JUDAISMO y CIENCIA Entrevista al Rab Yosef Bitton, MEXICO 2015
¿Qué ocurrió el cuarto día de la Creación?
CREACION Y CIENCIA: Dos libros escritos por el mismo Autor
NOAJ: Cuando el hombre descubrió la mortalidad
Reflexiones para un día de eclipse
En la antigüedad, para los pueblos paganos, los eclipses eran señales de los dioses. Por la naturaleza de un eclipse, la desaparición de la luz del sol en pleno día, el mensaje tenía que ver con el enojo y las advertencias de los dioses mitológicos. Un eclipse anunciaba calamidades de todo tipo, o la muerte del rey, etc. Se podría decir que con excepción del pueblo judío, TODAS las civilizaciones de la antigüedad, incluso aquellas que poseían los conocimientos astronómicos para predecir los eclipses, “leían” en estos fenómenos astronómicos todo tipo de señales “de sus dioses”. La creencia que los fenómenos astronómicos pueden tener alguna influencia en nuestras vidas es la base fundacional de la idolatría, abodá zará , también llamada, ‘abodat kojabim, que yo explicaría como: “creencia en la influencia de los astros estrellas” .
Los profetas en el Tanaj (Biblia Hebrea) denunciaron estas creencias y advirtieron a Israel que no asimilarán estas prácticas idolatras.
Pero por el otro lado, David haMelej en Tehilim nos exhortó muchas veces a levantar nuestros ojos y mirar al cielo para descubrir la grandeza de Boré Olam, el Creador. Salmo 8:4, “Cuando contemplo los cielos, la obra de Tu mano, la luna y las estrellas que has puesto [en sus órbitas]” . En el salmos 19 el Rey David también dice: 19:2: “Los cielos declaran la gloria de HaShem, y la obra de Sus manos proclama el firmamento”. Luego, el rey y poeta de Israel comienza a describir la increíble armonía del sistema solar, el movimiento de los astros y la fuerza invisible y silenciosa que los mueve; y los increíbles beneficios de la luz del sol, etc. Pero, si los Yehudim también miramos al cielo, ¿que diferencia hay entre los pueblos paganos y nosotros? La GRAN diferencia fue expresada por el profeta Yesha’ayahu, que dice en el capítulo 40:26. “Alzad vuestros ojos al cielo, y contemplad QUIÉN creó estas cosas [=los astros, estrellas, etc.].
Como lo explica el libro del Zohar analizando este versículo, al observar el QUÉ, el cielo, descubrimos la grandeza del QUIÉN, el Creador de los cielos y la tierra. Maimonides también explica que el camino para llegar a respetar a Dios (Quien) , es la admiración de Sus obras («que»). Y esta admiración, a su vez, nos lleva a amar a Dios («Quien»). Yesodé haTorá 2:2 “¿Cuál es el camino [para alcanzar] el amor y el temor de Él? Cuando una persona contempla Sus maravillas y grandes obras en la Creación y llega a apreciar Su infinita sabiduría, que sobrepasa toda comparación, inmediatamente amará [al Creador], lo alabará y lo glorificará, anhelando con tremendo deseo conocer más sobre Él, como dijo el rey David: «Mi alma tiene sed de HaShem, el Dios viviente» (Salmos 42: 3). Y cuando uno continúa observando estos mismos asuntos [la Creación], inmediatamente se llenará de asombro y temor reverencial, y apreciará con admiración que él, una criatura minúscula, humilde e insignificante, de falible y limitada sabiduría, puede estar parado delante de Aquel que es de conocimiento perfecto. Como dijo David: «Cuando veo tus cielos, la obra de tus dedos … [Me pregunto] ¿qué es el hombre, para que de él te importe?» (Salmos 8: 4-5).
Mientras que los pueblos paganos miraban los cielos para buscar mensajes de sus dioses, el pueblo de Israel, el único pueblo que mereció recibir el mensaje y la voluntad de Dios por escrito,» la Torá», mira los cielos para contemplar Su grandeza, y llenarse de amor y admiración por el Creador.
Yosef Bitton [email protected]
Don Isaac Abarbanel y el ataque terrorista en Barcelona
POST BET-HAMIQDASH: Los romanos descubren la Torá
Explicamos previamente que para los romanos fue muy significativo haber vencido al pueblo judío y destruido su Bet haMiqdash. Una de estas razones, quizás la más poderosa, es que los funcionarios romanos siempre se sintieron “amenazados» por la religion judía. Temían que muchos ciudadanos del imperio se convirtieran al judaísmo y éste reemplazara a la religión oficial. Y no estuvieron muy equivocados….
LOS PROBLEMAS DEL CULTO ROMANO
La religión romana, explica el historiador Paul Johnson en su libro Historia del Cristianismo (pag.11), “no llegaba al corazón ni imponía obligaciones a las creencias de un hombre. Cicerón y otros intelectuales la defendieron con argumentos que se referían meramente a su carácter de auxiliar del decoro público”. Es decir, la religión romana estaba enfocada casi exclusivamente a mantener la ley y el orden civil, y no proponía un sistema de creencias con contenido espiritual. Así, cuando Calígula quiso erigir su estatua en el Bet haMiqdash, lo hizo más para imponer su autoridad política que la religión del Imperio. La religión romana se concentraba mucho en el culto a los emperadores, lo cual también le hacia perder credibilidad: “como era una religión oficial, cambiaba a medida que variaban las formas de gobierno. Cuando fracasó la república, el nuevo emperador se convirtió, ex officio, en el pontifex maximus… que gozaba de poderes casi divinos conferidos al gobernante… después de la muerte de César, el Senado romano en general votaba la divinización del emperador… y un testigo juraba que había visto el alma del muerto elevarse hacia el cielo desde la pira funeraria.” Los romanos no eran muy fanáticos de su propia religión, que consideraban corrupta, politizada y utilitaria. Y el judaísmo los atraía cada vez mas. Pero hay que saber que el romance de los romanos con el judaísmo NO fue un amor a primera vista. Les llevó más de un siglo a los romanos entender y admirar al judaísmo. Lo que es más: En un principio, a los Romanos los desconcertaba 2 elementos del monoteísmo judío. 1. La invisibilidad de Dios y 2. La exclusividad de su servicio.
EL INVISIBLE DIOS DE LOS JUDIOS
El descubrimiento de Abraham Abinu, hace 4000 años atrás, que HaShem / Dios es invisible fue una extraordinaria revolución, que en términos de su audacia creo que superó otros descubrimientos como los de Copérnico, Newton, o Einstein. Newton, por ejemplo, tuvo que concebir que existe una fuerza invisible y universal, la gravedad, que determina prácticamente todo lo que ocurre en la física, y esa fuerza no es tangible y no puede ser vista con los ojos. Esta abstracción, o la idea contra-intuitiva de la curvatura del espacio-tiempo de Einstein, representaron increíbles avances en la humanidad. Pero nunca fueron vistas como “locura” . Abraham vivía en un mundo donde lo que no se veía no existía, y concebir un Dios invisible, no era sólo algo ridículo sino también un insulto a los dioses, o una idea demencial. La gente pensaba de Abraham, que le agradecía y le rezaba a un Dios invisible, lo que pensaríamos nosotros de una persona que dice que ve muertos o fantasmas a su lado.
No es de extrañar entonces que los judíos hayan sido considerados como excéntricos o delirantes por los romanos. La idea de un Dios invisible, que hoy es absolutamente comprensible, resultaba demasiado avanzada para la mayoría de los romanos. El primer funcionario romano que ingresó en el Bet haMiqdash (por la fuerza), fue Pompeyo en el año 66 antes de la era común. Dicen que entró en el Qodesh haQodashim, al recinto más sagrado del Templo, pensando que allí los judíos escondían a sus verdaderos dioses e imágenes. Cuando Pompeyo comprobó la ausencia de ídolos, comenzó a tener más curiosidad y respeto por el judaísmo; no perturbó la paz en el Templo ni tocó sus tesoros.
Con el paso del tiempo y con las explicaciones de los Sabios judíos los romanos más inteligentes y sensibles comenzaron a entender la idea de la invisibilidad de Dios. Los Sabios dijeron por ejemplo que “Dios es al mundo lo que el alma es al cuerpo”. En las palabras mi estimado amigo, el Juez Ezra Goldstein de Sudáfrica, en su libro The Veredict: “Ninguna búsqueda que se realice en el cuerpo humano, por más minuciosa o invasiva que sea, llegará a aislar o identificar al ‘yo’ [=el alma]. Todo lo que nuestra búsqueda producirá será físico, perceptible y medible. Y sin embargo, cada uno de nosotros sabe que el ‘yo’ está allí. De hecho, el ‘yo’ es el componente más importante de cualquiera de nosotros. Es el ‘yo’ que nos hace a cada uno de nosotros individualmente irremplazable. Es el ‘yo’ que lloramos cuando ocurre la muerte, y el ‘yo’ lo que honramos cuando enterramos a los muertos. El universo también está infundido con un ‘Yo’ invisible, no físico [Dios].”
Al entender el alma, los romanos llegaron a descubrir al “invisible” Dios de Israel. Y quedaron fascinados con esta idea….
(Continuará…)
Judea se libera de Roma (años 66-68 de la era común)
Si bien la rebelión judía contra Roma culminó con la destrucción de nuestro Bet haMiqdash, también demostró el coraje y la determinación de los Yehudim para luchar por obtener un estado judío independiente.
La rebelión, llamada en hebreo HAMERED HAGADOL comenzó en el año 66. Los judíos se atrincheraron en la ciudad de Yerushalayim, que estaba protegida por muros muy poderosos.
Los Yehudim, sin embargo, no tenían un frente unido. Y al mismo tiempo que se enfrentaban al ejercito romano, también se peleaban entre sí: los que querían rebelarse contra Roma, liderados por Menajem haGuelilí, contra el ejercito judío de Agripas II junto a los saduceos, que se negaban a rebelarse contra Roma.
Menajem había atacado la famosa fortaleza de Metsadá (Masada) y se había hecho con muchas armas capturadas de los romanos. Ahora Menajem utilizaba estas armas contra el ejercito de Agripas que contaba con unos 2.000 soldados. Estas batallas civiles duraron una semana, con la victoria de Menajem. Menajem también derrotó al ejercito Romano y mató a todos los soldados apostados en Jerusalem.
Por el otro lado, se organizó un nuevo comando judío liderado por El’azar hijo del gran sacerdote Jananyiá. El’azar ordenó que no se ofrecieran más sacrificios en el Bet haMiqdash en honor al emperador romano. Esta era una clara señal de que los judíos ya no aceptaban la autoridad de los romanos y se estaban declarando como un estado independiente de Roma.
En Yerushalayim la situación era muy tensa. El’azar se enfrentó con Menajem, diciendo que Menajem se comportaba como un tirano. “No queremos cambiar a un tirano [el emperador de roma] por otro tirano {Menajem]”, dijo El’azar. El’azar se enfrentó al ejercito de Menajem y ejecutó a su líder.
Mientras tanto, los romanos que estaban perdiendo la guerra en Yerushalayim, decidieron vengarse de los Yehudim que vivían en otras ciudades de Israel: Acco, Ashquelón, Cesárea, etc. Flavio Josefo reporta que decenas de miles de judíos fueron masacrados por los romanos en este periodo. Roma envío un gran ejercito con un total de 40.000 soldados al mando de Casius Galus para sofocar la rebelión en Jerusalem. Mientras avanzaba desde el norte, Casius arrasaba y hacia incendiar toda ciudad y pueblo judío que encontraba en su camino. Esto también hizo que la rebelión judía contra Roma se expandiera fuera de Yerushalayim y contará con más apoyo interno.
Cuando llegaron a Jerusalem, los romanos sitiaron la ciudad y los soldados se organizaron en formación de ataque. Los Yehudim estaban preparados para defender la ciudad con sus vidas. Los romanos atacaron durante seis días consecutivos. Trataban de escalar el muro con unas torres especiales, pero los Yehudim resistieron y repelieron el ataque. Josefo cuenta que los romanos hacían una formación militar llama “la tortuga”: se protegían con sus escudos de cualquier ataque desde arriba de la muralla, mientras azotaban con terribles golpes la puerta de la ciudad tratado de derribarla o incendiarla. Casius también intentó con arqueros, para debilitar las defensas judías apostadas en las altas torres de la muralla, pero los Yehudim también resistieron.
Durante seis días el ejercito de Casius lo intentó todo, pero no pudieron quebrar las defensas judías. Y entonces, ocurrió lo que nadie esperaba: Casius sorpresivamente emprendió la retirada. Los historiadores no están seguros si esto se debió a que Casius subestimó la capacidad de los Yehudim para seguir adelante con su rebelión, o si su ejercito no estaba lo suficientemente organizado, o si no contaba con los suministros necesarios para su ejercito, ya que las milicias judías comandadas por otro líder, Shimón ben Guiorá, se encargaban de emboscar y destruir a las caravanas que traían refuerzos y suministros para Casius. Esta retirada fue un verdadero milagro. Y si hubiéramos permanecido unidos, dijeron nuestros Sabios, con la ayuda de HaShem, nunca nos habrían vencido.
Mientras los Yehudim celebrábamos esta milagrosa victoria, el emperador Nerón preparaba una nueva ofensiva contra la ciudad, esta vez al mando del experimentado comandante Vespasiano.
Es muy interesante ver como la victoria de los Yehudim se reflejaba en la vida diaria. Cuando derrotaron a Casius Galus los Yehudim recuperaron su libertad y como parte del celebración de esta victoria acuñaron su propia moneda, el shequel, símbolo de la nueva autonomía judía.
Las monedas romanas estaban ilustradas con una imagen de Hércules u otros dioses paganos. Las monedas judías se ilustraban con una copa (moneda del lado izquierdo), que representaba al Brt hMiqdash y sus objetos sagrados, o un Lulab, un Etrog, o una granada (lado derecho) , uno de los frutos especiales de la tierra de Israel.
El texto, escrito en hebreo antiguo, decía por ejemplo: ALEF LEJERUT TSION , es decir, “Año 1 de la independencia de Zion”.
En la moneda que presentamos en la imagen arriba dice, del lado derecho, AÑO 4, SHEQUEL ISRAEL, y del lado izquierdo se menciona el lugar donde estas monedas fueron acuñadas YERUSHALAYIM QUEDOSHA, “Jerusalem, la [ciudad] santa”.
(Continuará….)
Tisha beAb y la gran rebelión del año 66
La agresión de los romanos contra los judíos llegó a su pico en los tiempos del procurador Florus, que gobernó Judea desde el año 64 hasta el año 66. Florus había sido designado por el extravagante y tirano emperador romano Nerón, que reinó desde el año 54 hasta el 68 de la era común. El plan maestro de Florus era saquear el Bet haMiqdash y robar todos sus tesoros: es decir, los objetos sagrados del Templo de Jerusalem que estaban hechos de oro puro. Florus quería debilitar a los judíos y así quebrar su resistencia. Y no tuvo escrúpulos para lograr sus objetivos.
En el año 66 Florus llegó a Yerushalayim y se llevó 12 talentos de plata del Bet haMiqdash, con la excusa que lo hacia bajo las ordenes del emperador. También demandó a todos los judíos de la ciudad que salieran a bendecirlo y alabarlo. Muchos lo hicieron por miedo a la impredecible reacción de Florus. Al otro día, Florus demandó que todos los líderes judíos que no estuvieron presentes en su recepción se presentaran para ser castigados por haberle faltado el respeto. Como nadie se presentó Florus ordenó a sus soldados atacar a cualquier judío que encontraran en las calles de Jerusalem. En un solo día Florus hizo asesinar a 3.600 judíos: hombres, mujeres y niños y ordenó que los líderes judíos fueran crucificados vivos.
Como si esto fuera poco, y todavía haciéndose el ofendido, Florus demandó a los líderes rabínicos y a los Cohanim que salieran del Bet haMiqdash para bendecirlo a él y a su ejercito. Los líderes religiosos ingenuamente accedieron a la demanda de Florus. Y cuando se acercaron a su ejercito, los soldados de Florus arremetieron contra ellos y los asesinaron, aplastándolos con sus caballos. En este preciso momento, dicen, se gestó la rebelión de los judíos contra Roma.
Algunos historiadores afirman que Florus provocó a los judíos de Jerusalem deliberadamente, sabiendo que se rebelaran, y así tendría una perfecta excusa para destruir y saquear el Bet-haMiqdash
Flavio Josefo cuenta que el líder judío Agripas II intentó calmar los ánimos de los Yehudim y les explicó que el problema era Florus, y que debían hacer todo lo posible para que éste fuera reemplazado, pero que no podían rebelarse contra el imperio romano, ya que eso era un acto suicida y sin la minima posibilidad de triunfar. Pero para muchos Yehudim lo que estaba pasando ya era una cuestión de “vida o muerte”: si no se rebelaban, pensaron, estarían destinados a desaparecer. Habían llegado a un punto sin retorno y la gran rebelión de los Yehudim contra los romanos se puso en marcha.
Cuando comenzó la rebelión de los judíos los romanos mandaron a traer refuerzos desde Siria. Roma envió a la poderosa 12va legión llamada “Fulminata». Pero antes de que la legión pudiera llegar a Yerushalayim fue emboscada y derrotada en Bet Horón por las milicias judías lideradas por El’azar ben Shimón. Esta humillante derrota, que incluyó la pérdida del águila dorada, sorprendió a los líderes romanos que no pensaron que los Yehudim podían pelear con tanto valor.
Pero a pesar de estos esporádicos triunfos los Yehudim no se pusieron de acuerdo en un liderazgo único y unido, y los bandos no solo que estaban divididos sino que en realidad estaban enemistados unos con otros (sinat jinam), peleaban y se mataban entre sí. Como ocurrió, por ejemplo, entre los Yehudim y los Tsaduquim. Esto fue claramente explicado por Ribbí Yojanán en el Talmud de Jerusalem (Sanhedrin, capítulo 10) diciendo que la destrucción de Yerushalayim y el exilio de los Yehudim no ocurrió hasta que los judíos estuvimos divididos en 24 grupos diferenciados . א»ר יוחנן לא גלו ישראלעד שנעשו עשרים וארבע כיתות של מינים.
Con tantas divisiones internas, la derrota se hacía inevitable.