Rab Menashé Ben Israel (1604-1657), el judío más famoso del mundo

Ribbí Menashe nació en la isla de Madeira, Portugal, en 1604, bajo el nombre de Manoel Dias Soeiro. Su familia se trasladó a Holanda, en los Países Bajos, en 1610. En aquel entonces, Ámsterdam era un importante centro de la vida judía en Europa. Allí, como muchos otros judíos que llegaban de Portugal, la familia de Ribbí Menashé retornó abiertamente al judaísmo.

El joven Menashé tuvo la mejor educación posible dentro de la tradición sefardí, que mantiene que los estudios seculares deben complementar los estudios religiosos. Sobresalió en sus estudios talmúdicos y en su conocimiento profundo del Tanaj. Dominaba todo el espectro del pensamiento judío, desde la escuela de Maimónides hasta los escritos de los más recientes cabalistas.

En el área secular, se destacó en las lenguas: hablaba diez idiomas y además poseía amplios conocimientos de medicina, matemáticas y astronomía. También estaba muy versado en la literatura clásica y en los escritos de los filósofos y teólogos gentiles. Este conocimiento le facilitó debatir con intelectuales gentiles y refutar sus ideas cuando eran contrarias al judaísmo.

En 1620, a la sorprendentemente temprana edad de 18 años, fue nombrado rabino de la comunidad sefardí y pronto se convirtió en uno de los predicadores más famosos de esa prestigiosa comunidad. Poco después de asumir este cargo, contrajo matrimonio con Raquel Soeiro, descendiente directa del rabino Don Yitzchak Abarbanel, con quien tuvo tres hijos. En 1626, estableció la primera prensa hebrea en Ámsterdam y, de hecho, en toda Holanda, llamada «Emet MeErets Titsmaj». En su imprenta utilizó un nuevo tipo de letra que más tarde sería copiado por muchas imprentas europeas.

En esos años, los holandeses colonizaron Brasil y muchos judíos de la comunidad de Ámsterdam, que eran grandes empresarios del comercio internacional, se mudaron a la ciudad de Recife, en la zona de Pernambuco. 

En 1638, Ribbí Menashé decidió visitar Recife y fue probablemente el primer rabino que visitó el suelo americano, pero al poco tiempo de estar allí regresó a Ámsterdam. Habían llegado a esa ciudad dos empresarios judíos portugueses muy importantes, los hermanos Abraham e Isaac Pereyra, que ofrecieron contratar al rabino Menashé para dirigir un Talmud Torá, un colegio judío, que ellos habían fundado en la ciudad.

Uno de los primeros libros de Ribbí Menashé fue «El Conciliador», escrito en español y luego traducido al inglés por Hayim Lindo. Este extraordinario libro (que yo cito varias veces en mi libro «Creación») tiene como objetivo conciliar todos los textos del Tanaj que parecen contradecirse entre sí. Uno de los primeros puntos que analiza, por ejemplo, es la aparente contradicción entre lo que la Torá describe durante los 3 primeros días de la Creación, «y fue la tarde y fue la mañana», y la aparente creación del sol en el cuarto día. Ribbí Menashé presenta 8 posibles respuestas para resolver este tema (los Sabios judíos, dicho sea de paso, explican que el sol y la luna fueron creados el primer día, en el primer acto de la Creación). En este libro, el rabino portugués refuta los argumentos de los autodenominados críticos de la Biblia. Fue una de las primeras obras escritas por un judío en un idioma moderno que despertó un gran interés en los lectores cristianos. Esto le valió a Ribbí Menashé una gran reputación en el mundo académico no judío. Con el tiempo, su fama como erudito y experto en todos los asuntos de aprendizaje y ciencia se extendió más allá de Holanda. Algunas de las personalidades más destacadas del mundo buscaron su amistad y consejo. Entre sus corresponsales y amigos no judíos se encontraban la reina Cristina de Suecia, el pintor Rembrandt, quien pintó su retrato, y el estadista y filósofo Hugo Grotius.

En 1644, Ribbí Menashé conoció a Antonio de Montezinos, un judío converso portugués que había viajado al Nuevo Mundo y se había adentrado en las entonces exóticas tierras y había conocido a los pobladores nativos de las Américas. Montezinos le contó que los indígenas de los Andes sudamericanos practicaban ciertos ritos y tenían ciertos símbolos que eran similares a los judíos y que en su opinión eran descendientes de las 10 tribus perdidas de Israel. Los coloridos relatos de Montezinos y la teoría de Ribbí Menashé respecto a lo que significa este descubrimiento en función de la llegada del Mesías quedaron registrados en uno de sus libros más famosos, que escribió en español: «MIKVE ISRAEL: La esperanza de Israel o el origen de los americanos». Este es el título original de este libro, que no sé por qué no se reimprime. Este descubrimiento impulsó las esperanzas de Ribbí Menashé, ya que el asentamiento de los judíos en todo el mundo se entendía como un signo de que el Mesías estaba llegando.

Unos años más tarde, escribió un extraordinario tratado histórico y filosófico dirigido a las autoridades de Inglaterra, exponiendo los argumentos a favor de la readmisión de los judíos en Inglaterra. Su carta a Cromwell, escrita en perfecto inglés, se puede leer aquí en este enlace de Hebrew books (https://hebrewbooks.org/52715), de donde habían sido expulsados en 1290. En 1653, Ribbí Menashé viajó a Inglaterra para solicitar formalmente la readmisión de los judíos. Allí fue recibido nada menos que por Oliver Cromwell. Sin embargo, se enfrentó con muchísimas dificultades, entre otras la exigencia de que para la readmisión, los judíos debían convertirse en masa al cristianismo.

Dejó Inglaterra triste por no haber logrado su objetivo y materialmente empobrecido, y regresó a Holanda en 1655. 

Nunca llegó a enterarse de que fue gracias a sus esfuerzos que Oliver Cromwell finalmente readmitió a los judíos en Inglaterra y les permitió practicar libremente su religión, ya que falleció en Ámsterdam ese mismo año, 1657. 

En el siglo XVII,  el Rabino Menashé ben Israel fue el judío más famoso del mundo.

Ribbí Menashe nació en la isla de Madeira, Portugal, en 1604, bajo el nombre de Manoel Dias Soeiro. Su familia se trasladó a Holanda, los Países Bajos, en 1610. En aquel entonces, Ámsterdam era un importante centro de la vida judía en Europa. Allí, como muchos otros judíos que llegaban de Portugal, la familia del Rab Menashe retornó abiertamente al judaísmo. Menashé tuvo la mejor educación posible dentro de la tradición sefardí, que mantiene que los estudios seculares deben complementar los estudios religiosos .   Sobresalió en sus estudios talmúdicos y en su conocimiento profundo del Tanaj. Dominaba todo el espectro del pensamiento judío, desde la escuela de Maimónides hasta los escritos de los más recientes Kabbalistas.

En el área secular, Menashé se destacaba en las lenguas:  hablaba diez idiomas y ademas poseía amplios conocimientos de medicina, matemáticas y astronomía. Estaba también muy versado en la literatura clásica y en los escritos de los filósofos y teólogos gentiles.  Este conocimiento le facilitó la posibilidad de debatir con intelectuales gentiles y refutar las ideas cuando eran contrarias al judaísmo. En 1620, a la sorprendentemente temprana edad de 18 años fue nombrado como rabino de la comunidad sefardí, y pronto se convirtió en uno de los predicadores más famosos de esa prestigiosa comunidad.Poco después de asumir este cargo, contrajo matrimonio con Raquel Soeiro, descendiente directa del rabino Don Yitzchak Abarbanel, con quien tuvo tres hijos.En 1626, estableció la primera prensa hebrea en Ámsterdam y, de hecho, en toda Holanda, llamada «Emet MeErets Titsmaj». En su imprenta utilizó un nuevo tipo de letra que más tarde sería copiado por muchas imprentas europeas. 

Uno de los primeros libros de Ribbí Menashé, fue  «El Conciliador», escrito en español y publicado en 1632. Este extraordinario libro (que yo cito varias veces en mi libro «Creación») tiene como objetivo conciliar todos los textos del Tanaj que parecen contradecirse uno con el otro. Uno de los primeros puntos que analiza por ejemplo, es la aparente contradicción entre lo que la Torá describe durante los 3 primeros días de Creación, «y fue la tarde y fue la mañana», y la aparente creación del sol en el cuarto día. El Rab Menashé trae 8 posibles respuestas para resolver este tema (los Sabios judíos, dicho sea de paso, explican que el sol y la luna fueron creados el primer día, en el primer acto de Creación). En este libro, el rabino portugués, refuta los argumentos de los autodenominados críticos de la Biblia. Fue una de las primeras obras escritas por un judío en un idioma moderno que despertó el gran interés en los lectores cristianos. Lo que valió al Rab Menashé una gran reputación en el mundo académico no judío. Con el tiempo, su fama como erudito y experto en todos los asuntos de aprendizaje y ciencia se extendió más allá de Holanda. Algunas de las personalidades más destacadas del mundo buscaron su amistad y consejo. Entre sus correspondientes y amigos no judíos se encontraban la reina Cristina de Suecia, el pintor Rembrandt , quien pint´ su retrato y el estadista y filósofo Hugo Grotius. En su tiempo, Menashé ben Israel fue el judío más famoso del mundo . 

En 1644, publicó un libro en latín dirigido a los no judíos, exponiendo los argumentos para la readmisión de los judíos en Inglaterra. Argumentó que de acuerdo a los mismos milenaristas la redención no podía suceder a menos que los judíos estén presentes en todas las naciones del mundo, incluyendo Inglaterra, de donde habían sido expulsados en 1290. En 1655, Ribbí Menashé viajó a Inglaterra para solicitar formalmente la readmisión de los judíos. Y allí fue recibido nada menos que por Oliver Cromwell. Gracias a la interevencion de Menashé ben Israel muchos judíos se restablecieron el Londres y fundaron allí una famosa  comunidad  Sefaradí.  Su carta a Cromwell escrita en perfecto ingles se puede leer aqui en este link de hebrew books ( https://hebrewbooks.org/52715 ). 

Encontrando un lugar para que los judô puedan vivir en paz.

En esos años los Holandeses colonizaron Brasil. Y muchos judíos de la comunidad de Amsterdam, que eran grandes empresarios del comercio internacional, se mudaron a la ciudad de Recife, en la zona de Pernambuco.  En 1638, decidió establecerse en Brasil, ya que todavía le resultaba difícil mantener a su esposa y familia en Amsterdam. Es posible que haya visitado Recife, la capital de la colonia holandesa, pero no se mudó allí. Una de las razones por las que su situación financiera mejoró en Amsterdam fue la llegada de dos empresarios judíos portugueses, los hermanos Abraham e Isaac Pereyra. Contrataron al rabino Manasseh para dirigir un pequeño colegio o academia (una yeshiba en el lenguaje español-portugués de la época) que habían fundado en la ciudad.

Siguiendo la misma línea, en 1651 R’ Menashe ofreció servir a la reina Cristina de Suecia como su agente de libros hebreos. En sus conversaciones con ella, le pidió que considerara abrir Escandinavia como un refugio para los refugiados judíos. Describió a los judíos siendo obligados a vagar de un país a otro. Casi logró su apelación, pero Cristina abdicó del trono y el plan no llegó a buen término.

 En 1644, el Rab Menashe conoció a Antonio de Montezinos, un judío conversado portugués que había viajado al Nuevo Mundo y se había adentrado en las entonces exóticas tierras y culturas de las Américas.  Montezinos le contó que los indigenas de los Andes sudamericanos practicaban ciertos ritos y tenían ciertos símbolos que eran similares a los judíos y que en su opinión ¡eran  descendientes de las 10 tribus perdidas de Israel!  Los coloridos relatos de Montezinos y la teoría del Rab Menashé respecto a lo que significa este descubrimiento en función de la llegada del Mesías  quedo registrado en uno de sus libros más famosos, que escribió en español: MIKVE ISRAEL “La esperanza de Israel o el origen de los americanos” (este es el titulo original de este libro que no se por qué no se reimprime) .    impulsó las esperanzas del Rab  Menashe, ya que el asentamiento de los judíos en todo el mundo se entendía como un signo de que el Mesías estaba llegando.

R’ Menashe regresó a los Países Bajos en 1655. Murió dos años después, en 1657.  Su contribución al judaísmo y a la sociedad sigue siendo una fuente de inspiración y respeto.




Alepo 1853: Nes Musán y el progrom que pudo ser.

Los “libelos de sangre” (‘alilot dam) también llamados “acusaciones de sangre”, eran imputaciones falsas y supersticiosas contra los judíos, culpándolos de asesinar y sacrificar ritualmente a niños cristianos para obtener su sangre y amasar con ella las Matsot (el pan ázimo, sin levadura, que se consume durante la fiesta de Pésaj) y otros alimentos rituales.
Durante siglos los libelos de sangre fueron, desafortunadamente, muy comunes. Si se encontraba el cuerpo muerto de un gentil (especialmente un niño) y no habían testigos directos del crimen, los judíos eran inmediatamente acusados y usados como chivos expiatorios, especialmente si el caso ocurría cerca de la fiesta de Pésaj.
La acusación en sí, que los judíos usaban la sangre de los gentiles para hornear su matsot, era absolutamente ridícula y absurda. Este es quizás el más escandaloso ejemplo de la demonización irracional que sufrimos los judíos durante siglos. No importaba cuánto insistieran los judíos en explicar que nuestra Torá no nos permite consumir sangre, ni siquiera sangre animal, y que cuando comemos carne debemos primero salarla durante media hora y remojarla para extraer la sangre. O que los judíos somos tan meticulosos con este tema que si se encuentra una pequeña gotita de sangre en la yema de un huevo, este no puede se consumido.
A pesar de todas estas verificables explicaciones, muchos antisemitas difundieron deliberadamente el rumor de la existencia de un ritual secreto en el que los judíos usaban la sangre de los cristianos para hornear las Matsot.… y lo que seguía a estas acusaciones eran progroms contra los barrios judíos.
Varios historiadores explicaron que estas ridículas imputaciones eran fácilmente aceptadas por las masas porque le ofrecían la gran excusa que necesitaban para perseguir a los judíos, matarlos, saquearlos, y robarles su dinero y sus propiedades. Probablemente el libelo de sangre más famoso en la historia moderna fue el «Libelo de Damasco» en 1840. Cuando un sacerdote franciscano, el padre Tomas, desapareció y los judíos fueron acusados ​​por las autoridades francesas de haberlo asesinado para consumir su sangre. Esta acusación trajo torturas, muertes y toda clase de abusos hacia la comunidad judía de Damasco por parte de los gentiles.
Las súplicas de la desesperada comunidad judía de Siria para que los influyentes países europeos intervengan, fueron ignoradas por los británicos y los franceses. Varios lideres comunitarios y rabinos fueron torturados por las autoridades turcas de Damasco, quienes aprovecharon la oportunidad para confiscar bienes y tomar por la fuerza las posesiones de las familias más afluentes de la comunidad. El libelo de Damasco tuvo consecuencias devastadoras para la población judía local…
Unos pocos años más tarde, el 13 de Siván del año 1853 en la ciudad de Alepo, se evitó un libelo de sangre justo a tiempo. Si bien no hay mucha documentación en este caso como en el caso del libelo de Damasco, la versión más conocida es que en esa fecha el cuerpo muerto de un niño, que murió o fue asesinado en dudosas circunstancias, fue “plantado” por un grupo de gentiles en la casa del panadero judío a la medianoche. El plan era llegar por la mañana con la policía y acusar al panadero de un asesinato ritual, comenzar disturbios, saquear la comunidad, etc. Un panadero judío era el objetivo perfecto para esta acusación, ya que se lo culparía ​​de «usar la sangre cristiana para preparar matzot, vino u otros alimentos rituales. Milagrosamente, el panadero (llamado Musa, Moshé en árabe) se despertó en el medio de esa noche. Descubrió el cuerpo, comprendió la amenaza potencial y se deshizo de él. Cuando las autoridades llegaron por la mañana no pudieron encontrar nada. El panadero informó a los rabinos de la ciudad lo que había sucedido y los rabinos dijeron que HaShem, en Su misericordia, había salvado a la comunidad judía de Alepo de una terrible tragedia e instituyeron que el 13 de Sivan sea recordado como «Nes Musán» (El milagro que sucedió a través de Musa) y en recuerdo a este milagro, se saltea la recitación del Viduy (confesión) lo cual es un acto significativo de celebración litúrgica.
(La otra explicación de por qué Viduy no se dice en este día es que en la Diáspora, los días de tashlumim para Shabu’ot terminan el 13 de Sivan, no el 12).
EL ANTISEMITISMO CONTINUA
Increíblemente, en este video podemos ver al presidente del «Centro Americano de investigación islámica», Dr Sallah Sultan, repitiendo las acusaciones de sangre contra los judíos, y mencionado específicamente el caso del padre Tomás (a quien llama “Doctor” Tomas) ¡como si fuese un hecho histórico!



ERUB TABSHILIN: Preparando la comida en Yom Tob para Shabbat

ENTENDIENDO EL CONCEPTO DE ERUB

Como sabemos, cocinar está permitido en las fiestas judías (Yom Tob), así aprendemos de Shemot 12:16 «… No harás ningún trabajo en estos días [= Yom Tob], excepto lo que preparás para que todos coman, esta es la única cosa / tarea que podrás hacer «. Nuestros rabinos explicaron que solo se permite cocinar durante Yom Tob lo que se consumirá durante ese día de Yom Tob, pero no podemos preparar o cocinar los alimentos en Yom Tob para que se consuman después de ese día. Por lo tanto, cuando un día festivo acontece el jueves a la noche y viernes, no se permite cocinar ese viernes para Shabbat, a menos que se prepare el ‘erub tabshilin.

El ’Erub tabshilin consiste en

1. Preparar antes de Yom Tob un plato de alimentos cocidos y horneados,

2. Declarar que estamos preparando este plato de alimentos específicamente para Shabbat.

3. Mantener y guardar ese alimento hasta Shabbat y

4. Consumir ese alimento durante el Shabbat.

De esta manera, comenzamos a cocinar para Shabbat antes de que comience la festividad, y simplemente continuamos con la preparación de esa comida en Yom Tob para Shabbat.

¿QUE DEBEMOS HACER HOY?

Siguiendo estos principios, esto es lo que debemos hacer hoy:

1. PREPARAR

Hoy, jueves 25 de Mayo al atardecer, y antes de la puesta del sol , debemos preparar un plato con algo de comida y pan y guardar este plato para Shabbat. Esta plato es lo que llamamos «el ‘erub». Y como ya se ha preparado algo de comida para Shabbat antes de la festividad, los alimentos que cocinaremos durante la festividad para Shabbat se considerarán una “extensión” de la comida que ya se preparó antes de que la festividad haya comenzado.

2. DECLARAR

La siguiente Berajá se recitará mientras se sostiene el plato con los alimentos (= ’erub) en las manos:

«Baruj Ata A- donay E- lohenu Melej ha’Olam Asher Qiddeshanu beMitzvotav veTzivanu AL MITZVAT ERUB»

בָּרוּךְ אַתָּה יְיָ אֱלֹהֵֽינוּ מֶֽלֶךְ הָעוֹלָם, אֲשֶׁר קִדְּשָֽׁנוּ בְּמִצְוֹתָיו, וְצִוָּֽנוּ עַל מִצְוַת עֵרוּב

Luego leemos el siguiente texto que afirma que al preparar este ‘erub se nos permite hacer todo lo necesario y cocinar en Yom Tob para Shabbat.

בַּדֵין עֵרוּבָא יְהֵא שָׁרֵא לָֽנָא לַאֲפוּיֵי וּלְבַשּׁוּלֵי וּלְאַטְמוּנֵי וּלְאַדְלוּקֵי שְׁרָגָא וּלְתַקָּנָא וּלְמֶעְבַּד כָּל צָרְכָּֽנָא, מִיּוֹמָא טָבָא לְשַׁבְּתָא

3. GUARDAR

Después de decir la bendición, colocamos el ‘erub en un lugar seguro o en el refrigerador y lo guardamos hasta Shabbat.

4. COMER

Para que el ‘erub tenga sentido, debemos comer ese plato de comida en algún momento durante este proximo Shabbat.

La práctica general es preparar el ‘erub con un huevo cocido y un pan. Muchas personas también agregan a su ‘erub carne, arroz y otros tipos de alimentos cocidos.




¿Cómo y cuándo comenzó el judaísmo?

Hace 3.500 años, el pueblo de Israel en el desierto del Sinaí experimentó el evento más importante de la historia humana: una alianza, un pacto formal entre la nación hebrea y Dios. Este pacto es único en la historia de la humanidad y se describe en detalle en el capítulo 20 y el capítulo 24 del libro Shemot (Éxodo).

En el primer día del mes de Siván, Moisés ascendió al Monte Sinaí y recibió este mensaje divino (Éxodo 19: 3-6): «Le dirás esto a la casa de Ya’aqob y así le hablarás a los hijos de Israel: ustedes han visto lo que hice a los egipcios [las diez plagas, etc.], y [también han visto] cómo los he guiado [protegiéndolos] como un águila [que protege a sus polluelos] en sus alas, y los he traído hacia Mí. Y ahora, si ustedes [están dispuestos a] obedecer Mi voz y a cumplir Mi pacto, se convertirán en una posesión preciosa para Mí [segulá] entre todas las naciones, un pueblo especial… serán para mí un Reino de Sacerdotes y una nación consagrada [por Mí]».

Dios propuso al pueblo de Israel establecer un pacto con Él. Ofreció convertirnos en una nación de sacerdotes (cohanim), es decir, un pueblo consagrado a Dios. Sirviendo a Dios, aprendiendo y enseñando Sus Leyes, y dando testimonio de Su existencia y Su voluntad revelada. La condición de ser una Nación de Sacerdotes implica el privilegio de la cercanía con Dios y gozar de Su «atención». Pero, por otro lado, este privilegio exige un mayor nivel de moralidad y un número considerable de obligaciones y preceptos a seguir.

Moisés descendió del monte Sinaí y presentó los términos del pacto al pueblo de Israel. La gente escuchó la propuesta y acordó entrar en un pacto con Dios, y así nos convertimos en «una nación a Su servicio» al declarar con una sola voz: «Estamos listos para hacer todo lo que Dios ha proclamado». Sin embargo, esta no fue la aceptación final del Pacto, sino la aceptación de la propuesta de entrar en un pacto con Él. El mejor ejemplo para comprender esta fase de nuestra alianza con Dios es el de «un compromiso» en el marco del casamiento. En el compromiso, la novia y el novio acuerdan casarse. El pueblo de Israel declarará su voluntad de entrar en el pacto. Esto sucederá después de escuchar los 10 mandamientos y finalizará cuando el pueblo verbaliza su consentimiento final («Sí, quiero») al decir las famosas palabras: «Todo lo que Dios ha dicho, haremos y escucharemos». Después de esa tercera y última declaración, el «matrimonio», nuestro pacto con Dios, comenzó formalmente.

Cuando el pueblo de Israel expresó su disposición de entrar en un pacto con Dios, HaShem anunció que se revelaría a toda la nación dentro de tres días, es decir, en Shabu’ot. Dios le dijo a Moisés (Éxodo 19: 10-12): «Consagra a la gente hoy y mañana. Diles que se purifiquen, que laven su ropa y se preparen para el tercer día, porque ese día descenderé al Monte Sinaí a la vista de todos». Según nuestros sabios, la purificación y el lavado de la ropa mencionados en este versículo se refieren a la inmersión en un mikvé, el baño ritual judío (lo mismo que hace una novia antes de la boda). Los hijos de Israel se purificaron durante esos tres días (3, 4 y 5 de Siván) y estaban listos para entrar en un pacto con Dios al día siguiente.

En este pacto, Dios ofreció adoptar al pueblo de Israel como «Su» pueblo. Esto significa que Él supervisará directamente a Israel; no permitirá que el pueblo de Israel desaparezca y nunca cancelará ni modificará este pacto. El pueblo de Israel, por su parte, acepta ser gobernado por la Ley Divina, la Torá, transformándose así en una Nación de Sacerdotes, es decir, consagrada al servicio de Dios. El pueblo judío también es testigo directo, «privilegiado», de la existencia de Dios, ya que experimentó Su Revelación directa en Sinaí (ma’amad har Sinai). El judío, entonces, tiene el derecho y el deber de escuchar a Dios cuando estudia la Torá y dirigirse a Dios cuando reza, sin intermediarios. Los términos de este pacto, que no son pocos, se detallan ampliamente en la Torá, los 5 libros de Moisés, y están organizados en 613 preceptos.

En la noche del 6 de Siván (entre el 5 y el 6 de Siván), la ceremonia del pacto continuó con Dios anunciando los 10 Mandamientos. Esta fue la única vez que Dios se reveló a una nación entera. Dios comenzó a enunciar directamente, y sin la mediación de Moisés, los dos primeros mandamientos. La Torá nos cuenta que la gente no pudo tolerar (¿físicamente?) el impacto de la Revelación Divina. Dios no habla con una voz producida por cuerdas vocales. La «voz Divina» y su efecto son indescriptibles. La Torá expresó esta experiencia sobrehumana y única con una frase muy singular (¿poética?): «Y la gente ‘veía’ las palabras [de Dios]». Vieron las «palabras», probablemente en su mente, cuando HaShem se dirigía a ellos. Los sabios explican que la experiencia de la Revelación fue tan intensa que se hizo parte de la memoria genética judía, ha moldeado nuestro carácter y ha reforzado principalmente nuestra creencia en Dios.

Después de escuchar el segundo mandamiento, los judíos piden la mediación de Moisés para transmitir el resto de los mandamientos. Esa misma noche, después de escuchar todos estos preceptos (Éxodo 21-23), la gente declaró por segunda vez su disposición a celebrar el pacto y comprometerse a obedecer las leyes que se presentaron hasta ese momento. Esto es lo que dice la Torá (Éxodo 24: 3): «Moisés… transmitió al pueblo todas las palabras de Dios y todas las leyes. Y la gente respondió con una sola voz diciendo: Todo lo que HaShem dijo, lo cumpliremos». Moisés permaneció despierto toda esa noche y escribió lo que Dios le había transmitido en un documento que la Torá llama sugestivamente: Sefer HaBerit, el libro del Pacto.

Al día siguiente, el 6 de Siván al amanecer, Moisés erigió un altar que representa la Presencia Divina, y 12 pilares que representan las doce tribus de Israel. Luego, envió a los jóvenes a ofrecer sacrificios. Moisés tomó la sangre de los sacrificios y la dividió en dos. Vertió la primera mitad en los receptáculos de los 12 pilares y la otra mitad en el altar. La Torá describe así la ceremonia de la celebración formal del pacto (Éxodo 24: 7): «Entonces Moisés tomó el libro del pacto y lo leyó en los oídos de la gente. Y la gente declaró: ‘Todo lo que HaShem ha dicho, lo haremos y obedeceremos'». Esto significa, literalmente, que las personas aceptaron obedecer todo lo que ya habían escuchado y se comprometían a aceptar todas las demás leyes y directivas que escucharían en el futuro. Entonces, Moisés tomó la sangre de los sacrificios y la roció sobre el altar, que representa la presencia Divina, y sobre los pilares que representan al pueblo. Moisés dijo entonces (24: 8): «Esta es la sangre del pacto que HaShem estableció con todos ustedes; (el pacto) que consiste en todas estas palabras (o leyes que han escuchado)».

Con esta ceremonia formal se estableció nuestro pacto eterno con Dios. Desde este momento, los judíos nos comprometimos, para siempre, a obedecer la Ley Divina, la Torá, la Constitución de nuestra nación.




SHABUOT: Dios en primera persona

En Shabuot recibimos la Torá. Todo comenzó con los 10 mandamientos.
YO, HaShem, soy tu Dios; aquel que te rescató de la tierra de Egipto, [y te liberó] de la sociedad de esclavos

«YO»
No se trata de un ser humano. Ni de un pariente cercano de Dios, ni de un hombre que encarna a Dios, como el Faraón o Yeshu se definían a sí mismos. Tampoco se trata de un profeta que recibe el mensaje de un ángel, ni de una persona asignada por Dios para hablar en Su nombre. Este mandamiento comienza con la palabra hebrea: ANOJÍ, que significa «yo» (que en este único caso me gusta escribirlo con dos letras mayúsculas: «YO»): Dios se presenta a Sí mismo en primera persona del singular, antes de dictar Su código de ley y ética. Esta introducción se considera en la tradición judía como una orden Divina o Mitsvá: el Primer Mandamiento.
El primer mandamiento es la base de lo que se conoce como el monoteísmo ético, es decir, que es Dios, el Creador, Aquel que establece la definición de lo que es ético y moral, de lo que es correcto o incorrecto, de lo que está bien y lo que está mal hacer. En un lenguaje judío: de lo permitido y lo prohibido. El monoteísmo ético rechaza rotundamente la idea de que la ética emana del criterio o la opinión humana, si no que provienen directamente de Dios, trascendiendo la subjetividad y la arbitrariedad de los tiempos, las modas y las geografías .
YO SOY TU DIOS: ¡Olvídate del Faraón!
Este YO-tú también establece un vínculo directo, personal, casi podríamos decir «horizontal», que desarrolla la idea principal de este mandamiento. Para comprenderlo mejor, debemos tener presente a quién se dirige Dios al dictar Sus preceptos. Hombres y mujeres que, aunque descienden de ilustres patriarcas, han sufrido durante las últimas 4 generaciones un estado de opresión total. Muchos han olvidado a Su Dios y a su historia y han sido programados mentalmente para reemplazarlo por el faraón. Algo así como lo que sucedió con aquellos judíos de Rusia que, en la época de Stalin, fueron programados mentalmente para reemplazar a Dios por Stalin. En las sociedades antiguas de 3500 añosa tras, existía una distancia mínima, indistinguible, entre los dioses y los líderes humanos, el Faraón se autoproclamaba «líder supremo y máximo benefactor de la humanidad». Y Egipto era algo así como Corea del Norte en nuestros días, donde el líder supremo Kim Jong Un prohibe todas las religiones porque está obsesionado con ser «la única divinidad que se puede adorar –y obedecer– en ese país» (ver este artículo estremecedor). El primer mandamiento, entonces, urge a los hijos de Israel a liberarse de esa tiranía ideológica y abandonar el culto a la persona del Faraón.

…que te rescató de la tierra de Egipto, [y te liberó] de la sociedad de esclavos…
La segunda parte de este mandamiento describe de manera breve y exquisitamente sofisticada las diferencias fundamentales entre Dios y el Faraón, lo cual era absolutamente comprensible para aquellos que acababan de salir de Egipto. Dios no se presenta como el Creador universal, sino como Aquel que intervino en nuestras vidas y nos liberó de la esclavitud. El mensaje es muy poderoso: a diferencia del Faraón, que era una deidad egocéntrica, que demandaba obediencia y lealtad incondicional «para su propio beneficio», Dios no requiere nada de nosotros para «SU» propio beneficio. En realidad, y aquí está la gran revolución, ¡Dios quiere lo mejor para nosotros! ¿La prueba? ¡El Faraón te ha esclavizado en Egipto, mientras que Dios te ha liberado! El dios de Egipto buscaba aprovecharse de tu fuerza para sus proyectos faraónicos, mientras que HaShem, tu Dios, quiere TU beneficio. Le importa de ti.

LIBERTAD, LIBERTAD, LIBERTAD
Y por eso, inmediatamente después de mencionar la libertad, Dios nos dicta Sus leyes, reglas, prohibiciones y preceptos. ¿Por qué? Porque la verdadera libertad no consiste en hacer lo que uno quiere, sino en ejercer el autocontrol moral y un comportamiento adecuado en cuanto a nuestras interacciones con los demás. Esta conducta ética es la que llevará a la verdadera y duradera felicidad. La plenitud de saber que uno está haciendo lo correcto. Este primer mandamiento deja en claro que el motivo por el cual Dios nos explica en los próximos mandamientos cómo vivir una vida de bien es porque Él se interesa por nosotros, ama al pueblo de Israel, y quiere nuestro bien. Nos ofrece una apreciación profunda del monoteísmo ético y moldea nuestra comprensión de la verdadera libertad.




RESUMEN DE PARASHAT BAMIDBAR

Parashat Bamidbar marca la apertura del cuarto libro de la Torá. Comienza con el relato de un censo ordenado por Dios, en el que Moisés recibió instrucciones de llevar a cabo entre el pueblo. Además, se designa a un líder o máximo delegado de cada tribu, conocido como «nasí», para guiar y representar a sus respectivas tribus.

Se describe el número de hombres mayores de 20 años de cada tribu, lo cual también sirve como un censo militar. También se asignan deberes especiales a los levitas, quienes no participan en la guerra, sino que se ocupan de todos los aspectos religiosos y logísticos, como la construcción, el mantenimiento y el transporte del Mishkan, o Tabernáculo, como se verá a continuación.

La Torá presenta los resultados del censo de cada tribu, excluyendo a la Tribu de Leví, que se contará por separado:

  • Tribu de Rubén: 46,500
  • Tribu de Shimón: 59,300
  • Tribu de Gad: 45,650
  • Tribu de Yehudá: 74,600
  • Tribu de Isajar: 54,400
  • Tribu de Zebulún: 57,400
  • Tribu de Efraim: 40,500
  • Tribu de Menashé: 32,200
  • Tribu de Binyamín: 35,400
  • Tribu de Dan: 62,700
  • Tribu de Asher: 41,500
  • Tribu de Naftalí: 53,400

El total de hombres en edad de servir en el ejército era de 603,550.

Dios encomienda una tarea especial a los hombres de la tribu de Leví: cuidar del Mishkán (Tabernáculo) y sus utensilios. Esta responsabilidad implica desmontar y transportar el Mishkán cuando el pueblo se muda de un lugar a otro, así como reconstruirlo cuando acampan. A los levitas se les ordena ubicar sus tiendas en el centro del campamento, más cerca del Mishkán, mientras que las demás tribus residen a su alrededor, organizadas de acuerdo a sus respectivos grupos y formación militar.

Luego, Dios le pide a Moisés que realice un censo separado de la Tribu de Leví, y el recuento final fue de 22,000 individuos. La Torá también proporciona detalles sobre las tareas específicas asignadas a cada una de las tres familias de la tribu de Leví: las familias de Guereshón, Quehat y Merarí.

Al final de la Parashá se menciona que HASHEM establecerá a los levitas como Sus sacerdotes en lugar de los primogénitos, como era la costumbre en aquellos tiempos. Se lleva a cabo una «ceremonia de redención» llamada «pidyon», que sigue siendo una práctica observada para «dispensar» del servicio sacerdotal a los primogénitos varones hasta el día de hoy.




La Primera Media Hora de la Guerra

 
EL PLAN SUICIDA
El 5 de Iyar de 1967, mientras Israel festejaba Yom Haatzmaut (el día de la independencia) el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser envió a sus tropas a invadir la península de Sinaí. Los estados árabes nunca aceptaron la existencia de un Estado judío, e hicieron todo lo posible por destruirlo. Las palabras del profesor de historia judía Solomon D. Goitein a un grupo de colegas de la Universidad Hebrea que abogaban por el establecimiento de un estado binacional en Palestina, representan para mí la mejor explicación para entender por qué los paises árabes intentaron destruirnos en el pasado y por qué «ahora» tenemos nuevas oportunidades de paz. Goitein dijo en 1948: “No estoy dispuesto a arriesgar mi vida por un pacto de paz con ellos [los palestinos y los Estados árabes]. Porque yo sé que no hay posibilidad de paz con ellos, mientras crean que pueden destruirnos”. Y en ese momento, Israel era muy vulnerable… En Mayo de 1967 Nasser simplemente «invitó» a las fuerzas de las Naciones Unidas, unos 3.500 soldados de la UNEF, que se retirasen del Sinaí, y a los pocos días, cobardemente y violando todos los acuerdos y las garantías que le habían dado a Israel, se fueron, liberando el Sinaí para que Egipto invadiera Israel.  Israel decidió no esperar a ser atacado.    El plan israelí era disminuir el poder de la fuerza aérea enemiga. Los ejércitos árabes de Egipto, Siria, Jordania e Irak contaban con unos 600 aviones. Nasser ya había anunciado que sus aviones estaban listos para bombardear Tel-Aviv. Nadie ignoraba que la superioridad aérea definiría esta guerra. Israel tenía solo 200 aviones y decidió atacar con practicamente  «todos» sus aviones el día lunes 26 de Iyar de 5727 (5 de junio de 1967). El resultado de esta operación definiría la guerra. La operación se llamaría “MIBTZA MOQUED” y era de altísimo riesgo, una operación suicida. ¿Por qué? Porque los egipcios contaban con equipos de radares y artillería antiaérea muy eficaces. Y estaban naturalmente en un permanente estado de alerta. Se esperaba que Israel perdiera la mayor parte de sus aviones en ese ataque, pero no había otra alternativa…
 
DIOS EN LA HISTORIA
A las 7.15 horas de la mañana del lunes 26 de Iyar despegaron los aviones de la fuerza aérea de Israel con una misión imposible: destruir la mayor cantidad de aviones y aeropuertos militares del ejército agresor: Egipto. Los aviones volaban muy bajo, a 20 metros sobre la superficie, y evitando toda comunicación electrónica entre ellos, para evitar ser detectados y atacados por los sistemas de defensa antiaérea.
A las 7.45 de la mañana se produjo un ataque simultáneo a 11 bases militares aéreas egipcias, en Sinaí, Suez, el Arish etc. Los aviones israelies, primero destruyeron las pistas de aterrizaje con bombas que penetraban el cemento, de manera que ningún avión enemigo pudiera despegar. Una vez inutilizados los aeropuertos, destruyeron los aviones del enemigo en tierra. 
A las 9.05 de esa mañana Israel ya había eliminado a la mitad de la fuerza aérea egipcia, y había dejado fuera de funcionamiento la mayoría de sus pistas de aterrizaje. 
La gran pregunta es, ¿cómo ocurrió esto? ¿Cómo fue que los egipcios no derribaron a los aviones de Israel?  ¿Cómo sucedió que «todos» los aviones de la fuerza aérea de Israel llegaron a su destino? ¿Cómo fue que no fueron atacados con artilleria anti aerea? ¿Qué paso con los avioens egipcios, MIG, a los cuales Israel tanto temía? Uno de los mensajes más importantes del libro de Tehilim es nuestro deber de “identificar” la intervención de Dios en la Creación, en la naturaleza y también en la historia. En la Guerra de los Seis Días, sucedieron  ciertos «eventos providenciales» que aisladamente pueden ser considerados como una gran casualidad, pero que cuando se los combina –especilamente 3 eventos que ocurrieron en el lapso de la primera hora de la guerra– dejan en evidencia la Intervención Divina que le permitió a Israel sobrevivir y triunfar en esta guerra imposible de ganar.
 
A continuación veremos lo que se podría considerar el primero de estos tres “milagros”. 
 
TRAFICO AEREO VIP 
La noche del día domingo 4 de junio de 1967 el comando mayor del ejército egipcio decidió realizar un viaje de inspección en la península de Sinaí para examinar a las tropas que estaban allí estacionadas a la espera de la orden de atacar a Israel. En esa delegación VIP estarían entre otros el vicepresidente de Egipto, el ministro de guerra egipcio y el primer ministro de Irak. Los egipcios decidieron que la delegación partiría el día 5 de junio a las 7.00 de la mañana. Y por lo tanto el comando militar egipcio prohibió la activación de cualquier tipo de artillería o sistema de defensa antiaéreo por una hora, entre las 7.00 y las 8.00 de la mañana, para evitar que por error los aviiones de esta importante delegación fuesen atacados. 
Así, mientras los aviones israelíes sobrevolaban el Sinai hacia sus destinos, los sistemas de defensa egipcios habían quedado “cancelados”. La orden era que en una situación de emergencia la activación de la artillería antiaérea tendría que ser obtenida directamente del ministro de guerra, que estaba en ese momento volando hacia Sinai.  
A las 7.45 de la mañana, cuando los aviones Israelíes llegaron a las bases aéreas militares del enemigo, los soldados egipcios encargados de las defensas antiaéreas estaban desayunando. Al ver que llegaban los aviones israelíes hubo agitadas discusiones entre los soldados y los militares que tenían estrictas órdenes de no operar la artillería sin ordenes del ministro de guerra.  Cuando por fin entendieron lo que estaba ocurriendo ya fue demasiado tarde. Israel ya había destruido a la mitad de la fuerza aérea egipcia. 
 
¿QUE HUBIERA PASADO SI…?
Si esto no hubiera ocurrido, si la delegación militar egipcia no hubiera estado en pleno vuelo entre las 7.00 y las 8.00 de esa mañana, las defensas antiaéreas hubieran estado activas , y normalmente una gran cantidad de aviones israelíes –quizás la mayoría– hubieran sido derribados antes de llegar a destino, y no hubieran cumplido con su crítica misión. 
Parte de la razón por la cual podemos hablar de «Providencia Divina» o en hebreo «hashgaja» es que Israel no tenía ningúna información de inteligencia acerca de ese vuelo VIP. 
Pero eso no fue todo…. Hubo otros eventos “providenciales” que ocurrieron ese mismo día entre las 7.00 y las 8.00 de la mañana que le permitieron a Israel ganar la guerra de los Seis Días en media hora. 
 
Continuará
 
PS: Vale recordar que los pilotos israelíes identificaron a la delegación VIP y pidieron permiso para atacar esos grandes aviones soviéticos, Ilyushin 14, que llevaban a altos mandos del ejército egipcio. El comando israelí no autorizó el ataque por temor a que hubiera víctimas civiles.
 
 
 
 
 



LA GUERRA DE LOS SEIS DÍAS: ¿El momento más difícil del Estado de Israel?

ויחן שם ישראל נגד ההר, כאיש אחד בלב אחד

En unos pocos días más, el próximo viernes 28 de Iyar (19 de mayo), celebraremos los 56 años de Yom Yerushalayim, el día en que los judíos recuperamos Jerusalem . Este hecho histórico de proporciones bíblicas fue la culminación de una epopeya militar que incluso el menos creyente considera un milagro: la Guerra de los Seis Días.

En los próximos días, veremos cómo la unidad y la valentía del pueblo judío merecieron la intervención divina que nos concedió la victoria.

LA PROVOCACIÓN

Los estados árabes nunca aceptaron la existencia del estado de Israel. Desde su establecimiento en 1948, los árabes rechazaron toda posibilidad de convivencia e hicieron todo lo posible por destruirlo y «echar a los judíos al mar», el eufemismo favorito de los vecinos de Israel para referirse a un segundo Holocausto. En 1964, Israel creó lo que en hebreo se llama «hamobil haartzí», una compañía que administra el agua desde el río Jordán hasta el desierto del Negev. A pesar de que la cantidad de agua que utilizaba Israel era la acordada en tratados internacionales, Siria comenzó a sabotear esta compañía desviando el caudal del río Jordán, que provee de agua a Israel. Así comenzó lo que se llamó la guerra del agua (miljemet hamayim), que duró un par de años. En 1967, Egipto, bajo la presidencia de Gamal Abdel Nasser, se unió a Siria y comenzó sus provocaciones contra Israel. El 15 de mayo de 1967, las tropas egipcias ingresaron a la península del Sinaí. Recordemos que en 1957 Israel había conquistado el desierto del Sinaí, y al finalizar la guerra hizo «lo que ningún otro país hizo y lo que a ningún otro país se le exige»: Israel aceptó retirarse de la zona conquistada en la guerra, con el fin de llegar a un acuerdo de paz con Egipto (vale la pena aclarar que, de acuerdo a la ley internacional, los territorios conquistados en una guerra, especialmente provocada por el enemigo, son considerados legalmente parte del territorio del vencedor. ¡Pregúntenle a Rusia!). Las condiciones que impuso Israel para la retirada fueron que la zona se mantuviera desmilitarizada y que las fuerzas de paz de las Naciones Unidas estuvieran apostadas en la península para evitar el paso de tropas egipcias. Estados Unidos y otras poderosas naciones europeas se habían comprometido a garantizar este acuerdo.

¿QUÉ ACUERDO DE PAZ?

Pero cuando en mayo de 1967 las fuerzas egipcias violaron este acuerdo, cruzaron el canal de Suez e invadieron el Sinaí, los estados garantes ignoraron sus promesas y compromisos y no reaccionaron. Y la gota que colmó el vaso fue que Egipto también bloqueó el estrecho de Tirán, impidiendo la salida de embarcaciones israelíes por el Mar Rojo. Esto se consideraba ahora un acto de guerra. Nuevamente, ninguna nación del mundo salió en defensa de Israel. Nadie hizo nada contra Nasser: ni sanciones internacionales ni embargos. Las fuerzas de paz de las Naciones Unidas fueron formalmente invitadas por Egipto a retirarse del Sinaí, y sorprendentemente, esas fuerzas internacionales que estaban allí para impedir una incursión egipcia, ¡se retiraron de la zona de conflicto! Qué gran lección para nuestros días: recordar cuánto puede confiar Israel en sus aliados o en las fuerzas internacionales de paz cuando más los necesita… 

Como ya había ocurrido en 1948, la pequeña nación de Israel quedaba una vez más sola y abandonada. La pasividad de las superpotencias dio más entusiasmo a Nasser y al ver que ningún organismo internacional se oponía a las provocaciones de Egipto, y que nadie acudía en ayuda de Israel, y completamente seguros de su victoria debido a su impresionante superioridad numérica, los países árabes liderados por Egipto anunciaron la inminente guerra y declararon a viva voz que el final de Israel estaba cerca. La radio de El Cairo transmitió el siguiente mensaje en hebreo: «El presidente Nasser anuncia que nuestro objetivo es apoderarnos de Israel y… liberar Palestina. ¡Oh, sionistas! ¡100 millones de soldados los destruirán! Prepárense, porque 100 millones de árabes van a cavar vuestras tumbas».

TSAV SHMONE

En Israel, se convocó a todas las fuerzas de reserva a presentarse (גיוס כללי). El estado de ánimo de los judíos era muy pesimista. Todos conocían la diferencia de fuerzas entre los países árabes e Israel. En ese entonces, Israel contaba con 2 millones y medio de habitantes, mientras que los países árabes que enfrentaban a Israel (Egipto, Siria, Jordania e Irak) tenían más de 100 millones. Los ejércitos árabes tenían 4 veces más tanques que Israel y 3 veces más aviones, incluyendo los modernos MiG de fabricación soviética que en ese momento se consideraban invencibles. Israel solo contaba con aviones franceses que ya estaban obsoletos. Y nadie ignoraba que esta guerra se definiría en las batallas aéreas. En Israel se estaban cavando trincheras y también miles de tumbas en los kibutzim y en los parques nacionales, en espera de lo peor. Los ataúdes ataúdes de madera ya estaban preparados… 

LA UNIDAD DE ISRAEL

El 22 de Iyar del calendario hebreo, que correspondía al 1 de junio de 1967, tuvo lugar un evento muy especial, único y sumamente positivo. Tan positivo que me atrevería a sugerir que fue este evento lo que nos hizo merecer el milagroso triunfo en la guerra de los Seis Días: los judíos dejaron de lado sus diferencias políticas y se unieron. No solo en las calles, en los cafés y en las sinagogas, sino también en el lugar más dividido del mundo judío: la Keneset, el parlamento de Israel. Por primera vez desde la creación del Estado de Israel, «todos» los partidos políticos, que hasta hoy siguen muy divididos, se unieron en un «gobierno de unidad nacional». Judíos religiosos y no religiosos, sefaradíes y ashkenazíes, de izquierda y de derecha, todos, como dice el Midrash, «como un solo hombre, con un mismo corazón». Ese gobierno unido y unificado tomó una decisión absolutamente audaz y valiente: no íbamos a esperar a ser atacados, actuaríamos de inmediato.

Y al estar unidos, HaShem estuvo con nosotros…

Continuará  




¿Cómo ser pobre por el resto de tu vida?


איזהו עשיר? השמח בחלקו

Quién es rico? Quien disfruta de lo que tiene. 

¿TENER MAS O NECESITAR MENOS?

La riqueza no se mide por lo que uno tiene sino por lo que uno necesita. El hombre rico no es el que tiene más, sino el que necesita menos.  Sin importar lo mucho que yo tengo, cuando siento que me falta , cuando mentalmente necesito más, soy una persona pobre…. El nivel de mi pobreza lo determina la diferencia entre lo que tengo y lo que siento que necesito tener.  Si tengo 10 (diez pesos o diez millones de dólares) pero quiero y deseo tener 20, de acuerdo a Pirqué Abot ¡soy una persona pobre! Nuestro rabinos explicaron que la pobreza es esencialmente un estado mental (en aniyut ela mida’at) que consiste en creer y sentir que no tengo todo lo que preciso. Mientras que para ser rico, materialmente rico, lo más importante es valorar y disfrutar de lo que tengo y sentir que no me falta nada.

RIQUEZA Y FRACCIONES

La plenitud, 10/10 o 2/2 , no consiste en tener todo lo que quiero sino en querer todo lo que tengo. Permítanme explicarlo con números. ¿Se acuerdan de las fracciones? ¿del numerador, el número de arriba,  y el denominador, el de abajo?  En nuestro caso, el numerador es «lo que tengo», y el denominador es «lo que deseo tener». Normalmente, las personas tratan de aumentar su numerador para alcanzar al denominador.  Y se supone que el éxito se alcanza al llegar a 10/10.  Pero muchas veces, cuando uno llega al denominador,  el denominador ¡sube otra vez!  Y consecuentemente algunas personas viven en un permanente estado de «pobreza» mental.

EL PASTO DEL VECINO

El denominador puede cambiar por muchas razones. Imaginemos que trabajé varios años para comprar un auto. Tengo un coche modelo 2022 que funciona  la perfección. ¡Mi nivel de plenitud es total:10/10!  perfectamente bien. Pero un día, veo que mi vecino o mi amigo acaba de comprarse un hermoso auto modelo 2023. Y de pronto, mi denominador sube, se exapnade,  de 10 pasa a 12 o a 15…  sin que nada, ¡excepto la percepción de mi propia realidad! haya cambiando. Pero ahora siento que tengo menos. Y me afecta. Y voy a convencerme que no soy, ni voy a ser, lo suficientemente feliz hasta que no tenga ese auto…  he permitido que el deseo de tener ese auto se haya transformado en mi mente en una nueva necesidad material que si no la puedo satisfacer me hará sentir incompleto, infeliz, pobre …. 

Para Pirqué Abot, si quiero ser rico tengo que estar en control total de mi denominador: el número de abajo. Aprendiendo a apreciar y amar lo que tengo, y sentir que poseo todo lo que preciso.

לע»נ מר אבי יעקב בן יהודה ז»ל




ABOT 4:22 El paraíso, el infierno y la biblioteca

הוא היה אומר, יפה שעה אחת בתשובה ומעשים טובים בעולם הזה, מכל חיי העולם הבא

Rabbi Yaaqob dice,  en esta vida nos preparamos para la vida que viene.

Hoy vamos ampliar un poco más esta idea.

Rabbi Yaaqob dice en la próxima Mishna algo que parece sorprendente. Compara esta vida con la vida después de la muerte y dice que, en un sentido, esta vida es más importante que la próxima.

Así dice: «Es más valioso un momento de arrepentimiento y buenas acciones en este mundo que toda la vida del mundo por venir».

¿A qué se refiere Rabbi Yaaqob?

La virtud más esencial del ser humano, lo que distingue al hombre de los animales y de los ángeles, es su libre albedrío. El hombre puede elegir hacer el bien o practicar el mal, progresar espiritualmente o estancarse.  Ser egoísta o altruista.  Es con esta libertad que tomamos decisiones morales: ¿Voy o no voy a ayudar a quién me necesita? ¿Voy o no voy a hablar mal de fulano de tal? ¿Voy o no voy a: robar, herir, curar, acompañar, pedir perdón, perdonar?

El libre albedrío es una característica exclusiva de los mortales.  En el mundo por venir no tomamos decisiones morales. Allí no hay pobres a quienes ayudar, enfermos a quien visitar, ni personas físicas de las cuales hablar mal o contra las cuales conspirar, ni dinero que robar, ni la posibilidad de ser fieles o infieles, crueles o compasivos.

El mensaje principal es que nuestro desarrollo y crecimiento espiritual consiste en esas decisiones morales que tomamos en esta vida. Somos lo que decidimos. Cuanto mejores son esas decisiones, más crecen nuestras almas y viceversa.

Rabbi Ya’aqob también menciona la Teshubá:  en el mundo por venir no hay posibilidad de arrepentimiento. Solo aquí, en esta vida podemos pedir perdón a HaShem por haber violado Su voluntad, y sólo en esta vida podemos pedir perdón a quienes ofendimos.  En el mundo por venir no hay posibilidad de cambios, progreso y arrepentimiento, que es una de las formas más elevadas del crecimiento espiritual. Es por eso que, en este sentido, la vida en este mundo es incomparablemente más significativa que la vida en el mundo por venir.

Un ejemplo: Imagine usted que la vida en el mundo por venir es una biblioteca, que contiene libros, sólo libros. Los libros más hermosos del mundo están en esta biblioteca.  Antes de ingresar a la biblioteca uno tiene la posibilidad de aprender a leer y así llegar a la biblioteca preparado para disfrutar de las obras más grandes de la literatura humana. Pero esa biblioteca tiene algunas imitaciones: no hay audiolibros y no enseñan a leer. Sólo se puede aprender a leer antes que uno ingresa a la Biblioteca… El ejemplo de la Biblioteca nos sirve para entender lo que dice Rabbi Ya’aqob respecto a la mayor importancia de este mundo, comparado con el mundo por venir. Sólo aquí podemos decidir aprender a leer. Allí, disfrutaremos o experimentaremos las consecuencias de lo que hicimos o no hicimos en esta vida.

Incidentalmente el ejemplo de la biblioteca nos puede servir para entender por qué originalmente la Mishná no habla de un paraíso o un infierno, sino de un mismo lugar para todos: el mundo por venir (‘olam habba). Veamos: dos personas llegan a la Biblioteca. La primera persona aprendió a leer en varios idiomas, y aprendió también a disfrutar de la lectura.  Ahora tiene la posibilidad de acceder a todos los libros que quiera. ¡Está en el paraíso! La otra persona sabe mucho de videojuegos, le encantan las telenovelas y es un experto en jugar al poker.  Pero es analfabeto. Nunca quiso esforzarse en aprender a leer.   Las dos personas están en el mismo lugar… pero no están en el mismo lugar.  El que sabe leer está en el paraíso. El otro, no.