Cuando un presidente se equivoca
En su tratado acerca de la Teshubá, Maimónides explica lo difícil que nos resulta admitir nuestros errores, y todos los ejercicios mentales que somos capaces de hacer para engañarnos a nosotros mismos y justificar nuestra equivocación. Hacernos cargo de nuestras torpezas -en hebreo: hakarat hajet- es probablemente el paso más difícil en el proceso de Teshubá, arrepentimiento frente a Dios o frente al prójimo.
En los días previos a Yom Kippur se espera que actuemos de una manera diferente: que dejemos de jugar el papel de abogados de nosotros mismos y adoptemos el papel de fiscales. Que evaluemos nuestros errores con la misma severidad que examinamos los errores de los demás. Admitamos que la “objetividad» no es un estado mental natural. Naturalmente tendemos a justificar nuestras equivocaciones y todo lo que hemos hecho se vuelve correcto ante nuestros propios ojos.
El caso del Rey David es típico. El Rey cometió un terrible pecado. Estuvo con una mujer casada y envió a su esposo, un valiente soldado, a una muerte segura en el frente de batalla. David no se arrepintió por el llamado de su propia conciencia. Tuvo que ser el profeta Natán, enviado por Dios para amonestar al Rey, el que lo ayudara a darse cuenta de la gravedad del pecado que había cometido. Natán tenía un plan. Llegó a la corte del rey David y le pidió audiencia para que emitiera su veredicto sobre un supuesto caso de robo. Recordemos que en ese entonces, el rey también era el juez supremo. Natán le presentó un caso ficticio para que el Rey lo juzgara: un hombre muy rico poseía cientos de animales. Su pobre vecino solo tenía una ovejita. Un día, el hombre rico recibió a un invitado importante en su casa. Pero le dio lástima tener que sacrificar a uno de sus propios animales y entonces el hombre rico decidió sacarle la oveja a su vecino, y sacrificarla para su invitado. El rey reaccionó con enojo ante esta injusticia. y dijo: «¡Ese hombre (= el rico) merece morir!» Entonces el profeta Natan se volvió hacia David y le dijo con mucha dureza: Atta ha-Ish…. “¡Tú eres ese hombre!”.
El rey podía haberse enojado con Natán, reprocharle su osadía y hasta condenarlo muerte por desacato contra el rey. Eso hubiera sido, digamos, lo normal, lo esperable en un soberano que por lo general no se excede en humildad. Pero el Rey David actúo de manera diferente. La perspectiva de la historia que relató Natán lo forzaba ahora a ver sus propios hechos con objetividad. Y habiendo ya dictado la dura sentencia de muerte contra sí mismo, llevado quizás inconscientemente por su sentimiento de culpa, el Rey David reconoció su grave error. Se arrepintió y confesó humildemente: «Jattati laHaShem …», «He pecado contra Dios».
Debido al daño irreparable causado por estas transgresiones, la infidelidad y el asesinato, a David no le fue permitido construir el Bet-haMiqdash, tal como lo había planeado. Pero Dios aceptó su arrepentimiento. Su hijo Salomón construye el Templo y el dinastía monárquica en el pueblo judío continuó con la descendencia de David. El Mashiaj, el rey que será proclamado cuando Israel regrese a su tierra y que construirá el Bet haMiqdash, será tanque un descendente del Rey David.
Lecciones que aprendemos del Rey David.
Los soberanos también se equivocan. Pero les cuesta más reconocerlo y admitirlo.
Un mandatario suele usar todo su repertorio para minimizar su culpa. Diciendo “Yo no fui». O termina haciendo lo que hizo Adam, el primer hombre, que le echó la culpa a su esposa…
La soberbia, que no lo deja reconocer sinceramente su falta, inevitablemente lo lleva a enredarse más en mentiras y argumentos interminables que le dificultan cada vez más admite la falta y pedir perdón.
No hay nada más conductivo a la aceptación del arrepentimiento que la confesión total, sin vueltas y lo más inmediata posible de la falta cometida: si uno con humildad reconoce que se equivocó, las puertas de la comprensión se abren.
HILJOT TESHUBÁ 1:1. Arrepentirse y decidir cambiar
HILJOT TESHUBA 1: 1 Arrepentimiento y vergüenza
והרי ניחמתי ובושתי במעשיי
Para Maimónides es necesario ser específico cuando uno verbaliza sus transgresiones y errores en el viduy o confession. Y además, necesitamos expresar (y / o despertar) dos sentimientos específicos durante esta confesión: el sentimiento de»arrepentimiento» y el sentimiento de «vergüenza». El viduy no es una confesión verbal mecánica y fría, no son meras palabras. Esta confesión debe ir acompañada de sinceros sentimientos de remordimiento.
Pero, ¿por qué debemos sentirnos avergonzados?
Los rabinos consideran que la «vergüenza» es uno de los tres elementos que caracterizan la personalidad y el carácter de un individuo judío. Explicaron que un judío transmite a sus descendientes tres cualidades. 1. Un judío es innatamente tímido y se avergüenza fácilmente (bayshanim). 2. Los judíos también somos innatamente generosos y altruistas (gomle hesed) y 3. Somos por naturaleza compasivos (rachmanim). Los rabinos del Talmud estaban tan seguros de estos «rasgos de carácter genético» que afirmaron que si un judío no tiene una de estas tres características «sus antepasados no estuvieron presentes en el Monte Sinaí» (un eufemismo para decir que tal individuo podría no ser étnicamente judío).
Además de considerar la «vergüenza» como una condición innata del carácter judío, en flagrante oposición a la idea de que la «jutzpah» es un atributo judío, nuestro Jajamim indicaron que la «vergüenza» es un paso necesario para nuestra Teshubá o arrepentimiento.
Maimónides escribe que cuando un individuo comete un pecado contra Dios, debe confesar y decir en voz baja «… me avergüenzo de mis acciones equivocadas». El sentimiento de vergüenza es un paso crítico en el proceso de la sincera Teshuba. ¿Por qué? Porque a diferencia de los sentimientos de «culpa» o “remordimiento” que son íntimos y privados, sentimos «vergüenza» cuando sabemos que nuestros malos actos son conocidos por los demás. Por lo tanto, sentir «vergüenza» al recitar el viduy significa que realmente sentimos la Presencia de Dios en ese mismo momento. HaShem es invisible, y es extremadamente difícil darse cuenta de Su presencia constante. Por lo tanto, no nos sentimos fácilmente avergonzados cuando hacemos algo mal en privado, porque no estamos frente a otras personas. Ahora bien, sentirnos avergonzados de nuestros pecados cuando estamos solos ante Dios, significa que hemos alcanzado un nivel muy alto de Emuna (fe). Significa que tenemos claridad con respecto a Su existencia. Y que Su presencia es tan real para nosotros como la presencia física de otros individuos.
Esta idea, sentir la Presencia de Dios al mismo nivel que sentimos la presencia de otras personas, fue expresada por Ribbí Yojanán ben Zakai. Cuando sus alumnos vinieron a visitarlo en su lecho de muerte, los bendijo diciéndoles: יהי רצון שתהא עליכם מורא שמים כמורא בשר ודם, “Les deseo que teman y respeten a Dios como temen y respetan a los hombres». “Maestro” preguntaron sus alumnos «¿Y es eso suficiente?” . Entonces Ribbí Yojanán les explicó que sentir la Presencia de Dios con la misma claridad que sentimos la presencia de otras personas, demuestra un nivel muy alto de fe.
Cuanto mayor sea nuestra conciencia de la Presencia de Dios, mayor será el sentimiento de vergüenza que sentiremos cuando nos arrepentimos y articulamos nuestros pecados. Y viceversa.
EQUEB: A corazón abierto en Calcuta
Solemos oír acerca de la «circuncisión» en el contexto del Berit Milá, la primera Mitzva que un niño judío experimenta en su vida, que consiste en remover el prepucio, la capa cutánea, que cubre el órgano masculino.Nuestra Parashá , Equeb, describe en uno de sus Pesuquim , versículos, un tipo diferente de circuncisión: la circuncisión del corazón. Pero, ¿qué es la circuncisión del corazón? La Tora dice (Deuteronomio 10:16.): «Y circuncidareis el prepucio de vuestro corazón …». ¿Que es el prepucio del corazón?
Nuestros corazones son capaces de crear una capa cutánea virtual, invisible al ojo, pero absolutamente real. En Hebreo, como en español, el corazón es el órgano asociado con las emociones, el amor y la sensibilidad («Te quiero con todo mi corazón», «Tiene un corazón de oro..», etc). El prepucio del corazón se va formando, por ejemplo, cuando dejamos de sentirnos incómodos frente a las cosas malas que suceden a nuestro alrededor.
El saqueo del Templo de Jerusalem y la construcción del Coliseo en Roma
Ver también este artículo: https://www.abc.es/historia/abci-holocausto-imperio-romano-judios-asesinados-para-construir-coliseo-201901290222_noticia.html?ref=https:%2F%2Fwww.google.com%2F
El delicado balance entre el duelo y la celebración
A raíz de la destrucción del Segundo Templo (año 68 de la Era Común), que dejó más de un millón de judíos muertos —un tercio de la población judía— cientos de miles de refugiados y un largo y tortuoso exilio, el estado de ánimo del pueblo judío sufrió un profundo cambio. Parecía que después de la destrucción, los sobrevivientes de Israel ya no serían capaces de seguir viviendo una vida normal, celebrar fiestas o poder disfrutar de cualquier tipo de alegría o placer. Los Yehudim se sentían profundamente deprimidos por lo que habían presenciado, y de manera similar a lo que ocurrió con muchos sobrevivientes del Holocausto, se sentían «culpables» de haber sobrevivido. Muchos pensaron en practicar un estado de duelo permanente, por lo menos hasta que el nuevo Bet-haMiqdash fuera reconstruido…
El Talmud (Baba Batra 60b) describe el estado de ánimo de los sobrevivientes y la sabiduría de un gran líder de su tiempo, Ribbí Yehoshua ben Jananiá:
Los Sabios nos cuentan la siguiente historia:
«Cuando el Templo fue destruido, muchos judíos comenzaron a vivir como ascetas, privándose de comer carne o beber vino. Ribbí Yehoshua les dijo: ‘Hijos míos, ¿Por qué no comen carne ni beben vino? Ellos respondieron: ‘¿Cómo vamos a comer carne, que solía ser traída como ofrenda en el altar (mizbeaj), ahora que el altar está en ruinas? ¿Cómo vamos a beber vino, que solía ser vertido como libación sobre el altar, ahora que el altar está en ruinas?’ Ribbí Yehoshua les dijo: ‘Si es así, no comamos más pan, porque la ofrenda del pan (lejem hapanim) también se ha interrumpido .’ Ellos dijeron: ‘[Tienes razón, no vamos a comer más pan, y desde ahora] consumiremos solamente frutas!. ‘ Pero ‘¡Tampoco podemos comer frutas! [les dijo Ribbí Yehoshua] porque en ausencia del Bet haMiqdash ya no se ofrecen más los primeros frutos (Bikurim).’. ‘Entonces, comeremos otros frutos de la tierra [verduras, legumbres, etc.] dijeron.’. ‘Pero, [dijo Ribbí Yehoshua ] tampoco podemos beber agua, porque la ceremonia del vertido del agua (nisuj hamayim) también se ha interrumpido.’ En este punto los ascetas [parushim] ya no encontraron ninguna respuesta posible, por lo que Ribbí Yehoshua les dijo: ‘Hijos míos, escuchadme. No llorar del todo por nuestro Bet haMiqdash, es imposible, pero llorar en exceso también es imposible, porque [si bien algunos pocos individuos pueden vivir una vida de privaciones] no se pueden imponer este tipo de restricciones, que la mayoría de las personas no son capaces de seguir.»
El Rab Yehoshua continuó explicándoles que la vida normal debe continuar. No podemos permitir que nuestro gran dolor por la destrucción del Templo produzca un estado de duelo y depresión permanente. Y que mientras el Templo se encuentre en ruinas esté prohibido consumir carne o beber vino, que son los símbolos de celebración. Tenemos que encontrar el delicado balance entre el duelo nacional y la alegría personal o comunitaria. A través de algunos actos simbólicos podemos recordar la destrucción del Bet haMiqdash en momentos de celebración y así, mientras nuestro Templo esté en ruinas, nuestra alegría nunca será completa.
Los Sabios entonces establecieron por ejemplo, que cuando una persona construye su casa debe dejar un codo [approx. 50 cm] cuadrado en la pared frente a la entrada de su casa sin revocar [sin cal y sin pintura], en recuerdo a la destrucción del Templo. También dijeron que en el día de su boda, el día más feliz en la vida de una persona, el novio debe tener presente a Yerushalayim por encima de su alegría, y esto se hace colocando cenizas en su cabeza en señal de duelo por el Templo [hoy, además, también acostumbramos a romper una copa de vidrio al final de la Jupá]. Y cuando se prepara una comida de celebración, hay que dejar de lado uno de los platos vacíos, en recuerdo de la destrucción del Templo.
Con mucho tacto, sabiduría y sensibilidad Ribbí Yehoshua y los Sabios de su época, encontraron el delicado balance entre el duelo que debemos guardar por el Bet-haMiqdash y una vida lo más normal y feliz posible.
4. Música y duelo antes del 9 de Ab
MÚSICA Y DUELO
Como ya hemos explicado, durante las tres semanas entre el 17 de Tamuz y el 9 de Ab observamos ciertas costumbres del duelo. No celebramos bodas, no recitamos Shehejeyanu, etc. ¿Se puede escuchar o tocar música durante estas tres semanas? La respuesta no es un simple “sí” o “no”, y en última instancia depende de la tradición de cada comunidad. ¿Por qué? Entre otras razones, porque el Shulján ‘aruj, al mencionar las costumbres y tradiciones de estas tres semanas, y en particular las restricciones una vez que comienza el mes de Ab, no indica nada explícito sobre escuchar o tocar música durante estos días. En las siguientes líneas vamos a explicar los diferentes puntos de vista respecto a la música y el duelo en fuentes judías.
MÚSICA ALEGRE Y MUSICA MELANCOLICA
La música es una de las mayores expresiones de felicidad. Cuando el pueblo de Israel cruzó el Mar Rojo y se dio cuenta de que finalmente estaba libre de sus amos egipcios, la hermana de Moshé Rabbenu, Miriam, comenzó a cantar y tocar instrumentos musicales que expresaban alegría y felicidad por su libertad. Desde la época talmúdica o antes, sabemos que la música también se tocaba en bodas y en muchas otras ocasiones festivas y alegres. La tradición judía también se refiere a la abstención de la música en tiempos de duelo. Una persona que está de luto no puede tocar ni escuchar música, ni asistir a una celebración donde se escuche música, en el caso del padre o la madre por ejemplo, durante todo un año. Por lo tanto, cuando una persona en duelo asiste, digamos, a un Bar Mitsva, puede participar de la ceremonia religiosa, pero no participa de la fiesta cuando hay música en ese evento. Con todos estos elementos en mente, debemos preguntarnos: dado que la música es una forma de expresar nuestra felicidad, y ya vimos que se evita la música en tiempos de duelo, ¿se permite tocar o escuchar música durante estas tres semanas, cuando estamos recordando la destrucción del Bet haMiqdash? Presentaremos ahora los puntos de vista de dos rabinos contemporáneos, el rabino Eliezer Melamed y el rabino Obadia Yosef z ”l.
TRES TIPOS DE MÚSICA
El rabino Eliezer Melamed (Penine Halajá, Zemanim, 141-146) explica que no se debe prohibir todo tipo de música durante estos días. En su opinión, la restricción original de los Jajamim de no escuchar música como parte de nuestro duelo por el Bet haMiqdash, se refiere a música de celebración, es decir, cuando la música «invita» a bailar, por ejemplo, o en un concierto en vivo, que la gente asiste específicamente para disfrutar de la música. Pero no toda la música es música «de celebración». La música clásica o la música de fondo en un centro comercial o gimnasio no está relacionada con la «celebración» o la «felicidad» o el festejo a través de la danza, y lo mismo podría decirse de tomar clases de música o escuchar el himno nacional, etc. El rabino Melamed también se refiere a la música melancólica. El Talmud relata que antiguamente era la costumbre tocar música melancólica en los funerales para inspirar a los corazones de los afligidos y alcanzar un estado de tristeza (Shabbat 151a). Basado en la distinción entre estos tres tipos de música (música de celebración, música inspiradora y música melancólica), el rabino Melamed dice que: 1. Uno debe evitar escuchar música de celebración durante las tres semanas. 2. Y hasta el comienzo del mes de Ab, se podría escuchar música clásica o no festiva. 3. Una vez que comienza el mes de Ab, y hasta el 9 de Ab, solo se permitiría música melancólica. La popular estación de radio religiosa israelí, Arutz 7, sigue esta opinión (www.inn.co.il).
CANCIONES vs. MÚSICA
El rabino Obadia Yosef z ”l tiene una opinión diferente, basado en un texto de Maimónides, Mishne Tora (Ta’aniot 5: 12-15), donde menciona las tradiciones de duelo que los rabinos establecieron después de la destrucción del segundo Bet haMiqdash. Entre esas restricciones, dice (5:14) “וכן גזרו שלא לנגן בכלי שיר וכל מיני זמר וכל משמיעי קול של שיר אסור לשמוח בהן ואסור…. “Los rabinos también prohibieron tocar instrumentos musicales y todo tipo de música y cualquier forma de canción: está prohibido regocijarse con esta música y escucharla porque no podemos olvidar la destrucción de Bet haMiqdash». Mientras el rabino Melamed explica que debemos distinguir entre música alegre y melancólica, el rabino Obadia Yosef distingue entre la música «acompañada por instrumentos musicales”, que Maimónides menciona en este texto, y la musica cantada o interpretada sin instrumentos musicales. Para el rabino Yosef, lo que hace que la música sea alegre o festiva no es su contenido, sino el hecho de que la música se toque con o sin instrumentos. El rabino Yosef indica entonces que está permitido escuchar o cantar canciones “a capella”, es decir, sin instrumentos, hasta Rosh Jodesh Ab, incluso si la música es de naturaleza festiva o de celebración.
CONCLUSIÓN
La mayoría de las comunidades sefardíes en nuestros días sigue la opinión del rabino Obadya Yosef, y la mayoría de las comunidades Ashkenazies adopta la opinión presentada por el rabino Melamed. También hay una tercera opinión, mencionada también por el Rab Melamed: se debe evitar escuchar o tocar música instrumental en vivo desde el 17 de Tamuz, y evitar todo tipo de música (incluida la electrónica: radio, ipad, etc.) desde el comienzo del mes de Ab.
Como regla, cuando encontramos un desacuerdo entre las autoridades rabínicas con respecto a ciertas costumbres o tradiciones (minhagim), cada persona debe seguir la tradición de su familia y su comunidad.
SHALOM BAYIT y los 5 lenguajes del amor
כָּל דֶּרְֶך אִישׁ יָשָׁר בְּעֵינָיו, וְתֹכֵן לִבּוֹת ה
Un individuo siempre piensa que su manera de actuar es la correcta y normal … Mishlé / Proverbios 21:2
Hace unos años leí un libro que me abrió los ojos a un nuevo y revolucionario concepto: «Los cinco lenguajes del amor» de Gary Chapman. El libro presenta una idea muy simple pero extremadamente importante: no expresamos nuestro cariño por los demás de una manera única y universal. De hecho, todos transmitimos nuestro afecto hacia el otro de diferentes maneras. Durante varios años ayudé y aconsejé a muchas parejas con problemas de Shalom Bayit (literalmente, “Paz en el hogar”), y debo confesar que desde que aprendí estas ideas pude asistirlos mejor. Además, ahora me pregunto si es posible vivir en armonía con tu cónyuge cuando uno ignora el concepto de “lenguajes del amor”. Porque solo cuando te das cuenta de que es normal que tu esposo NO exprese su afecto de la misma manera —o maneras— que tú lo haces, podrás superar las expectativas engañosas e inconscientes que reflejan tu forma particular de transmitir afecto. Cuando uno sin querer estandariza su propia manera de expresar amor, uno se siente decepcionado, porque asume equivocadamente que su esposa o esposo no lo ama adecuadamente, o no lo ama lo suficiente. Y eso crea una enorme frustración…
Intentaré resumir las cinco formas de expresar el amor.
1. PALABRAS DE AFIRMACIÓN. Muchos expresan su amor por el otro —marido-esposa, padres-hijos— a través de palabras de afecto, elogio y admiración que resaltan los propios sentimientos. Otras personas son menos expresivas con palabras. Un buen marido puede sentir un gran amor por su esposa e hijos, pero por alguna razón innata o adquirida, puede que no sienta la necesidad —o que no sea psicológicamente capaz— de verbalizar su amor y formularlo con palabras. Y si tu lenguaje de amor es a través de “palabras de cariño», y no sabes que las personas expresamos amor en diferentes idiomas, probablemente te sientas frustrado e incluso no amado por tu esposa o esposo
2. TIEMPO COMPARTIDO. Algunas personas canalizan su amor —y se sienten amadas— cuando pasan tiempo junto a la persona que aman. Para ellos “amar es compartir… tiempo juntos”. Les hace felices estar con su cónyuge: caminar, hablar, visitar un parque, jugar o leer algo, disfrutar de la compañía del otro, independientemente de lo que estén haciendo específicamente. Si tu expresas tu amor de esta manera, para ti «no se trata de QUÉ haces sino con QUIÉN estás».
3. OBSEQUIOS. Para algunas personas dar y recibir regalos es la forma principal, o una de las formas principales, de expresar el amor en el matrimonio: cuando me amas me das algo y cuando me regalas algo me amas. Si una persona identifica el amor a través de obsequios, no significa necesariamente que sea materialista. En todas las culturas del mundo, dar regalos es una forma tradicional de mostrar gratitud o reconocimiento. En el matrimonio, los regalos pueden ser símbolos de amor mutuo. Idealmente, lo que importa no es el valor material del obsequio, sino el hecho de que mi esposa pensó en mí o yo pensé en ella en nuestro aniversario de bodas, cumpleaños y particularmente en las fiestas judías (hay una Mitzvá especial para hacer feliz a la esposa obsequiándole regalos en Pésaj, Shabuot y Sucot!).
4. ACTOS DE SERVICIO. Esto significa hacer algo por la esposa o el esposo cuando no lo esperan. Algo que hace feliz a mi esposa y al mismo tiempo no forma parte de la descripción habitual de mis tareas. Un acto de bondad (jesed) realizado sin esperar nada a cambio: sino solo para expresar cariño. Una esposa podría, por ejemplo, sentir que su esposo le está transmitiendo su afecto cuando él hace algo inesperado que no forma parte de los deberes convencionales que se siguen en su hogar. Si, por ejemplo, la ayuda con algunas tareas domésticas específicas que ella suele asumir, sin que ella se lo pida. Ahora bien, si la esposa no comparte este lenguaje de amor, es posible que no considere la acción especial de su esposo como un acto de amor y tal vez lo pase por alto. ¿Ves el problema?
5. CONTACTO FÍSICO. Muchas parejas transmiten su amor mutuo principalmente a través del contacto físico: una caricia, un abrazo espontáneo, tomarse de la mano, etc. Para muchos esta es la forma «natural» de transmitir afecto, y no solo a su cónyuge sino también a sus hijos. Cuando expresas tu amor a través de este lenguaje, también esperas que tu cónyuge se exprese de esta manera. Pero, ¿qué sucede en este y otros casos cuando el esposo o la esposa expresan su amor en un idioma específico que no es correspondido por el cónyuge y uno se siente no-deseado o incluso rechazado? ¿Es posible que tu esposa esté expresando su afecto por ti en su propio idioma, y que tú no puedas identificar su amor?
Continuará
JUKAT: La vara vs. la palabra
Entre la Perashá de la semana pasada y la Perashá de esta semana , han pasado 40 años. Nos encontramos ahora en el último tramo de la travesía que comenzó cuando salimos de Egipto. La generación que había vivido en la esclavitud la mayor parte de su vida, desapareció. Los que quedan son sus hijos: que nacieron en la esclavitud pero tuvieron ahora el tiempo, 40 años, para desprogramarse de la mentalidad de esclavos y pensar y actuar como seres humanos libres. Ya no hay voces que reclaman volver a Egipto y vivir una vida de opresión pero sin responsabilidades. Esta nueva generación sabe que tiene que luchar para conquistar la tierra de Israel. Y no tienen miedo.
LA PREGUNTA
De cualquier manera, la situación no es fácil. Quieren entrar a Israel por el camino de Edom, la via mas directa, pero Edom no les facilita el ingreso. Tiene que bordear Edom. El camino es muy largo y están muy cansados. Miryam, la hermana de Moshé murió y el pueblo se queda sin agua. Entonces nos encontramos con un episodio memorable pero muy triste. El pueblo se queja por la falta de agua. HaShem le indica a Moshé, tomar su vara (maté), congregar al pueblo frente a una roca, hablarle a la roca y mostrarle al pueblo como de esa roca (por debajo de la misma) surgirá el agua. Moshé hace casi todo lo que HaShem le dice. La única digresión de la orden divina es que Moshé en lugar de hablarle a la roca, la golpea con su vara. HaShem le dice a Moshé, sin indicar explícitamente cuál fue su falta, que él y Aharón fallaron y que Moshé no va a liderar al pueblo al ingresar a la tierra de Israel. Yehoshua tomará el mando. Y Moshé morirá en el desierto.
Los comentaristas Bíblicos, Rashí, Radaq, Eben Ezra, Ramaban, etc. debaten respecto a cuál fue exactamente el pecado de Moshé. Ya que tiene que ser algo demasiado grave para merecer una sanción tan severa. Vamos a adoptar la interpretación de Rashí. “Moshé no tenía que haberle pegado a la roca, le tenía que haber hablado”. Creo que aún así nos puede parecer exagerado el castigo a Moshé. El error no es tan grave. Especialmente si tenemos en cuenta que HaShem le pide a Moshé que lleve su vara. Y también si recordamos que 40 años atrás, en una situación parecida, HaShem le ordenó a Moshé que extrajera agua de una roca, “golpeando” la roca. ¿Cómo se justifica ahora un castigo tan grande por un error tan pequeño?
UNA POSIBLE RESPUESTA
¿Qué les parece si vemos, en el contexto de recambio generacional, el aspecto simbólico de “pegarle” a la piedra o “hablarle” a la piedra? La generación anterior era una generación de esclavos. Acostumbrada a los golpes. Es posible que la única forma de hacerlos reaccionar era “la vara”, los castigos físicos. Esto es parte de su mentalidad de esclavos. La nueva generación es diferente. Van a entrar a la tierra de Israel como “el pueblo elegido”, el pueblo que sigue la Torá, el libro que enseña autodisciplina (Quedushá). El pueblo elegido no puede ser un pueblo violento. Tiene que ser un pueblo educado. Pensemos en la diferencia entre nuestra sociedad hoy y en la generación anterior. Hace solo 40 o 50 años atrás los maestros golpeaban a sus alumnos en la clase para disciplinarlos. El mundo, en ese aspecto, cambió radicalmente. En ningún país civilizado se concebirá que un maestro le pegue a sus alumnos. Esto era parte de la cultura. Charlie Chaplin y los 3 chiflados hacían reír por los golpes que se daban unos a otros. Lo mismo ocurría en el seno de las familias. Conozco muchos padres o esposos que fueron criados “a los golpes” y que hoy en día les cuesta liberarse de esa carga. No aprendieron a sustituir a la vara por la palabra. No saben establecer su autoridad por el peso de lo que dicen. Les cuesta muchísimo dejar de usar la violencia como una herramienta de persuasión en el seno de sus propias familias. No conocen otra forma de imponer su autoridad. En muchos casos, solo pueden liberarse de esta pesada herencia con ayuda profesional. Y en algunos caso, ni eso alcanza.
Es posible que en nuestra Perashá se trate de algo parecido. La nueva generación tiene que olvidar el poder de la vara y aprender el poder de la palabra. Es como si HaShem le hubiera dicho a Moshé “Toma la vara, ¡pero no la uses! Háblale a la piedra. No la golpees.” Quiero que la nueva generación se libere de la herencia de la esclavitud. Y que aprenda a usar la palabra.
Shabbat Shalom