El nuevo Faraón, Yosef y Thomas Jefferson

וַיָּ֥קָם מֶֽלֶךְ־חָדָ֖שׁ עַל־מִצְרָ֑יִם אֲשֶׁ֥ר לֹֽא־יָדַ֖ע אֶת־יוֹסֵֽף׃

Shemot, Exodo, 1:8

Explicamos previamente (Exodo 1:7) que al cabo de 2 o 3 generaciones de haber llegado a Egipto, los judíos nacidos allí comenzaron a sentirse como en su casa: lo primero que hicieron fue abandonar la comunidad donde vivían y adentrarse en territorio egipcio en busca de nuevas oportunidades económicas (ver aquí).

El próximo versículo nos explica cómo fue que la situación de los judíos comenzó a empeorar.

Exodo 1:8 dice: “Y entonces, un nuevo rey se levantó en Egipto, que no reconocía a Yosef”

UNA NUEVA DINASTIA
Había dos formas de convertirse en un nuevo Faraón: heredando el trono del padre (o abuelo), o encabezado un golpe de estado contra el monarca de turno. Todo parece indicar que en este caso se trató de una revuelta militar que produjo una nueva dinastía, algo no poco común en Egipto Y como es habitual en estos casos, los aliados del gobierno anterior se transforman ahora en los enemigos del gobierno de turno. Los judíos disfrutaron de una situación privilegiada con el Faraón de los tiempos de Yosef.
Este nuevo rey, sin embargo, “desconoce” a Yosef. Esto no quiere decir que nunca había escuchado de él: Yosef salvó la economía de Egipto con sus predicciones proféticas acerca de los años de hambruna y sirvió a Egipto con lealtad. Los egipcios le agradecieron profundamente a Yosef por haberles salvado la vida y haberles dado comida y semillas para sembrar. Yosef fue un héroe nacional. Un prócer. Recordemos, por ejemplo, el entierro de Ya’aqob, que por ser el padre de Yosef fue homenajeado con un duelo nacional ¡que duró 70 días! Pero ahora al nuevo Faraón decide reescribir la historia y sentenciar a Yosef no al olvido sino al oprobio. ¿Por qué?

LA NECESIDAD DE UN ENEMIGO 
Umberto Eco explicó en su ensayo “Construir al enemigo” que para muchos gobernantes, especialmente dictadores, un enemigo, real o imaginario, es una necesidad esencial. Le sirve al dictador para consolidar su gobierno creando un sentimiento de unidad nacional basado en el odio hacia un enemigo en común. A este enemigo se le echará la culpa de todos los males del estado, lo cual también le sirve al tirano como una perfecta distracción de los problemas internos que no puede solucionar. Por siglos, el enemigo favorito de la humanidad ha sido el pueblo judío. Y este fenómeno — que todavía persiste por ejemplo, en la obsesión de las Naciones Unidas Contra Israel — comenzó en Egipto. El nuevo Faraón re-definió a Yosef y a sus descendiese como “enemigos del pueblo” .

NADA NUEVO BAJO EL SOL
Increíblemente, y luego de muchos años, encontré algo muy parecido a lo que ocurrió con Yosef en las noticias internacionales de los últimos meses. Hay varios grupos de extrema izquierda en los Estados Unidos, por ejemplo, que se dedican entre otras cosas borrar la memoria histórica de este país demonizando a los “heroes nacionales”. Dicen que todo comenzó con hacer creer al país que los policías son los malos y los saqueadores son los buenos. Pero no terminó allí: Tomemos como ejemplo a Thomas Jefferson (1743 -1826) uno de los próceres y heroes de los Estados Unidos, que se desempeñó como tercer presidente de ese país de 1801 a 1809 y fue entre otras cosas el autor de la Declaración de Independencia norteamericana, un defensor de la democracia y los derechos individuales. Pero como tuvo esclavos, lo cual en esos tiempos era lo habitual, se lo critica y se quiere borrar su memoria, al punto que sus estatuas fueron vandalizadas o derribadas. Lo mismo está ocurriendo con Cristobal Colón, George Washington, Benjamin Franklin (ver articulo aquí) , o en Inglaterra con el capitán James Cook, por ejemplo. Los revisionistas tratan de “usar” la historia para sacar ventajas políticas en el presente, haciendo de los héroes del pasado los nuevos villanos del presente.

EL SURREALISMO DE UN MIDRASH
A la luz de lo que uno ve en nuestros propios días, y a pesar de las obvias diferencias, queda mucho más claro lo que ocurrió en Egipto y las tácticas que utilizó el Faraón para “demonizar” a Yosef y para que los egipcios creyeran que todos los problemas que tenían eran por culpa de los descendientes de Yosef. El Midrash Tanjumá presenta una opinión que parece surrealista: el nuevo Faraón hizo desenterrar los restos de Yosef de su lujosa tumba y los hizo arrojar al Nilo como un acto de desprecio de los nuevos gobernantes egipcios hacia el gran líder judío. Como explicaron nuestros Sabios ( מעשה אבות סימן לבנים): la Torá no es un libro moderno: es eterno. Y no nos cuenta historias folclóricas del pasado, sino que nos muestra patrones de conducta que podemos identificar en el presente.

Todo parecido entre la Torá y la realidad no es pura casualidad.




El rol de las mujeres en la salida de Egipto

DESOBEDIENCIA DEBIDA
Los sabios se preguntaron: ¿cómo fue posible abandonar Egipto? Egipto era un país con una altísima población de esclavos permanentemente vigilados. Era como estar en una prisión de alta seguridad o en un campo de concentración, de donde no se puede escapar con vida.   La respuesta parece ser muy simple: gracias a la intervención milagrosa de HaShem, nuestro Dios y, por supuesto, Moshé y, en cierta medida, Aharón, su hermano. Pero para nuestra sorpresa los Sabios del Midrash formularon una respuesta diferente: בזכות נשים צדקניות נגאלו ישראל ממצרים  «Fue por el mérito de las mujeres virtuosas que el pueblo judío fue liberado de Egipto».  Para comprender la lógica absoluta, y la belleza, de esta afirmación, debemos abrir la Torá y leer Shemot (Éxodo) 1:15 a 2:10 . En este texto, leemos la orden del Faraón a las parteras de matar a los bebés judíos. Estas dos mujeres, Shifra y Puah representan el primer ejemplo registrado en la Biblia, y creo que en la historia de la humanidad, de desobediencia civil. La Tora declara claramente que fue gracias al coraje de estas mujeres que los judíos no desaparecieron y pudieron multiplicarse y sobrevivir.

LA MADRE, LA HIJA Y LA MADRE ADOPTIVA
La Torá también nos cuenta sobre otras tres mujeres de gran coraje y valor, que tuvieron un rol fundamental en la salida de Egipto.  La madre de Moshé, Yojebed, que decidió tener un hijo a pesar del decreto del faraón de asesinar a todos los niños judíos recién nacidos. Cuando ya no era posible ocultar a su hijo, Yojebed colocó a su pequeño bebé en una canasta. Y esa canasta fue encontrada por la propia hija de Faraón, quien en un segundo y muy valiente acto de desobediencia civil contra su propio padre, rescató al bebé judío y lo adoptó como su propio hijo. La Torá también menciona a otra mujer, Miryam, la hermana de Moshé, que se quedó observando la canasta que llevaba a su hermano pequeño a través del Nilo y cuando la hija del Faraón rescató al pequeño Moshé, ella le sugirió a la hija del Faraón que consiguiera una mujer hebrea –la madre de Moshé–para amamantar a su hijo adoptivo. Moshé fue amamantado y criado por su propia madre durante los primeros años de su vida y así supo de su identidad judía. Cada una de estas tres valientes mujeres desempeñó un papel crítico y fundamental, directo o indirecto, en la liberación del pueblo judío de Egipto.

LA GRAN PREGUNTA
También hay un hermoso Midrash que pregunta: ¿Cómo se les ocurrió a los hijos de Israel rezar por su liberación? En otras palabras: ¿cómo se dieron cuenta de que eran esclavos, en una sociedad donde todos eran esclavos? La pregunta parece absurda. A menos que recordemos la cueva de Platón. Si una persona nace, crece y vive toda su vida en la profundidad de una cueva oscura, nunca sabrá lo que es la «luz». Pero tampoco sabrá lo que es la oscuridad. Ya que el reconocimiento de la oscuridad solo es posible cuando uno conoce la luz. Sin conocer la luz, la oscuridad se convierte en la condición natural de la existencia. Los esclavos judíos nacieron, se criaron y vivieron durante varias generaciones en la esclavitud (140 años, según Maimónides). ¿Cómo fue posible, entonces, que se les haya ocurrido aspirar a la libertad?

HÉROES ENTRE NOSOTROS
También en este caso, el Midrash le concede el crédito principal a las esposas. Los sabios explicaron que todos los días, las mujeres judías iban al Nilo y recogían pequeños peces que se acumulaban en la orilla del río. Con una parte preparaban una sabrosa comida y con el resto hacían un bálsamo especial. Por las tardes, las esposas iban a ver a sus esposos a los sitios de construcción, ya que los egipcios, deliberadamente, no los dejaban regresar a sus hogares para evitar el crecimiento demográfico. Las mujeres se preparaban en su casa, embelleciéndose lo mejor que podían frente a unos espejos de cobre. Cuando se encontraban con sus maridos, les frotaban la espalda castigada por el sol y el látigo con el bálsamo que habían preparado. Luego, le servían a sus maridos la sabrosa comida que habían  preparado y pasaban la noche junto a ellos, sin que los egipcios las vieran, en los campos de manzanos.

VER LA LUZ
Mientras que los amos egipcios hacían todo lo posible para humillar y deshumanizar a los judíos, quebrando sus espíritus, y haciéndoles sentir que estaban condenados a ser esclavos de por vida, las mujeres judías duplicaron sus esfuerzos para inspirar en sus esposos un sentimiento de dignidad. Estuvieron a la altura de este tremendo desafío e hicieron todo lo posible para hacerles sentir que NO eran esclavos sino «hombres de familia», y que podían ser felices y afortunados. En otras palabras: las esposas judías inspiraron a sus esposos a ver la luz en la oscura cueva. Para que así entendieran que la esclavitud no era la «nueva normalidad». Fue este noble y valiente esfuerzo de las mujeres de Israel lo que impidió que los hombres judíos se resignaran  a su condición de esclavos, como sucedió con todos los demás pueblos esclavizados. Fue gracias a las virtuosas mujeres de Israel, su coraje y su sabiduría para fortalecer nuestros espíritus en los momentos más difíciles de nuestra historia, que nuestra libertad de Egipto fue posible.

Dedicado a mi hija Orit y a su esposo, Dr Adam Harari, en ocasión del Berit Milá de mi nuevo nieto Yosef Yaakob Harari




El Rab Elyashiv y el número de judíos que salieron de Egipto

¿Cómo es posible que el pueblo de Israel se haya reproducido tanto en Egipto en un período de 210 años?
Recordemos que la Tora indica explícitamente solo dos cosas:
1- El número de hombres judíos que llegaron a Egipto fue de 70.
2- Cuando salieron de Egipto, había 600,000 hombres entre las edades de 20 y 60 años. Incluyendo las mujeres, niños y ancianos, podemos suponer que el número de judíos que salieron de Egipto fue aproximadamente 3 millones.

LA RESPUESTA NO TRADICIONAL
El rabino Shemuel David Luzzatto (1800-1865) formuló un par de ideas que, aunque no lejos del peshat, es decir, del significado literal del texto bíblico, son un poco controvertidas. Él dice que basado en un verso explícito, los judíos estuvimos en Egipto no por 210 años, sino por 430 años (Shemot 12:40). También afirma que cuando la Tora habla de las generaciones que  pasaron desde que los judíos llegaron a Egipto (demasiado pocas para cubrir más de 400 años) el texto no se refiere a «padre> hijo», sino a «patriarca> descendientes» (este artículo en hebreo explica con más detalle la opinión del rabino Luzzatto).

LA RESPUESTA DE LOS SABIOS
La posición del rabino Luzzatto podría tener un mérito textual, pero primero deberíamos explorar la viabilidad de lo que dicen nuestros sabios. El tiempo que los judíos pasamos en Egipto fue de 210 años (116 de los cuales en la esclavitud). Nuestros sabios, que también se preguntaron cómo 70 se convirtieron en 3 millones, explican que las mujeres judías podían dar a luz hasta «6 niños a la vez» (בכרס אחד). Sin embargo, creo que quizás no necesitamos recurrir al ejemplo de séxtuples para explicar el incremento exponencial de la población judía.

LOS EFECTOS DE CASARSE JOVENES
Lo más esencial para entender este tema es que 210 años podrían abarcar hasta 10 generaciones, teniendo en cuenta que los judíos, que siempre han practicado el celibato hasta el matrimonio, generalmente se casan jóvenes. Hasta hoy, la mayoría de los judíos observantes se casan en promedio entre los 22 y 24 años de edad.  Si 70 hombres llegaron a Israel (con sus esposas) y cada pareja tuvo, digamos un total de 6 hijos, en 6 generaciones serían: 3.265.920 (70 x 6 x 6 x 6 x 6 x 6 x 6). Tenemos un ejemplo explícito de una familia de 6 generaciones en el caso de Yehuda> Peretz> Hetsron> Ram> Aminadab> Nahshon. Y Nahshon probablemente ya tenía sus propios hijos cuando salió de Egipto. Dibre haYamim I (7:22) cuenta 9 generaciones desde Efrayim, hijo de Yosef, hasta Yehoshua bin Nun.

LA RESPUESTA DEL RAB ELYASHIV
Creo que la mejor manera de comprender el realismo de estos números bíblicos y la opinión de los Jajamim, proviene de la vida del rabino Yosef Shalom Elyashiv z ”l. Este prestigioso rabino contemporáneo, hijo único después de 17 años de matrimonio de sus padres, nació en 1910 y murió en 2012. Alcanzó una edad privilegiada de 102 años.
Ahora bien ¿cuántos descendientes dejó el rabino Elyashiv en este mundo cuando falleció? Según Wikipedia, ¡cerca de 1.400 descendientes! Más de 6 generaciones (ver aquí). ¿El secreto? Sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos tuvieron un número significativo de hijos y se casaron jóvenes.