GENESIS 1:2. Breve historia de un caos de proporciones bíblicas

El primer versículo de la Torá describe la creación del universo a partir de la nada. La creación es una obra Divina, no un evento cuántico como el Big-Bang. Algo inexplicable de acuerdo a las leyes físicas que ocurre sin la intervención de un Creador. Como si fuera un “milagro” sin Dios. 

Una vez que concluye con la descripción del primer acto de Creación, la Torá se concentrará, de ahora en más exclusivamente en lo concerniente a nuestro planeta. 

 והארץ, הייתה תוהו ובוהו, וחושך, על-פני תהום; ורוח אלוקים, מרחפת על-פני המים

VEHAARETS HAYETA TOHU VABOHU  

Estas palabras se suelen traducir por: “Y la tierra era informe y desordenada”. 

Hay algunas palabras en la Torá que por pertenecer a textos muy conocidos por toda la humanidad, como el relato de la creación y los 10 mandamientos,  han sufrido ciertas modificaciones y han perdido su sentido hebreo original.   Las palabras hebreas “tohu vabohu” son uno de los mejores ejemplos que puedo presentar de esta “contaminación” textual. Más del 99% de las traducciones que yo conozco interpretan las palabras tohu vabohu como “caos”, “sin forma”, “informe”,  probablemente basados en que la Septuaginta  introduce la palabra “desordenada”  o “sin forma”. La Septuaginta es una traducción hecha por Sabios judíos y publicada el día 8 de Tebet en el tercer siglo antes de la era común. Fue demandada por el rey griego Ptolomeo y los Sabios judíos la escribieron estrictamente con fines diplomáticos, adaptándola a la cultura griega. Vale recordar que los judíos no solamente rechazamos el valor de la Septuaginta sino que el día 10 de Tebet ayunamos, entre otros motivos,  en recuerdo al trágico impacto que esta traducción trajo para el pueblo judío y la Torá. Ver aquí. 

Esta interpretación de tohu vabohu como desorden, informe etc. dio pie a las traducciones que posteriormente vertieron estas palabras como “caos”. E irónicamente tal ha sido la popularidad de esta traducción no judía que hasta el día de hoy en hebreo moderno se usa la expresión tohu vabohu para hablar de “una situación caótica”. 

¿POR QUÉ RECHAZAR ESTA TRADUCCION?

Este concepto de “caos” no es una idea judía. Pero tampoco es una idea neutral. En realidad la idea de caos expresa un principio fundamental de la filosofía griega platónica.  Los griegos no creían en la creación del universo. Para Aristóteles el Mundo no fue creado, es eterno, y siempre existió. Para Platón, ;por otro lado,  el universo siempre existió, pero al principio estaba en un estado de “caos” y “desorden”. Hasta que, según Platón, el “Demiurgo” un genio/dios mitológico griego ordenó la materia prima y dio origen así al increíblemente sofisticado universo que conocemos. Cito a Wikipedia (“Demiurgo”): para Platón “en el principio había una masa caótica, desordenada, informe, indeterminada,” y el Demiurgo modificó este estado caótico y así “creo” (=ordenó) el universo.

Probablemente sin saberlo, cientos de “teorías” teológicas, no judías y judías,  se han desarrollado basadas en el supuesto «caos primitivo que imperaba en el mundo al momento de su creación».  Existe un sinnúmero de teorías «bíblicas» acerca de cómo Dios trae el orden a partir del caos, la supuesta compatibilidad entre la creación bíblica y el elemento de entropía en el Big Bang.  

¿QUÉ SIGNIFICA ENTONCES TOHU VABOHU?

Primero, cabe destacar que en el pensamiento judío no existe la noción teológica de “caos”, ya que parte de nuestra fe es que  Dios es omnisciente y omnipresente, y nada escapa a Su control. 

En general cuando buscamos el significado literal de una palabra hebrea lo primero que debemos hacer es recurrir a la traducción rabínica oficial de la Torá, llamada Targum Unquelós, la traducción aramea escrita a principios del segundo siglo de la era común. Esta traducción lleva “el sello de aprobación de los grandes sabios de Israel”  (Targum Didán). 

Siguiendo la traducción del Targum las palabras “tohu vabohu” significan algo muy simple y completamente diferente a “caos”. Tohu vabohu significa que la tierra al ser creada “estaba desolada y deshabitada”, es decir, no tenia vida.  La segunda traducción rabínica más reconocida, atribuida a Ribbí Yonatán ben Uziel, amplia nuestro entendimiento del Targum Unquelós y traduce “la tierra estaba desolada de vida animal y deshabitada de vida humana”. Lo primero que un científico moderno observaría al explorar un planeta sería la existencia de seres vivos en el mismo. tohu vabohu serían las palabras que podría emplear un científico para afirmar que no hay vida en el planeta Marte. 

 NUESTRO PROPIO CAOS 

Cómo ocurrió que se pasó por alto la traducción del Targum Unquelós y se filtró una idea mitológica y pagana en todas las traducciones judías a la Torá es una pregunta que me supera…. supongo que, como ocurre pradójicamente no pocas veces,  nuestra ignorancia de las ideas paganas a veces contribuye a la adopción de las mismas “disfrazadas” de judaísmo. De cualquier manera, la traducción mitológica de tohu vabohu,  si bien es un impresionante ejemplo de contaminación textual, no es el caso más grave,  ya que para la mayoría de los despreocupados lectores pasa desapercibido…  

והארץ היתה תוהו ובהו

GENESIS 1:2 . ”Y LA TIERRA, AL MOMENTO DE SER CREADA, ESTABA DESHABITADA: NO POSEIA NI VIDA HUMANA NI VIDA ANIMAL….”  




Simjat Tora y el exceso de alcohol

DISFRUTAR SIN EXCESOS

La alegría material de Yom Tob y las festividades requiere moderación:

“Durante Yom Tob [y esto incluye Simjat Torá, Y.B.] una persona no debe beber demasiado [alcohol]… porque la embriaguez y la frivolidad no son parte de la Mitsvá de estar alegres: son parte de la vulgaridad y de la ignorancia… y [la Torá nos ordenó] alcanzar un nivel de felicidad que manifieste nuestro servicio a HaShem… una persona no puede servir a Dios desde la frivolidad, la ligereza mental o la embriaguez “(Idem., 6:19). ”La manera más elevada de servir a HaShem es sintiéndose feliz de poder cumplir [Su voluntad observando] Sus mandamientos…” (Maimónides, MT H. Sukka veLulab, 8:15).

Como explicó HaRambam, un judío no tiene por qué emborracharse para expresar su felicidad. Una persona que necesita emborracharse para sentirse felices, lo hace para «olvidar» su miseria, desactiva su razonamiento y su conciencia para escaparse de su presente, para escapar de una vida sin sentido.

Nosotros, AM ISRAEL, somos el pueblo elegido. Y en Simjat Torá NO bebemos de más porque debemos abrazar y celebrar el privilegio de pertenecer al pueblo de Dios con plena sobriedad y conciencia.




Celebrando la creación más importante del planeta tierra

Hoy, viernes 6 de Octubre por la noche comenzaremos la celebración de Sheminí Atseret, la fiesta que nos recuerda la llegada del otoño en el hemisferio norte y por supuesto, en Israel. A partir de este día  comenzamos a introducir en nuestra Tefilá (plegarias) una oración especial con la cual alabamos a Dios por haber creado la lluvia. En el mundo moderno, donde la mayoría de nosotros ya no vivimos en granjas y ranchos sino en ciudades y zonas urbanas, es difícil apreciar la importancia vital de la precipitación. Para la mayoría de nosotros, la lluvia es una molestia más que una bendición ….Y por eso quisiera compartir algunos datos sobre la lluvia que nos ayudarán a entender un poco mejor la hermosa Tefilá  mashib haruaj umorid hagueshem  (= Tú eres Quien hace que el viento sople, y Quien hace que la lluvia descienda sobre la tierra).

VIDA

¿Qué es lo que hace que nuestro planeta sea “único” en el universo? Uno podría decir: la existencia de la vida. Por lo que sabemos no existe ningún otro planeta con vida en el sistema solar, o en la via láctea. Pero hay otro elemento fundamental, un prerrequisito para que la vida exista, y que fue creado por HaShem antes de haber creado la vida. Es lo que los científicos buscan cuando investigan otros lugares del universo, como Marte, por ejemplo, para encontrar vestigios de vida. Uno probablemente pensará en “agua”, y estará parcialmente en lo cierto. Agua es vida y la vida, tal cual como la conocemos en nuestro planeta, no es posible sin agua.

AGUA LIQUIDA

Para ser más precisos deberíamos decir que para que un planeta sea habitable debería poseer agua líquida. En otros planeta se ha encontrado indicios de agua (H2O) pero congelada, en forma de hielo. Ya que las temperaturas en un planeta como Júpiter o sus lunas, por ejemplo, son bajísimas, y el agua no se puede mantener allí en estado liquido. Nuestro planeta es privilegiado por ser el único cuerpo celeste que posee “agua líquida”, gracias al Diseño Inteligente —Divino— de la masa de la Tierra, la masa del sol, y en particular la perfectamente calculada distancia entre nuestro planeta y el sol. Todo esto permite que la temperatura de la tierra no sea ni demasiado calurosa, donde el agua se evapore como sucedería en Venus, ni demasiado fría, donde el agua se congele, como sucedería en Marte.

AGUA DULCE

Pero la presencia de agua liquida no es el único elemento que soporta la vida en nuestra planeta. El “agua normal”, es decir, el agua de mar o el agua que algunos especulan que existía en Marte (lo cual no ha sido corroborado), es agua salada, la cual no es adecuada para la vida –tal como la conocemos–de los seres que habitan la tierra firme. La gran mayoría de las plantas, los insectos, anfibios, aves, reptiles y mamíferos necesitamos agua-sin-sal para sobrevivir. Ese precioso líquido se llama “agua dulce”. El agua dulce o agua fresca es lo que permite que exista la vida en nuestro planeta. Y ¿cuál es el origen del agua dulce, de ese elixir que posibilita la vida? La única fuente de agua dulce en nuestro planeta es la lluvia –o precipitación, que incluye nieve y granizo. Según Maimónides (Moré Nebujim 2:30) el mecanismo del ciclo del agua, que permite la producción de lluvia, fue establecido por el Creador en el segundo día de la Creación, al dividir las aguas superiores (nubes) de las aguas inferiores (océanos). Así también lo explica , entre otros, el Rab Moshé Jefets en su libro Melejet Majashebet pgs. 10-11, edición Viena, y el rab Menashé ben Israel en su libro “El Conciliador”.

EL SEGUNDO DIA DE LA CREACION

John Lynch, el autor del libro de la BBC “El Clima” (p.84, 1996) describe en sus propias palabras a las nubes de una manera muy similar a la Torá: “Vivimos en un planeta de agua. Los mares dominan el mundo… hay un océano alrededor de nosotros [el agua del mar] y un océano por encima de nosotros [las nubes]”. El Creador dedicó el Segundo Día de la Creación a establecer el milagroso mecanismo de la transformación del agua del océano en el líquido más precioso de todo el universo: la lluvia.

LA IMPROBABILIDAD DEL AGUA

El agua de lluvia es agua con bajas concentraciones de sal. De toda el agua que se encuentra en el planeta Tierra, sólo el 2,75% es agua dulce. De ese total, el 2,05% es agua dulce congelada en los glaciares. El 0,69% es agua dulce subterránea, que al igual que los glaciares también fue producida originalmente por la lluvia. Sólo el 0,0101% de toda el agua del planeta Tierra es agua dulce que se encuentra en la superficie del planeta y que está distribuida en todos los lagos y ríos. Este increíblemente pequeño porcentaje, el 0.0101% de toda el agua que existe en nuestro mundo, es la que utilizamos los seres humanos y todos los seres vivos que vivimos en tierra firme para nuestra supervivencia. ¡ La única fuente de esta agua es la lluvia!

El segundo día de la Creación fue dedicado a establecer el proceso de la conversión del agua del océano en el líquido más escaso, más exótico y más precioso de todo el universo. Es por eso que nuestros Jajamim consideraron a la lluvia como una de las bendiciones más importantes de Dios a la humanidad.

EL ELIXIR DE LA VIDA

La única fuente de agua dulce en todo el universo es la lluvia que se produce en la atmósfera del planeta Tierra.

“Imagina un planeta donde se produce el liquido más exquisito del universo. Este liquido se produce, evaporado agua salda de los océanos, a través de una brillante estrella amarilla [el sol] , que destila el extravagante licor en los cielos de la atmósfera y lo hace llover de nuevo sobre la tierra, formando lagos y ríos de esa bebida embriagante. El planeta, por supuesto, es la Tierra, y el licor, es el agua potable “ . (L. O’Hanlon, Discovery).




Sucot en el Bet HaMiqdash y Hosha’ana Rabba

Los días de Sucot eran días de una alegría especial en el Bet haMiqdash (Templo de Jerusalem). Además del mandamiento bíblico de tomar las cuatro especies de plantas (ארבעת המינים), había otras dos Mitsvot que se cumplían en el Templo. Una era el nisuj hamayim, la ceremonia del «agua sobre el altar», y la otra era la «Mitsvá de la ‘arabá».

NISUJ HAMAYIM

Los rabinos describen la gran alegría de la ceremonia de la libación del agua: “Quien no ha visto la celebración de la libación del agua nunca ha experimentado la verdadera alegría. Grandes lámparas de oro eran erigidas, con cuatro tazas de oro en la parte superior de cada lámpara. Cuatro jóvenes sacerdotes subían a la cima, llevando grandes jarras de aceite con las que se llenaban las lámparas. Una vez encendidas, no había un patio en toda Jerusalem que no brillara con la luz que emanaba desde el Templo. Se construían unos palcos especiales para permitir a las mujeres de Israel ver a los Sabios del Sanhedrín mientras bailaban. La gente cantaba, los hombres justos y piadosos bailaban delante de ellos, mientras hacían malabarismos con antorchas encendidas. Los Levitas permanecían de pie en los quince escalones que descendían desde la corte de Israel hasta la corte de las mujeres, tocando música con liras, arpas, trompetas y muchos otros instrumentos. Dos sacerdotes se paraban en la parte superior de las escaleras, a cada lado de la entrada de la gran puerta de la Corte y hacían sonar las trompetas de plata [estas eran trompetas reales, no shofarot Y.B.]. Todo esto se hacía para honrar el mandamiento de la libación del agua. Al amanecer, la gente procedía con melodías y cantos hacia la fuente del Shiloaj, al pie de las murallas de Jerusalem. Un Cohén llevaba consigo una jarra de oro especial y la llenaba con el agua de ese manantial. Entonces la congregación ascendía de nuevo al Templo, encabezada por el sacerdote que llevaba el agua. Al llegar al Templo, el Cohén traía la vasija hasta el altar y derramaba el agua en una vasija de plata, en una esquina del altar». (Tratado Sucá, Capítulo 5)

Esta ceremonia festiva, conocida en hebreo como Simjat Bet haShoebá, estaba conectada obviamente a las plegarias por la lluvia y era acompañada por Tefilot y oraciones de alabanza, confiando en que HaShem bendecirá con lluvia a la tierra y a sus productos durante el año entrante.

MITSVAT ‘ARABÁ

La otra Mitsvá especial que se celebraba en el Bet haMiqdash era mitsvat ‘araba, «El mandamiento de las ramas de sauce». Esta Mitsvá era independiente de las dos ramitas de sauce en las cuatro especies de plantas, que están atadas junto al lulab y al hadás. ¿En qué consistía la Mitsvá de la ‘arabá en el Bet haMiqdash? Había un lugar en las afueras de Jerusalem llamado Motsa (que existe hasta nuestros días) a las orillas del río «Soreq». Cada día de Sucot, la gente descendía a Motsa y cortaba grandes ramas de sauce, de aproximadamente 6 metros de altura. Estas ramas se colocaban a los pies del altar (mizbeaj), con la parte superior inclinada sobre el altar. El altar medía 5 metros de alto, de manera que las ramas sobresalían un metro sobre la parte superior del altar, en sus cuatro costados. Cada día de Sucot, los Cohanim (y según otras opiniones, también los ancianos de la ciudad) daban una vuelta al altar , marchando con sus lulabim en la mano y rezando al Todopoderoso «Ana haShem hoshi’a na; Ana haShem hatzlijá na (Dios, sálvanos; Dios, haznos prosperar)». En el séptimo y último día de Sucot, Hosha’na Rabbá, daban siete vueltas alrededor del altar. En nuestros días tenemos la costumbre de dar la vuelta (haqafá) con nuestros lulabim y etroguim a la plataforma sobre la cual se coloca el Sefer Torá (bimá) todos los días de Sucot en recuerdo de la mitsvat ‘araba que se celebraba en el Bet haMiqdash. En Hosha’na Rabbá, es decir, mañana viernes 6 de octubre por la mañana, rodearemos la bimá siete veces.

JABATAT ARABA

Hay un ritual adicional que pertenece a la Mitsvá de ‘arabá. Una tradición establecida por los últimos profetas de Israel, Jagai, Malají y Zejariá, después de la destrucción de nuestro primer Templo. Al final de la Tefilá de Hoshaná Rabbá tomamos unas cuantas ramitas de ‘araba—la tradición es tomar cinco ramitas, que no pueden ser las que utilizamos con el Lulab—y, sin recitar ninguna bendición, golpeamos estas ramas contra la tierra. Esta antiquísima tradición se llama jabatat (o jibut) ‘arabá. ¿Por qué tanto énfasis en la ‘araba? Nuestros rabinos explican que hacia el final de Sucot, el Tribunal Celestial emite el veredicto sobre la lluvia que caerá durante el próximo año (bajag niddonim ‘al hamayim). Esta es la razón principal por la cual, siguiendo una costumbre cabalística, se acostumbra a permanecer despierto durante toda la noche de Hoshaná Rabá, este sábado por la noche, estudiando Torá. Aunque no siempre lo tengamos presente, la lluvia es el elemento más crítico para nuestra supervivencia. La ‘araba nos recuerda nuestra vulnerabilidad y nuestra dependencia de la lluvia que HaShem generosamente nos envía. Por otro lado, al golpear las ramas de ‘araba contra el suelo y ver cómo la ‘araba se va deshojando con cada golpe, también nos damos cuenta de nuestra fragilidad y nuestra total dependencia de HaShem, no solo para nuestra prosperidad sino también para nuestra supervivencia.




Las diferencias entre Sucot, Sheminí Atseret y Simjat Torá

«ושמחת בחגך אתה ובנך ובתך ועבדך ואמתך

והגר והיתום והאלמנה אשר בשעריך

דב’ 16:13-15

“Y te alegrarás en tu celebración, tú, tus hijos, tus siervos, el extranjero, y el huérfano y la viuda que habitan en tu pueblo.”

SHEMINI ATSERET

Durante la fiesta de Sucot, habitamos en la Sucá y tomamos las cuatro especies de plantas (etrog, lulab, hadas, ‘araba) por siete días. También durante Sucot tenemos otra Mitsvá llamada “simjá”, que significa “celebrar” o estar alegres. Esta es la única de las 3 Mitsvot de Sucot que se extiende también para la próxima festividad que comienza hoy, viernes 6 de octubre por la noche: Sheminí Atseret, y que es seguida por Simjat Torá, que comienza el sábado 7 de octubre por la noche y se extiende hasta el domingo por la noche. Como Sheminí Atseret es una festividad diferente a Sucot, ya no tenemos más la mitsvá de Lulab y Etrog. En Israel, durante Sheminí Atseret ya no debe utilizarse la Sucá. En la diáspora, sin embargo, debido a que las prescripciones del antiguo calendario rabínico siguen en vigencia, seguimos usando la Sucá durante el primer día de Sheminí Atseret, pero no recitamos ninguna bendición.

DISFRUTAR DE LA TORA

Fuera de Erets Israel, como en cualquier otro día de fiesta (= Yom Tob), la festividad se celebra durante dos días seguidos (shabbat y domingo). Y al segundo día de Sheminí Atseret se lo conoce como Simjat Torá, es decir, el día que celebramos la finalización del ciclo anual de la lectura de Torá, y comenzamos ininterrumpidamente el nuevo ciclo de su lectura, desde Bereshit. Cantamos y bailamos con la Torá, expresando nuestra alegría por ser parte del pueblo elegido por Dios para estudiar y observar Su Tora.

DISFRUTAR DE YOM TOB

La Torá nos indica comportarnos con alegría y manifestar nuestra felicidad durante estas fiestas.

La alegría material también es parte de la celebración. Durante estos días de Yom Tob compartimos varias comidas festivas con nuestros seres queridos. Las comidas se preparan con esmero y en abundancia. Comemos, bebemos, honramos el día de Yom Tob, y lo hacemos tan placentero como el Shabbat (Shulján ‘Aruj OH 529:1). En honor de Yom Tob también tenemos que vestir bien, como cuando vamos a un casamiento, etc. De acuerdo al Shuljan ‘Aruj debemos vestir en Yom Tob “mejor” que en Shabbat. (Idem).

DISFRUTAR, DENTRO DE TU PRESUPUESTO

Los Jajamim también explicaron que cada individuo goza de la felicidad material de una manera diferente. Dijeron que antes de que comience Yom Tob los padres le regalen a sus hijos “… frutos secos [para comer] y nueces [para jugar]. El equivalente hoy en día sería “golosinas y pequeños juguetes [no electrónicos!]”. El marido debe obsequiarle a su mujer ropa y/o joyas («Happy wife, happy life»), siempre de acuerdo a su posibilidad económica . Por otro lado, la mujer de la casa se ocupa de que su marido –y su familia- coman y beban bien, dentro de las posibilidades de cada familia. El vino y la carne son habituales en el menú de Yom Tob.

DISFRUTAR Y COMPARTIR

Aunque estamos acostumbrados a la idea de que la felicidad es el resultado del éxito, y que el éxito consiste en tener más, ganar más, ostentar más, etc., la visión judía de la felicidad es un poco diferente. En Yom Tob aprendemos a alegrarnos con lo que tenemos, independientemente de “cuánto” tenemos. Si en la sociedad materialista se considera que el éxito es tener lo que uno quiere, debemos aprender que la felicidad consiste en querer lo que uno tiene, y muy especialmente compartir con los demás lo que uno tiene. Ofreciendo a otros participar de nuestras comidas, muy especialmente a los huérfanos y a las viudas (SH ‘A 529:. 2) y a todos aquellos que material o «emocionalmente» necesitan de compañia. Maimónides dijo lo siguiente sobre este punto tan importante: “El que cierra las puertas de su casa [a los necesitados], y come y bebe junto con su esposa e hijos, y no comparte con los pobres, no está practicando la alegría de esta Mitsvá, sino la alegría de su propio estómago…” (MT Yom Tob 6:18).

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¿Cual es el tema principal de las Tefilot de Sheminí atseret?  El final de Sucot indica el comienzo de la nueva temporada de lluvia en Israel. Esta es la razón por la cual en la oración de Musaf de Sheminí Atseret, cambiamos las palabras que dijimos desde el Pesaj pasado hasta ahora morid hatal (HaShem hace que descienda el rocio) por la oración mashib haruaj umorid hagueshem, (HaShem hace que el viento sople, y que descienda la lluvia). Es importante notar que en esta Tefilá no estamos todavía pidiendo a HaShem que nos mande la lluvia. Primero, comenzamos alabando a Dios por Su sabiduría y Su poder para producir las precipitaciones. Al decir mashib haruaj reconocemos a Dios como Quien produce la lluvia, y por extensión, como la fuente de nuestro sustento («Baruj», por excelencia).




Agradecer a Dios por la lluvia

La Mishná explica que en Rosh haShaná el Creador examina nuestras acciones y determina, en base a nuestros méritos, si merecemos otro año de vida. Tenemos una ventana de oportunidad desde Rosh haShaná a Yom Kipur para admitir nuestros errores y apelar un eventual decreto negativo, confesar, pedir perdón, etc. En el momento del Neilá, el decreto queda sellado y nuestro destino en esa área específica, queda determinado.

En Sucot, dijeron nuestros rabinos, se determina nuestro sustento bajag nidonim al hamayim. En otras palabras, asumiendo que se nos haya otorgado buena salud para llegar al próximo año (obsérvese que cada año, en un gesto de humildad, solamente le pedimos a Dios que nos conceda «un año más de vida») el tema que queda es esperar que Dios nos otorgue los medios económicos necesarios para mantener una vida lo más digna posible.

El concepto clave que representa nuestra solicitud de un medio de vida digno, es la palabra «lluvia».

¿Por qué?

La lluvia es esencial para saciar nuestra sed y la de nuestros animales. Pero en los tiempos bíblicos y talmúdicos la lluvia era el elemento más importante para la supervivencia. El granjero judío araba la tierra, sembraba las semillas y cuidaba su campo protegiéndolo de plagas, animales dañinos y enfermedades. Pero el factor más determinante que finalmente determinaría el éxito de su cosecha es la «lluvia». La lluvia es necesaria para una cosecha exitosa y tener lo qué comer. La sequía mataba a humanos y animales y era considerada una de las peores y más dañinas tragedias naturales… La lluvia es el requisito más importante para el sustento (parnasá) del agricultor.

Al final de Sucot, a partir de la oración de Musaf de Shemini Atseret cambiamos las palabras «Morid haTal» (Tú Haces descender el rocío) por “Mashib haRuaj uMorid haGeshem” (Tú Haces que sople el viento y descienda la lluvia) para alabar a HaShem por la creación de la lluvia. Este texto se introduce en la segunda bendición de la Amida.

Es importante notar que en este punto específico no estamos realmente “pidiéndole” a Dios que traiga lluvia. Como sabemos, durante las tres primeras bendiciones de la Amidá no le pedimos a Dios por nuestras necesidades, sino que lo alabamos por su poder y bondad. Así al decir Mashib haRuaj estamos alabando (no pidiendo) a Dios, ya que por Su voluntad se activa el mecanismo de la lluvia, y estamos reconociendo implícitamente que nuestro sustento depende de Él.

מי ששכח להזכיר “משיב הרוח ומוריד הגשם”, ונזכר לאחר שסיים את ברכת מחיה המתים, אם אמר “מוריד הטל” במקום “משיב הרוח ומוריד הגשם”, כפי מנהג הספרדים בימות הקיץ, אינו חוזר לראש התפלה כיון שאמר מוריד הטל

El tercer día Dios creó los vegetales. Árboles frutales, verduras, legumbres, hierbas y pasto. Mucho pasto. Los vegetales tienen una función muy específica: servir de comida para los seres vivos: los animales y los hombres. Al principio, durante las primeras 10 generaciones, Dios indicó al hombre una dieta exclusivamente vegetariana (“vegan”). A partir de Noaj (Noé) al hombre le fue permitido, con ciertas restricciones, comer carne animal. Pero aun cuando la dieta del hombre pueda incluir el consumo de ciertos animales, las plantas siguen siendo la comida por excelencia. Y las plantas, la cosecha de trigo, frutas, y el mismo pasto para los animales, depende casi exclusivamente de la lluvia. Y la llegada de las nubes que cargan lluvia depende del viento. Y los vientos que traen la lluvia, como dijo el rey David, son «dirigidos» por el Creador. Y es por este motivo que una de las expresiones más importantes de alabanza al Creador es mashib haruaj morid hagueshem, Dios, es el que hace que soplen los vientos que traen las lluvias.

Salmo 104

3. Tus aposentos [Tus cielos] estan hechos de aguas [lluvia],
las nubes son como una carroza,
que Tu diriges con las riendas del viento, 
 




SHEMINI ATSERET: El milagro de la lluvia

En el mundo moderno, donde la mayoría de nosotros vivimos en zonas urbanas y no en granjas, es difícil apreciar la importancia de la lluvia. Para la mayoría de nosotros, la lluvia es más una molestia que una bendición …. Hoy, quiero compartir con los lectores algunos datos sobre el agua y la lluvia, que espero nos ayuden a entender por qué alabamos a nuestro Creador por el milagro de la lluvia cuando decimos la hermosa Tefilá mashib haruaj umorid hagueshem (= Tú eres Quien hace que el viento sople, y que la lluvia descienda sobre la tierra) comenzando mañana por la mañana, sheminí atseret.
¿Qué es lo que hace que nuestro planeta sea único en el universo? Uno podría decir «la vida». Y eso es cierto. Pero hay un elemento fundamental que permite que la vida exista, y que de acuerdo a nuestra Torá, fue creado por HaShem antes que Él creara la vida. Es algo que los científicos buscan cuando investigan otros lugares del universo, como el planeta marte, por ejemplo, para calcular las posibilidades de encontrar «vida». Usted probablemente dirá «agua», y estará parcialmente en lo cierto. Agua es vida y la vida, tal como la conocemos en nuestro planeta, no es posible sin agua. Pero para ser más precisos deberíamos decir que para que un planeta sea habitable debe poseer agua «líquida».
¿Por qué?
Porque en otros planetas se han encontrado indicios de presencia de agua (H2O) pero siempre en forma de hielo. Ya que las temperaturas en un planeta como Marte, por ejemplo, son bajísimas y el agua no se podría mantener allí en estado liquido. Nuestro planeta es privilegiado por ser el único pequeño lugar en todo el universo que posee «agua líquida», gracias al Diseño Inteligente y Divino de la masa de la Tierra, la masa del Sol, y en particular la perfectamente ajustada distancia entre nuestro planeta y el sol. Todo esto permite que la temperatura de nuestro planeta no sea ni demasiado calurosa, que evapore el agua como sucedería en Venus, ni demasiado fría, que congele el agua, como sucedería en Marte.
Pero éste no es el final de la historia del agua. El agua «normal», es decir, el agua de mar o el agua que algunos sugieren que existió alguna vez en Marte, es agua salada, la cual no es adecuada para la vida de los seres que viven en tierra firme. Todas las plantas y las criaturas que viven sobre la tierra, incluyendo a los humanos, necesitan agua-sin-sal para sobrevivir.
Ese precioso líquido se llama «agua dulce». El agua dulce o agua fresca es lo que permite que exista la vida en nuestro planeta. Y ¿cuál es el origen del agua dulce, ese elixir que posibilita la vida? La única fuente de agua dulce en nuestro planeta es la «lluvia» o «precipitación» que incluye: nieve, niebla y granizo. Según Maimónides (Moré Nebujim 2:30) el mecanismo del ciclo del agua, que permite la producción de lluvia, fue establecido por el Creador en el segundo día de la Creación, al dividir las aguas superiores (nubes) de las aguas inferiores (océanos).
John Lynch, el autor del libro de la BBC «El Clima» (p.84, 1996) describe con sus propias palabras a las nubes, de una manera muy similar: «Vivimos en un planeta de agua. Los mares dominan el mundo, pero también hay un océano alrededor de nosotros y un océano por encima de nosotros [las nubes]». El Segundo Día de la Creación se dedicó por entero al milagroso mecanismo de la conversión del agua del océano en el líquido más precioso en todo el universo: la lluvia. Así también lo explican, entre otros, rabbi Moshé Jefets en su libro Melejet Majashebet pgs. 10-11, edición Viena, y el rab Menashé Ben Israel en su libro «El Conciliador».
Ahora, vamos a ver algunos números que nos ayudarán a apreciar un poco más el milagro de la lluvia. El agua dulce es agua con bajas concentraciones de sal. De toda el agua que se encuentra en en el planeta Tierra, sólo el 2,75% es agua dulce. De ese total, el 2,05% es agua dulce, producida originalmente por la lluvia, que se encuentra congelada en los glaciares. El 0,69% es agua subterránea, también producida originalmente por lluvia. Y sólo el 0,0101% de toda el agua del planeta Tierra es agua dulce que se encuentra en la superficie del planeta, distribuida en todos los lagos y ríos. Este 0.0101% de toda el agua que existe en nuestro mundo es la que utilizamos todas las criaturas que vivimos en tierra firme, incluyendo los humanos, para nuestra supervivencia. Y su única fuente es la lluvia!
El segundo día de la Creación fue dedicado a establecer el proceso de la conversión del agua del océano en el líquido más escaso, exótico y precioso en todo el universo. Es por eso que nuestros Jajamim consideraron a la lluvia como una de las bendiciones más importantes de Dios a la humanidad. En la segunda berajá de la ‘amida (geburot), cuando decimos mashib haruaj umorid hagueshem, alabamos a HaShem por Su Poder, Su bondad y Su sabiduría para producir la lluvia que sostiene y mantiene la vida.
La única fuente de agua dulce en todo el universo es la lluvia que se produce en la atmósfera de nuestro planeta.
«Imagina un planeta donde se produce el liquido más exquisito del universo. Este liquido se produce, siendo evaporado de los océanos, a través de una brillante estrella amarilla, que destila el extravagante licor en los cielos y lo hace llover de nuevo sobre la tierra, formando lagos y ríos de esa bebida embriagante. El planeta, por supuesto, es la Tierra, y el licor, es el agua dulce «. (L. O’Hanlon, Discovery).



EL JARDIN DE LA EMUNA

Hace unos años atrás, planté en mi jardín algunas plantas de tomate. Noté que los tomates no crecen todos al mismo tiempo: sino que van produciendo sus frutos uno o dos a la vez, lo que me permitía ir cosechando los tomates, uno o dos por día, ¡durante toda la temporada! Cuando me di cuenta de esto, me quedé asombrado y agradecido a HASHEM. Porque es maravilloso que las plantas tengan esa calculada gradualidad que evita tener que sacar todos los frutos a la vez.

Siguiendo esta idea, quizás la razón por la cual la Torá nos dice que tomemos estas 4 plantas y que nos alegremos ante HaShem, nuestro Dios, con ellas es porque en la antigüedad no había refrigeradores ni métodos de conservación de alimentos como los que tenemos hoy en día. Y, por supuesto, siempre era necesario que los agricultores tuvieran reservas de alimentos que pudieran durar hasta la próxima cosecha. Hay alimentos perecederos que, al igual que la arabá, no duran mucho tiempo una vez que se cosechan y deben consumirse mientras están frescos. Pero también hay alimentos que, como los hadasim y el lulab, pueden durar algunas semanas. Y hay otros alimentos que se pueden dejar secar, como el etrog, como higos, dátiles y la mayoría de los granos que se preservan por si mismos por meses.

Con su infinita sabiduría y bondad, el Creador diseñó alimentos perecederos que se consumen frescos y alimentos «sin fecha de vencimiento», que se pueden secar, preservar y consumir cuando ya no hay más frutos frescos.

Quizás los arba’at haminim, «las cuatro plantas con fechas de vencimiento muy diferentes», representan estas características y nos dan una razón adicional para agradecer a HaShem por su maravillosa Creación.




El verdadero origen del Etrog

De acuerdo al Profesor Ari Schaffer de Bet Dagan, Israel, si bien el etrog no es una de las 7 plantas o frutas típicas de Israel mencionadas en la Torá (trigo, cebada, uva, higo, granada, aceituna y dátiles), es un fruto nativo y típico de la tierra de Israel. Este dato ya había sido indicado por Maimónides en su “Guía de los Perplejos” donde explicó que la Torá encomendó utilizar las 4 plantas de Sucot –etrog, ramas de palmera, mirto y sauce–, ya que eran fácilmente obtenibles en la tierra de Israel.
El etrog fue un icono judío tan predominante en la historia de nuestro pueblo que se lo encuentra en varios mosaicos y muchas monedas del Israel antiguo.   Por ejemplo, en las monedas del año 66 de la era común, previa destrucción de nuestro Segundo Templo, y especialmente en las monedas acuñadas en los años de la rebelión de Bar Kojbá, 130- 135 de la era común.
En esa época, Bar Kojbá, apoyado por rabbi Aqibá, lideró un ejercito que intentó rebelarse contra el imperio Romano para obtener la independencia judía, pero lamentablemente fracasó.
El uso de etroguim en las monedas de la rebelión de bar Kojbá es aún más conmovedor cuando recordamos el gran descubrimiento del arqueólogo Israelí Igal Yadín, quien encontró una carta intacta en las cuevas del desierto de Yehudá, escrita por el propio Bar Kojbá, donde expresa las dificultades de abastecimiento para sus tropas.
Este es el texto exacto de esta carta donde se ve como el comandante en jefe del último ejército judío antes del contemporáneo ejercito del Estado de Israel, Tsahal, ocupándose personalmente de que todos sus soldados tengan lo necesario par festejar Sucot.
“Shim’ón [bar Kojbá] a Yehudah: …. He enviado dos burros y te envío dos hombres con ellos para Yehonatan bar Be’ayan y Masabla. Deberán cargar los burros y traer de nuevo con ellos ramas de palmera [lulabim] y etroguim]. Y también deben ocuparse de enviar a otros [hombres] para que traigan al campamento ramas de mirtos [hadasim] y ramas de sauces [‘arabot]. Ved que ya esté separado el diezmo (ma’aser). Enviad todo a mi campamento. Nuestro ejército es grande. Shalom. “. 
Esta es la carta original de Bar Kojbá en hebreo antiguo
Si bien el etrog es oriundo de Israel, al etrog se lo encuentra también en otras ciudades de la costa del mediterráneo. Hay ciudades que son famosas por la extraordinaria calidad de sus etroguim, como Calabria (Italia), la isla de Córsica (Francia) o la isla de Corfu (Grecia). Uno puede encontrar etroguim también en Líbano, Libia, Marruecos, etc.
¿Pero, cómo llegó el etrog a esos lugares del mundo?
La hipótesis más aceptada al día de hoy es que el etrog fue llevado desde Israel a otros lugares del mundo con la dispersión de los judíos (año 68 de la EC) con un objetivo muy específico: ser utilizado durante la fiesta de Sucot.
¿Por qué piensan eso los historiadores?
Porque a diferencia del limón u otros cítricos, el árbol del etrog es relativamente frágil, muy sensible a enfermedades que pueden afectar su raíz, vive relativamente pocos años (12-15, a diferencia del limón que puede vivir 25-30 años) y requiere mucha más cantidad de agua que otros cítricos. Aparte de todo eso, el etrog casi no tiene pulpa. ¿Por cuál otro motivo, entonces, se habrían plantado etroguim en los huertos del Mar Mediterráneo?
Durante mucho tiempo la producción de etroguim en Israel se vio interrumpida y los etroguim de estas zonas suplantaron a los etroguim de Erets Israel. No fue sino hasta mediados del siglo 19 que por iniciativa de Sir Moises Montefiore z”l, los etroguim volvieron a cultivarse en Israel.
Muchos etroguim llegan se producen en Marruecos, en Italia, etc. pero es bueno recordar que las raíces de esos etroguim se originaron en la tierra de Israel.
Porque a diferencia del limón u otros cítricos, el árbol del etrog es relativamente frágil, muy sensible a enfermedades que pueden afectar su raíz, vive relativamente pocos años (12-15, a diferencia del limón que puede vivir 25-30 años) y requiere mucha más cantidad de agua que otros cítricos. Aparte de todo eso, el etrog casi no tiene pulpa. ¿Por cuál otro motivo, entonces, se habrían plantado etroguim en los huertos del Mar Mediterráneo?
Durante mucho tiempo la producción de etroguim en Israel se vio interrumpida y los etroguim de otras zonas del Mediterráneo suplantaron a los etroguim de Erets Israel. No fue sino hasta mediados del siglo 19 que por iniciativa de Sir Moises Montefiore z”l, los etroguim volvieron a cultivarse en Israel.
Muchos Yehudim usan hoy en día etroguim de Marruecos, Italia, etc. pero es bueno recordar que las primeras raíces de esos etroguim son auténticamente judías.

חג שמח

 לעילוי נשמת
Aharon Cabuli ben Regina Romano
y
Sofia Daniel Khabbas de Cabuli bat Regina
ז»ל



Sucot y la «hermandad de las cuatro plantas»

CUATRO JUDIOS, CUATRO IDEAS

Nuestros Sabios indicaron que las cuatro plantas que tomamos en Sucot representan la comunidad judía: 4 tipos diferentes de individuos que se distinguen uno del otro en cuanto a su nivel de conocimiento y observancia de Torá. El etrog que tiene un buen aroma y un gusto agradable, representa al judío que sabe y observa la Torá. ¿Por qué? Los Sabios explicaron esta metáfora así:  El gusto del fruto simboliza el estudio de la Torá, ya que su aprendizaje debe ser placentero y dulce.  El aroma simboliza el cumplimiento de las Mitsvot, cuya intención siempre debe ser inmaterial, desinteresada.   El Lulab, que es una hoja de palmera datilera, tiene un fruto de un gusto muy dulce: el dátil; pero que no tiene ningún perfume.  El Lulab representa a aquel que estudia la Torá, pero no la observa plenamente.  El mirto o en hebreo hadás, tiene un agradable aroma, pero no tiene gusto ni esencia (no se puede hacer té de con sus hojitas). Las ramitas del mirto representan a aquel que observa la Torá, pero no la estudia: no entiende su profundidad. Y finalmente, tenemos las ramas de sauce o “‘arabá” que no tienen ni gusto ni aroma, y representan al judío que no es observante y no tuvo la oportunidad de aprender Torá.   La comunidad judía, dijeron los Sabios hace 2.000 años atras, está representada por estos cuatro individuos.  En Sucot, con mucho atención y devoción, «ponemos a todos los miembros de la comunidad judía juntos». Y si uno de ellos no está allí, hemos fallado en cumplir con este hermoso precepto.   

¿Qué mensaje nos transmite el hecho de que todos estos miembros de esta diversa comunidad estén presentes? 

EL DESAFIO DEL ETROG

En primer lugar esta metáfora nos enseña que el etrog, que ya de por sí está separado de las otras 3 plantas, no debe mantenerse aislado de la comunidad. Tiene que unirse a los que son menos que él, estar al lado de los que no observan o no saben la Torá. Y al hacerlo, al mantenerse unido y no separarse, logrará perfumar con su fragancia a las demás plantas. Una vez que el etrog se une a los demás, allí entonces decimos la bendición y «elevamos» las 4 plantas a la vez. ¿Cuál es el  secreto para que el etrog se transforme en un influencer positivo? El etrog debe poner especial atención en cuidar muy estrictamente todos los preceptos que tiene que ver con “derej eretz”, es decir:  educación, honestidad, humildad y respeto hacia los demás. Y si además de eso el etrog vive su observancia de la Torá con alegría, se transformará en un imán «irresistible».  Pero, ¿por qué los Sabios tuvieron que enfatizar la necesidad de que el etrog no se separe?   En mi opinión, porque hay un fenómeno que lamentablemente no es poco común: muchos judíos religiosos optan por separarse de la comunidad, abrirse por completo y tratar de juntarse sólo con otros etroguim “como uno”.  La tentación puede ser muy grande: ¿seré capaz de influir positivamente sobre el resto de la comunidad, o terminaré siendo influido por los que saben y observan menos que yo? De acuerdo a esta y otras enseñanzas de nuestros sabios (ver por ejemplo aquí  כל תענית שאין בה מפושעי ישראל אינה תענית שהרי חלבנה ריחה רע ומנאה הכתוב עם סממני הקטורת ) alejarse de los demas miembros de la comunidad sería como querer cumplir con la Mitsva del Lulab  ¡con un grupo de cuatro etroguim!

A veces esta polarización sucede, pero no deliberadamente sino por negligencia. Si el etrog, por ejemplo,  no observa los valores de “derej erets” con la misma rigurosidad con la cual observa todo lo ritual. Si su observancia no está acompañada de honestidad, humildad y respeto incondicional al prójimo, su mal ejemplo puede causar un efecto pendular que dispara a todas las otras plantas hacia el límite. O más allá.  Como leímos la semana pasada en Ha-azinu , cuando la Torá le resulta negativa a quien la ve o la escucha, es porque aquellos que la debemos representar, no la estamos representando bien.

EL PROBLEMA DE LA ARABA

Por el otro lado, la arabá, el judío que sabe menos o que no es observante, debe tener la mente abierta y estar dispuesto a aprender, a aceptar la posibilidad de que sus opiniones negativas sobre la Torá puedan ser solo prejuicios. Que quizás haya juzgado al árbol del judaísmo por unas pocas malas manzanas. Que nunca es tarde para aprender o para cambiar de opinión.  ¿Saben de quién aprendí esta gran lección? De mi papá, z”l. Como muchísimos otros judíos, mi padre se crió en una familia completamente no observante. Nunca fue a una escuela judía, ni tuvo la oportunidad de aprender a leer hebreo.   Mi papá era quizás una arabá: pero una hermosa arabá. Porque a pesar de no ser religioso, nunca fue antirreligioso.  Nunca se opuso a que yo, su hijo, aprendiera más judaísmo o quisiera ser más observante. Es más: se alegraba cuando en mi adolescencia comence a estudiar Torá. Esta actutud positiva lo mantuvo siempre «dentro» de la comunidad virtual de las cuatro plantas.  Lamentablemente, y por muchísimas razones que no podría explorar en unas pocas líneas, muchos judíos no observantes se pasan para el otro lado. Cruzan el limite de la «arabá», la línea roja que los separa de la tolerancia. Y su irreligiosidad se puede convertir en un tóxico activismo antirreligioso.  Cuando esto ocurre se quiebra «el sagrado pacto de la comunidad de las cuatro plantas» y la separación es inevitable. Las consecuencias de la antirreligiosidad siempre fueon catastróficas para el pueblo judío.

Todos nosotros, «los miembros de esta hermandad de las cuatro plantas», debemos hacer todo lo posible para practicar el respeto y la tolerancia hacia cada individuo de AM ISRAEL. Nuestro mayor objetivo es permanecer unidos. Crecer y elevarnos juntos. Entendiendo que aquello que nos une, cuenta mucho más que aquello que nos diferencia.

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CUATRO JUDÍOS, CUATRO IDEAS

Nuestros Sabios indicaron que las cuatro plantas que tomamos en Sucot representan a la comunidad judía: 4 tipos diferentes de individuos que se distinguen uno del otro en cuanto a su nivel de conocimiento y observancia de la Torá. El etrog, que tiene un buen aroma y un gusto agradable, representa al judío que sabe y observa la Torá. ¿Por qué? Los Sabios explicaron esta metáfora de la siguiente manera: El gusto del fruto simboliza el estudio de la Torá, ya que su aprendizaje debe ser placentero y dulce. El aroma simboliza el cumplimiento de las Mitsvot, cuya intención siempre debe ser inmaterial y desinteresada. El Lulab, que es una hoja de palmera datilera, tiene un fruto de un gusto muy dulce: el dátil, pero que no tiene ningún perfume. El Lulab representa a aquel que estudia la Torá pero no la observa plenamente. El mirto o, en hebreo, hadás, tiene un agradable aroma pero no tiene gusto ni esencia (no se puede hacer té con sus hojitas). Las ramitas del mirto representan a aquel que observa la Torá pero no la estudia, es decir, no entiende su profundidad. Y finalmente, tenemos las ramas de sauce o “‘arabá” que no tienen ni gusto ni aroma, y representan al judío que no es observante y no ha tenido la oportunidad de aprender Torá. La comunidad judía, según dijeron los Sabios hace 2.000 años atrás, está representada por estos cuatro individuos. En Sucot, con mucha atención y devoción, «ponemos a todos los miembros de la comunidad judía juntos». Y si uno de ellos no está allí, hemos fallado en cumplir con este hermoso precepto.

¿Qué mensaje nos transmite el hecho de que todos estos miembros de esta diversa comunidad estén presentes?

EL DESAFÍO DEL ETROG

En primer lugar, esta metáfora nos enseña que el etrog, que ya de por sí está separado de las otras 3 plantas, no debe mantenerse aislado de la comunidad. Tiene que unirse a los que son menos que él, estar al lado de los que no observan o no saben la Torá. Y al hacerlo, al mantenerse unido y no separarse, logrará perfumar con su fragancia a las demás plantas. Una vez que el etrog se une a los demás, entonces decimos la bendición y «elevamos» las 4 plantas a la vez. ¿Cuál es el secreto para que el etrog se transforme en un influencer positivo? El etrog debe poner especial atención en cuidar muy estrictamente todos los preceptos que tienen que ver con “derej eretz”, es decir, educación, honestidad, humildad y respeto hacia los demás. Y si además de eso el etrog vive su observancia de la Torá con alegría, se transformará en un imán «irresistible». Pero, ¿por qué los Sabios tuvieron que enfatizar la necesidad de que el etrog no se separe? En mi opinión, porque hay un fenómeno que lamentablemente no es poco común: muchos judíos religiosos optan por separarse de la comunidad, abrirse por completo y tratar de juntarse solo con otros etroguim “como uno”. La tentación puede ser muy grande: ¿seré capaz de influir positivamente sobre el resto de la comunidad, o terminaré siendo influido por los que saben y observan menos que yo? De acuerdo a esta y otras enseñanzas de nuestros sabios (ver, por ejemplo, aquí כל תענית שאין בה מפושעי ישראל אינה תענית שהרי חלבנה ריחה רע ומנאה הכתוב עם סממני הקטורת), alejarse de los demás miembros de la comunidad sería como querer cumplir con la Mitsva del Lulab ¡con un grupo de cuatro etroguim!

A veces esta polarización sucede, pero no deliberadamente sino por negligencia. Si el etrog, por ejemplo, no observa los valores de “derej erets” con la misma rigurosidad con la cual observa todo lo ritual. Si su observancia no está acompañada de honestidad, humildad y respeto incondicional al prójimo, su mal ejemplo puede causar un efecto pendular que dispara a todas las otras plantas hacia el límite. O más allá. Como leímos la semana pasada en Ha-azinu, cuando la Torá resulta negativa para quien la ve o la escucha, es porque aquellos que debemos representarla no la estamos representando bien.

EL PROBLEMA DE LA ARABÁ

Por el otro lado, la arabá, el judío que sabe menos o que no es observante, debe tener la mente abierta y estar dispuesto a aprender, a aceptar la posibilidad de que sus opiniones negativas sobre la Torá puedan ser solo prejuicios. Que quizás haya juzgado al árbol del judaísmo por unas pocas malas manzanas. Que nunca es tarde para aprender o para cambiar de opinión. ¿Saben de quién aprendí esta gran lección? De mi papá, z”l. Como muchísimos otros judíos, mi padre se crió en una familia completamente no observante. Nunca fue a una escuela judía, ni tuvo la oportunidad de aprender a leer hebreo. Mi papá era quizás una arabá: pero una hermosa arabá. Porque a pesar de no ser religioso, nunca fue antirreligioso. Nunca se opuso a que yo, su hijo, aprendiera más judaísmo o quisiera ser más observante. Es más, se alegraba cuando en mi adolescencia comencé a estudiar Torá. Esta actitud positiva lo mantuvo siempre «dentro» de la comunidad virtual de las cuatro plantas. Lamentablemente, y por muchísimas razones que no podría explorar en unas pocas líneas, muchos judíos no observantes se pasan al otro lado. Cruzan el límite de la «arabá», la línea roja que los separa de la tolerancia. Y su irreligiosidad se puede convertir en un tóxico activismo antirreligioso.