BESHALAJ: Miriam y la audacia de su optimismo
ותקח מרים הנביאה את התוף בידה
Miriam, la hermana de Moshé (Moisés), fue probablemente la persona más optimista en la historia de Am Israel. Es muy posible que cuando nuestros Sabios dijeron que los judíos pudimos salir de Egipto gracias al mérito de las mujeres virtuosas, se estaban refiriendo especialmente a Miriam.
¡A LAS MUJERES NO!
La carrera de Miriam como «profetisa del optimismo» comenzó a una temprana edad: cuando era un niña. En ese momento su padre Amram –un líder muy respetado en la comunidad judía– decidió que a partir del decreto de Faraón que ordenaba matar a todos lo varones judíos recién nacidos, se iba a separar de su esposa Yojebed para no traer más hijos al mundo. ¿Para qué tener más hijos? ¿Para verlos morir?, razonaba Amram. Todos los hombres judíos escucharon a Amram y desde la desesperación, decidieron dejar de traer hijos al mundo, para no ver morir a sus pequeños. Pero allí donde todos veían muerte, desesperanza y pesimismo, una pequeña niña llamada Miriam, veía las cosas desde una perspectiva diferente. Miriam visualizaba la posibilidad de un futuro mejor. Y le dijo a su padre: “El Faraón condenó a morir sólo a los niños varones, pero tus actos y tu ejemplo condenan también a las mujeres de Israel a su extinción”. Las palabras de Miriam tuvieron un gran impacto en su padre. Amram volvió con su esposa Yojebed y así nació Moshé. Todos los Yehudim de Egipto siguieron su ejemplo. Y así Israel se salvó de su auto-extinción, gracias a la audacia de una pequeña niña llamada Miriam.
¿COMO SUPO MOSHE QUE ERA JUDIO?
Cuando nació Moshé, y antes de que los oficiales egipcios lo arrebataran de las manos de su madre para tirarlo al río, Yojebed, su mamá, lo llevó al Nilo y colocó la canastilla con su bebe en el rio. Y cuando todos prveían el inevitable y trágico final, el pequeño bebé sería comido por los cocodrilos la joven hermana del bebé, Miriam –que ahora era un adolescente– tuvo la audacia de tener esperanza. Y guiada por un optimismo irracional –o profético– siguió a la canastilla de su hermano y su increíble visión se cristalizó: Moshé fue rescatado por la última persona que alguien hubiera imaginado: la propia hija del Faraón, Batyá, que decidió adoptarlo. En ese momento Miriam se hizo presente y le sugirió a la madre adoptiva que el bebé fuera amamantado por una mujer hebrea, antes de llevarlo al palacio. Lo que a veces no notamos es que fue gracias a la providencial intervención de Miriam que Moshé fue criado ¡por su propia madre y así fue como supo que era Yehudí! Y fue así como un día decidió salir a ayudar a sus hermanos…. Fue gracias a Miriam que nació Moshe , y fue gracias a Miriam, y a su obstinado optimismo, que Moshé supo que era Yehudí. Fue gracias a Miriam que Moshé se trasformó en el líder del pueblo judío.
CELEBRAR POR ANTICIPADO
En la Parashá de esta semana encontramos otra evidencia del increíble espíritu optimista de Miriam. La salida de Egipto fue presurosa. Casi sorpresiva. “Hay que salir YA, en la mitad de la noche. Hay que viajar con lo que llevamos puesto y dejar todo lo demás atrás.” Los hombres pensaban principalmente en llevar las cosas de valor …. y las mujeres, me imagino que habrán pensado en llevar la mayor cantidad de comida posible para sus familias. Y como todos sabemos, en el interés preparar la mayor cantidad de «pan» no hubo tiempo para esperar que la masa fermentase. En ese momento uno también piensa con mucho miedo acerca de los posibles peligros de aventurarse al desierto: ¿Tendremos comida, agua y sombra? ¿Qué pasa con los animales, serpientes, escorpiones?¿Nos atacarán los bandidos del desierto? A la hora de salir de Egipto todos pensaban en los riesgos de lo desconocido y en los peligros de la travesía. Todos. Con una sola excepción: Miriam. Cuando Miriam hizo sus valijas, lo primero que preparó fueron sus TUPIM, o “panderetas”. ¿Pero para qué iban a servir la panderetas? ¿Para que llevar cosas de más? Cuando todos veían peligros y dificultades e imaginaban un escenario incierto y problemático, Miriam se atrevió a pensar distinto. Miriam tomó las panderetas porque pensó en celebrar. Todavía no se sabia que HaShem iba a abrir el mar y que el pueblo de Israel cruzaría hacia su libertad. Pero aunque no estaba segura de qué era lo que exactamente festejaría, Miriam tuvo la audacia de pensar en la libertad, en la victoria ¡y en la celebración! Y se dijo a sí misma: “Hay que estar preparados para cantar y agradecerle a HaShem por todo lo que hizo por nosotros.” Y así fue. Cuando el pueblo de Israel cruzó el mar, Miriam fur la primera mujer que salió con sus panderetas a celebrar la libertad e invitar a todos a cantar en agradecimiento a HaShem.
Cuando todos imaginaron los peligros de la travesía, Miriam tuvo la audacia visualizar la libertad, la victoria, la celebración y la gratitud a HaShem.
SHABBAT SHALOM
BESHALAJ: La Segula del “Man”.
Al salir de Egipto y adentrarse en el desierto, el pueblo de Israel comenzó a sufrir la escasez de agua y alimentos. En ese momento se produce uno de los mayores milagros de la historia bíblica: Dios hace descender el maná (en hebreo «man»), un alimento milagroso con propiedades nutritivas especiales. Dios le explica al pueblo a través de Moshé cómo deben comportarse respecto a este “alimento que llega desde el cielo”. Estas instrucciones no son técnicas sino esencialmente educativas. Y por siglos los judíos hemos aplicado estas mismas instrucciones Divinas a la forma en que pensamos y a la manera que actuamos respecto a nuestro trabajo, y administramos nuestro dinero y nuestras posesiones materiales.
Hay tres instrucciones fundamentales respecto al maná, todas muy relevantes para el hombre moderno.
¿DE DÓNDE LLEGA MI DINERO?
En primer lugar, el maná nos recuerda que la comida, lo que necesitamos para la satisfacción de nuestras necesidades materiales, “llega del cielo”. Esto no significa que no debemos trabajar para ganarnos el pan. De hecho, el maná no caía en la puerta de la casa de los judíos, ni llegaba por Amazon delivery. Había que salir fuera de casa y esforzarse para recogerlo. Lo fundamental es recordar que a pesar de que uno trabaje y se esfuerce, en última instancia nuestro sustento (parnasá) está determinado «desde los cielos», como el maná. El campesino puede trabajar de sol a sol sembrando su tierra, pero si Dios no provee la lluvia, no tendrá lo que comer. Un empresario puede ser muy inteligente y trabajador, pero si sufre un accidente se enferma, su sustento se verá afectado.
La primera lección del maná es que el trabajo tiene que estar acompañado de la Emuná, la convicción, de que en última instancia es HaShem quien determina lo que voy a tener para comer y cuánto me va a faltar o B»H sobrar . La Emuná es esencial para enfrentar y vencer una de las complicaciones más prevalentes en el área de salud mental: la ansiedad. Cuando no ponemos en práctica nuestra fe, las fluctuaciones en la economía, los cambios en nuestro trabajo, negocios, sueldos, etc. nos puede afectar de manera seria. Uno tiene que salir a trabajar y hacer todo el esfuerzo necesario para recoger el maná, pero saber y ACEPTAR CON EMUNA que lo que recogemos, mucho o poco, es lo que Dios determinó que debemos tener.
NO ACUMULARÁS:
En el desierto, estaba prohibido acumular el maná. Cada uno tenía que recoger solamente la cantidad de maná que necesitaba para esa jornada. Si alguien recogía de más, el maná extra se descomponía. Asi, nadie comparaba lo quer tenía con lo que poseía su vecino.
Esta segunda lección que aprendemos del maná tiene que ver entonces con la acumulación compulsiva de bienes materiales. El aprovisionamiento desproporcionado representa una expresión de falta de fe, falta de aprecio y gratitud hacia la generosidad de HaShem, que no es finita. La EMUNA consiste en estar feliz con lo que uno tiene. Y esta actitud hacia la vida me protege de una de las peores dolencias sicológicas: la envidia y los celos. La segulá del maná me recuerda una idea fundamental: ¡No tengo necesidad de mirar a mi vecino y pensar que cuanto más tiene él, menos tengo yo! Lo más importante no es tener todo lo que uno quiere, sino querer todo lo que uno tiene.
EN SHABBAT: NO
El día viernes se debía recoger una doble porción de Man, para el viernes y para Shabbat. ¿Por qué? Porque el Man no descendía durante Shabbat. No había que salir a trabajar en Shabbat para tener comida. Todo judío que observa el Shabbat sabe que uno puede perder negocios y ofertas de trabajo por no estar dispuesto a trabajar el séptimo día de la semana. Un comerciante judío debe sacrificar potencialmente un gran porcentaje de ventas o perderse algunas ofertas irrepetibles, porque en Shabbat no puede continuar sus negocios. Cumplir Shabbat, como alguna vez observaron los Romanos, no es una idea comercialmente «conveniente». Pero, ¿existe acaso una mejor forma de expresar mi confianza en HaShem que demostrar mi convicción de que «no por trabajar más voy a tener más de lo que desde los cielos” han determinado para mí y para mi familia?. Por eso, cada Shababt recordamos el maná en el numero de panes o jalot que preparamos para Shbbat y en la forma que cubrimos las jalot, por arriba y por abajo.
La SEGULA del MAN nos enseña a incrementar nuestra fe en HaShem, ser más moderados en nuestro consumismo y evitar los excesos materiales.
BO: Visualizando la oscuridad en Egipto
Shemot 10:21, HaShem dijo a Moshe, «Extiende tu mano hacia el cielo para que la oscuridad se extienda sobre Egipto, [y traeré] una oscuridad que se pueda sentir. 22 Moshe extendió su mano hacia el cielo, y una oscuridad total cubrió todo Egipto durante tres días. 23. Nadie podía ver a nadie más ni moverse de sus lugares durante tres días ….
NI NATIONAL GEOGRAPHIC NI HARRY POTTER
La Parashá de esta semana describe las últimas tres plagas que azotaron a Egipto y terminaron doblegando el brazo del Faraón, quien finalmente liberó a los judíos de la esclavitud. Me gustaría escribir hoy sobre la Novena Plaga, Joshej, «oscuridad». Primero, para entender su naturaleza , y segundo, para examinar la función de esta y las otras nueve plagas en el contexto de la historia del Éxodo. Si uno es fanático de Harry Potter, va a sentirse un poco decepcionado de las características de las plagas. Moshé no llega al palacio del Faraón en una alfombra voladora. Tampoco transforma al monarca egipcio en un sapo. Y no hace caer sobre Egipto una invasión de serpientes de siete cabezas. No hay mitos ni seres mitológicos en las plagas. Como lo explica National Geographic —y como lo explicó el Rab Abarbanel hace 500 añios atrás— las plagas eran «fenómenos naturales», eventos que podrían haber ocurrido naturalmente en Egipto. Analicemos, por ejemplo, la plaga de la oscuridad. ¿Qué tipo de fenómeno causó esta oscuridad? La Torá no está describiendo la plaga de la oscuridad simplemente como la ausencia de luz, algo que podría haber sucedido en el caso de un eclipse solar, por ejemplo. El texto bíblico describe una oscuridad tangible, que se puede sentir. El texto también sugiere que este estado de oscuridad literalmente paralizó a Egipto: las personas no podían verse entre sí, y nadie salió de su casa durante tres días. El rabino Abraham Eben Ezra dice que la Novena Plaga podría haber sido producida por una niebla muy densa e intensa, que probablemente venía del Nilo. Recuerdo que experimenté este tipo de “oscuridad” cuando visité la zona de Monteverde en Costa Rica, donde uno literalmente se adentra en las nubes, que están inusualmente bajas. A diferencia de la ausencia de luz, la oscuridad producida por esta niebla era tangible, se podía sentir y hasta palpar.
MI CANDIDATO FAVORITO PARA LA OSCURIDAD
Hay otra posibilidad. Hace unos años en Israel, estaba manejando mi viejo Subaru celeste desde Jerusalem hasta Dimona, y para acortar el camino, no utilicé la autopista regular: me dirigí hacia el este y fui por un camino de tierra que rodea el Monte Hebrón y algunas aldeas, una zona un poco desértica. Luego, así de pronto, quede atrapado en una tormenta de arena. Fue terrorífico. Era mediodía, pero no podía ver nada delante de mí. Reduje la velocidad, e instintivamente encendí las luces del coche. ¡Grave error! Lejos de iluminar el camino, las luces se reflejaban en la «tormenta de arena», y me encandilaban directamente los ojos. Tuve que detener mi coche en la mitad de la nada y para poder ver algo, irónicamente, tuve que apagar las luces. B»H la tormenta fue corta (y no creo que haya sido tan intensa como la de Egipto…:). Pero me ayudó a entender mejor varias cosas. Primero, que la luz es inútil para este tipo de oscuridad y que la oscuridad «densa y tangible» puede interrumpir la vida normal y paralizar a las personas, tal como explica la Torá que ocurrió en Egipto.
EL PODER SELECTIVO
Una vez que comprendemos que las plagas pueden ser explicadas como fenómenos naturales, veamos qué las hacia especiales o sobre-naturales. La Torá revela explícitamente la razón de las Makkot. «Y así los egipcios sabrán que Yo soy el Eterno, al extender Mi mano [y castigar a] Egipto y salvar a los hijos de Israel de entre ellos». El objetivo final de las plagas es que los egipcios —y los hijos de Israel— sepan que HaShem es el Creador y que solo Él tiene el control sobre la naturaleza. Veamos. La naturaleza desencadena su poder sin discriminación ni advertencia. Es ciega. Un terremoto no perdona la vida de los niños o de las personas inocentes. La naturaleza no tiene la capacidad de hacer selecciones morales. Las plagas de Egipto eran diferentes. Eran eventos naturales pero selectivos. Que demostraban que el verdadero Dios está en completo control del mundo. Las plagas no llegaban espontáneamente, sino que comenzaban cuando Dios quería y terminaban cuando Dios así lo ordenaba. Las plagas también tenían un “diseño inteligentemente”. Por ejemplo, la octava plaga, langostas estaba diseñada para destruir todas las hojas verdes en Egipto, mientras que la plaga anterior, el granizo, las dejó intactas. Pero el punto más importante —explícitamente mencionado por la Torá— que hizo que las plagas sean diferentes y únicas (y visiblemente Divinas) es que solo afectaban a los egipcios y no a los israelitas. Esto se menciona de manera explícita en la peste que golpeó a los animales egipcios y en la plaga de la oscuridad que no afectó el lugar de residencia de los judíos. Este nivel de precisión y selectividad solo puede ser obra del Creador, que diseña estos efectos especiales de manera deliberada.
¿QUIEN QUIERE SER PRIMOGENITO?
Este diseño inteligente de las plagas es mucho más evidente en la décima y última plaga: la muerte de los primogénitos. ¿Por qué? Porque no hay ninguna manera “natural”, científica, de identificar a un primogénito. No hay nada físico o biológico en el cuerpo de un individuo por el cual un científico pueda determinar que esta persona nació en primero o segundo lugar. Solo el Creador puede identificar al primogénito. Al margen de su terrible efecto punitivo, esta plaga final, la muerte de los primogénitos, fue psicológicamente devastadora para los egipcios y el Faraón, quien finalmente admite que esta plaga no puede ser atribuida a la magia o a algún fenómeno natural sino que es la obra del Creador: el Dios de Israel
Las tormentas de arena y polvo son comunes en Oriente Medio y otras áreas del mundo. Este impresionante video muestra una tormenta de polvo que afectó a Oklahoma, EEUU, en1935. Este material es invaluable porque describe a este evento climático como una «plaga» (no creo que haya ninguna alusión deliberada a Egipto o la Biblia aquí). También menciona que a plena luz del día se sentía como medianoche, con cero visibilidad, y que al igual que en Egipto, la gente no podía moverse y tuvieron que gatear para encontrar refugio. Todo esto corresponde exactamente a la descripción del texto bíblico de la plaga de oscuridad.
PARASHAT BO: La muerte como último recurso
BO: Gaza y las 10 plagas
Para el Faraón, todo es personal
Moisés advierte al Faraón que si no libera a los judíos, Egipto comenzará a sufrir a causa de diferentes plagas que azotarán a la población. El monarca egipcio, desafiante, no cede. Las plagas comienzan a llegar, y es extremadamente interesante observar cada una de estas plagas y, en especial, cuál es el factor común de las plagas a las cuales el Faraón reacciona citando a Moisés y Aarón, tratando de llegar con ellos a una solución negociada.
En la primera plaga, el Nilo se torna en sangre. El Faraón lo ve y se impresiona, pero no reacciona ni cede ni quiere negociar. La Torá lo describe con un lenguaje muy expresivo: ‘VAYIFEN PAR’O, VAYABO EL BETO’, y el Faraón [vio todo esto], se dio media vuelta y se marchó a su palacio, sin prestarle atención a esta plaga. Aparentemente, y dejando los Midrashim aparte, el Faraón tenía suficientes reservas de agua en su palacio para él y su familia. Pero la población egipcia, que se abastecía directamente de agua del Nilo, se quedó sin agua (hace muchos años, en 1978, viajé a Egipto y en la ciudad de Abu Simbel pude cruzar el río de orilla a orilla y nunca olvidaré haber visto en un bote a una señora agarrando un cántaro y llenándolo de agua del Nilo y bebiendo directamente de ese cántaro, de esa agua). ¿Qué hizo el Faraón? Beber agua no hizo ningún efecto en él.
Luego llegan las ranas. Y ahora la reacción del Faraón es distinta: Llama a Moisés y Aarón y les dice: ‘Recen a su Dios para que saque las ranas de encima de mí y de mi pueblo, y yo los dejaré salir’. Las ranas habían llegado hasta el palacio. El texto dice con mucha exactitud que el Faraón primero pide que le ‘saquen las ranas de encima de él’ y luego que las saquen de los egipcios. Una vez que las ranas desaparecen, el Faraón vuelve a su rutina y no cumple con su promesa.
En la tercera plaga, los piojos, el Faraón no reacciona del todo. La Torá no dice nada explícito acerca de los piojos afectándolo personalmente al Faraón.
La cuarta plaga es el ‘arob. De acuerdo con Ribbí Nejemiá, se trataba de una plaga de varios tipos de insectos, como avispas, mosquitos y posiblemente unas moscas que pican (tábanos) que abundan en las regiones pantanosas del Nilo. ‘Los insectos invadirán tu pueblo y tu casa’, advierte Moisés. El Faraón ahora reacciona. Cita a Moisés y Aarón y les ruega que hagan desaparecer la plaga y que se vayan. Pero cuando los insectos se van, el Faraón da marcha atrás.
La quinta plaga, advierte Moisés, es una epidemia que matará al ganado de todos los civiles egipcios. La plaga mata a los animales, y los egipcios, que ya no tenían agua, ahora no tienen qué comer. Pero al Faraón le queda comida, y esta plaga al parecer no afectó a su ganado privado. Solo a los animales del pueblo (veremos esto retaidicado un poco más adelante). El Faraón, para sorpresa de nadie, no reacciona. No llama a Moisés y Aarón como hizo anteriormente. No se inmuta.
La sexta plaga es la sarna: Moisés arroja hacia arriba un puñado de cenizas ‘frente a los ojos del Faraón’, las cenizas se expanden y se tornan en una enfermedad de la piel que afecta a los habitantes de Egipto, hoy diríamos, a los inocentes civiles. La Torá hace hincapié en que la sarna también afectó a los poderosos magos egipcios. Pero el texto cuidadosamente se mantiene en silencio respecto a la situación ‘personal’ del Faraón. Aparentemente a él no lo afectó la sarna. ¿Qué sucedió entonces? El Faraón no reacciona. No llama a Moisés. No hubo negociaciones.
La séptima plaga es el granizo. Moisés advierte al Faraón que lleve a ‘su’ ganado (que estaba vivo, porque como dijimos antes, parece que no lo afectó la epidemia) bajo techo, ‘y que así proteja a todos sus hombres [esclavos] y todos sus animales, y todo lo que tenga en sus campos, porque si no serán afectados por el granizo y morirán’. ¿Cómo reacciona el Faraón? Llama a Moisés y Aarón y les dice ‘Esta vez yo estuve equivocado… por favor, que termine esta plaga’.
Luego llega la octava plaga: langostas que invaden Egipto y que también afectan ‘las mansiones del Faraón’. El monarca no tiene cómo protegerse de esta plaga. Creo que podemos adivinar lo que sucederá: como esta plaga lo afecta de manera personal, el Faraón hace traer a Moisés y Aarón y les pide que se vayan. Aunque pone condiciones que Moisés no acepta.
Novena plaga: oscuridad, (ver artículo donde explico que posiblemente se trató de una tormenta de arena) que paraliza a todo Egipto, incluyendo al Faraón. Solamente los judíos no fueron afectados por la oscuridad. El monarca egipcio, como era de esperar, reacciona y hace llamar a Moisés y Aarón.
Y finalmente, la muerte de los primogénitos, que también afecta al primogénito del Faraón, el heredero del trono. Es esta plaga la que hace que el Faraón, temiendo ahora por su propia vida, libere a los prisioneros judíos sin ninguna condición ni negociación.
La conclusión es muy clara: al Faraón no le importa el sufrimiento de su pueblo. No le importa la devastación, la sed y el hambre de millones de egipcios. El generoso monarca ‘está dispuesto a sacrificar a su pueblo’ para mantenerse en el poder, cuidar su prestigio, su honor y no perder su gloria. Pero, las plagas lo afectan personalmente a él o afectan sus intereses económicos (sus animales, sus esclavos, etc.), entonces el Faraón comienza a ceder. Este es un sacrificio que NO está dispuesto a hacer.
Esta es la naturaleza de los tiranos. No les importa su pueblo. Están dispuestos a realizar grandes sacrificios nacionales, siempre y cuando no afecten sus propios intereses personales.
No puedo dejar de pensar en las decenas de miles de civiles palestinos que mueren en Gaza, hombres, mujeres, niños. ¿Y por qué sigue esta guerra? Por la increíble crueldad de los líderes de Hamas que no ceden a la única condición de Israel para comenzar el cese de hostilidades: ¡liberar a los prisioneros judíos!
Los líderes de Gaza demuestran que no les importa en lo más mínimo el sacrificio de su propio pueblo, el hambre, la sed, la destrucción. Los lideres “están dispuestos a seguir hasta el final”, y al igual que el faraón, tienen la osadía de imponer condiciones “para que Israel cese el fuego”. ¿Absurdo? Bueno, es la misma historia de las plagas en Egipto que se repite en Gaza.
Quizás es hora de que el Mosad también repita la historia bíblica y se encarguen de que los líderes de Gaza tengan que pagar un precio “personal” y no solo “nacional”, por sus crímenes. Así tal vez liberen a los israelíes secuestrados y finalmente Gaza deje de sufrir.
Porque parece que todo lo demás, no va a funcionar.
Rab Yosef Bittón
PARASHAT BO: El Faraón y la adicción al juego
Cada vez que leo esta Parashá, quedo perplejo y fascinado por la conducta del Faraón. Nuestra Parashá comienza con la octava plaga: las langostas. Por primera vez, el Faraón admite que se ha equivocado. Permítanme leerles la declaración del Faraón: «He pecado ante HaShem, vuestro Dios… y ahora, por favor, perdonad mi pecado solo esta vez y rezad a HaShem, vuestro Dios, para que quite de mí esta plaga mortal». Moshé rezó a HaShem y la plaga terminó inmediatamente. Pero, increíblemente, una vez libre de las langostas, el Faraón cambia de opinión nuevamente y se niega a dejar salir a Am Israel de Egipto.
¿Qué está pasando? ¿Por qué el Faraón se comporta de manera tan irracional?
Hay dos explicaciones.
La primera, explícita en la Torá, es un razonamiento teológico. «HaShem interviene en el ‘corazón’ del Faraón. Lo endurece. No para coartar su libre albedrío, sino para preservarlo». Me explico: Si Dios se revelara ante nosotros y pudiéramos, de alguna manera, ver y sentir su Presencia más allá de cualquier duda, ¿podríamos atrevernos a no observar el Shabbat? ¿Podríamos no ponernos el Tefilín o comer algún alimento no Kasher? Si nuestra fe en Dios fuera «absoluta», no podríamos «elegir» entre hacer o no hacer Su voluntad. La certeza total en Su existencia nos convertiría en robots (o en «ángeles», pero esto es para otra discusión) incapaces de desobedecer una orden divina. En este sentido, la invisibilidad de HaShem, Su ocultamiento, es lo que permite que uno mantenga su capacidad de desobedecer y, consecuentemente, conserve el mérito de obedecer. Volvamos al Faraón. El Faraón fue la única persona a la que Moshé informó cuándo iba a comenzar cada plaga y cuándo terminaría. Las evidencias de la intervención Divina eran abrumadoras e innegables para el Faraón. Técnicamente, el Faraón debería haberse convertido en un robot-humano privado de libre albedrío, imposibilitado de desobedecer y, por lo tanto, «libre de responsabilidad». Por lo tanto, para que el Faraón pudiera preservar su capacidad de elección y seguir siendo capaz de decir SÍ o NO, HaShem endurece su corazón. Es decir, Di-s interviene en sus pensamientos y lo hace más testarudo e intransigente. Y así, su capacidad de elección regresa a un balanceado 50/50, y el Faraón es nuevamente responsable de lo que elige. Maimónides explica que este tipo de intervención en el pensamiento humano no es la regla. El caso del Faraón fue excepcional.
La segunda explicación tiene que ver con un patrón de conducta humana. Yo lo compararía con la conducta típica de un adicto al juego que alcanza un punto sin retorno. Y cuando llega a ese punto, exhibe un comportamiento auto-destructivo, prácticamente suicida. Ejemplo: Un hombre va al casino, apuesta y pierde todo lo que llevó, digamos, 1000 pesos, la totalidad del sueldo que recién cobró. ¿Qué puede hacer ahora este individuo? ¿Puede volver a su casa y explicarle a su esposa que su sueldo para el mes entero desapareció? En lugar de eso, elige otra posibilidad y así se encamina hacia un punto sin retorno. La otra posibilidad es pedir un préstamo, jugar nuevamente y así recuperar aunque sea algo de su sueldo. El hombre empeña su coche. Pero esa noche la suerte no lo acompaña. Y ahora, aparte de su sueldo, también perdió su coche. Ahora sí que no puede regresar a su casa y enfrentar a su esposa sin sueldo ni coche. No puede rendirse y desandar sus pasos. Se siente obligado a recuperar su sueldo y su auto o perderlo todo. Está en un punto sin retorno. Lo único que le queda es empeñar su casa. Y pide otro préstamo, etcétera.
Creo que de esta manera también se puede explicar el comportamiento del Faraón. Después de la quinta plaga, después de que el Faraón apostó y perdió contra HaShem, ya no podía retroceder y decir: «Bueno, ahora los dejo ir». ¿Por qué? Porque cinco plagas significaron ya mucho sufrimiento y enormes pérdidas materiales para sus súbditos. No puede salir al balcón de su palacio y decirle a su pueblo: «Me equivoqué» y perder así lo que le queda de prestigio y credibilidad. El Faraón está ahora «jugado». Está en un punto sin retorno y decide seguir apostando, aunque sabe que lleva las de perder. Así, es posible que, sumado a la intervención Divina, este factor humano también haya influido en el comportamiento del Faraón.
De cualquier manera, creo que es una gran lección para todos nosotros:
- Debemos identificar cuáles son los puntos sin retorno en cualquier área de nuestras vidas.
- Debemos, obviamente, evitar llegar a esos puntos sin retorno.
- Y si alguna vez imprudentemente llegamos, saber que es mejor volver atrás de un punto sin retorno que seguir corriendo hacia el precipicio.
VAERA: El milagroso rechazo del cese al fuego
Esta mañana he leído en los periódicos israelíes que los prisioneros de Hamas, que Israel capturó en la batalla, confesaron el plan macabro de la organización terrorista. Hamas planeaba atacar a Israel en este próximo Rosh Hashaná, enviando cientos de terroristas a través de la red de túneles del terror que tenían armada. Los terroristas hubieran entrado así en el territorio de Israel en Rosh Hashaná 5775 y Jas VeShalom hubieran asesinado a miles de judíos. Los titulares del diario Israelí decían: «El descubrimiento de estos túneles evitó una tragedia de las proporciones de la Guerra de Yom Kipur» (en la que 2.800 soldados israelíes murieron y 9.000 fueron heridos)
Me pregunté a mí mismo ¿Qué hubiera pasado si hace dos semanas, cuando Israel ofreció a Hamas «silencio y paz» para Gaza si Hamas simplemente suspendía el lanzamiento de cohetes contra Israel, Hamas hubiera dicho que sí»? Respuesta: todos esos túneles todavía estarían allí! ¿Qué pasó? ¿Por qué Hamas rechazó un cese al fuego? ¿Calcularon mal la posible respuesta del Ejercito de Israel o su determinación de entrar a Gaza?
Pero increíblemente, y contra toda lógica militar o social, Hamas se negó. Una y otra vez fue Hamas quien dijo NO al cese al fuego.
Tal vez, porque la historia de la negativa del Faraón se repitió en la negativa de Hamas, y HaShem intervino en los pensamientos de nuestros enemigos, de nuevo, para frustrar los planes de aquellos que buscan destruirnos.
8. Nuestra ayuda viene de HaShem, el Creador del cielo y la tierra.
RESUMEN de VAERA
EL PUEBLO ELEGIDO
La Parashá de esta semana comienza con la respuesta de Dios a Moshé luego que Moshé se quejara ante Dios porque el Faraón rechazó su pedido de liberar a los hebreos y encima dificultó más su trabajo. Dios le dice a Moshé que Él se reveló a los patriarcas y estableció con ellos un pacto para darles la tierra de Canaán. Y ahora ha escuchado los clamores de sus descendientes, los liberará de Egipto, los elegirá como Su pueblo y los traerá a la Tierra Prometida. Moshé transmite el mensaje a los judíos, pero la esclavitud era tan dura que les impidió aceptar las palabras de Moshé. Dios le dice a Moshé que instruya a Faraón para que deje salir a los israelitas de su tierra. Moshé le pregunta a Dios: «Si los mismos hijos de Israel no me escucharon, ¿cómo me va a escuchar el Faraón?”. La Torá hace una breve pausa y describe el linaje de Moshé y Aharón, enumerando sus árboles genealógicos.
LA INTRANSIGENCIA DEL FARAON
Dios le ordena a Moshé que hable con el Faraón, y le anuncia que Aharón será su portavoz. Dios le reitera a Moshé que Él endurecerá el corazón del Faraón y el monarca egipcio se negará a liberar a los judíos. Pero Dios «multiplicará Sus milagros» en Egipto hasta que reconozcan que Él es el verdadero Dios. Moshé y Aarón se presentan ante el Faraón. Aharón arroja su bastón al suelo y se convierte en una serpiente. Cuando los magos del Faraón hacen lo mismo con sus varas, la vara de Aharón se traga sus varas. El Faraón, que pensó que era un truco de magia, no se impresiona.
Y ahora entonces comienzan las plagas.
PRIMERA PLAGA
Aharon golpea el rio Nilo con su bastón y las aguas se convierten en sangre.
SEGUNDA PLAGA
Aharon estira su bastón sobre el Nilo y hace surgir una invasión de ranas que cubren todo el territorio, las casas de los egipcios y hasta el palacio del Faraón. El monarca egipcio llama a Moshé y le suplica que elimine la plaga, prometiendo que después liberará a los israelitas. Moshé ora a Dios, y las ranas mueren. Pero el Faraón no cumple su promesa.
TERCERA PLAGA
Aharón golpea la tierra con su vara y se produce una plaga de piojos que atacan a los egipcios y a sus animales. Los magos de Faraón reconocen que esto no es magia, sino intervención Divina.
CUARTA PLAGA:
Dios envía a Moshé a advertir al Faraón que su tierra se infestará de todo tipo de insectos y que solo la tierra de Goshen, donde vivían los hebreos, se salvará de esta plaga. Los insectos descienden sobre Egipto y destruyen todo lo que encuentran, pero no afectan la tierra de Goshen. El Faraón llama a Moshé y le ofrece permitir a los israelitas la libertad de servir a Dios, pero sin salir de los límites territoriales de Egipto. Moshé rechaza esta oferta. El Faraón ofrece entonces liberar a los esclavos judíos si la plaga llega a su fin. Moshé ora a Dios, la plaga termina, pero el Faraón vuelve sobre sus pasos y no cumple su promesa.
QUINTA PLAGA
El ganado de los egipcios muere por una epidemia. Pero los animales de los judíos no se ven afectados.
SEXTA PLAGA
Moshé y Aharón toman un puñado de cenizas y la arrojan al cielo. Estas cenizas descienden sobre todo Egipto e infectan a todos sus habitantes con dolorosas afecciones en la piel (sarpullidos, o llagas o una insoportable reacción alérgica). Moshé le transmite al Faraón un mensaje: así como Dios acabó con todo el ganado egipcio, también pudo haber acabado con el Faraón y con todo su pueblo, pero lo ha dejado sobrevivir para mostrarle Su poder y para que se reconozca Su nombre en toda la tierra.
PERASHAT VAERA: La verdadera misión de Am Israel
וְהוֹצֵאתִי אֶתְכֶם מִתַּחַת סִבְלֹת מִצְרַיִם, וְהִצַּלְתִּי אֶתְכֶם מֵעֲבֹדָתָם, וְגָאַלְתִּי אֶתְכֶם בִּזְרוֹעַ נְטוּיָה וּבִשְׁפָטִים גְּדֹלִים. וְלָקַחְתִּי אֶתְכֶם לִי לְעָם
LA FRUSTRACIÓN DE MOSHE
La Parashá de la semana pasada terminó contándonos acerca de la frustración de Moshé Rabbenu por los pobres resultados de su misión ante el Faraón. Moshé le habla al Faraón, en nombre de Dios, y le pide que libere al pueblo judío de la esclavitud. La misión de Moshé fracasó totalmente y fue contraproducente. No solo que el Faraón no liberó a los esclavos hebreos, sino que los hizo trabajar más y en condiciones inhumanas. Los campos de esclavos se transformaron así en campos de concentración, donde el trabajo era un medio para exterminar a los judíos. Para peor, el pueblo culpa a Moshé por su desesperada situación. HaShem le dice a Moshé que tenga paciencia y que no se desespere. Que el proceso de la redención del pueblo judío va a ocurrir pero poco a poco y que a veces, entre un paso y otro paso adelante, hay que dar un pasito para atrás.
LA MISION REFORMULADA
Nuestra Parashá comienza con la reasignación de Moshé como líder del pueblo hebreo. Si observamos detenidamente los pesuqim veremos que ahora el objetivo final de la intervención Divina se redefine de una forma mucho más elaborada. Hasta ahora parecía que la meta era liberar a los judíos de su terrible esclavitud. Pero ahora vemos que este es solo el primer paso del «plan Divino». HaShem le presenta a Moshé la totalidad de Su plan. HaShem dice 1. los liberaré, 2. los salvaré, 3. los redimiré y 4. los tomaré como Mi pueblo (elegido) y así “Yo seré su Dios” . Esta es la primera vez que HaShem revela Su intención final: elegir un pueblo. Y le manifiesta a Moshé que ese privilegio recaerá sobre los descendientes de Abraham, Yitzjaq y Ya’aqob: el pueblo de Israel. Ahora Moshé entiende mejor el plan que él debe llevar a cabo. No se trata únicamente de “salvar” a los judíos de un inminente exterminio. Los esclavos hebreos, una vez redimidos, tendrán una misión importantísima, fundamental en el mundo: aprender y observar la voluntad Divina y transformarse así en el pueblo que representa al Creador del mundo y Sus preceptos de vida.
HIJOS Y ADEMAS: PRIMOGENITOS
Ser el pueblo elegido no se trata de tener más derechos. Todo lo contrario. Ser el pueblo elegido es como ser “los hijos de Dios”. Un padre es más exigente con su propio hijo que con otras personas. Un padre es menos tolerante de los errores de su hijo que de los errores de un extraño. Al aceptar la Torá, los judíos nos hemos convertido en hijos de Dios. Pero HaShem no nos asigno solo como uno de sus hijos. Así le dijo Dios a Moshé (Shemot 4:22): “Así le dirías al Faraón: Israel es mi hijo primogénito”. En la antigüedad los hijos primogénitos tenían más exigencias que los demás hijos, pero gracias a esa responsbalidad el hijo primogentio era tambien el apreniz princpla del padre y quien acargaria con su legado. Al haber sido asignados como el hijo primogénito de Dios hemos contraído una larga serie de obligaciones y exigencias que regulan nuestra conducta. En el proceso de la liberación de Egipto, fuimos pasivos. HaShem es Quien nos rescató y nosotros fuimos salvados. Él luchó en nuestro lugar, y nosotros solo tuvimos que empacar nuestras pertenencias y partir. Pero en el proceso de transformarnos en el Pueblo elegido de HaShem no somos pasivos. HaShem nos ofreció la Torá y nosotros la aceptamos (qabbalat haTorá) y nos comprometimos a estudiarla y observarla y comportarnos como los representantes de Dios sobre la tierra.
TODO PARECIDO….. NO ES PURA CASUALIDAD
En el presente, tenemos nuestro Estado de Israel. HaShem con sus múltiples milagros en 1948, 1967 y hasta nuestros días nos ayudó a recuperar nuestra tierra y nos ayuda con permanentes milagros a defender la tierra de Abraham, Isaac y Ya’aqob . HaShem rescató a los sobrevivientes de la Shoá literalmente desde las cenizas, y luego sucedió algo muy parecido a lo que ocurrió cuando nos salvó de un inminente exterminio en Egipto: nos concedio una tierra de prosperidad en la cual podemos vivir independcities .
Pero siguiendo el modelo de la salida de Egipto debemos comprender que llegar a Israel es solo la primera parte de la ecuación. Es la salvación física. Nuestra misión como pueblo judío dentro y fuera de Israel es comportarnos como el Pueblo de HaShem. Yo creo que hoy Baruj haShem somos testigos de ese milagro: vemos como nuestros jóvenes vuelven a sus raíces. Están sedientos de saber y de aprender más sobre el judaísmo. Hoy se estudia Torá mucho más que en cualquier otra época de la historia de nuestro pueblo. Claro que también hay frustraciones, tropiezos y hasta retrocesos. Pero no olvidemos que los jajamim afirmaron que nuestra redención no va a ser súbita, sino que va a tomar tiempo: dos pasitos para adelante, y solo uno para atrás
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SHEMOT: Resumen de la Parashá
Esta semana comenzamos un nuevo libro: Shemot, “Nombres” o Éxodo.
EL NACIMIENTO DE MOSHE
La Torá comienza mencionando los nombres de los hijos de Jacob y contándonos que sus descendientes fueron muy prósperos, fructíferos y poderosos en Egipto. Pero cuando surgió una nueva dinastía, el Faraón se propuso debilitar a los judíos y empobrecerlos. Primero imponiéndoles impuestos y encargándoles duros trabajos. Pero por más que los oprimía, los judíos seguían multiplicándose y no perdían su poder. El faraón entonces ordena a las parteras matar a todos los niños hebreos recién nacidos. Estas mujeres, sin embargo, desafiaron la orden del Faraón y dejaron vivir a los niños. El Faraón llamó a las parteras para castigarlas por no seguir sus órdenes. Las parteras respondieron que las mujeres hebreas se valían por sí mismas para dar a luz a sus bebés. Dios recompensa a las parteras por su valentía y su temor al Cielo. El faraón ordena entonces a todo su pueblo a tomar parte en la eliminación de los niños judíos, arrojando al Nilo a todos los varones recién nacidos. Cuando nace Moshé (Moisés) su madre, que temía por su vida, lo pone en una canasta impermeable y deja la canasta flotando en el Nilo. La hija del Faraón, Batyá, se está por bañar en el Nilo cuando ve al niño. Lo toma y lo adopta como suyo. Míriam, la hermana de Moshe, que observa lo que está pasando, ofrece traer una mujer hebrea para amamantar al niño. La hija del Faraón acepta la sugerencia, y así Yojebed, la madre de Moshé se encarga de criar a su propio hijo hasta que éste crece.
MOSHE SALE AL ENCUENTRO DE SUS HERMANOS
Moshé vive en el palacio del Faraón. Ya adulto, un día sale del palacio y percibe el sufrimiento de sus hermanos judíos. Ve a un egipcio golpeando a un hebreo. Moisés mata al egipcio y de alguna manera el Faraón se entera. Moshé se ve obligado a huir. Escapa a Midián y se queda allí por un tiempo. Allí se casa con Tsiporá, la hija de Yitró y tiene a sus dos hijos, Guereshom y Eli’ezer.
DIOS RECUERDA SU PROMESA
En Egipto la situación de los esclavos judíos es cada vez peor. El pueblo clama a Dios y Dios toma en cuenta el pacto que había hecho con sus antepasados. Moshé está pastoreando los rebaños de Yitró en el desierto cuando llega a un monte. Allí ve un arbusto ardiendo, pero que no lo consumía el fuego. Cuando se acercó para entender lo qué pasaba, Dios le habla. Le dice que Él ha visto el sufrimiento de los israelitas y ha decidido liberarlos de los egipcios a través de él, de Moshé. Dios le da a Moshé instrucciones a Moshé. Debe reunir a los ancianos judíos e informarles que Dios los rescataría de Egipto y los llevaría de regreso a Israel. Luego Moshé debe hablarle al Faraón y pedirle que los deje salir para servir a Dios. Sin embargo, Dios le advierte a Moshé que el faraón no accederá a esta solicitud. Pero la redención habrá de llegar después de que Dios castigue a Egipto. Dios le presenta a Moshé tres milagrosas pruebas para que las realice ante los israelitas y le crean que Dios lo ha enviado. Moshé dice que él no es apto para esta difícil misión, debido a su impedimento para hablar con elocuencia. Dios entonces asigna a su hermano Aharón para que sea su portavoz.
MOSHE SE DIRIGE A EGIPTO
Moshé toma a su esposa y a sus dos hijos y se dirige a Egipto. Dios especifica a Moshé que le debe decir al Faraón: “Israel es mi hijo primogénito. Deja libre a mi hijo para que me sirva. Y si te niegas a enviarlo, mataré a tu hijo primogénito”. Moshé se encuentra con Aarón, que había venido desde Egipto para recibirlo, y juntos llegan a Egipto. Reúnen a los ancianos y les presentan las pruebas de que Dios los había enviado.
MISIÓN NO CUMPLIDA
Moshé y Aharón van al palacio del Faraón y le piden que deje salir a los judíos. El faraón se burla de ellos e instruye a sus capataces para que aumenten la carga del trabajo de los esclavos judíos. Los judíos no podían satisfacer las nuevas demandas del Faraón y como resultado son brutalmente golpeados. Moshé afligido y confundido, se dirige a Dios: «¿Por qué has causado más sufrimiento a este pueblo? ¿Y para qué me has enviado? Por haberle hablado al Faraón en Tu nombre, el pueblo está sufriendo más….». Dios tranquiliza a Moshé y le responde que pronto verá lo que Él hará con el Faraón y que el monarca egipcio liberará a los judíos.