El mesías judío y el mesías no judío (Parte 2)

SOBERANÍA Y SOBERANO

Explicamos anteriormente (ver aquí) que de acuerdo a Maimónides el Mesías del que habla el judaísmo será un monarca, un gobernante de Israel, descendiente de la dinastía de David.

Para comprender un poco mejor el tema de la renovación de la monarquía de David a través del Mesías necesitamos comprender lo siguiente.  La Torá, el Pentateuco, no habla explícitamente de un Mesías —y más adelante entenderemos por qué— pero sí habla en Debarim capítulo 30, 1-10 de dos eventos que ocurrirán en los tiempos Mesiánicos. (1) El regreso del pueblo judío (2) a su Israel soberano (וירשתה). En los tiempos mesiánicos, los judíos no regresaremos a “Palestina”, es decir, a la tierra de Israel que esté bajo la soberanía inglesa, o que sea parte del imperio romano o el otomano, como ocurrió en los últimos 2,000 años. La Torá anticipó que el pueblo judo regresará a “su” tierra y los judíos tendremos soberanía sobre la misma.

SHI’ABUD MALJUYOT

Voy a tratar de explicarlo mejor. El Talmud —y Maimónides— repiten una y otra vez en nombre del gran rabino Shemuel de Nehardeá (165-254 de la era común) que la diferencia fundamental (“exclusiva”, según Shemuel) entre los tiempos mesiánicos y los tiempos actuales (es decir: los tiempos del rabino Shemuel) será que en los tiempos mesiánicos no existirá el “shi’abud maljuyot”, es decir, el sometimiento del pueblo judío que vive en Israel a una nación no judía, como ocurría por ejemplo cuando Israel, la tierra y el pueblo, estuvieron bajo los romanos cuando este concepto, שעבוד מלכויות, fue acuñado. Ahora se puede comprender mejor cómo estos dos elementos van de la mano: el Mesías es el soberano judío, porque hay un estado judío soberano. Previo a 1948, la última vez que tuvimos un estado judío soberano fue en la época de los Jashmonayim, alrededor del año 160 antes de la era común. Este estado persistió por unos 80-90 años. Pero durante los próximos 2,000 años, la soberanía judía en Israel fue un sueño inalcanzable. Hoy en día, sin embargo, se presentan las condiciones políticas necesarias para la llegada del Mesías.

LA SEGUNDA CONDICIÓN DEL MASHIAJ

“Cuando surgiera un rey (1) de la Casa de David que (2) diligentemente estudiara la Torá y observara sus mitsvot según lo prescribe la Torá Escrita y la Torá Oral, como lo hizo David, su antepasado, e instara a todo el pueblo de Israel a encaminarse (en el camino de la Torá) y corrigiera las brechas de la observancia de la Torá [es decir: lo que el pueblo judío está haciendo mal respecto a la observancia religiosa]…». MT, Melajim capítulo 11: 4.

Hay un segundo requisito para que este monarca descendiente de David sea considerado el Mashiaj. Maimónides explica que la conducta y el accionar de este rey tiene que ser similar al de su ancestro, el rey David. En el plano personal y nacional. Es decir, deberá ser un estudioso y estricto observante de la Torá, y desde su rol de monarca debe encargarse que la Torá sea observada por su pueblo. En otras palabras: en los tiempos del Mashiaj la Torá se transformará nuevamente en lo que siempre fue: La Constitución de la Nación judía. Y esta será la responsabilidad del Mashiaj.  ¿Por qué es importante mencionar que la Torá será observada por el Mashiaj? En primer lugar, porque si repasamos la historia de los reyes de Israel, veremos que lamentablemente la mayoría de los monarcas judíos -incluso muchos de los descendientes de David- ¡no fueron leales a HaShem, ni a su Torá, ni a sus profetas! No se ocuparon de que la Torá se cumpliese y la transgredieron en lo personal y en lo nacional. Por eso la aclaración de Maimónides de que el Mesías debe ser “como David”, el rey de Israel, que más fiel y leal fue a Dios.

¿CANCELAR LA TORA?

Hay otra razón adicional que llevó a Maimónides a aclarar este punto. En este contexto, y teniendo en cuenta la teología cristiana del reemplazo, Maimónides aclara que el Mashiaj NO vendrá a cambiar las leyes de la Torá. Todo lo contrario: vendrá a enseñarlas, aplicarlas y hacerlas cumplir!.

(Melajim 11:3): «Nuestra Torá, sus preceptos y leyes, nunca jamás serán reemplazados. Nada se agregará a sus preceptos y ninguno se anulará [ni siquiera en los tiempos mesiánicos]. Y si alguien sugiriera [en nombre de Dios] agregar o quitar un precepto, o interpretarlo fuera de lo que nuestra tradición explica, sabremos que se trata de un impostor o de un hereje..».

En otras palabras, si un candidato a ser el Mashiaj propusiera cambiar, aunque sea “una” de las leyes de la Torá, sabremos que se trata de un falso Mesías. Aquí Maimónides también hace alusión a las dos grandes religiones bíblicas, que en teoría aceptaron la Biblia Hebrea, pero cambiaron, agregaron o quitaron a sus preceptos.

Maimónides también menciona explícitamente a Yeshu (Jesus), ya que él se autoproclamó como el Mesías del pueblo judío.

Maimónides explica por qué Yeshu representa todo lo contrario a lo que el Mashiaj debía ser para el pueblo de Israel.

Hiljot Melajim, 11:4a.

«…Yeshua se imaginó que él era el Mashiaj y fue condenado por orden del tribunal judío. Esto ya había sido profetizado por Daniel, que dijo: «Y los hijos de los indecentes de tu propio pueblo, serán enaltecidos, y tratarán de que se cumpla una visión profética [que ellos mismos falsamente formularon], pero fracasarán» (Daniel 11:14). ¿Y existe acaso algún fracaso más grande que éste? Todos los profetas dijeron que el Mashiaj nos salvará [de nuestros enemigos], nos traerá de nuevo a Su tierra y fortalecerá la observancia de la Torá. Y este [hombre, Yeshu] provocó [todo lo contrario]: la muerte de los judíos por la espada, el exilio de los judíos y su dispersión y persecución; intentó reemplazar la Torá, y engañó a la mayoría de mundo [haciéndolos] que sirvan a un dios, que no es HaShem»

Continuará

EL TALMUD Y LAS REFERENCIAS A YESHU HANOTZRI

Hay varias fuentes rabínicas que mencionan explícitamente a Yeshu y describen cómo intentó modificar la Torá (ver referencias en hebreo abajo). Estos textos rabínicos, la historiografía judía de Yeshu, no fueron recibidos con mucho entusiasmo por la iglesia y fueron cancelados. Durante la edad media el Talmud fue quemado públicamente muchas veces con el pretexto de que criticaba a Yeshu (ver documento abajo). En algunos casos excepcionales, la iglesia permitió que se reimprimiera el Talmud, siempre y cuando se omitiesen los párrafos que hablaban de Yeshu. Así que por siglos estos textos fueron suprimidos del Talmud

Con el libro de Maimónides ocurrió algo similar. El párrafo que citamos más arriba, en el capítulo 11 de Hiljot Melajim, fue censurado por siglos, pero sobrevivió en las ediciones manuscritas del Mishné Torá producidas en los países árabes. Y recién hace 20 o 25 años atrás, este texto se volvió a reimprimir en las nuevas ediciones del Mishné Torá.

Tomado de Wikipedia

 Estremecedor artículo en inglés acerca de las cientos de veces que el Talmud fue quemado y destruido por la censura eclesiástica




Entendiendo el concepto judío del Mesías (Parte 1)

Tish’a BeAb y el duelo por Jerusalem ya quedaron atrás. Ahora el pueblo judío comienza un periodo de alergia y especialmente consuelo. Parte del consuelo comenzó antes de que concluyera el día 9 de Ab. Efectivamente, este pasado domingo, mientras continuábamos ayunando y todavía vestidos de duelo, leímos unos hermosos versículos vinculados a la redención final y al Mesías, por el que tanto solemos rezar.  Siguiendo esta misma dirección me gustaría escribir algunas líneas respecto al Mesías, no solamente porque es el “timing” ideal, sino también porque es uno de los temas sobre el cual recibo preguntas permanentemente.
LA DESINFORMACIÓN SOBRE EL MESIAS
El problema con el tema del Mesías no es la falta de información: es la desinformación. El Fake News que se alimenta, en primer lugar, de algunos disertantes judíos YouTube que no siempre están bien informados. Pero especialmente desde otras religiones, particularmente la religión cristiana, cuyas ideas del Mesías se han “filtrado”, por decirlo de alguna manera, en nuestra propia visión religiosa, sin que nos demos cuenta. El mejor ejemplo que puedo pensar acerca de esta desinformación es el significado de la palabra “Mesías». Si preguntamos a un hombre o a una mujer, no judío, o incluso judío (yo lo hice!) qué significa “mesías” seguramente va a decir que “mesías” significa “salvador”, “redentor”.  Y es que así lo han definido por siglos los diccionarios de la lengua española. Pero esa traducción no es ni literal ni judía. La palabra hebrea MASHIAJ, “Mesías», NO significa «salvador». En hebreo, “salvador” se dice moshi’a, y es un término que en nuestras Tefilot —rezos— lo usamos exclusivamente para referirnos a Dios, ¡no a un ser humano! Como decimos en la Amidá מלך עוזר ומושיע ומגן. “Dios… Nos ayuda, NOS SALVA (moshi’a) y nos protege”. La asociación entre Mesías y salvador no es judía, sino que 100% cristiana.
EL MASHIAJ COMO REY
En hebreo la palabra משיח (mashiaj) significa “ungido”. En los tiempos bíblicos (ver Mishné Torá, Reyes, 1: 7) la ceremonia oficial de coronación de un rey —la asunción del mando— se realizaba derramando aceite (en hebreo: limshoaj y shemen hamishjá) sobre la cabeza del monarca.  La palabra mashiaj entonces significa literalmente “ungido” en el sentido de “oficialmente coronado”. ¿Y por qué es importante aclarar que este líder de Israel será un rey “ungido”, y no alcanza solo con decir que será “un rey”? Porque siempre existieron caudillos o charlatanes que se autoproclamaron líderes del pueblo. Cuando decimos «mashiaj» entonces, estamos aclarando que este será el líder “oficial”, ungido / coronado, aceptado por el Sanhedrin, la corte Suprema de Justicia judía. Cualquier otro pretendiente que no cuente con este consenso no puede ser considerado un monarca judío válido. El Mashiaj, entonces, no es un profeta o un hacedor de milagros. Es por sobre todo una figura política (¡pero en el buen sentido de la palabra!) cuya misión será que el pueblo judío vuelva a vivir nuevamente en su tierra, Israel, de acuerdo a las leyes de la Torá incluyendo las Mitsvot del Bet haMiqdash. El Mashiaj restaurará la monarquía judía. Que para entenderla mejor, a mí me gusta definirla como «semi-monarquía». ¿Por qué “semi”? Porque en el pueblo judío el monarca de carne y hueso, incluso el Mesías, es un rey con minúscula. Y su rol consiste principalmente en hacer cumplir las leyes de Dios, y coronarlo a Él como El Rey con mayúscula. Esto es lo que hizo, por ejemplo, el rey David.
MAIMONIDES Y LOS REQUISTOS PARA SER EL MASHIAJ
En su obra monumental Mishné Torá, en el penúltimo de sus 1.000 capítulos (sic.) Maimónides explica que hay 5 condiciones o requisitos para que un individuo judío pueda ser considerado como el Mesías.
De estos 5 requisitos, 3 son a priori y 2 a posteriori.
Leamos a Maimónides, Mishné Torá, Sefer Melajim, Capítulo 11, Halajá 4. (los números y paréntesis los agregué para una mejor comprensión YB)
“Si surgiera un rey (1) de la Casa de David que (2) diligentemente estudiara la Torá y observara sus mitsvot según lo prescribe la Torá Escrita y la Torá Oral, como lo hizo David, su antepasado, e instara a todo el pueblo de Israel a encaminarse (en el camino de la Torá) y corrigiera las brechas de la observancia de la Torá [es decir: lo que el pueblo judío está haciendo mal respecto a la observancia religiosa], (3) y luchara las guerras de HaShem, se lo podría considerar como el Mashiaj.  Si tiene éxito en todo lo anterior, y (4) construye el Bet haMiqdash [=Templo] en su lugar [=Har haBayit, Jerusalem], y (5) reúne a los judíos dispersos en la tierra de Israel, se podrá entonces afirmar sin duda que él es el Mashiaj”.
Analizaremos este texto, parte por parte
REQUISITO NÚMERO UNO
Como recién lo explicamos, el verdadero mesías judío es hombre de carne y hueso “el futuro rey de Israel”. Y la monarquía judía le fue concedida por Dios exclusivamente a la descendencia del rey David. El título oficial del mesías judío es «MELEJ MASHIAJ BEN DAVID”, “El ungido, descendiente de David”.   Este requisito, por ejemplo, excluiría automáticamente a todo aquel que es Cohén o Leví, ya que David pertenencia a la tribu de Yehudá.
(Continuará)



RESUMEN DE LA PARASHA EQEB

Esta Parashá continúa con el largo discurso de Moshé Rabbenu antes de despedirse del pueblo de Israel, ya que Dios no lo permitirá ingresar a Israel con el resto del pueblo. Moshé habla de las bendiciones que Dios brindará a Israel por cumplir la Torá. Y estas bendiciones, a su vez, le van a permitir al pueblo cumplir con la Torá en paz y sin sufrir pobreza material. Moshé les recuerda que HaShem es quien los protegerá y los ayudará a conquistar la tierra desplazando a los enemigos.  También les advierte del peligro de olvidarse de Dios cuando uno se cree fuerte y poderoso. O cuando tiene su estómago lleno y piensa que no necesita de la asistencia Divina.  Una de las formas de recordar a Dios es la recitación del Birkat Hamazon, la Mitsvá de agradecer a Dios después de comer.

Moshé advierte al pueblo sobre el peligro de la prosperidad y cómo la riqueza puede llevarlos a olvidarse de Dios y practicar la idolatría. La idolatría siempre se asoció con la superstición. Cuando uno tiene riquezas y no se concentra en darle el crédito a Dios por su fortuna y agradecerle por Su generosidad, tiende a buscar «métodos mágicos de protección», directa o indirectamente asociados a la idolatría, ya que invocan poderes ajenos a la Torá. Esta adicción a la superstición terminará alejándolo de Dios.   Los judíos debemos ser humildes en tiempos de prosperidad económica y militar y recordar que es Dios, y no nuestro propio poder, quien nos concede el triunfo y el bienestar . 

El pueblo está por ingresar a la tierra de Israel, que tendrán que conquistar militarmente. De las palabras de Moshé se puede percibir que el pueblo tenía miedo de no ser merecedores de la asistencia Divina en la difícil batalla que les espera, por culpa de los pecados de sus padres.  Moshé les explica que luego del pecado del becerro de oro, el pueblo judío perdió parte de su mérito, especialmente el mérito de acceder a la tierra prometida. Pero les asegura que esto no debe desmoralizarlos en sus próximas batallas, ya que HaShem igual les otorgará la victoria y con Su ayuda derrotarán a los habitantes de Canaán. Moshé les cuenta que los habitantes de esa tierra merecen ser expulsados de la tierra santa por sus propias malas acciones, como la idolatría, el asesinato, y la promiscuidad.  Moshé les presenta otros factores que también contribuirán a la futura victoria de Israel, a pesar de no ser merecedores de la misma: en primer lugar, que Dios le prometió a Abraham , Yitzjaq y Jacob que sus descendientes heredarán su tierra.  Y en segundo lugar, que si Dios no les concede la victoria, el nombre de Dios será profanado entre las naciones, ya que cuestionarían el poder de Dios para proteger a Su nación y cumplir Su promesa con ellos.  

Moshé plantea la famosa pregunta de: «¿Qué quiere Dios de nosotros?» Y su respuesta es que Dios quiere que sigamos Sus caminos de rectitud y la justicia, por nuestro propio bien.  Gran parte de esta Parashá está dedicada a describir las hermosas características de la tierra de Israel. Y también se explica, en lo que hoy conocemos como el segundo párrafo del Shemá Israel, que la tierra de Israel, que está supervisada directamente por Dios,  “reaccionará” por instrucción Divina a nuestro comportamiento: por un lado, recompensará con abundantes lluvias nuestra lealtad a Dios. Por el otro lado, los cielos se cerrarán, no habrá lluvias y nuestra permanencia en la tierra será imposible si traicionamos nuestro pacto con Él. Como consecuencia de la pobreza, tendremos que abandonar la tierra prometida y escaparnos al exilio.

El pueblo de Israel obtendrá la victoria sobre sus enemigos, logrará conquistar la tierra prometida y podrá habitar en ella para siempre si escucha los mandamientos Divinos y sigue los caminos de HaShem.




EQEB: ¿Qué es lo que más quiere mi nieto Nissim?

והיה אם שמוע תשמעו
¿Debemos observar la Torá y sus preceptos esperando a cambio una recompensa material?
La Perashá de esta semana parece responder afirmativamente a esta pregunta. La segunda parte del Shemá Israel comienza prometiendo prosperidad como recompensa por el cumplimiento de los preceptos divinos והיה אם שמוע תשמעו “Si ustedes obedecen Mis mandamientos… Yo les concederé lluvia en sus tierras…”.
Aparentemente la Torá propone un sistema de premios,o  millage , por nuestro buen proceder. Y los preceptos son un medio para alcanzar el nirvana judío: ¡abundancia, prosperidad y salud para todos! .
Para Maimónides, por ejemplo, esta es una visión superficial y parcial del ideal bíblico, aunque deliberada.
Veamos.
En Hiljot Talmud Torá Maimónides nos dice que es muy difícil explicarle a un niño la verdadera importancia de estudiar Torá. A un pequeño de 7 u 8 años le sería imposible entender los beneficios “abstractos” de cumplir los mandamientos. Apreciar lo que significa acercarnos a Dios, conocerlo mejor aprendiendo y obedeciendo Su voluntad o vivir una vida basada en Sus principios, etc. Para que un niño quiera estudiar Torá, todas estas ideas altruistas no serán relevantes. Al niño debemos ofrecerle algún estimulo concreto. Algo material que pueda disfrutar de manera concreta. Un premio, que vaya progresando según la edad y su madurez: dulces, juguetes, festejos, honores, etc. Maimónides concluye su exposición con las palabras de los Sabios del Talmud: En los comienzos del proceso educativo, uno debe motivar a su hijo a que estudie Torá o cumpla las Mitsvot “condicionalmente”, ofreciéndole una recompensa material, ya que eventualmente, al madurar, el hijo llegará a la conclusión de que las Mitsvot hay que cumplirlas “incondicionalmente”. Con mis propias palabras: cuando uno madura se da cuenta que las Mitsvot son para su propio bien. “Me hacen bien”, aunque no siempre vengan con premios incluidos.
La recompensa material que promete la Torá es necesaria para la etapa más inmadura de la vida intelectual (o espiritual) de un individuo judío. Para la etapa en la cual lo único que nos puede motivar a cumplir con la Torá es la conveniencia. Cuando uno aún no tiene la madurez necesaria para comprender que el mayor beneficio de las Mitsvot es mi conexión con Dios, algo que solamente se puede apreciar –o desear– una vez que alcanzamos un nivel de “amor a Dios”.
Para muchos Rabinos esta es la diferencia entre la primera y la segunda parte del Shemá Israel. La primera parte del Shemá representa el ideal más alto. Y por eso es que habla exclusivamente del “amor a Dios”. Y en la primera parte del Shemá, predeciblemente, no se menciona ninguna recompensa. Amar a Dios significa buscar y disfrutar Su cercanía.
Para entender esta profunda idea un poco mejor recurriremos a David haMelej y a mi nieto Nissim. En Tehilim 131 el rey David habló de su amor por HaShem y dijo: כְּ֭גָמֻל עֲלֵ֣י אִמּ֑וֹ. Mi alma tiene una dependencia emocional de Dios, que solo se puede comparar con la dependencia de un bebé con su madre. Nissim, mi nietito de 1 año, es una ilustración perfecta de este pasuq. Para Nissim no hay absolutamente nada material que lo haga más feliz que estar con su mamá. Cuando mamá está con él, Nissim está en la gloria. Y NO NECESITA NADA MAS. Pero cuando mamá tiene que salir, para Nissim no hay golosina, juego o juguete que lo pueda poner contento o incluso distraer. Si mamá no está cerca, Nissim es inconsolable.
Cuando somos lo suficientemente maduros para apreciar la proximidad de HaShem, explica Maimónides, la recompensa “es” estudiar Torá y cumplir con las mitsvot: es decir, disfrutar de una constante conexión con HaShem. Y cuando esto sucede, la recompensa material prometida por la Torá adquiere un significado completamente distinto. La abundancia, la prosperidad, la salud y la paz “facilitan” nuestro acercamiento a Dios.
Las bendiciones materiales nos permiten dedicarnos a la Tora y disfrutar la Divina Presencia con mínimas distracciones. Al tener nuestras necesidades cubiertas, podemos dedicarnos plenamente a nuestro objetivo principal.
Finalmente, y para cerrar el círculo, la recompensa en el Mundo Venidero también incluye el mismo tipo de placer. El premio reservado para las personas justas en el Mundo Venidero es la cercanía de la Presencia Divina, como Nissim con su mamá.



Todo lo que siempre quisiste saber sobre el Mesías y nunca te animaste a preguntar

En el principio número 12 de la fe judía declaramos nuestra creencia en la llegada del Mesías o en hebreo «Mashiaj».  Este tema es complejo y a veces no muy bien entendido.
Así que iremos explorando poco a poco lo que sabemos y lo que no podemos saber con certeza acerca del Mashiaj.
Una nota metodológica: para lo que voy a escribir sobre el Mashiaj me voy a basar en la palabras de Maimónides, que fue el primer rabino que formuló los 13 principios de la fe judía.  Maimónides (1135-1294) escribió un libro fundamental llamado «Mishné Torá». Este libro es el código más extenso que existe sobre ley judía.  Mishné Torá consta de exactamente 1000 capítulos, el mismo número de capítulos que tiene la Mishná. Maimónides escribe sobre el tema del Mashiaj en el penúltimo capítulo de su libro. Y en el último, capítulo 1000, escribe sobre los tiempos mesiánicos.  Estos textos constituyen sin duda, los textos más autorizados escritos sobre este tema (el Shulján Aruj no escribe sobre el tema del Mashiaj). Y son los que voy a utilizar en ésta y en las próximas halajot. También voy a hacer uso de otro libro en inglés (que alguna vez fue traducido al castellano), y que en mi opinión es lo mejorcito escrito sobre este tema. Me refiero a libro «The Real Messiah» de Aryeh Kaplan, que tal como lo dice en su subtítulo, es también «una respuesta judía a los misioneros» cristianos.
Comenzaremos explicando qué significa la palabra «Mesías».
La palabra «Mesías» en hebreo no significa «salvador». En hebreo salvador se dice moshi’a’ y es un término que se usa generalmente para referirnos a HaShem, no a un hombre. Como decimos en la Amidá מלך עוזר ומושיע ומגן. «HaShem es el Rey que nos ayuda, NOS SALVA (moshia’) y nos protege».
La palabra משיח (mashiaj) significa «ungido». En el antiguo Israel, el rey debía ser nombrado oficialmente por la corte y por un profeta (ver Mishné Torá, Reyes, 1: 3) y la ceremonia oficial de asunción del mando se realizaba ungiendo a ese rey con un aceite especial (shemen hamishjá). Por ejemplo, cuando el profeta Shemuel nombra a Shaul, el primer Rey de Israel, dice el pasuq: «Y Shemuel tomó el vaso de aceite y lo derramó sobre su cabeza…» (Samuel I, 10: 1) y así Shaul fue establecido oficialmente como rey. Mashiaj, por lo tanto, significa «rey ungido». ¿Y por qué es importante aclarar que será un rey ungido, y no alcanza con solo decir que será un rey? Porque siempre existieron también reyes falsos, caudillos que usurpaban el poder y se autoproclamaban reyes o líderes del pueblo. Cuando decimos  «mashiaj» entonces, estamos aclarando que este será un rey que no usurpará el poder, sino que será asignado legal y oficialmente como tal, al igual que el rey Shaul o el rey David.
El Mashiaj por lo tanto, será el monarca del pueblo judío. Por supuesto que no será un líder político secular, sino que, tal como el rey David, seguirá estrictamente las leyes de la Torá, las defenderá y las establecerá como la ley para todo su pueblo.
De acuerdo a nuestros profetas (ver Yesha’ayahu 11) será un líder que habrá de ser reconocido por su «sabiduría e inteligencia, su consejo, su fortaleza, su conocimiento y su obediencia a HaShem.»
En las palabras de Aryeh Kaplan, el Mashiaj será: «… el líder que traerá, la redención completa a los judíos, tanto en lo espiritual como en lo político. Y junto con esto traerá paz duradera, prosperidad y la perfección moral de todo el mundo.
Sobre este mismo punto podemos agregar que Maimónides dice que hay 3 prerrequisitos que deben cumplirse para que una persona pueda ser considerada como el verdadero mesías. Y la primera de esas condiciones es que tiene que ser un descendiente del rey David .
¿Por qué? Porque HaShem le prometió al rey David que la monarquía le pertenecerá a su descendencia.  De aquí que el «nombre completo» del mashiaj en hebreo es «mashiaj ben david», es decir, «el rey ungido, descendiente de la dinastía de David» .



6. ¿Quién destruyó Jerusalem?

La causa principal por la cual, según nuestros Rabinos, Jerusalem fue destruida fue la animosidad y las divisiones entre los judíos.  La historia de estos conflictos internos es muy compleja. Trataré de presentar solo los hechos más relevantes y de una forma breve y concisa. Como explicamos anteriormente, luego de la retirada de Casius Galus los judíos se atrincheraron en Yerushalayim y eliminaron a todos los soldados romanos de la ciudad.  Jerusalem estaba ahora en manos de los judíos. Esta nueva situación generó un problema que destruyó definitivamente la unión y la hermandad entre los Yehudim: A diferencia de lo que ocurrió en los tiempos de Janucá (165 a.e.c), que los judíos se sometieron todos al mando de Matatiyahu y sus hijos, y así vencieron al poderoso ejército griego, en este caso, no había un líder que todos aceptaran y que estuviera al comando de la revuelta contra Roma.   Insisto en que el pueblo judío en esa época era MUY NUMEROSO. Probablemente, más de 3 millones de habitantes, sin contar a los judíos de la diáspora. Era posible entonces resistir y repeler el ataque de los Romanos, tal como lo habíamos hecho con un ejército mucho menos numeroso en la época de los Jashmonayim. Las innecesarias e injustificadas divisiones internas, «SINAT JINAM», fue lo que trajo la destrucción del Bet haMiqdash.  

TODOS CONTRA TODOS

Muchos judíos, especialmente los aristócratas Saduceos que tenían un buen pasar político y económico con los romanos, se oponían a luchar contra los romanos.  Por el otro lado, la mayoría del pueblo, los campesinos y la gente más humilde, había sufrido los abusos de los romanos, y querían pelear por su libertad.  El cabecilla de este grupo era Yojanán miGush Jalab,  un hombre del norte de Israel, que había vivido personalmente la crueldad sin límites de los romanos. Yojanán se autoproclamó líder de la rebelión y mandó a ejecutar a cualquier judío sospechoso de colaborar con ellos. Para reforzar su ejército, Yojanán invito a los Edomitas, que se habían convertido al judaísmo en la época de los Jashmonayim (200 años atrás) a pelear junto a él contra Roma.  Unos 20.000 guerreros edomitas se presentaron voluntariamente.  Pero cuando llegaron a Jerusalem,  el sacerdote saduceo Janán ben Janán hizo cerrar las puertas de la ciudad y los dejó, literalmente, durmiendo afuera. Muchos edomitas, humillados, regresaron a sus tierras. Al otro día, los hombres de Yojanán abrieron las puertas de la ciudad, hicieron entrar a los edomitas y se enfrentaron a los hombres de Janán. A Janán lo asesinaron los edomitas junto a muchos de sus hombres. Según Flavio Josefo, el asesinato de Janán marcó el comienzo de la guerra civil judía.

LOS JUEGOS DEL HAMBRE

Pero las divisiones recién comenzaban…. Aprovechando el caos y la confusión que esta guerra civil generaba, otro caudillo judío, Shimón ben Guiorá, llegó a Yerushalayim con un ejército de unos 12.000 hombres. Shimón también aspiraba al liderazgo y enfrentó abiertamente a Yojanán miGush Jalab.  Los edomitas que se habían decepcionado del carácter narcisista de Yojanán se unieron a Shimón. Algo más sucedió: el segundo hombre más importante del ejército de Yojanán, Elazar ben Shimón, se separó de Yojanán, formó su propio ejército y se enfrentó a Yojanán y a Shimón, con la intención de liderar la rebelión.  Cada uno de estos tres hombres dominaba una parte de la ciudad de Yerushalayim y sus ejércitos se enfrentaban a muerte unos contra otros.   Estas batallas duraron por 3 años y produjo la muerte de miles de Yehudim. La Guemará en Masejet Guitín (56a) cuenta que los rabinos de esos tiempos, entre ellos Rabbán Shimón ben Gamilel y Rabbán Yojanán ben Zakai, cuando vieron estas feroces guerras internas, entendieron que así sería imposible resistir y enfrentar a los Romanos y sugirieron rendirse. Los rebeldes, a los que la Guemará llama “biryonim”,  se opusieron a los Rabinos.  Y cuando comenzó el sitio a la ciudad hicieron lo impensable: incendiaron los depósitos de comida donde había grano, madera y aceite suficiente para sobrevivir el sitio romano por varios años, y así forzar a los judíos a pelear.  La falta de comida trajo una terrible hambruna en Yerushalayim que cobró la vida de decenas de miles de víctimas.

¿COMO VENCER A LOS JUDIOS?

Mientras tanto, en Roma el emperador Nerón envió al general Vespasiano a sofocar la rebelión de los judíos y recuperar el control de Jerusalem. Los hombres de Vespasiano le contaron acerca de las guerras internas entre los judíos y le aconsejaron que atacará la ciudad de inmediato.  Vespasiano se rehusó a atacar y explicó que los judíos no estaban fabricando armas, ni reforzando las fortificaciones, ni asegurando las murallas de la ciudad: los judíos se estaban debilitando, matándose unos a otros. Y si él atacaba, lo único que lograría sería unir a los bandos enemigos. Y lamentablemente Vespasiano tuvo razón. La guerra entre Yojanán, Shimón y Elazar solamente se detuvo cuando el ejército romano derribó las puertas de la ciudad y entró en Yerushalayim. Recién entonces las tres facciones, a regañadientes, se unieron para defender la ciudad. Pero ya era demasiado tarde….

¿APRENDIMOS LA LECCIÓN?

Los romanos no destruyeron Jerusalem. Los romanos encontraron una ciudad que ya estaba destruida por dentro, y le prendieron fuego.  Fuimos nosotros mismos quienes no supimos estar unidos cuando más lo necesitábamos; quienes nos dejamos llevar por «sinat jinam», una rivalidad banal entre hermanos. Un odio absolutamente innecesario que nos cegó y nos impidió ver y prevenir el mal. Una hostilidad injustificada e ilógica entre miembros de la misma familia por el que pagamos con el precio más caro: la destrucción de Jerusalem y el exilio, del cual recién estamos saliendo. Espero y rezo para que este Tishá BeAb aprendamos la lección y seamos más tolerantes y respetuosos unos con otros.  Dijeron nuestros sabios: si el Bet haMiqdash fue destruido por un odio irracional (sinat jinam) entre hermanos judíos, el próximo Bet haMiqdash será reconstruido cuando nos comportemos con amor incondicional (ahabat jinam) los unos hacia los otros.




¿Quiénes no ayunan en Tish’á beAb?

Todos aquellos  que gozan de buena salud deben observar el ayuno de Tish’a beAb.

Hay algunas excepciones, como se explica a continuación.

MUJERES EMBARAZADAS Y LACTANTES
Al igual que con Yom Kippur, las mujeres embarazadas y lactantes observan el ayuno de Tisha BeAb. Sin embargo, este año 2022, el ayuno se pospone para el próximo día (dajui) , domingo 7 de agosto, que es el 10 de Ab. Por lo tanto, este año, las mujeres embarazadas y lactantes están exentas del ayuno, como ocurre en el 17 de Tamuz o en el 10 de Tebet (Yabia’ Omer, 5:40 ). Si una mujer está dentro de los 24 meses posteriores al parto y no está amamantando, si se siente sana y fuerte, debe tratar de observar el ayuno.

¿CÓMO COMER CUANDO NECESITAS ROMPER EL AYUNO¿
Este año, antes de que una persona interrumpa el ayuno y coma, deberá recitar el Habdalá pronunciando  dos bendiciones: BORE PERI HAGEFEN para vino o jugo de uva y HAMABDIL BEN KODESH LEJOL.

Cuando alguien necesita interrumpir el ayuno, no debe comer en exceso o por placer, sino solo lo necesario para mantenerse fuerte y saludable.

En Yom Kippur, cuando se le permite a un paciente comer, la comida se debe consumir en porciones pequeñas. Pero Tish’a beAb es diferente, porque a diferencia de Yom Kippur, Tisha BeAb no es un mandamiento bíblico. Por lo tanto, cuando uno debe comer en Tish’a BeAb por razones de salud puede hacerlo normalmente, y no en porciones pequeñas.

JOLE SHE-EN BO SAKANA
Una persona con una enfermedad crónica como la diabetes, o un paciente que está haciendo algún tratamiento médico, o alguien que tiene fiebre alta o cualquier síntoma de deshidratación, no deberá observar el ayuno. En algunos casos, cuando no es posible ayunar durante 24 horas, se recomienda ayunar desde el amanecer hasta el final del día, como lo hacemos el 17 de Tamuz o el 10 de Tebet.

ANCIANOS
Los ancianos deben consultar con sus médicos para asegurarse de que el ayuno no afecte su salud. Si el ayuno puede afectar su salud, están exentos (o prohibidos) de ayunar.

MENORES
En muchas comunidades Ashkenazi, los niños ayunan durante unas horas durante Tish’a beAb una vez que cumplen nueve años, porque es importante para ellos compartir la experiencia del duelo nacional. La tradición sefardí, sin embargo, es que los niños menores de 13 años y las niñas menores de 12 años están completamente exentos del ayuno. Y a diferencia de Yom Kippur, no hay necesidad de que los niños ayunen por algunas horas, porque el ayuno en Yom Kippur es parte del proceso de Teshuba (= arrepentimiento, mejorar nuestro comportamiento) y será relevante incluso cuando B»H tengamos nuestro Bet haMiqdash reconstruido. Pero el ayuno en Tish’a beAb está relacionado principalmente con el duelo por la destrucción de nuestro Bet haMiqdash. Y aunque obviamente estamos obligados a educar a nuestros hijos a hacer Teshubá, muchos Sabios entendieron que no estamos obligados a educar a nuestros hijos, guardar duelo antes de que tengan la obligación formal de hacerlo (12 o 13 años, קטן פטור מאבלות) Además, no necesitamos entrenar a nuestros hijos a ayunar en el 9 de Ab, porque esperamos que B”H este sea el último año que lloraremos por nuestro Bet-haMiqdash, y el próximo año, BH, el duelo por el Bet-haMiqdash no será ya necesario.

Ver aquí los horarios de Tish’a beAb para las principales ciudades del mundo

 




TUTORIAL: Cuando Tishá BeAb comienza un sábado por la noche

Este año, 2022, el ayuno del 9 de Ab comenzará el sábado 6 de Agosto por la noche y concluirá el domingo 7 de agosto por la noche. Hay algunos cambios especiales en cuanto a la rutina de la finalización de Shabbat que tienen lugar cuando Tish’á beAb comienza el sábado a la noche, ya que tenemos que transitar desde el Shabbat, un día festivo, a Tish’á beAb, un día de duelo.
En las siguientes líneas vamos a explicar cómo se realiza esta transición.
MINJA de SHABBAT: El rezo de Shabbat por la tarde, que normalmente se lleva a cabo media hora antes de la puesta del sol, este año se realizará antes de lo habitual. Y la Se’udá Shelishit, la tercera comida festiva de Shabbat, que normalmente se realiza en la Sinagoga ,este año se llevará a cabo en la casa.
LA ÚLTIMA CENA: Normalmente, la víspera de Tish’á beAb realizamos la Seudat haMafsequet, es decir, la última comida antes del ayuno,  sentados en el suelo como dolientes y comiendo generalmente pan, lentejas y huevo sin sal. Pero este año, como la víspera del ayuno es en Shabbat, no podemos llevar a cabo una comida de duelo. La Se’uda Shelishit, por lo tanto, va a ser la última comida antes del ayuno, pero no hay restricciones en cuanto a lo que podemos comer (carne, vino, etc.) o celebrar (cantar, etc.). La única limitación es «tiempo»: hay que terminar de comer antes de la puesta del sol, que en Nueva York será este año a las 8.35pm (ver aquí los horarios en su ciudad de residencia).
TRANSICIÓN: Como hemos dicho la Se’udá Shelishit se llevará a cabo privadamente en los hogares, y se regresará a la Sinagoga una vez finalizado Shabbat para Arbit de Tish’á beAb.  Ahora bien: hay un interludio, un espacio intermedio, entre el final de la Se’uda Shelishit y el comienzo de Tish’á beAb, que es cuando finaliza Shabbat. Durante ese tiempo, entre la puesta del sol y la salida de las estrellas (unos 40-50 minutos), todavía es Shabbat, por lo tanto, seguimos vestidos de Shabbat y no podemos hacer nada en preparación para Tish’á beAb; pero ya no comemos. Finalmente, y una vez que termina Shabbat, decimos “Baruj haMabdil ben qodesh lejol” (= Bendito Aquel que estableció la diferencia entre lo santo y lo profano) y así Shabbat habrá terminado para nosotros.
EL COMIENZO DEL DUELO: Después que decimos “Baruj haMabdil…”, cambiamos nuestros zapatos de cuero por zapatillas u otro tipo de calzado que no sea de cuero. Este será el primer “acto de duelo” en preparación para Tish’á beAb. Luego vamos a la sinagoga. Las Sinagogas normalmente realizarán sus Minyanim de Arbit más tarde que de costumbre. En algunos casos unos 20 minutos después que Shabbat haya terminado, así la gente tiene tiempo de cambiarse y llegar de su casa a la Sinagoga caminando o en auto.
HABDALA: El sábado por la noche NO realizaremos la ceremonia de Habdalá completa (solo diremos las palabras “Baruj haMabdil ben Qodesh leJol”) para declarar que terminamos el Shabbat. En la Sinagoga se dirá “Boré meoré haEsh” antes de leer Meguilat Ejá a la luz de una vela. Y solo una vez que finaliza el ayuno de Tisha beAb, el domingo por la noche, diremos el resto de la Habdalá (“Hagefen” y “haMabdil”).
LA NOCHE DE TISHA BEAB EN LA SINAGOGA: Comenzamos las oraciones con un Salmo muy triste: ‘al neharot babel (Tehilim 137), el salmo de los dolientes por la destrucción del Bet haMiqdash. Luego de Arbit leemos Meguilat Ejá, el libro de Lamentaciones escrito por el Profeta Yrmiyahu. Este libro describe la destrucción del Primer Templo (586 AEC), la desolación de Yerushalayim, el dolor de los exiliados a Babilonia, la burla de nuestros enemigos al ver nuestra miseria, la impotencia de los judíos derrotados, el hambre que sembraba la muerte, los horrores de enfermedad y las epidemias y mucho más. Luego, recitamos las quinot, poemas muy hermosos, pero tristes, que describen diferentes tragedias que sufrimos a lo largo de nuestra historia. Al final de las quinot, sentados en el piso y con las luces apagadas, declaramos con tristeza y lágrimas: Escuchad, oh nuestros hermanos de la casa de Israel … hoy contamos … 1954 años desde la destrucción de nuestro Bet haMiqdash» y pedimos a HaShem que este sea el último año que lloramos por el Bet haMiqdash.
Para ver los horarios en su comunidad
de residencia ver aquí.

SHABBAT SHALOM

ACLARACION: Hemos escrito estas Halajot de acuerdo a la costumbre local. Por favor, consulte con su rabino por las costumbres y tradiciones de su comunidad. 



5. Judea se libera de Roma

LA VENGANZA SERÁ TERRIBLE 

Como lo explicamos anteriormente, la revuelta armada contra Roma se fue gestando a lo largo de décadas. Esta rebelión, llamada en hebreo HAMERED HAGADOL, «La Gran Revuelta», comenzó oficialmente en el año 66 cuando los judíos supieron que la intención de Florus, el infame procurador romano, era saquear los tesoros del Templo de Jerusalem.  Los judíos se atrincheraron en la ciudad de Yerushalayim, que estaba protegida por muros muy poderosos.  Los romanos fueron sorprendidos por los judíos de Jerusalem y muchos abandonaron la ciudad. Pero para vengarse atacaron a los judíos que vivían en otras ciudades de Israel: Acco, Ashquelón, Cesárea, etc.  Flavio Josefo reporta que decenas de miles de Yehudim fueron masacrados por los romanos en este periodo. Para detener la rebelión, Roma envío un gran ejército con un total de 40.000 soldados al mando de Casius Galus, que mientras avanzaba desde el norte, arrasaba y hacía incendiar toda ciudad y pueblo judío que encontraba en su camino.  Esto también hizo que la rebelión judía contra Roma se expandiera fuera de Yerushalayim y contará con más apoyo interno.

LA HISTORIA SE REPITE

Cuando llegaron a Jerusalem, los romanos sitiaron la ciudad y se organizaron en formación de ataque. Los Yehudim estaban decididos a defender la ciudad con sus vidas.  Los romanos atacaron durante seis días consecutivos. Trataban de escalar el muro con unas torres especiales, pero los Yehudim resistieron y repelieron el ataque.  Flavio Josefo cuenta que los romanos hacían una formación militar llamada “la tortuga”, para protegerse con sus escudos de cualquier ataque desde arriba de la muralla, mientras azotaban con terribles golpes la puerta de la ciudad, tratando de derribarla e incendiarla. Casius también intentó atacar con sus arqueros, para debilitar las defensas judías apostadas en las altas torres de la muralla, pero los judíos resistieron. Durante una semana el ejército de Casius lo intentó todo, pero no pudieron quebrar las defensas judías.  Y entonces, ocurrió lo que nadie esperaba: tal como había ocurrido unos 800 años antes, en los tiempos del rey Jizquiyahu y el general asirio Sanjerib que sitio la capital judía, Casius, sorpresivamente emprendió la retirada. Los historiadores no están seguros si esto se debió a que Casius subestimó la capacidad de los judíos para defender la ciudad, o si su ejército no contaba con los suministros necesarios, ya que las milicias judías comandadas por Shimón ben Guiorá, se encargaban de emboscar y destruir a las caravanas que traían refuerzos y suministros para Casius.  Esta retirada fue un verdadero milagro. Y si hubiéramos permanecido unidos, dijeron nuestros Sabios, nunca nos hubieran vencido.

LA VICTORIA EN LAS MONEDAS

La victoria de los judíos, haber resistido y vencido al ejército más poderoso del mundo, se manifestó, entre otras cosas, con la acuñación de una nueva moneda judía “el shequel”,  símbolo de la nueva autonomía judía. Mientras que las monedas romanas, como por ejemplo los denarios, estaban ilustradas con imágenes de Hércules o dioses paganos, las monedas judías se ilustraban con una copa (moneda del lado izquierdo), que representaba al Bet haMiqdash y sus objetos sagrados, o un Lulab, un Etrog, o una granada (lado derecho) , uno de los frutos especiales de la tierra de Israel. El texto, escrito en hebreo antiguo, dice: ALEF LEJERUT TSION , es decir, “Año 1 de la independencia de Zion”. En la moneda que presentamos en la imagen arriba dice, del lado derecho, AÑO 4, SHEQUEL ISRAEL, y del lado izquierdo se menciona el lugar donde estas monedas fueron acuñadas YERUSHALAYIM QUEDOSHA, “Jerusalem, la [ciudad] santa”.

«SINAT JINAM» Y SUS CONSECUENCIAS

Mientras los Yehudim celebrábamos esta milagrosa victoria, el emperador romano Nerón preparaba una nueva ofensiva contra la ciudad, esta vez al mando del experimentado comandante Vespasiano. Nuestra mayor problema para luchar contra los romanos era que no teníamos un frente unido. Por el contrario: estábamos más divididos que nunca. Así que al mismo tiempo que enfrentábamos al ejército romano, también peleábamos entre nosotros mismos. Por un lado, estaba Menajem haGeuelilí, que al mando de un gran número de combatientes había derrotado a los romanos y eliminado a todos los soldados apostados en Jerusalem. Por otro lado, estaban los saduceos y Agripas II,  con unos 3.000 soldados, que se negaban a rebelarse contra Roma. Menajem había atacado la famosa fortaleza de Metsadá (Masada) y se había hecho con muchas armas capturadas de los romanos.  Y una vez que terminó con los romanos, comenzó a utilizar su ejército y sus nuevas armas para luchar contra Agripas.   Esta guerra civil, que dejo miles de muertos, duró una semana, y finalizó con la victoria de Menajem. 

LA UNION HACE LA FUERZA

Por el otro lado, se organizó un nuevo comando judío liderado por El’azar hijo del gran sacerdote Jananyiá.  El’azar en su momento había ordenado que no se ofrecieran más sacrificios en el Bet haMiqdash en honor al emperador romano. Esta era una clara señal de que los judíos ya no aceptaban la autoridad de los romanos y se estaban declarando como un estado independiente de Roma. De haberse unido, estos dos líderes podrían haber resistido al ejército romano. ¡Pero ocurrió lo peor que podía haber pasado! Una ve que los romanos fueron vencidos, comenzaron los conflictos internos: quien va a liderar la contraofensiva. Menajem asesinó a Jananiyá, el padre de El’azar.  Y El’azar se enfrentó con Menajem, diciendo que  Menajem se comportaba como un tirano. “No queremos cambiar a un tirano [el emperador de Roma] por otro tirano [Menajem]”, dijo El’azar.  Los ejércitos de Menajem y El’azar y luego Shimón ben Guiorá se enfrentaron en sangrientas batallas internas. Y así, enfrentados y sin un liderazgo competente que nos uniera, nosotros mismos preparamos el terreno para nuestra derrota y la destrucción del Bet haMiqdash el 9 de Ab del año 68. 




4. La Rebelión de los judíos contra el imperio romano

DE MAL EN PEOR
Tras la muerte de Agripa (año 44 de la era común), que fue el mejor gobernador que tuvo Judea, se inició un período muy difícil para Am Israel, que culminó con la destrucción de Bet haMiqdash en el año 68. Los romanos impulsaron a los paganos a establecerse en Israel, los eximieron de impuestos y los favorecieron con sus leyes. Por otro lado, cuando un judío, por ejemplo, no pagaba los exorbitantes impuestos a los romanos, su tierra era confiscada y entregada gratuitamente a los paganos. La población judía se sentía cada vez más desplazada y privada de su tierra. En el plano religioso la situación no era mejor: Las provocaciones y humillaciones contra los judíos seguían creciendo cada vez más.
CUMANO Y FELIX
Maimónides indica que la terrible ofensa de Apostomus, que quemó públicamente un Sefer Tora, tuvo lugar en la época del gobernador Cumanus (48-52). Luego vino Marco Antonio Félix, que gobernó Judea durante 8 terribles años (52-60). Félix fue un esclavo en su juventud, guardaba rencor a los judíos y abusaba de su poder. El historiador romano Tácito denunció su actitud diciendo que Félix: «… practicó toda clase de crueldades y abusos, abundó su poder de procurador [gobernador de los judíos, designado por el emperador romano] desatando contra ellos los agravios de su esclavitud». Los romanos hicieron todo lo posible para anexar Judea y exigían a los judíos que se convirtieran en ciudadanos «normales» del imperio o que abandonaran Israel. La situación era desesperante.
FLORÚS
La agresión de los romanos contra los judíos alcanzó su punto máximo en tiempos del procurador Florus, del 64 al 66 de la era común. Florus fue designado por el extravagante y tiránico emperador romano Nerón, que reinó del 54 al 68. El objetivo de Florus era saquear el Bet-haMiqdash (Gran Templo de Jerusalén) y robar los objetos sagrados del Templo que estaban hechos de oro puro. En el año 66, Florus llegó a Yerushalayim y robó doce talentos de plata del Bet haMiqdash, alegando que estaba actuando en nombre del emperador romano. También exigió que todos los judíos de la ciudad fueran a saludarlo y bendecirlo. Muchos lo hicieron por temor a la impredecible reacción de Florus. Al día siguiente, Florus exigió que todos los líderes judíos que no estaban allí fueran ejecutados por faltarle el respeto. También ordenó a sus soldados que tomaran represalias matando a todos los judíos que encontraran en las calles de Jerusalem. En un día, Florus asesinó a 3.600 judíos: hombres, mujeres y niños. Y ordenó a sus soldados que crucificaran a los líderes judíos (vale la pena aclarar que la crucifixión era el método de ejecución utilizado por los romanos, no por los judíos).
PROVOCACIÓN CON FINES DE LUCRO
Como si esto fuera poco, Florus convocó a los líderes rabínicos ya los Cohanim a venir del Bet haMiqdash para calmar la situación. Los líderes judíos aceptaron ingenuamente las demandas de Florus con la esperanza de que esto detuviera las masacres, pero cuando llegaron, el ejército de Florus los atacó y mató a muchos de ellos. Algunos historiadores creen que Florus estaba provocando deliberadamente a los judíos sabiendo que eventualmente se rebelarían. Y planeó usar esta rebelión como una excusa para saquear el oro del Bet-haMiqdash.
TRATANDO DE DETENER LA REBELIÓN
Flavius ​​​​Josephus escribe que el líder judío Agripa II trató de evitar una rebelión alegando que el problema era Florus, no los romanos. Estaba tratando de convencerlos de que luchar contra los romanos sería un acto suicida, sin posibilidad de éxito. Los esfuerzos tenían que ser diplomáticos, no militares: el emperador tenía que reemplazar a Florus. Pero muchos sintieron que habían llegado a un punto de no retorno y que si no se rebelaban desaparecerían. Así en el año 66 de la era común se inició la Gran Revuelta de los judíos contra los romanos (המרד הגדול). Cuando Nerón se enteró de la insurrección, envió a Judea la poderosa 12.ª legión llamada «Fulminata». Pero antes de que pudieran llegar a Jerusalem, la legión fue emboscada y destruida por las milicias judías dirigidas por El’azar ben Shimon en Bet Horon. Los líderes romanos quedaron atónitos porque no creían que los judíos, famosos por su pacifismo, pudieran luchar con tanto coraje.
E PLURIBIS… NULLUM
Pero a pesar de estas victorias esporádicas y la gran cantidad de soldados judíos, estábamos atrapados en un problema grave que no nos permitía triunfar: estábamos completamente divididos. Atomizados en muchos grupos con diferentes ideas: si atacar o rendirse a Roma; cómo atacar y, especialmente, quién debía ser el líder de los judíos. Estos grupos estaban tan divididos que peleaban y literalmente se mataban unos a otros (sinat jinam). Esta situación fue explícitamente reportada por Ribbí Yohanan en el Talmud de Jerusalem (Sanhedrín, capítulo 10), diciendo que la destrucción de Yerushalayim y el exilio ocurrió porque los judíos estaban divididos en 24 grupos con diferentes ideologías, como veremos B”H la próxima vez.
YOSEF BITTON