SHOFETIM: El juego de la Teshubá. Por Rabbanit Coty Bittón.

La Parashá y nuestros hijos
שופטים ושוטרים תתן לך
Los Jajamim del Musar vieron un mensaje muy importante en el primer pasuk de esta Parashá, algo que se relaciona con el comienzo del mes de Elul y el proceso de Teshubá o arrepentimiento.  Las primeras palabras de nuestra parashá literalmente dicen: Jueces… deberás asignar para ti mismo…  Esto quiere decir que, más allá de la Mitsvá de asignar jueces para juzgar y sentenciar crímenes, debemos desarrollar la capacidad de actuar como jueces «de nosotros mismos».
Las palabras: «Jueces… deberás asignar para ti mismo»,  nos enseñan que la Teshubá no es posible a menos que abandonemos la zona de confort de la auto-defensa y tengamos el coraje de observarnos a nosotros mismos «desde el balcón» es decir, como otras personas nos ven.
Cuando mis niños eran chiquitos los llevaba a la cama un poco más temprano de su horario de dormir. Esto nos permitía disfrutar un ratito juntos leyéndoles un cuento, charlando y jugando algún juego sin sentirme presionada por el tiempo. Uno de esos «juegos» consistía en que cada uno de nosotros tenía que contar algo que hicimos durante ese día y que nos hizo sentir contentos y orgullosos. Surgían ejemplos como: dije Tefilá con Kavaná;  le presté mi lápiz a un amigo; ayudé a mamá a poner la mesa; no lloré cuando me caí; metí un gol, etcétera.
En una segunda ronda nos tocaba hablar de algo que hicimos hoy, pero que ahora desearíamos haber actuado de manera diferente. Y los casos que traían mis niños podían ser: Le pegué a mi hermanito; tiré mi sandwich a la basura en vez de comerlo; le dije una palabra fea a mi amiga; tomé algo «prestado», etc.  Por supuesto que yo también participaba con ejemplos de mi día. Compartía con ellos mi sentimiento de satisfacción si le había cocinado la cena a la familia de mi amiga que había dado a luz, y mi frustración si, por ejemplo, fallé y hablé lashón hará.
Muchas veces, cuando nos sentíamos inspirados y creativos, se desarrollaba una conversación donde cada uno analizaba lo que había dicho su hermanito o hermanita. Se aplaudía por los logros, y también opinábamos sobre cómo se podía modificar una acción equivocada: mañana le tengo que pedir perdón a mi amiga; no voy a tirar la comida; tengo que devolver lo que tomé prestado, etc.
Hoy entiendo que sin darme cuenta les estaba regalando a mis hijos una práctica invaluable: el hábito de la  introspección. Acostumbrarse a tener el coraje de mirar adentro de uno y reflexionar. Y analizar nuestro comportamiento en la forma más objetiva posible, sin caer en el riesgo de llevarlos a sentir una culpa dañina o destructiva. Porque estábamos jugando y aprendiendo que nadie es perfecto. Que es normal equivocarse y cometer errores. Y que siempre es posible ¡y muy bueno a los ojos de HaShem! mirar hacia atrás y hacia adentro, reconocer nuestras fallas, reparar y pedir perdón. Practicamos a no ser muy estrictos juzgando a los demás. Y sobre todo aprendimos que cuando me pongo en el papel de juez «de mis propias acciones», y reconozco que lo que hice estuvo mal,  me va a llevar a mejorar, y va ayudarme a que lo que haga hoy sea mejor que lo que hice ayer.
SHABBAT SHALOM. 
 
ABOUT THE AUTHOR 
Rabbanit Coty Bittón is a certified marriage and family counselor. Her weekly Torah classes are rich in relationship advice and home improvement. Her Shalom Bayit and parenting classes combine modern psychology and Tora knowledge.  Her email address for referrals and consultations is: [email protected].



SHOFETIM: El rey de Israel y su poder limitado

Uno de los primeros temas que aborda esta Perasha es el del «rey» de Israel. A diferencia de todas las demás civilizaciones del mundo, durante toda la historia de la monarquía, para el pueblo judío el rey no era una figura central. Es más, pareciera que la Torá (Debarim 17:14 ) «accede» a que el pueblo tenga un rey, no lo «prescribe».
Y el perfil del rey judío no podía ser más diferente del perfil de los reyes gentiles.  Los reyes gentiles eran «dioses». Así lo era en la antigüedad, por ejemplo, el Faraón. Egipto tenía muchos dioses, pero por encima de todos ellos estaba el rey. Como dice Yejezquel (29:3) del Faraón  «El Gran Cocodrilo [así se llamaba a sí mismo el faraón], que dice: mío es el rio Nilo [también una divinidad suprema en Egipto] y yo me cree a mi mismo«. Algo parecido pasaba con los reyes y emperadores romanos, como Caligula, que se refería a si mismo como un dios.
En la edad media no era muy diferente. Los reyes no se presentaban como dioses, pero se consideraban elegidos por su dios. El rey no obedecía ni daba cuentas a nadie. Era una obligación «divina» obedecer al rey. Obedeciendo al rey se obedecía a su dios. Y de esta manera se produjeron innumerables abusos y ultrajes,  en nombre de los dioses.
La Tora es única, y en este sentido, «revolucionaria».

Nuestra Perasha describe 3 características del rey de Israel:

1. El rey de Israel tiene limitaciones. No puede acumular tesoros, así no podría justificar cobrar excesivos impuestos al pueblo. El rey judío tampoco podía tener demasiados caballos, así no se hacía de un ejército más poderoso de lo necesario. Y no podía tener demasiadas esposas en su harén, lo que en ese entonces implicaba, entre otras cosas, un límite en las alianzas que podía establecer con pueblos gentiles vecinos (Debarim, 17:16-17).
2. El rey de Israel también debía ser un talmid jajam, es decir, un estudioso de la Torá. Tenía que escribir un Sefer Torá, el libro de Debarim, (17:18) y llevarlo con él adonde sea que fuera, para nunca olvidarse que él, el rey debía ser fiel a la ley Divina. El rey de Israel debía estudiar la Torá «todos los días de su vida» (17:19) para aprender todo lo que HaShem espera de él y de cada uno de sus súbditos. Su estudio no era para presumir de sabiduría ante nobles o plebeyos, sino para mejorar su proceder y refinar su carácter, como veremos a continuación.
3. Quizás lo más característico del rey judío era que –en completa oposición a la actitud de los reyes gentiles y hasta de algunos presidentes contemporáneos- es que debía comportarse con humildad. Así dice la Torá explícitamente Debarim 17:20: [El rey tendrá que leer la Torá…] para que su corazón no se enaltezca por sobre sus hermanos y no se aparte de Sus mandamientos a la derecha o a la izquierda…». Que note el lector la suprema lección de humildad: La Torá no dice que no se enaltezca por sobre «sus súbditos» sino sobre «sus hermanos». En el pueblo judío la relación rey súbditos no era vertical: era horizontal. NO se establece como «rey / súbditos», sino como «hermano mayor / hermanos». Mientras que en los demás pueblos el rey era la excepción en cuanto a obedecer la ley, en el sentido que no estaba sujeto a la misma y la podía cambiar a voluntad por su condición de portavoz de los dioses, el rey de Israel debía ser el ejemplo, el primero en someterse a la ley. En el pueblo judío el rey no es «la figura central» porque la ley no depende de su autoridad. Y por eso la Torá no menciona ninguna obligación de obedecer al rey humano: los reyes y los súbditos del pueblo judío están obligados a obedecer una misma ley: La Torá.
La siguiente oración resume todo lo que se puede decir sobre la diferencia entre lo que era el rey en el pueblo de Israel y lo que eran los reyes en otras naciones y culturas.
MIENTRAS QUE EN LOS DEMÁS PUEBLOS EL REY ES DIOS, EN EL PUEBLO DE ISRAEL DIOS ES EL REY



PERASHAT SHOFETIM: La ley y el órden. Y la Teshubá

Esta semana, la Torá describe el sistema judicial del pueblo judío. Hay un rey, que tiene que ser humilde y vivir en relativa austeridad, reconociendo que por encima de él hay otro Rey: HaShem, el Rey de Reyes. Como un recordatorio constante, el rey judío tenía que llevar consigo su propio Sefer Torá «todos los días de su vida».
También tenemos «Shofetim», jueces, los encargados de administrar la justicia. Los jueces judíos tienen que ser honestos, deben rechazar los sobornos y aborrecer la corrupción. Y juzgar con la mayor objetividad posible, sin reconocer las caras de amigos, celebridades, pobres o ricos. Los Shofetim generalmente no actúan por sí mismos (cuando lo hacen, actúan más como mediadores o árbitros) sino en un Bet Din, un tribunal judicial generalmente compuesto por tres jueces para demandas civiles y mercantiles o para delitos menores.
La Torá menciona también a los «Shoterim», oficiales o agentes de la ley. Algo similar a la fuerza policial y al sistema penitenciario juntos. Ellos aplicaban las leyes, las multas, los reglamentos, etc.
Cabe observar que el pueblo judío tenía este sofisticado sistema de «ley y orden» en un tiempo en el que los pueblos vecinos de Israel vivían en la anarquía, practicando libremente el parricidio y la violación, y donde la ley, basada en el nepotismo, era la prerrogativa del tirano de turno y del físicamente más fuerte.
Los Jajamim del Musar vieron algo más en las primeras palabras de esta Parasha, algo que se relaciona con el comienzo del mes de Elul y el proceso de Teshubá, arrepentimiento.Las primeras palabras literalmente significan: «Jueces… deberás asignar para ti mismo».  Cuando analizamos nuestra propia conducta, por lo general adoptamos el rol de «abogados» de nosotros mismos. Naturalmente defendemos nuestras propias acciones. Pensamos más acerca de nuestras siempre-buenas- intenciones que acerca de los resultados de lo que hemos hecho mal. De esta manera, nos absolvemos a nosotros mismos del mal proceder y nos liberarnos de la culpa. Nuestros rabinos observaron hace mucho tiempo las dificultades psicológicas que debemos sortear cuando queremos evitar esta actitud: «kol derekh ish yashar be’enav», «todo lo que una persona hace, es (o termina siendo) correcto a sus propios ojos».
Las palabras: «Jueces… deberás asignar para ti mismo«,  nos enseñan que la Teshubá no es posible a menos que abandonemos la zona de confort de la auto-defensa y tengamos el coraje de observarnos a nosotros mismos «desde el balcón» (=como otras personas nos ven).

Juzgarnos a nosotros mismos con la objetividad de un juez, y no con la indulgencia de un abogado, es un prerrequisito fundamental para que nuestra Teshubá sea efectiva.

SHABBAT SHALOM!



REE: ¿Cómo ayudar al pobre sin avergonzarlo?

Esta semana la Torá (Debarim 15:1-4) menciona una ley Bíblica no muy conocida: Shemitat Kesafim, la cancelación de las deudas por parte del acreedor. No se trata de la ley de quiebra; cuando una persona justificadamente o no se declara insolvente. Acá se trata de la Mitsva del acreedor de perdonar voluntariamente a los deudores en el año de la Shemitá.
Para entender esta Mitsvá hay que recordar cómo vivamos los judíos en el pasado, dos mil o tres mil años atrás. En el antiguo Israel los Yehudim éramos agricultores. Durante el año el agricultor come de lo que cosecha en su tierra: granos,verduras y frutas. En un buen año, si produce más de lo que necesita para comer, el agricultor venderá el superávit de sus frutas y —luego de distribuir un porcentaje de sus ingresos a los pobres, a los Levitas, etc—comprará más animales, más tierra, etc. Pero si el año fue malo, y el campesino no tiene lo suficiente para comer, dependerá de la asistencia de los demás. Por lo general pedirá un préstamo –algo que no era una práctica poco común incluso para un campesino que no era pobre– para “pasar el invierno”. Recordemos que el invierno era el peor momento para el agricultor. En el otoño, mientras se sembraba, todavía quedaban frutos (secos!) del verano pasado. Pero en el invierno las frutas y el grano —ya procesado como harina— se termina y hay que esperar al final del invierno, el comienzo de la primavera, para que los nuevos frutos florezcan.
Hay otra ocasion en la que el agricultor judío es muy vulnerable. El año sabático. Una vez cada siete años el campesino judío podia recoger únicamente los frutos que necesitaba para comer. Lo demás, era de libre acceso para los desposeídos: las viudas, los huérfanos o los pobres que no tenían ninguna tierra para sembrar. El campesino, al no poder comerciar con sus frutos, necesitaba crédito para pasar el invierno, y se le dificultaba pagar sus deudas anteriores, lo que por lo general hacia cuando vendía su cosecha.
En este tipo de circunstancias — deudas particularmente relacionadas con el año de la Shemitá: un año sin ingresos–, la Torá le indica al acreedor ser sensible a las deudas del campesino y perdonarlas. Esta era una forma de Tsedaqá que ayudaba a que los campesinos no tuvieran que embargar o vender sus tierras, y les diera tiempo a recuperarse. Evitaba así que los pobres se hicieran más pobres y los ricos se hicieran más ricos.
Ahora bien, los acreedores judíos conocían perfectamente la posibilidad de que las deudas fuesen canceladas el séptimo año. No solo eso: la Torá le prohibió al acreedor demandar estas deudas al deudor ( לא יגוש את רעהו). De manera que cuando prestaban su dinero, los acreedores eran plenamente conscientes de la posibilidad que no recuperarían su dinero. Y aún así, lo “prestaban” (=regalaban) a quienes lo necesitaban. “Prestar” dinero y luego no demandarlo es considerado como la forma más noble de Tsedaqa. ¿Por qué? Porque aún el deudor que se siente mal de pedir dinero como caridad, seguramente no le molestará pedir un préstamo. Incluso ¡con la plena intención de pagarlo! El acreedor, por su parte, prestaba el dinero pero con la pena intencionalidades de no cobrarlo. Este préstamo sin ánimo de devolución es solo un ejemplo de muchas leyes de ayuda al projimo que menciona la Torá (ver más abajo).



REE: ¿Cómo hace Dios para ocuparse de los pobres?

פותח את ידך ומשביע לכל חי רצון
«Abre/s Tus manos y satisfaces a todas las criaturas de acuerdo a Tu voluntad»
¿QUIÉN SE COME A QUIEN?
Hay un pasuq (versículo) muy conocido en Tehilim, el libro de los Salmos, que decimos todos los días del año, 3 veces por día. Y este pasuq tiene una particularidad: debe ser dicho con kavaná, o sea, haciendo una pausa y reflexionando en en lo que estamos diciendo, a fin de internalizar su mensaje. En el Salmo 145, Tehilá leDavid (ashré…) el pasuq 16, dice así: «poteaj et yadeja…». La traducción convencional es: «[Tu HaShem] Abres Tus manos y satisfaces a todas las criaturas de acuerdo a Tu voluntad». Y la explicación tradicional es que este pasuq habla de «las manos de Dios» –lo cual obviamente es una metáfora — e indica que El Creador «abre permanentemente Sus manos» proveyendo de mil formas diferentes el alimento que todo ser vivo necesita. ¿Y cómo es que HaShem «abre Su mano»? En el mundo animal, HaShem ha diseñado un mecanismo altamente sofisticado, que los científicos llaman «cadena alimenticia», a través de la cual todos los seres vivos tienen asignado su alimento. Este mecanismo ecológico permite que cada criatura del bosque, de la selva o del mar, tenga lo que comer.
ECOLOGIA HUMANA.  ¿QUIÉN LE DA DE COMER A QUIÉN?
También los seres humanos procuramos nuestro alimento consumiendo plantas u otros seres vivos.  Pero hay un elemento particular que corresponde exclusivamente a la raza humana: el que tiene comida le puede dar de comer al que no tiene lo que comer. Los seres humanos, no solo que no nos comemos unos a otros (por lo meanos en el sentido literal) sino que tenemos una capacidad que ningún otro ser vivo tiene:somos capaces de práticar la  «solidaridad» y el «altruismo», incluso con el extranjero. Es decir, de una manera que va amas alla del insitnto de supervivencia.
Ahora bien: entendemos que la cadena alamienticia animal es practicmante, un milagro. Es decir: la manera que Dios interviene para que todos los animales esten satsfechos. La pregunta es: ¿que papel juega el Todopoderoso en la solidaridad, quer es mas o menos: la la cadena alimenticia humana?
Este es uno de los temas que se desarrollan en la Parasha de esta semana.
INTERPRETACIÓN LITERAL
Como todos sabemos, la Torá nos permite (o nos exige) múltiples interpretaciones de su texto.  Hay interpretaciones literales (peshat) e interpretaciones no-literales (derash). En este caso voy a presentar una nueva «interpretación» del versculo de Sakmos que mecnionames anteriormente , que se ajusta estrictamente al sentido literal de sus palabras y que nos va a proveer la respuesta a nuestro interrogante: cómo hace Dios para dar de comer a los pobres.    Veamos. En hebreo, los verbos en el tiempo presente se dicen de igual manera para la primera, segunda o tercera persona del singular. En hebreo, por ejemplo, «yo escribo», «tu escribes» o «él escribe», se dice de la misma forma: «KOTEB», lo que cambia es el pronombre.  En nuestro caso, la primera palabra del  versículo , POTEAJ, se podria interpretar  entonces como la hemos leído anteriormente: «[Tú, HaShem,] abres Tus manos y satisfaces a todas las criaturas, hasta que colmas su voluntad». Pero también, las primeras tres palabras de este versículo se pueden leer de una manera distinta, sin violar su sentido literal: «[HaShem] abre tu mano, y así satisface a todas las criaturas según Su voluntad». En esta segunda lectura, (poteaj, como verbo transitivo) el texto debe entnderse así: El Creador abre «nuestras manos», las manos humanas, para saciar el hambre de otros seres humanos. HaShem, el Creador, abre NUESTRAS manos para que le demos de comer a los que no tienen que comer.
¿CÓMO HACE DIOS PARA ABRIR NUESTRAS MANOS?
En la Perashá de esta semana, REE,  capítulo 15:7 la Torá habla de la Mitsvá de Tsedaqá. HaShem nos pide que NO cerremos nuestra mano cuando nuestros hermanos nos necesitan ( לא תקפוץ את ידך מאחיך האביון). Y en el siguiente pasuq 15:8, la Torá usa unas palabras que es imposible no asociarlas con nuestro versículo en Tehilim. El pasuq 15:8, dice: «Habrás de abrir tu mano … [cuanto tu hermano te necesita ] y le proveerás de todos lo que le haga falta». ( פתוח תפתח את ידך לו). Según esta interpretación, Dios literalmente abre nuestras manos a través de la Mitsvá de Tsedaqá y de esa manera le concede a cada persona el alimento que necesita.
A través de la Tsedaqá, nos transformamos en un instrumento de HaShem. Nos convertimos en esa cadena almientica humana de Jesed que HaShem implementa a través de nuestras manos para que todos tengan lo que comer
SHABBAT SHALOM



HAFTARA de PARASHAT REE

(Del año 2014)

כל-כלי יוצר עליך לא יצלח וכל-לשון תקום-אתך למשפט תרשיעי

El profeta Isaías (Yesha’ayahu) dice en la Haftará de esta semana  ‘Ningún arma forjada contra ti prosperará, tú triunfarás sobre toda lengua que te acuse ‘ (Isaiah 54).

Nuestros rabinos explicaron que los gentiles a menudo asaltan al pueblo judío. Algunos nos atacan con armas y otros con palabras.

En diferentes momentos de nuestra historia, este versículo fue interpretado de diversas maneras. En los tiempos de la inquisición, los judíos que no aceptaron la conversión fueron expulsados de la España cristiana. Muchos de ellos huyeron a tierras árabes, donde fueron amenazados a convertirse al Islam o morir. Reflexionando sobre esta situación atroz y sin salida Don Isaac Abarbanel (1437-1508) escribió lo siguiente: «El profeta [Isaías] escribió que ‘Ningún arma forjada contra ti prosperará, y triunfarás sobre toda lengua que te acuse ‘. Por un lado hoy vemos religiones cuyos seguidores no se contentan con afirmar la supremacía de su fe por la vía del debate y la discusión, sino que amenazan de muerte a todos los que rechazan su fe. Los Ismaelitas (alusión al Islam) pertenecen a esta categoría. Hay otros, en cambio, que la imposición de su fe la practican con debates y argumentación, como hacen los Edomitas (alusión a la Iglesia católica)».

Aunque hoy los judíos no somos víctimas de ese tipo intenso de proselitismo, las palabras de Don Isaac Abarabanel resuenan en nuestros oídos como propias. Grupos terroristas como Hamas, que están luchando su Jihad o guerra religiosa (ver aquí artículo 13) contra el pueblo de Israel, atacan a Israel con armas mortales, cohetes y bombas que tienen como objetivo matar a la mayor cantidad de judíos posible. Ese ataque militar está complementado con los ataques verbales de los medios de comunicación del mundo. Que están siempre listos para agredir a Israel con palabras de crítica injusta, ignorando deliberadamente que Israel actúa en defensa propia.  Israel es víctima no sólo de los cohetes del enemigo sino también de acusaciones cínicas de crímenes de guerra, que nunca van a ser dichas contra ningún otro país que se defiende contra la organización terrorista que busca su destrucción.

Como lo anticipó Isaías, la agresión contra el pueblo judío persiste.  Sólo que hoy el antisemitismo se disfraza de la censura  obsesiva contra Israel. Pero Isaías también previó que no estamos solos en este conflicto. Que a pesar de la desesperación que sentimos cuando vemos que a nadie le interesa defender ni entender nuestra causa,  HaShem está con nosotros, protegiendo a Israel de las armas, de la espada y de la palabra de aquellos que buscan nuestra destrucción.




TU BEAB: ¿Qué celebraremos el 15 de Ab?

 עוד ישמע בערי יהודה ובחוצות ירושלם קול ששון קול שמחה קול חתן קול כלה

Hemos dejado atrás un periodo de luto por el Bet haMiqdash que se extendió desde el 17 de Tamuz hasta este pasado jueves por la noche, cuando finalizamos el ayuno del 9 de Ab. Durante todo este tiempo no hemos tenido casamientos ni otras celebraciones. Sin embargo, una vez finalizado Tishá BeAb, retomamos las festividades y alegrías.

Hoy celebramos una fecha que, aunque no conocida, es muy significativa: el 15 del mes de Ab. Según el tratado de Ta’anit, Rabbán Shimón ben Gamliel dijo: «No hubo días más alegres para el pueblo de Israel que el 15 de Ab… porque en esos días las jóvenes solteras de Jerusalem salían vestidas de blanco a bailar en los viñedos… y decían a los jóvenes solteros: ‘Considera a quién elegirás (para ser tu esposa)’ y luego destacaban sus propias cualidades: sus buenas familias, sus virtudes, su belleza». En este día, muchas parejas se conocían por primera vez y así comenzaban los nuevos matrimonios.

Para explicar por qué este día fue seleccionado para un evento tan alegre y significativo, «el día de los SHIDUJIM (o formación de parejas)», los Sabios mencionan lo que sucedió el 15 de Ab a lo largo de la historia judía.

1. Poco después de salir de Egipto, cuando el pueblo de Israel se negó a entrar a la tierra de Israel, todos los mayores de 20 años fueron condenados a morir en el desierto. Cuarenta años después, el 15 de Ab, este decreto fue cancelado.

2. Cuando el pueblo judío comenzó a establecerse en Israel en los tiempos de   Yehoshúa y aseguraron la división ordenada de la Tierra de Israel entre las doce tribus, que se establecieron en doce «provincias» o «estados» אחוזות או נחלות, los Sabios solo permitieron matrimonios entre miembros de la misma tribu o provincia (Bamidbar, Capítulo 36). Una mujer que había heredado la tierra de su padre en el territorio de Yehudá, por ejemplo, no podía casarse con una persona de la tribu de Binyamín, por ejemplo, porque esto causaría la transferencia de tierras de una tribu a otra. Estas restricciones se levantaron en 15 Ab, cuando se permitieron los matrimonios entre las diferentes tribus.

3. El 15 de Ab también nos recuerda que la tribu de Binyamín fue readmitida al pueblo de Israel. Sus miembros habían sido excomulgados por su comportamiento en el terrible episodio de la violación de una mujer en la Gib’ah (Jueces 19-21), un evento que no era común en la sociedad judía y sacudió al pueblo de Israel durante años.

4. Hay un último evento que ocurrió en el 15 de Ab. Los Sabios dicen que ese día se permitió al pueblo de Israel enterrar a los muertos de Betar (Biter) אמר רב חונה משניתנו הרוגי ביתר לקבורה נקבעה הטוב והמטיב. הטוב שלא נסרחו והמטיב שניתנו לקבורה  ¿Qué significa esto y qué tiene que ver con la celebración de matrimonios? 

Para entenderlo un poco mejor, voy a presentar una breve reseña histórica:

Desde que se destruyó el Templo de Jerusalem en el año 68 de la era común, la tierra de Israel ya no pertenecía al pueblo judío: «Judea» fue convertida en una provincia del imperio romano. Algunos emperadores fueron flexibles con los judíos y otros no. Pero hubo un emperador que fue el peor enemigo de los judíos: Adriano, יש. Este malvado gobernante se obsesionó con exterminar a nuestro  en un nivel similar al de Hitler יש.  Su «sueño» era la solución final: destruir al pueblo judío y borrar para siempre su memoria. Comenzó por Yerushalayim. Destruyó lo que quedaba de las ruinas (sic.) del Templo, para que los judíos dejásemos de llorar por Jerusalem (como lo hacemos hoy cuando visitamos el Kotel) y se olvidaran para siempre de reconstruirla. Para asegurarse el éxito de su misión, mandó a construir una ciudad sobre las ruinas de Jerusalem y le cambió el nombre a Aelia Capitolina. Como si esto fuera poco, también le cambió el nombre a la tierra de Israel, y le puso el nombre «Palestina» (ver aquí).

Los judíos, liderados por Bar Kojbá, decidieron sublevarse, pero luego de unos 3 años de heroicas batallas, en el año 135, Adriano derrotó a los rebeldes. Se estima que alrededor de 400,000 judíos que habitaban en Betar, el último bastión de resistencia judío, fueron masacrados por los romanos «hasta que su sangre llegó al mar Mediterráneo”. Y como castigo adicional, Adriano emitió un decreto especial: no permitió enterrar los cuerpos de estos judíos asesinados, e instruyó a sus tropas a no dejar sobrevivientes. Todos los judíos debían ser asesinados. Incluso aquellos hombres y mujeres que podían servir o ser vendidos como esclavos.  En ese desesperante momento, algunos sabios expresaron que debían cancelarse las bodas y los matrimonios. ¿Para qué casarse y traer hijos al mundo, si esos niños están condenados a muerte desde el momento de su nacimiento?

Finalmente, el 15 de Ab (10 de julio) del año 138, el emperador Adriano murió. En aquellos tiempos, cuando un rey o emperador fallecía,  sus decretos se cancelaban automáticamente. La primera acción que realizaron los judíos fue dar sepultura a sus muertos. Según la tradición Talmúdica, los cuerpos, milagrosamente, no se descompusieron durante un período de tres años. 

La muerte de este monstruoso emperador se asemejó a la culminación del Holocausto para los judíos de ese tiempo, como el final del aSegunda guerra mundial en 1945 o el día que murió Hitler.  Para conmemorar el final de este trágico periodo que los Sabios llamaron  SHEMAD, “genocidio» -la palabra hebrea más cercana a SHOAH, holocausto—los Sabios  tomaron una decisión de gran alcance y relevancia: formularon una nueva bendición (Berajá) de agradecimiento a Dios por el final del genocidio sistemático de los judíos e incorporan esta bendición llamada HATOB VEHAMETIB para la posteridad en el Bircat haMazón, la oración que recitamos diariamente después de comer una comida con pan. 

Y en ese momento los Sabios también alentaron a los sobrevivientes —nuestros ancestros— a traer nuevamente hijos al mundo. 

Y así fue que el 15 de Ab del año 138, el pueblo judío renació de sus cenizas. Y en las ciudades de Judea y en las calles de Jerusalem, se volvieron a escuchar las voces de alegría de los novios y las novias que celebraban sus bodas y formaban sus nuevas familias.




EQEB: Berit Mila del Corazon

«ומלתם את ערלת לבבכם וערפכם לא תקשו עוד» (דברים י’ טז’).

2 TIPOS DE CIRCUNCISIÓN
Cuando hablamos de «circuncisión», nos referimos generalmente al Berit Milá, la primera Mitzva que un niño judío experimenta en su vida, y que consiste en remover el prepucio, la capa cutánea, que cubre el órgano sexual masculino. Pero nuestra Parashá , Equeb, describe un tipo diferente de circuncisión: la circuncisión del corazón. La Torá dice (Deuteronomio 10:16.): «Y circuncidareis el prepucio de vuestro corazón …». ¿Qué es el prepucio del corazón y cómo se realiza esta circuncisión cardíaca? En Hebreo, como en español, el corazón es el órgano asociado con las emociones, el amor y la sensibilidad («Te quiero con todo mi corazón», «Tiene un corazón de oro..», etc). En este sentido, nuestros corazones son capaces de crear una capa cutánea virtual, invisible al ojo, pero absolutamente real. El prepucio del corazón se va formando, por ejemplo, cuando normalizamos lo inmoral, cuando dejamos de sentirnos incómodos frente a las cosas malas que suceden a nuestro alrededor.
ADAPT OR DIE
Nuestros corazones pueden volverse insensibles a la injusticia o al dolor. ¿Cómo? Es un proceso… Seguramente la primera vez que presenciamos un acto de injusticia o engaño contra los más débiles o inocentes, nos sentimos mal y molestos. Pero, ¿qué pasaría con nuestro corazón si viviéramos en un ambiente donde «todos» practican la injusticia, el engaño y la corrupción? En esas circunstancias, lamentablemente, uno termina adaptándose («adaptarse o morir» dicen en ingles), y la forma de adaptarse es desarrollando un prepucio virtual sobre el corazón, que supuestamente «lo protege», lo aísla de la sensibilidad. En un extraordinario mandamiento la Torá nos previene acerca de esta cobertura cardiaca y nos dice: No dejes que tu corazón se cubra por un prepucio a su alrededor. No te adaptes a la injusticia. No te sientas cómodo alrededor de la corrupción. No dejes de sentir que algo está mal cuando todo el mundo actúa mal. Y si esto pasa, tienes que «circuncidar tu corazón».
ANESTESIA EMOCIONAL
Hay algo más. La Tora dice que HaShem se interesa por los huérfanos, por las viudas y que Él defiende a los pobres, a los desposeídos, a los individuos que sufren. HaShem nos pide que no nos permitamos perder nuestra sensibilidad hacia los demás, dejando que nuestros corazones estén cubiertos por esa gruesa capa cutánea. Yo tenía un amigo, z»l, que solía viajar por negocios a Calcuta, India, una de las ciudades más pobres del mundo. Me contó que el primer día que llegó, no lo podía soportar. Al ver a tantos mendigos en la calle, especialmente niños ciegos, deformes, discapacitados, rogando por una moneda, su corazón quedó al borde del colapso… Pero lentamente se fue acostumbrando a ver gente sufriendo a su alrededor. Un día ya no se sintió incómodo y se dio cuenta de que para él los indigentes se habían convertido en una parte normal del paisaje de Calcuta. En ese momento, al notar que su corazón se había cubierto de una piel dura e insensible, llamó a todos los pobres de la cuadra y los invitó a almorzar. Esta gran hombre fue capaz de identificar su propia «cobertura-cardiaco» e inmediatamente la extirpó de su corazón.
La circuncisión del corazón exige una autoevaluación constante de nuestros sentimientos, sobre todo, de la ausencia de sentimientos. Si detectamos una capa cutánea alrededor de nuestro corazón tenemos que actuar inmediatamente. La práctica de la justicia y los actos de Jesed (caridad, bondad, generosidad) son el «Berit Milá, el mejor antídoto para remover la insensibilidad de nuestros corazones.



¿Cómo sabemos que Dios existe?

La Parashá de esta semana, Vaetjanán, contiene dos textos cardinales de la fe judía: Los Diez Mandamientos y la primera parte del Shemá Israel. Hoy analizaremos brevemente el primer versículo del Shemá. Para aprender un poco más acerca de Los Diez Mandamientos, consulta el enlace a continuación.

Para empezar, recordemos que el Shemá Israel no es formalmente una oración. No es un texto en el que alabamos a Dios o pedimos Su ayuda. El Shemá completo, que recitamos todos los días, contiene nuestra declaración de fe en la existencia y unidad de Dios, nos educa para amar a Dios, nos insta a cumplir sus mandamientos y nos exhorta a comportarnos con santidad.

שמע ישראל ה אלוקינו ה אחד

«Escucha, Israel, HaShem es nuestro Dios, HaShem es uno»

Este primer versículo del Shemá Israel contiene tres mensajes muy importantes que constituyen los principios de nuestra fe.

Que Dios existe.

Que somos los únicos testigos de Su revelación.

Que Dios es uno.

¿CÓMO SE DICE «DIOS EXISTE» EN HEBREO?

La palabra más significativa en este tema, irónicamente, no está EXPLÍCITAMENTE escrita en el pasuq (versículo bíblico). Nuestro versículo dice literalmente: «Escucha Israel, HaShem nuestro Dios, HaShem uno». Pero la traducción correcta es: «Escucha Israel, HaShem ES nuestro Dios, HaShem ES uno». ¿Por qué estos dos verbos no están explícitamente incluidos en este versículo? En hebreo bíblico no se conjugan en el presente de la manera que ocurre en otros idiomas. Para indicar el presente, en hebreo solo se usa el pronombre y el sustantivo. Cuando digo, por ejemplo, ANI QORE, que generalmente se traduce como «yo leo», en realidad estoy diciendo «en este momento, soy un lector». Es por eso que cuando se quiere decir el verbo «ser» en presente, «es» o «soy», ¡no se dice nada! Si quiero decir «esta silla ES blanca» diré «hakise laban»= «Esta silla … blanca». Y cuando quiero decir «HaShem ES nuestro Dios» diré «HaShem… nuestro Dios».  La idea de «SER» transmite el mensaje MÁS importante de todo el Shemá Israel. La afirmación de que Dios «ES» implica que Dios «EXISTE», lo cual constituye el principio número uno de la fe judía.

¿CÓMO SABEMOS QUE DIOS EXISTE?

La respuesta a esta pregunta se presenta en la segunda parte de este versículo: «HaShem es ‘nuestro Dios’». Aquí el énfasis no está en la palabra «es» sino en la palabra «nuestro».

En el judaísmo, la creencia en Dios se basa primero, en el hecho de que los judíos somos los únicos testigos de la Revelación Divina (אתם עדי). En el Monte Sinaí, cuando Dios nos eligió entre todas las naciones, hizo un pacto con nosotros y nos dio su Tora, se reveló a nuestros antepasados. Todo el pueblo oyó la Voz Divina, transmitiendo al pueblo los primeros dos mandamientos. Esta experiencia se describe como «y todo el pueblo veía las voces [Divinas]». La Tora no utiliza un lenguaje normal, «escuchaba» las voces, sino una expresión anormal «veía las voces», para indicar un evento extrasensorial, sobrenatural, una especie de telepatía profética. Este evento “impactante” (incluso “traumático”) quedó grabado en nuestra memoria genética, y nos convertimos así en el único grupo humano que ha experimentado directa y colectivamente la Revelación Divina. El rabino Yehuda haLeví mencionó hace unos 1.000 años, que otras religiones ni siquiera han pretendido haber experimentado una revelación colectiva, algo que cuando es falso es imposible de sostener. Se basan, en cambio en supuestas «revelaciones privadas» a individuos como Yeshu, Mahoma o Joseph Smith. Ahora podemos entender mejor el segundo mensaje del Shemá Israel: “HaShem es NUESTRO Dios”, nos recuerda que Dios se reveló a nosotros. Y esta experiencia de la revelación divina nos transformó en testigos de Su existencia.

¿QUÉ SIGNIFICA QUE DIOS ES UNO?

El monoteísmo judío, la creencia de que solo hay un Dios y que no existe ningún otro poder independiente de Él, es probablemente la más revolucionaria a nivel intelectual y cultural de la Torá. Para el hombre antiguo, era imposible pensar que solo existe un Dios. Los seres humanos naturalmente percibimos la realidad en términos de eventos conflictivos y contradictorios: vida y muerte; luz y oscuridad; guerra y paz; alegría y dolor, etc. Era imposible para la mente pagana concebir que el complejo espectro de esta realidad ¡proviene de un solo Dios! La conclusión más normal, intuitiva y lógica es que el mundo está gobernada por multiples dioses , cada uno a cargo de un determinado poder, y que están en un conflicto permanente entre sí. Desde el aspecto psicológico, el politeísmo también es la forma más natural de proyectar ese mismo aspecto de la realidad humana: los dioses poseen los mismos conflictos, intereses y apetitos que los seres humanos. Concebir UN SOLO DIOS, que es el Creador, y que tiene control sobre TODOS los aspectos contradictorios de nuestra compleja realidad humana, es absolutamente revolucionario (casi «insano»).

Puede ser difícil para nosotros percibir hoy la escala y el increible impacto de esta revolución , simplemente porque la mayoría del mundo civilizado ha rechazado el politeísmo y adoptado el monoteísmo judío.

Para resumir: El primer versículo del Shemá Israel no es una oración que recitamos a Dios. Es un texto bíblico dirigido hacia nosotros. Nos recuerda los principios más importantes del judaísmo y nos exhorta a repetirlos todos los días, como un Juramento de Lealtad a HaShem, nuestro Dios.

Rab Yosef Bittón




El profeta Jeremías y la destrucción del primer Templo

El primer Bet haMiqdash, el Gran Templo de Jerusalem, fue destruido en el día 9 del mes de Ab del año 586 antes de la era común, hace unos 2600 años atrás.
LA VARA DE YEHUDA
Nuestros Sabios explicaron que los enemigos de Israel son como la vara con la que Dios castiga al pueblo de Israel por sus transgresiones. Por lo tanto, cuando ayunamos en recuerdo a la destrucción del Bet haMiqdash no lo hacemos para recordar las batallas perdidas o para demostrar nuestro resentimiento contra el enemigo, sino para tomar conciencia de nuestra responsabilidad colectiva en estos eventos y reflexionar sobre qué hicimos mal para merecer que Dios nos castigue. El enemigo nunca podría haber destruido nuestro Templo si la presencia de HaShem no lo hubiera abandonado. Y también dijeron que la presencia de HaShem se aleja de nosotros cuando abandonamos la Torá y sus caminos de bien. Y sin Su protección quedamos expuestos y vulnerables ante el enemigo.
El primer Bet haMiqdash fue destruido por 3 motivos principales: los judíos de esa generación se entregaron al culto de otros dioses (abodá zará), el asesinato que queda impune (shefijut damim) y la promiscuidad sexual (guilui arayot). Estos son los tres pecados cardinales en el judaísmo.
Para advertir al pueblo, Dios se reveló a sus Profetas para hacerles ver que se estaban dirigiendo por el camino equivocado. Los Profetas hablaban apasionadamente al pueblo, y especialmente al rey y a la aristocracia, y les transmitían “el punto de vista de Dios” sobre su conducta. Denunciaban la injusticia y advertían que si seguían por el mal camino, HaShem se iba a alejar de ellos y caerían en las manos del enemigo, que siempre está al acecho. Estos adversarios de Israel actuarán sin compasión y Dios advierte que no lo impedirá.
Pero el pueblo judío no escuchó a los profetas… y así la ciudad de Jerusalem fue destruida.
EL PROFETA DE ANATOT
En los últimos años del primer Bet haMiqdash el profeta que más se destacó fue Yirmiyahu (Jeremías) que vivió en el reinado de Yoshiyahu, de Yoyaquín, de su hijo Yoyajín, y del último rey de Yehudá: Tsidqiyahu.
Presentamos a continuación un breve ejemplo de sus palabras al pueblo judío, que nos demuestran el estado de inmoralidad que imperaba en la sociedad de Yehudá.
Yirmiyahu advierte al rey y al pueblo de las inevitables consecuencias de sus acciones:
Capítulo 22:1-13 «Así dijo HaShem, … Practiquen la justicia y la rectitud, liberen al oprimido, no humillen ni maltraten a los extranjeros, a los huérfanos y a las viudas… no derramen la sangre del inocente. … Si [recapacitan, corrigen sus acciones] y hacen lo que les indico, seguirán teniendo reyes judíos que los gobiernen, reyes que seguirán llegando en sus lujosas carrozas y sus caballos a este hermoso palacio, acompañados por los funcionarios y el pueblo…Pero si no hacen caso de estas advertencias, [el enemigo se apoderará de esta ciudad, la destruirá] y este hermoso palacio quedará convertido en ruinas”.
En el siguiente texto Yirmiyahu se dirige al Rey y a la realeza de Judea (Judea en hebreo es “Yehudá”, así se llamaba oficialmente el estado judío en esos tiempos) y denuncia dos cosas: primero, que la realeza abusaba de los judíos pobres, y segundo, que se estaban excediendo en su materialismo. Es muy interesante observar que Yirmiyahu nunca criticó el confort y la comodidad que disfrutan las personas que ganan su dinero con honestidad . El profeta judío dice claramente que no aboga por la pobreza o la austeridad voluntaria del rey. Su mensaje es, en primer lugar, que el dinero debía ser ganado con honestidad, y en segundo lugar que la realeza no podia abusarse de sus servidores: que los trabajadores debían ser tratados con dignidad y respeto.
Dirigiéndose al rey y a otros miembros de la realeza Jeremías dice en el capítulo 22:13-17 “¡Ay de ti [el rey la nobleza], que construyes tus palacios y tus altos edificios a base de abuso e injusticias. Haces trabajar a los demás sin pagarles sus salarios…dices: ‘Voy a construirme una gran mansión, con amplias salas en el piso superior’… abres ventanas, y recubres de cedro tus paredes y las pintas de rojo… ¿Piensas que ser rey consiste en vivir rodeado de cedro? [Es cierto que Tus ancestros también] disfrutaban de una vida [con lujo]; pero [a diferencia de ti, ellos] actuaban con justicia y rectitud… siempre atentos a proteger los derechos de los pobres y oprimidos… eso es lo que se llama “conocer a Dios” [actuar consciente de la presencia Divina] … pero tú sólo te preocupas por las ganancias mal habidas; dejas morir al inocente, y oprimes y explotas a [los pobres de] tu pueblo.”
¿COMO SE LLEGO A ESTA SITUACIÓN?
Para comprender qué llevó al pueblo de Israel a abandonar la Torá hay que remontarse a los tiempos del Rey Menashé. Menashé reinó en Yehudá. Fue el reinado más largo, y de alguna manera, el peor de todos. En su afán por hacer la paz con el poderoso Imperio Asirio, Menashé transformó a Yehudá en una provincia asiria en todos los sentidos. Importó los dioses asirios y su culto, y eliminó por completo la Torá y la observancia de las Mitsvot. Fueron dos generaciones que estuvieron totalmente desarraigadas de cualquier práctica judía y alejados de Dios y Su Torá.
El Bet haMiqdash fue utilizado para la adoración de ídolos, y los Cohanim que se negaron a servir ídolos fueron expulsados o eliminados.
Los jueces judíos, famosos por su sentido de equidad, también se asimilaron, y ya no juzgaban con la justicia de la Torá sino con la justicia asiria, que siempre le daba la razón al que tenía más poder. Luego de Menashé reinó su hijo Amón, que fue tan malo como su padre, pero por lo menos reinó por poco tiempo: dos años.
A Amón lo sucedió Yoshiyahu (640-610 aec). Quien implemento toda una extraordinaria revolución religiosa para volver a servir a HaShem. La historia de Yoshiyahu es fascinante. En sus tiempos, mientras hacían ciertos arreglos en las paredes del Bet haMiqdash encontraron un Sefer Torá escondido. Después de más de 60 años de total abandono religioso no había quedado ningún otro libro de Torá que no haya sido destruido. Al leer la Torá por primera vez en su vida, el rey Yoshiyahu se conmovió y decidió volver a servir a HaShem. Y así comenzó un proceso de Teshubá nacional, que tuvo un éxito parcial.
Aquí es donde comienza el protagonismo del profeta Yirmiyahu, quien trató por todos los medios de convencer a pueblo de regresar a la observancia religiosa.
Veremos ahora algunas ilustraciones de su profecía y sus advertencias sobre las prácticas de idolatría que el pueblo arrastraba desde la época de Menashé.
En el capítulo 10 de Yirmiyahu leemos:
“No sigan el ejemplo de otras naciones, ni se dejen asustar por las señales del cielo (=astrología), como esas naciones lo hacen. La práctica de esos pueblos es vanidad. Cortan un tronco en el bosque, un escultor lo labra con su cincel, luego lo adornan con plata y oro, lo aseguran con clavos y martillo, para que no se caiga [y lo adoran como si fuera un dios!]. Los ídolos parecen espantapájaros en un campo sembrado de melones; no pueden hablar, y hay que cargarlos, porque no caminan. No tengan miedo [superstición] de esos ídolos, que a nadie hacen mal ni bien. [Comprendan que] HaShem es el Dios verdadero, el Dios de la vida, el Rey eterno…
En el capítulo 17 de su libro, vemos como Yirmiyahu trata de convencer al pueblo de volver a observar el Shabbat. Los Yehudim estaban tan asimilados que para ellos el Shabbat era un día más. Los asirios, que eran muy buenos comerciantes, habían contribuido a esta asimilación burlándose de aquellos judíos que no trabajaban en Shabbat, y acusándolos de holgazanes. HaShem le ordena a Yirmiyahu que se pare en la entrada del mercado, en Shabbat, y le diga al pueblo:
«Di a la gente: ‘Reyes y pueblo de Yehudá, habitantes de Jerusalem que entran por estas puertas, escuchen la palabra de HaShem…en Shabbat, y por consideración a sus propias vidas, no traigan sus mercancías, ni las metan por las puertas de Jerusalem… no hagan en este día ningún trabajo. Consagren el Shabbat, tal como le ordené a sus antepasados’…»
ABANDONO DE LA TORA
Yirmiyahu tenía muy claro que el abandono de la observancia religiosa era también responsable por el abandono de la justicia jurídica y la justicia social. Especialmente por la protección de los derechos de los que menos tienen: los pobres, las viudas, los huérfanos. Hay una frase que se repite una y otra vez en las profecías de Yirmiyahu: yedi’at HaShem, «conocer a haShem». Para Yirmiyahu conocer a haShem significa «imitar a HaShem», la máxima expresión de la espiritualidad judía. Pero ¿Cómo se imita a HaShem? Jeremías le recuerda al pueblo lo que dice la Torá y repite poéticamente el libro de Tehilim: HaShem es el protector de huérfanos y viudas, el que practica el jesed, bondad, con los necesitados, y libera a los oprimidos. Este mensaje se repite decenas de veces en el libro de Yirmiyahu. En el capítulo 9 vemos un muy breve ejemplo: «Así dice HaShem, que no se enorgullezca el sabio por su sabiduría, ni el poderoso por su fuerza, ni el rico por su riqueza. Si alguien se quiere enorgullecer, que se enorgullezca de conocerme, de saber que yo soy HaShem, que actúo en la tierra con bondad, justicia y rectitud, y eso es lo que Yo quiero [que ustedes también practiquen] .»
En los días del rey Yoyaquim HaShem le habla al profeta Yirmiyahu y le dice que vaya al Bet haMiqdash y transmita este mensaje:
 « Dice Dios, …así le dirás… a todos [los que vienen de] las ciudades de Yehudá …no omitas ni una sola palabra [de lo que to digo]. Tal vez te hagan caso y se arrepientan de su mal camino. Si así lo hicieran, [Yo también] desistiré del mal que pensaba hacer [respecto al Bet haMiqdash y Yerushalayim] por causa de sus malas acciones. Tú les advertirás que así dice HaShem: ‘Si no me obedecen ni se rigen por la ley que Yo les he entregado, y si no escuchan las palabras de mis siervos los profetas, a quienes una y otra vez he enviado y ustedes han desobedecido, entonces haré con esta casa lo mismo que hice con Shiló’.» Cap. 26: 1-6
Aquí el profeta demuestra cuál es realmente su misión. HaShem envió a los profetas para salvar a Su pueblo de las consecuencias de su mal proceder. La profecía que anuncia es la destrucción del Bet haMiqdash , pero que en ese momento, todavía podía ser evitada. Al Bet haMiqdash le puede pasar lo que le pasó al Tabernáculo de Shiló, que fue destruido por los Filisteos en los tiempos del profeta Shemuel. Pero, si el pueblo se arrepiente y si los líderes corrigen su proceder, la destrucción se puede evitar…
LA OPORTUNIDAD PERDIDA
La pregunta es: ¿Cómo reaccionó la gente que estaba en el Bet haMiqdash ante estas palabras? ¿Aprovecharon la advertencia de Yirmiyahu para corregirse?
Los Sacerdotes, y los falsos profetas, que eran los líderes del Bet haMiqdash, ¡condenaron a Yirmiyahu a morir! Ellos veían que el joven profeta amenazaba su autoridad y su liderazgo y lo conservaron un rebelde y un incitador. Acusaban a Yirmiyahu de ser portador de malas noticias. Mientras que los falsos profetas anunciaban que todo estaba bien, Yirmiyahu, incitaba a la rebelión contra el liderazgo religioso. Lo acusaron de ser un hereje y demandaron su ejecución. Con mucha hipocresía los sacerdotes y los falsos profetas decían: “¿Cómo es posible que este hombre diga que el Bet haMiqdash se va a destruir? ¿Acaso piensa que HaShem no tiene el poder para evitar la destrucción de Su Santuario?”. Yirmiyahu fue linchado públicamente y salvó su vida milagrosamente.
Pero como ya lo explicamos, para HaShem el edificio del Bet haMiqdash, sus paredes, sus recintos y sus techos no significan nada ¡si el pueblo no se conduce con integridad! Las personas que actúan mal no pueden venir al Bet haMiqdash a limpiar los pecados impunemente seguían cometiendo. El ritual religioso, si no está acompañado de una conducta recta y honesta , es cinismo y sacrilegio.
Las fuertes palabras de Yirmiyahu contra esta actitud hipócrita hablan por sí mismas:
 «Corrijan su conducta y sus acciones, y Yo [Dios] los dejaré seguir viviendo en esta tierra. No confíen en las palabras engañosas que [los falsos profetas] repiten: ‘¡Éste es el templo del Señor! ¡Es el templo del Señor! ¡Es el templo del Señor! [que nunca será destruido]’ . Si corrigen su conducta y sus acciones, si practican la justicia los unos con los otros, si no oprimen al extranjero ni al huérfano ni a la viuda, si no derraman la sangre inocente en este lugar, ni siguen adorando a otros dioses … entonces los dejaré seguir viviendo en este país, en la tierra que di a sus antepasados por siempre…. [pero hasta ahora] ustedes …siguen robando, matando, cometiendo adulterio, jurando en falso, quemando incienso al [doos pagano] Baal, y siguen [las prácticas inmorales] de otros dioses extranjeros, ¡y luego vienen y se presentan ante Mí, en esta casa que lleva Mi nombre [el Bet haMiqdash] , y dicen: ‘[Aquí] estaremos a salvo’ [Dos nos cuidará y no dejará que le pase nada a Su casa], para luego seguir cometiendo todas esas abominaciones! ¿Creen acaso que esta casa que lleva Mi nombre es una cueva de ladrones [un refugio de criminales]?”. Cap 7: 3- 11
Los judíos no escucharon a Yirmiyahu y dejaron pasar la oportunidad de hacer Teshubá, de absorber el mensaje del profeta y arrepentirse.
Y al poco tiempo la ciudad de Yerushalayim y su Templo fueron destruidos….
Las palabras de Yirmiyahu, lamentablemente, no fueron escuchadas en su generación. Pero fueron escritas para las generaciones del futuro, como o un testimonio para todos nosotros.
Esta noche y mañana obervaremos el día 9 de Ab, el día de duelo nacional, dedicado a la introspección, a recordar los errores de nuestros antepasados para corregirlos y no repetirlos jamás.