¿Qué tipo de Shofar se utiliza en Rosh haShaná?

וּבַחֹדֶשׁ הַשְּׁבִיעִי בְּאֶחָד לַחֹדֶשׁ מִקְרָא קֹדֶשׁ יִהְיֶה לָכֶם כָּל

מְלֶאכֶת עֲבֹדָה לֹא תַעֲשׂוּ

יוֹם תְּרוּעָה יִהְיֶה לָכֶם

Escuchar el Shofar es la Mitsvá mas importante de Rosh haShaná.
«Shofar» es la palabra utilizada por la Torá para definir en general los cuernos de animales, cuando estos se utilizan para emitir sonidos. La Torá también menciona otros instrumentos «jatsotsrot», que eran trompetas hechas de metal.
La pregunta que analizaremos hoy es: siendo que hay muchos animales que tienen cuernos, y casi todos esos cuernos pueden ser utilizados para emitir sonidos, ¿cuál es el que debemos usar para la Mitsvá del Shofar en Rosh haShaná? ¿Se puede utilizar cualquier cuerno animal con tal de que sirva para emitir un sonido o tiene que ser el cuerno de un animal específico?
Por siglos, el típico Shofar que se utiliza en Rosh HaShaná es el cuerno de carnero, o qeren hakebasim. El carnero es el macho de la oveja.
 

Veamos lo que discutieron nuestros Sabios 2000 años atrás. Si bien en principio prescribieron el uso del cuerno de carnero para el Shofar, nuestros Sabios también evaluaron el uso de los cuernos de otros animales para cumplir con esta Mitsvá. Todos los rabinos estuvieron de acuerdo en prohibir el uso de un cuerno de buey o toro (el macho de la vaca, queren shel pará) para la Mitsvá del Shofar. Más allá de ciertos tecnicismos (p.e., el relleno del cuerno del toro está integrado al cuerno, a diferencia del cuerno del carnero donde el relleno está separado del cuerno) al cuerno del toro lo asociaríamos con el pecado “del becerro de oro” (el becerro es un toro joven, de menos de dos años), precisamente durante el día que pedimos a Dios que nuestras transgresiones sean “olvidadas”.
El cuerno de carnero, por el contrario, trae un recuerdo muy positivo: ‘aquedat Itsjaq, el sacrifico de Itsjaq Abinu. Después de que nuestro patriarca Abraham pasó con éxito su prueba y demostró que estaba dispuesto a sacrificar lo que más quería en el mundo por hacer la voluntad de HaShem, encontró “un carnero que sus cuernos se habían prendado en un matorral” y lo ofreció a HaShem como sacrificio en lugar de Itsjaq. El cuerno de carnero, entonces, trae a la memoria el evento que marcó la última y la más difícil de las pruebas que pasó Abraham Abinu, luego de lo cual fue bendecido con una berajá especial por HaShem. Bereshit (Génesis 22: 17,18) «Te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar…  y porque me has obedecido, haré que todas las naciones del mundo sean bendecidas por medio de tus descendientes.»
El cuerno de carnero, por lo tanto, no sólo emite un hermoso sonido sino que también trae a la memoria la bendición de HaShem a Abraham y el mérito de nuestro primer patriarca. Algo muy apropiado para el día en el cual nuestros méritos son evaluados .
En nuestros días se ha hecho muy popular el Shofar de antílope, también conocido como el ‘gran kudu “o ” Shofar yemenita” . Su tamaño es  3 o 4 veces más largo que el Shofar de carnero, más fácil de hacer sonar y produce un sonido muy profundo.

Ahora que entendemos la importancia del Shofar del carnero nos preguntamos : ¿podemos utilizar el cuerno de antílope u otro Shofar en Rosh Hashaná, o estamos obligados a utilizar exclusivamente un Shofar de carnero?
El Shofar de antílope puede ser utilizado sin problemas para Selijot durante el mes de Elul por aquellos–Sefaradim o Ashkenazim– que usan el Shofar durante Elul.
En Rosh Hashaná, sin embargo, el uso del Shofar de antílope es un tema controversial.
De acuerdo a la opinión de Maimónides (MT Hiljot Shofar 1:1), el único Shofar que puede ser utilizado en Rosh Hashaná es el Shofar de carnero. Todos los demás Shofarot no son apropiados para Rosh haShaná.
En la opinión de la Shulján Aruj (OJ 586: 1) se debe utilizar en principio el Shofar de carnero en Rosh Hashaná. Lo que significa, por ejemplo, que si no hubiera un Shofar de carnero disponible, se podría utilizar el Shofar de antílope u otro animal, que no sea toro o buey.
Continuará



TESHUBA: Sentimientos y Palabras

אנא ה ‘, חטאתי, עויתי, פשעתי

Si bien el arrepentimiento tiene que ver con nuestros sentimientos, Teshubá también es una Mitsva, un mandamiento indicado en nuestra Tora. Teshubá, la posibilidad (y la obligación) de arrepentirme por lo que hice mal, significa que Dios nos da la oportunidad de corregir y amendar nuestros errores, y no ser condenados para siempre por los errores que hemos cometido.

Maimónides explica que en el proceso de Teshuba o arrepentimiento hay dos elementos fundamentales involucrados. Primero, tenemos que elevarnos a un grado de arrepentimiento que despierte nuestra contrición y culpa por lo que hemos hecho mal. El segundo paso es el Viduy o confesión, es decir, articular con palabras lo que hicimos mal. Esta confesión no se hace delante de otra persona sino en privado ante Dios. Y esta confesión es lo que completa el proceso de Teshubá.

Estos dos elementos, arrepentimiento y confesión, son mutuamente excluyentes: por un lado, si confesé con palabras lo que hice mal, pero en mi corazón no me arrepiento de lo que hice, mi confesión no tiene valor. Por otro lado, si me arrepiento de lo que hice mal, pero no articulo mi arrepentimiento con palabras, mi Teshubá se considera incompleta (ver Bamidbar 5: 6-7).

En esta Halajá (Hilkhot Teshuba 1: 1) Rambam también explica de qué se trata esta confesión, citándoos la versión mínima del Viduy que contiene los elementos básicos del mismo.

1. ANNA: «Por favor» …: comenzamos el Viduy rogándole a Dios que acepte nuestras disculpas. Esto nos ayuda a comprender que no tenemos «derecho» a lo que le pedimos a HaShem. Estamos pidiendo su perdón virtualmente como un favor, un asunto más allá de la justicia. Es a discreción de Dios perdonarnos, y es por eso que apelamos a su compasión y amor por nosotros. Nos damos cuenta de que de acuerdo con la letra de la ley, merecemos ser castigados por nuestras transgresiones.

2. HASHEM: «Dios». Al pronunciar en la confesión el nombre de Dios nos damos cuenta  que confesamos directamente frente a Él. Y esto nos recuerda que Dios es omnisciente (lo sabe todo) y que sabe exactamente nuestras acciones, nuestros pensamientos, nuestras intenciones, etc., y obviamente sabe lo que hemos hecho mal. Somos nosotros los que necesitamos tomar conciencia de esto, y recordar que estamos constantemente vigilados por Su vista … Al decir el nombre de HaShem nos damos cuenta de que no podemos engañar a Dios con palabras falsas, como podríamos hacer con otras personas, debemos reconocer nuestros errores y suplicar su perdón.

3. HATATI, AVITI, PASHATI. «Me equivoqué, he pecado, me he rebelado contra ti …». Estas tres palabras indican los tres niveles posibles de transgresión, que se clasifican principalmente de acuerdo con la intención del pecador.

«Estaba equivocado», esta categoría incluye las acciones incorrectas que uno cometio involuntariamente, por error, ignorancia o sin plena conciencia.

«He pecado», uno confiesa aquí las transgresiones que hizo voluntariamente, sabiendo que estaba haciendo algo mal, y lo hizo porque dio fue lo suficientemente fuerte,  y no pudo contenerse o controlar sus instintos.

«Me rebelé contra ti» este es el nivel más serio y grave. Algunas veces las personas actúan contra la Torá no porque no pueden controlar sus impulsos sino porque quieren probar algo: por ejemplo, que la religión está desactualizada o es irrelevante, etc., y demostrar así que que el «pecador» sabe mejor que nadie. En este caso, el pecado no se cometió debido a la debilidad del carácter y la imposibilidad de vencer los propios instintos. La causa más común de este tipo de rebelión contra la Tora es la arrogancia, para manifestar sentimientos antirreligiosos.

Es importante tener en cuenta que, aunque este es el nivel más grave y serio, si más tarde el ofensor lamenta sinceramente lo que hizo, las puertas de la Teshubá están abiertas, incluso para él.




TESHUBA: ¿Cómo puedes saber si estás despierto?

בֶּן אָדם מַה לְּךָ נרְדָּם
MARATON 
Hoy es el segundo día del mes de Elul.
Estamos a un poco más de un mes de Yom Kippur, el día del perdón. Yom Kippur es un día maratónico, 24 horas totalmente consagradas a la “Teshuba”: arrepentirnos, pedir perdón, confesar nuestras faltas y tomar decisiones que deberán mejorar el rumbo de nuestras vidas.
Para poder llegar bien preparados a este día transcendental comenzamos con el proceso de Teshubá 40 días antes de Yom Kipur.
Entre los judíos Ashkenazim, esta preparación consiste en escuchar el Shofar todos los días, desde hoy hasta Yom Kippur, para inspirarnos con su sonido y empezar el proceso de reflexión.
Entre los judíos Sefaradim, para lograr el estado mental necesario para Yom Kippur, comenzamos a partir de hoy con la recitación de las plegarias conocidas como “Selijot”.  Estas plegarias se recitan una hora antes de las oraciones de la mañana, desde hoy hasta Yom Kippur.
El corazón de las Selijot es el viduy o confesión, y la recitación de los 13 Atributos del Divino Perdón o Middot. Estas son también las dos plegarias más importantes de Yom Kippur.
ESCAPARSE DURMIENDO
En las Selijot también recitamos piyutim,o poemas religiosos, que nos inspiran a arrepentirnos y regresar a HaShem. El primer poema que recitamos en la mañana comienza con las palabras: ben adam ma leja nirdam, «Hijo del hombre, ¿por qué estás dormido? Despierta, ora y ruega a tu Dios».
Estas palabras, en hebreo, בֶּן אָדם מַה לְּךָ נרְדָּם «¿Por qué estás dormido?» Se encuentran en el libro de Yoná 1:6. El famoso profeta había sido llamado por Dios para una importante misión. Pero Yoná rechaza su misión Divina e intenta huir de Dios.  Para eso se escapa en un barco. Pero Dios envía una tormenta que amenaza con destruir el barco. El capitán del barco cita a la tripulación y les pide hacer todo lo posible para calmar la tormenta, entre otras cosas, rezar. Todos acuden a su llamado con excepción de Yoná.  El profeta se había quedado dormido en el interior del barco ignorando deliberadamente todos los peligros a su alrededor. Los comentaristas bíblicos explican que Yoná estaba en un estado psicológico de «negación» (denial), deliberadamente tratando de ignorar la realidad frente a él. En este caso, la posibilidad de su propia muerte. El capitán encuentra a Yoná y le pregunta:  “ma leja nirdam, «¿Por qué estás dormido? Despierta, ora y ruega a tu Dios».
¿COMO PUEDO SABER SI ESTOY DESPIERTO?
Estas palabras, «¿Por qué estás durmiendo?» Fueron elegidas por nuestros rabinos para iniciar las Selijot a fin de advertirnos sobre el riesgo de la negación o el escapismo. Como Yoná, muchas veces nosotros también elegimos ignorar nuestra inminente mortalidad y nos ponemos a dormir. La lección inicial de Selijot es un llamado a “despertar”. En primer lugar para recordarnos que durante el mes de Elul sacrificaremos una hora de sueño. Pero principalmente para invitarnos a identificar a nuestras conciencias dormidas.
Ahora bien, ¿cómo podemos darnos cuenta si estamos espiritualmente dormidos o despiertos? Lo que indica la condición de nuestra conciencia es la profundidad o superficialidad de nuestros pensamientos profundos.
Hay 3 preguntas fundamentales,
1ץ ¿Hasta qué punto sé y conozco que es lo que Dios quiere y espera de mí?
2. ¿Qué tan sólida y fluida es mi relación con Dios?
3. ¿Estoy dirigiendo mi vida hacia el objetivo correcto, con los valores y las prioridades correctas?
Si NO dedicamos una parte importante de nuestro tiempo a pensar en estos 3 puntos podemos decir que nuestras conciencias «están dormidas».
El despertar espiritual consiste en refrescar estas preguntas en nuestra mente.
Estamos espiritualmente «despiertos» cuando estas preguntas nos quitan el sueño.



El arrepentimiento y la condición humana

La idea del arrepentimiento es imprescindible para la existencia de la humanidad, tanto en el plano Divino como en el plano social.  Esto se basa en la noción de que el hombre, por naturaleza, es falible.  Fuimos dotados por Dios de libre albedrío. Actuamos constantemente haciendo uso de nuestro libre albedrío. A veces hacemos bien, y a veces lo incorrecto. A veces decimos la verdad, a veces mentimos. A veces causamos daño a otra persona sin querer, y a veces intencionalmente.  Si no existiera la posibilidad del arrepentimiento, si cada acción equivocada que comentemos trajera automáticamente sus consecuencias, la vida sería insostenible.

Imaginemos, por ejemplo, una sociedad donde no existe el perdón. En esa sociedad cada error cometido significa la ruptura irreversible de nuestra relación con otra persona. Imaginemos la ausencia del perdón entre padres e hijos, entre marido y mujer, amigos, colegas, etc.  La vida, tal como la conocemos, no sería posible.  Es la potencialidad del arrepentimiento lo que lleva a la posibilidad del “perdón” entre seres humanos.   Claro que, tal como lo explica el Rab Abohab un poco más adelante, el “perdón”, tanto en el plano divino como en el humano, depende de la seriedad del error cometido: hay faltas perdonables y otras que son irreversibles.  Hay faltas involuntarias y otras hechas con premeditación, etc.

Pensemos los que pasaría en el plano de nuestra relación con el Creador si  cada vez que cometiéramos un pecado hacia Él fuésemos condenados a desaparecer… Y lo que más,  si no existiera un margen de posibilidad de arrepentimiento entre la transgresión y el castigo, si cada vez que comentemos un error somos automáticamente castigados, nos comportaríamos como robots, y sería imposible mantener nuestro libre albedrío (elegir actuar bien o mal)  que es esencial para nuestro crecimiento espiritual y para nuestra relación con Dios.   La Teshubá es el margen de reflexión que HaShem concibió entre el error cometido y el castigo que merecemos por ese error. Ese tiempo es el que debemos usar para admitir el error, arrepentirnos y enmendar nuestras acciones.

El Rab Abohab, citando un famoso Midrash, dice que la Teshubá es un elemento fundacional en la sociedad humana.  Ese Midrash dice que el Creador  מחריט לפניו את כל העולם ולא היה עומד  (con mis propias palabras) “concebía mundos sin Teshubá y esos mundos no eran sostenibles”. Entonces creo nuestro mundo, con la posibilidad de Teshubá.

Algo más sobre esta idea tan profunda del Rab Abohab.

Cuando el Midrash dice que “el mundo” no sería sostenible sin Teshubá no se refiere al mundo “natural”, se refiere exclusivamente a la civilización humana.   De hecho, en la naturaleza, digamos en el reino animal, no existe la Teshubá. Las criaturas  NO-humanas no pueden elegir actuar “bien” o “mal”, actual necesariamente por instinto. Los animales pueden engañar, guiados por su instinto para cazar o sobrevivir, pero no pueden mentir con conciencia o con maldad. Cuando no existe el libre albedrío, no cabe el concepto de Teshubá.  En el mundo “natural” no hay marcha atrás. La naturaleza se rige por las irreversibles leyes de la causa y el efecto. No hay un tiempo de espacio de reflexión entre acción y consecuencia.  Un tumor no se arrepiente. Y una vez que que Sócrates bebe la cicuta, el arrepentimiento de sus victimarios no puede detener los efectos del veneno, este sigue su curso “natural”.   Sólo en un mundo con conciencia, la raza humana, existe la posibilidad de reflexión y arrepentimiento.

Todo esto nos debe ayudar a entender (y valorar!) menos superficialmente la lo que es la Teshubá. Al igual que el libre albedrío o la conciencia, la posibilidad de corregir lo que hicimos mal, es un elemento “sobrenatural», un regalo del Creador para la humanidad.

 
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Recordando el Bet haMiqdash, dejando una pared sin terminar

Aunque nuestro luto oficial y colectivo por el Bet-haMiqdash concluye oficialmente el día después de Tish’á beAb, nuestros rabinos mencionaron algunas tradiciones de duelo por el Bet-haMiqdash que mantenemos individualmente y durante todo el año como un recordatorio permanente que nuestro Bet-haMiqdash aún no ha sido reconstruido.
La Guemará en Babá Batrá 60b menciona que cuando una familia judía construye su casa no debe decorar las paredes con tapetes excéntricos u otros revestimientos de lujo u ostentosos. Así dice Maimónides  משחרב בית המקדש, תיקנו חכמים שהיו באותו הדור שאין בונין לעולם בניין מסוייד ומכוייר כבניין המלכים; אלא טח ביתו בטיט, וסד בסיד, ומשייר מקום אמה על אמה כנגד הפתח בלא סיד. «Cuando se destruyó el Bet haMiqdash, los rabinos de aquella generación decretaron que un judío no construya una construcción [=su residencia privada] decorada y revestida [lujosamente], como las residencias de los reyes. Lo que se debe hacer es lo siguiente: cuando uno [revoca las paredes y] aplica la arcilla y la cal, se debe dejar un espacio de una amá [0.5 m] por una amá sin cal [sin terminar]».   De aquí aprendemos dos tradiciones que representan nuestro recuerdo por el Bet haMiqdash : 1. No revestir las paredes de nuestras casas de una manera exagerada y ostentosa, por respeto al Bet haMiqdash 2. Se debe dejar un espacio sin revestir en una pared cercana a la entrada principal de la casa (Bet Yosef Sh. A., OJ 560)
Otros rabinos siguiendo la opinión del Tur (Rabbenu Yejiel ben Asher) fueron menos estrictos y no limitaron el tipo de revestimiento que una casa judía puede tener. Dijeron que al construir una casa particular, sólo corresponde dejar en la entrada de la casa, frente a la puerta principal, un segmento de la pared sin terminar y sin pintar. Y así recordar, cada vez que entramos a nuestra casa, que la casa de haShem, aún permanece en ruinas.
La mayoría de los rabinos contemporáneos siguen esta segunda opinión menos estricta.
El tamaño de este cuadrado de pared sin revestimiento es aproximadamente de medio metro por medio metro.  Y ese segmento de pared se debe dejar sin revocar, sin cal y sin pintura.  Del mismo modo, cuando uno cubre las paredes de su casa con papel en lugar de pintura, debe dejar un cuadrado de medio metro por medio metro sin empapelar.
De ser posible, este pedazo de pared sin terminar se debe dejar en la pared opuesta a la entrada de la casa, o lo más cerca posible de la puerta de entrada. Así cada vez que entramos a la casa vemos este simbólico segmento de pared sin terminar y recordamos que Yerushalayim aún está incompleta.
Hay quienes acostumbran a dejar el segmento de pared sin terminar, arriba, encima, de la puerta de entrada, así uno recuerda el Bet haMiqdash al estar en su casa.
Cuando uno compra una casa ya construida ¿tiene que remover el revoque y descubrir un segmento de pared?
Eso depende. Si quien construyó y vivió anteriormente en esa casa era una persona judía,  tenía la obligación de dejar ese pedazo de pared sin terminar, y si no lo hizo, la obligación recae ahora sobre el nuevo dueño de esa casa, que deberá remover ese segmento de pared.  Sin embargo, si el propietario original no era judío, no estaba obligado a dejar un área de la pared sin revocar, y el nuevo propietario judío entonces no tiene la obligación de hacerlo ahora (Shulján ‘Aruj, OJ 560:1), ya que técnicamente esta tradición fue estaploeicada para cuando uno «construye» su propia casa.
En este último caso y en cualquier otro caso el en que técnicamente no existe la obligación de dejar un segmento de la pared sin revocar (una casa alquilada, por ejemplo), igual lo podemos hacer o podemos colgar un cuadro o una pintura decorativa de Yerushalayim con las palabras אם אשכחך ירושלים…  «Si me olvidare de ti, ¡oh Yerushalayim! «, para educarnos y educar a nuestros hijos a recordar, cada vez que entramos a nuestra propia casa, que el Bet-haMiqdash– la Casa de HaShem–todavía no ha sido reconstruido.



¿Qué celebramos el 15 de Ab?

Hoy es el 15 del mes de Ab. Un día muy feliz y especial.

En el tratado talmúdico de Ta’anit, Raban Shimon ben Gamliel dice: “No hubo días más felices para el pueblo de Israel que el 15 de Ab y Yom HaKippurim, ya que en esos días las muchachas solteras de Jerusalén salían vestidas de blanco a bailar en los viñedos…. le decían a los jóvenes solteros: «Considera a quién elegirás (para ser tu esposa)».

La Guemará cuenta que algunos jóvenes se inclinaban por invitar a las mujeres más virtuosas, otros iban por las chicas más bonitas y otros por las que venían de muy buenas familias. ¡Muchas parejas judías se conocían por primera vez el 15 de Ab!

Para explicar por qué este día específico fue elegido para un evento tan alegre y significativo, el día de los SHIDUJIM, el Talmud menciona lo que sucedió el 15 de Ab a lo largo de la historia judía.

Entre ellos:

  1. Cuando el pueblo de Israel se quejó de entrar en la tierra de Israel, todos los mayores de 20 años fueron condenados a morir en el desierto. Cuarenta años después, el 15 de Ab, este decreto fue cancelado.
  2. Para asegurar la división ordenada de la Tierra de Israel entre las doce tribus (que se establecieron en doce «provincias» o «estados» אחוזות או נחלות) los matrimonios entre miembros de diferentes tribus se restringieron temporalmente. A una mujer que había heredado la tierra de su padre en el territorio de Yehuda, por ejemplo, no se le permitía casarse, por ejemplo, con una persona de la tribu de Binyamin. Dado que esto causaría la transferencia de tierras de Yehuda a Binyamin (Bamidbar, Capítulo 36). Estas restricciones se levantaron en 15 Ab, cuando se permitieron los matrimonios entre las diferentes tribus.
  3. El 15 de Ab fue también el día en que la tribu de Binyamin fue readmitida al pueblo de Israel. Los miembros de Binyamin habían sido excomulgados por su comportamiento en el terrible episodio de la violación de una mujer en la Gib’ah (Jueces 19-21), un evento que sacudió a la comunidad de Israel.
  4. En el año 130 el emperador Adriano cambió el nombre de Israel a «Palestina», para borrar definitivamente el nombre de Israel. Y también planeó transformar Jerusalem en una ciudad completamente pagana. Aró la ciudad, cambió su nombre a Aelia Capitolina y ordenó construir una casa de adoración al dios romano Júpiter en el sitio de Bet haMiqdash. Esto llevó a la revuelta de Bar Kojba, cuyo ejército logró evitar que los romanos construyeran esa casa de culto, y establecieron por un breve período (de 132 a 135), un estado judío independiente. Fue necesario un gran número de tropas romanas para aplastar la revuelta. Bar Kokhba finalmente fue derrotado y se retiró a la ciudad de Biter (Betar), ubicada al suroeste de Jerusalem. Se estima que alrededor de 400,000 judíos vivían en ese momento en Biter, y todos fueron masacrados por los romanos «hasta que su sangre llegó al mar Mediterráneo». Como castigo adicional, Adriano no permitió enterrar los cuerpos de los judíos asesinados. Según la tradición judía, los cuerpos, milagrosamente, no se descompusieron por un período de tres años.
    Finalmente, el 10 de julio de 138, que era un 15 de Ab, el malvado emperador Adriano murió. Y en aquellos días, cuando el rey moría, todos sus decretos eran levantados. A los judíos se les permitió entonces enterrar los cuerpos y comenzó un período de relativamente más tranquilidad para el pueblo. Y las esperanzas de sobrevivir y crecer como pueblo judío renacieron de las cenizas. En los tiempos de Adriano, llamado en hebreo SHEMAD, todos los judíos fueron condenados a muerte, y debido a esto, los rabinos pensaron en suspender los matrimonio y evitar traer más niños judíos a este mundo, que eventualmente terminarían asesinados, esclavizados u obligados a vivir como gentiles. Con la muerte de Adriano el 15 de Ab, el pueblo judío volvió nueva,nte a celebrar bodas y traer hijos al mundo.



Yehoshua bin Nun y el nepotismo

Moshé Rabenu sabe que su vida pronto va a terminar. También sabe que su pueblo, Am Israel, necesitará un líder que lo reemplace.  ¿Quiénes eran los candidatos para tomar el puesto de Moshé?

Lo más natural en esa época y en esas circunstancias hubiera sido que los hijos de Moshé lo reemplacen.  Al fin y al cabo todo nuestro sacrifico es “para nuestros hijos”. Y Moshé podría haber pensado que él se sacrificó lo suficiente como para merecer ver a sus hijos tomar el mando.

En realidad los hijos de Moshé no son mencionados por la Torá como candidatos a la sucesión. Sus nombres no aparecen del todo en el texto que habla del legado de Moshé y quien lo va suceder. Pero los Sabios del Midrash afirmaron que Moshé en un principio sí pensó en sus hijos como sus sucesores naturales. Los sabios dedujeron esto de la yuxtaposición de dos textos. El texto que habla del señor Tselofjad, y el texto que habla de sucesión política de Moshé. Tselofjad no tenían hijos varones.  Las hijas vinieron a reclamarle a Moshé que ellas merecían heredar las tierras que les corresponderían a su padre. Al final, la Torá les da la razón y las hijas de Tselofjad obtuvieron su herencia.  Los Sabios especulan que en ese momento Moshé pensó: “Si las hijas de Tselofjad heredan la tierra de su padre,  mis hijos deberían heredar mi posición de liderazgo”.  En este punto los Sabios, con una inusual ausencia de eufemismos, reconstruyen la respuesta teórica que HaShem le manifestó a Moshé: “¡Tus hijos no hicieron nada (ישבו להם) para merecer heredarte. No asistieron a la casa de estudios y no se esforzaron para aprender Torá.” Moshé recibió una gran lección. Que el nepotismo automático es inaceptable. Que la Torá no se recibe por herencia como un pedazo de tierra.  Que sin esfuerzo no hay logros.

Pero aquí no terminó el tema. HaShem, al final, le transmite a Moshé que quien lo sucederá será Yehoshua, el asistente personal de Moshé.  Los Sabios del Midrash dicen que HaShem le transmitió su decision a Moshé de esta manera: “Yehoshua, si bien no es ni tu hijo ni tu sobrino, se esforzó en todo lo que pudo. Durante los años que te asistió, Yehoshua se levantaba muy temprano por la mañana y se presentaba en la casa de estudios (בית ועד). Allí, antes de que llegara cualquier otra persona, Yehoshua limpiaba el piso, disponía las alfombras y arreglaba los bancos. Es decir, estaba dispuesto a realizar cualquier trabajo que fuera necesario, sin importarle que ese trabajo no fuera acorde a su prestigio, etc.….  Yehoshua se quedaba en la casa de estudio hasta altas horas de la noche, estudiando y ayudando aún cuando ya todos se habían marchado.”

La comparación entre Yehoshua y los hijos de Moshé no deja lugar a ambigüedades. HaShem le enseña a Moshé, y por su intermedio a todos nosotros, que los judíos debemos practicar la “meritocracia” .  Esto es según el diccionario: “Un sistema basado en el mérito. Donde las posiciones jerarquizadas son conquistadas el base al merecimiento, en virtud  del talento, la educación, la competencia y la aptitud específica del individuo para un determinado puesto de trabajo. La sociedad meritocrática suele integrar el concepto de talento con el esfuerzo.”

A diferencia de un pedazo de tierra o una gran fortuna,  la Torá o el liderazgo en el ámbito de Torá NO se hereda. El hecho de que mi padre sea o haya sido un gran sabio, no me convierte a mí, su hijo, en un gran sabio. Y viceversa.  Es posible que un gran sabio haya tenido un padre que no era un gran sabio.

En última instancia la posición que uno tiene depende del propio esfuerzo. Así lo explicó Aqabiyá ben Mahalalel, un rabino muy prestigioso, a su hijo. Cuando Aqabiyá estaba por morir su hijo le pidió que lo introdujera a sus colegas. Y su padre se negó. Su hijo le preguntó: ¿Acaso encontraste algo malo en mí? Y su padre le respondió:

מעשיך יקרבוך ומעשיך ירחקוך

«Tus propios actos te van a acercar a ellos o te van a alejar de ellos» 

SHABABT SHALOM




La Exquisita Precisión Del Relato Bíblico

Muchos arqueólogos y eruditos se han manifestado en contra de las objeciones de la crítica bíblica y se han dedicado a demostrar la extrema precisión y credibilidad del Libro de los Libros. Ya sea a través de los nuevos descubrimientos arqueológicos que corroboran la narrativa bíblica (y que son cada vez más numerosos y sólidos), o a través de argumentos textuales.
Veamos primero algunos ejemplos de este segundo tipo de argumento.

CORROBORACION TEXTUAL

La Tora nos dice que Yosef, hijo de Ya’aqob, fue vendido como esclavo por sus hermanos a mercaderes que lo llevaron a Egipto. Después de una dramática historia de falsas acusaciones, encarcelamiento, un encuentro con el faraón y la interpretación de sus misteriosos sueños, Yosef es elevado a la posición de Primer Ministro (Visir) de Egipto. Yosef es un excelente administrador, salva a Egipto de la ruina y lleva al imperio faraónico a una gran prosperidad.

Para evaluar la corroboración de cualquier texto antiguo, los historiadores confrontan el texto con su contexto histórico. Un autor del año 1000 que pretenda pasar como el autor de un texto del año 500 no podrá capturar el contexto con la fidelidad del autor real del año 500. Involuntariamente, pero inevitablemente, el autor apócrifo fracasará mientras presenta algunos detalles de la historia, revelando así su tiempo real y su geografía. Por otro lado, cuando a un texto se lo confronta con el contexto y la cultura de su época y los detalles resultan ser genuinos, el texto se considera auténtico.

Los investigadores bíblicos «maximalistas», esto es, que defienden la historicidad de la Torá, han analizado el texto bíblico de esta manera. Y han demostrado la precisión exquisita de la Torá con respecto a su contexto histórico.

Uno de estos historiadores es el arqueólogo y egiptólogo Kenneth Kitchen, nacido en 1932 y autor del famoso libro: «Sobre la fiabilidad del Antiguo Testamento». Mencionaré ahora uno de los muchos ejemplos que presenta Kitchen para ilustrar esta metodología.

¿CUÁNTO SE PAGÓ POR YOSEF?

En la antigüedad, la esclavitud era común, y había un valor de mercado internacional para los esclavos. Kitchen muestra que el precio de los esclavos en Shekalim, una moneda internacional en el Medio Oriente, fluctuó con el tiempo. Alrededor del año 2000 antes de la era común, el precio de un esclavo era de 10 sheqalim (siclos). Más tarde, alrededor de 1750 aec, el precio de un esclavo en los mercados internacionales aumentó a 20 sheqels. En 1500 los esclavos eran comprados por 30 shequels. Y en el año 750 por 50 sheqels. De acuerdo con los cálculos tradicionales, Yosef vivió alrededor del año 1700. Moshe, alrededor de 1500. Pero según la crítica bíblica, la historia de Yosef y el Éxodo se escribió en el año 750 aec.Kitchen demuestra la precisión histórica de la Torá al mencionar que el precio que se pagó por Yosef fue de 20 shekels, exactamente la cantidad de dinero que se pagaba en el mercado internacional en ese tiempo específico (ver Bereshit 39:28) Y cuando la Torá habla de la redención de los esclavos (Shemot 21:32) en el tiempo de Moshé, alrededor del año 1500 aec , la Torá menciona que el precio de un esclavo era de 30 sheqels. En el año 750 aec, cuando el rey Menajem rescató a los judíos esclavizados por los asirios, pagó 50 sheqels por esclavo (Reyes 2: 15:20).Kitchen muestra entonces que no hay anacronismos en el texto bíblico; los números son muy precisos y compatibles con su época.

LA CORONACION DE YOSEF

Un método textual un poco parecido es el utilizado por el gran (pero lamentablemente desconocido) orientalista y egiptólogo sefaradí Abraham Shalom Yahuda, nacido en Baghdad en 1877, y quien fuera profesor universitario en España y New York. En 1934 Yahuda publicó un libro en ingles que llamó «La precisión de la Biblia». 

Veamos algunos ejemplos que Yahuda menciona en la historia de Yosef. 

La Torá cuenta en Bereshit 41 que al ser sacado del calabozo Yosef fue rasurado. Yahuda explica que rasurase por completo la cara y la cabeza era una costumbre típicamente egipcia —lo hacían para protegerse del intenso calor y los insectos. Los semitas, sin embargo, se dejaban crecer el cabello y la barba. El protocolo egipcio era que cuando algún extranjero se presentaba ante el faraón debía verse presentable, esto es: afeitado y rasurado (quizás este detalle contribuyó a que sus hermanos no reconocieran a Yosef).
Y lo mismo sucedía con la vestimenta. Los semitas, como Yosef, llevaban túnicas de telas de colores, que cubrían todo el cuerpo. Los egipcios usaban túnicas lisas, de medio cuerpo, blancas o trasparentes (quizás esto es lo que los Jajamim insinuaron cuando dijeron que los hijos de Israel «no se asimilaron a los egipcios en su forma de vestir»). Los dignatarios egipcios, o los extranjeros que se presentaban ante el Faraón, se vestían con túnicas de lino, como lo menciona la Torá.

En el momento de su coronación el faraón le entrega a Yosef un anillo, lo viste con un collar de oro y luego, como se acostumbraba en Egipto, se lo hacia desfilar en un carruaje real para introducirlo oficialmente a su cargo.

Para que un individuo pudiera ser funcionario del gobierno también debía tener un título de nobleza, que se heredaba de padre a hijo o se obtenía por casamiento. El faraón casa a Yosef con Asenat, la hija del sacerdote de On, una ciudad de sacerdotes típica de esa época, para este propósito. 

Finalmente, cuando el faraón designa a Yosef como funcionario de su gobierno lo “nacionaliza”, haciendo lo que según Yahuda se solía hacer en estas circunstancias: cambiando su nombre de Yosef a Tsafenat Pa’aneaj, un nombre típicamente egipcio que según Yahuda significa “el que proveerá de alimento a todo Egipto” . 
Yahuda presenta todo esto y mucho más con lujo de detalles a lo largo de unas 20 páginas de su libro. Yahuda también muestra ilustraciones de estas ceremonias formales con dibujos y relieves egipcios de la época que demuestran la exquisita precisión y fidelidad histórica del relato bíblico.

A continuación presento algunas de las ilustraciones mencionadas

Semitas que llegan a Egipto. Así se verían los hermanos de Yosef.
Ceremonia de coronación de un Visir egipcio. Rasurado, vestido de blanco (lino) y con un collar de oro.
La carroza real en la cual se introducía a los dignatarios
Abraham Shalom Yahuda, de joven

 

Continuará 




La Torá y la Arqueología

HISTORIA E IDENTIDAD 

Uno de los principios más importantes del judaísmo es la creencia en la autenticidad de la Torá, la Biblia Hebrea.  Los judíos consideramos que la Torá  fue revelada por Dios a Moshé (Moisés) y transmitida por escrito por el gran líder judío al pueblo de Israel.

La Torá es esencialmente un libro de preceptos. Pero también contiene relatos históricos, desde la creación del mundo hasta la muerte de Moises. Las historias de nuestros patriarcas no están escritas en indescifrables libros de historia antigua que pocos leen. No están en museos donde se guardan las epopeyas de las civilizaciones ya desaparecidas. Desde el mismo día que salimos de Egipto, los Yehudim “celebramos” nuestra historia. La salida de Egipto en Pésaj; la entrega de la Torá en Shabuot, y la travesía en el desierto en Sukkot.  Los judíos permanentemente revivimos la historia bíblica de una manera vivencial. Y hacemos lo que pocos otros hacen: trasformamos nuestra historia en nuestra identidad.    

Todo esto deja en claro que los judíos que reconocemos nuestra historia no necesitamos encontrar restos de vasijas rotas en el desierto del Sinaí para confirmar que nuestros antepasados estuvieron allí.  La salida de Egipto, o la experiencia del cautiverio, o la travesía en el desierto, no es una información que los judíos poseemos: es parte de lo que somos.  

CRITICA BIBLICA 

Pero esta forma natural de transformar nuestra historia en nuestra identidad está en crisis. Por lo menos para una gran parte de nuestro pueblo, que no ha tenido la oportunidad de recibir una educación judía formativa.   

Conozco varios jóvenes judíos que su primer contacto con estudios bíblicos tuvo lugar en la universidad. En todas las universidades prestigiosas de Estados Unidos y creo que del mundo entero, hay un Departamento de Estudios Bíblicos.  Las universidades ofrecen cursos electivos en los primeros años de college y uno de estos cursos puede ser por ejemplo, “Introducción a la Biblia”. Muchos jóvenes, ingenuamente, se registran en estos cursos pensando que van a aprender en profundidad el contenido del libro más influyente de la historia de la humanidad. Y lo que no imaginan es que esos cursos tienen un propósito muy distinto:  desacreditar a la Biblia, demostrar que lo que dice la Torá, especialmente la Biblia Hebrea (lo que allí llaman el Antiguo Testamento) no es creíble, es fake news.

La critica Bíblica parte de la hipótesis que los textos hebreos son apócrifos, Es decir, falsos.  La critica bíblica propone que los protagonistas de las historias bíblicas que se mencionan en la Torá, en realidad, no existieron. Que la Torá no fue escrita cuando dice que fue escrita, antes de entrar a Israel,  sino 700 u 800 años mas tarde. Que las historias Bíblicas son leyendas, inventadas para darle al pueblo judío una historia que los unificara.  Y que los milagros que describe el Libro de los Libros, son frutos de la imaginación de los judíos.  

Esta forma de “estudiar” la Biblia, negándole toda credibilidad histórica, no es la excepción sino lamentablemente la regla. No solamente se enseña así en cientos de universidades del mundo entero, desde Harvard hasta Oxford, y desde Cambridge hasta Tel Aviv. Los medios de comunicación y los documentales “históricos” de cable también utilizan la Critica Bíblica como su hipótesis para “presentar” la Biblia.  

«ABSENCE OF EVIDENCE IS NOT EVIDENCE OF ABSENCE«

Para demostrar sus teorías los académicos usan recursos que son muy cuestionables. Especialmente la evidencia negativa.  

Veamos un ejemplo:

En las palabras del arqueólogo judío, jefe del departamento de arqueología de la universidad de Tel Avis, Israel Finkelstein, “los judíos no estuvieron en Egipto, el cautiverio no existió, el Éxodo nunca ocurrió”. ¿Y cuales es la evidencia para sostener semejante hipótesis y desmentir la tradición milenaria del pueblo judío? 

¡Que la historia egipcia no lo registra! Que no hay monumentos que muestren al éxodo, ni papiros ni pergaminos que lo mencionen. 

Ahora bien, cuando un individuo no está familiarizado con el método científico, probablemente pensará que esta forma de presentar la evidencia es contundente, y en especial, siendo que aquellos que hacen estas afirmaciones son “académicos”, que supuestamente analizan los descubrimientos arqueológicos y sacan sus conclusiones con objetividad.  

Nada más lejos de la verdad..… 

Veamos parte de la información que no se revela cuándo se hacen estas afirmaciones. 

MONUMENTOS

Los faraones Egipcios no erigían monumentos para recordar sus derrotas. Los monumentos que mandaban a erigir eran para inmortalizar sus triunfos. Las derrotas los humillaban, los hacía sentir débiles y menos que sus antecesores. Es absurdo pensar que un Faraón, o para el caso cualquier otro monarca de la antigüedad, erigiría un monumento que lo humille. 

PAPIROS

Como lo explica el gran egiptólogo y arqueólogo Kennet Kitchen, el 99% de los papiros egipcios se han perdido. Los papiros no están hechos para durar, se descomponen muy fácilmente y especialmente si fueron expuestos al agua o lodo, algo que no era poco común en Egipto, con las inundaciones que provocaba la subida del Nilo. 

OTROS DOCUMENTOS HISTORICOS 

Varios historiadores antiguos registraron de una u otra manera la historia de los faraones egipcios. La Biblioteca que albergaba la totalidad de estos escritos antiguos, se calcula que aproximadamente unos 400.000 papiros y pergaminos, era la Biblioteca de Alejandría, en Egipto, que fue destruida totalmente en un incendio en los tiempos de Julio Cesar. 

Como vemos, el hecho que no existen registros del paso de los judíos en los monumentos egipcios puede responder a estos u otros factores, que analizaremos mas adelante. 

Y como también veremos BH más adelante, contra todos los pronósticos, en los últimos años SI se ha descubierto evidencias y documentos egipcios que mencionan a los hebreos en Egipto. 

Continuará 




Hakham’s Yosef Faur Thinking

The idea that most fundamentally guided Hakham Faur’s conceptual contributions is that reality is a text that “means,” God is its Writer, and humankind is capable of reading. The alternative, conceiving of reality as a static ontological dimension that “is,” of God as an the unintelligent and absolutely predictable prime mover (or “Mother Nature”) and mankind as if in a quest for the ultimate truth, is actually the more prevalent worldview. From Plato to Hegel, from Christianity to Islam, from Aristotle to modern physicists (quantum physicists excepted), and from Nachmanides to Rabbi Kook, what they all have in common is th belief that there is an ultimate truth somewhere in the ether. That it is mankind’s challenge to discover it. And that those who discover it have the right and responsibility to enforce it. By any means at their disposal. Hakham Faur believed that this approach inevitably leads to a pyramidical society–to a hierarchy where the one on the top gets to dictate to all those who are lower what the truth is. Where any conflicting views are resolved in favor of he whose sword is sharpest. A society where the one with authority gets to dictate reality, in the third person.

Hakham Faur believed that the quintessential trait of human beings is the ability to interact through symbols: a first person encodes some idea in the form of a symbol, and submits such symbol to the second person so that this second person “decodes” this symbol by generating another idea in this second person’s mind. Once an idea is encoded into a symbol, the first person no longer controls it, and it is the second person who is tasked with generating meaning on it. Of reading it. If the operating systems in the respective brains of the first and second persons are sufficiently aligned, then this exchange of symbols and mutual generation of meaning results in a dynamic dialogue. Uncoerced, and capable of resulting in more than one “truth.” If these commonalities don’t exist (say, if the first and second person don’t agree on the universe of things that can be signified by the color “pink”), then communication is impossible. These processes are at the basis of human language.

Representing a quantum jump in human development, suggested Hakham Faur, was the People of Israel. Instead of claiming that they had discovered the ultimate theological truth (or Natural Laws), the People of Israel claimed to have been privy to a dialogue with God. A God who could read and write. A God who could communicate. A God who could never be discovered–absolutely unknowable–but who communicated in symbols, symbols that could be read by mankind. The relationship between the God of Israel and the People of Israel was not coercive. The Torah was not dictated in the third person by a magic deity sitting atop a pyramidic hierarchy. It was offered in a dialogue, first to second person, where the People of Israel was free to accept or reject it; where agreeing to engage in this dialogue also meant that the second person, the People of Israel, had the right and responsibility to generate meaning on the symbols uttered by God. Hakham Faur dedicated a good portion of his vast writings to show that this was indeed the way the Rabbinic Sages understood the Torah: the Prophets, Philo, Josephus, the Tannaim, the Amoraim, the Geonim and their heirs in Andalusia (most notably Maimonides), all favored the dynamic world of language, metaphors and analogies, rather than absolute idealism, magic or hyper-literalism. Hakham Faur termed this approach: Alphabetic Judaism. He maintained that the society resulting from such a system would be the pinnacle of political evolution: a horizontal society where the governing principle is dialogue and where equality is a function of subservience to an agreed-upon law. The Hebrew King, the priests, the prophets, the rich and the poor, and even God Almighty, all are seen in Jewish tradition as being equally bound to the Covenant: the result of an uncoerced dialogue between God and the People of Israel.

Four of the nine books Hakham Faur got to publish (I understand he left several manuscripts in various states of completion that have yet to be put in print) can be said to form a series exploring semiotics and Judaism.

The first, Golden Doves with Silver Dots, explores the similarities between how post-structuralists and Rabbinic Sages approach language. It served as the basis for his subsequent works touching upon semiotics and Alphabetic Judaism. It argued that reading, in contrast to discovering, is the preferred mode of Jewish epistemology.

Second, In the Shadow of History, shows the incompatibility between the Christian and Hebrew traditions, and what inner reasons were underwriting the strong and irreconcilable animus of Christian Spain towards the Conversos. The book argues that XV century Christian Spain was an example of a vertical and persecuting society, which needs an “other” as part of its own identity. This book also gave him the opportunity to revive the memory of long-forgotten contributions by Conversos and the Sepharadic communities from which they came and which some Conversos ultimately ended up returning to. This books may have come to show some of the less pleasant aspects of a society that favors absolutism over semiotics.

Thrdly, Homo Mysticus is according to many of Hakham Faur’s students his most profound contribution. A guide to Maimonides’s own Guide to the Perplexed, Homo Mysticus explores pre-Kabbala Jewish mysticism. Rather than discovering God’s true essence (which Rabbinic Jewish tradition maintains cannot possibly be known by man), the Jewish mysticism of Maimonides consisted on distilling one’s perceptual abilities to a point where God’s speech can be processed with as little noise as possible. Whatever “word” God utters (be it a galaxy, a flower, a single cell, or a passage in Scripture) is not nearly as important as the level at which the perceptual experience is taking place, or to what extent the person perceiving such divine utterance is subsequently transformed. Just like whether a message is written in green- or blue-colored fonts is of little consequence when the exercise is reading. God cannot be known, period. But it might take us a lifetime to internalize this, and to train ourselves to avoid tainting our perception of God’s message to us by way of noisily projecting our imagination onto Him. Homo Mysticus illustrates the maximum level the individual can attain by processing reality as an exercise semiotics.

Fourthly, with The Horizontal Society, Hakham Faur synthesized many of his past ideas and presented a holistic description of what he maintained was the People of Israel. An alphabetic society that finds equality under the Sinaitic Covenant. That what makes the People of Israel special and unique is not as much the content, but rather the context, of their political, legal, historical and mystical dimensions. What Homo Mysticus suggests on the potential of the individual, Horizontal Society does with respect to the national. Horizontal Society explains what the People of Israel is designed to be, where we excel and where we have failed.