4. Arrepentirse por miedo

Estamos analizando un texto del libro Menorat haMaor del rabino Isaac Abohab. Este texto describe los siete niveles posibles de arrepentimiento, de mayor a menor. Aclaremos que este texto no se refiere a las ofensas cometidas hacia otras personas (robar, ofender, engañar, etc.) donde además del arrepentimiento debemos pedir perdón, restituir, compensar, etc., sino de ofensas religiosas, cuando hacemos lo contrario de lo que Dios espera de nosotros.
Ya vimos los tres niveles más altos de la Teshubá. Ahora exploraremos el cuarto nivel: el arrepentimiento que tiene lugar cuando nos damos cuenta de las consecuencias de nuestras malas acciones. El nivel más alto de Teshubá es cuando el arrepentimiento nace espontáneamente de la autorreflexión, cuando finalmente entendemos que lo que estábamos haciendo es incorrecto en sí mismo; cuando el arrepentimiento proviene del despertar de nuestra propia conciencia, o de un renovado deseo de reconciliación con nuestro Creador. El arrepentimiento en este nivel refleja nuestro amor por Dios (תשובה מאהבה).
El rabino Abohab explica que el cuarto nivel de Teshubá ocurre, por ejemplo, cuando un maestro o un amigo que nos conoce personalmente o un rabino en uno de sus sermones nos advierte directamente sobre las consecuencias negativas de nuestras acciones. Nuestra conciencia se despierta por un estímulo externo y por el temor a las consecuencias.
Menorat haMaor trae un ejemplo de este cuarto nivel de Teshubá. El caso de los habitantes de la ciudad de Nínive. Allá por el año 780 antes de la era común, HaShem se reveló al profeta Yoná ben Amitai y le dijo que debía ir a una ciudad asiria no-judía, que tenía más de 120.000 habitantes (en ese momento este alto número de habitantes era muy inusual) para advertir que la ciudad sería destruida por sus múltiples ofensas hacia Dios y hacia sus compañeros.
No vamos a analizar todos los detalles de esta fascinante historia. Pero muy brevemente: después de un intento fallido de fuga y un intento de suicidio, Yoná llegó a la gran metrópolis asiria y advirtió a sus ciudadanos que la ciudad sería destruida en 40 días. Inesperadamente, los habitantes de Nínive escucharon la reprimenda de Yoná, tuvieron miedo del castigo Divino y se arrepintieron. HaShem suspendió Su decreto y perdonó a la ciudad.
Ahora echaremos un vistazo a dos detalles de esta historia.
1. Los Sabios del Talmud elogiaron la forma en que tuvo lugar este arrepentimiento. Los habitantes de Nínive no solo se dedicaron a la oración y al ayuno, sino que también, y principalmente, modificaron su comportamiento. El abandono de nuestros malos hábitos y nuestra mala conducta es la evidencia final y el objetivo más alto del proceso de Teshubá. Los Sabios valoraron tanto este mensaje de la historia de Yoná que la establecieron como la lectura oficial de la Haftará en Yom Kippur en la oración de la tarde (Minjá). Indicando así lo que se espera de un Yehudi cuando termina Yom Kipur: un cambio real y positivo en su comportamiento, y no solo el ayuno, o el hacer resoluciones vacías o promesas de cambio. También aprendemos que HaShem está dispuesto a perdonar y «cancelar» el castigo cuando nuestro arrepentimiento resulta en una mejora de nuestro comportamiento.
2. Pero si bien el hecho de que los habitantes de Nínive creyeran en el mensaje del profeta Yoná es muy loable (algo que desafortunadamente no siempre sucedió con nuestra propia gente …), desde el punto de vista de la motivación, es decir, de cómo comenzó la Teshuba, este tipo de arrepentimiento se considera de un nivel inferior, ya que la razón fundamental para ello fue la autopreservación, es decir, el temor a la retribución Divina. En cualquier caso, el arrepentimiento por temor al castigo divino, aunque no se considera como la forma ideal del arrepentimiento, es aceptado por HaShem. Porque como vemos claramente en el libro de Yona, Dios escucha las oraciones de los habitantes de Nínive, los perdona y no destruye a la ciudad.



3. Arrepentirse porque ahora me ven.

En su libro Menorat haMaor el Rab Isaac Abohab enumera 7 niveles de Teshubá. Es decir, diferentes circunstancias en las cuales, o por las cuales, una persona se arrepiente de las malas acciones que hizo. Estos niveles se clasifican según ciertas categorías. Por ejemplo: 1. ¿Cuándo se da uno cuenta que hizo algo mal y deja de hacerlo? 2. El estado de alerta o adormecimiento de la conciencia. 3. Si el arrepentimiento tuvo lugar antes o después de sufrir las consecuencias de lo que hizo mal, etc.
El nivel más elevado de la Teshubá es cuando uno se arrepiente por sí mismo, inmediatamente, y sin que hayan habido consecuencias negativas de sus malas acciones.
Un segundo nivel es cuando uno NO se da cuenta inmediatamente de lo que hizo mal, y repite su mal proceder hasta que éste se convierte en un hábito. Luego, el arrepentimiento llega a causa un estímulo externo positivo, por ejemplo, las Selijot, el Viduy, el Shofar, o luego de estudiar o escuchar palabras de Torá.
El tercer nivel, que veremos hoy, es cuando uno se arrepiente una vez que ya no puede repetir su mal proceder.
Ejemplos:
1. Un empleado de un supermercado robar mercadería y se la lleva a su casa sin que nadie lo vea. Como no se arrepiente de inmediato, este accionar persiste por un tiempo y se convierte en un hábito que el empleado perfecciona para no ser atrapado. Su conciencia no solo que ya no le dice nada sino que ahora le ayuda a inventar excusas imaginarias : “Los dueños son muy ricos». «No les afecta en nada lo que yo me llevo”.”No me pagan lo suficiente y yo trabajo más que los otros empleados”. “Merezco cobrar más y hace mucho que no aumentan mi sueldo“, etc, etc. El robo sigue y el arrepentimiento no aparece. Pero un día, el empleado  llega a su trabajo y ¡oh sorpresa!  Los dueños han instalado cámaras de seguridad en el supermercado.  Las circunstancias ahora son diferentes. Ya no puede robar sin que lo vean.  Su cerebro ya deja de inventar justificaciones, e ironicamente, eso le permite darse cuenta de que hizo algo mal durante un largo tiempo y ahora finalmente se arrepiente. El rab Abohab indica que, aunque la conducta de este individuo cambió debido a que las circunstancias cambiaron y ya no tiene las mismas oportunidades para robar que antes, este “arrepentimiento”, aunque cuestionable, es considerado por la Torá como válido.
2. Un hombre viaja al exterior por negocios. Y allí, donde nadie lo conoce, se deja llevar por la tentación y procede de una manera errada en el área sexual. Luego, vuelve a su hogar y se arrepiente de lo que hizo. Claro que una vez de regreso a casa, donde todos lo conocen,  ya no puede repetir su mal proceder. Y de alguna manera, como dice Maimonides, el arrepentimiento es más creíble cuando alguien se arrepiente mientras está en condiciones de repetir el mismo error y eligiera no hacerlo gracias a un mejor entendimiento de lo que significa la infidelidad, etc. De cualquier manera, dice el rab Abohab, aunque este acto de arrepentimiento ocurre cuando uno ya no tiene la posibilidad de repetir el error, esta contrición es válida y su Teshubá, aunque no sea perfecta, es aceptada por Dios.
3. Durante muchos años un individuo se encuentra económicamente muy bien. Algunas personas necesitadas se acercan él para pedirle ayuda, pero este individuo dice “NO” y se niega a ayudar al prójimo. Con el correr del tiempo, esta persona persiste en su conducta egoísta y no se da cuenta (o no se quiere dar cuenta) que está actuando mal. Cada año, durante el mes de Elul y los Yamim Noraim (Rosh haShaná, Yom Kippur) dice las Selijot, escucha el Shofar, y aprende acerca de la importancia de dar Tsedaqá, pero no se arrepiente y sigue negándose a asistir a los pobres. Luego de algunos años, sus negocios le salen mal y pierde gran parte de su fortuna. El dinero no le sobra e irónicamente,  ahora, que ya no puede ayudar, se arrepiente de no haber ayudado a los demás cuando podía. Este arrepentimiento, dice el rab Abohab, si bien no es el ideal, es válido y aceptado por el Creador.
Los Sabios explican que debemos arrepentirnos de inmediato cuando actuamos mal. Y también dicen que cuando nos arrepentimos mientras la oportunidad de seguir actuando mal todavía existe, allí se alcanza el máximo nivel de Teshubá.
Pero también dijeron que las puertas de la Teshubá no se cierran. Y que aunque nos hayamos alejados de HaShem y Sus preceptos, Él siempre estará dispuesto a aceptar nuestro arrepentimiento, aunque no sea perfecto.