Rab Yom Tob Tsahalón y el mejor regalo que un padre puede recibir de sus hijos

VIDA TEMPRANA

El rabino Yom Tob ben Moshe Tsahalón (1559-1619), también conocido por su acrónimo מהריטץ, fue alumno del rabino Moshé de Tirani (el Mabbit) y Moshé Alshej haQadosh. Es posible que también haya estudiado ocasionalmente con el Rab Yosef Caro, autor del Shulján ‘Aruj. Fue un niño prodigio. Desde muy temprana edad combinó su avanzada inteligencia con la pasión por el estudio de la Torá. Refiriéndose a su aprendizaje de adolescente con el Mabbit y el rabino Alshej, él mismo escribe: “Me dediqué a estudiar día, tarde y noche, sin interrupción… aferrándome al polvo de los pies de las dos grandes luminarias [sus dos maestros] y bebiendo con sed sus palabras y enseñanzas… [Durante todo este tiempo] no descansé ni me distraje: únicamente me dediqué a aprender los Juicios Divinos [las Leyes de la Torá]…. Sufrí la burla de mis amigos cuando vieron que me conducía tan estrictamente por estos buenos caminos, me despreciaron porque no hice lo que hacían todos los jóvenes de mi edad… pero aún así no me distraje de mis estudios… ya que mi mayor deleite siempre fue aprender las Leyes Divinas…”

UN RABINO MUY JOVEN

El esfuerzo dio sus frutos. Cuando tenía 20 años, el joven Rab Tsahalón comenzó a escribir sus primeros Pesaqim, es decir, su Responsa Rabínica, algo reservado para rabinos muy experimentados. Tenemos constancia de que a la edad de 25 años algunos de los rabinos más importantes de la época, como el rabino Shemuel Yafe de Constantinopla (1525-1595) consultaron con el joven Tsahalón en todo tipo de casos de jurisprudencia rabínica. Algunas de esas respuestas fueron publicadas en el libro más famoso del rabino Tsahalon “She-elot Utshubot Maharitats”. El libro fue impreso en Venecia, Italia, en 1694 (ver enlace aquí). Y es una colección de preguntas y respuestas rabínicas, sobre temas de rituales judíos y cuestiones legales.

EL MEJOR REGALO DE PURIM

Uno de los libros menos conocidos del rabino Tsahalón, pero quizás el más fascinante, es un comentario sobre Meguilat Ester, el Libro de Ester. El nombre del libro es “Leqaj Tob”.

Y se me ocurren al menos tres razones para afirmar que este es un libro excepcional.

1. Este libro se publicó en el año 1577. Teniendo en cuenta que nació en 1559, cuando publicó su libro solo tenía 18 años, lo que significa que escribió este libro ¡en su adolescencia!

2. El rabino Tsahalón basa su comentario en dos elementos fundamentales: 1. El Talmud y las ideas del Midrash. 2. Y un análisis agudo y minucioso del lenguaje bíblico, donde muchas veces des-cubre un nuevo significado al releer el mismo texto con un “microscopio mental”, analizando los detalles casi imperceptibles de las palabras hebreas. Este tipo de análisis lingüístico fue siempre característico de los rabinos sefaradíes.

3.  Leqaj Tob fue también ¡el primer libro impreso en la tierra de Israel! Hasta el año 1577 no había imprentas en Israel. Los libros judíos se publicaban principalmente en Italia (Venecia, Roma, Ferrara) o Turquía. La primera imprenta en la historia de Israel fue establecida en la ciudad de Tsefat (Safed) por el rabino Eliezer ben Ytshaq Ashkenazi, que trajo su propia imprenta desde Lublin (Polonia). De todos modos, esta imprenta no duró mucho, solo diez años, y se imprimieron únicamente seis libros (para saber más sobre la fascinante historia de la primera imprenta en Israel, consulte el artículo: “Early Hebrew Printing from Lublin to Safed: The Journeys of Eliezer ben Isaac Ashkenazi” de Marvin Heller). En un hermoso gesto de amor y respecto hacia sus progenitores, el rabino Tsahalón dedicó este libro a su padre como parte de su «mishloaj manot»: su regalo para la festividad de Purim.

Veamos ahora un par de ejemplos de su comentario.

 

1. EXCEPCIÓN RELIGIOSA

Una de las preguntas más famosas de la Meguilá es ¿por qué Mordejai se negó a inclinarse al saludar a Hamán? El Midrash explica que Hamán portaba un ídolo alrededor de su cuello, lo que lo convertía en un representante (virtualmente: una encarnación humana) de un dios y, por lo tanto, arrodillarse ante Hamán equivaldría a practicar idolatría. La siguiente pregunta entonces es: ¿Por qué Mordejai permaneció en la corte del Rey? ¡Si no se arrodillaba ante Hamán, como aparentemente el rey lo había indicado, debería haber renunciado a su puesto en la corte, retirarse y no poner en peligro la vida de los judíos del imperio persa! El rabino Tsahalón observó que las palabras que describen la negativa de Mordejai a arrodillarse están escritas en tiempo futuro, y aunque en muchos casos, este tipo de conjugación debe entenderse como refiriéndose a algo que va ocurriendo , en este caso particular debemos entenderlo en el original «tiempo futuro». Por lo tanto, el texto (3:2) estaría diciendo, que “mientras todos los oficiales que estaban en la corte del rey se arrodillaban y se postraban ante Hamán, porque el rey así lo había ordenado… Mordejai no debía arrodillarse, y no debía postrarse [ante Hamán, porque el rey así lo había ordenado ] “.  El rabino Tsahalón explica brillantemente que el rey en realidad le había otorgado a Mordejai un permiso especial, una excepción religiosa por ser judío. El monarca, que obviamente estaba familiarizado con la observancia judía, excusó a Mordejai de arrodillarse ante Hamán. Pero Hamán no estaba contento de ver a Mordejai de pie mientras todos se arrodillaban ante él. Hamán, por su extrema vanidad, se sintió humillado y conspiró para matar a todo el pueblo judío como una mega-venganza personal contra Mordejai. Hamán seguramente sabía que el Rey le había concedido la excepción a Mordejai, y es por eso que cuando le presenta al Rey su plan para exterminar a «una nación desobediente», nunca menciona nada sobre la negativa de Mordejai de arrodillarse ante él.  

Esta explicación, hasta donde yo sé, es original del rabino Tsahalón.

2. 70 DÍAS DE TERROR

Al leer la Meguilá, podríamos pasar por alto lo que vivieron los judíos una vez que la noticia del edicto llegó a sus lugares de residencia. En ese edicto había instrucciones explícitas de que en una fecha determinada, el 13 de Adar, todos los judíos iban a ser asesinados. No había lugar para apelaciones ni excepciones. Esta terrible carta fue enviada desde Shushán el 13 de Nisán (11 meses antes del “día de la ejecución”) y debió llegar a las ciudades del imperio al cabo de unos días o semanas . Ahora bien, ¿qué pasó una vez que llegó la carta? ¿Podían los judíos continuar con sus vidas normalmente? ¿Podían escapar? Parte del siniestro plan de Hamán era que los ejecutores voluntarios podían quedarse con los bienes de las víctimas que mataran, por lo que todos los voluntarios potenciales (que no escaseaban) querían asegurarse de que ningún judío escapara hasta el día del genocidio. Los Midrashim cuentan que muchos de los vecinos gentiles mostraban sus afilados cuchillos a las horrorizadas madres judías, burlándose de ellas y diciendo que con esos cuchillos matarían a sus pequeños hijos. El Midrash también explica que los futuros perpetradores celebraban con anticipación la masacre y planeaban entre ellos cómo distribuir los bienes y posesiones de los judíos. El rabino Tsahalón añade lo siguiente: que una vez oficializado el edicto, los judíos fueron “detenidos” o “encarcelados” (משועבדים), probablemente con la colaboración del ejército imperial, para evitar que escaparan con sus bienes o que salvaran la vida. Pensando en la Europa de 1940-1945, podemos visualizar que fueron llevados a “campos de detención» o «concentración” donde decenas de miles de judíos esperaban como reos de muerte el día de su ejecución. Los judíos no podían hacer nada para defenderse. Solo orar, ayunar y esperar un milagro. Que B»H finalmente sucedió. Fueron 70 días de terror lo que tuvieron que sufrir hasta que la segunda carta fue enviada desde Shushán, revocando el edicto y con órdenes de «castigar a todos aquellos que planeaban ejecutar a los judíos». 

 Para leer el libro Leqaj Tob ver este link  (hebrewbooks.org).




El Rabino Abraham Portaleone y el programa de estudios de 4 horas diarias

SUS PRIMEROS AÑOS
El rabino Abraham Portaleone (אברהם משער אריה, 1542-1612) nació en la ciudad de Mantua (Mantova), Italia. La familia del rabino Abraham se encontraba en una buena posición económica y esto les permitía, entre otras cosas, brindar a los hijos la mejor educación posible, tanto en Torá como en estudios seculares. El joven Abraham comenzó a estudiar Torá con su padre, como era la tradición en esos tiempos. Luego, su padre contrató para él tutores privados que eran grandes luminarias de Torá, como el rabino Moshé Kazés y el rabino Ya’aqob MiPano. También estudió en profundidad los libros e ideas de Maimónides con el rabino Yosef Sinai. Su ordenación rabínica le fue otorgada por su mentor, el rabino Abraham Provenzal, quien fue también su constante fuente de inspiración (רבו המובהק). Con él, subraya el rabino Portaleone, «tuve el mérito de estudiar Guemará», es decir, el Talmud. Aparentemente, esta observación parece ser un énfasis innecesario, a menos que recordemos que las interminables persecuciones que los judíos tuvieron que soportar en la Europa cristiana incluían la confiscación y la quema de cada copia del Talmud que la Iglesia y sus oficiales pudieron encontrar. En 1553, por ejemplo, los inquisidores confiscaron todos los ejemplares del Talmud, y en Rosh HaShanah de ese año (9 de septiembre) el Talmud y muchos otros libros judíos fueron quemados en el Campo dei Fiori. En 1559 por orden de Pablo IV, uno de los Papas más antisemitas de todos los tiempos, los judíos tenían que entregar su Talmud o arriesgarse a ser expulsados ​​y sus propiedades confiscadas. De abril a mayo de ese año, la Iglesia quemó entre diez y doce mil volúmenes del Talmud. Por lo tanto, durante el resto del siglo XVI, no se pudo encontrar una edición completa del Talmud en ninguna parte de Italia.
 
TORA Y MEDICINA
Paralelamente a sus estudios de Torá, el joven rabino Portaleone estudió medicina. Para los rabinos sefaradíes e italianos, el ejercicio de la medicina era una profesión y una fuente de ingresos digna. La familia Portaleone ya contaba con cuatro generaciones de médicos. El propio rabino Provenzal le enseñó al joven Abraham los conceptos básicos: fisiología, ciencias y latín, el idioma de los estudios académicos. Después de tres años de estudios intensivos, el rabino Portaleone recibió su título de Doctor en Medicina de la Universidad de Pavía, una ciudad cercana a Milán, a la edad de 21 años (¡sic!). En su libro Shilté haGuibborim afirma que incluso durante esos años que se dedicó a la medicina intensivamente, nunca dejó pasar un día sin estudiar Tora. Y atribuye su constancia en el estudio de la Torá a la inspiración del rabino Abraham Provenzal. A la edad de 24 años, recibió su licencia para ejercer la medicina de manos de 35 médicos en la ciudad de Mantua. Al principio trabajó a las órdenes de su padre en su consultorio médico y poco a poco lo fue reemplazando, ya que su padre no gozaba de buena salud. En aquellos días, los médicos judíos tenían prohibido tratar a pacientes no judíos, a menos que tuvieran un permiso especial. En 1573, el Papa Gregorio XIV le concedió al Rab Portaleone una dispensación especial para atender pacientes cristianos. También fue nombrado médico de don Guglielmo Gonzaga, duque de Mantua, y a petición suya escribió dos tratados de medicina: el más conocido es un libro sobre las propiedades curativas del oro. A lo largo de su vida, también se desempeñó como Mohel de la comunidad y en su registró menciona la circuncisión de 360 ​​bebés. También era el médico jefe de la comunidad judía y trataba sin cargo a los miembros necesitados de la comunidad.
 
AÑORANDO EL BET HAMIQDASH
A la edad de 62 años, el rabino Portaleone contrajo hemiplejia, la parálisis de medio cuerpo. Pasó nueve meses postrado en la cama. Cuando finalmente se recuperó, comenzó a escribir su obra maestra, el libro “Shilte haGuiborim”. Este texto fue escrito como una guía de oración y estudio de la Torá para sus tres hijos (dos de ellos también fueron médicos), y la mayor parte de los 90 capítulos del libro están dedicados al Bet haMiqdash, el Templo Sagrado de Jerusalem, ya que las oraciones que recitamos diariamente son en realidad en lugar de los sacrificios que se ofrecían en el Templo. El autor describe la construcción y la arquitectura del Templo, los utensilios que allí se usaban, los Servicios Divinos: los sacrificios, el incienso, etc. Shilte haGuibborim es quizás el libro más completo jamás escrito sobre el Gran Templo de Yerushalayim. Es prácticamente una enciclopedia de todo lo que uno necesita saber sobre el Bet HaMiqdash. Además, el autor enriquece nuestro conocimiento comparando cada tema con información científica, técnica e histórica contemporánea, mostrando que la Torá se anticipó al conocimiento de su época por siglos o milenios. El libro describe, por ejemplo, los diferentes cánticos que cantaban los levitas y los instrumentos musicales que se empleaban en el Templo; gemología y mineralogía para identificar las piedras que solía usar el Cohen Gadol. Mi parte favorita son los once capítulos (78-88) que dedica a explorar e identificar una por una todas las plantas y especies utilizadas en el Quetoret (incienso).
 
MAAMADOT
En los tiempos del Bet HaMiqdash, se ofrecían diariamente sacrificios e incienso. Estas tareas eran llevadas a cabo por los Cohanim y los Leviim. Había 24 guardias de Sacerdotes que servían en el Templo por dos semanas cada año. Estas guardias de Cohanim se llamaban Mishmarot. Mientras estos sacrificios se realizaban en el interior del Templo en la parte exterior del Templo (ver imagen principal) y en varios pueblos en todo el territorio de Israel, un grupo selecto de voluntarios (también divididos en 24 guardias), en su mayoría israelitas, pero también Cohanim y Levitas, participaban de un Servicio Divino diferente: dedicando unas horas al día a la oración intensa, al ayuno y al estudio de la Torá: estudiando cada día de la semana en un texto diferente Estos grupos eran conocidos como Ma’amadot (ver más información aquí). La pregunta que queda es: ¿Hay algo que podamos hacer en nuestros días para compensar por las Mishmarot y los Ma’amadot del Bet haMiqdash? Si bien los sacrificios ya no se pueden ofrecer porque el Templo ya no existe, siguiendo la idea de los Rabinos, nuestras oraciones–Shajarit, Minjá, Arbit– “compensan” estos sacrificios. Y por el otro lado los Ma’amadot pueden ser «recreados» a través de un programa de estudio, un curriculum de Tora, con textos que sean recitados y estudiados todos los días. El autor exhorta a sus hijos y a sus lectores a adoptar un régimen de cuatro horas de estudio de la Torá, al que apropiadamente llama: Ma’amadot. Este programa incluye: Versículos bíblicos de la Parashá de la semana con su traducción aramea (שמו»ת), textos de los Profetas, las Escrituras (Ketubim), la Mishná, el Talmud, el Midrash y el Zohar. A diferencia del famoso libro Joq LeIsrael, el programa diario del rabino Portaleone se divide en tres sesiones diarias: la primera sesión, que debe durar unas dos horas, se estudia por la mañana (Shajarit). La segunda sesión, alrededor de treinta minutos, por la tarde (Minjá). Y la sesión nocturna, que debe durar una hora y media, cuando uno dice Arbit. Según el rabino Portaleone, estas cuatro horas –la sexta parte de nuestro día– es el tiempo mínimo que un individuo judío debe dedicar al estudio de la Torá.
 
Presentamos aquí un texto del libro Shilté haGuibborim con el programa de estudio correspondiente al martes de la semana de Parsahat Terumá, sesión nocturna.
 
 



El Rab Obadiá de Bertinoro (1455-1515) y la pobreza en Yerushalayim

SUS PRIMEROS AÑOS

El rabino Obadiá ben Abraham de Bertinoro, conocido popularmente como “Bartenura”, nació en el año 1455. Fue alumno del famoso Rabino Yosef Colón, מהריק, y ejerció como rabino de su propia ciudad, Bertinoro, en la provincia de Cesena, Italia. Allí se desempeñó también como banquero. Su nombre se menciona en la parte superior de la lista de banqueros autorizados para otorgar préstamos a los residentes cristianos en un documento oficial del Papa Inocencio VIII, fechado el 12 de febrero de 1485. Al cumplir sus 30 años decidió establecerse en la tierra de Israel, y específicamente en Yerushalayim, Jerusalem. Tenemos detalles muy minuciosos de su viaje a Israel –que en esos tiempos no era ni fácil ni corto– ya que muchas de las cartas que describen esta travesía fueron encontradas y publicadas, como lo mencionaremos más adelante.

DE ITALIA A JERUSALEM

A finales de 1486 abandonó su ciudad natal. Pasó por Roma y Nápoles y finalmente llegó a Palermo, Sicilia, donde permaneció tres meses, y cada Shabbat prounicaba el sermón,  en la sinagoga local. En Palermo, la ciudad principal de Sicilia,  vivían alrededor de 850 familias judías, todas en una mismo barrio situado en una de las mejores areas de la ciudad. Los judíos de allí eran artesanos, herreros o estibadores. Y trataron de convencerlo para que se quedara como Rabino de esa comunidad, pero rehusó el ofrecimiento porque su mayor deseo era establecerse en Yerushalayim. Viajó a través de Rodas, Grecia,  hacia Alejandría, Egipto, donde llegó a principios de 1488. De Alejandría procedió a El Cairo, donde el Rab Natan ha-Kohen Shoulal, dirigente principal de la comunidad local (naggid), lo recibió con grandes honores. También allí le ofrecieron permanecer como rabino, indicándole entre otras cosas que la situación de los judíos en Jerusalem era muy precaria,  pero nuevamente se negó. Continuó su viaje a través de Gaza —que en ese entonces era la cuarta ciudad con mayor población judía de Israel (luego de Jerusalem, Safed y Hebron) y de allí se trasladó a Hebrón. Finalmente llegó a Yerushalayim en la víspera de Pésaj de 1488. A su  llegada fue recibido por el rabino de la ciudad,   y se hospedó en su casa por el resto de la festividad. 

SI ME OLVIDARE DE TI, OH JERUSALEM…

En esos años Jerusalem estaba bajo el control de los mamelucos, un grupo musulmán que dominó la ciudad hasta 1517.  En Jerusalem vivían unas 4.000 familias gentiles, musulmanes y cristianos. La comunidad judía local contaba con aproximadamente 70 familias. Muchos judíos habían muerto de hambre, literalmente.  Los más pudientes habían escapado de la ciudad santa por los exorbitantes impuestos que les demandaban los mamelucos. Los pobres no tenían donde ir y su vida se hacía  insostenible.    Según escribe el Rab Obadiá: “en la ciudad había muchas viudas y ancianos pobres…  los que tienen un poco de pan para comer…se consideran ricos… “.   El rab Obadiá también cuenta  que quien lo recibió al llegar era un rabino italiano, Ya’aqob de Colombano. Este rabino era tan pobre que únicamente se permitía comer un pedazo de pan durante Shabbat, mientras que durante la semana se alimentaba de las vainas secas de algarrobo que los productores desechaban después de producir la famosa “miel de algarrobo” o algarrobina (ver aquí https://es.wikipedia.org/wiki/Algarrobina). 

LAS SINAGOGAS

El Rab Obadiá también escribe que unos años antes de su llegada había en Jerusalem unos 300 Sifré Torá—rollos de Torá rituales que se leen en la Sinagoga. Pero ahora virtualmente ya no quedaban más. Los “me’ilim» , es decir, las fundas decoradas hechas de telas finas que envuelven a estos rollos, y sus adornos que muchas veces se hacen de metales preciosos,  habían desparecido ya que las sinagogas eran frecuentemente saqueadas. La única Sinagoga que funcionaba en Jerusalem era muy precaria, estrecha y oscura.   Sin embargo, el Rab nota que había algo muy especial en Jerusalem: las plegarias. Que no eran comparables en su belleza con ningún otro lugar en el cual él había orado. Los sábados por la mañana, escribe el rabino, «los hombres se levantan una o dos horas antes del amanecer a cantar las dulces plegarias ” conocidas como “baqashot”. Luego recitaban el Kaddish, y entonces dos oficiantes (jazanim) comenzaban las plegarias con la recitación del Shemá Israel, al salir los primeros rayos del sol (vatiquin).

CORRUPCION

El Rab Bartenura se queja de la corrupción generalizada en Jerusalem. Cuenta como ejemplo que un hombre musulmán mató a su propia madre, degollándola con un cuchillo, en un ataque de ira. Cuando lo trajeron ante el tribunal local, el asesino se justificó diciendo que estaba borracho. Como sabemos, los musulmanes tienen prohibido en su religión beber alcohol, y por lo tanto,  no producen ni venden bebidas alcohólicas. ¿Cuál fue entonces el veredicto de los jueces? El tribunal culpó a la comunidad judía por haber producido el vino que provocó a este hombre emborracharse y asesinar a su madre. Los jueces, que siempre buscaban obtener algún beneficio económico,  impusieron a la comunidad judía pagar una multa de 6 monedas de oro «por el crimen cometido», y el asesino quedó libre.

DESDE TUS RUINAS TE CONSTRUIRÉ

Al principio el Rab Obadiá tuvo que hacerse cargo personalmente de todas las necesidades materiales de la comunidad. Incluyendo cavar las tumbas en el cementerio judío y enterrar a los muertos, ya que nadie más podía dedicarse a este deber religioso. El Rab Obadiea decidió abocar todos sus esfuerzos a recaudar fondos para ayudar a la población judía de Yerushalayim y evitar que esta ciudad quedara sin poblacion judía. Sus amigos y conocidos en Italia le proporcionaron generosamente el dinero necesario para asistir a los pobres. Con el tiempo y gracias a la solidaridad de los judíos italianos y de otros países pudo establecer instituciones de beneficencia y asistencia médica para los enfermos. Emanuel Hai Camerino de Florencia, a quien el rabino Obadiá le había confiado la administración de sus propiedades en Cesena, le enviaba 100 ducados (monedas de oro) al año, a lo que él añadía otros 25 ducados de su propio bolsillo para la caridad, junto con otros donativos de parte de los familiares y amigos del Rab Obadiá.  Así la comunidad judía fue creciendo y también el nombre de su principal benefactor:  el Rab de Bertinoro, que desde que llegó a Jerusalem, trajo su bendición.   Al cabo de unos años, gracias a la excelente reputación de integridad que tenía el Rab Obadiá en Jerusalem, los mismos musulmanes acudían a él para que resolviera disputas legales y conflictos comerciales, ya que sabían de su honestidad.

DE CASTILLA A JERUSALEM

En 1492 el mundo judía fue sacudido con la notica de la expulsion de los judíos de España. Los refugiados no tardaron en llegar a Turquía, Egipto, Safed  y también a Jerusalem. El rabino Obadiá se convirtió en el líder espiritual de estos refugiados y los ayudó a sostenerse materialmente, ya que llegaban sin dinero, y para quedarse en la ciudad debían pagar un impuesto a los mamelucos, el yiziá, que se cobraba por cabeza. Lo que significaba que con el aumento de la población judía los pesados impuestos se incrementaban cda vez más. Sin embargo, luego de unos pocos años, estos judíos que habían llegado de España sin nada, pero que tenían oficios y estaban entrenados en el comercio internacional, comenzaron a crecer económicamente, y la comunidad judía de Yerushalayim comenzó a florecer. Como muestra de su enorme gratitud, los exiliados de España le hicieron al Rab Obadiá de Bertinoro el mejor regalo que él podía haber soñado: le construyeron su propia Yeshibá (academia rabínica) en Yerushalayim. ¡Esta fue la primera Yeshibá en Jerusalem luego de 1200 años! 

El Rab Obadiá fue declarado como “abi hayishub”, patrón o benefactor máximo de la ciudad de Jerusalem.

Murió en 1515 y su cuerpo descansa en el Har HaZetim (Monte de los Olivos)  el cementerio más famoso de Yerushalayim y del mundo judío.

REVIVIENDO EL IDIOMA HEBREO

El Rab Obadiá de Bertinoro es conocido principalmente por su comentario a la Mishná. La Mishná comprende las tradiciones orales rabínicas, es decir, la aplicación y los detalles de todas los preceptos de la Torá. La Mishná se estudia por lo general junto con la Guemará,  o Talmud, que la explica, la expande y elabora sus detalles.  Maimónides fue el primer rabino que escribió un comentario independiente sobre la Mishná, basado obviamente en las explicaciones de la Guemará. El rabino Obadiá siguió su ejemplo y escribió su propio comentario sobre la Mishná, que se convirtió en el más popular durante siglos. Al punto que es difícil encontrar una edición de la Mishná que no contenga su comentario.  ¿Por qué razón el libro del Rab de Bertinoro fue más aceptado que el comentario de Maimonides?  Porque a diferencia de Maimónides que escribió originalmente en árabe, el comentario del rabino Obadiá fue escrito en hebreo.

Aparte de este comentario, el Rab Obadiá escribió tres famosas cartas que describen su travesía y que contienen invaluables descripciones de la gente y las costumbres de las comunidades judías que visitó en el camino, desde Italia hasta Jerusalem. Estas cartas fueron escritas a su padre y a su hermano y se publicaron con el nombre «Darjé ión» y «HaMasa le-Eres Yisrael”. 




YITRO: ¿Creer en Dios o usar a Dios?

DEBERES DEL CEREBRO

Este Shabbat leeremos Perashat Yitro, que contiene los Diez Mandamientos, un tema de inagotable profundidad. Veamos un ejemplo. El primer mandamiento es el más difícil de entender como mandamiento, porque no está formulado como una orden. No especifica ninguna acción que debamos realizar. Y no comienza con las palabras «No …», como «No matarás». Parece ser, más bien, una introducción a lo que está por venir. «Yo soy HaShem tu Dios, que te liberé de la tierra de Egipto, de la casa de esclavos». Siguiendo a Maimónides, se suele explicar que este mandamiento expresa nuestro deber de “creer” en HaShem. No debería sorprendernos que la Torá nos ordene algo que está relacionado con pensamientos y sentimientos y no con acciones. Pensemos por ejemplo en el último de los Diez Mandamientos, la prohibición de envidiar, que también hace referencia a una emoción que debemos controlar, una reprogramación moral de nuestro cerebro.

CREER ES COMPORTARSE

Una vez que entendemos que este mandamiento no impone ninguna «acción», repasemos nuevamente cuál es su contenido. Según Maimónides creer en Dios significa «saber que HaShem es nuestro Eloqim», es decir, aceptar a Dios como la Autoridad Suprema a la que debemos obedecer. Este mandamiento nos enseña que es HaShem, y no los humanos, Quien define lo que está bien y lo que está mal. Saber que Él es nuestro Legislador implica que debemos seguir Su guía en nuestro comportamiento y conducta. Hay una diferencia muy importante entre la definición popular de «creer en Dios» y la definición judía de «aceptar su autoridad». Como explica Jordan B. Peterson, cuando los periodistas le preguntan repetidamente si cree en Dios: la simple afirmación verbal «Creo en Dios» o «No creo» es prácticamente irrelevante. ¿Por qué? Porque es posible “declarar nuestra fe en Dios” refiriéndonos a un “dios” imaginario en nuestra mente, y no al Dios de la Biblia. Imaginemos por ejemplo a alguien que dice que cree en Dios, pero ignora Sus mandamientos. No le importa aprender o seguir Sus leyes y Sus instrucciones. Este individuo cree en un «dios para emergencias». ¿Se considera eso la verdadera «fe» en el Dios de la Torá?

RELEYENDO EL PRIMER MANDAMIENTO

Demasiadas personas supersticiosas, pertenecientes a todas las religiones (¡incluida la nuestra!) profesan este tipo de creencia en un dios que te sirve, pero al que no hace falta obedecer. Quizás por eso en Su «presentación oficial» a Su pueblo en el Monte Sinaí –el Primer Mandamiento — Dios se introduce a Sí mismo como «Eloqeja», «Tu Soberano», la Autoridad Suprema que exige cierto comportamiento de ti, que te guía, y que recompensa a los justos y castiga a los pecadores. Es cierto que además de ser “Eloqeja” nuestro Soberano, Dios también es nuestro redentor: ¡el Primer Mandamiento menciona que Él nos salvó de la esclavitud egipcia! Pero el mensaje principal del  Primer Mandamiento es la obediencia, no la oración a Dios. Se enfoca en aceptar a HaShem como nuestra Autoridad. Y fue formulado de esta manera quizás para evitar ese tipo de relación inmadura en la que Dios solo existe para solucionar mis problemas. “Servir” a Dios no es como servir a los ídolos. Los dioses paganos no exigen nada de tu conducta personal. A los ídolos no les importa lo que hagas con tu vida. No esperan de ti obediencia sino tributos, regalos. No se preocupan por ti, pero te usan. Y te permiten usarlos cuando los necesitas a cambio de algo que les ofrezcas. La relación entre dioses paganos y personas paganas es estrictamente una relación de quid pro quo.

DIOS COMO PADRE

Pero HaShem no nos pide nada «para Él» a cambio de sus buenos consejos. Toda la relación entre Dios y nosotros no es una relación de conveniencia, sino de amor. Le obedecemos porque confiamos en él. Porque sabemos que le importa de nosotros. Nuestra relación con HaShem es como la relación entre padres e hijos. Cualquier cosa que Dios me pide que haga o no haga es, en última instancia, por mi propio bien. La máxima expresión de fe, de creer en Dios, consiste en actuar de forma coherente con Su existencia. Es lo que “hago” lo que expresa mi fe (o mi falta de fe), más que lo que digo o lo que digo que creo.




La Jelbená del Quetoret y las notas del perfume Chanel Nro 19

Dios le dijo a Moshé:  Toma especias aromáticas, gota [de balsamo], uña aromática y gálbano, especias y resina pura; en una medida equivalente (Ex. 30:34)

IDENTIFICANDO A LA JELBENA 

La Torá menciona por su nombre 4 de las 11 especias aromáticas que se usan en la elaboración del Quetoret, el incienso que cada día impregnaba al Bet haMiqdash con un deliciosos perfume. Este incienso se ofrecía (haqtará) en el Templo dos veces por día: por la mañana y por la tarde. La fórmula, que consistía en un preparado de las 11 especias ultra m olidas y mezcladas, se elaboraba una vez por año (pitum haquetoret). Previamente mencionamos las 2 primeras especies que hacían parte del Quetoret: el Tsorí y el Tsiporen (ver abajo). La tercera especie que menciona la Torá para la preparación del Quetoret es la Jelbená.

Como hemos visto que ocurre con las otras especies, los rabinos (rishonim) no siempre están de acuerdo con la identificación de estos elementos. En su libro Shilté haGuibborim, una obra monumental dedicada enteramente a todos los temas del Bet haMiqdash, el rab Abraham Portaleone (1542-1612) analiza lo que otros sabios antes que él escribieron sobre la Jelbená y concluye que en su opinión se trata de la planta conocida como «gálbano». Previamente menciona la opinión de Maimónides, quien dice que la Jelbená es una resina de consistencia melosa y color oscuro (debash shajor) y que posee una fragancia fuerte. El árbol que menciona Maimonides, del cual se extrae la Jelbená, se llama en árabe Mei’a  y se encuentra particularmente en Grecia.   

HUELE MAL…. ¡A MENOS QUE LO MEZCLES!

El rabino Portaleone hace algo que no suele hacer: rechaza la opinión de Maimónides. ¿Por qué? En primer lugar, identifica el árbol al que se refiere Maimónides, mencionando su nombre en latín “liquidambar orientalis”. Luego, explica que ese no puede ser el árbol de Jelbená, entre otras razones, porque los Sabios del Talmud dejaron muy claro que todas las especies que se usaban para hacer el Quetoret tienen un aroma muy agradable, con una sola excepción: la Jelbená. Y la savia del “liquidambar orientalis” huele muy bien. Su candidato para Helbena es entonces el gálbano. Primero porque el nombre (helbena, gálbano) da fe del origen similar, lo que hace mucho más segura la identificación. En segundo lugar, el rabino ofrece una serie de evidencias y testimonios que ayudan a identificar la Jelbená con el gálbano. Una de las evidencias que trae es que en el bosque, la gente quema gálbano por la noche para defenderse de los animales salvajes.  El olor del gálbano quemado es tan malo que ahuyenta a las serpientes y otros animales peligrosos. También dice que si una persona frota un poco de gálbano en su cuerpo, el mal olor de esta planta lo protegerá de las picaduras de insectos (ver el análisis completo sobre la Jelbená en Shilte haGibborim, Makhon Yerushalayim edition, 2009, par. 347-348).

USOS MODERNOS DEL GALBANO

Como bien explicaron los rabinos, cuando el gálbano se usa o se quema solo, produce un olor muy desagradable, pero cuando se lo agrega a otras sustancias aromáticas, el gálbano actúa como un catalizador y, de hecho, aumenta la fragancia de las otras especies creando un olor agradable y duradero.  El gálbano se obtiene como resina a partir de su flor. Esta resina tiene una consistencia pegajosa y gomosa y un fuerte olor agrio, y al parecer la planta es originaria de Persia. Esta  planta perenne puede crecer hasta cuatro metros de altura. El olor fuerte, agrio pero distintivo del gálbano todavía se usa hoy en día en la industria del perfume contemporáneo. Fragancias como «Must» de Cartier, «Vent Vert» de Balmain, «Vol De Nuit» de Guerlain, Silver Mountain Water de Creed y Chanel No. 19.

LA LECCIÓN DE LA JELBENA

Los Sabios aprendieron y nos enseñaron una gran lección a partir de la inclusión de la Jelbená entre los elementos del Quetoret. Desde tiempos bíblicos se ha establecido que cuando una comunidad judía sufre alguna calamidad, como epidemias o sequías severas, se declaran días de oración y ayuno comunitario. Estos ayunos se mantienen los lunes y jueves, hasta que la situación mejora. En el tratado de Keritot 6b los Sabios establecieron una regla muy interesante respecto a quién debe participar en estas oraciones públicas. Dijeron que estas oraciones comunitarias no pueden ser dichas exclusivamente por los miembros más piadosos de la congregación. De hecho, dijeron que si estos ayunos comunitarios no incluyen entre sus participantes a los «pecadores» y «rebeldes» del pueblo judío, el ayuno no cumple su propósito.

כל תענית שאין בה מפושעי ישראל אינה תענית שהרי חלבנה ריחה רע ומנאה הכתוב עם סממני הקטורת

La fuente que utilizaron los Sabios para esta idea de inclusión es la presencia de la agria Jelbená entre las dulces especias aromáticas del Quetoret. La Jelbená por sí sola tiene un olor amargo y desagradable, pero cuando se la incluye, saca lo mejor de todas las demás especias. No todos los judíos son perfectos, pero todos necesitan estar representados. La palabra TZIBUR en hebreo “congregación”, esconde un acróstico con las tres categorías de Yehudim que componen una congregación: צבור: צ = צדיקים, ב = בינונים, ור = שעים “ Los justos; los individuos de un nivel de observancia medio; y los transgresores»

La fragancia de una comunidad -su nivel espiritual- no será el ideal  si no trata de acercar a los que se han descarriado y que debemos ayudar a que vuelvan a ser parte de la congregación a través del arrepentimiento «teshubá». Cuando vemos a todos los individuos de Israel como miembros de un mismo pueblo, esa unión nos fortalece y nos hace dignos de la atención y la bendición de HaShem.




LOS JUDÍOS EN EGIPTO: De la prosperidad a los impuestos y de los impuestos a la esclavitud

En las próximas líneas explicaremos que la esclavitud a la que sometió el Faraón egipcio a los judíos tuvo dos fases, con dos propósitos distintos.
EXODO 1:11: Entonces impusieron sobre ellos capataces para debilitarlos con duros trabajos. Y los judíos edificaron para Faraón las ciudades fortificadas de Pitom y Ramsés.
En la primera fase de la esclavitud el Faraón hace trabajar a los hijos de Israel para construir Pitom y Ramses. Los judíos trabajaban “para el gobierno”. Esta esclavitud era un procedimiento “legal”, impositivo.  El monarca egipcio –irónicamente desde el tiempo de Yosef –era también el “Amo y Señor” de todos los egipcios. Los egipcios eran sus súbditos y el Faraón podía demandar de ellos cualquier tipo de servicio: sumarse a su ejército para defender su territorio o trabajar en los proyectos de construcción que el soberano consideraba necesario.
En esta primera fase, el trabajo de los judíos consistía en construir las ciudades de Pitom y Ramses, que según la interpretación más aceptada, eran fortificaciones posiblemente de uso militar. Este dato no es superfluo. Estas fortificaciones no eran construidas con ladrillos comunes (adobe, ver  aquí  ) como las casas o templos, sino con piedras talladas. Podemos suponer que los judíos trabajaban en las canteras extrayendo la roca, tallándolas (“los egipcios fueron los primeros en emplear la piedra tallada para erigir templos, pirámides y otras edificaciones monumentales” idem) y cargando las pesadísimas piedras, que a veces, como en el caso de las pirámides, pesaban varias toneladas, y montarlas una encima de la otra.
Por último, debemos comprender cuál era el verdadero propósito de la esclavitud impositiva en esta primera fase. Cuando el Faraón pronuncia su famoso discurso de propaganda denunciado el supuesto peligro que los judíos representan para Egipto, propone un plan estratégico para afectar su procreación. Esclavizarlos y hacerlos trabajar en la construcción de día y de noche, era la manera de evitar que cuando regresaban a sus casas no tuvieran ni el tiempo ni la energía de procrear. Así, de una manera sofisticada, legal y no violenta ( הבה נתחכמה לו ) se reduciría significativamente la tasa de natalidad de los judíos. La construcción de estas fortificaciones, por lo tanto, no era el propósito de la esclavitud, sino la excusa para frenar el crecimiento demográfico de judíos. Pero, como la Torá lo dice explícitamente en el próximo versículo, el plan del Faraón no produjo los resultados esperados.
EXODO. 1:12: Pero cuanto más oprimían [a los judíos con trabajos forzados, los judíos] más procreaban y más se multiplicaban. Y los egipcios se sintieron amenazados por los hijos de Israel. 
El plan del Faraón falló. El pueblo de Israel no se debilitó sino que, por el contrario, se fortaleció y siguió creciendo.
En este punto, el Faraón decide comenzar con la fase 2 de la esclavitud de los hebreos, los trabajos forzados que se consideran “parej”.
EXODO 1:13: Y entonces los egipcios hicieron trabajar a los hijos de Israel con “párej” (=de manera permanente).

ויעבידו מצריים את-בני ישראל בפרך

LA SEGUNDA FASE DEL CAUTIVERIO 

Explicamos anteriormente que la primera fase del cautiverio egipcio no fue lo que normalmente se conoce como “esclavitud». De hecho en los versículos 11-12 la palabra esclavitud no está mencionada. En esa primera etapa el Faraón demandó de los judíos un tributo, un impuesto, laboral: la construcción de las fortificaciones de Pitom y Ra’amses. Más que «esclavitud», este fue un periodo de “trabajos forzados”. Demandar estos tributos laborales no era poco común. Ni ilegal. Lo que sí era excepcional es el motivo que el Faraón expresó explícitamente para demandar estos trabajos forzados a los judíos: Debilitarlos. Empobrecerlos. Agotarlos mental y físicamente, para que no se pudieran reproducir más y poco a poco desaparezcan de Egipto.

Pero la Torá dice que el plan del Faraón no funcionó.  Los judíos lejos de debilitarse se fortalecieron . Nuestros Sabios lo atribuyen al heroísmo,  la valentía y el sacrificio de las esposas judías. Ver aquí.

El Faraón entonces puso en marcha la segunda parte de su plan. Ahora, por primera vez, se menciona la esclavitud, definida con la palabra clave “parej”, que significa esclavitud perpetua. Es decir, el sometimiento incondicional del esclavo al amo (chattel slavery).

ESCLAVOS y PRISIONEROS

Para comprenderlo mejor, recordemos que en la primera fase,  la de los “trabajos forzados”, los judíos tenían que cumplir con la misión asignada: construir los proyectos del Faraón.  Los judíos debían obtener o pagar por el material de estos proyectos, las piedras , etc. Y podían dedicarse a la construcción personalmente o contratar trabajadores que lo hicieran por ellos. Una vez terminando el proyecto, podían regresar a sus vidas y a su rutina.

En la segunda etapa, “párej” los judíos no tenían asignado un trabajo específico. Ahora fueron declarados esclavos perpetuos de los egipcios. Su tiempo, las 24 horas de cada día, le correspondía a sus amos. Sus amos disponían totalmente de su tiempo y determinaban el tipo de trabajo que le querían asignar. Este tipo de servidumbre no era la esclavitud clásica de los sirvientes que se compraban y vendían en el mercado de esclavos. Esta terrible esclavitud estaba reservada para los prisioneros de guerra, los del bando enemigo, los individuos hacia los cuales se sentía una gran animosidad. Ahora, los judíos ya no eran tratados como “trabajadores” cuya labor había que aprovechar; sino como enemigos, a los que había que eliminar.

EL GENOCIDIO

Esta intención del Faraón también se percibe cuando analizamos el contexto en el cual comienza el cautiverio de los judíos. La Torá menciona que al principio el Faraón pretendía frenar la natalidad judía. Ahora, cuando esto falla, el Faraón persigue un objetivo superior: el genocidio de los judíos.  La esclavitud tenía como propósito matar a los judíos y aprovechar la mano de obra gratis en el proceso.

Tal como ocurrió en los campos concentración, la vida de los prisioneros judíos no tenía ningún valor. Ni siquiera un valor laboral. Pensemos en los millones de esclavos africanos que fueron llevados de África a América, Estados Unidos o Brasil en el siglo 18 y 19.  Estos esclavos se adquirían a un alto precio. Lo amos los explotaban en las plantaciones de algodón o tabaco (los hacían trabajar 18 horas por día!) pero también cuidaban de ellos. Si un esclavo se lastimaba o se enfermaba el amo se preocupaba por él y lo hacía ver por un doctor.  Esto no lo hacían por compasión sino por conveniencia. Para cuidar de “suss bienes”. En algún sentido, los amos trataban a estos esclavos “tan bien” como trataban a sus animales.

Pero el caso de los prisioneros esclavizados era diferente.  En los campos de concentración no había enfermerías para atender a los prisioneros enfermos o heridos.  El tratamiento hacia estos individuos era mucho pero que el tratamiento a los animales. Cuando se enfermaban se los dejaba morir, o los se los mataba. Eran mano de obra absolutamente descartable. Los prisioneros eran tratado con animosidad. Y eran “aprovechados” como mano de obra gratuita para el beneficio de fábricas y empresas hasta que morían de hambre, enfermedad o extenuación. Y luego se los reemplazaba por el siguiente prisionero, que nunca faltaban. Se los sometía deliberadamente a los trabajos más peligrosos e insalubres, como la extracción del lodo del Nilo o del carbón en las minas de Mauthausen, porque el propósito no era el producto del trabajo sino la solución final.

Extermination through labour (or «extermination through work», Vernichtung durch Arbeit) was the practice of concentration camps in Nazi Germany to kill prisoners by means of forced labour.




SHEMOT: ¿Cómo se evitó la asimilación en Egipto?

Cuando nuestro patriarca Ya’aqob se aprestaba a descender a Egipto y reunirse con su hijo Yosef —el segundo hombre más poderoso de Egipto— tuvo miedo. Y dudas. HaShem se reveló a Ya’aqob y le dijo: “No tengas miedo de descender a Egipto, Ya’aqob, allí haré de ti una gran nación”. ¿Cuál era el temor de Ya’aqob? 

PREVENIR ANTES QUE CURAR 

Nuestro patriarca temía que sus nietos y sus bisnietos se asimilasen a la cultura egipcia, y terminaran siendo “egipcios de origen semita”. La asimilación de los inmigrantes a la tierra que los acoge no solo es común, sino normal y en cierta manera, deseable. En Estado Unidos hay nietos y bisnietos de inmigrantes italianos, irlandeses o polacos, que llegaron aquí al principio del siglo XX (o antes!) y hoy se consideran a sí mismos 100% americanos. No tienen, que yo sepa, ninguna conexión “existencial” con la antigua tierra de sus antepasados o su cultura, excepto quizás en temas culinarios. Este era el miedo de Ya’aqob. Que sus descendientes se asimilen.Ya’aqob hizo dos cosas para prevenir la asimilación. En primer lugar, según nuestros Sabios, Ya’aqob envió a Yehuda antes de que llegará la familia y le encomendó organizar un Talmud Torá, una escuela judía. De esta manera, podrían seguir inculcando a sus hijos los valores de Abraham Abinu. En segundo lugar, Yaaqob le pidió a Yosef que al morir llevase su cuerpo a la tierra de Israel. De esta manera, los nietos y bisnietos de Ya’aqob tendrían siempre presente que su lugar definitivo está en Israel.  

YOSEF SE UNE AL ESFUERZO 

Yosef, por su parte, también tomó varias medidas para evitar la asimilación. En primer lugar, estableció a su familia en la tierra de Goshen, una tierra apartada. Y le dejo claro al Faraón, y a su propia familia, que seguirían dedicándose a la ganadería, un trabajo que estaba prohibido para los egipcios, por sus convicciones religiosas (creían que los animales encarnaban el espíritu de sus dioses y sus muertos). De esta manera, Yosef quería que su familia mantuviera una relación social limitada con los Egipcios.  y con códigos religiosos diferentes. En tercer lugar, Yosef, tal como lo hiciera su padre, hizo jurar a sus descendientes que su cuerpo también tenía que ser sacado de Egipto y llevado a la tierra de Israel. 

APARIENCIA, NOMBRES Y LENGUAJE 

Y hay más. En el aspecto social los judíos rehusaron adoptar ciertos elementos de la sociedad egipcia. Los hijos y descendientes de Israel mantuvieron la vestimenta tradicional semita, y no adoptaron la vestimenta egipcia. Dicho se de paso, si bien creo que no tenemos muchos detalles de cómo era esa vestimenta judía, muy probablemente en los hombres se trataba de una barba corta y túnicas especiales. La imagen que vemos arriba muestra una familia semita (los egipcios no eran semitas) que llegaba de Canaan y se ve claramente la diferencia con los egipcios en estos dos elementos. La forma de vestir de los descendientes de Ya’aqob era lo suficientemente significativa para distinguir visualmente al judío del no judío.  Nuestros Sabios también explican que los Yehudim no cambiaron sus nombres hebreos por nombres egipcios. Así, aunque el judío no estuviera presente, cuando alguien mencionaba a “Levi” o “Shimón” sabían que se estaban refiriendo a un individuo judío.  Finalmente, tampoco cambiaron su lenguaje. Esto quiere decir que los padres hablaban en sus casa hebreo con sus hijos, posiblemente en las escuelas se enseñaba en hebreo y puede ser también (es solo una sugerencia de mi parte, sin mucha evidencia…) que si su lengua materna era el hebreo, cuando hablaban egipcio lo hacían con “acento hebreo”. 

EGIPTO, VISTO DESDE CHINA 

Respecto al origen de estos 3 elementos, mi hijo David, que es Rab en la sinagoga Sefaradí de la ciudad de Shanghai (China) compartió conmigo su Jiddush (=interpretación creativa). Me dijo que estos 3 elementos fueron los mismo que la Torá menciona respecto a Yosef, cuando a la fuerza tuvo que asimilarse al mundo egipcio. Cuando Yosef sale de la cárcel, lo rasuran y lo visten como un egipcio. Luego, cambian el nombre de “Yosef” por un nombre egipcio, “Tsafnat Pa’aneaj” (el descifrador de lo oculto). Y finalmente, también vemos que Yosef adopta el lenguaje egipcio como su primera lengua, ya que cuando se comunicaba con sus hermanos, antes de darse a conocer, lo hacía a través de un traductor.  No creo que sea casualidad que estos mismo tres elementos hayan sido identificados por nuestros Sabios (¡o quizás por el mismo Yosef!) como los elementos que llevan o aceleran la asimilación de un grupo humano a su nuevo entorno.   

APRENDIENDO DEL PASADO 

Para resumir, para luchar contra la asimilación, en su nuevo lugar de residencia los descendientes de Ya’aqob tenían su propio sistema de educación judía; mantenían una conexión de identidad muy fuerte con la tierra de Israel; vivían en comunidad; trabajaban en una industria en la cual los egipcios no participaban; su apariencia era judía; sus nombres eran hebreos y hablaban en hebreo.  

(Continuará….)




El 10 de Tebet: Recordando a las víctimas del Holocausto

YOM HAKADDISH HAKELALI
En el moderno Estado de Israel, el día 10 de Tebet también es considerado el día del Kaddish haKelaly. De acuerdo con el Gran Rabinato de Israel, el diez de Tebet se debe encender una vela en la Sinagoga y se recita la hazkará lejalalé haShoá, la oración en memoria de las víctimas del Holocausto. Además, especialmente en comunidades Ashkenazim, se acostumbra que todas aquellas personas cuyos padres no están vivos digan en ‘asara beTebet el Kaddish Yatom en memoria de los fallecidos en la Shoá , cuyos nombres se desconocen o que no dejaron descendencia (Rabbanut haRashit Leisrael, luaj dinim uminhaguim, páginas. 55,109).
Este punto requiere más explicación.
En 1949, y antes de que se estableciera el día de Yom HaShoah, el Gran Rabinato de Israel decidió que el diez de Tebet fuera asignado como el día nacional en memoria de las víctimas del Holocausto. Los rabinos principales de Israel recomendaron formas tradicionales judías para recordar a los muertos en la Shoá, como el estudio de la Mishná Miqvaot, la recitación de Tehilim, el encendiendo de velas y particularmente la recitación colectiva del Kaddish por las víctimas del Holocausto cuyos nombres y fecha de la muerte son desconocidos. El ayuno, la expresión judía más común de dolor, ya se realizaba de cualquier forma en el diez de Tebet.
Otras líderes políticos, sin embargo, consideraron que el horror del Holocausto debía ser recordado en un día especial que fuera dedicado exclusivamente a la memoria de las víctimas de la Shoá. “Para los sobrevivientes había sólo un día digno de ser conmemorativo del aniversario del Holocausto, el 19 de abril, el día que comenzó el levantamiento del gueto de Varsovia, la mayor rebelión de todas, que mantuvo a los nazis a raya durante un período más largo que el gran ejército francés”. Así es como en 1953 el 27 de Nisan (el 19 de abril 1943) fue elegido por la Keneset de Israel para conmemorar Yom haShoá.
Desde entonces, y en la práctica, hay dos días en los cuales se recuerda el horror del Holocausto y a sus víctimas: Yom haShoá, y el día de hoy, ‘asara beTebet, el día en el que mucha gente, especialmente en Israel, dicen el Kaddish colectivamente, para recordar a las víctimas del genocidio nazi.



¿Qué es la Septuaginta?

Mañana martes 14 de Diciembre vamos a observar el Diez de Tebet, un día de ayuno que nos recuerda tres eventos trágicos. El evento principal que recordamos en este día es el inicio del sitio a Yersuhalayim. Cuando Nebujadnetsar,  rey de Babilonia, asedió la ciudad de Jerusalem en el año 586 aec. Pero hay otros dos eventos que también recordamos en este día:. La traducción de la Torá al griego  (8 de Tebet), y la muerte de Ezrá haSofer (9 de Tebet).

El 8 de Tebet, aproximadamente en el año 260 aec, en Alejandría, Egipto, el rey Ptolomeo ordenó a 72 eruditos judíos, seis por cada tribu de Israel,  traducir la Torá al Griego. El Rey Ptolomeo intentaba demostrar la inexistencia de una interpretación judía unificada de la Torá, y por lo tanto tener una excusa para delegitimizar la tradición judía y humillar al pueblo de Israel. Para este efecto, los sabios judíos fueron colocados en cuartos de trabajo separados. Así, pensó el monarca griego, sería imposible que todos tradujeran de la misma forma el texto bíblico. Sin embargo, milagrosamente, todos los sabios tradujeron cada palabra de la Tora de la misma forma.

Esta traducción de la Torá es conocida como la Septuaginta (en latín, «setenta»). A pesar de que fue hecha por destacados Sabios de Israel, la Septuaginta no se considera una traducción que sigue necesariamente la tradición rabínica (La única traducción judía oficial de la Torá es el la traducción aramea «Targum Onqelos», targum didán, hecha ca. 100 de la era común). Como se explica en el Talmud Yerushalmí (Meguilá 9), en muchos casos los autores de la Septuaginta se desviaron deliberadamente de la interpretación tradicional de la Tora y adaptaron el texto bíblico a la mentalidad griega y sus sensibilidades para evitar una situación de peligro para los judíos. Un ejemplo: En lugar de traducir: «En el principio creó Dios…», tradujeron: «Dios creó en el principio». ¿Por qué? Porque para la mentalidad griega, la primera palabra de esta frase se consideraría el sujeto principal de la oración. Si hubieran traducido «En el principio creó Dios», los griegos hubieron entendido «En el principio creo a Dios». Es decir,   como si un dios mitológico llamado «Bereshit», («En el principio», es decir, un dios que gobierna el tiempo, como el mitológico «Cronos» o su hijo «Zeus») fue el que engendró a Eloqim ח»ו.

En su conjunto, la traducción de la Torá al griego fue considerada por la historiografía judía como un evento negativo. ¿Por qué? Porque la Biblia hebrea pasó a ser de ahora en más un libro que cualquiera se jactaba de comprender plenamente, incluso los gentiles que ignoraban por completo el idioma original de la Tora: el hebreo.

Además, en los tiempos de los Jashmonaim,  la Septuaginta fue ampliamente utilizada por los judíos asimilacionistas para avanzar sus planes de sincretizar los valores griegos y los judíos.
Tres siglos más tarde, la Septuaginta allanó el camino para el avance de las religiones «bíblicas» no-judías.   A diferencia de la idolatría pagana, que era claramente antagónica a la Torá, estas nuevas religiones estaban supuestamente basadas en la Torá de Am Israel. Irónica y cínicamente, la Biblia ahora se interpretaba a voluntad y capricho para justificar ideas o creencias no-judías o incluso anti-judías ¡»en el nombre de la Biblia»! Toda esta nueva tendencia causó tragedias incontables para el pueblo judío durante siglos o milenios. Como lo explica Timothy McLay, «las Escrituras judías como fueron estudiadas, leídas e interpretadas en la lengua griega, fueron la base de gran parte, si no de la mayoría, del contexto interpretativo del Nuevo Testamento.»




¿Qué pasa si no llueve?

En el mundo moderno, donde la mayoría de nosotros vivimos en zonas urbanas y no en granjas, es difícil apreciar la importancia de la lluvia… Para nosotros, la lluvia es más una molestia que una bendición …. Hoy, quiero compartir con los lectores algunos datos sobre el agua y la lluvia, que espero nos ayuden a entender por qué alabamos a nuestro Creador por el milagro de la lluvia, cuando decimos la hermosa Tefila: mashib haruaj umorid hagueshem (= Tú eres Quien hace que el viento sople, y que la lluvia descienda [sobre la tierra])
¿Qué es lo que hace que nuestro planeta sea único en el universo? Podrías decir: «la vida». Y eso es cierto. Pero hay un elemento que permite que la vida exista, y que de acuerdo a nuestra Torá, fue creado por HaShem antes que la vida. Es algo que los científicos buscan cuando investigan otros lugares en el universo para encontrar «vida». Probablemente, estarás pensando en el «agua». Y estarás parcialmente en lo cierto. Para ser más precisos deberíamos decir que nuestro planeta posee: «agua líquida». ¿Por qué? Porque se han encontrado en otros planetas en nuestro sistema solar que tienen agua , pero en forma de hielo. Nuestro planeta es privilegiado por ser el único pequeño lugar en todo el universo que posee «agua líquida», gracias al Diseño Inteligente y Divino de la masa de la Tierra, la masa del Sol, y en particular la perfectamente ajustada distancia entre nuestro planeta y el sol.
Pero éste no es el final de la historia del agua. El agua normal, es decir, el agua de mar, no es suficiente para sostener la vida humana y animal o las plantas. Todas las criaturas que viven en tierra firme, incluyendo a los humanos, necesitan agua-sin-sal para sobrevivir. Ese precioso líquido se llama «agua dulce». El agua dulce o agua fresca es lo que permite que exista la vida en nuestro planeta. Y la única fuente de agua dulce en todo el universo es la «precipitación». La «precipitación» incluye: nieve, niebla, granizo y principalmente «lluvia». La palabra «precipitación» se utiliza normalmente como sinónimo de «lluvia»). De acuerdo a Maimónides (Moré Nebujim  2:30) y muchos otros Jajamim, el mecanismo de la formación de la lluvia se estableció en el segundo día de la Creación. Cuando HaShem separó las aguas superiores (nubes) de las aguas inferiores (océanos). El científico John Lynch, el autor del libro «El Clima» (p.84, 1996, BBC) describe con sus propias palabras a las nubes como aguas superiores: «Vivimos en un planeta de agua. Los mares dominan el mundo, pero también hay un océano alrededor de nosotros y un océano por encima de nosotros». El segundo día se dedicó por entero al milagroso mecanismo de la conversión del agua del océano en el líquido más precioso en todo el universo: la lluvia. (Así también lo explica rabbi Moshé Jefets en su libro Melejet Majashebet pgs. 10-11, edición Viena).
De toda el agua que se encuentra en en el planeta Tierra, sólo el 2,75% es agua dulce (que se puede beber). El 2,05%  está congelada en los glaciares. El 0,69% es agua subterránea. Y sólo el 0,0101% de toda el agua del planeta Tierra es agua dulce que se encuentra en la superficie del planeta, esta es el agua potable distribuida en todos los lagos y ríos del planeta. Este 0.0101% de toda el agua del planeta es la que utilizamos todas las criaturas que vivimos en tierra firme, incluyendo los humanos, para nuestra supervivencia. Y su exclusiva fuente es la precipitación. El segundo día de la Creación se dedicó por entero a establecer el proceso de la conversión de agua del océano en el líquido más escaso, exótico y preciado en el universo entero: la lluvia.
Es por eso que nuestros Jajamim consideraron a la lluvia como una de las bendiciones más importantes de Dios a la humanidad. En la segunda berajá de la ‘amida (geburot), cuando decimos mashib haruaj umorid hagueshem, alabamos a HaShem por Su Poder, Su bondad y Su sabiduría para producir la lluvia que sostiene y mantiene la vida.
La única fuente de agua dulce en todo el universo es la lluvia que se produce en la atmósfera de la tierra.
«Imagina un planeta donde se produce el licor más exquisito del universo. Este licor se fermenta, siendo evaporado de los mares, a través de una brillante estrella amarilla, que destila el extravagante licor en los cielos y lo hace llover de nuevo sobre la tierra, formando lagos y ríos de esa bebida embriagante. El planeta, por supuesto, es la Tierra, y el licor, es el agua dulce «. 
Adaptado del libro AWESOME CREATION, del Rab Yosef Bittón (VER AQUÍ)Próximamente en español.