¿Cómo dividir el amor por nuestros hijos? Por Rabbanit Coty Bitton

Recuerdo haber estado muy preocupada aquella noche que estaba por nacer nuestro segundo hijo, David. Hasta ese entonces nuestra atención y nuestro amor estaba totalmente dirigido hacia Ya’akob, nuestro bejor(primogénito) y con la llegada del nuevo bebe esto estaba por cambiar.
Sabíamos que era importante querer a este nuevo bebe— y a todos los que BH vinieran en el futuro— tanto como queremos a nuestro primogénito. Pero ¿sería esto possible?¿Seriamos capaces de dividir nuestro amor con nuestro próximo hijo?
Los padres tenemos muchos desafíos cuando se trata de querer a nuestros hijos. Uno de estos desafíos es lograr ser imparciales. Actuar de manera que ellos puedan sentirse queridos, todos por igual. Y esto no es nada fácil… Por varias razones:
Cada uno de nuestros hijos tiene necesidades especificas, muy diferentes una de otra. Nuestra atención hacia ellos se expresa de maneras distintas. Mi hijo necesita más ayuda con los deberes, mi hija precisa contarme todo lo que le pasó durante el día. A uno no le gustan las caricias, mientras que el otro se siente querido solamente si lo abrazamos varias veces por día.
También puede suceder que sin planearlo desarrollamos más afinidad con uno de ellos, por tener una personalidad parecida a la nuestra, o porque es más obediente, o más sensible, o porque siempre se porta bien. Otras veces, por el contrario, nos sentimos cerca precisamente del hijo que tiene dificultades, porque es más vulnerable… y nuestro instinto maternal nos empuja a estar más cerca de él para apoyarlo y protegerlo. Porque nos necesita más.
¡No es tan sencillo alcanzar el balance perfecto entre darle a cada uno lo que necesita y que se sientan todos queridos por igual!
Ahora vayamos a la Perashá de la semana.
La Torá nos cuenta que Ya’akob quería a Yosef más que a sus hermanos ki ben zequnim hu lo porque era el hijo de su vejez. Nuestros Sabios analizaron las razones del favoritismo de Ya’akob.
1. Rashí explica que Yosef nació cuando Ya’akob ya era anciano, y se encariño más con el que con sus otros hijos. Como si fuera el cariño de un abuelo, que es totalmente independiente de la conducta del nieto
2. El Talmud deduce de la palabra zequnim (en el sentido de “sabiduría” ) que Ya’akov se dedicó personalmente a enseñarle Torá a Yosef; todo lo que él había aprendido durante muchos años en la academia de Shem y Ever. Yosef era también su alumno favorito.
3. El Midrash nos da otra explicación de la palabra zequnim  (ziv iqunim): los rasgos faciales de Yosef eran parecidos a los de Ya’akob, y por eso era su favorito.
4. Finalmente, es posible que Ya’akob sentía un amor más profundo por Yosef, inspirado por su compasión hacia Yosef, ya que su mamá Rajel -que era la esposa favorita de Ya’akob— había fallecido.
Ya’akob como vemos, tenia sobradas razones para sentir por Yosef más afecto que por sus otros hijos.
Pero Ya’akob no solo sintió más amor o compasión por Yosef, Ya’akob también expresó su favoritismo por Yosef de una manera práctica. Le hizo una túnica especial, multicolor. Una larga vestimenta de largas mangas que representaba el liderazgo y el poder. Parecía como si Ya’akob ya estaba nombrando a Yosef como su sucesor. El líder de todos los hermanos. Éste y otros factores hicieron que los hermanos de Yosef lo odiaran y hasta quisieran matarlo.
¿Que aprendemos de esta historia?
Los Jajamim dicen que el favoritismo que Ya’akob demostró hacia Yosef fue responsable por el odio de los hermanos hacia él. Y este odio los llevó a vender a Yosef como esclavo. Así llegó a Egipto. Y esto hizo que más adelante Ya’akob y toda su familia lo siguieran allí, donde últimamente también fueron esclavizados.
Sé que da miedo pensarlo, pero los padres ¡sin querer! podemos incrementar la envidia y los celos entre nuestros hijos, si favorecemos a uno de nuestros hijos más que a los otros.
Ya de por sí es natural que los hermanos compitan por su lugar en la familia y en el mundo. La rivalidad entre ellos sucede sin que hagamos nada para provocarla. Porque los niños perciben el amor de los padres como si fuera una caja de bombones. Y sienten que cuando uno de los hermanitos recibe una parte el otro se queda con menos.
Mostrémosles que tenemos amor suficiente para todos y que los queremos por igual.
Aquella noche que estaba por nacer mi segundo hijo, David, llegue a la fórmula mágica para responder a la pregunta: ¿cómo dividir equitativamente mi amor de madre entre mis hijos? Descubrí que el amor no se divide. El amor se multiplica!



Janucá: ¿Qué significa ser judío?

En menos de una semana celebraremos la fiesta de Janucá. Y la verdad es que siempre que se acerca esta festividad me acuerdo de la pregunta ¿qué significa ser judío? Hay muchas respuestas para esta pregunta. Respuestas técnicas, espirituales, y políticas. La respuesta que quiero compartir con ustedes hoy, creo, está más allá de estas definiciones. Veamos qué les parece.
SER JUDIO Y SER UNA VELA
Cada persona judía es una vela. El judaísmo, la Torá, es la llamita de esa vela. Esta metáfora no es arbitraria o caprichosa. La Torá siempre fue comparada con «luz». La misma palabra hebrea TORÁ proviene de la palabra OR que significa “luz”. Nuestra misión como pueblo judío es transformarnos, como dijo el profeta Yesha’ayahu (42:6) en “or lagoyim”, la luz para el resto del mundo. Y esta misión la cumplimos sin actos públicos de proselitismo. Para iluminar sólo necesitamos estar encendidos. La palabra TORÁ viene de la misma raíz y es casi idéntica a la palabra MORÁ, maestra. Los judíos consideramos que el proceso de aprendizaje es un proceso de esclarecimiento, iluminación intelectual y espiritual. La Torá, es la “maestra”, nos enseña, nos educa, nos ilumina. Y a través de sus enseñanzas disipa la oscuridad de nuestras vidas y aclara nuestras dudas existenciales.
¿VELAS PRENDIDAS O APAGADAS?
Ahora que entendimos por qué la Torá puede ser comparada con una luz o con una llamita, pensemos nuevamente en la vela, el receptáculo de la llamita: el individuo judío. Si un YEHUDI no aprende la Torá, no la estudia, no la observa, no deja que la Torá lo ilumine ¿sigue siendo judío? La respuesta es “SÍ”. Un judío nunca pierde su condición de judío (ישראל אע»פ שחטא ישראל הוא). Un judío sin judaísmo se podría comparar con una vela sin llama. Y una vela sin llama sigue siendo una vela….Claro que es una vela apagada. Una vela que aún no está sirviendo el propósito para el cual fue concebida. Pero a pesar de todo, sigue siendo una vela. Y como tal, siempre puede ser «encendida». Y a lo mejor todo lo que necesita es que otra vela, una vela ya encendida y con una llamita muy firme, se le acerque, le ofrezca afectuosamente compartir su llama y la ayude a encenderse.
LAS VELAS
Creo que la metáfora de la vela y la llama es muy apropiada para Janucá. Nos ayuda a esclarecer, entre otras cosas, por qué celebramos una gran victoria militar encendiendo velas…. Veamos. A veces, nuestros enemigos quisieron destruir las velas. Es decir, buscaron nuestro exterminio. No les importó si las velas estaban encendidas o apagadas. Si en la SHOA un judío decía: “Yo no creó en Dios. No soy observante. Soy ateo. Déjenme libre”, igual lo llevaban a las cámaras de gas. En la SHOA, como en los tiempos de Hamán y Ajashverosh, al enemigo antisemita no le importaba la llama. Su odio era étnico. Quería destruir las velas. Pero también era práctico y utilitario. Al fin y al cabo, destruyendo las velas también se acaba con las llamitas…
LA LLAMA
En Janucá, como en los tiempos de la Inquisición, el objetivo del enemigo no era destruir las velas. Su misión era  apagar las velas. Y reemplazar las llamas por una cruz o por una deidad griega. Los Jashmonayim, nuestros heroicos antepasados que vencieron al enemigo en Janucá, no lucharon por salvar sus vidas. Sus vidas físicas no estaban en peligro. Lucharon, y en realidad estuvieron dispuestos a «sacrificar» sus vidas, para preservar las llamitas de las velas judías. ¡Creo que no hay nada más indicado que el encendido de velas para celebrar la victoria de Jánuca!
Algo más. El milagro de Janucá, el aceite que duró siete veces más de lo que debería haber durado, también tiene mucho para enseñarnos. Cuando seguimos el ejemplo de los Jashmonayim y nos esforzamos por fortalecer y multiplicar nuestra llama, nuestra Torá, HaShem estará de nuestro lado. Y aunque nos parezca que nuestras fuerzas, esfuerzos o talentos alcanzaran solamente para encender unas pocas velitas, HaShem nos ayudará y nos dará la fuerza para que encendamos muchas más.



¿Creía Albert Einstein en Dios ?

Explicamos anteriormente que el segundo principio que aprendemos del Shemá Israel es aceptar a HaShem, Dios, como la autoridad máxima, que nos enseña la diferencia entre el bien y el mal. Para comprender mejor la gran importancia de este principio, pensemos qué pasaría si solo tuviéramos el primer principio, «creer en la existencia de Dios».
Hay muchas maneras de creer en Dios que no son compatibles con lo que dice el Shemá Israel. Y no me refiero ahora a las diferentes religiones, sino a las creencias similares al ateísmo.
Aristóteles creía en dios. Pero ese dios no fue el creador del mundo. Era un dios eterno que existía junto con un universo eterno. Ese dios no tenía «voluntad», es decir, no podía decidir, cambiar o actuar sobre o contra las leyes físicas. El dios de Aristóteles era una fuerza «pasiva» inmanente en el universo.
Para tener una mejor idea de a qué se refería Aristóteles, pensemos en el «fuego», que sin tener su propia voluntad y sin hacer nada activamente, imbuye de calor al ambiente que lo rodea. Bueno, el dios de Aristóteles era esa energía que imbuye el universo de movimiento. Ese dios de los filósofos, como lo llamó el Cuzarí aludiendo a los seguidores de Aristóteles, tampoco se comunica con los seres humanos. No se le puede rezar al dios de Aristóteles. Ese dios no espera nada especial del comportamiento de los hombres. En todo caso, de acuerdo a esta filosofía determinista, los humanos no tienen libre albedrío, y su comportamiento está determinado por factores que van más allá de su voluntad. Y cuando un ser humano muere, simplemente muere por completo. No hay un alma que sobrevive a la muerte.
El dios de Aristóteles no reveló su voluntad o la razón de la existencia humana. Los hombres pueden establecer su propia ley y moralidad y hacer lo que quieran con sus vidas. El dios de Aristóteles no se involucra en esos temas.
Este fue también el concepto del dios que mantuvo Spinoza, el padre del panteísmo moderno. Spinoza creía en un dios impersonal. Un dios / naturaleza. La totalidad de lo físico y lo material. Un dios que es todo, y nada al mismo tiempo.
Y esta fue también la creencia de Albert Einstein. En su libro «Einstein and Religion», Max Jammer explica que el famoso científico judío creía en una «religión cósmica», como la de Spinoza, o la de ciertas ramas del budismo.
Lo que realmente puede confundirnos es que Einstein —como Spinoza y muchos otros— mencionaba constantemente a «dios» e incluso se oponía a que lo llamaran ateo. Aunque la principal (o única) diferencia entre el panteísmo de Aristóteles, Spinoza y Einstein, y el ateísmo moderno de Richard Dawkins, por ejemplo, es que mientras el ateísmo niega sin ambigüedad la existencia de Dios, el panteísmo no tiene problema en hablar de «dios» y declarar su existencia
Si bien según las estadísticas del Pew Research Institute (2009, ver aquí ) la mayoría de los científicos de este país declaran que SI creen en Dios, muchos de ellos se están refiriendo a una poderosa fuerza sobrenatural inmanente en el universo, que no se revela, ni se interesa, ni se relaciona de ninguna manera con los seres humanos.
Y cuando se cree en un «dios» que no reveló su voluntad a los seres humanos, ¿quién va a decidir, más allá de lo que es necesario para mantener la ley y el orden, qué está bien y qué está mal y cuáles son los valores morales que uno debe seguir? ¿El hombre? ¿La sociedad? ¿Modern Family? ¿El Gobierno? ¿Obama o Trump? ¿O acaso tenemos que practicar una anarquía moral, donde cada uno actúa de acuerdo a lo que le parece bien (o le conviene)? .
Como vemos, la creencia en la existencia de “dios», o incluso “Dios», no es suficiente para responder a una de las preguntas existenciales más importantes: ¿Cómo puedo saber qué está bien y qué esta mal?
Ahora creo que podemos apreciar mejor el segundo mensaje del Shemá Israel, “aceptar la autoridad de Dios».
Recordemos también que el primero de los Diez Mandamientos trata sobre este mismo tema. Cuando afirma que Dios es ELOQUIM, el Juez Supremo, es decir, la fuente y referencia de la Ley y la moralidad.
Es una creencia judía fundamental que HaShem nos concedió el libre albedrío, reveló Su voluntad en Su Torá y espera que hagamos lo correcto a Sus ojos,
Cuando decimos «SHEMA ISRAEL HASHEM ELOQUENU», no solo confirmamos nuestra creencia en la existencia de Dios sino que también:
1. Proclamamos a Dios como nuestro Soberano.
2. Reconocemos que Él nos dio un código de ley y moralidad: la Torá
3. Y como miembro del pueblo de Israel, aceptamos su autoridad (קבלת עול מלכות שמים).



Rabino Yosef Bitton El Cerebro Femenino Y El Cerebro Masculino




EDUCACION DE LOS HIJOS Entrevista a la Rabanit Coty Bitton




SHEMA ISRAEL: ¿Qué significa en hebreo el nombre de Dios?

Estamos aprendiendo uno de los versículos más importantes de la Torá y de la plegaria judía: Shema Israel, “Escucha Israel, HaShem es nuestro Dios, HaShem es uno”.
Ya explicamos las dos primeras palabras “shemá” e “Israel” (ver abajo). Hoy vamos a ver la próxima palabra de este pasuq.
Debo recordar al lector no familiarizado con el estudio de la Torá que es normal y habitual detenerse a profundizar cada palabra de la Torá en particular, ya que la Torá no es un libro común, sino un libro Divino. Y por lo tanto, la profundización está justificada. No obstante, la profundización que aquí presentamos se limita a la comprensión semántica y literal del texto (peshat), y no ahondaremos por ejemplo en la interpretación alegórica o mística.
La tercera palabra del Shemá Israel es nada menos que el nombre de Dios, que en hebreo se escribe con las letras “Yod”, “He, “Vav” y “He”.
¿Qué tiene de excepcional este nombre de Dios?
1. PRIMER NOMBRE: Hay varios nombres a través de los cuales nos referimos al Creador . Maimónides menciona 7 nombres principales. Por ejemplo: “Señor”,“Todopoderoso”, “Dios”, etc. El primero de los 7 nombres “Yod”, “He, “Vav” y “He” es, por decirlo de alguna manera, el nombre propio de Dios (en hebreo decimos: shem hameforash, el Nombre Explícito). Nos referimos a este nombre en hebreo como ”HaShem” (que significa “el Nombre”) . En español se conoce a este nombre como tetragrámaton que significa el nombre de “cuatro letras”.
2. INEFABLE: En hebreo, como en español tenemos vocales y consonantes. Pero a diferencia del idioma español, en el hebreo original las vocales NO se escriben junto con a las consonantes. De manera que cuando leemos una palabra de la Torá introducimos las vocales “de memoria” y basados en la tradición o mesorá (que hoy en día ya la tenemos por escrito). Ahora bien, la tradición judía no sólo que no ha transmitido las vocales pertenecientes al Primer Nombre de Dios sino que las ha mantenido deliberadamente en secreto (de ser conocido, el nombre de HaShem estaría expuesto ח“ו a abuso, deshonra, exceso, etc.)  Este Nombre era conocido por los grandes sacerdotes de Israel, quienes transmitían de uno a otro su pronunciación. Y era mencionado únicamente en el Bet haMiqdash, por el Gran Sacerdote y sólo en el día de Yom Kippur.
3. PRONUNCIACION: Este Primer Nombre se pronuncia (hoy en día sin excepciones ya que no tenemos el Bet hamiqdash) de una forma diferente. Me explico: Maimónides menciona 7 nombres de Dios en un orden especifico. El primero es el Nombre de HaShem. El segundo que se menciona es el nombre que pronunciamos con las siguientes 3 sílabas “A”, “Do”, y “Nay”. Ahora bien, nuestra tradición indica que pronunciamos el Primer Nombre de Dios, “Yod”, “He, “Vav” y “He”, como si fuera el segundo nombre de Dios “A”, “Do”, “Nay”.
4. SIGNIFICADO: Según nuestros Sabios las letras del Primer Nombre de HaShem expresan la combinación de los 3 tiempos del verbo ser (en hebreo: היה , הוה ,יהיה ) y por lo tanto la traducción más cercana del Primer Nombre de HaShem sería: “El Eterno”, Aquel que fue, es y será. En este sentido se dice que este Nombre de HaShem es “inefable”. Según el diccionario inefable significa “que no puede ser dicho, o pronunciado con palabras, por tener cualidades excelsas o que van más allá de nuestra comprensión”. En este caso, lo que está más allá de nuestra comprensión es la idea de eternidad o infinito.
Por el otro lado, el segundo nombre de Dios, “A”, “Do” y “Nay”, que es el que pronunciamos, significa en hebreo algo más comprensible: “El Señor” en el sentido de “Dueño y Señor de todo lo que existe” ( אדון הכל).
5. KAVANA/PENSAMIENTO ¿En que debemos pensar entonces cuando leemos y pronunciamos el Nombre de HaShem ? De acuerdo a nuestros Sabios (ver shulján aruj, 5:1) cuando decimos el Nombre de HaShem, y muy especialmente al recitar el Shemá Israel, debemos pensar en su significado según su escritura, es decir,Dios como El Eterno; y también en su significado según su pronunciación, es decir, que HaShem es el Dueño y Soberano de todo lo que existe.



Las dos primeras palabras

En los artículos anteriores explicamos por qué es importante recitar las Tefilot, oraciones y rezos, en hebreo. Y también escribimos que es necesario entender lo que decimos.
Hoy vamos a comenzar por explicar un poco las dos primeras palabras del Shema Israel.
שמע: “Escucha, Israel”.
Técnicamente, el Shemá Israel no es una plegaria. Es un texto que contiene 3 párrafos de la Torá. Brevemente, el primer versículo «shemá» contiene nuestra declaración de fe en la existencia y unidad de Dios. El primer texto «veahabtá» nos enseña a amar a Dios. El segundo texto «vehayá» se refiere a la justicia Divina. Y el tercero, «vayomer» a comportarnos con santidad.
Las palabras del Shemá Israel NO son una alabanza a HaShem. En estos textos no le estamos agradeciendo a Dios ni le estamos solicitando que cubra nuestras necesidades.
La primera palabra “Shema” que significa “Escucha con atención” ya nos indica que debemos concentrarnos en lo que estamos diciendo y que es necesario evitar cualquier distracción. Es por eso que al decir los primeros dos versículos, “shemá» y «Baruj Shem” nos cubrimos los ojos.
Compararemos por un momento al Shema Israel con la Amidá, la plegaria más importante, que se dice de pie y en silencio.
1.En la Amidá nos estamos dirigiendo a HaShem, lo alabamos (reconocemos) , le damos gracias y le pedimos que nos ayude. En el Shemá Israel no nos estamos dirigiendo a Dios, en realidad Dios (HaShem), se está dirigiendo hacia nosotros.
2. Al comenzar la Amidá, nuestros labios y nuestra boca son llamados a la acción, le solicitamos a HaShem que abra nuestros labios y nos conceda el habla y la elocuencia para dirigirnos a Él. En el Shemá Israel, nuestros oídos y nuestros corazones son llamados a la acción, no nuestros labios.El Shema Israel no comienza con una invocación para dirigir nuestras palabras a HaShem sino con una invitación a escuchar y entender Sus palabras.
3.La Amidá es recitada luego del Shemá Israel y es la plegaria, Tefilá, por excelencia.  En el Shemá Israel escuchamos a HaShem, dedicando nuestra máxima atención a Sus palabras. En la Amidá, le hablamos y le pedimos que nos escuche. De esta manera el Shemá y la Amidá establecen un constante dialogo con HaShem.
Al recitar el Shemá Israel estamos diciendo en voz alta un texto dirigido hacia nosotros mismos, por eso es tan crítico entender su contenido. El Shema Israel contiene los principios más importantes de la Torá. Es la declaración de los principios judíos, un testimonio de lealtad (como un Pledge of Allegiance) a HaShem, nuestro Dios.
ישראל
La palabra ISRAEL nos define como pueblo. Originalmente Israel es el nombre de nuestro tercer patriarca , Yaaqob Abinu. Y en realidad cuando decimos «Israel» debemos transformarnos en los receptores de este mensaje divino.
Y si bien (creo que) no es algo que debemos pensar cuando decimos el Shemá, me gustaría mostrarles la «magia» de nuestro nombre «Israel».
Si observamos cuidadosamente encontraremos en este nombre las iniciales de nuestros 3 patriarcas y de nuestras 4 matriarcas.
La primera letra YOD es la inicial de Itzjaq y de Ya’aqob.
La segunda letra, SHIN, es la inicial del nombre de nuestra primera matriarca Sará.
La RESH corresponde a la primera letra de Rajel y de Ribká.
La letra ALEF es la inicial de Abraham.
La letra LAMED es la primera letra de nuestra matriarca LEAH.
ISRAEL es el nombre perfecto para nuestro pueblo, ya que incluye a nuestros 3 patriarcas y 4 matriarcas.
י  = יצחק , יעקב
ש = שרה
ר = רבקה , רחל
א = אברהם
ל = לאה



Cuando una traducción nos confunde

Previamente explicamos que si bien está permitido por los Sabios rezar en el idioma que uno conoce, muchas veces, cuando las palabras hebreas son traducidas a otro idioma, pierden su significado original. Cuando dos lenguas pertenecen a la misma familia (como el portugués y el español, o el hebreo y el arameo) entonces el campo semántico de las palabras es muy similar, y podemos hablar de una traducción “literal”.
Pero cuando se trata de traducir desde el hebreo al español, por ejemplo, que pertenece a una familia de lenguas completamente distinta, es imposible obtener una traducción precisa.
La palabra hebrea “BARUJ” nos proporciona un excelente ejemplo de las dificultades de traducir.
La traducción al español de la palabra BARUJ es engañosa. En castellano BARUJ se traduce por “bendito” y esta traducción, lejos de ayudarnos a comprender lo que significa BARUJ, nos confunde.
¿Por qué? Porque en español la palabra “bendito” se refiere ¡al receptor de una bendición!.
Cuando decimos de alguien que es bendito nos referimos a que fue agraciado con todo tipo de bendiciones, que fue bendecido. O cuando le decimos a alguien bendito seas, le estamos deseando que obtenga una bendición: salud, si está enfermo, o pan si pasa hambre.
Esto es lo que se entiende como bendecir a alguien, desearle que se cumplan sus deseos, que acaben sus aflicciones o que sus necesidades se vean cubiertas.
Imaginemos ahora si aplicásemos el concepto de bendito a Dios. Si dijésemos “bendito eres” o “bendito seas” HaShem, le estaríamos asignando a Dios el papel de receptor de una bendición. ¿Qué sentido tendría “bendecir” a Dios? ¿”Desearle” algo a Dios? ¿Es en esto que debemos pensar cuando decimos BARUJ? Desearle algo a Dios es como declarara que algo le falta…. un pensamiento profano y hasta herético, que lejos de ser una alabanza, es hasta ofensivo.
Ahora bien ¿Qué significa entonces BARUJ en hebreo? Cuando BARUJ se aplica a Dios NO significa que Dios es el “recipiente” de la bendición sino el “origen” de nuestras bendiciones. Llamamos bendición a todo lo que recibimos en abundancia y gratuitamente de HaShem.  Todo lo que existe, la creación, la vida y la misma existencia es parte de la Bendición Divina. Y cuando más privilegiado soy, más debo reconocer a HaShem como el origen de todas mis bendiciones: mi familia, mis padres, mis hijos, mi inteligencia, mi comida, mi salud, etc. Al decir BARUJ reconozco que HaShem es la fuente (en hebreo BEREJÁ) de todo lo me es dado. Así lo explicaron los rabinos: baruj= meqor haberajá, HaShem es la fuente y el origen de la bendición que recibimos.
HaShem es para nosotros como los padres son para un hijo. Los padres que lo traen al mundo, le “regalan” la vida y de ahora en adelante lo van a seguir alimentando y manteniendo hasta que sea independiente.  La diferencia entre nuestros padres y nuestro Creador es que nuestra dependencia con HaShem nunca termina, ya que seguimos recibiendo Sus bendiciones y Su atención hasta el último día de nuestras vidas.  La palabra BARUJ nos inspira a profesar una gratitud eterna hacia HaShem. Y nos invita a descubrir Su generosidad en las cosas que tomamos por sentadas.
Todo este significado, y mucho más, está encapsulado en la palabra hebrea BARUJ.
Es por todo esto que debemos hacer el mayor esfuerzo posible por rezar en hebreo y aprender no solo la traducción sino también el significado y la profundidad de las palabras que recitamos en la Tefilá



Rezar ¿En hebreo o en español?

Previamente hablamos de la importancia de comprender lo que decimos cuando rezamos. Explicamos que las palabras de la Tefilá (plegaria judía) no fueron formuladas para ser “pronunciadas” como si fueran palabras mágicas, sino para ser “asimiladas” por nuestro intelecto y nuestro corazón, y que así moldeen nuestra personalidad y nos ayuden a estar más cerca de HaShem, sentir Su Presencia, confiar más en Él, etc.
Y obviamente, para que esto ocurra es esencial entender lo que estamos diciendo.
Ahora bien, muchas persona se preguntan: si todo el efecto espiritual de la Tefilá depende de entender lo que decimos, ¿por qué decimos la Tefilá en hebreo? ¿Por qué no decirla mejor en el idioma que uno entiende?
La respuesta a esta importante pregunta requiere una explicación un poco más elaborada que lo usual. .
LOS SABIOS LO PERMITIERON. Los Sabios del Talmud permitieron y hasta sugirieron que uno rece en el idioma que comprende. ¿Y saben de donde aprendieron esta idea? Nada menos que de la primera palabra del Shema Israel. En hebreo, como en castellano, hay dos palabras con un significado muy parecido que describen la cualidad auditiva.  Una es lishmoa’(escuchar) y la otra leha-azin (oír). La diferencia entre “oír” y “escuchar” es la atención. “Escuchar”, implica prestar atención.“Oír” no requiere atención y hasta puede ser involuntario. Yo puedo estar escuchando música, e involuntariamente, oír ruidos molestos.
En hebreo es muy parecido: lishmoa’ (escuchar) además de “atención” también incluye “entendimiento” (y “obediencia”, pero eso es para otro día…). Una buena traducción no-literal de la primera palabra del Shema Israel sería: “Debemos saber/comprender que… HaShem es nuestro Dios, HaShem es uno”.  Los Sabios de la Guemará dijeron que al usar esta palabra “shema’” la Torá nos está exigiendo comprender lo que las palabras dicen: שמע, בכל לשון שאתה שומע.  Por lo tanto, debo decir este texto, y por extensión todo texto de las plegarias, en una lengua que yo comprenda.
LA COSTUMBRE: De todas maneras, la idea de decir la Tefilá en el idioma local siempre se llevó a cabo de manera individual y no pública. Es decir, las comunidades judías tradicionales nunca (que yo sepa) se recitó la Tefilá en el idioma local. Sin embargo, muchas personas leen y recitan distintas partes de la Tefilá en el idioma que comprenden.   Creo que la razón principal de esta costumbre tiene que ver con la necesidad de conservar nuestro idioma Hebreo, que es un elemento fundamental de nuestra identidad judía. Me explico. Imaginemos que cada comunidad judía del mundo recitara toda la Tefilá en el idioma local. ¿Qué pasaría cuando un judío de Latinoamérica va de vista a Europa? ¿Como se sentiría en una sinagoga de Francia, Rusia o Alemania?  Lamentablemente, ya estamos divididos en Sefaradim, Ashkenazim, Jasidim, y muchos, muchos grupos y sub-grupos más más. El idioma hebreo, el idioma de la Torá, es uno de los elementos fundamentales que nos une, que nos ayuda (o nos fuerza) a tener una identidad judía universal. Esto lo podemos apreciar hoy, que viajamos tanto, mucho mejor que en el pasado. Gracias a que conservamos el idioma hebreo en las Tefilot publicas, no importa a que sinagoga del mundo uno vaya, si uno sabe hebreo ¡siempre se va a sentir como si estuviera en su propia sinagoga!  Si uno sabe hebreo, podrá participar activamente de la actividad religiosa comunitaria. Mantener una misma lengua, el idioma hebreo, para recitar la Tefilá nos ha ayudado probablemente más de lo que creemos, a mantenernos unidos como un mismo pueblo.
MI SUGERENCIA: Si bien, como dijimos, uno puede decir la Tefilá individualmente en el idioma que uno comprende, pienso que esto debe ser sólo una situación temporaria.   Si uno no sabe leer hebreo, podría leer en castellano mientras aprende a leer hebreo. Y una vez que uno sabe leer hebreo, creo que lo mejor sería usar un Siddur (libro de oraciones) con traducción linear (pregúntale a tu Rabino sobre las diferentes opciones). El sistema de traducción linear, que se puede apreciar en la foto de arriba, le permite a uno recitar la Tefilá en hebreo, y leer —en silencio y virtualmente al mismo tiempo—la traducción de lo que está diciendo.
Mañana BH voy a presentar una razón más por la que creo que debemos hacer todo el esfuerzo posible por decir la Tefilá, incluso individualmente, en hebreo, el idioma de Abraham, Itsjaq y Yaaqob.
(Continuará….)



Rezar y Comprender

מצוות צריכות כוונה
Los Sabios de Israel debatieron ampliamente el tema del estado mental que una persona debe tener —o alcanzar—cuando está cumpliendo un precepto de la Torá. En otras palabras, cuando cumplimos una Mistvá positiva, digamos, vestir el Tefilín, ¿es necesario pensar en lo que estamos haciendo? o el acto en sí, aunque no esté acompañado de un pensamiento, ¿es suficiente? La conclusión de los rabinos fue מצוות צריכות כוונה , que los preceptos deben ser realizados con “conciencia” (kavaná) y un cumplimento totalmente mecánico no es suficiente.
Ahora bien, hay varios niveles de “conciencia”.
1. INTENCION. En primer lugar está la “intención” básica de cumplir un precepto. Pensemos en un ejemplo extremo: si me pongo el Tefilín para sacarme una foto  con el Tefilín puesto, ¿se podría considerar que he cumplido con la Mitsvá del Tefilín sólo porque me lo puse? La respuesta de los Sabios es NO. La conciencia elemental de estar practicando una Mitsvá es una condición sine qua none.
2. ATENCION. Hay un nivel un poco más elevado de “conciencia”. ¿Qué pasa si cumplo una Mitsvá pero estoy totalmente distraído de la misma? Esto también es cuestionable. Al realizar cualquier precepto es necesario abstraerse de toda distracción, ya que no sólo hace falta la“intención” sino también una mínima “atención” cuando cumplimos las Mitsvot.
Es por eso que nuestros Sabios establecieron las berajot, las bendiciones que se dicen antes de cumplir una Mitsvá positiva. Veamos, “Bendito eres Tu, HaShem nuestro Dios, Soberano del mundo, que nos santificaste con Tus preceptos y nos ordenaste vestir el Tefilín”. Al recitar ésta y otras bendiciones declaramos nuestra “intención” acerca de lo que estanos por hacer y “reseteamos” nuestra atención, enfocándonos en lo que estamos haciendo.  Como la “atención” es tan importante, los rabinos de la Guemará excusaron a ciertas personas a cumplir con una Mitsvá en circunstancias especiales, porque sería virtualmente imposible alcanzar la atención necesaria. Por ejemplo, el novio está exento de la recitación del Shemá Israel, la noche de su casamiento.
3. ENTENDIMIENTO. Ademas de “intención” y “atención”, tenemos que alcanzar un nivel más elevado de “conciencia”, el “entendimiento”. Este nivel es especialmente necesario cuando se trata del cumplimento de una Mitsvá que se lleva a cabo con palabras: por ejemplo, rezar o recitar el Shemá Israel. No es suficiente con pronunciar palabras para considerar que hemos cumplido satisfactoriamente una Mitsvá, también es necesario entender lo que estamos diciendo.  Dicho sea de paso: en la idolatría o en los actos de magia las “palabras” contienen un “poder” intrínseco: como “abrete sésamo”, que hace que una puerta se abra, o todos los hechizos y palabras mágicas de Harry Potter.  Cuando rezamos, las palabras tienen sentido si son acompañadas de un pensamiento, e idealmente, también de un sentimiento.  Los Sabios criticaron a quienes rezan solo con sus labios y emiten sonidos. Y nos recuerdan que la Torá nos pide rezar con el corazón. Rezar significa meditar en el contenido de la palabras del libro de oraciones (siddur), dejando que moldeen nuestra mente y nuestro corazón.
Este importantísimo proceso de crecimiento espiritual no es posible a menos que comprendamos el significado de las palabras que estamos diciendo.  Por eso, debemos hacer un esfuerzo para aprenderlas.
Comenzaremos por el Shemá Israel.
(Continuará….)