La Segulá de Shabuot

ועתה, אם-שמוע תשמעו בקולי ושמרתם את-בריתי והייתם לי סגולה מכל-העמים כי-לי כל-הארץ. ואתם תהיו-לי ממלכת כוהנים וגוי קדוש    

Explicamos anteriormente que la entrega de la Torá ocurrió en el marco de un evento más comprensivo: la celebración de un Pacto entre Dios y el pueblo judío. También vimos que los pasos de ese Pacto se pueden comparar con la celebración de un matrimonio: Hay una primera oferta de entrar en el Pacto, proposición; luego la presentación oral de los términos del pacto y la aceptación de estos términos; luego la escritura de los términos y condiciones (sefer haberit, documento del pacto, en nuestro ejemplo esto sería la ketubá) y su lectura pública; y finalmente la aceptación definitiva del pacto (como un «Sí, quiero!») de parte del pueblo judío al decir «naasé venishmaá» .  

AM SEGULÁ

Cuando HaShem ofrece al pueblo de Israel celebrar este pacto le dice lo siguiente (Shemot 19: 5-6) «Y ahora, si Ustedes aceptan escuchar Mis mandamientos y mantener un pacto conmigo, serán para Mí un tesoro (segulá) entre todos los pueblos …»   ¿Qué significa esta palabra «segulá», que aparece muy pocas veces en la Biblia Hebrea?    En Dibré haYamim (I, 29: 3) «segulá» significa tesoro. Dirigiéndose al pueblo de Israel, el rey David dice que él ha asignado las reservas de oro y plata de su reino, el dinero recolectado a través de los impuestos, para construir el Bet-haMiqdash. Y luego agregó:«Además [de las reservas reales asignadas], en mi deseo [de construir] el Templo para HaShem mi Dios, yo voy a donar también mi tesoro personal (=segulatí) de oro y plata para el Templo..».     El rey David llamó a su tesoro personal, su capital privado, «segulá».   Ser el pueblo «segulá» de HaShem significa literalmente ser el bien más precioso de Dios, Su posesión «privada». Con esta hermosa y profunda metáfora la Torá nos quiere indicar que HaShem se compromete a cuidarnos y protegernos de la misma manera que un hombre protege su tesoro, su posesión más valiosa. Nos asegura que el pueblo judío, como nación, nunca desaparecerá. Israel será «atesorado», protegido directamente por Dios. Contra todo pronóstico, y después de haber sido perseguidos desde tiempos inmemoriales por casi todos los pueblos y civilizaciones de la historia, todavía existimos como nación, gracias a la más poderosa Segulá: la supervisión directa de HaShem sobre Su Pueblo, Israel.  

LA OTRA CARA DE AM SEGULA

Esta cercanía con Dios, ser supervisor por El Todopoderoso de manera directa, es una moneda con dos caras. Por un lado, HaShem garantiza la eternidad de este pacto y nuestra existencia como pueblo. Pero por el otro lado, ser el pueblo elegido no significa tener más privilegios que otras naciones. Por el contrario, significa que, como fuimos y somos los testigos de la Revelación Divina, Dios espera de nosotros un comportamiento ejemplar. Dios examina nuestra conducta mucho más estrictamente, más de cerca, que el resto de las naciones. Tiene más expectativas y más demandas de nosotros. Probablemente nadie formuló este concepto tan importante mejor que el profeta Amós (3: 2). Así dijo HaShem, רק אתכם ידעתי מכל משפחות האדמה על כן אפקד עליכם את כל עונתיכם  “Sólo a Ustedes [el pueblo de Israel] He conocido [= amado, elegido] de entre todas las familias de la tierra; y por tanto, los consideraré responsables [y NO negligentes]  de todos vuestros errores [pecados] … »   Ser el pueblo elegido no implica tener más derechos sino más obligaciones. Una mayor responsabilidad por nuestras acciones.

Shabbat Shalom y Jag Shabuot Sameaj!




¿Qué celebramos en Shabuot?

ויקח ספר הברית ויקרא באזני העם ויאמרו כל אשר דבר יהוה נעשה ונשמע
Exodo 24:7
Explicamos que el judaísmo, la relación entre Dios y el pueblo de Israel, se define a sí mismo como un «pacto» o alianza (berit) entre Dios y el pueblo judío. Ayer comenzamos a explorar los detalles de este pacto (ver aquí).
LOS TERMINOS DEL PACTO
Dios ofrece tomar al pueblo de Israel como SU pueblo. Esto significa que Él supervisará de manera directa al pueblo de Israel, no permitirá que el pueblo de Israel desaparezca, y nunca cancelará o modificará este pacto, ni la condición de Israel como pueblo elegido. Israel, por su parte, se compromete a regirse por la Ley Divina, la Torá, transformándose así en un pueblo de sacerdotes, es decir, individuos consagrados a Dios. El pueblo judío es tambien un privilegiado testigo de la existencia Divina, ya que presenció  Su Revelación (ma’amad har Sinaí) y por eso debe mantenerse completamente alejado  de todas las ciencias y prácticas idolatras, dedicadas a «dioses imaginarios». El judío tiene simultáneamente el  derecho y el deber de acceder a Dios, exclusivamente, sin intermediarios. Los términos de este pacto, que no son pocos, están detallados ampliamente en la Torá, los 5 libros de Moshé, y organizados en 613 preceptos. Continuaremos ahora con el tema de la historia de este pacto, conocido como Ma’amad Har Sinai «La Revelación de la Voz de Dios en el Monte Sinaí».
LA NOCHE DEL PACTO
La noche del 6 de Siván (entre el 5 y el 6 de Siván) la ceremonia del pacto continuó con la enunciación por parte de Dios de los 10 mandamientos. Este fue el evento más importante de nuestra historia, la única vez que HaShem se reveló a todo el pueblo.  Dios comenzó a enunciar directamente, y sin la mediación de Moises, los primeros Mandamientos. La Torá nos cuenta que el pueblo no pudo tolerar (¿físicamente?) el impacto de la revelación divina. Dios no habla con una voz producida por cuerdas vocales. La «voz» Divina es indescriptible y los sentidos de aquellos que la escuchaban se confundían.  La Torá expresa esta experiencia meta sensorial con una frase (¿poética?)  única: y todo el pueblo «veía» las voces… . Los Sabios explican que la experiencia fue tan intensa que los presentes  sintieron que iban a morir.  Esta experiencia, dicen, es parte de la memoria genética de los judíos, y ha condicionado nuestro carácter, nuestros valores y nuestra forma de actuar.
EL PUEBLO LO PIDE 
Luego de escuchar el segundo mandamiento el pueblo pide la intermediación de Moshé, quien transmite el resto de los Mandamientos.
Esa misma noche luego de escuchar todos estos preceptos (Éxodo 21-23) el pueblo declaró por segunda vez su voluntad de celebrar el pacto y comprometerse a obedecer las leyes que habían sido expuestas hasta ese momento (Exodo 24:3). Así lo describe la Torá: ”Moshé…le transmitió al pueblo todas las palabras de Dios y todas las leyes. Y el pueblo respondió a una sola voz diciendo: Todas lo que HaShem ha dicho, lo cumpliremos”.  Moshé permaneció despierto durante toda esa noche y escribió lo que Dios le había transmitido en un documento que la Torá llama : sefer haberit, el libro del pacto.
EL DIA DEL PACTO
Al otro día, en la madrugada del día 6 de Siván, Moshé erigió un altar, representando la Presencia Divina y 12 pilares, representando a las doce tribus de Israel. Luego, envió a los jóvenes del pueblo a hacer sacrificios. Moshé tomó la sangre de los sacrificios y la dividió en dos. Vertió la primera mitad en los receptáculos de los 12 pilares y la otra mitad en el altar. La Torá describe así la ceremonia de la celebración formal del pacto (Exodo 24:7) “Entonces Moshé tomó el libro del pacto y lo leyó a los oídos del pueblo. Y el pueblo declaró: “Todo lo que HaShem ha dicho, haremos y obedeceremos” . Esto significa, literalmente, que el pueblo aceptaba obedecer todo lo que ya había escuchado y se comprometía a aceptar todas las demás leyes y pautas que escucharía en el futuro. Acto seguido, Moshé tomó la sangre de los sacrificios y la roció sobre el altar, que representa la presencia Divina y sobre los pilares que representan al pueblo. Moshé dijo entonces (24:8): “Esta es la sangre del pacto que HaShem estableció con todos ustedes; (el pacto) que consiste en todas esta palabras (leyes, que han escuchado). “
Con esta ceremonia formal se estableció nuestro pacto eterno con Dios.
A partir de este momento el pueblo judío se comprometió voluntariamente, y para siempre, a obedecer la Ley de Dios, la Torá, y la adoptó como su Constitución Nacional.
…Y esto es lo que celebraremos este próximo Shabu’ot!



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De acuerdo a la tradición judía, Dios le reveló al primer hombre, Adam, las leyes básicas por las cuales debía guiarse: la prohibición de la idolatría; la prohibición de la blasfemia; la prohibición del asesinato; la prohibición del incesto y del adulterio; la prohibición del robo y finalmente la obligación de establecer tribunales que impartan justicia y hagan cumplir estas normas en la sociedad.

En los tiempos de Noáj (Noé), luego del diluvio universal, el Creador agregó una séptima ley. Si bien Nóaj y sus hijos podrían consumir carne animal, algo que hasta ese entonces el Creador no le había permitido al ser humano, el animal a consumir deberá ser previamente sacrificado. El ser humano no puede mutilar a un animal y consumir su carne mientras el animal esté con vida, como hacen los depredadores carnívoros con sus presas.

En base a estos Siete Mandamientos elementales, Dios estableció un pacto formal con Nóaj y sus hijos, que en ese momento representaban a toda la humanidad.

Este pacto consiste, por un lado, en que los hombres respetarán las Siete Leyes y se responsabilizaran por su observancia en la sociedad. El Creador, por su parte, no traerá otro diluvio. El arco iris, cuando la lluvia se detiene, será el recordatorio de este pacto, y de que Dios no borrará a la raza humana de la faz de la tierra, como ocurrió con el diluvio universal.

Este pacto sugiere que la fórmula Divina para evitar la corrupción de la sociedad humana —y su colapso— es la establecimiento de la ley y el orden, a través de la observancia de las leyes básicas que el Creador estableció para la humanidad.




¿Qué dice el Primer Mandamiento?

Yo HaShem soy tu Dios, que te rescató de la tierra de Egipto, de la casa de esclavos Exodo 20:1 

¿MANDAMIENTO O PREAMBULO?

El primer mandamiento se nos presenta de un modo un poco ambiguo. Comprender lo que este mandamiento dice no resulta sencillo. ¿Por qué? Porque a diferencia de los otros 9 mandamientos, no está enunciado en el modo imperativo como una orden o un precepto. Parece más bien una presentación de Dios ante su pueblo. El texto dice literalmente así: “Yo HaShem, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavos”.  Este mandamiento no está indicando, aparentemente algo que tenemos que hacer o dejar de hacer, como en el caso de “Honrarás a tus padres”, “No robarás”, “No matarás”.  No transmite una orden directa. 

Es por eso que los rabinos han debatido durante mucho tiempo la naturaleza de este mandamiento. Para algunos como Najmánides o el Rab Jasdai Crescas, el primer mandamiento no expresa un precepto específico sino que afirma la existencia de Dios al decir “Yo soy El Eterno tu Dios”. Visto así, el primer mandamiento, es el prerrequisito implícito para la aceptación de todos los demás mandamientos. Es un preámbulo para los preceptos que siguen a continuación. No es un mandamiento en sí.

Maimónides, por otro lado, sostiene que el primer mandamiento indica un precepto especifico, a pesar de no estar formulado en el modo imperativo. Trataremos de entender, a continuación, lo que este famoso rabino explicó.  

¿CUANTOS MANDAMIENTOS HAY?

El Talmud, en el tratado de Makot, explica que existen 613 preceptos en la Torá. 611 de ellos fueron transmitidos por intermedio de Moshé (Moisés), mientras que los dos restantes fueron transmitidos “directamente” por HaShem (Dios) al pueblo judío.   Y esos dos preceptos son: el primero y el segundo mandamiento (אנכי ולא יהיה לך).  Analicemos brevemente esta afirmación del Talmud.

1. Lo que revela que estos dos mandamientos fueron expresados directamente por Dios es que son los únicos formulados en la primera persona del singular: Yo soy El Eterno tu Dios”, “No habrá para ti otros dioses delante de . A partir del tercer mandamiento es Moshé quien se Dirige al pueblo de Israel, y la referencia a Dios es en la tercera persona. El texto del tercer mandamiento dice: “No pronunciarás el Nombre de Dios en vano” y no dice “No pronunciarás Mi nombre en vano”. 

2. De acuerdo a este texto Talmúdico, el primer mandamiento claramente debe ser considerado como un precepto, una de las 613 leyes Bíblicas, y no como una introducción o preámbulo. En su famoso libro Sefer haMitsvot, la obra que presenta los 613 preceptos de la Torá, Maimónides menciona al primer mandamiento nada menos que como la primera ley (Mitsvá) de la Torá. 

Siguiendo ahora con la opinión de Maimónides nuestra próxima pregunta será: ¿Cuál es la orden especifica que este mandamiento está expresando cuando dice “Yo soy HaShem tu Dios”?

LA EVOLUCION DE LA FE (emuná)

Tradicionalmente se asume que el primer mandamiento, visto como un precepto, expresa nuestro deber de “creer en la existencia” de Dios. No todos están de acuerdo.  Creer en la existencia de Dios debe ser visto, más bien, como la hipótesis fundacional implícita de los Diez Mandamientos, especialmente en su contexto histórico original. Al revelar los 10 Mandamientos Dios le está hablando al pueblo de Israel y ¡en primera persona! ¿Es necesario, entonces, que mientras Dios se está revelando a Su pueblo le ordene creer en Su existencia?   

Hay algo más. 

La referencia bíblica especifica acerca de la fe del pueblo judío en Dios la encontramos en el texto que relata el cruce del mar rojo. Antes de que Dios revelase los 10 Mandamientos. 

“Y Dios salvó en aquel día a Israel de mano de los egipcios.  E Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar.Y [cuando el pueblo de] Israel percibió el gran poder que Dios había hecho contra los egipcios, el pueblo temió a Dios, y [entonces el pueblo] creyó en Dios y en Moisés su siervo” EXODO 14: 30-31.    

Cuando los Hijos de Israel cruzaron el mar y vieron que Dios cerró el mar encima del ejercito egipcio, la Torá afirma,  los hijos de Israel creyeron en Dios (y en Moshé).  Al ver los cuerpos sin vida de sus poderosos opresores en la orilla del mar, el pueblo pudo liberarse de la intimidación psicológica que ejercen aquellos que hasta ese entonces decidían, como si fueran dioses, quién viviría y quién moriría.  Los judíos ahora tuvieron pro primera vez la posibilidad de temer a Dios y creer en Él , cuando entendieron que los egipcios eran simples mortales.  

Todo esto confirma que la “creencia” en Dios ya era parte del patrimonio mental de los Yehudim antes de recibir los Mandamientos.  Y si es así, ¿qué nos enseña entonces el primer mandamiento? 

LAS TRES PRIMERAS PALABRAS

De acuerdo a Maimónides el Primer Mandamiento no es simplemente un preámbulo sino que está indicando un precepto específico a cumplir.

Para comprender el contenido de este mandamiento debemos analizar en profundidad su texto. Particularmente, las primeras 3 palabras hebreas del mismo.  

1. La primera palabra אנוכי (anojí) en español significa     Yo  (o Yo soy). 

2. La segunda palabra ה’ es el inefable (no pronunciable) nombre de Dios. Cuando nos referimos a Dios, los judíos no pronunciamos Su nombre, a menos que se trate de una plegaria o la lectura de un texto bíblico. Para indicar el nombre de Dios decimos  en hebreo “HaShem” , que literalmente significa “el Nombre”. “HaShem” se utiliza como “el pronombre Divino”.  Yo suelo usar por lo general esta palabra para referirme al Todopoderoso. Pero en este caso, para simplificar el análisis del primer mandamiento voy a utilizar la traducción tradicional judía al castellano: “El Eterno”. 

3. La tercera palabra אלקיך (eloqueja) generalmente traducida por “tu Dios” requiere más explicación.

Veamos.   

La palabra Eloquim, traducida generalmente como “Dios”, significa en realidad: “Soberano”, o “Juez” , en otras palabras: la autoridad máxima y suprema.  Entendiéndolo así, este mandamiento no se refiere a un tema teológico, saber de “la existencia de Dios”, sino a un tema moral o legal,  aceptar “la autoridad de Dios”. La diferencia entre estas dos lecturas del Primer Mandamiento, “reconocer la existencia o aceptar la autoridad de Dios”, puede parecer superflua; pero en realidad es sumamente importante. Los judíos vivimos por siglos bajo la autoridad del “todopoderoso” Faraón. El primer mandamiento le confirma a cada judío que había salido de Egipto que HaShem lo ha rescatado de allí y que ya no está en “la casa de esclavos”, esto es, bajo la jurisdicción del Faraón. De ahora en adelante HaShem es “eloqueja” “tu soberano”,  lo que implica que debes actuar de acuerdo a Sus leyes. 

Para comprender un poco más acabadamente este concepto repasaremos lo que sucedió en el episodio del becerro de oro.

EL BECERRO DE ORO

Luego de celebrar el pacto entre Dios e Israel, Moshé ascendió al monte Sinaí y antes de subir al monte le aviso al pueblo que regresaría en 40 días. Cuando este plazo estuvo por expirar, el impaciente pueblo dio por terminada la espera por Moshé e hicieron un ídolo, un becerro de oro. Y en la dedicación oficial de ese nuevo ídolo los judíos dijeron: “el-le eloqueja Israel”, “Este es tu [nuevo] Soberano, Israel”. Es interesante observar que en la consagración del becerro de oro, consciente o inconscientemente, el pueblo utilizó la misma expresión que Dios utilizó en el primer mandamiento cuando dijo “Yo HaShem,  soy tu Soberano”.

Pero la intención de los judíos que hicieron el becerro no era negar la existencia de Dios. El pueblo judío seguía creyendo en Dios, lo que le costaba era aceptar a Dios como “eloqueja”, como la autoridad suprema, y comprometerse a obedecer Sus leyes. El Dios de Israel, tal como lo expresan los 10 Mandamientos, les exigía integridad, autodisciplina y una conducta moral intachable.  

El becerro de oro era un “eloqueja” muy “cómodo” porque era pasivo. Un ídolo visible que no intervenía en sus vidas privadas ni en su decisiones morales, y no se pronunciaba respecto a lo que debían o no debían hacer. 

Al adorar al becerro de oro los judíos no solo se estaban rebelando contra el segundo mandamiento, que prohibe la idolatría, sino también contra el primer mandamiento, que nos ordena vivir bajo la ley Divina.  De hecho, lo primero que el pueblo hace luego de declarar al becerro como su “Eloqueja”, fue emborracharse y entregarse a la lujuria y a la promiscuidad: exactamente lo contrario de lo que HaShem les había demandado:  elevar nuestras personalidades, controlar nuestros impulsos y apetitos, etc. Los ídolos paganos (representados generalmente por animales) lejos de demandar moralidad, invitaban a la celebración y a la obediencia de los bajos instintos. El “becerro” de oro era un dios al cual se le hacia ordenar lo que uno quisiera.

LA ACTUALIDAD DEL PRIMER MANDAMIENTO

En nuestros días el primer mandamiento sigue siendo sumamente relevante. ¿Por qué?  Porque hay muchas personas que “creen” en la existencia de Dios, ¡pero no siguen Sus leyes! No piensan o no quieren creer que Dios reveló Su voluntad a los seres humanos.  Para Aristóteles, por ejemplo, Dios creó el mundo y luego lo abandonó a su suerte, sin dejar ningún registro de Su voluntad, ni instrucciones para la humanidad. El dios de Aristóteles es el mismo “dios” pasivo en el que creían Spinoza y Albert Einstein, un “dios” que no tiene una voluntad específica, o si la tiene nunca la manifestó.  El dios de Aristóteles no establece leyes, no juzga, ni se entromete con la moralidad de los seres humanos. Es impersonal.   Uno puede “creer” en él sin que esa creencia afecte en absoluto las decisiones y acciones morales de uno.  Al igual que el becerro de oro, ese dios no tiene nada que decirle y mucho menos que “ordenarle” a sus creyentes.

CONCLUSION

Ahora quizás entendamos mejor la preciosa lección del Primer Mandamiento. Para el judaísmo (la Torá),  cuando la creencia en Dios no está acompañada por la obediencia a Dios, la creencia en Dios no se considera completa, o coherente, o sincera.  Nuestra fe en Dios depende de nuestro relacionamiento con Dios. Y nuestro relacionamiento con Dios consiste en aprender y obedecer Su voluntad. 

 El primer mandamiento no debe ser leído como se lee tradicionalmente “Yo soy el Eterno, tu Dios”, expresando una declaración acerca de la existencia de Dios. El texto debería ser traducido más bien como “Yo, El Eterno, soy tu Dios”, es decir , tu Soberano, declarando así la autoridad de Dios. 

Una lectura un poco más desarrollada de este mandamiento sería   la siguiente “Yo, El Eterno, a quien tú ya conoces, soy tu Soberano. Te he sacado de Egipto, y ya no estás más bajo la jurisdicción del faraón, sino bajo Mi autoridad.”  

Este mandamiento indica nuestro deber de aceptar a Dios como nuestro Eloquim,  la autoridad Suprema moral y legal, que nos indica lo que está bien y lo que está mal. 




La solución de los dos estados (1918-1922).

שִׁיר הַמַּעֲלוֹת לְדָוִד לוּלֵי ה’ שֶׁהָיָה לָנוּ יֹאמַר-נָא יִשְׂרָאֵל: לוּלֵי ה’ שֶׁהָיָה לָנוּ בְּקוּם עָלֵינוּ אָדָם

LA LIGA DE LAS NACIONES 

Una vez finalizada la Primera guerra mundial se creó la Liga de las Naciones, el primer organismo internacional en la historia, creado para mantener la paz mundial y evitar el surgimiento de otros conflictos bélicos. Esta Liga estaba encabezada por las naciones que triunfaron en la primera guerra mundial: Gran Bretaña, Francia, Italia, etc. El 23 de Abril de 1920, hace casi 100 años atrás, la Liga de las Naciones se reunió en la ciudad italiana de San Remo para reorganizar el “orden mundial” y promover la paz. Uno de los temas que trataron fue la division y administración de las tierras de Medio Oriente. Hasta 1918 el medio oriente era parte del imperio Otomano, que otorgaba el mandato local a diferentes jefes de grupos étnicos, clanes y tribus árabes. La Liga de la Naciones estableció un plan para reemplazar la estructura de gobierno del imperio Otomano. Los diferentes territorios se mantendrían bajo el mandato o protectorado de los franceses o ingleses. ¿Por qué? En realidad, hasta antes que terminara la primera guerra mundial las grandes potencias no tenían mucho interés en estas zonas áridas, prácticamente desocupadas, sin agua suficiente e inútiles para la agricultura.  Sin embargo, hacia finales de la guerra se descubrió que estas tierras eran ricas en reservas de petróleo, y así surgió un mayor interés en medio oriente. Francia obtuvo el mandato de lo que hoy es Siria y Líbano. Gran Bretaña tenía el mandato de Mesopotamia, esto es hoy Irak, y Palestina, esto es hoy: Israel y Jordania; y también tenía el protectorado de Egipto.

 
SAN REMO Y LOS DOS LADOS DEL RIO JORDAN

En la declaración Balfour de 1917, Inglaterra se había comprometido a la creación de un Hogar Nacional para los judíos en la tierra de Israel, que comenzaba a llamarse ahora “Palestina” (¡nadie pudo haber soñado en ese entonces con el nombre «Israel»!). La declaración Balfour también fue ratificada legalmente por Francia (14 Febrero de 1918) , Italia (9 de Mayo de 1918 , y los Estado unidos (31 de agosto de 1918). Ahora en San Remo se le daba a la declaración Balfour su reconocimiento internacional definitivo. Creo que lo más destacable es que ese Hogar Judío en Palestina incluía lo que es hoy el estado Israel –con Gaza, Jerusalem, Judea, Samaria, etc– y también incluía todo el territorio de lo que hoy es Jordania.  Arriba se puede ver el mapa del territorio concebido por la Liga de las Naciones en San Remo, 1921, para establecer allí el Estado Judío. En San Remo, las naciones le asignaron a Gran Bretaña la función de implementar el establecimiento del hogar nacional judío. Para esto, Inglaterra asignó a un Alto comisionado (gobernador) inglés: Sir Herbert Samuel (1870-1963), que fue también el primer judío observante que llegó a ser miembro del gabinete británico (ver aquí)

CHURCHILL y EL LIBRO BLANCO

Pero los líderes árabes no estaban contentos. No aceptaron la decisión de la Liga de las Naciones y comenzaron a atacar y matar civiles judíos en Tel Jai, Yerushalayim, Yafo, etc. Esta táctica terrorista les «dio resultado»: el día 3 de junio de 1922 se firmó lo que se conoce como :”El libro blanco ” (White Paper) Este documento fue firmado por Winston Churchill , que visitó Jerusalem en 1921 y se reunió con representantes árabes y judíos (ver video abajo). Churchill decidió que “Palestina” se iba a dividir en dos estados: uno, en el margen oriental del rio Jordan, que se le cedería al clan árabe Hashemita para que estableciera allí su reinado y gobernara sobre los árabes de la región, y el otro estado, en el margen occidental del rio Jordán, que sería el territorio destinado para todos los judíos del mundo. La Organización Sionista se quejó amargamente ante las autoridades inglesas que habían cedido a la presión y a la violencia árabe, estableciendo así un peligrosísimo precedente, cuyos ecos siguen hasta nuestros días. Una de las voces que denunciaron esta traición fue la del célebre líder judío Zeev Jabotisnky. En esos días se escuchaba la canción que hizo famoso al movimiento BETAR, predecesor del moderno partido Likud: שתי גדות לירדן, זו שלנו זו גם כן “El rio Jordán tiene dos orillas (el territorio oriental y el occidental), una es nuestra y la otra también” .  Esta división que cedía a los árabes dos tercios del territorio designado para los judíos, fue finalmente ratificada por la Liga de las Naciones, como una forma de llegar a un “acuerdo pacifico y negociado que permitiría, de ahora en adelante, a las dos naciones a vivir en paz”. 
Los judíos no tuvimos más remedio que aceptar “la solución de los dos estados”, con la (ingenua) esperanza de que por fin viviríamos en paz y armonía con nuestros vecinos árabes….

¡Espero que hayamos aprendido la lección!

Continuará…

[Para clarificar, “Palestina” es el nombre que en esos tiempos se le daba a la tierra de Israel y al Hogar nacional Judío bajo el mandato Británico. Nunca existió allí un estado palestino árabe, ni una nación o un pueblo palestino, ni nada que se le parezca. En todo caso, de acuerdo a lo que escribimos hoy, «el estado designado para los árabes en Palestina es Jordania«].

Continuará 

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JERUSALEM 1921

En este video se pueden ver a los Grandes Rabinos de Israel que salen de una conferencia con Winston Churchill. Rab Abraham Isaac Kuk, Rabino Principal de la comunidad  Ashkenazí en Israel (con sombrero de piel); Rab Yosef Jaim Zonnenfeld, Rabino de la Eidah Jaridit (con larga barba blanca);  Rab Yaacob Meir, Rabino principal de la comunidad Sefaradí (con turbante circular). 

VER VIDEO AQUI



De la Servidumbre al exterminio

“Y los egipcios, entonces, esclavizaron a los hijos de Israel de manera permanente”

EXODO 1:13

ויעבידו מצריים את-בני ישראל בפרך

LA SEGUNDA FASE DEL CAUTIVERIO 

Explicamos anteriormente que la primera fase del cautiverio egipcio no fue lo que normalmente se conoce como “esclavitud». De hecho en los versículos 11-12 la palabra esclavitud no está mencionada. En esa primera etapa el Faraón demandó de los judíos un tributo, un impuesto, laboral: la construcción de las fortificaciones de Pitom y Ra’amses. Más que «esclavitud», este fue un periodo de “trabajos forzados”. Demandar estos tributos laborales no era poco común. Ni ilegal. Lo que sí era excepcional es el motivo que el Faraón expresó explícitamente para demandar estos trabajos forzados a los judíos: Debilitarlos. Empobrecerlos. Agotarlos mental y físicamente, para que no se pudieran reproducir más y poco a poco desaparezcan de Egipto.  

Pero la Torá dice que el plan del Faraón no funcionó.  Los judíos lejos de debilitarse se fortalecieron (nuestros Sabios lo atribuyen al heroísmo,  la valentía y el sacrificio de las esposas judías. Ver aquí

El Faraón entonces puso en marcha la segunda parte de su plan. Ahora, por primera vez, se menciona la esclavitud, definida con la palabra clave “parej”, que significa esclavitud perpetua. Es decir, el sometimiento incondicional del esclavo al amo (chattel slavery).  

ESCLAVOS y PRISIONEROS

Para comprenderlo mejor, recordemos que en la primera fase,  la de los “trabajos forzados”, los judíos tenían que cumplir con la misión asignada: construir los proyectos del Faraón.  Los judíos debían obtener o pagar por el material de estos proyectos, las piedras , etc. Y podían dedicarse a la construcción personalmente o contratar trabajadores que lo hicieran por ellos. Una vez terminando el proyecto, podían regresar a sus vidas y a su rutina.

En la segunda etapa, “párej” los judíos no tenían asignado un trabajo especifico. Ahora fueron declarados esclavos perpetuos de los egipcios. Su tiempo, las 24 horas de cada día, le correspondía a sus amos. Sus amos disponían totalmente de su tiempo y determinaban el tipo de trabajo que le querían asignar. Este tipo de servidumbre no era la esclavitud clásica de los sirvientes que se compraban y vendían en el mercado de esclavos. Esta terrible esclavitud estaba reservada para los prisioneros de guerra, los del bando enemigo, los individuos hacia los cuales se sentía una gran animosidad. Ahora, los judíos ya no eran tratados como “trabajadores” cuya labor había que aprovechar; sino como enemigos, a los que había que eliminar.    

EL GENOCIDIO

Esta intención del Faraón también se percibe cuando analizamos el contexto en el cual comienza el cautiverio de los judíos. La Torá menciona que al principio el Faraón pretendía frenar la natalidad judía. Ahora, cuando esto falla, el Faraón persigue un objetivo superior: el genocidio de los judíos.  La esclavitud tenía como propósito matar a los judíos y aprovechar la mano de obra gratis en el proceso. 

Tal como ocurrió en los campos concentración, la vida de los prisioneros judíos no tenía ningún valor. Ni siquiera un valor laboral. Pensemos en los millones de esclavos africanos que fueron llevados de África a América, Estados Unidos o Brasil en el siglo 18 y 19.  Estos esclavos se adquirían a un alto precio. Lo amos los explotaban en las plantaciones de algodón o tabaco (los hacían trabajar 18 horas por día!) pero también cuidaban de ellos. Si un esclavo se lastimaba o se enfermaba el amo se preocupaba por él y lo hacía ver por un doctor.  Esto no lo hacían por compasión sino por conveniencia. Para cuidar de “suss bienes”. En algún sentido, los amos trataban a estos esclavos “tan bien” como trataban a sus animales. 

Pero el caso de los prisioneros esclavizados era diferente.  En los campos de concentración no había enfermerías para atender a los prisioneros enfermos o heridos.  El tratamiento hacia estos individuos era mucho pero que el tratamiento a los animales. Cuando se enfermaban se los dejaba morir, o los se los mataba. Eran mano de obra absolutamente descartable. Los prisioneros eran tratado con animosidad. Y eran “aprovechados” como mano de obra gratuita para el beneficio de fábricas y empresas hasta que morían de hambre, enfermedad o extenuación. Y luego se los reemplazaba por el siguiente prisionero, que nunca faltaban. Se los sometía deliberadamente a los trabajos más peligrosos e insalubres, como la extracción del lodo del Nilo o del carbón en las minas de Mauthausen, porque el propósito no era el producto del trabajo sino la solución final.    

Continuará…

Extermination through labour (or «extermination through work», Vernichtung durch Arbeit) was the practice of concentration camps in Nazi Germany to kill prisoners by means of forced labour.




El Jaroset de Maimónides

¿Qué función cumple el Jaroset en el Seder, de acuerdo a Maimónides?

Imaginemos una cena formal, en un restaurante de categoría. En la mesa nunca faltarán los aderezos obligados: sal, pimienta, vinagre y aceite de oliva. Ahora imaginemos la cena del Seder de Maimónides. En su mesa hay un elemento que esa noche, literalmente, reemplaza a TODOS los condimentos: el Jaroset es el aderezo exclusivo que debe acompañar a todas las comidas que consumimos durante la noche del Seder. 

Veamos.

KARPAS CON JAROSET 

Luego de inaugurar el Seder de Pésaj con el Kiddush, lo primero que comemos es un pedazo de apio, o karpás.  En la antigüedad, era común que una cena festiva comenzara con un aperitivo (apio u otra verdura fresca) antes de servir el plato principal ya que así se estimulaba el apetito. Ahora bien, la costumbre general en el Seder es untar el Karpas en vinagre (o agua con sal) para recordar las lágrimas amargas que derramamos en nuestro cautiverio. Pero de acuerdo Maimónides el karpás se debe untar en el Jaroset, y no en agua y sal. Vale la pena aclarar que la receta del Jaroset de Maimónides incluye el agregado de una cantidad significativa de vinagre de vino, que le da al Jaroset un sabor acido.

MATSA CON JAROSET

La segunda vez que se usa el Jaroset, según Maimónides, es cuando recitamos la bendición por la Matsá (Motsí -Matsá) . Ahí también debemos “untar” la Matsá con Jaroset, en lugar de usar sal como hacemos habitualmente cuando decimos haMotsí por el pan. Este gesto me recuerda a una hermosa costumbre que practicamos en algunos hogares en Rosh haShaná: para desearnos un año bueno y dulce, cuando decimos haMotsí, untamos el pan en miel o lo sazonamos con azúcar en lugar de sal. Aunque vale la pena aclarar que la miel o el azúcar que se usa en Rosh haShana es mas bien una tradición popular o folklore, mientras que el uso del Jaroset con la Matsá es un requerimiento formal, prácticamente “halájico”, por lo menos para Maimónides.

MAROR CON (UN POCO DE) JAROSET

El Jaroset se usa sobre todo para sazonar el Maror, la verdura amarga. En el caso particular del Maror los rabinos indican que la presencia del Jaroset debe ser mínima, para que el sabor del Jaroset no nos prive de experimentar el gusto amargo del Maror. Por esta razón, algunos rabinos escriben que luego de untar el Maror en el Jaroset, el Jaroset debe ser removido para que solo quede una capa superficial del mismo impregnada en el Maror. Maimónides aclara que en este caso, al untar el Maror con Jaroset, estamos cumpliendo con un precepto rabínico, a pesar que no decimos una bendición específica por el Jaroset (según algunas opiniones, esto es por iqar y tafel:, el Jaroset se considera accesorio al Maror, por el cual sí decimos la bendición, ‘al ajilat maror). 

MATSA Y MAROR CON JAROSET

Por último el Jaroset se agrega también al Korej, el sandwich de Matsá y Maror que nos recuerda al qorbán pésaj, el sacrificio ritual que se consumía durante el Seder de Pésaj en los tiempos del Bet haMiqdash. Al igual que en el caso del Maror, el uso del Jaroset en el Korej también es practicado por todas las comunidades judías. 

LA RAZON DEL JAROSET

Como ya lo explicamos, el Jaroset no está mencionado en la Torá, y es más bien una alimento ritual de Pésaj, que fue establecido por los rabinos.   

De acuerdo a Maimónides, el Jaroset se elabora básicamente con frutos secos y vinagre de vino . La palabra más indicada para definir el sabor de que debe tener el Jaroset es sin duda: “agridulce”.  Y este concepto es también el que define el sabor de la noche del seder. Por una lado recordamos los más vivencialmente posible las amargas memorias de la esclavitud, la opresión y el genocidio que sufrimos en Egipto. Pero por el otro lado, ¡estamos festejando nuestra libertad! Cada uno de los elementos y las comidas del Seder representa un gesto de alegría y libertad, o un gesto de dolor. El Jaroset combina simultáneamente los dos. 

TEXTOS DONDE MAIMONIDES MENCIONA EL JAROSET

מ»ת, הלכות חמץ ומצה, פ»ח 

ה“ב :מתחיל ומברך בורא פרי האדמה, ולוקח ירק ומטבל אותו בחרוסת

ה“ח: בזמן הזה, שאין שם קרבן, אחר שמברך המוציא לחם חוזר ומברך על אכילת מצה, ומטבל מצה בחרוסת ואוכל, וחוזר ומברך על אכילת מרור ומטבל מרור בחרוסת ואוכל, ולא ישהה אותו בחרוסת שמא יבטל טעמו, וזו מצוה מדברי סופרים, וחוזר וכורך מצה ומרור ומטבל בחרוסת ואוכלן בלא ברכה זכר למקדש.




37 años sin sepultura

En 1982, durante la primera guerra del Líbano, el joven sargento Zejaria Baumel z»l, caía juntos a sus compañeros que operaban el mismo tanque, en la batalla de Sultán Yaakov.  Por años se presumió que Baumel ya no estaba con vida. Pero su cuerpo no aparecía. La semana pasada, las fuerzas del ejercito ruso estacionadas en territorio sirio exhumaron los restos de Baumel y los llevaron a Moscú, donde fueron positivamente identificados por patólogos Israelíes. El primer ministro Benjamin Netanyahu fue llamado urgentemente a Moscú y allí, el pasado Jueves 4 de Abril el jefe del ejercito ruso el General Valery Gerasimov encabezó la ceremonia en honor a Baumel, siendo esta la primera vez en la historia de Rusia que el alto comando del ejercito de ese país lleva a cabo un oficio de este nivel para honrar a un soldado extranjero.   Los restos mortales de Baumel, junto con su talit qatán, fueron llevados de Moscú a Israel y enterrados con todos los honores en el cementerio militar Har Hertzel . 

Este Shabbat estuve pensando en la familia Baumel y lo que significó para ellos haber podido enterrar a su hijo. 

Para entender un poco mejor el gran alivio que habrán sentido rememoré lo que viví en 1994, cuando era rabino de Agudat Dodim, y pasé prácticamente 10 días en el subsuelo de la calle Ayacucho (la escuela Rambam) junto a más de 80 familias que estaban esperando recibir noticias de sus seres queridos desaparecidos. Todos intuíamos lo peor. Pero había algo inexplicable, una esperanza ilógica, que solo se puede comprender cuando uno vive estas circunstancias extremas. Los familiares se aferraban a la ilusión que sus seres queridos estaban vivos, que habían sobrevivido la explosión, que habían salido de las ruinas y que estaban caminando por las calles en estado de shock y amnesia, esperando ser encontrados.  Todos se aferraban a esta fantasia “irracional” que solo puede ser alimentada por el profundísimo amor que tenemos por nuestros seres queridos, y que se negaba a desaparecer.

Ahora imaginemos algo así por 37 años.  Imaginemos a Miryam Baumel, la mamá de Zejaria, y las veces que se habrá aferrado, despierta o en sus sueños, a la ilusión de que su hijo está vivo, en prisión, o perdido, o abandonado.  

Es imposible concebir la tortura psicológica que un padre o familiar vive en una situación como esta. El inhumar el cuerpo de un ser querido trae ese alivio, y permite que el verdadero duelo comience, aunque sea 37 años después.

Más allá de lo emocional, la recuperación de los restos de Baumel fue visto como una victoria para el estado de Israel. ¿Por qué? Porque en este caso Israel no tuvo que pagar ningún “precio” por recuperar el cuerpo de un soldado. Me explico:  Israel liberó a 1.000 terroristas por un soldado israelí, Gilad Shalit.  Estos terroristas sueltos, ha quedado demostrado, implican el riesgo de más terrorismo contra Israel. Y así y todo, a la hora de la verdad, Israel estuvo dispuesta a pagar ese precio por la vida de un soldado. Lo que es menos conocido es que Israel también ha liberado terroristas a cambio del cuerpo de un soldado Israeli. Simplemente para darle sepultura en la Tierra Santa (quber Israel) y traerle un poco de alivio a su familia.   Nuestros enemigos saben de nuestra nobleza (que ellos ven como “debilidad”) y la explotan infinitamente. Hasta el día de hoy Hamas tiene en su poder los cuerpos sin vida de dos soldados Israelíes -Hadar Goldín y Oron Shaul- que guarda cínicamente como cartas en su manga para “futuras negociaciones”.  En el caso de Baumel Israel no tuvo que “pagar” por su cuerpo con la liberación de terroristas. El ejercito ruso entregó a Israel los restos de su soldado Zejaria Baumel , con todos los honores.




El Exodo de Egipto y el Exodo de Babilonia

חזרנו לקרוא החודשים בשם שנקראים בארץ בבל, להזכיר כי שם עמדנו ומשם העלנו השם
רמב”ן שמות י”ב , 2
Esta noche comienza el mes de Nisán (no confundir con Nissan, con la «i» acentuada , la automotriz japonesa!).
Mañana por la mañana leeremos la Perashá de la semana Tazria, y en un segundo Sefer Torá haJodesh hazé lajem, esto es, un texto del libro de Shemot (Exodo) capítulo 12 que dice: “Este mes será para ustedes el primer mes….de los meses del año”.
En el calendario hebreo hay 12 meses (o 13 cuando es año “bisiesto”). El mes de Nisán, es el primero de los meses del año. Aunque en el calendario hebreo el año comienza en el séptimo mes, que es el mes de Tishrí (en hebreo moderno dicen “Tishrei”). Pero, nuevamente, el primer mes de los meses (un concepto que NO existe en el calendario gregoriano ) es Nisán.
¿Por qué Nisán es el primer mes?
PRIMAVERA
Nisán, en el hemisferio norte, marca el comienzo la primavera. Y así en realidad lo llama la Torá, Jodesh haAbib, el mes de la primavera. El nombre Nisán viene de “nitsán”, que en hebreo significa florecer, ya que en este mes comienzan los arboles a producir sus hojas verdes y sus flores. Y es por esta razón que durante el mes de Nisán decimos una bendición especial, Bircat haIlanot, cuando vemos los arboles frutales en flor ver aquí ).
SALIDA DE EGIPTO
De acuerdo a nuestros Sabios la razón principal por la cual Nisán fue asignado como el primer mes del año es para que cada vez que contemos los meses recordemos el gran milagro de nuestra redención. Así, cuando mencionamos por ejemplo “el tercer mes” del año recordemos que este es “el tercer mes, contando desde el mes de nuestra redención“.
Algo parecido, aunque en sentido contrario, ocurre con los días de la semana. Los días de la semana en hebreo, como en portugués, se cuentan con los ordinales: primer día ( יום ראשון) por domingo, segundo día (יום שני), por lunes, etc. Y cada vez que contamos los días lo hacemos en referencia al Shabbat: Cuando decimos en hebreo “Lunes” (en hebreo rabínico שני בשבת), estamos declarando que “hoy es el segundo día, contando hacia el Shabbat“. Así cada vez que mencionamos un día de la semana, recordamos al Shabbat.
Pero aunque hoy en día en hebreo seguimos contando los días de la semana con números ordinales, ya NO contamos los meses hebreos con sus nombres ordinales, sino que los llamamos con otros nombres: Nisán, Iyar, Tishrí, etc. ¿Por qué? Estos nombres ¡ni siquiera son hebreos! Son en realidad los nombres de los meses Babilonios y Persas (tal como figuran en Meguilat Ester).
LA SALIDA DE BABILONIA
La inquietante pregunta es: ¿por qué los judíos abandonamos los nombres Bíblicos de los meses y adoptamos los nombres no-judíos de los meses de Babilonia?
Rambán (Exodo 12:2) explica que esto tiene que ver con una profecía de Yirmiyahu (Jeremías). Yirmiyahu tuvo la difícil tarea de anunciar al pueblo de Israel que si persistía en su abandono de la Torá, el Bet haMiqdash y Yerushalayim serían destruidos, y que los sobrevivientes serían llevados como cautivos a Babilonia. Pero también consoló al pueblo, anunciando que HaShem milagrosamente los traería de regreso desde Babilonia hasta la tierra de Israel. Este gran milagro ocurrió 70 años luego de la destrucción del Bet haMiqdash, cuando el emperador persa “Ciro” (Koresh), anunció que HaShem se reveló a él y le ordenó reconstruir el Bet haMiqdash, en Yerushalayim. Ciro invitó a todos los Yehudim que quisieran regresar a Israel a hacerlo bajo su protección. Yirmiyahu había profetizado la destrucción y el exilio de Israel (capítulo 16: 9-13) y también el regreso del pueblo judío a su tierra. Y dijo (16:14-15) que cuando HaShem hiciera regresar al pueblo judío de la tierra de Babilonia (Babel) hacia la tierra de Israel: “…ya no se dirá [solamente] que HaShem … sacó a los hijos de Israel de la tierra de Egipto, sino que se dirá que HaShem [milagrosamente] trajo de regreso a los hijos de Israel [de regreso a su tierra] desde la tierra del norte (=Babel) y desde todos los países donde los había exiliado” .
Si bien esto no quiere decir que el recuerdo de la redención de Babilonia vaya a «reemplazar» al recuerdo de la redención del cautiverio de Egipto,  para no olvidar el increíble milagro de la salida de Babel y el regreso a Yerushalayim, llamamos a los meses hebreos con los nombres de los meses babilonios. Así, cada vez que mencionamos el nombre de uno de los meses de nuestro calendario, recordamos nuestro exilio en Babel y nuestra milagrosa redención de ese segundo cautiverio.



El vertiginoso final de Hamán

El capítulo 6 de Meguilat Ester nos cuenta que luego del primer banquete que la reina Ester preparó para Ajashverosh y un invitado inesperado, Hamán, el rey no puede dormir. El rey está consumido por celos o sospechas, pensando que Hamán puede encontrar aliados entre los guardias que tenían acceso al rey, o entre los sirvientes que podían envenenar su comida, etc. En su inusual insomnio, el rey pide que le traigan el libro de las Crónicas, los registros históricos oficiales (de los cuales nada quedó) que eran escritos por los historiadores del reino. El rey estaba interesado en leer si había recompensado generosamente a aquellos que lo habían protegido, informando acerca de posibles atentados contra su vida. Ser generoso con los informantes leales al rey era esencial para que otros imitaran este gesto. Y el rey quería asegurarse que en esos momentos, que parecían tan peligrosos, los súbditos supieran de su generosidad.  Al leer las crónicas el rey descubre que 5 años atrás, Mordejai, el judío, había informado acerca de Bigtana y Teresh, dos guardias del tesoro que querían envenenar al rey. El rey preguntó si se había recompensado a Mordejai de alguna manera y sus servidores le respondieron que no. Al amanecer, justo antes de que el rey diera la orden de recompensar a Mordejai, Hamán llega al palacio. ¿Qué estaba haciendo Hamán tan temprano en el palacio de Ajashverosh? En el capitulo anterior vimos que Hamán se consumía de ira cada vez que veía a Mordejai que no se arrodillaba ante él. 

La trama principal de Purim es la mega-venganza que Hamán planea para desquitarse contra Mordejai: exterminar a todo su pueblo. El malvado Hamán pensó que su venganza sería mas placentera si Mordejai veía con sus propios ojos la muerte de su pueblo, y por eso lo dejó con vida. Pero ahora Hamán le confiesa a su esposa y a sus amigos que ya no puede soportar la presencia de Mordejai. Su esposa, Zeresh, le sugiere a Hamán que vaya a ver a al rey y “denuncie” a Mordejai, para que éste sea inmediatamente ejecutado. Pero, ¿de qué se lo iba a acusar a Mordejai? El texto no nos proporciona ningún detalle.   Según el profesor Yonatán Grossman, Hamán fue aconsejado por su esposa Zeresh que acusará a Mordejai de “traición a la patria”. ¿De dónde se puede deducir esta ida? Grossman muestra la similitud entre las palabras que usa el texto cuando Zeresh habla con su marido Hamán, y las palabras que uso Izebel al hablar con su marido el rey Ajab (Reyes 1, 4-7). 

Veamos.  Ajab, uno de los reyes de Israel (ca. 900-850 aec.) deseaba poseer el viñedo de su vecino Nabot. El rey le ofreció a Nabot comprarle su tierra, pero Nabot se negó. Ajab se deprimió y su esposa Izebel —una mujer fenicia que no respetaba en absoluto las leyes judías— mandó a sobornar a dos testigos para que acusaran falsamente a Nabot de haber maldecido al rey, lo cual se consideraba una acto de alta traición y se condenaba con la muerte del ofensor. Con la ayuda de todo un aparato de justicia completamente corrupto, Izebel logró que los jueces condenaran a Nabot, lo ejecutaran y confiscaran sus tierras , que ahora quedaban a disposición del rey. (הרוגי המלכות, נכסיהן למלך). 

Grossman explica que a pesar de que el texto de Ester no menciona los detalles del plan de Zeresh y Hamán , podemos deducir por la similitud entre los dos textos que se trataba del mismo plan: acusar falsamente a Mordejai de alta traición, probablemente por intermedio de testigos sobornados, y proceder a su inmediata ejecución. Haman llegó esa mañana al palacio de Ajashverosh con ese plan en mente (y acompañado, probablemente, de testigos falsos). Hamán estaba tan seguro del éxito de su misión que antes de salir de su casa mandó a erigir un poste de 25 metros de alto para ejecutar a Mordejai.

Dicho sea de paso, la forma tradicional de ejecución en el impero persa no era la horca, como se suele entender de las traducciones convencionales, sino el empalamiento, que consistía en atravesar el cuerpo del reo con un palo afilado que salía por su garganta, y dejarlo desangrar así hasta morir. Esta horrible forma de ejecución fue desarrollada por los asirios y adoptada luego por los persas.  Se han encontrado relieves que ilustran esta ejecución.

Esta ilustración muestra el empalamiento de Yehudim ejecutados por Sanjerib, cuando este invadió Israel en el 722 aec. Al parecer Bigtana y Teresh también fueron ejecutados de esta manera.  Y así quería Hamán ejecutar a Mordejai. La altura exagerada del poste, 25 metros — la altura de un edifico de 8 o 9 pisos— es otra evidencia de que el plan de Hamán era acusar a Mordejai de alta traición, ya que el gobierno quería que la ejecución de los traidores sea vista públicamente para que a nadie se le ocurriera actuar contra el rey.  
Al final, como se dice en Purim, venahafoj hu, a los enemigos de Israel les salió todo al revés”. Esa horrible ejecución, en ese mismo poste, le llegó a Hamán esa misma noche, cuando Ajashverosh lo acusó de “traicionar” al rey, galanteando con su esposa.