EL DIA QUE JERUSALEM FUE ARADA : La tragedia menos conocida del 9 de Ab

כֹּה אָמַר ה’ צִיּוֹן שָׂדֶה תֵחָרֵשׁ, וִירוּשָׁלַיִם עִיִּים תִּהְיֶה
Ayer comenzamos a explicar uno de los 5 eventos trágicos que recordamos en el 9 de Ab, día de duelo nacional del pueblo judío. Este terrible acontecimiento, quizás el menos conocido, se llama en hebreo: “el arado de la ciudad” de Jerusalem (חרישת העיר).
Luego de que el emperador romano Adriano volviera sobre sus pasos y se arrepintiera de su decisión de autorizar a los judíos a reconstruir el Bet haMiqdash, las relaciones entre los judíos y el imperio romano comenzaron a empeorar.
Uno de los momentos más tensos fue cuando el emperador viajó al Medio Oriente y (129-130 de la era común) y se horrorizó de una de las prácticas más comunes que llevaban a cabo los gentiles en esa región que pertenecía al imperio romano: la castración, especialmente de esclavos y sirvientes (eunucos), que era una cruel forma de «domesticarlos» y hacerlos más dóciles.  En Roma esa práctica se consideraba aberrante y se castigaba. Aclaremos  que la castración está terminantemente prohibida por la Torá. Y no sólo la castración humana sino también de animales, algo que SÍ era (y sigue siendo) totalmente aceptado en el mundo no judío.  Adriano, entonces, prohibió la castración humana y la penalizó con la pena de muerte.
El gran problema fue que, por alguna razón, Adriano ¡extendió el crimen de castración al Berit Milá! la circuncisión judía….
De nada sirvió que los Sabios judíos tratarán de explicarle la naturaleza de la circuncisión judía a los representantes del emperador, y que ésta nada tenía que ver con la castración.
Adriano igual prohibió la circuncisión y la condenó con la pena de muerte. Algunos historiadores especulan que Adriano fue influenciado por los primeros cristianos, que se oponían a la práctica de la circuncisión y creían que ésta había sido reemplazada por el bautismo. Abolir la circuncisión era una gran victoria para su causa.
Este decreto, que tuvo lugar alrededor del año 129, afectó aún más los ánimos de los Yehudim, quienes estuvieron dispuestos a sacrificarlo todo antes de dejar de cumplir el primer precepto que le corresponde a un niño judío. También los llevó a la desesperación colectiva. Ya habían perdido la esperanza de ver el Bet haMiqdash reconstruido y ahora veían que el futuro de su pueblo corría un inminente peligro de extinción. Ribbí Yishmael ben Elishá llegó a decir: “Quizás haya llegado el momento de que dejemos de casarnos y de traer hijos al mundo (Babá Batrá 60 b)”.
Pero la anulación del Berit Milá fue sólo el preludio de algo tan malo, o peor, que estaba por pasar…
En ese fatídico viaje por medio oriente, Adriano tomó otra terrible determinación que resultaría atroz y fatal para el pueblo judío: Adriano decidió «prevenir para siempre» que el Templo fuese reconstruido. Y ni siquiera iba a dejar en pie las ruinas de la ciudad santa, que recordaban su destrucción.  Adriano ordenó “borrar” toda memoria judía de la ciudad, y cambiar su nombre, y así los judíos finalmente se olvidarían de “Yerushalayim”. El plan de Adriano incluía la construcción de un «nuevo templo» romano para «Jupiter» (uin dios pagano), en el mismo lugar donde antes estaba el Bet haMiqdash….
Esto provocó un estado de máximo de indignación en el pueblo y motivó a los Yehudim a planear una rebelión «suicida» contra el imperio. De esta rebelión hablaremos más adelante, ya que ahora nos concentraremos en comprender por qué en Tishá beAb recordamos “que la ciudad fue arada”.
En el año 130 Adriano decretó que el nombre de Yerushalayim fuese erradicado, y que la nueva ciudad se llamaría de ahora en más: “Aelia Capitolina”. “Aelio”, en honor a Adriano, ya que era uno de sus nombres y “Capitolina”, en honor al ídolo mitológico romano, Jupiter capitolino, al quien se le dedicarian los santuarios paganos de la nueva ciudad.
Ahora bien: ¿Cómo hacían los romanos para borrar la ciudad anterior y fundar una nueva ciudad en ese mismo lugar? Como sabemos, hay todo tipo de ceremonias de inauguración: como ser la colocación de la piedra fundamental, el cortado de una cinta, etc.  La ceremonia de inauguración de una nueva ciudad romana consistía en arar la ciudad, más específicamente, demarcar con surcos labrados los nuevos bordes de la ciudad. La ceremonia del arado de Yerushalayim, y la inauguración de la nueva ciudad pagana ocurrió el 9 de Ab del año 130.  
Esta «ceremonia»  fue celebrada por los romanos, como era su costumbre, acuñando una moneda ilustrativa. El texto de la moneda que vemos en la imagen arriba, dice: «Col(onia) Ael(ia) Capit(olina)». En esta moneda se ve claramente a Adriano, representando a Roma, arando los surcos de la nueva ciudad romana y demarcando sus límites.
El arado de la ciudad de Jerusalem y el cambio de su nombre nos demuestra que los Goyim hicieron todo lo posible, y más, para borrar la memoria de la Jerusalem judía, y asegurarse que nunca más regresaremos a Yerushalayim y perdamos cualquier esperanza de reconstruir nuestro  Templo.
Irónicamente, hoy, ya nadie se acuerda de Adriano י»ש  y el nombre de «Aelia capitolina» solo se encuentra en los libros de historia y los museos.    E increíblemente, después de 1900 años, no hay humano que no haya escuchado «JERUSALEM», nuestra ciudad capital, más hermosa que nunca,  está nuevamente en nuestras manos y la inminente reconstruccion del Bet HaMiqdash, es solo cuestión de tiempo.
DEBEMOS ESTAR MUY ORGULLOSOS DE PERTENECER A UNA NACIÓN QUE NUNCA PERMITIÓ QUE BORRARAN SU MEMORIA Y  TENEMOS QUE ESTAR MUY AGRADECIDOS A DIOS POR EL PRIVILEGIO DE VIVIR ESTOS MOMENTOS,  CON EL QUE SOLO LOS PROFETAS DE ISRAEL SE ATREVIERON A SOÑAR.



El león y la cigüeña: una historia de Tisha BeAb

Luego de la destrucción del Bet haMiqdash (año 68 de la era común) , los judíos vivían permanentemente humillados por los romanos. Especialmente en los tiempos del emperador Trajano (que reinó entre el año 98 y el año 117) y Lusio Quieto, muy hostil con los judíos. Quieto fue el responsable de una gran matanza de judíos en las comunidades de Babilonia alrededor del año 115 de la era común. Luego de esta aplastante “victoria” fue asignado como gobernador de Judea, ya que había demostrado su mano dura hacia los judíos. En Judea Quieto cometió atrocidades y todo tipo de abusos, como el aberrante derecho de pernada (הגמון, el derecho del gobernador a pasar la primera noche con las mujeres que se casaban), lo que hizo que los casamientos judíos se realizaran en secreto. Por este y otros trágicos eventos similares los rabinos decretaron ciertos actos de duelo nacional, como por ejemplo que los novios ya no usarían más sus adornos y coronas ornamentarías (עטרות חתנים).
Cuando murió el emperador Trajano en 117, Lusio Quieto fue el candidato más firme para reemplazar al fallecido gobernante, lo cual los judíos consideraron que sería el mayor desastre posible. De cualquier manera, gracias a los oficios de la viuda de Trajano, Plotina, Adriano, su hijo adoptivo, fue proclamado como el nuevo emperador.
Los judíos enviaron una delegación a Adriano y le prometieron al nuevo emperador fidelidad. También le solicitaron que les permitiera reconstruir el Bet haMiqdash. Este pedido no era excepcional ya que los Romanos, siguiendo la famosa “pax romana” una vez que subyugaban a los pueblos, les permitían reconstruir sus santuarios y practicar su religión.  Para la enorme satisfacción de los Yehudim ¡el emperador Adriano accedió al pedido de los Yehudim de reconstruir el Bet haMiqdash!
Se han encontrado monedas de la época de Adriano que parecen haber sido acuñadas para celebrar esta decisión de Adriano, que se llevaría a cabo en una de sus visitas a Judea.
En la moneda que vemos arriba se ve al emperador Adriano al lado de una mujer que representa a Judea (la nación judía), y a niños judíos ofreciéndole a Adriano una ramas de palmas, una representación de paz y armonía entre los dos pueblos. En el lado izquierdo se ve el retrato del emperador y se lee HADRIANUS AUGUSTUS y en el otro lado ADVENTUI AUG(USTUS) JUDEIA, es decir, “en honor a la llegada del Cesar a Judea”.
Esta historia, y su desenlace no feliz, está relatada en el Midrash de Bereshit Rabbá 64:10: En los tiempos de Ribbí Yehoshua ben Jananiá el imperio romano decidió reconstruir el Bet haMiqdash. Pero los Kutim, los Samaritanos (que eran grandes enemigos de los Yehudím Y.B.), enviaron una delegación al emperador Adriano y le dijeron: Debe usted saber, Cesar, que [si les permites construir su Templo, los judíos de] esta ciudad se rebelarán contra usted. El Emperador respondió: ¿Pero qué puedo hacer? ¡Ya les he dado permiso para construirlo! Los Kutim, que sabían muy bien que el Bet haMiqdash debía ser construido exclusivamente en Har haBayit, el Monte Moriá, le sugirieron a Adriano que les dijera a los judíos que podían reconstruir su Templo, pero en una zona diferente, con medidas distintas, etc. Y así procedió Adriano. La decepción de los judíos fue enorme. El Templo no se puede construir fuera de su area original. Y esto truncó las esperanzas de tener nuevamente el Bet haMiqdash. El famoso historiador Paul Johnson explica que hubieron otros elementos que influyeron en Adriano para que volviera atrás sobre su decision y no permitiera la construcción del Bet haMiqdash.
1. Tácito, un senador e historiador romano famoso por su antipatía hacia los judíos, escribió que los judíos sólo respetan a su Dios, y no acataban la autoridad de los reyes humanos. El arrogante Adriano no podía permitir que los judíos fuesen más leales a Dios que a él.
2. Los antiguos cristianos consideraban (y muchos todavía consideran) que la destrucción del Gran Templo era la evidencia de que Dios  había abandonado ח“ו  a Israel y había establecido un nuevo testamento —un nuevo pacto— con la nueva “congregación cristiana”, que venía a reemplazar a la ya destruida nación judía y a su caduca religión.… Para los nuevos cristianos evitar la reconstrucción del Bet haMiqdash era vital para justificar su narrativa y sostener su teología de reemplazo. No hay que descartar la influencia de estos nuevos cristianos en la decisión de Adriano.
Cuando Adriano se arrepintió de su plan, los judíos quisieron comenzar una rebelión contra el imperio. El Sabio que evitó la peligrosa revuelta fue el ya anciano Ribbí Yehoshua ben Jananiá. De chico, Ribbí Yehoshua había experimentado la trágica destrucción de Yerushalayim y el Bet haMiqdash, luego de la rebelión de los judíos contra Roma en el año 68. Para disuadir al pueblo de rebelarse Ribbí Yehoshua les contó una fábula: “Una vez el león se había comido un animal y le había quedado un hueso en su garganta. El león pidió ayuda. La cigüeña se acercó al león, le pidió que abriera su boca, introdujo su largo pico y sacó el hueso. La cigüeña entonces le pidió al león una recompensa por los servicios prestados. Y el león le dijo: ‘¿No te parece suficiente recompensa que tú metiste tu cabeza en mi boca y yo no te comí?” . “Así”, dijo Ribbí Yehoshua, “debemos estar agradecidos que aunque ya no tengamos nuestro Bet haMiqdash, ni lo podamos reconstruir, por lo menos podemos seguir con vida” .
Los ánimos se aplacaron. Pero la relación de Adriano con los judíos empeoraba cada vez más, y la pax romana no duró por mucho tiempo….
Continuará



La inmortalidad del alma

Lógicamente, todavía estoy afectado por el fallecimiento de mi querida madre. Y durante estos días de duelo estuve pensando mucho en el sentido de la vida y la inmortalidad del alma. Quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones sobre este tema.

EL RAB ARYEH KAPLAN

Uno de los autores que más influyeron en mi vida es el Rab Aryeh Kaplan, z»l, y especialmente su libro llamado: «Si tú fueras Dios”, (originalmente: «If you were God”). El Rab Kaplan era un genio —tanto en la parte rabínica como en ciencias, específicamente física— y falleció trágicamente en 1984 a una edad muy temprana. Su fascinante libro consta de 3 ensayos.El primero analiza la función del pueblo judío en el mundo, y explica cómo Dios trata de “civilizar” a la humanidad a través de sus representantes: los judíos. El tercer ensayo es acerca del sentido de la vida, pero no desde el punto de vista humano sino Divino. Es decir, para qué creó Dios este mundo y particularmente a los seres humanos. El segundo ensayo, el más corto, se refiere a la inmortalidad del alma.
Voy a tratar de resumir lo que dice el Rab Kaplan

LA PREGUNTA DEL MILLÓN

La primera pregunta que uno debe enfrentar cuando quiere examinar seriamente el tema de la inmortalidad del alma es: «¿Qué es el alma?». Y para definir qué es el alma debemos identificar primero ¿qué o quién soy «yo»?. 
El rab Kaplan dice así: 
“Mira tu mano. ¿Qué ves? Una parte de tu cuerpo…. la puedes abrir y cerrar. Obedece todas las órdenes que tu mente le envía. Es tuya, es parte de ti. Pero… ¿es tu mano … el verdadero “tú”?Ahora, apunta tu dedo índice hacia ti. Si tu eres una persona normal dirigirás tu índice hacia tu pecho. Porque [sin darte cuenta] asumes que “tú” eres tu cuerpo. Pero ¿eres tú realmente tu cuerpo?“
Y así, poco a poco y de manera metódica, el rab Kaplán nos va ayudando a comprender por descarte qué es el lo que NO somos y qué es lo que realmente nos define. Con mis propias palabras: ¿”Somos” un cuerpo y “tenemos” un alma; o “somos” el alma y “tenemos” un cuerpo. 

¿QUIEN SOY?

Una metáfora que puede ayudar a visualizar la relación cuerpo / alma es la de un automóvil y su conductor. El auto es el cuerpo, y el conductor el alma que conduce al cuerpo. O quizás sea más preciso hablar de un taxi, (o un Uber…) en lugar de un auto particular. El automóvil es nuestro cuerpo, el conductor es nuestro cerebro, y el alma soy YO, el pasajero.  El taxista sabe cómo manejar el auto, y cómo llevar al pasajero por el mejor camino posible, etc. pero el chofer no decide hacia dónde conducir el auto. Es el pasajero quien toma esa decisión y determina el destino del viaje. El cerebro no es el “yo”, ya que si bien es un elemento muy sofisticado, sigue siendo físico, material. El “alma” sin embargo, está más allá de lo físico: es sobrenatural, Divina. Y como tal, el alma es responsable por un tipo de acción que también es sobrenatural (que no existe en el mundo natural o animal). Me refiero al libre albedrío: la habilidad de decir “no” a mis instintos corporales; la posibilidad de elegir hacia dónde me dirijo; decidir qué hago con mi vida, con mi tiempo, etc. 

¿JINETES O CENTAUROS?

Hay una metáfora que es mejor que la de un automóvil, ya que incluye un punto fundamental no abarcado por la anterior.El caballo y el jinete. El cuerpo tiene, por decirlo de alguna manera, su “vida propia”, sus necesidades, sus caprichos, sus deseos y hasta sus objetivos, que se relacionan con lo que pertenece al mundo material.  El cuerpo es el caballo. Y el alma es el jinete. Al igual que el conductor de un vehículo, el jinete también tiene como objetivo conducir a su caballo hacia la meta que él, el jinete, aspira. Cuando esto sucede, jinete y caballo conviven en perfecta armonía. El jinete sabe que el caballo tiene sus necesidades materiales y no las desatiende. Muy consciente de la importancia de su caballo, un buen jinete cuida de su animal, lo lleva periódicamente al veterinario, y se ocupa de que tenga todo lo que necesite para mantenerse saludable y satisfecho. 

¿QUO VADIS?

Pero hay otros posibles escenarios: ¿Qué pasa cuando el jinete no puede controlar a su caballo, suelta las riendas y se abandona?¿qué pasa si el jinete NO se pregunta a sí mismo si hay una meta que alcanzar o un camino a seguir? ¿O O el peor escenario posible: ¿Qué pasa si el jinete no se da cuenta de que él ES un jinete, un ente independiente de su caballo? ¿Qué pasa si nunca descubre su verdadera identidad y se piensa que él es un apéndice de su caballo? A diferencia de un automóvil que no se moverá de su lugar hasta que el chofer o el pasajero decidan dónde ir, el caballo tiene vida propia. El caballo no se quedará inmóvil esperando las órdenes de un jinete pasivo. El caballo se va a dedicar a comer pasto, descansar cuando se le dé las ganas, correr detrás de las yeguas y tratar de superar a los demás caballos en una carrera sin destino. El jinete abandona el control de su animal, “se entrega” a su caballo y se confunde con él…
Comprender la diferencia entre “somos un cuerpo que tiene un alma” o “somos un alma que tiene un cuerpo” es probablemente el tema más importante en la vida de un individuo. 

Continuará 




La carta de Maimónides a los judíos conversos

Aparte de sus libros sobre el Talmud (Pirush haMishnayiot) , la Halajá (Mishné Torá), la filosofía judía (More Nebujim)  y la medicina, diez tratados sobre temas médicos, Maimónides también escribió centenares de respuestas rabínicas sobre preguntas que le llegaban de todos lados del mundo. Y también compuso unas famosas cartas, Iguerot HaRambam, que a diferencia de las preguntas y respuestas son más extensas y podrían considerarse como monografías o pequeños libros sobre ciertos temas interesantísimos.  

Una de estas cartas se llama Igueret haShmad, la carta sobre “Las conversiones forzadas”. 

LOS YIHADISTAS ALMOHADES

En ese entonces los judíos estaban sufriendo la persecución religiosa de un grupo extremista musulmán, los Almohades, que aparte de luchar contra otros grupos islámicos también trataban de imponer su religión a los cristianos y judíos.  Este grupo se hizo muy poderoso a partir de 1147, cuando Maimónides tenía 12 años. Como sabemos, Maimónides y su familia escaparon de Córdoba y luego de España,  hacia el norte de Africa y al final llegaron a Egipto. Pero la persecución dejó sus cicatrices en Maimónides y entre otras cosas su experiencia le fue muy útil cuando tuvo que escribir a los judíos que como él, habían sido víctimas de la persecución.  

ISIS EN EL SIGLO 13

Cuando llegaban los Almohades a las juderías,  amenazaban de muerte a los judíos, hombres mujeres y niños, y muchos optaban por convertirse al Islam. Estas  conversiones no eran sinceras sino forzadas y todos esperaban que en poco tiempo la presión cediera y la vida volviera a la normalidad.  Una vez convertidos los judíos vivían exteriormente como musulmanes pero hacían todo lo posible, a veces arriesgando sus vidas para observar el judaísmo de la mejor manera posible. 

CÓMO EQUIVOCARSE DE RABINO

Los líderes de las comunidades judías le escribieron una misiva a un rabino (presumiblemente de Europa y que vivía entre cristianos) y le preguntaban cómo debían proceder y  qué podían hacer para reparar lo hecho.  Este Rabino tuvo palabras muy duras para ellos y les dijo que habían hecho muy mal en convertirse, que era imperdonable y que tenían que haber sacrificado sus vidas en lugar de haber pretendido aceptar el islam. Este rabino ya no los consideraba judíos. 

Los líderes religiosos quedaron profundamente amargados con esta respuesta y estaban desesperados porque muchos judíos que habían arriesgado sus vidas para mantener algo de su judaísmo en lo oculto habían perdido ahora toda su motivación y decían: “si de todas maneras ya no somos considerados judíos, convirtámonos completamente al islam”. Los lideres religiosos se dirigieron en onces a Maimonides, explicándoles las circunstancias que estaban viviendo y copiando la respuesta que dio el primer rabino.     

CARTAS QUE CURAN

La carta que Maimónides le escribe a estos judíos es conocida como “Igueret haShmad”, la carta acerca de las conversiones forzadas.  

En primer lugar Maimónides critica muy duramente al primer rabino y lo trata de insensible e ignorante. 

Maimónides explica por ejemplo que a diferencia de la conversion al cristianismo que implicaba la ceremonia del bautismo y la adoración a ídolos, los que se convertían al islam solo tenían que hacer una declaración verbal en la que decían que “Mahoma era el enviado de Dios”. Y que se justificaban que hayan pronunciado esas palabra para salvar sus vidas y las de sus hijos. 

Incluso en el caso de un judío que se vio forzado a adorar ídolos no se lo puede condenar y alejar sino que cuando quiere regresar al judaísmo hay que ayudarlo a integrarse nuevamente en la comunidad y mostrarle el camino de regreso con amor y atención.   

¿RABINO JUEZ O RABINO MEDICO?

Maimónides les dio mucho aliento a todos los que se tuvieron. que convertir por la fuerza y los motivó a seguir cumpliendo con la Torá secretamente hasta que las cosas volvieran a la normalidad.    

La crisis espiritual no hay que verla como un delito sino como una enfermedad. No necesita de un juez que la venga a sentenciar, sino de un médico que la venga a curar. Y ese médico fue Maimónides. 




Maimónides, el médico

LOS ÚLTIMOS AÑOS DE MAIMÓNIDES  

Hay una carta interesantísima que Maimónides escribe para uno de sus alumnos, Shemuel Ibn Tibón, que estaba traduciendo “La Guía de los Perplejos” del árabe al hebreo.  Ibn Tibón vivía en Provenza, Francia, y le escribió a Maimónides en 1199 manifestándole su intención de viajar a Egipto para visitarlo, estudiar con él por unos días y consultarle algunos temas de su guía. Maimonides le respondió con una famosa carta donde deja entrever su compleja vida y su extraordinaria bondad. 

“Vivo en Fostat y el sultán reside en el El Cairo; estos dos lugares están alejados uno del otro [3 o 4 kilómetros]. Mis obligaciones con el Sultán son muchas. Lo visito todos los días, temprano por la mañana; y cuando él o alguno de sus hijos, o cualquiera de las mujeres de su harén están indispuestos … permanezco en el palacio la mayor parte del día. También sucede con frecuencia que uno o dos oficiales de la corte se enferman, y yo los debo atender y curar.  Por lo tanto, por lo general llegó a El Cairo muy temprano por la mañana y no regreso a Fostat hasta avanzada la tarde.

En nuestro último artículo hablamos sobre este aspecto de la vida diaria de Maimonides, su trabajo como médico de la corte del famoso Sultán Saladino. 

MEDICO SIN FRONTERAS

Lo que sigue es menos conocido. Maimónides relata en esta carta lo que él hacia una vez que regresaba a su casa, y después de haber trabajado todo ese día; hoy diríamos:  “en su tiempo libre”.    

[Al llegar a mi casa en Fostat ] casi muerto de hambre … encuentro los pasillos de mi casa llenos de pacientes, tanto judíos como gentiles, nobles y gente común, jueces y alguaciles, amigos y enemigos, una multitud mixta que espera el momento de mi regreso. Desmonto de mi animal, me lavo las manos, me acerco a mis pacientes y les suplico que tengan paciencia conmigo mientras tomo un ligero refrigerio, la única comida que consumo en veinticuatro horas. Luego salgo para atender a mis pacientes y escribo recetas e instrucciones para sus diversas dolencias. Los pacientes entran y salen hasta el anochecer y, a veces, te aseguro solemnemente, hasta dos horas o más una vez entrada la noche. Converso con ellos [sobre sus dolencias] y les prescribo sus medicinas mientras me recuesto por el cansancio y cuando cae la noche, estoy tan agotado que apenas puedo hablar. 

Maimónides estableció en su casa una clínica médica “gratuita” donde atendía a todo tipo de pacientes: judíos, gentiles, amigos y enemigos, pobres y ricos.  

UNA OBRA SIN TERMINAR

Maimónides no contaba con mucho tiempo extra. En realidad su obra literaria –intelectual– estaba aún inconclusa. Entre sus planes estaba dedicarse, por ejemplo, a escribir un comentario sobre el Talmud de Babilonia.   

También quería escribir un libro sobre los Midrashim y las Hagadot del Talmud, donde explicaría la lógica detrás de las metáforas rabínicas y las historias Talmúdicas que parecen irreales (algo que su hijo, Rabbenu Abraham, hizo brevemente en su Ma-amar al Hagadot Jazal) 

Pero lo más urgente era resguardar la credibilidad su obra magna, Mishné Torá, el libro que detalla exhaustivamente toda la ley judía. Algunos rabinos contemporáneos de Europa criticaban esta obra porque si bien formulaba la ley final no hacía referencia a las fuentes específicas de las cuales Maimónides había extraído sus Halajot.   Y aunque dejar las fuentes afuera y formular la ley era la deliberada intención de el libro que el había escrito como un código cuya intención es prestar el verdecito final de la ley, Maimónides pensaba que la aceptación de su libro en Europa dependía de que él escribiera las fuentes de su libro y tenía la intención de hacerlo. 

Ahora podemos apreciar mejor la pregunta anterior: ¿cómo es que con tanto trabajo que le quedaba por hacer, Maimónides dedicó su tiempo libre a curar a los enfermos en lugar escribir sus libros? Porque Maimónides decidió que era hora de poner en práctica todo lo que él había enseñado en sus innumerables escritos.   Su preciosísimo tiempo estaría dedicado ahora a algo que él podía hacer mejor que ningún otro hombre de su época: curar a los enfermos.

¿COMO MURIO MAIMONIDES? 

Maimónides dejó su vida en esta monumental obra de bien. La mayoría de los biógrafos de Maimónides no se extienden demasiado explicar qué causó la muerte de Maimónides y se limitan a indicar la fecha exacta de su partida: el 13 de Diciembre de 1204.  Aunque un historiador de principios del siglo XX , De Goeje, señala que Maimónides murió de “agotamiento físico” (exhaustion). 

El Jajam Yosef Faur z”l en su clase sobre “Los cuatro gigantes de Sefarad» cuenta un detalle muy importante, y que hoy, en tiempos del COVID19, podemos apreciar mejor que nunca: Está documentado que Maimónides falleció como consecuencia de una epidemia. Ya que se negó a dejar de atender a sus pacientes y así se contagió y luego de un tiempo murió por este motivo (escuchar aquí, 1.17m)

Los Jajamim explican que la Torá comienza con Jésed (benevolencia) y termina con Jésed. Y los ejemplos de benevolencia que traen los Sabios no son actos de bondad realizados por seres humanos, sino por el mismo Creador. En su comienzo la Torá nos relata que HaShem proveyó de vestimenta a Adam y Eva, y vestir a los que no tiene lo que ponerse es un acto de Jesed) y la Torá termina contándonos que el Todopoderoso enterró a Moshé Rabbenu, otro acto de beneficencia. 

En los últimos años de su vida, Maimónides se reinventó. Y del estudio pasó a la práctica: a la imitación de Dios.

Presento a continuación la “ORACION PARA UN MEDICO” atribuida a Maimónides (mi traducción). Miles de doctores, judíos y gentiles,  en Israel, Estados Unidos y el resto del mundo , recitan esta oración  todos los días, antes de comenzar su trabajo medico.  

Señor del mundo, antes de comenzar la sagrada tarea de curar a Tus criaturas,  expreso mi ruego delante de Ti, para que me concedas el valor y las fuerzas para hacer mi trabajo médico con integridad, y que el deseo de acumular riquezas o ganar fama no sea lo que guíe mi tarea o enceguezca mis ojos.

Señor del Mundo, es sabido por todos Tus súbditos que Tú eres quien envía el sufrimiento a quienes lo merecen y Tú eres Quien se apiada de los que sufren. Y con Tu infinita Sabiduría, Tú quisiste que yo, Tu humilde servidor de carne y hueso, hecho de polvo y ceniza, con mi limitado saber y mi pobre intelecto, haya aprendido acerca del cuerpo y la mente del ser humano que Tu creaste en este mundo material. 

Y he aquí que yo, siguiendo Tus ordenes y Tus mandamiento y contando con Tu ayuda me preparo a curar, de acuerdo al alcance de mi conocimiento y sabiendo que  en última instancia la vida, la muerte y la curación de las enfermedades están en Tus manos y que eres Tú quien  determina el éxito o el fracaso de mi curación. 

Señor de los Cielos, Rey Eterno, que sea Tu voluntad conceder a Tu servidor la fuerza y la capacidad de seguir aprendiendo el arte de la curación durante el resto de mi vida de boca de aquellos que saben más que yo. 

Concédeme el mérito para que nunca deje de sentir compasión por todos lo que sufren, y concédeme la sabiduría para asistir a quienes vienen a consultar mi consejo, sin diferenciar entre el rico y el pobre, el amigo o el enemigo, el hombre bueno y el hombre malo, para que así, cuando alguien necesita mi ayuda, que yo solo vea al ser humano que sufre la enfermedad y el dolor.   

Que mi amor por el arte de curar me dé el valor para que la verdad sea la luz que me guíe, porque soy consciente que mi negligencia en mi trabajo médico puede resultar en el sufrimiento o en la muerte de la obra de Tus manos. 

Te ruego, Dios, Tú que eres compasivo y misericordioso, que concedas fuerza a mi cuerpo y valor a mi mente, e implantes en mí un espíritu de integridad. 

Bendito eres Tú, Amo de todas las obras, Creador de todos los seres vivos.     

AMEN  

אֵל עֶלְיוֹן, טֶרֶם שֶׁאֲנִי מַתְחִיל בַּעֲבוֹדָתִי הַקְדוֹשָׁה 

לְרַפֵּא אֶת יְצוּרֵי כַּפֶּיךָ, אֲנִי מַפִּיל אֶת תְּחִינָתִי

לִפְנֵי כִּסֵא כְּבוֹדְךָ, שֶתִּתֵּן לִי אֹמֶץ רוּחַ וּמֶרֶץ רַב

לַעֲשׂוֹת אֶת עֲבוֹדָתִי בֶּאֱמוּנָה, וְשְׁהַשְׁאִיפָה לִצְבֹר הוֹן אוֹ

לְשֵׁם טוֹב לֹא תְּעַוִּר אֶת עֵינַי מִלִּרְאוֹת נְכוֹחָה.

אָדוֹן הֲעוֹלָמִים, גֲלוּי וְיָדוּעַ לכֹל בְּנֵי בְּרִיתֶךָ שְׁרָק אָתָה לֶבָד

הוּא מָעָנִישׁ וְמְחַנֶן, מָכֶּה וְמְרָפֶּא. בְּרָם בֶּחֹכְמָתְךָ אֵין

סוֹף רַצִיתָ שְׁאָנִי, עַבְדֶךָ הָאָבְיוֹן, בָּשָׂר וָדָם, עָפָר

וָאֶפֶר בִּיכֹלְתִי הָצָנוֹעַה וּבֶשִׂכְלִי הָקָטָן צָבָרְתִי יֶדָע עָל

גוּף הָאָדָם ועָל רוּחוֹ, שְׁאָתָה בְּרַחֲמֵיךָ הָגָדוֹלִים גִילִיתָ

בֶּעוֹלָמְךָ הָגָשְׁמִי. וְהִנֶה, אָנִי בְּפְּקֻדָתְךָ, בְּמִצְוָתְךָ

וּבְעֶזְרָתֶךָ מַתְחִיל לֶרָפֶּא יְצוּרֵי כַּפֶּיךָ בְּהָבָנָתִי

הָמְלֵיאָה שְׁרָק בִּימִינְךָ הָרָמָה וְהָנִשְׂאֶת הָהָחְלָטוֹת עָל

חָיִים וְעָל מָוֶת, עָל הָבְרָאָה וְעָל חוֹלִי, עָל הָצְלָחָתִי

בְּרִפּוּי הָחוֹלֶה וְעָל כִּשְׁלוֹנִי בְּעָבוֹדָתִי.

שוֹכֵן בִּמְרוֹמָיו, מֶלֶך חַי וְקַיָם, יְהִי רָצוֹן מִלֶפָנֵיךָ שֶתִתֶן לִי,

לֶעַבְדְךָ, לֶבֶּן אֲמָתֶךָ חֶפֶץ, כֹּח וֶיָכוֹלֶת שִׂכְלִית

לֶהַמְשִׁיךְ לִלְמוֹד רַפוּאָה בַּאֵין הָפְסָקָה לֶאוֹרֶךְ כֹּל חָיָי

מִפִי רוֹפְאִים נֶבוּנִים מִמֶנִי.

תְזַכֵּנִי לְהַבִּיט עַל כֹּל סוֹבֵל, הַבָּא לִשְׁאֹל בַּעֲצָתִי, כְּעַל אָדָם,

בְּלִי הֶבְדֵּל בֵּין עָשִׁיר וְעָנִי, יְדִיד וְשׂוֹנֵא, אִישׁ טוֹב

וְרַע, בַּצַר לוֹ הַרְאֵנִי רַק אֶת הָאָדָם, אַהֲבָתִי לְתּוֹרַת

הָרְפוּאָה תְּחַזֵּק אֶת רוּחִי, רַק הָאֶמֶת תִּהְיֶה נֵר לְרַגְלַי,

כִּי כֹל רִפְיוֹן בַּעֲבוֹדָתִי יָכוֹל לְהָבִיא כִּלָּיוֹן וּמַחֲלָה

לִיְצִיר כַּפֶּיךָ. אָנָא ה’ רַחוּם וְחַנוּן, חַזְּקֵנִי וְאַמְּצֵּנִי

בְּגוּפִי וּבְנַפְשִׁי, וְרוּחַ שָלֵם תִּטַּע בְּקִרְבִּי.

בָּרוּך אַתָה, אָדוֹן כֹּל הֲמָעָשִׁים וּבוֹרֵא כֹּל הֲהָבְרָאוֹת




Maimónides (1135 -1204), médico del Sultán Saladino

Aparte de ser uno de los Talmudistas y juristas más importantes en la historia del pueblo judío Maimónides fue también un famoso médico.  Su padre, Ribbí Maimón, fue quien seguramente le inició en la medicina, que era una profesión muy común entre los judíos españoles hasta la época de la expulsión en 1492.  A una edad temprana Maimónides tuvo que abandonar Córdoba, España, debido a las persecuciones  religiosas  de un grupo musulmán fundamentalista: los almohades.  La familia de Maimónides llegó a la ciudad de Fez, Marruecos y permaneció allí durante 7 años. Es en Fez donde se presume que Maimónides tuvo la oportunidad de profundizar sus estudios de medicina asistiendo a médicos judíos muy conocidos Abu Yusef ben Muhalem.  En 1165 llegó a Egipto.  Maimónides siempre se opuso a ejercer profesionalmente el rabinato, y por muchos años se mantuvo de una sociedad comercial que tenía con su hermano David, quien se dedicaba a viajar por el mundo para este propósito. Pero luego de que su hermano falleciera trágicamente cuando su barco se hundió, Maimónides  se dedicó a ejercer la medicina profesionalmente.  

En Egipto fue llamado a ejercer como el médico de la corte del Sultán Saladino el Grande (1138-1193), famoso por su lucha contra los cruzados y por haber reconquistado Jerusalem.  Esta era una difícil profesión ya que además de examinar y curar al Sultán también tenía que ocuparse de toda su familia -sus esposas y sus hijos- y los funcionarios de la corte real.    

Maimónides era el médico más respetado de todo Egipto. Y eso le costó los celos y la rivalidad de los otros sabios y consejeros de la corte de Saladino quienes siempre conspiraban para tratar de desprestigiarlo. Recuerdo que cuando yo era chico mi tío Jajam Yosef Faur z”l, me contaba historias de Maimónides y el permanente acoso que sufría de parte de los envidiosos sabios de la corte. Recuerdo 5 cuentos. Uno de ellos es el siguiente: “En sus libros de medicina Maimónides afirmaba que la ceguera de nacimiento no podía ser curada. Los sabios de la corte lo desafiaron y dijeron que ellos habían desarrollado una operación quirúrgica que podía devolver la vista a los ciegos y que estaban dispuestos a hacer una demostración en una sesión especial donde estuvieran presentes el Sultán y Maimónides. Llegado el día los sabios de la corte trajeron a un paciente con la cara y los ojos vendados y lo presentaron como un individuo ciego de nacimiento que recién habían operado. Le sacaron el vendaje y el hombre comenzó a gritar: “¡Puedo ver, puedo ver! Estos sabios me han curado!”  Acto seguido los sabios le demandaron al rey que expulsara a Maimónides de la corte por su ignorancia y tozudez. Maimónides le pidió al Sultán permiso para examinar al paciente. Y le preguntó: “¿Es verdad que eres ciego de nacimiento?”. Y el hombre contestó: “¡Sí! Nunca pude ver, desde que nací hasta este momento que los sabios me han curado “. Entonces Maimónides tomó un pañuelo rojo que traía en su bolsillo y le preguntó: “Si realmente puedes ver, ¿me podrías decir de qué color es este paño?” .  “¡Rojo!” dijo el paciente con mucho entusiasmo. “¡Este pañuelo es rojo!”. Maimónides se dirigió al Sultán y le dijo: “Su Señoría, una persona que ve por primera vez, no conoce los colores, no los puede describir. Este hombre es un impostor.”    

Lista de las obras médicas de Maimónides

1. “Extractos de Galeno o el arte de la curación”, un resumen de los extensos escritos del famoso médico griego.

2. “Comentario de los Aforismos de Hipócrates”,que Maimónides combina con sus propios puntos de vista.

3. “Aforismos Médicos de Moisés”, 1.500 instrucciones en los que se describen varias condiciones médicas.

4. “Tratado sobre las hemorroides”, discute también el mecanismo de la digestión.

5. “Tratado sobre la cohabitación”, contiene recomendaciones para una vida sexual sana.

6. “Tratado sobre el asma”, discute los diversos climas y dietas y su efecto sobre el asma. Hace hincapié en la necesidad de aire limpio.

7. “Tratado sobre los venenos y sus antídotos”, este libro de toxicología siguió siendo popular durante siglos.

8. “Régimen de la salud” , es un discurso sobre la vida sana y la conexión mente-cuerpo.

9. “Discurso y explicación de la moderación”, aboga por una vida saludable y enseña que uno de los principios fundamentales de la medicina preventiva es evitar los excesos.

10. “Glosario de nombres de medicamentos”, presenta una farmacopea con los nombres de un gran número de medicamentos en árabe, griego, sirio, persa, bereber (dialecto marroquí) y español.




¿Era Maimónides (1135 -1204) racionalista?

Como muchos de mis lectores habrán notado, en estos últimos días estoy escribiendo en honor a mi tío el Jajam Yosef Faur haLevi z”l refriéndome a una de sus clases sobre “4 gigantes de Sefarad”. Hasta ahora mencionamos al rab Ibn Paquda, al Rab Yehuda haLevi y al Rab Abraham Eben Ezra. Y ahora, en esta última presentación, nos referiremos al “gigante de los gigantes”: Maimónides.

Ribbí Moshé ben Maimón, también conocido como HaRambam o Maimónides, nació en la ciudad de Cordoba, España , en 1135 y falleció en Egipto en 1204.   

Es imposible y absolutamente injusto dedicar un simple email para describir la vida y obra de uno de los rabinos más importantes de todos los tiempos.   Aparte de ser un gran Rabino y líder comunitario, Maimónides fue también un eximio filosofo, un gran médico -el precursor de la  medicina preventiva –  y un gran conocedor de la matemática y la astronomía. Pero el tema que nos va ocupar hoy es Maimonides como jurista, legislador.  

No es posible apreciar la monumentalidad de la obra de Maimónides si uno no tiene una idea clara de lo que es el Talmud (y viceversa). 

EL OCEANO TALMUDICO

El Talmud, sus 60 tratados y 2.711 paginas, cubre la tradición oral judía y es la base de la jurisprudencia bíblica y rabínica. El Talmud o Guemará, cita a la Mishna, las mas antigua edición de la ley oral judía, y luego registra un gran número de debates en los cuales esa Mishná se analiza exhaustivamente, en términos de su autoría , su lenguaje, su alcance, su aplicación, sus excepciones, etc..  Hace falta una forma especial de razonar (que se va adquiriendo en la medida que uno se adentra en el Talmud) parea comprender el Talmud. Y si bien. hoy tenemos una gran cantidad de traducciones y explicaciones, hace falta mucho entrenamiento para seguir el ritmo de la discusión talmúdica.    Aparte de eso, un tema que tiene que ver, por ejemplo, con Shabbat, puede encontrarse o redefinirse cuando el Talmud analiza una Mishná que trata sobre daños y perjuicios (neziquín). Y para determinar la ley o Halajá uno no solo tiene que comprender el Talmud sino conocerlo en forma exhaustiva, porque como explicamos, las referencias son cruzadas.  Maimonides, que tenia un condimento total del talmud ( y del Yerushalmí, Toseftá, Baraytot, Midrashé Halajá, Geonim, etc.) identificó todas las leyes, las formuló en un perfecto y clarísimo hebreo y las reorganizó en 14 tratados, con 1.000 capítulos con un promedio de 16 Halajot, or artículos de ley cada uno.     

¿MAIMONIDES ELITISTA? 

En mis propias palabras, el Talmud es como un vasto mar con decenas de miles de perlas muy difíciles de recoger . Las perlas, que están en el fondo del mar, se encuentran diseminadas a muchos kilómetros de distancia una de otra.   Maimónides hizo lo imposible e inimaginable. Dedicó su vida a bucear en el fondo del vastísimo océano del Talmud y fue recogiendo una por una “todas las perlas del mar talmúdico”. Las subió a la superficie, las depuró, las examinó y las clasificó con exquisitez por colores, tamaño, forma, peso, etc. Y finalmente nos presentó un perfecto catalogo con 1.000 categorías de perlas y más de 16.000 especimeins de perlas preciosas.  (he hecho un esfuerzo por describir el Talmud y la monumentalidad de la obra de Maimonides, pero releo lo que escribí y creo que no es suficiente para apreciar el talmud o el Mishné Torá…) .

Uno de los aspectos que discute el Jajam Faur es el supuesto “elitismo” de Maimónides. Cuando en realidad fue todo lo contrario.   Por siglos el judío común no tenia acceso a la ley judía. No había forma que supiera la ley que tanto quería cumplir porque no tenia acceso al Talmud! De hecho, la ley, era determinada por los Rabinos,  en base a lo que comprendían del Talmud.  Lejos de perpetrar lo que se podría percibir como elitismo, Maimónides presentó la ley en un estilo y en un lenguaje que era accesible para el pueblo, para el judío promedio.  Esta fue su gran genialidad.  

¿QUE ES EL RACIONALISMO?

El Jajam Faur también demuestra la verdad sobre el supuesto “racionalismo” de Maimónides.   

¡Nada más lejos de la verdad!. En su libro “Homo Mysticus”, donde el Jajam Faur expone las ideas de su “Guía para los perplejos”,  explica esta tema a la perfección. 

Hay 3 niveles de intelectualidad. 

1. La gran mayoría del mundo se deja llevar por su imaginación. impresiones, sentimientos, impulsos, opiniones populares, lo que hacen los demás. Muy pocas personas se detienen a pensar y se rigen estrictamente por su intelecto.  ¿Cuánta gente, por ejemplo, come y consume solo aquello qule hace bien y deja de comer lo que no le favorece? 

2. En un segundo nivel, superior la primero,  están las personas inteligentes, racionales, que solo hace, dicen, consumen, y llevan a la práctica lo que está bien. Y no solo saben lo que está bien: también adquieren la disciplina para perfeccionar su carácter, controlar sus impulsos, y guiarse por su razonamiento.  Una persona que se guía por la razón es un “racionalista”. 

3. Pero para Maimónides si bien la razón es un nivel superior al de la imaginación, no es la maxima aspiración de un ser humano. Hay algo más allá de la razón:  la Revelación. La Sabiduría Divina revelada en la Torá. La Sabiduría divina no esta limitada a la razón. Prueba de ello es que los judíos nos guiamos por preceptos que entendemos y también por preceptos que están más allá de nuestro limitado razonamiento.  Maimonides no era racionalista, era revelacionista (¡acabo de inventar una palabra!) o “Toraní”  

Es muy posible que quienes imaginan a Maimónides como racionalista se basan en que Maimónides rechazaba enérgicamente todo tipo de “supersticiones”  incluyendo supersticiones religiosas muy de moda en su tiempo (algunas de las cuales, increíblemente, persisten en nuestros días). Para Maimonides, la astrología, la necromancia, la adivinación, por ejemplo,  eran vestigios de ‘abodá Zara (idolatría) y representaban al entorno del hombre primitivo, pre-racional.




Ribbí Abraham Eben Ezra (1089 -1164), Torá y Matemáticas

Continuamos con la presentación de la clase «4 Gigantes de Sefarad» sobre 4 rabinos nacidos en España que impactaron profundamente en el carácter y el contenido de la tradición Sefaradí.

SU VIDA

Ribbí Abraham Eben Ezra nació en la ciudad de Tudela, en Navarro, al norte de España, en 1089.   Ibn Ezra era un muy cercano a Ribbí Yehuda Halevi, que era unos 14 años mayor que él, y su hijo Isaac se casó con la hija de Yehudá haLevi  (o según otros, el propio Ribbí Abraham fue quien se casó con su hija). Ibn Ezra se mudó a Córdoba cuando era joven y siempre fue materialmente muy pobre. Se negaba a aceptar dinero de otros. Trató de dedicarse al comercio pero nunca tuvo éxito en sus negocios. Una vez escuché (pero no pude encontrar la fuente) que él dijo de sei mismo que era tan desafortunado en sus negocios que si “comenzará a vender mortajas, la gente dejaría de morirse” . El Rab Eben Ezra viajó por todo el mundo durante más de tres décadas. Primero visitó el norte de África: Marruecos, Algeria, Tunes. Luego visitó Europa: Italia, Francia e Inglaterra. Luego el medio oriente, Egipto, Persia, Baghdad. Durante sus múltiples viajes siempre visitaba y se alojaba en las comunidades judías locales, que cuando reconocían su gran conocimiento de Torá, lo atendían con mucha estima. Ribbí Abraham escribía especialmente durante sus viajes, y más de una vez dedicó sus obras a las comunidades locales o a sus mecenas.   Dicen que en Francia se encontró con Rabbenu tam (1100 – 1171) y en Egipto con Maimónides (1135 -1204).  Falleció en 1164 y según el rab Abraham Zakuto en su Sefer haYojasín fue enterrado en la tierra de Israel. 

COMENTARIO A LA TORA 

El Rab Eben Ezra escribió más de 60 libros sobre muy diversos temas. Su obra más conocida es su comentario a la Torá (el Pentateuco). Esta obra fue innovadora por su metodología: analizar el “peshat», es decir, el sentido literal, del texto basándose en un riguroso análisis lingüístico de las palabras. El Rab Eben Ezra evitaba la permanente referencia a los Midrashim en sus explicaciones, como hace Rashí cuando explica la Torá, ya que consideraba que no hacía falta repetir lo que el lector puede encontrar en el Midrash.  También criticaba algunos comentarios alegóricos que según su opinión “dan vueltas en círculos alrededor del punto en lugar de enfocarse en el punto», esto es, en el sentido literal y gramatical de cada palabra. Este sentido debe considerarse cuidadosamente y debe ser examinado no solo analizando la raíz de la palabra sino también el contexto, la ubicación del término en el versículo y las otras instancias en las que esa palabra aparece en la Biblia.  Esta interpretación literal era una innovación, pero para no dejar dudas el Rab aclaró que su metodología no se aplicaba a las palabras de la Torá que aluden a algún precepto o mandamiento, ya que la interpretación en estos casos es «exclusivamente» aquella que recibimos en la Torá oral y que está registrada en el Talmud. 

ASTRONOMIA

Lo que es menos conocido es que el rab Eben Ezra también escribió decenas de libros sobre temas científicos. Por ejemplo,  “El libro de los fundamentos de las tablas astronómicas” una obra que el Rab Abraham redactó originalmente en Latín. Lo que nos indica que tenía conocimiento muy profundo de este idioma en el cual se transmitían los conocimientos científicos en esa época.  El Rab Eben Ezra era un rabino que tambien pertenecía a la comunidad científica de su época.

NAVEGACION

También escribió un tratado sobre el astrolabio, un instrumento que permite usar la posición de las estrellas para la orientación , y que era esencial para la navegación. El astrolabio era en la edad media lo que el GPS es en nuestros días. La foto que publicamos arriba es una ilustración en la que se lo ve al Rab Eben Ezra (en el medio) con un astrolabio en sus manos. El libro se llamó en hebreo: Keli HaNejoshet, “el instrumento de cobre”, que era el metal utilizado para construir el astrolabio.  

MATEMATICA.

También escribió varios libros sobre matemática, como por ejemplo, “El libro de los números”, que trata de aritmética. En esta obra presenta el sistema decimal y la forma en que se usa, adelantándose por varias décadas al famoso matemático italiano Fibonacci (1170 -1240). Cabe destacar que gracias a sus numerosos viajes por el mundo el rab Eben Ezra se transformó en uno de los principales contribuyentes a la popularización del sistema decimal en las comunidades judías y en el mundo occidental. También fue uno de los primeros en presentar y explicar el número “cero”, al que lo dibujaba con un circulo y lo llamó en hebreo “galgal” (círculo o rueda).

En su clase sobre los gigantes de Sefarad el Jajam Faur z”l explicó que para Eben Ezra la Torá y el conocimiento científico no se contradicen: todo lo contrario, se complementan y «se necesitan uno a otro» para observar y valorar la Sabiduría del Creador. El hecho que el universo puede ser entendido y explicado matemáticamente con fórmulas y leyes predecibles e inalterables revela la existencia del Creador Inteligente del Cosmos (Maimonides exploró esta idea en profundidad en Yesodé HaTorá, capítulo 2. Para más información sobre este tema sugiero leer con atención el libro “Seis números nada más» de Martin Rees, uno de los astrofísicos más reconocidos del mundo). 

POESIA
Finalmente, digamos que el rab Eben Ezra también se destacó como un gran poeta. Algunos de los poemas que compuso hace 800 años atrás son muy conocidos y los seguimos cantando hasta el día de hoy. Por ejemplo, AGADELJA ELOQUE KOL NESHAMA, KI ESHMERA SHABBAT y el profundísimo poema con el cual inauguramos el servicio litúrgico de Yom Kippur: LEJA ELI TESHUKATI. 




Ribbí Yehudá haLeví (1075 -1141) filósofo, poeta y pionero del sionismo

Continúo compartiendo uno de los shiurim (clases) de mi querido tío, el Jajam Yosef Faur, z”l, recientemente fallecido. El Rab Faur era un apasionado por la historia y particularmente por la historia de los judíos de España. En esta clase se refirió a “Cuatro gigantes de Sefarad”. Ayer vimos al primero, Rabbenu Bajiyá. Hoy hablaremos de Ribbí Yehudá haLeví, nacido en Toledo (o Tudela) España en 1075. 

EL CUZARI

Ribbí Yehudá fue un prominente filósofo y su libro más famoso es el Cuzarí. Una obra escrita en forma de diálogo, preguntas y respuestas, entre el Rey Bulán, del imperio de los Jazares y un rabino, Rab Isaac haSangari. El rey Bulán, que no practicaba ninguna religión, convocó a un imán, a un sacerdote cristiano, a un rabino y a un filosofo (lo que hoy sería: un individuo ateo) y le pidió a cada uno que presentara sus argumentos. Al final, el Rey Bulán decidió que los argumentos del rabino eran los más convincentes y decidió convertirse y convertir a todos los habitantes de su gran imperio al judaísmo. Todos los principios básicos, históricos y filosóficos judíos que el Sabio judío transmitió al rey Bulán constituyen el contenido de el libro de “El Cuzarí”. Este evento,  ampliamente documentado, ocurrió en el siglo VIII de la era común. Y el imperio de los Jázaros o Jazares (el primer “estado judío independiente” luego de la destrucción del segundo Bet haMiqdash. ¡sic.!) continuó por alrededor de 200 años después de este evento (ver aquí ).

 POESIA Y TEOLOGIA 

Aparte de su obra filosófica, Ribbí Yehudá haLeví se destacó también por su obra poética. Para comprender la importancia de la poesía en la España del siglo XI necesitamos una breve introducción. Para los árabes el Qorán es el libro más venerado. Y para ellos, la prueba de la superioridad del Qorán (y del islam sobre otras religiones) es la perfección del idioma árabe.  “No hay árabe más perfecto que el árabe del Qorán, y no hay lengua más perfecta que la lengua árabe”. Pero ¿cómo se puede demostrar que una lengua es superior a otra? En la edad media la respuesta era “la poesía”. El idioma árabe tiene cierta plasticidad, que no tienen, por ejemplo, las lenguas occidentales. Esto permite crear un tipo de poesía “métrica”, donde los versos se escriben de una manera especial, organizados con precisión matemática. 

Un verso de este tipo puede estar escrito, por ejemplo , así: 

PRIMERA PALABRA (dos sílabas):  1. Media vocal, sílaba abierta. 2. Vocal larga, terminando en consonante.

SEGUNDA PALABRA  (dos sílabas): 1. Sílaba abierta, vocal larga. 2. Sílaba cerrada, vocal larga.    

TERCERA PALABRA  (dos sílabas): 1. Media vocal, sílaba abierta. 2. Vocal corta, sílaba cerrada.

CUARTA PALABRA  (dos sílabas).  1. Vocal larga, sílaba abierta. 2. Vocal corta, sílaba cerrada. 

En la poesía árabe, TODOS LOS VERSOS de un determinado poema van a conservar la misma estructura matemática. Pero para preservar esta sofisticada estructura métrica, que entre otras cosas facilita la adaptación de esos poemas a una gran variedad de melodías, había que sacrificar algo: el contenido de la poesía. De cualquier manera, esta métrica, imposible en otras lenguas como español, latín o griego, demostraba la superioridad teológica del islam.  

DUELO DE POETAS

El Rab Faur explica que los Rabinos de España, en ese entonces bajo el dominio musulmán, no podían no hacer nada frente a este desafío que representaba una amenaza a la continuidad de muchos judíos. Los famosos sabios Yoná Ibn J’annaj, Jasday Ibn Shaprut, y muchos otros gramáticos de la escuela Hebrea de Córdoba (siglo X y XI), comenzaron por formular, por primera, vez las reglas gramaticales del hebreo bíblico, haciendo posible entonces componer poesía en hebreo, algo que hasta ese momento no era muy común. Los Sabios judíos compusieron poemas «métricos» que eran tan elaborados como los poemas en árabe.    Pero con una ventaja: la poesía árabe sonaba muy bien, pero no decía nada, ya que era extremadamente difícil forzar contenido en esas estructuras tan cerradas. La poesía hebrea, sin embargo, además de preservar la sofisticada estructura métrica, era extremadamente rica en contenido. De hecho, el ejemplo de poesía métrica que mencioné más arriba corresponde a la primera estrofa de “A-don o-lam a-sher ma-laj,” un poema absolutamente «métrico», adaptable a una gran variedad de melodías, con un contenido teológico profundísimo (fue compuesto, según algunas opiniones por el famoso poeta Ribbí Shelomó Ibn Gabirol 1028 -1051) .

VIAJE AL CORAZON DE RIBBI YEHUDA HALEVI

El rab Faur termina su exposición sobre Yehudá haLevi explicando que desarrolló un nuevo genero de poesía que en español se llama: el género sionida, esto es,  la poesía que expresa el amor del pueblo judío por Sión, y el anhelo de regresar a Yerushalayim.  El Rab Faur dice que de esta manera Ribbí Yehudá haLeví fue también el precursor del sionismo moderno.   

Uno de los poemas más celebrados de Ribbí Yehudá haLevi es “Mi corazón está en el oriente”   

Veamos una estrofa de este hermoso poema. 

לִבִּי בְמִזְרָח וְאָנֹכִי בְּסוֹף מַעֲרָב אֵיךְ אֶטְעֲמָה אֵת אֲשֶׁר אֹכַל וְאֵיךְ יֶעֱרָב אֵיכָה אֲשַׁלֵּם נְדָרַי וֶאֱסָרַי, בְּעוֹד צִיּוֹן בְּחֶבֶל אֱדוֹם וַאֲנִי בְּכֶבֶל עֲרָב יֵקַל בְּעֵינַי עֲזֹב כָּל טוּב סְפָרַד, כְּמוֹ יֵקַר בְּעֵינַי רְאוֹת עַפְרוֹת דְּבִיר נֶחֱרָב

«Mi corazón está en el oriente [Israel]; mientras yo me encuentro en el fin de occidente [España].

¿Cómo habré de encontrarle gusto a lo que como, cómo habré de disfrutar la dulzura [en mi paladar mientras no estoy en la Tierra de Israel]?

¿Cómo habré de cumplir mis promesas y votos [en el Bet haMiqdash], mientras Sión se encuentra bajo el yugo de Edom [=la cristiandad, durante la primera cruzada en 1099 los cristianos conquistaron Jerusalem], y yo estoy aquí, atrapado en las ataduras de Arabia?

¡Con cuánta facilidad abandonaría todos los placeres de España, para que mis ojos se deleiten viendo el polvo de las ruinas del Santuario destruido…”. 

Al final de sus días, y luego de una complicadísima travesía, el Rab Yehudá haLevi cumplió su sueño llegó a Jerusalem.  Dicen que cuando por fin sus ojos vieron las ruinas del Bet haMiqdash, murió atacado por un jinete árabe, cerca del Muro de los lamentos.  Es por esta razón que las escaleras que bajan desde la ciudad vieja hacia el Kotel se llaman en su honor “ Ma’alot Ribbí Yehudá haLeví” (Las escaleras donde murió Rabbí Yehudá haLevi, z»l). 




Rabbenu Bajiyá (1045 – 1120) y los deberes del corazón

Quiero compartir con ustedes una clase del Jajam Yosef Faur z”l que escuché recientemente titulada “4 gigantes de Sefarad”. La clase fue dictada en inglés, en Miami, 1998. El Rab Faur menciona en orden cronológico a 4 rabinos que vivieron en la era de oro del judaísmo Sefaradí, entre los siglos IX y XIII de la era común.  Cada uno de estos rabinos introdujo una innovación que forjó la milenaria tradición de los judíos de España y sus descendientes. .  

El primer Jajam que menciona es Rabbenu Bajiyá Ibn Paquda.  Nació en Zaragoza, España, alrededor del año 1045.  No tenemos mucha información sobre su vida, pero sí sabemos que fue Dayán, un juez en la corte rabínica comunitaria; cargo que en esos tiempos se ejercía voluntariamente.

Su obra principal es el libro Jobot haLebabot, “Los deberes del corazón”, en el cual formula sistemáticamente los principios de la ética judía. El libro fue escrito en árabe y traducido al hebreo por el famoso Rab Yehudá Ibn Tibón.  

¿De qué se trata este libro? 

Como sabemos, la Torá contiene 613 mandamientos. 

El Rab Ibn Paquda divide los mandamientos en dos categorías: 1. Los preceptos que realizamos de una manera física, con nuestro cuerpo, nuestros bienes, etc (חובות האברים). 

 2. Los mandamientos que realizamos con nuestro corazón ( חובות הלבבות). 

Era la primera vez que un rabino hacía notar esta diferenciación 

Comenzaremos por la segunda categoría . 

LOS DEBERES DEL CORAZON 

El autor afirma que los mandamientos más importantes de la Torá se cumplen con “el corazón”, esto es, nuestro aparato psicológico, emocional e intelectual ( hoy diríamos “cerebro ” o “mente”). 

Algunos ejemplos. 

SHEMA ISRAEL: “Escucha Israel, el Eterno es nuestro Dios (y) es único”. 
Este versículo nos demanda “saber” que Dios existe y que solo Él existe.  Este mandamiento no nos ordena nada especifico que debemos hacer. Sin embargo, es un mandamiento absolutamente transformativo.  

Veamos. El hombre antiguo percibía que las fuerzas naturales eran independientes una de otra y se enfrentaban una con la otra: la oscuridad se enfrentaba a la luz; la enfermedad a la salud; el mal al bien, la guerra a la paz, la muerte al nacimiento.   Para el hombre pagano era absolutamente evidente que estas fuerzas provenían de orígenes diferentes. Imaginaban que los “dioses”  estaban enfrentados en un conflicto cósmico eterno. En este universo politeísta los seres humanos son meros espectadores, involuntarios, de estas guerras mitológicas, sobre las cuales no tienen control.   El mundo no fue creado, sino que apareció accidentalmente, producto de las batallas entre los dioses. La vida del hombre pagano no tenía ningún sentido trascendental. El objetivo era satisfacer los bajos instintos y evitar que los dioses desaten su ira contra los humanos. 

El monoteísmo de la Torá es contra-intuitivo. Para el hombre antiguo era imposible percibir el poder de UN CREADOR único que también está a cargo de este mundo. El saber que hay un sólo Dios Creador lleva al individuo a un nivel diferente de comprensión: el Creador estableció un diseño inteligente, donde (deliberadamente) opera un patrón de fuerzas opuestas que mantienen al mundo en un permanente equilibrio.  Saber que un Creador inteligente nos creó, le da propósito a la vida. Y nos empuja a encontrarlo y tratar de alcanzarlo.  El monoteísmo es evolución. O revolución. El “Shema Israel” como mandamiento exige una transformación total de nuestro “corazón”, de nuestro pensamiento.

VEAHABTA ET HASHEM ELOQEJA: “Y amaras al Eterno tu Dios”.

Uno no puede amar a Dios si vive amargado. Si no valora todo lo que tiene. El Rab Faur explica que  esta Mitzvá, “amar a Dios”,  no se puede cumplir a menos que uno sea feliz.  Y ser feliz requiere una transformación existencial. Ser feliz no consiste en tener todo lo que quiero sino en apreciar todo lo que tengo. Hay personas que tienen dinero, familia, salud y son infelices, porque no han desarrollado la inteligencia necesaria para apreciar.  Este mandamiento no se cumple de una manera física, pero al igual que el anterior, es absolutamente transformativo. Más que los mandamientos que cumplimos con nuestro cuerpo.

VEHAHABTA LEREAJA CAMOJA, “Amarás a tu prójimo como te amas a ti mismo”.  Amar en este sentido es aceptar.  Este mandamiento me dice que así como yo me amo a mí mismo a pesar de mis múltiples defectos, debo aprender amar al prójimo, a pesar de sus defectos. 

LOS DEBERES DEL CUERPO

En la primera parte del libro, la que se refiere a los mandamientos “físicos”, el autor señala que también estos preceptos tienen como objetivo, directo o indirecto, la transformación del corazón. Uno no puede observar los preceptos de la Torá de una forma mecánica y fría. Debe hacerlo con su mente y su corazón abierto. Como explicaron los sabios: “el corazón crece y se nutre de nuestras buenas acciones”.    



Quiero terminar presentando mi texto favorito del libro Jobot HaLebabot. Es una breve Tefilá, una plegaria, muy original. Normalmente, cuando uno reza le pide a Dios que cumpla sus deseos. Por ejemplo, si yo voy a tener una entrevista de trabajo, cuando rezo le pediré a Dios  que me ayude para que me acepten en ese trabajo, porque pienso que es para mí es beneficioso. Uno asume que sabe qué es bueno y qué es malo para uno mismo.  Esta plegaria, que solía estar impresa en los Sidurim Sefaradim como “Bet ‘Obed”  y (creo que) Tefilat haJodesh, nos enseña que la forma correcta de rezar es pedirle a HaShem que “por nuestro propio bien” Él tome la última decisión. Que si por ejemplo, yo le pido a Dios que me ayude a ser aceptado en ese trabajo, soy consciente que uno no siempre que es lo mejor para uno. Y entonces en esta oración le pedimos a Dios que sólo escuche mi ruego si lo que pido será beneficioso y que ignore mi solicitud si lo que le estoy pidiendo no me va a beneficiar. Y termina declarando: Tú me conoces mejor de lo que yo me conozco a mí mismo. Tu decision, HaShem, es mejor que la mía. Lo que Tú decidas yo con humildad aceptaré. 

“Dios mío, me presento ante de Ti sin ignorar mi pequeñez y mi conocimiento insuficiente de Tu grandeza y Tu trascendencia. Sé que Tú eres infinito y exaltado, y yo una criatura de muy poca importancia. Soy demasiado insignificante para alabarte y cantar o bendecir Tu Nombre,  que es santificado por los ángeles más altos y elevados. Lo único que me da el valor para dirigirme a Ti, es que Tú me has ordenado rezar, y así me has permitido alabar Tu exaltado nombre de acuerdo con mi limitada comprensión de Ti y de Tu gloria. Y por eso aclaro que me dirijo a Ti con toda humildad.

Y reconozco que cuando rezo y Te ruego que escuches mis pedidos, yo sé que Tú sabes mejor que yo lo qué es mejor para mí y cuáles son los caminos adecuados para mi vida. Por lo tanto, cuando expresó mis necesidades, no lo hago para que Tú las conozcas, ya que todo es sabido por Ti,  sino para que yo tome conciencia de mi permanente necesidad de Tu asistencia y de mi confianza en Ti.  Entonces, declaro que si por ignorancia, solicito algo que no es bueno para mí o que no me beneficia, acepto Tu elección en lugar de mi elección. Y dejo en Tus manos la decisión de escuchar (o ignorar) lo que mi corazón te pide. Porque Tu determinación es (sabia,) duradera y suprema . Como dijo David: «Dios, mi corazón no es arrogante, mi mirada no se eleva en altanería, no pretendo comprender las cosas que son demasiado grandes y misteriosas para mí”. Por lo tanto, me he entregado a ti, “como un bebé que amamanta y depende completamente de su madre … «(Tehillim 131: 1-2)»