo FENOMENAL que me envió hace unos años un lector de Halajá of the Day desde Bogota, Colombia. El sugestivo título dice:   “El año sabático no tiene nada que ver con descansar». Las universidades colombianas ven en esta estrategia [es decir, pagar un año de salario sin que los profesores trabajen] la oportunidad ideal para mejorar la calidad de la educación de sus profesores y aumentar el número de artículos, investigaciones y libros académicos [que producen].”

EMUNA

Hay un elemento más, muy profundo, que tienen en común el Shabbat y el año de Shemitá: La Emuná, nuestra fe, de que nuestro sustento viene de HaShem.

Comencemos por Shabbat. Todos sabemos del malicioso prejuicio antisemita que acusa a los judíos de ser avaros o coidicosos con el dinero. En realidad, la mejor forma de desenmascarar esta falsa acusación es comprendiendo lo que es el Shabbat: Cuando un judío observa el Shabbat ¡está sacrificando significativamente sus ingresos!. Cuántas veces escuché que para los comercios minoristas por ejemplo, “los sábados” , “representan el día de mayor ingresos“. Para un judío, como vemos, el beneficio económico queda en un plano secundario.

En el año de Shemitá ocurre algo parecido pero a mayor escala y prácticamente milagroso.   La Torá le garantiza al Yehudí que observa la Shemitá que nada le faltará. Así dice en Vaiqrá, capitulo 25: “(20)Y si acaso te preguntaras: “¿Qué comeremos en el séptimo año si no plantamos ni cosechamos nuestros productos [durante ese año]?”. (21) [Por eso, deberás saber que] en el sexto año Yo les enviaré una bendición tan grande que la tierra producirá [lo suficiente] para tres años. (22) Cuando ustedes siembren durante el octavo año, todavía estarán comiendo de la cosecha anterior [del sexto año], y continuarán comiendo de ella hasta la cosecha del año siguiente.”

Cuando la tierra reposa durante el séptimo año, hay que trabajarla durante el octavo año para comenzar a tener frutos recién al final del octavo año . El productor judío debe «confiar» que la producción agrícola del sexto año, alcanzará para el sexto, para el séptimo, y para el octavo año.

La observancia del Shabbat y la observancia de la Shemitá se trasforman así en un testimonio de nuestra Emuná: cuando observamos el “reposo sabático” testificamos con nuestras acciones (con nuestro reposo y con nuestro sacrificio económico) la convicción que HaShem, el Creador del Mundo, es el responsable final por nuestro sustento.

SHABBAT SHALOM




TSAV: No a la hipocresía religiosa

נפש כי תחטא ומעלה מעל בה’ וכחש בעמיתו בפקדון או בתשומת יד או בגזל או עשק את עמיתו
והיה כי יחטא ואשם והשיב את הגזלה אשר גזל או את העשק אשר עשק או את

Y habló HaShem a Moisés y le dijo: «Cuando alguien peque y cometa una falta engañando a su prójimo por robo o por extorsión, devolverá lo que tomó al robar, o lo que obtuvo mediante extorsión, y recién entonces traerá al sacerdote su ofrenda de expiación para HaShem.

Levítico 5: 22-25

SACRIFICIO Y ARREPENTIMIENTO

La Parashá de la semana pasada y la de esta describen los qorbanot, los sacrificios y ofrendas que se ofrecían en el Mishkan o Tabernáculo, y que tenían varias funciones. Algunos eran parte del servicio diario en el Templo de Jerusalem. Otros se ofrecían durante las festividades, y algunos qorbanot eran ofrendas individuales, para agradecer a Dios o también como expiación de alguna transgresión cometida. Veamos un ejemplo de esta última categoría. La Torá describe el asham guezelot, un sacrificio que se traía cuando alguien robaba y luego se arrepentía y confesaba su falta. El sacrificio era, en este caso, el último paso de su expiación, la forma en que su falta quedaba finalmente cancelada. Hay dos puntos muy importantes sobre este qorbán que nos enseñan acerca de la altura moral del pueblo judío y de nuestra Torá.

UN BILLETE DE 100

En primer lugar, la Torá describe varias formas de robo. Además de mencionar el hurto directo, la Torá menciona, por ejemplo, el caso de alguien que encuentra algo que no le pertenece, un objeto que no se puede identificar a quién pertenece, como una moneda o un billete que uno encuentra en la calle: no hay forma de saber de quién es porque los billetes no tienen nombres, direcciones ni signos identificatorios que puedan ser usados para encontrar a su dueño. Pero hay objetos que uno sí puede identificar a quién pertenecen: por ejemplo, una billetera. Si encuentro una billetera, un celular o cualquier objeto identificable, y en lugar de procurar encontrarlo y devolverlo a su dueño me lo quedo para mí, la Torá lo considera como «robo».

LA BICICLETA

Un segundo ejemplo es osheq, oprimir a una persona económicamente. Hay un caso muy específico que la Guemará reporta como el ejemplo más común de este tipo de opresión. Los Sabios lo describen con las palabras hebreas «LEJ VASHOB, LEJ VASHOB», que significa, «vete (ahora) y regresa (mañana)». Esto ocurre, por ejemplo, cuando yo le debo dinero a una persona, esa persona viene a cobrar su dinero y yo, aunque tengo el dinero para pagarle, le digo: «vete y regresa otro día». Este acto (recuerdo que en Argentina a esta se lo llama  «bicicletear») también requería un sacrificio expiatorio porque está clasificado por la Torá como «robo», ya que me quedé con un dinero que no me pertenece, aunque sea temporalmente, y le «robé» tiempo a mi acreedor.

¿CÓMO NO «USAR» LA RELIGIÓN?

La Torá también aclara que el qorbán o sacrificio debía ser ofrecido solamente después de haber restituido lo que uno robó. De esta manera, la Torá afirma que el qorbán, un acto religioso, no puede reemplazar la restitución, un acto de justicia. Tal como ocurre en Yom Kippur, no puedo pretender que Dios perdone mis faltas hacia el prójimo a menos que yo primero obtenga el perdón del prójimo. En este caso, debo saldar las cuentas con la víctima de mi delito y recién después tengo derecho a buscar mi expiación religiosa. El Midrash Tanjumá dice que esta idea está formulada de manera explícita en las palabras de David haMélej, en Tehilim, Salmo 24. Allí, el rey de Israel se pregunta: מי יעלה בהר ה’ ¿Quién merece subir al monte de HaShem, y pararse en el lugar de Su santuario? Y la respuesta inmediata es נקי כפיים «Aquel cuyas manos están limpias» de robo o hurto, agrega el Midrash (Tanjumá, Parashá 1). Dios no acepta los sacrificios que vienen de los corruptos, que no se arrepienten ni tratan de hacerse cargo de sus errores o transgresiones. El sacrificio no es un soborno a HaShem. Es inaceptable y ofensivo que alguien traiga un sacrificio a Dios y pretenda el perdón Divino sin que antes obtenga el perdón humano y haya pagado por lo que robó. Nuestra Parashá, Tehilim y el Midrash apuntan a un mismo mensaje: «NO» a la hipocresía religiosa, que no era poco común en otros pueblos y religiones.




PEQUDE: Ser honrado y parecer honrado

ואת האלף ושבע המאות וחמישה ושבעים עשָה ווים לעמודים

En la Parashá de esta semana , Vayaqhel-Pequdé, seguimos leyendo acerca de la construcción del Mishkán, el Tabernáculo o Templo móvil que el pueblo de Israel erigió en el desierto. La construcción del Mishkán fue precedida por la recaudación de elementos de valor que fueron donados generosa y espontáneamente por los Yehudim. Las donaciones consistieron en telas, pieles, maderas, piedras y metales preciosos como bronce, plata y oro, entre otros. Lo que el pueblo donó no solo alcanzó para construir el Mishkán, sino que también, como el pasuk lo dice explícitamente, sobró. Moshé era, naturalmente, el administrador general de todos estos fondos. Y aunque se trataba del «más humilde de todos los hombres» y el único ser humano que «habló con Dios», algunas personas de esa difícil generación del desierto cuestionaron la integridad de Moshé y sugirieron que Moshé pudo haberse quedado con fondos públicos. Cuando Moshé escuchó estos infundados rumores, dijo, de acuerdo con el Midrash: «Cuando termine la construcción del Mishkán, daré cuenta exacta de todo lo que se colectó y de todo lo que se gastó». Y así es como comienza nuestra Parashá: «ele fequdé hamishkan...» que quiere decir: «Este es el reporte de [todo lo que se utilizó en] el Mishkán». El registro de Moshé fue muy detallado y minucioso. En un pasuk que representa el preciso detalle de este reporte: «Y con las 1775 piezas de plata hizo los clavos de las columnas», estos eran los clavos o ganchos que sostenían las cortinas del Mishkán.

Lo que ocurrió con Moshé fue muy doloroso. En realidad, era la primera vez que se recaudaban y se administraban fondos públicos en la historia del pueblo judío. Pero este lamentable episodio sirvió, desde entonces, como una inspiración para los líderes judíos: no solo se debe proceder con integridad, también hay que hacer todo lo posible para evitar que se despierten sospechas sobre la honestidad de quienes manejan o tienen acceso a fondos públicos.

En las palabras de nuestros Sabios: והייתם נקיים מה’ ומישראל «Uno debe ser honesto [procediendo con rectitud] a los ojos de Dios, y también a los ojos de Israel [evitando así que los demás sospechen de su integridad]». La Guemará trae varios ejemplos de esta transparencia  que caracteriza a aquellos que manejan fondos públicos.

La familia Garmú estaba encargada de preparar el lejem hapanim en el Bet haMiqdash. Este pan, compuesto por 12 hogazas grandes que se colocaban en una mesa especial, debía ser preparado con harina blanca y extra fina. Existía una fórmula «secreta», ya que debía permanecer fresco por una semana y algunos afirmaban que no podía llevar levadura. Esta receta era cuidadosamente guardada por una sola familia: los Garmú, quienes la transmitían para la preparación del pan de generación en generación. Sin embargo, la familia Garmú tenía una costumbre que también había sido transmitida de generación en generación: en sus casas nunca consumían pan con harina fina. El pan de los Garmú estaba elaborado con harina gruesa, o lo que hoy conocemos como «integral», la cual en ese entonces era considerada como harina de pobres o de segunda categoría. Hacían esto para evitar que alguien sospechara que ellos utilizaban la harina del «lejem hapanim» para su consumo privado.

Por otro lado, había otra familia muy importante en Yerushalayim: los Abtinás, quienes estaban encargados de preparar el quetoret, es decir, el incienso que se usaba en el Bet haMiqdash y que se preparaba con especias y resinas sumamente valiosas. Ellos también tenían una fórmula secreta para preparar el quetoret. Aunque conocemos todos los ingredientes y cantidades utilizados para su elaboración, había una misteriosa plantita llamada «ma’ale ‘ashán» y unas hojitas de esta planta hacían que el humo del quetoret subiera verticalmente, lo cual era requerido ritualmente, en vez de expandirse. Solamente esta familia sabía identificar la planta que producía este efecto sobre el quetoret. Además, solo ellos conocían la fórmula para mezclar las 11 especies utilizadas para el quetoret. Los Abtinás tenían una buena costumbre: las mujeres de la familia nunca se perfumaban. Los perfumes, ya sean caseros o comerciales, se producían con los mismos elementos utilizados para la preparación del quetoret, y querían evitar que alguien pensara que habían usado los restos de las especies del quetoret para hacer sus propios perfumes. Cuando una novia se comprometía con algún miembro de la familia Abtinás, la hacían prometer que nunca usaría perfumes, para evitar cualquier sospecha de que utilizaban estos elementos públicos para su uso personal.




El uso de celulares en Shabbat

La adicción a los dispositivos electrónicos es una preocupación creciente en nuestra sociedad. Porque nunca nos separamos de ellos. Cuando terminamos nuestro trabajo y volvemos a casa para relajarnos, seguimos conectados a nuestras computadores, cables, y Wi-Fi. Los teléfonos celulares son particularmente problemáticos, especialmente para los niños y adolescentes. Los maestros no saben qué hacer para controlar su uso. Muchos padres ya se han rendido, y un día se dan cuanta que sus pequeños hijos prefieran tener un iPhone en sus manos que darle la mano a su padres. El síndrome de «ansiedad por separación» que en el pasado reciente se refería al miedo de separarse de los padres, se ha convertido hoy en el pánico que sienten los adolescentes cuando no tienen sus teléfonos celulares a su alcance.

Poder desconectarse de esta adicción es hoy más importante que nunca. Pero parece que nadie sabe cómo hacerlo, excepto por el pueblo judío.En la primera parte de esta Parashá, la Torá nos habla sobre el “descanso sabático”. El Shabbat es un regalo Divino cuya relevancia no es moderna:  es eterna. Milagrosamente, no tengo otra manera de explicarlo, el significado del Shabbat siempre se fue transformando, se fue adaptando, a lo que más necesitamos en esos momentos. En los tiempos de esclavitud, cuando salimos de Egipto, el Shabbat nos ayudaba a sentirnos libres y experimentar el descanso que por generaciones no tuvimos.   En tiempos difíciles, en el exilio, el reposo sabático fue un refugio emocional, un espacio familiar, una identidad comunitaria, una isla de paz. En tiempos de pobreza, la mesa de Shabbat con sus “dos” panes obligatorios nos ayudó a recuperar el sentido de la dignidad.

En los tiempos modernos, el Shabbat una vez más revela su mágica relevancia. Al punto que a mí me hace pensar que el Shabbat NUNCA fue más necesario que en 2023. Durante un poco más de 24 horas, desde el viernes por la tarde hasta el sábado por la noche, se suspende todo contacto con el mundo electrónico. En Shabbat, re-aprendemos a disfrutar de los verdaderos placeres del mundo real. Nos sentamos a conversar, ¡no a chatear! con nuestras queridas familias. No escuchamos música digital: cantamos junto a nuestros hijos. Hablamos de Torá sin la intervención de Alexa o Siri: nuestros hijos no escuchan un podcast, sino palabras que salen desde pulmones humanos y cuerdas vocales.

Las imágenes de nuestra familia alrededor de la mesa de Shabbat, no van a ser compartidas en chat de la familia ni van a terminar en una nube virtual: serán almacenadas en el corazón de nuestros hijos y crearán las memorias que se convertirán en identidad. Y en sentimientos que unirán padres e hijos por generaciones. El Shabbat nos invita a practicar la desconexión con el mundo virtual para construir una familia real. Nunca fue tan necesario.

SHABBAT SHALO




VAYAQHEL: De la prohibición de encender un fuego al uso del celular en Shabbat

לא תבערו אש בכל מושבותיכם ביום השבת
 
¿QUÉ NO SE PUEDE HACER EN SHABBAT?
Hay 39 categorías de actividades prohibidas en Shabbat. Estas actividades son llamadas en hebreo melajot o en singular melajá . Las melajot no son necesariamente trabajos lucrativos o actividades que requieren un esfuerzo físico, como popularmente se cree. Las melajot son en realidad tareas o actividades materiales o físicas que incluyen un esfuerzo mental o creativo (מלאכת מחשבת). Y curiosamente, muchas de estas son realizadas por hombres mujeres y niños, en sus residencias, luego del trabajo diario: por ejemplo, cocinar, coser, escribir, pintar, etc.
Una de las 39 melajot, tal vez la más conocida, está mencionada en la Perashá de esta semana (Shemot 35:3):
“No encenderéis ningun fuego, en todas tus residencias, en el día de Shabbat”.
Lo que tiene de especial esta tarea o melajá es que fue mencionada  explícitamente  en la Torá, mientras que todas las demas melajot se deducen directa o indirectamente de las actividades realizadas para la construcción del Mishkán, el Templo o Tabernáculo que se construyó en el desierto: para construir el Tabernáculo 
Cada una de estas melajot se considera una “categoría” de actividad (אבות). Pero en Shabbat también se prohiben los derivados o extensiones de cada una de estas categorías. Es decir que las melajot no se limitan a una tarea específica, sino que incluyen otras actividades similares en su esencia a dicha categoría .
 
ESCRIBIR y sus EXTENSIONES
Vamos a dar un ejemplo sencillo. Una de las 39 categorías es “escribir” (hakoteb). En la construcción del Mihshkán se escribían letras en las vigas de madera para señalar su ubicación en la construcción del «esqueleto» del Mishkán.Los tradición Talmúdica incluye en la categoría de escribir otras actividades derivadas o similares, por ejemplo, dibujar o sellar (usar un sello con tinta), etc. Ahora bien: basados en este principio, que las melajot incluyen también sus derivados, los rabinos contemporáneos entendieron que la melajá de “escribir” también se debe extender hoy a: imprimir, escribir en un teclado, escribir un mensaje de texto, usar el método speech-text, etc (esto es, aparte del tema de electricidad). Con la aclaración que algunas de estas “nuevas” prohibiciones serán consideradas de orden rabínico y no bíblico. Ahora que quizás entendimos mejor el concepto de las extensiones de una melajá, podemos comprender más acabadamente por qué encender una luz o la activación de un artefacto eléctrico, se considera una extensión de la prohibición bíblica de encender un fuego.
 
UN FUEGO SIN LLAMA
El fuego es uno de los agentes más importante a la hora de modificar o mejorar algo. Los metales son modificados por el fuego; los alimentos se preparan usando fuego; el frío se combate con el fuego. Usando el mismo principio del fuego, es decir calor y energía, el hombre moderno inventó máquinas activadas y movidas por vapor, carbón, combustibles y en nuestros días: electricidad. Pero, ¿son estas formas modernas de energía similares al encendido de un fuego? La pregunta es más visual cuando entendemos que a diferencia del encendido de un fuego, las fuentes modernas de energía no siempre producen calor o energía visible, o una llama, una chispa o algo así. ¿Debemos entonces incluir la activación de una forma de energía no visible dentro de la categoría de “encender un fuego”?
 
FUEGO y ELECTRICIDAD
Si bien los Rabinos contemporáneos discuten el carácter halájico de estas actividades (Bíblicas, rabínicas, hab’ará, beniyá, etc) hay un consenso rabínico acerca de la prohibición de la activación de cualquier forma de energía eléctrica en Shabbat. Esta consideración está basada en el hecho que en la Guemará (siglo V de la era común) se discutió un caso muy interesante: ¿qué pasa si se calienta una barra de metal, que luego se utilizará, por ejemplo, para hervir agua? Los rabinos de ese tiempo entendieron que si bien no se trata del fuego mismo, y obviamente no hay una llama visible, esa barra metálica incandescente actúa de la misma manera que el fuego, como una fuente de energía, y por lo tanto hace 1500 años atrás determinaron que esa barra caliente se considere como una forma de «fuego» en Shabbat (Ver Masejet Shabbat 41a).
 
Basado en esta consideración y en otras fuentes talmúdicas que definen a algo caliente o a una fuente de energía como “fuego”, Maimónides (1135-1204) afirmó: “El que calienta una barra de metal para templar el agua en ella ha violado la prohibición bíblica de encender un fuego” (MT, Shabbat 12:1). Esta barra incandescente se considera definitivamente una extensión de la melajá de «fuego», aunque no produce una llama. Por lo tanto, el uso de un automóvil, un electrodoméstico, un celular o cualquier otro aparato electrónico, también esta incluido en la categoría primaria de «encender un fuego» y no está permitido en Shabbat.
 
ENCENDER, PRENDER y APAGAR LA LUZ
Para que al lector hispanoparlante le sea más sencillo entender por qué la utilización de un aparato electrónico se considera una extensión de la categoría de “encender un fuego», hay que prestar atención al lenguaje que utilizamos cuando nos referimos, por ejemplo,  a la activación de un aparato electrónico o un automóvil y empleamos el mismo verbo que la Torá usó en la Perashá de esta semana para hablarnos del fuego: “encender” o “prender”. Decimos en castellano moderno: encender o apagar la luz, aunque no se trata de un fuego real; prender el motor, aunque no hay llamas visibles; prender la radio, prender el celular, encender o prender y apagar la computadora, etc.
Curiosamente, el lenguaje que utilizamos refleja esta relación que establece la ley judía entre el fuego, la primera forma de energía, y la tecnología moderna.
 

RABINO SAADIA GAON vs. JUDAISMO REFORMISTA

En la época de la haskala (iluminismo europeo, mediados del siglo XIX), muchos judíos reformistas argumentaron que la razón por la que la Torá prohibe encender un fuego era porque en la antigüedad encender un fuego representaba un trabajo agotador: el fuego se encendía con piedras en un largo y largo tiempo. proceso agotador. Y por eso estaba prohibido encender fuego en el día de descanso. Y es por eso que, razonaron los primeros reformadores, debería permitirse hoy, cuando podemos encender un fuego con un simple fósforo.

La tradición judía, sin embargo, nunca identificó melakhot con prohibiciones asociadas con el esfuerzo físico o con la idea de descanso físico. Al contrario: la ley judía dice que si vives en el piso 12 de un edificio de apartamentos, debes subir las escaleras, lo que obviamente implica un gran esfuerzo físico, en lugar de usar el ascensor, lo que definitivamente aumentará tu estado de descanso.

Es la naturaleza de la acción o tarea, especialmente su conexión con la idea de «crear algo», lo que define una actividad como melakha, no el esfuerzo físico que exige.

El rabino Sa’adia Gaon (882-942) se refirió a esta idea, irónicamente, cuando escribió sobre «encender un fuego».
Cuando tradujo al árabe el pasuq «No enciendáis fuego en vuestras residencias en el día de Shabat» (Shemot 35:3) escribió «Ni siquiera encendáis fuego en Shabat…». ¿Por qué dijo «incluso»? Porque hab’ara (la palabra que la Torá usaba para «encender» el fuego) no significa «encender», iniciar un fuego de la nada. Significa: transferir un fuego de una fuente de fuego existente. Y transferir un fuego, es posiblemente la melakha más fácil concebible, el epítome de una actividad creativa mínima y sin esfuerzo.

En su opinión, la Torá destacó «hab’ara» para transmitir precisamente que incluso un acto sin esfuerzo, pero mínimamente creativo, todavía está prohibido en Shabat.

SHABBAT SHEQALIM

En la época del Bet haMiqdash, el Templo de Jerusalén, se ofrecían sacrificios comunitarios diarios (qorbanot) en nombre de todo el pueblo judío. Esta representación nacional no era solo teórica o dependía solo de la intención correcta de los encargados de realizar los sacrificios, es decir, los Cohanim. La participación de toda la nación de Israel en los sacrificios diarios se llevaba a cabo de una manera muy práctica: cada año en el mes de Adar se recaudaba un impuesto especial: majatsit hasheqel o «medio sheqel». El medio sheqel era un impuesto fijo, la misma cantidad para pobres y ricos. Y como todos daban la misma cantidad, la colecta de sheqalim (plural de sheqel) también servía como censo demográfico anual. El dinero recaudado en este fondo comunal se usaba para comprar los animales para los qorbanot o sacrificios, y de esta manera cada uno tenía una participación similar en los sacrificios comunitarios diarios y festividades musafim (Shabat, Rosh Jodesh, etc.)

El medio siclo se recaudaba durante el mes de Adar, porque el año fiscal del Templo comenzaba en el mes siguiente: Nisán. El dinero recaudado también se utilizaba para el mantenimiento y los gastos generales del Templo. Pero no para la construcción del mismo: como leemos en Perashat Terumá los fondos para construir el Mishkan (el Santuario en el desierto) y más tarde, para construir el BethaMiqdash estaba basado en donaciones voluntarias.

En otras palabras, las finanzas comunales dependían de un sistema de donaciones combinado con un impuesto fijo (una especie de cuota de membresía) que se recaudaba en el mes de Adar. Para recordar la colecta de los sheqalim 1. Leemos perashat sheqalim un Shabat antes de Rosh Jodesh Adar y 2. Durante el mes de Adar (o Adar II) damos una donación fija, solo como un acto simbólico, para recordarnos el majatzit hashequel.




VAYAQHEL-PEQUDE: Shabbat y mi teléfono celular

La adicción a los dispositivos electrónicos es una preocupación creciente en nuestra sociedad. Porque nunca nos separamos de ellos. Cuando terminamos nuestro trabajo y volvemos a casa para relajarnos, seguimos conectados a nuestras computadores, cables, y Wi-Fi. Los teléfonos celulares son particularmente problemáticos, especialmente para los niños y adolescentes. Los maestros no saben qué hacer para controlar su uso. Muchos padres ya se han rendido, y un día se dan cuanta que sus pequeños hijos prefieran tener un iPhone en sus manos que darle la mano a su padres. El síndrome de «ansiedad por separación» que en el pasado reciente se refería al miedo de separarse de los padres, se ha convertido hoy en el pánico que sienten los adolescentes cuando no tienen sus teléfonos celulares a su alcance.

Poder desconectarse de esta adicción es hoy más importante que nunca. Pero parece que nadie sabe cómo hacerlo, excepto por el pueblo judío.En la primera parte de esta Parashá,  la Torá nos habla sobre el “descanso sabático”. El Shabbat es un regalo Divino cuya relevancia no es moderna:  es eterna. Milagrosamente, no tengo otra manera de explicarlo, el significado del Shabbat siempre se fue transformando, se fue adaptando,  a lo que más necesitamos en esos momentos. En los tiempos de esclavitud, cuando salimos de Egipto, el Shabbat nos ayudaba a sentirnos libres y experimentar el descanso que por generaciones no tuvimos.   En tiempos difíciles, en el exilio, el reposo sabático fue un refugio emocional, un espacio familiar, una identidad comunitaria, una isla de paz. En tiempos de pobreza, la mesa de Shabbat con sus “dos” panes obligatorios nos ayudó a recuperar el sentido de la dignidad.  

En los tiempos modernos, el Shabbat una vez más revela su mágica relevancia. Al punto que a mí me hace pensar que el Shabbat NUNCA fue más necesario que en 2023. Durante un poco más de 24 horas, desde el viernes por la tarde hasta el sábado por la noche, se suspende todo contacto con el mundo electrónico. En Shabbat, re-aprendemos a disfrutar de los verdaderos placeres del mundo real. Nos sentamos a conversar, ¡no a chatear! con nuestras queridas familias. No escuchamos música digital: cantamos junto a nuestros hijos. Hablamos de Torá sin la intervención de Alexa o Siri: nuestros hijos no escuchan un podcast, sino palabras que salen desde pulmones humanos y cuerdas vocales.

Las imágenes de nuestra familia alrededor de la mesa de Shabbat, no van a ser compartidas en chat de la familia ni van a terminar en una nube virtual: serán almacenadas en el corazón de nuestros hijos y crearán las memorias que se convertirán en identidad. Y en sentimientos que unirán padres e hijos por generaciones. El Shabbat nos invita a practicar la desconexión con el mundo virtual para construir una familia real.

Nunca fue tan necesario.




KI TISA: Una interpretación personal de las tablas rotas

אמר רבי יהושע בן לוי לבניו: הזהרו בזקן ששכח תלמודו מחמת אונסו, שלוחות ושברי

 לוחות מונחים בארון

ברכות דף ח

En la Parashá de esta semana el pueblo de Israel protagoniza un terrible pecado y uno de los eventos más estremecedores de su historia: la adoración del becerro de oro. Todo esto ocurría mientras Moshé (Moises) estaba ausente recibiendo de Dios las Tablas de la Ley. Cuando Moises desciende del Monte y ve al pueblo completamente descontrolado y adorando a un ídolo egipcio, tiró las Tablas de la Ley y las rompió. Hay mucho, muchísimo, para analizar de todo lo que ocurrió alrededor de este desafortunado evento. Pero quisiera concentrarme hoy en un punto aparente marginal, pero con una gran enseñanza moral para todos nosotros. Como ya sabemos, más tarde Moisés recibió una nueva «copia» de las Tablas de la Ley, que las colocó en el Arca de la Alianza (Aron haBerit). Y la pregunta es: ¿qué pasó con las primeras Tablas, con esos pequeños trozos de las primeras tablas rotas? Nuestros rabinos explican que los restos de las tablas rotas ¡no fueron enterrados! Moshé las recogió y las depositó en el Arca de la Alianza junto con las nuevas tablas. ¿Por qué? Porque las tablas de la ley rotas son un permanente testimonio para que el pueblo judío nunca olvide su pasado, que atesore esas lecciones y aprenda de ellas para su presente y su futuro.

Un famoso rabino del Talmud, el rabino Yehoshua ben Levi, nos enseñó una lección maravillosa inspirado en el hecho de que las tablas no fueron enterradas. “debemos respetar a un anciano que perdió su memoria, y concederle el mismo respeto que tenía cuando su memoria estaba intacta”. No podemos “enterrar” el pasado de una persona, hacerlo desparecer. El presente es importante, pero lo que pasó no debe ser suprimido. Las malas experiencias del pasado, cerradas, dentro del Arca, las cargamos con nosotros como un tesoro. Esta interpretación de rabbi Yehoshua abre la puerta para que mas allá de las piedras podamos extender la idea de tablas Rotas a un nivel humano. Nuestros errores o nuestros dolores, no tienen que estar allí en la superficie de la conciencia, condicionando nuestra felicidad presente. Pero por otro lado, son una parte de nuestro pasado que no debemos enterrar.

Un par de ejemplos.

Muchas veces he tratado que ayudar a individuos que estaban destruyendo sus vidas por su adicción al alcohol. Se negaban a recibir ayuda profesional. Y si bien creo que hice lo posible por ayudar, siempre he sentido que mi asistencia no era suficiente. ¿Por qué? Porque gracias a Dios, no disfruto del alcohol. No sé, ni entiendo hasta al final, esa terrible adicción. Pero tengo un amigo que siempre se ofrece a asistir en estos casos, y su ayuda, sin excepción, resultó ser muy, muy efectiva. Mi amigo no es un psicólogo profesional ni un trabajador social. Es un ex alcohólico. Un hombre que tocó fondo, que perdió todo lo que tenía y amaba, y tuvo que empezar su vida de nuevo. Y ahora, feliz y totalmente recuperado, decidió no enterrar sus «Tablas rotas”. Las lleva siempre con él, en su Arca mental privada, como un recordatorio permanente de lo que tiene que evitar y para ayudar a los demás.

Todos tenemos nuestras tablas rotas. Errores que cometimos o tragedias que sufrimos. En abril de 2016, unas pocas semanas antes de Pésaj, recibí la devastadora noticia de que tenía cáncer de colon en nivel 3. Fue sin duda la experiencia más difícil y dolorosa de mi vida. Gracias a Dios, ahora estoy muy bien. Y por lo general, evito hablar del tema. Los recuerdos de la quimioterapia, las náuseas, el dolor, la fatiga, el hospital, los mareos, los miedos y las lágrimas ya no me afectan en mi vida diaria. Están en mi Arca privada que por general permanece cerrada.

Pero hay momentos en los que abro el Arca y resucito mis tablas rotas. ¿Cuándo? Cuando un miembro de la comunidad, un amigo o un desconocido me cuenta que ha sido diagnosticado con cáncer. En esos momentos, abro el Arca de mi corazón, literalmente, y muestro la cicatriz del «port» de la quimioterapia. Esa cicatriz, una pequeña pero permanente mancha morada en mi pecho, representa mis Tablas rotas. Y cuando alguien que está sentado frente a mí reconoce esas tablas, la conversación se transforma, porque mi interlocutor sabe ahora que yo realmente entiendo por lo que está pasando. Y le ayuda a abrirse y a tener más esperanza. Antes de que yo tuviera cáncer, cuando no tenía esas tablas rotas en mi privilegiada vida, trataba de ayudar o empatizar con los que sufrían, pero no era lo mismo. Mi cicatriz morada se ha transformado en un irremplazable instrumento de gran ayuda para los demás.

Y mis Tablas son también como mi propio MODE ANI personalizado, un permanente recordatorio de que estar vivo es un privilegio por el cual siempre debo agradecer a mi Creador.

Todos nosotros, especialmente los que ya vivimos una buena parte de nuestras vidas, cargamos con cicatrices emocionales o físicas, tablas rotas que llevamos en nuestras arcas privadas. No dejemos que interfieran con disfrutar el presente, ¡pero no las enterremos! Tenemos que atesorarlas y de vez en cuando abrir el Arca y usarlas, para ayudar los demás o a nosotros mismos.

SHABBAT SHALOM




KI TISA: Moisés, el becerro de oro y los alumnos de 5to grado

LA AUSENCIA
Mi hijo, el Rab David, me contó hace unas semanas que estaba pasando por la habitación de su hija, Tamar, que estaba estudiando por Zoom. Y él escuchó las voces alborotadlas de las niñas — que gritaban se reían a carcajadas y jugaban —en lugar de estudiar. Y le preguntó a su hija: “Tamar ¿qué está pasando?  y ella le dijo: “¡La maestra se desconectó!”. La maestra no estaba allí, presente por Zoom, y eso era todo lo que se necesitaba para el caos: 30 niñas «buenas», sin supervisión, estaban de fiesta.
Nuestra Parashá describe una situación parecida, pero en una escala mucho más grande. Y muy grave. El maestro, Moshé, dejó a sus alumnos. Se “desconectó” del pueblo para recibir las tablas de la Ley en lo alto del Monte Sinaí. Era la primera vez que el pueblo estaba solo, sin supervisión de su líder. Y debemos admitir en favor del pueblo, que dadas las circunstancias se portaron increíblemente bien durante casi 40 días. Pero cuando llegó el momento que todos esperaban a Moshé (que lo habían calculado mal…) y el Maestro no estaba allí, todo se transformó en un tremendo caos. Siempre hay oportunistas, rebeldes, o personas menos maduras (que la Torá llama en hebreo: העם, “el gentío”, el segmento menos educado del pueblo) esperando la primera oportunidad para sembrar la anarquía — la ausencia de ley, el orden y la responsabilidad personal. Ahora, las masas tienen la excusa perfecta para celebrar que el líder no regresó: ¡Que empiece la fiesta!
 
 
LA FIESTA DE LA ANARQUIA
La multitud convocó a Aarón y le exigió: «…haznos un dios que vaya delante de nosotros, porque ese hombre Moisés, que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le ha sucedido». (Éx 32:1). Aharon trata de ganar tiempo: “¡Mañana hemos una fiesta para Dios!». Al día siguiente, los líderes de la «celebración de la anarquía», se despertaron más temprano que de costumbre, adoraron el becerro de oro y celebraron con comida, bebida y promiscuidad. ¿Cómo pudieron hacer esto? ¿Cómo pudieron las mismas personas, que apenas unas semanas antes escucharon directamente la voz de Dios, pecar de esta manera? Si bien los comentaristas ofrecen diferentes respuestas para explicar este incomprensible evento, creo que la respuesta más simple es que en este momento el sistema de creencias del pueblo dependía absolutamente de la presencia de Moshé. El pueblo judo no estaba emocionalmente maduro. Eran como los alumnos de 5to grado sin su maestro. Sin la presencia visible de Moshé habían perdido la disciplina y el rumbo . 40 días sin Moshé, fue simplemente demasiado. 
¿Quién no ha experimentado en 5to grado esa sensación de libertad / libertinaje cuando el maestro sale del aula? Solamente cuando uno madura y comprende que la educación es para su propio bien, las cosas pueden ser diferente. Cuando uno “madura” desarrolla la autodisciplina moral que no depende de la presencia física del maestro o la autoridad de turno. 
Cometimos un gran error… pero nuestro amado líder, Moshé Rabbenu, nos representó ante HaShem y el 10 de Tishrí, Yom Kippur, fuimos perdonados por el pecado del becerro de oro.
 
La pregunta es ¿qué pasó desde entonces? ¿Aprendimos nuestra lección? ¿Somos ahora lo suficientemente maduros para vivir una vida de santidad y lealtad a Dios sin supervisión? La siguiente historia seguramente nos ayudará a encontrar la respuesta.
 
RECONCILIACIÓN Y TIKÚN
El rabino Levi Yitzjak, conocido popularmente como el Magid de Berditchev (1740–1809), era famoso por su rol como “defensor del pueblo judío”. Tal como lo había hecho Moshé, él también rezaba permanentemente a Dios abogando por Israel, presentando ante el Todopoderoso las virtudes y las obras de bien que realiza nuestro pueblo. Fue durante los días intermedios de Pésaj, mientras caminaba por las calles del barrio judío, que Rabí Levi Yitzjak notó algo que lo inspiró a orar a HaShem y encontrar un argumento muy poderoso a favor del pueblo judío. Confiando totalmente en los resultados positivos, se dispuso a hacer la prueba. Llamó a sus alumnos y les pidió que le buscaran tabaco. Ellos le recordaron al rabino que en la Rusia del Zar, la posesión de tabaco estaba prohibida y sancionada con multas y prisión. Que las autoridades no quitaban los ojos de los contrabandistas y que sería muy difícil encontrar tabaco. Pero el rabino insistió: “Estoy seguro de que por el precio justo encontrarán algo de tabaco para mí” Los alumnos, un poco confundidos, comenzaron a buscar y tal como lo había anticipado el rabino, al cabo de buscar un par de horas en toda la ciudad, encontraron tabaco en grandes cantidades. Se lo llevaron al rabino que estaba contentísimo con los resultados. Pero allí no terminaba la sorpresa de sus alumnos. Acto seguido, volvió a pedirles otro favor: «Habéis hecho un gran trabajo. Pero tengo una nueva misión para ustedes. Por favor, tráiganme un poco de whisky. Vayan y pregunten por todo el barrio judío, ofrezcan la suma de dinero que pidan y tráiganme algo de whisky». Los estudiantes le recordaron a su maestro que si bien no había ninguna prohibición “gubernamental” por la posesión de whisky, era el cuarto día de Pésaj, y obviamente ¡el whisky es Jamets!. Pero el maestro insistió en que intentarán por todos los medios posibles conseguir algo de whisky en el barrio judío. Los estudiantes pasaron horas y horas buscando la bebida alcohólica, ofrecieron fortunas por un poco de whisky … pero no encontraron nada (*)… y regresaron a su maestro con las manos vacías….  
 
¡¿QUIéN COMO EL PUEBLO DE ISRAEL?!
Infinitamente feliz de los fallidos resultados de su última búsqueda, y emocionado hasta las lágrimas, el rabino miró hacia el cielo y dijo:¡HaShem, Dios Todopoderoso: qué orgulloso tienes que estar de tu pueblo Israel, que tanto te quiere y te respeta!  El Zar de Rusia tiene guardias, comisionados y policías dedicados a ubicar y castigar a los contrabandistas de tabaco. Sin embargo, con un poquito de esfuerzo y dinero ¡uno puede encontrar todo el tabaco que quiera! Por el otro lado, mira la fidelidad de tus hijos, el pueblo judío. Han pasado ya más de 3.000 años desde que nos ordenaste observar Pésaj y nadie tiene Jametz. No hay policía, ni guardias, ni tribunales, ni multas, ni cárceles para hacer cumplir esta orden ¡y, sin embargo, todo judo, sin excepción, guarda Tus leyes al máximo nivel!
“Mi KeAmejá Israel—¿Quién es como Tu nación, Israel?! una nación única en el Mundo»
 
Cuando nuestros antepasados hicieron el becerro de oro, se equivocaron . Pero con el tiempo, maduramos y nos convertimos en un pueblo incondicionalmente leal a nuestro Dios y Su Torá.
 
SHABBAT SHALOM
 
 
Dedicado a mi querida nuera, Keren Magid, y a mis nietos Tamar, Mijal y Yosef Yehudá. Karen es descendiente directa, octava generación, del Magid de Berditchev.  
 
 
 Rab Yosef Bitton
 
 
 
•En aquellos días, tanto los judíos Sefaradim como los judíos Ashkenazim se desprendían de todo su Jamets por completo, tal como lo indica la Guemará (ver aquí).



KI TISA: ¿Qué le preguntarías a Dios?

La Parashá de esta semana, Ki Tisá, trata de varios temas. Entre ellos, el episodio del becerro de oro. El pueblo, impaciente por la ausencia de Moshé durante 40 días seguidos, piensa que ha muerto y decide entonces reemplazar a Moshé con un becerro que los guiaría en el desierto hacia la tierra prometida. El becerro (la cría de la vaca) era uno de los ídolos adorados por los egipcios, debido a su gran instinto de orientación: cuando tiene que mamar, el becerro puede encontrar a su mamá aunque estuviera con los ojos vendados. Por supuesto, este episodio representó una gravísima traición a Dios y un regreso del pueblo de Israel a las más primitivas formas de la idolatría. Y todo esto, a poco más de un mes de haber presenciado la manifestación de HaShem en el monte Sinaí, revelando los Diez Mandamientos. HaShem le manifiesta a Moshé que eliminará al pueblo judío. Moshé intercede, reza por ellos, los defiende y le dice a HaShem que también tendría que eliminarlo a él. Al final, en el día de Kipur (10 de Tishréi), HaShem acepta la Tefilá de Moshé y decide perdonar al pueblo de Israel.

Esto es, por supuesto, algo maravilloso, que recordamos todos los años en Yom Kipur. Sin embargo, hay algo más, menos conocido, que ocurrió en ese mismo evento. Luego de que HaShem perdonara al pueblo de Israel, se desarrolla una “conversación” entre Dios y Moshé. Y en un punto, Moshé le dice a HaShem: “הראני נא את כבודך”, que más o menos significa: “Enséñame Tu Gloria”. Los rabinos explicaron que aquí ocurrió algo excepcional. Hasta este momento, la comunicación de HaShem con los seres humanos siempre fue unilateral: HaShem se manifiesta a los profetas o al mismo Moshé Rabenu, transmitiéndoles un mensaje o una visión. Pero en esta ocasión, por primera y última vez, es un hombre el que pudo iniciar “un diálogo con Dios” y preguntarle algo al Todopoderoso, sabiendo que podría esperar una respuesta de su Interlocutor. Moshé tuvo esta única oportunidad y, en cierta manera, representó a toda la humanidad frente a HaShem.

¿Qué le preguntó Moshé a Dios? ¿Cuál es la pregunta que más preocupa a la humanidad con respecto a Dios?

Los Sabios explican que Moshé le preguntó a Dios: ¿Por qué sufren las personas buenas? למה צדיק ורע לו

En mis propias palabras: Si Dios es Todopoderoso y Todo Bondad, ¿por qué permite que les ocurran cosas malas a las personas buenas? Para el hombre de fe, no existe una pregunta más crítica y crucial. A propósito, esta mañana mientras escribía estas líneas, y por pura curiosidad, hice una breve “búsqueda” en Google. Escribí en inglés: “What would you ask God” (¿Qué le preguntarías a Dios?) y lo que encontré me resultó sorprendente. El primer artículo que apareció en la búsqueda reporta los resultados de una encuesta hecha a cientos de estudiantes universitarios (no judíos) a quienes se les preguntó: «Si pudieras preguntarle a Dios sobre cualquier cosa, ¿qué le preguntarías?»

La pregunta número UNO que se registró es muy parecida a la de Moshé…

“¿Por qué hay tanto sufrimiento en el mundo? Si Dios es Todo bueno y Todopoderoso, ¿no tiene los recursos para prevenir el mal y el sufrimiento?”

Estoy seguro de que muchos lectores probablemente no compartan mi fascinación con el tema de “la pregunta” de Moshé y estarán impacientes por saber cuál fue la respuesta de Dios a Moshé Rabenu. El judaísmo es único en reconocer que esa pregunta NO tiene una respuesta clara para el ser humano, pero que la Torá nos revela, sin embargo, por qué no podemos obtener una respuesta.

Saber cómo Dios administra Su justicia supera nuestras posibilidades intelectuales y epistemológicas.

HaShem le respondió a Moshé (breve y metafóricamente) que Moshé, o cualquier otro ser humano, nunca podrá ver “el frente” de la Presencia o de la Intervención Divina, solo podrá ver “el dorso” de la Intervención de Dios, la parte de atrás. וראית את אחורי ופני לא יראו

El mejor ejemplo que puedo ofrecer es, irónicamente, un ejemplo visual: el de un tapiz. Solo HaShem ve el tapiz desde el frente. Nosotros, los seres humanos, que estamos restringidos en el limitado tiempo de nuestras cortas vidas y en el espacio de esta dimensión física, solo vemos la parte de atrás del tapiz: los hilos y los trazos que parecen aleatorios y caóticos, los colores, los nudos, los bucles, etc. Para nosotros, todos estos zigzagueos del tejido no tienen sentido, pero hacen posible la imagen perfecta en el frente del tapiz, al que solo Dios tiene acceso.»




TETSAVE: El Cohen Gadol y la responsabilidad del uniforme judío

BREVE HISTORIA DE LA MORALIDAD

La primera vez que la Torá se refiere a vestimentas –utilizando la palabra hebrea kutonet,  es en la historia de la creación. Luego de probar el fruto prohibido, Adam y Eva, los primeros humanos, experimentan un “reset” de su mente. Hasta ese momento, su neshamá (ruaj memalelá, o inteligencia verbal) dotaba al hombre con la capacidad de pensar con palabras, lo que le concedía libertad de elección: mientras que los animales “perciben” imágenes (u olores o sonidos) y reaccionan a través de sus  instintos,  el ser humano procesa con palabras —piensa— lo que ve u oye, puede calcular, anticipar y obedecer. Pero también puede rebelarse.  Al desobedecer la orden Divina y comer del único fruto prohibido el hombre, parafraseando a Maimónides, activa su “imaginación” y la incorpora a su pensamiento. Las consecuencias pueden ser potencialmente desastrosas: la superioridad humana ya no solo sirve para servir a Dios, como naturalmente sucedía. Ahora el ser humano via la imaginación puede usar sus capacidades para su beneficio personal. Su poder sobrenatural puede ser utilizado no solo para ayudar o hacer el bien—como hace el Creador— sino también para someter, sacar ventaja del otro. Otro ejemplo: la sexualidad, más allá de su propósito explícito “1. Unir íntimamente a marido y mujer , y 2. procrear”, puede ser también canalizada hacia el abuso, la infidelidad, la violación, etc.

¿El antídoto? Al cubrir su desnudez con el kutonet, y diferenciarse de los animales, el hombre recuerda que debe emplear sus poderes para el objetivo que fueron concebidos por el Creador.  

YOSEF Y EL PESO DE LA REPRESENTACIÓN

La segunda vez que aparece kutonet en la Torá,  es cuando Jacob le regala a su hijo una túnica especial. Una ropa de colores, un uniforme, que representa la autoridad que le concede su padre para supervisar las tareas de sus hermanos e informarle sobre su conducta.  Como ya sabemos, las consecuencias de esta decisión de Jacob, y de la sencillez que Yosef no ejerció,  fueron cruciales en nuestra historia. Se podría afirmar que fue este uniforme de colores, este kutonet,  el que nos condujo a Egipto y luego nos llevó a la esclavitud.

En nuestra Parashá, Tetzavé, el kutonet aparece por tercera y última vez en la Torá, cuando se describe el uniforme del Cohen Gadol. Las vestimentas del Cohen más que un ropaje para cubrir la desnudez, son un uniforme que manifiesta un cargo representativo,  y como tal lleva el peso de la responsabilidad de la representación. 

LA DOBLE REPRESENTACION

Por un lado, en el Bet HaMiqdash, el Cohen representaba el ideal de un judío: la consagración de una vida cerca de (“sirviendo a…”) el Creador.  Por el otro lado, el Cohen Gadol también representa  al pueblo judío ante Dios. Y esto se manifestaba en las doce piedras que llevaba en su pectoral con los nombres de las 12 tribus de Israel.  Los Cohanim tenían en claro que su cargo implicaba una mayor responsabilidad.  También debía mantener la sobriedad emocional y evitar aun involuntariamente,  dejarse llevar por el uniforme y sentirlo como si fuera un honor a su propia persona, y no a su cargo. Las consecuencias pueden ser desastrosas.  El uniforme de un policía, por ejemplo, debe inspirar honestidad, honradez y servicio. Si un policía usara su uniforme para beneficios  personales, o para abusar de su poder, estaría deshonrando, a su uniforme, a su cargo y por extensión a todo el Departamento de Policía. 

¿KIPPA O GORRA?

Recuerdo que la primera vez que entendí los beneficios y riesgos del uniforme judío fue cuando, de adolescente, le pregunté a uno de mis maestros si era mejor que yo llevara una gorra o un kippá en la calle (en esos años tenía que hacer largos viajes en colectivo y en tren).  Mi maestro respondió: “Todo depende de cómo te vayas a portar…”.    La Kippá es un catalizador, porque a diferencia de una gorra genérica la Kippá, me identifica sin dudas como judío. Si actúo bien y llevo la Kipá probablemente esté cumpliendo con la enorme Mitzvá de Quiddush HaShem , “santificar el Nombre de Dios”.  Esto es: “sumar puntos» a la reputación de la Torá y a Su Autor.   Por el otro lado, si llevo la Kipá y me comporto mal  ante los gentiles  o si mal-represento a la Torá ante judíos menos observantes que yo, estaría  violando el más grave de todos los pecados de la Torá:  Jilul HaShem, “afectar negativamente la reputación del Creador”.

Mi maestro completó su respuesta con la siguiente reflexión:  “nunca olvides que para usar la Kippá, ¡primero tienes que tener cabeza!”