VIDEO en inglés: Creation and Big Bang




JUDAISMO y CIENCIA Entrevista al Rab Yosef Bitton, MEXICO 2015




¿Qué ocurrió el cuarto día de la Creación?




CREACION Y CIENCIA: Dos libros escritos por el mismo Autor

Desde chico sentí un gran interés por la ciencia, especialmente por todo lo relacionado con la Creación (BERESHIT), los orígenes del universo, el origen de la vida y de la inteligencia humana.  Como judío observante, el tema de Creación vs. Evolución siempre me apasionó. Y también me confundió. ¿Es posible encontrar una armonía entre lo que explica la ciencia moderna y lo que dice la Torá?
Muchos jóvenes judíos universitarios creen en nuestra Torá, pero se sienten afectados por la dificultad de obtener respuestas inteligentes a interrogantes como Creación o Big Bang, la edad de la tierra, la teoría de la evolución, etc.  La ausencia de explicaciones serias hace que muchos jóvenes judíos piensen que las diferencias entre la Torá y las teorías científicas son irreducibles. Y se cuestionan entonces ¡su creencia en nuestra Torá! Este fenómeno es obviamente muy preocupante. Y como educador me motivó a dedicarme un poco más profundamente a este tema.
Creo que lo más importantes que aprendí con el correr del tiempo es una idea que debo atribuir a Maimónides: LA TORA Y EL UNIVERSO SON DOS LIBROS ESCRITOS POR EL MISMO AUTOR. Y por lo tanto, no puede existir una contradicción entre estas dos obras. Y por lo tanto, cuando se presenta un conflicto entre estos dos libros, es porque estamos leyendo incorrectamente alguno de estos dos libros. El problema, entonces, no está en los libros (ni en el Autor!) sino en nosotros, los lectores. Hay algo que estamos leyendo incorrectamente…
A veces, como lo voy a explicar hoy, puede suceder que leamos la Torá sin la precision o la profundidad necesaria, y no nos demos cuenta que la Torá, que no es moderna sino eterna, anticipó algunas cosas que la ciencia recién ahora descubre. En los próximos días me gustaría ofrecer al lector algunos ejemplos de este tipo de casos.
Cuando leemos superficialmente la Torá, pasamos por alto algunos puntos de contacto entre Creación y ciencia.
Por el otro lado, las lecturas que muchos científicos hacen de la realidad, pueden ser una interpretación más ideológica que empírica. Veremos también algunos ejemplos que muestren cómo algunos científicos tratan de adaptar sus teorías a una ideología preconcebida, sin admitir que se trata de una interpretación subjetiva de la realidad. El presunto “objetivismo” científico se ha convertido en un tema muy controversial en nuestros días. Y una visión respetuosa pero crítica sobre este fenómeno es absolutamente necesaria para comprender mejor, por ejemplo, el delicado tema “Creación vs. Evolución”.
LAS COINCIDENCIAS QUE PASAMOS POR ALTO
El segundo Pasuq de la Torá “Y la tierra estaba deshabitada y desolada, y la obscuridad cubría los abismos….” es absolutamente revolucionario. ¿Por qué? Porque es inesperado y contra-intuitivo. Olvidemos por un momento que conocemos su contenido y pensamos en lo que hubiéramos esperado que diga un libro normal (un libro humano) luego de afirmar que “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Creo que lo más lógico hubiera sido algo así: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra . Y la tierra era hermosa, llena de vegetación, con deliciosos frutos, numerosos animales, aves y peces.”  Describir un mundo perfecto, creado por el Creador Todopoderoso hubiera sido lo más normal y predecible. Una creación ya finalizada y perfecta refleja a un Creador perfecto y omnisciente. Si un ser humano hubiese escrito la Torá ¿qué sentido hubiera tenido inventar una historia donde un Dios Todopoderoso crea un mundo incompleto? ¿Por qué describir un planeta oscuro (según Rambán y Eben Ezra: “tóxico”) y como explica el Targum (Tsadyá vereqanyá) sin vida animal ni humana? En la historia bíblica de la Creación todo va siendo creado después: la luz, la atmósfera, la lluvia, la tierra firme, los vegetales, los animales y el hombre.
Nuestros Rabinos observaron este fenómeno, y explicaron que si bien HaShem pudo haber creado el mundo “completo” en un solo acto de Creación, el Creador lo hizo en etapas. Más precisamente, dijeron, en 10 actos (o enunciados) de creación.  Y más allá de la razón por la cual el Creador decidió crear su mundo en etapas, es importantísimo observar un punto del que no se habla mucho. La Torá nos presenta un planeta tierra que se va formando de a poco. Y que va (si se quiere utilizar esta palabra tabú) “evolucionado”, por orden del Creador, a través de una serie de actos creativos, un proceso que va de menor a mayor complejidad. Primero lo inorgánico, luego la vegetación, luego los animales, y al final la vida inteligente.
Si observamos lo que la ciencia explica respecto a “la evolución del planeta” nos daremos cuenta que ciencia y Torá definitivamente coinciden. O mejor dicho, la ciencia moderna descubre hoy lo que la Torá afirmó miles de años atrás.
Pero paciencia porque todavía queda mucho por explicar. En el próximo email B’H presentaremos una primera aproximación´ al tema de le edad de la tierra. ¿Es posible encontrar un punto de coincidencia también allí?
Creo que sí.
(Continuará….)
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NOAJ: Cuando el hombre descubrió la mortalidad

¿Cual fue la causa del diluvio? ¿Un meteorito? ¿Un cataclismo universal? ¿Un cambio climático? La Torá no es un libro común. Es un libro Divino. Y como tal, exige una lectura no convencional. Esa lectura implica, entre otras cosas, leer los silencios del texto, leer entre sus líneas y, particularmente, saber que nada está allí innecesariamente.
En el quinto capítulo de Bereshit (Génesis) en la Perashá de la semana pasada, leemos la historia de la genealogía humana: una lista, aparentemente superflua, de los años que vivió cada uno de los descendientes de Adam, el primer hombre. La Torá menciona 9 generaciones: Adam, Set, Enosh, Kenan, Mahalalel, Yared, Janoj, Metushelaj y Lémej, el padre de Noaj. Su bien todos vivieron una larga vida, el récord (hasta el momento…) lo tiene Metushelaj -Matusalém- que vivió 969 años.
De cualquier manera, la pregunta sigue allí: más allá de satisfacer nuestra curiosidad ¿qué nos enseña este registro civil de las edades de los primeros humanos? ¿Para qué necesitamos tanto detalle?
Si observamos con detenimiento el paso de los años descubriremos algo maravilloso.
El año 930, contando a partir de la creación, se produce un evento extraordinario. Muere Adam, el primer hombre. Los hombres, los miles o cientos de miles de descendientes de Adam, ya sabían que un ser humano podría ser asesinado, como Abel. Pero ahora, por primera vez, se produce la muerte natural. HaShem ya le había dicho a Adam que no viviría por siempre. Pero esa advertencia tardó más de nueve siglos en concretizarse. Suficiente tiempo para que los seres humanos se olviden de la mortalidad. Adam, Set , Enosh, etc. dada su avanzadísima edad, eran vistos como inmortales. La muerte natural de Adam fue un hecho que hasta ahora no tenía precedentes y provocó un estado de shock y pánico. Lo único que podía aliviar ese miedo, el miedo a la muerte, era suponer que la mortalidad afectaría solamente a Adam, como individuo, por haber desobedecido a Dios comiendo del fruto prohibido.
Pero en el año 987 (uno tiene que hacer la cuenta por sí mismo, porque este cálculo no está explícito en la Torá!) se registra la segunda muerte natural: fallece Janoj, a la tierna edad de 365 años… Esta segunda muerte ya no se podía atribuir a la desobediencia. La Torá dice explícitamente que Janoj era un hombre justo, que se encaminaba por el camino divino (Gen. 5:24). La muerte de Janoj fue un evento estremecedor. La Torá lo describe con palabras que parecen indicar la sorpresa generalizada y el terror de los humanos de esa generación que se enfrentaban con un evento que no entendían muy bien. “Fallecer” era algo tan novedoso que los hombres todavía no lo podían definir con una palabra convencional. El texto no dice que Janoj “murió”. Dice, casi que con la inocencia que se relata la muerte a un niño, “y Janoj ya no está, porque Dios se lo llevó“.
La tercera muerte natural fue la de Set, el hijo de Adam. Esto ocurrió en el año 1042. Y la tercera es la vencida… Ahora ya es un hecho. La muerte está aquí, para quedarse.
La reacción de los hombres frente a la inevitabilidad de la muerte, que se describe en el final de la Perashá pasada, no fue muy positiva. Todo lo contrario. La conciencia de la mortalidad causó un pánico que puso de manifiesto lo peor del ser humano. Como en esas situaciones de Hollywood donde los humanos reaccionan a la inminente caída de un meteorito que destruirá a la tierra. Los hombres que saben que van a morir sólo quieren disfrutar al máximo, materialmente, del tiempo que les queda. Todo el esfuerzo está puesto en sobrevivir, sin importarles de los demás. Como dijo Yeshayahu (22: 13), citando la filosofía de vida de los hombres sin Torá: אכול ושתה, כי מחר נמות, “Comamos y bebamos [todo lo que podamos], ya que [de cualquier manera el día de] mañana nos vamos a morir”.
Una frase en el texto de la Torá revela algo de esa nueva condición humana: “Y vieron los hombre poderosos a las mujeres [de otras familias, tribus. et.] y tomaron [por la fuerza] a todas las mujeres que quisieron”. Nuestros rabinos agregaron que la generación previa al diluvio no sólo se destacó por la violencia sexual, sino también por la anarquía: corrupción, la opresión del más débil, el crimen generalizado y especialmente la falta de ley, orden y justicia.
En esa situación HaShem decide dos cosas: 1. Acortar la vida humana (algo que irá ocurriendo gradualmente) y 2. Traer el diluvio. Hacer un “reset” de la civilización humana con Noaj y sus hijos.
Ahora entendemos que lo que causó el diluvio no fue un meteorito ni el cambio climático: fue ese estado de degeneración, violencia, caos y corrupción de los hombres, reaccionando al descubrimiento de su inevitable mortalidad.
En el año 1056 nació Noaj, el protagonista de nuestra Perashá. Es el primer hombre que habita un mundo de hombres conscientes de su mortalidad. Al terminar el diluvio Noaj recibió el primer código de leyes: 7 normas básicas que condenan el asesinato, el robo, la promiscuidad, etc., y ordenan el establecimiento de tribunales de justicia que eviten la impunidad. Todo esto va a posibilitar que se cree un nuevo clima de ley y orden.
Pero habrá que esperar otras 10 generaciones más para que otro hombre, Abraham Abinu, y sus descendientes, hagan un segundo descubrimiento. 1.Que si bien limitada y relativamente corta, la vida es una oportunidad que HaShem nos da para acercarnos a Él por nuestra propia voluntad y esfuerzo. 2.Que no fuimos creados por Dios para explotar al prójimo sino para asistirlo. 3.Y finalmente, que la mortalidad afecta al cuerpo del hombre, pero su espíritu Divino, su neshamá, sobrevive.



Reflexiones para un día de eclipse

En la antigüedad, para los pueblos paganos, los eclipses eran señales de los dioses. Por la naturaleza de un eclipse, la desaparición de la luz del sol en pleno día, el mensaje tenía que ver con el enojo y las advertencias de los dioses mitológicos. Un eclipse anunciaba calamidades de todo tipo, o la muerte del rey, etc.  Se podría decir que con excepción del pueblo judío, TODAS las civilizaciones de la antigüedad, incluso aquellas que poseían los conocimientos astronómicos para predecir los eclipses, “leían” en estos fenómenos astronómicos todo tipo de señales “de sus dioses”. La creencia que los fenómenos astronómicos pueden tener alguna influencia en nuestras vidas es la base fundacional de la idolatría, abodá zará , también llamada, ‘abodat kojabim, que yo explicaría como: “creencia en la influencia de los astros estrellas” .  
Los profetas en el Tanaj (Biblia Hebrea) denunciaron estas creencias y advirtieron a Israel que no asimilarán estas prácticas idolatras.

Pero por el otro lado, David haMelej en Tehilim nos exhortó muchas veces a levantar nuestros ojos y mirar al cielo para descubrir la grandeza de Boré Olam, el Creador. Salmo 8:4, “Cuando contemplo los cielos, la obra de Tu mano, la luna y las estrellas que has puesto [en sus órbitas]” .  En el salmos 19 el Rey David también dice: 19:2: “Los cielos declaran la gloria de HaShem, y la obra de Sus manos proclama el firmamento”. Luego, el rey y poeta de Israel comienza a describir la increíble armonía del sistema solar, el movimiento de los astros y la fuerza invisible y silenciosa que los mueve; y los increíbles beneficios de la luz del sol, etc.  Pero, si los Yehudim también miramos al cielo, ¿que diferencia hay entre los pueblos paganos y nosotros?  La GRAN diferencia fue expresada por el profeta Yesha’ayahu,  que dice en el capítulo 40:26.  “Alzad vuestros ojos al cielo, y contemplad QUIÉN creó estas cosas [=los astros, estrellas, etc.].
Como lo explica el libro del Zohar analizando este versículo, al observar el QUÉ, el cielo, descubrimos la grandeza del QUIÉN, el Creador de los cielos y la tierra. Maimonides también explica que el camino para llegar a respetar a Dios (Quien) , es la admiración de Sus obras («que»). Y esta admiración, a su vez, nos lleva a amar a Dios («Quien»).  Yesodé haTorá 2:2 “¿Cuál es el camino [para alcanzar] el amor y el temor de Él? Cuando una persona contempla Sus maravillas y grandes obras en la Creación y llega a apreciar Su infinita sabiduría, que sobrepasa toda comparación, inmediatamente amará [al Creador], lo alabará y lo glorificará, anhelando con tremendo deseo conocer más sobre Él, como dijo el rey David: «Mi alma tiene sed de HaShem, el Dios viviente» (Salmos 42: 3). Y cuando uno continúa observando estos mismos asuntos [la Creación], inmediatamente se llenará de asombro y temor reverencial, y apreciará con admiración que él, una criatura minúscula, humilde e insignificante, de falible y limitada sabiduría, puede estar parado delante de Aquel que es de conocimiento perfecto. Como dijo David: «Cuando veo tus cielos, la obra de tus dedos … [Me pregunto] ¿qué es el hombre, para que de él te importe?» (Salmos 8: 4-5).

Mientras que los pueblos paganos miraban los cielos para buscar mensajes de sus dioses, el pueblo de Israel, el único pueblo que mereció recibir el mensaje y la voluntad de Dios por escrito,» la Torá», mira los cielos para contemplar Su grandeza, y llenarse de amor y admiración por el Creador.  

Yosef Bitton [email protected]




Don Isaac Abarbanel y el ataque terrorista en Barcelona

¿Por qué España? ¿Por qué específicamente Barcelona? ¿Por qué la Rambla? ¿Por qué atacar con una furgoneta? Estas preguntas abundan.
Pero ¿por qué estos terroristas islámicos atacan a mansalva, a matar, a quien se encuentre en su camino? ¿Cuál es el objetivo final del Estado Islámico? No se escribe mucho sobre este tema. O se racionaliza. Leí un articulo que dice que los musulmanes atacaron Barcelona porque quieren reconquistar España, que era territorio musulmán en la edad media. Puede ser. Pero esto no explica los ataques en Londres, París, Bruselas o Finlandia (como estoy leyendo mientras escribo estas lineas).
Estas semanas estamos leyendo en la Haftará, el texto de los profetas que se lee cada Shabbat luego de la lectura de la Torá, un párrafo del libro de Yesha’ayahu, capitulo 54. Estas Haftarot contienen un mensaje de consuelo para el pueblo judío. Y hoy quisiera compartir con ustedes el comentario del Rab, Don Isaac Abarbanel (1437–1508) sobre el versículo 17 de esta Haftará.   Este pasuq dice que el Creador intervendrá para que los enemigos de Israel no prosperen. Habla de los que “condenan” a Israel con palabras de maldad premeditada (pero de eso vamos a hablar otro día) y de los enemigos que atacan a Israel con sus armas.
    כל־כלי יוצר עליך לא יצלח   וכל־לשון תקום־אתך למשפט תרשיעי
“Ningún arma que sea forjada contra ti prosperará; y toda lengua que se alce contra ti, demostrarás su vileza” .
Don Isaac Abarbanel tuvo una vida muy agitada. Fue perseguido en Portugal, luego de haber servido lealmente al Rey Juán por muchos años. También se vio obligado a huir de España después de haber servido a los Reyes católicos. A finales de 1491, la reina Isabel le anunció su intención de expulsar a todos los judíos de su reino, pero que él se podría quedar en Castilla y mantener su enorme fortuna si se convertía al catolicismo. Don Isaac Abarbanel rechazó la oferta y en 1492, en la total pobreza, se exilió en Venezia. El Rab Abarbanel conoció de muy cerca al cristianismo, y como era un hombre de gobierno, también conoció al Islam. En los buenos tiempos ayudó a la corona de España en sus batallas contra los musulmanes, tanto en la reconquista de Andalucía como en las guerras contra el imperio otomano en el norte de África.
Al comentar este versículo el Rab Abarbanel describe a los musulmanes de sus días: “El profeta [Yeshayhu] dice que ningún arma forjada contra ti prosperará y toda lengua que se alce contra ti, deberás condenar. Hoy en día [1490?] hay religiones que no se conforman con debatir y tratar de promover su religión a los otros con palabras, en debates y argumentaciones. Su estrategia [proselitista] es dar muerte a todos los que no profesan su fe. Los Ismaelitas [eufemismo por Islam], pertenecen a esta categoría.”
Estas palabras fueron escritas hace mas de 500 años, pero suenan como si hubieran sido escritas ayer. El objetivo final de la versión extrema del islam, la utopia islamista, es “islamizar al resto del mundo”. Pero a diferencia de otras religiones, que hacen su proselitismo con palabras, los Islamistas lo hacen con la espada. La estrategia para lograr su fin es: matar a todos los infieles que puedan.
Esto suena demencial. Y por eso, muy pocas personas lo pueden concebir, identificar, reconocer y articular. Es por eso que no se habla tan explícitamente sobre esto. Con excepción de los perpetradores, que no tienen vergüenza de confesar sus intenciones. De hecho, ayer se encontró un texto que nos recuerda lo que explicaba Don Isaac Abarbanel. En ese texto Moussa Oukabir, presunto autor del atentado, dice: «Mataría a todos los infieles, y sólo dejaría vivos a los musulmanes que practican la religión”.
Como todos sabemos, Israel también sufrió y sufre atentados como el de Barcelona. Los perpetradores son los mismos: “suicidas islamistas que quieren matar infieles”. Las excusas son diferentes: los territorios ocupados, etc. Pero el verdadero conflicto Israeli-Palestino, como muchas veces escribí, tiene que ver con la religion, y no con los “territorios». Hamas, y los grupos que luchan contra Israel (Hezbollah, Jihad Islámico, etc.) son tan sinceros como Oukabir, y declaran abiertamente que no hay lugar para el diálogo y las negociaciones con Israel. Para ellos, la destrucción de Israel no es negociable, ni condicional a la cesión de territorios.
Lamentablemente muchos periodistas y gobernantes, especialmente de países europeos, etc. no ven, no quieren ver esta realidad. No quieren reconocer que Israel es la víctima, y que sufre del mismo problema, solo que mucho más grave, que sufre Europa. Declaran que es posible llegar a una solución de “dos estados” o algo así.Y encima hacen lo más cínico e intolerable, ¡presionan a Israel para que haga concesiones territoriales suicidas! Se olvidan que hasta los grupos palestinos “más moderados” comparten estos principios de intolerancia. ¿Una demostración? Mientras que el 60% o 70% de los israelíes están dispuestos a concebir la idea de dos estados, el Fattah o la autoridad palestina, no promueve en lo más mínimo la idea de vivir en paz con Israel. Ni siquiera expresan su voluntad de reconocer a un estado judío, incluso a cambio de territorios. Todos saben, pero pocos denuncian, que el futuro mapa de la geografía del Medio Oriente que enseñan los palestinos a sus hijos, no incluye a Israel.
Hay una barrera psicológica que no nos permite concebir con seriedad lo delirante del extremismo. Esta barrera es peligrosísima. Porque cuando no nos tomamos en serio el delirio de los fanáticos, vamos a tratar de buscar “teorías alternativas”, más racionales, pero equivocadas, para explicar estos ataques, y soluciones falsas para prevenirlos en el futuro.
En estos duros momentos, lloramos por la víctimas del terror en Barcelona, y rezamos para que HaShem nos proteja, y libere a la humanidad del odio y de la irracionalidad.
שבת שלום



POST BET-HAMIQDASH: Los romanos descubren la Torá

Explicamos previamente que para los romanos fue muy significativo haber vencido al pueblo judío y destruido su Bet haMiqdash. Una de estas razones, quizás la más poderosa, es que los funcionarios romanos  siempre se sintieron “amenazados» por la religion judía. Temían que muchos ciudadanos del imperio se convirtieran al judaísmo y éste reemplazara a la religión oficial. Y no estuvieron muy equivocados….

LOS PROBLEMAS DEL CULTO ROMANO

La religión romana, explica el historiador Paul Johnson en su libro Historia del Cristianismo (pag.11), “no llegaba al corazón ni imponía obligaciones a las creencias de un hombre. Cicerón y otros intelectuales la defendieron con argumentos que se referían meramente a su carácter de auxiliar del decoro público”. Es decir, la religión romana estaba enfocada casi exclusivamente a mantener la ley y el orden civil, y no proponía un sistema de creencias con contenido espiritual. Así, cuando Calígula quiso erigir su estatua en el Bet haMiqdash, lo hizo más para imponer su autoridad política que la religión del Imperio.   La religión romana se concentraba mucho en el culto a los emperadores, lo cual también le hacia perder credibilidad: “como era una religión oficial, cambiaba a medida que variaban las formas de gobierno. Cuando fracasó la república, el nuevo emperador se convirtió, ex officio, en el pontifex maximus… que gozaba de poderes casi divinos conferidos al gobernante… después de la muerte de César, el Senado romano en general votaba la divinización del emperador… y un testigo juraba que había visto el alma del muerto elevarse hacia el cielo desde la pira funeraria.”  Los romanos no eran muy fanáticos de su propia religión, que consideraban corrupta, politizada y utilitaria.  Y el judaísmo los atraía cada vez mas.   Pero hay que saber que el romance de los romanos con el judaísmo NO fue un amor a primera vista. Les llevó más de un siglo a los romanos entender y admirar al judaísmo. Lo que es más: En un principio, a los Romanos los desconcertaba 2 elementos del monoteísmo judío. 1. La invisibilidad de Dios  y 2. La exclusividad de su servicio.

EL INVISIBLE DIOS DE LOS JUDIOS

El descubrimiento de Abraham Abinu, hace 4000 años atrás, que HaShem / Dios es invisible fue una extraordinaria revolución, que en términos de su audacia creo que superó otros descubrimientos como los de Copérnico, Newton, o Einstein.  Newton, por ejemplo, tuvo que concebir que existe una fuerza invisible y universal, la gravedad,  que determina prácticamente todo lo que ocurre en la física, y esa fuerza no es tangible y no puede ser vista con los ojos. Esta abstracción, o la idea contra-intuitiva de la curvatura del espacio-tiempo de Einstein, representaron increíbles avances en la humanidad.  Pero nunca fueron vistas como “locura” .  Abraham vivía en un mundo donde lo que no se veía no existía, y concebir un Dios invisible, no era sólo algo ridículo sino también un insulto a los dioses, o una idea demencial.  La gente pensaba de Abraham, que le agradecía y le rezaba a un Dios invisible, lo que pensaríamos nosotros de una persona que dice que ve muertos o fantasmas a su lado.

No es de extrañar entonces que los judíos hayan sido considerados como excéntricos o delirantes por los romanos.  La idea de un Dios invisible, que hoy es absolutamente comprensible, resultaba demasiado avanzada para la mayoría de los romanos. El primer funcionario romano que ingresó en el Bet haMiqdash (por la fuerza), fue Pompeyo en el año 66 antes de la era común. Dicen que entró en el Qodesh haQodashim, al recinto más sagrado del Templo, pensando que allí los judíos escondían a sus verdaderos dioses e imágenes. Cuando Pompeyo comprobó la ausencia de ídolos, comenzó a tener más curiosidad y respeto por el judaísmo; no perturbó la paz en el Templo ni tocó sus tesoros.

Con el paso del tiempo y con las explicaciones de los Sabios judíos los romanos más inteligentes y sensibles comenzaron a entender la idea de la invisibilidad de Dios. Los Sabios dijeron por ejemplo que “Dios es al mundo lo que el alma es al cuerpo”. En las palabras mi estimado amigo, el  Juez Ezra Goldstein de Sudáfrica, en su libro The Veredict: “Ninguna búsqueda que se realice en el cuerpo humano, por más minuciosa o invasiva que sea, llegará a aislar o identificar al ‘yo’ [=el alma].  Todo lo que nuestra búsqueda producirá será físico, perceptible y medible. Y sin embargo, cada uno de nosotros sabe que el ‘yo’ está allí. De hecho, el ‘yo’ es el componente más importante de cualquiera de nosotros. Es el ‘yo’ que nos hace a cada uno de nosotros individualmente irremplazable. Es el ‘yo’ que lloramos cuando ocurre la muerte, y el ‘yo’ lo que honramos cuando enterramos a los muertos. El universo también está infundido con un ‘Yo’ invisible, no físico [Dios].”

Al entender el alma, los romanos llegaron a descubrir al “invisible” Dios de Israel.  Y quedaron fascinados con esta idea….

(Continuará…)




Judea se libera de Roma (años 66-68 de la era común)

Si bien la rebelión judía contra Roma culminó con la destrucción de nuestro Bet haMiqdash, también demostró el coraje y la determinación de los Yehudim para luchar por obtener un estado judío independiente.

La rebelión, llamada en hebreo HAMERED HAGADOL comenzó en el año 66. Los judíos se atrincheraron en la ciudad de Yerushalayim, que estaba protegida por muros muy poderosos.

Los Yehudim, sin embargo, no tenían un frente unido. Y al mismo tiempo que se enfrentaban al ejercito romano, también se peleaban entre sí: los que querían rebelarse contra Roma, liderados por Menajem haGuelilí, contra el ejercito judío de Agripas II junto a los saduceos, que se negaban a rebelarse contra Roma.

Menajem había atacado la famosa fortaleza de Metsadá (Masada) y se había hecho con muchas armas capturadas de los romanos.  Ahora Menajem utilizaba estas armas contra el ejercito de Agripas que contaba con unos 2.000 soldados. Estas batallas civiles duraron una semana, con la victoria de Menajem. Menajem también derrotó al ejercito Romano y mató a todos los soldados apostados en Jerusalem.

Por el otro lado, se organizó un nuevo comando judío liderado por El’azar hijo del gran sacerdote Jananyiá. El’azar ordenó que no se ofrecieran más sacrificios en el Bet haMiqdash en honor al emperador romano. Esta era una clara señal de que los judíos ya no aceptaban la autoridad de los romanos y se estaban declarando como un estado independiente de Roma.

 

En Yerushalayim la situación era muy tensa. El’azar se enfrentó con Menajem, diciendo que  Menajem se comportaba como un tirano. “No queremos cambiar a un tirano [el emperador de roma] por otro tirano {Menajem]”, dijo El’azar.  El’azar se enfrentó al ejercito de Menajem y ejecutó a su líder.

Mientras tanto, los romanos que estaban perdiendo la guerra en Yerushalayim, decidieron vengarse de los Yehudim que vivían en otras ciudades de Israel: Acco, Ashquelón, Cesárea, etc.  Flavio Josefo reporta que decenas de miles de judíos fueron masacrados por los romanos en este periodo. Roma envío un gran ejercito con un total de 40.000 soldados al mando de Casius Galus para sofocar la rebelión en Jerusalem. Mientras avanzaba desde el norte, Casius arrasaba y hacia incendiar toda ciudad y pueblo judío que encontraba en su camino.  Esto también hizo que la rebelión judía contra Roma se expandiera fuera de Yerushalayim y contará con más apoyo interno.

Cuando llegaron a Jerusalem, los romanos sitiaron la ciudad y los soldados se organizaron en formación de ataque. Los Yehudim estaban preparados para defender la ciudad con sus vidas.  Los romanos atacaron durante seis días consecutivos. Trataban de escalar el muro con unas torres especiales, pero los Yehudim resistieron y repelieron el ataque.  Josefo cuenta que los romanos hacían una formación militar llama “la tortuga”: se protegían con sus escudos de cualquier ataque desde arriba de la muralla, mientras azotaban con terribles golpes la puerta de la ciudad tratado de derribarla o incendiarla. Casius también intentó con arqueros, para debilitar las defensas judías apostadas en las altas torres de la muralla, pero los Yehudim también resistieron.

Durante seis días el ejercito de Casius lo intentó todo, pero no pudieron quebrar las defensas judías.  Y entonces, ocurrió lo que nadie esperaba: Casius sorpresivamente emprendió la retirada. Los historiadores no están seguros si esto se debió a que Casius subestimó la capacidad de los Yehudim para seguir adelante con su rebelión, o si su ejercito no estaba lo suficientemente organizado, o si no contaba con los suministros necesarios para su ejercito, ya que las milicias judías comandadas por otro líder, Shimón ben Guiorá, se encargaban de emboscar y destruir a las caravanas que traían refuerzos y suministros para Casius.  Esta retirada fue un verdadero milagro. Y si hubiéramos permanecido unidos, dijeron nuestros Sabios, con la ayuda de HaShem, nunca nos habrían vencido.

Mientras los Yehudim celebrábamos esta milagrosa victoria, el emperador Nerón preparaba una nueva ofensiva contra la ciudad, esta vez al mando del experimentado comandante Vespasiano.

Es muy interesante ver como la victoria de los Yehudim se reflejaba en la vida diaria. Cuando derrotaron a Casius Galus los Yehudim recuperaron su libertad y como parte del celebración de esta victoria acuñaron su propia moneda, el shequel, símbolo de la nueva autonomía judía.

Las monedas romanas estaban ilustradas con una imagen de Hércules u otros dioses paganos. Las monedas judías se ilustraban con una copa (moneda del lado izquierdo), que representaba al Brt hMiqdash y sus objetos sagrados, o un Lulab, un Etrog, o una granada (lado derecho) , uno de los frutos especiales de la tierra de Israel.

El texto, escrito en hebreo antiguo, decía por ejemplo: ALEF LEJERUT TSION , es decir, “Año 1 de la independencia de Zion”.

En la moneda que presentamos en la imagen arriba dice, del lado derecho, AÑO 4, SHEQUEL ISRAEL, y del lado izquierdo se menciona el lugar donde estas monedas fueron acuñadas YERUSHALAYIM QUEDOSHA, “Jerusalem, la [ciudad] santa”.

(Continuará….)




Tisha beAb y la gran rebelión del año 66

Ayer explicamos que hacia la mitad del primer siglo de la era común, los judíos vivíamos bajo el imperio romano.  Los romanos trataban incesantemente de eliminar el judaísmo y trasformar a Judea en una provincia “normal” pagana del imperio romano.

La agresión de los romanos contra los judíos llegó a su pico en los tiempos del procurador Florus,    que gobernó Judea desde el año 64 hasta el año 66.  Florus había sido designado por el extravagante y tirano emperador romano Nerón, que reinó desde el año 54 hasta el 68 de la era común. El plan maestro de Florus era saquear el Bet haMiqdash y robar todos sus tesoros: es decir, los objetos sagrados del Templo de Jerusalem que estaban hechos de oro puro.  Florus quería debilitar a los judíos y así quebrar su resistencia. Y no tuvo escrúpulos para lograr sus objetivos.

En el año 66 Florus llegó a Yerushalayim y se llevó 12 talentos de plata del Bet haMiqdash,  con la excusa que lo hacia bajo las ordenes del emperador.  También demandó a todos los judíos de la ciudad que salieran a bendecirlo y alabarlo.  Muchos lo hicieron por miedo a la impredecible reacción de Florus. Al otro día, Florus demandó que todos los líderes judíos que no estuvieron presentes en su recepción se presentaran para ser castigados por haberle faltado el respeto. Como nadie se presentó Florus ordenó a sus soldados atacar a cualquier judío que encontraran en las calles de Jerusalem. En un solo día Florus hizo asesinar a 3.600 judíos: hombres, mujeres y niños y ordenó que los líderes judíos fueran crucificados vivos.

Como si esto fuera poco, y todavía haciéndose el ofendido, Florus demandó a los líderes rabínicos y a los Cohanim que salieran del Bet haMiqdash para bendecirlo a él y a su ejercito. Los líderes religiosos ingenuamente accedieron a la demanda de Florus. Y cuando se acercaron a su ejercito, los soldados de Florus arremetieron contra ellos y los asesinaron, aplastándolos con sus caballos.  En este preciso momento, dicen, se gestó la rebelión de los judíos contra Roma.

Algunos historiadores afirman que Florus provocó a los judíos de Jerusalem deliberadamente, sabiendo que se rebelaran, y así tendría una perfecta excusa  para destruir y saquear el Bet-haMiqdash

 

Flavio Josefo cuenta que el líder judío Agripas II intentó calmar los ánimos de los Yehudim y les explicó que el problema era Florus, y que debían hacer todo lo posible para que éste fuera reemplazado, pero que no podían rebelarse contra el imperio romano, ya que eso era un acto suicida y sin la minima posibilidad de triunfar.  Pero para muchos Yehudim lo que estaba pasando ya era una cuestión de “vida o muerte”: si no se rebelaban, pensaron, estarían destinados a desaparecer.  Habían llegado a un punto sin retorno y la gran rebelión de los Yehudim contra los romanos se puso en marcha.

Cuando comenzó la rebelión de los judíos los romanos mandaron a traer refuerzos desde Siria. Roma envió a la poderosa 12va legión llamada “Fulminata».  Pero antes de que la legión pudiera llegar a Yerushalayim fue emboscada y derrotada en Bet Horón por las milicias judías lideradas por El’azar ben Shimón. Esta humillante derrota, que incluyó la pérdida del águila dorada, sorprendió a los líderes romanos que no pensaron que los Yehudim podían pelear con tanto valor.

Pero a pesar de estos esporádicos triunfos los Yehudim no se pusieron de acuerdo en un liderazgo único y unido, y los bandos no solo que estaban divididos sino que en realidad estaban enemistados unos con otros (sinat jinam), peleaban y se mataban entre sí.  Como ocurrió, por ejemplo, entre los Yehudim y los Tsaduquim.   Esto fue claramente explicado por Ribbí Yojanán en el Talmud de Jerusalem (Sanhedrin, capítulo 10) diciendo que la destrucción de Yerushalayim y el exilio de los Yehudim no ocurrió hasta que los judíos estuvimos divididos en 24 grupos diferenciados . א»ר יוחנן לא גלו ישראלעד שנעשו עשרים וארבע כיתות של מינים.

Con tantas divisiones internas, la derrota se hacía inevitable.