JAYE SARA: Buscando una esposa para Isaac
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DIOS CREADOR
Abraham descubrió a Dios observando la Creación. “Es imposible que todo lo que existe haya surgido y funcione por sí mismo sin un Creador Inteligente”, razonaba Abraham . Tiene que haber Alguien que trajo todo a la existencia y que continua haciendo funcionar este maravilloso mundo (יש אדון לבירה).
DIOS ES UNO
Esta idea, que ya de por sí era innovadora, vino acompañada de otra declaración revolucionaria de Abraham: “Existe un solo Dios”. Abraham, contra toda lógica contemporánea, afirmaba que no hay fuerzas opuestas divinas que están luchando entre sí: la luz y la oscuridad, la salud y la enfermedad, el nacimiento y la muerte, provienen de un mismo Dios. Para los hombres de esa época esto ya era ridículo: lo más lógico es explicar que el bien y el mal, la luz y la oscuridad, la vida y la muerte, vienen de poderes diferentes, opuestos. Hablar de un solo Dios es una locura. Blasfemia. Una falta de respeto hacia los dioses.
DIOS ES INVISIBLE
Y como si esto no fuera suficiente Abraham también afirmaba que los ídolos eran falsas representaciones de Dios. “A Dios no se lo puede ver: es invisible”, afirmaba Abraham. Creo que esta declaración de Abraham fue la más dramática. Hoy en el 2020 la entendemos sin problema ya que sabemos que estamos rodeados de fuerzas y energías invisibles a los ojos como la radio frecuencia, las microondas, el WiFi, las ondas de comunicación celulares, etc, etc. Hoy sabemos que lo que no vemos sí existe en una dimensión que no podemos ver. Pero 4.000 años atrás, ¿Quién podría creer en algo que no se ve y no se toca? ¿Quién iba a creer que algo o alguien invisible es responsable por la existencia de todo lo visible? Si me preguntan a mí, creo que esta fue la innovación mas espectacular, y más difícil de ser aceptada, del monoteísmo de Abraham.
LE IMPORTA Y NOS ESCUCHA
Pero hay un aspecto del monoteísmo judío (o de la teología judía) que de acuerdo a la literalidad del texto bíblico (el peshat) Abraham Abinu fue descubriendo con el tiempo. Esto es, que el Creador se interesa por los seres humanos se involucra con ellos y puede cambiar el curso de lo natural y lo estadístico en atención a ellos. ¿Sabía esto Abraham? Lo que nos lleva a suponer que no lo sabia es que Abraham no reza a Dios cuando lo necesita. Veamos. Abraham, por instrucción Divina deja la comportable vida de Jarán y emigra a Israel. Cuando Abraham llega a Israel, la tierra sufre de una gran sequía. Abraham decide emigrar a Egipto allí su esposa Sara es secuestrada.
SUFRIR SIN REZAR
En ambas crisis Abraham no rezó. Abraham no le pide a Dios que conceda la bendición de la lluvia, y tampoco le implora a Dios que lo ayude a recuperar a su esposa Sará. ¿Por qué? El silencio del texto parece indicar que Abraham “no imaginó que podía rezar”, es decir, invocar o pedir la intervención Divina para cambiar un evento natural o personal.
Si nos situamos en el contexto de la generación de Abraham, para los idolatras el rezo no era una opción. Los dioses mitológicos asirios, hititas, o egipcios estaban muy ocupados con sus propios problemas, guerras y conflictos y no tenían ningún interés en los seres humanos. Por el contrario, a veces competían con los humanos por los recursos naturales como la lluvia o la luz. Rezar era algo completamente ilógico, contra-intuitivo y que Abraham tuvo que aprender.
APRENDIENDO A REZAR
Siguiendo estrictamente el sentido literal del texto, es Dios quien primero menciona el concepto de rezar (lehitpalel). En la Perashá que leímos esta pasado Shabbat, Sará es secuestrada una segunda vez, ahora por el monarca de Guerar, Abimelej. Dios castiga a Abimelej con serias aflicciones, se le aparece a Abimelej en su sueño y le explica que Sará es una mujer casada y que por eso Dios lo castigó. Abimelej le dice que él no lo sabía y entonces Dios le indica lo que tiene que hacer (Genesis 20: 7) “Ahora, devuelve la mujer a su esposo , que es un profeta, y [pídele] que rece por ti y no morirás”. Genesis 20: 17: “Entonces Abraham le rezó a Dios y Dios curó a Abimelej”.
En nuestros días, los fieles de cualquier religión estamos ya familiarizados con el concepto de rezar y nos parece algo natural. Luego de lo que ocurrió con Abimelej Abraham “descubre” que se puede rezar a Dios, y nos solo para reconocerlo y alabarlo, algo que Abraham ya hacía (vayqrá beShem HaShem..; nebarej sheajaknu misheló..; tiquen tefilat Shajarit) sino también para pedirle Su intervención e influir en los acontecimientos que afectan a los humanos. “Rezar”, hasta ese momento era algo que no se había registrado explícitamente en la Torá. Abraham aprende que Dios, por ejemplo, puede cambiar el curso natural de una enfermedad cuando un ser humano reza.
En la Perashá de esta semana, Jayé Sará, nos encontramos con Eliezer, el siervo de Abraham, que siguiendo lo que aprendió de Abraham, reza y le solicita al Creador su intervención para encontrar una esposa para Yitsjaq.
Continuará…
En la Parashá de esta semana, Jayé Sará, encontramos a Abraham, nuestro primer patriarca, en una larga conversación con los Hititas, uno de los pueblos que habitaban en esos días la tierra de Canaán. Abraham quiere adquirir de ellos un terreno en Qiryat Arba, Hebrón, para enterrar a Sará, su esposa, recientemente fallecida.
MONOTEISMO Y ANTISEMITISMO
Abraham negocia con los Hititas. Y mientras la negociación avanza vemos que los líderes de ese pueblo –hombres famosos por sus violentas conquistas– trataron a Abraham con gran respeto y se dirigieron a él como «Nesí Eloqim», «Un representante de Dios entre nosotros». Esto es muy extraño, ya que los pueblos paganos no tenían una mentalidad abierta sobre otros dioses o cultos. Los dioses mitológicos competían entre sí para demostrar su supremacía. Y Abraham no solo practicaba una religión diferente: su religión era «monoteísta»: lo que significa que mientras las otras religiones decían: «Nuestros dioses son más poderosos que tus dioses», la religión de Abraham sostenía que: «Tus dioses, simplemente, ¡no existen!». Esto debería haber sido considerado por los hititas como un gran desafío a sus creencias. Y supongo que sabían que Abraham era un «monoteísta militante», un iconoclasta (destructor de ídolos) y aún así lo respetaban de manera superlativa.
Abraham era diferente incluso en el plano físico, ya que se había circuncidado. ¡Algo más para «rechazarlo» y «discriminarlo»! En aquellos tiempos no había tolerancia religiosa. Vimos, por ejemplo, en el caso de Yosef y sus hermanos en Egipto, que los egipcios ni siquiera se sentaban a comer en la misma mesa que un semita, porque consideraban que su menú–en este caso: carne– era abominable para ellos. ¿Cómo fue entonces que Abraham, siendo tan diferente a los Hititas, fue respetado por ellos, como lo era seguramente por otros pueblos de la región?
En mi opinión los hititas, respetaban y admiraban a Abraham por sus extraordinarias virtudes humanas.
1. GENEROSIDAD: Abraham, quien era visto por los paganos como el representante de Dios sobre la tierra, habría tenido todas las razones del mundo para exigir de los demás ofrendas y regalos, como sucedió con Malqui Tsedeq, un sacerdote a quien Abraham le dio su diezmo. Estas ofrendas a los líderes religiosos paganos (sacerdotes, brujos, magos) eran muy comunes en esa época. Pero Abraham, a quien todos veían como un hombre de Dios, lejos de esperar que otros lo mantuvieran materialmente debido a su «superioridad espiritual», se dedicaba a asistir materialmente al prójimo de su propio bolsillo. Abraham tenía su tienda o carpa abierta para todo extranjero que necesitara sombra, agua o comida. Y no pedía ni aceptaba ninguna compensación por ese servicio. Esta conducta de Abraham tiene que haber inspirado el respeto y la admiración de todos los que lo conocían, a pesar de las diferencias religiosas .
2. RESPETO: Dios le habló a Abraham y le prometió que él y sus descendientes heredarán la tierra de Canaán. Pero Abraham nunca se comportó con arrogancia frente a los hititas y otros habitantes de Canaán. Su fe incondicional en la promesa Divina podría haberlo llevado a reclamarle a los paganos que habitaban la tierra: «Esta tierra será mía. Y por lo tanto puedo tomar posesión de ella sin el permiso de ustedes». Abraham trató a los hititas con dignidad y honor. Abraham representaba el epítome de la nobleza de aquellos verdaderos Yehudim que saben muy bien que «cuanto más cerca está uno de Dios, más debe respetar y comportarse con integridad hacia los demás», y muy especialmente hacia quienes profesan otra religión o son menos observantes que uno (Quiddush HaShem).
3. HUMILDAD: la humildad de Abraham se vuelve mucho más evidente cuando comparamos a Abraham, como lo hicieron nuestros Sabios, con Bil’am. Bil’am era un profeta pagano. HaShem se comunicaba con Bil’am, como lo hizo con Abraham y con Moshé. Pero este privilegio, en lugar de hacer que Bil’am sea más humilde, hizo que Bil’am mirara a todas las demás personas con desdén. Bil’am se dijo a sí mismo: «Si Dios habla conmigo ¿quién se puede comparar conmigo?» La arrogancia de Bil’am lo hacía comportarse hacia los demás con desprecio . No estaba dispuesto a ayudar a nadie, a menos que obtuviera algún beneficio material y retribución «por los servicios espirituales prestados». Bil’am sacaba toda la ventaja que podía de su relación con Dios. Representa a esas personas que «mal-representan» a la religión. Abraham, como dijeron nuestros sabios, era TODO lo contrario.
4. IMITAR A DIOS: Aunque Abraham tenía ideas diferentes, que «él» sabía que eran superiores a las ideas de los paganos que vivían a su alrededor, se comportaba con generosidad y respeto y siempre dispuesto a ayudar a cualquiera que lo necesitara. En su humanidad sin límites, Abraham le pidió a Dios que perdonase la vida de los habitantes de Sodoma y Gomorra, las ciudades más corruptas de la historia.
A pesar de que sus ideas eran diferentes, Abraham nunca tuvo enemigos. Nunca fue juzgado negativamente por sus revolucionarias creencias. ¿Por qué? Por su intachable comportamiento hacia otros seres humanos. Así fue como Abraham se convirtió en la inspiración de las grandes religiones del mundo: el INFLUENCER más importante de la historia.
En la Parasha de esta semana encontramos a Abraham, nuestro primer patriarca, en una larga conversación con los Hititas, uno de los pueblos que habitaban en esos días la tierra de Canaán. Abraham quiere adquirir de ellos un terreno en Qiryat Arba, Hebrón, para enterrar a Sara, su esposa, quien había fallecido recientemente.
MONOTEISMO Y ANTISEMITISMO
En esta negociación entre Abraham y los hititas, vemos que los líderes de esta nación pagana (y muy violenta) trataron a Abraham con gran respeto. Además, se dirigen a Abraham como «Nasi Eloqim», «Un representante de Dios entre nosotros». Esto es muy extraño ya que los paganos no eran conocidos por tener una mentalidad abierta sobre otros «dioses». Los dioses mitológicos competían entre sí para demostrar su supremacía. Y Abraham no solo practicaba una religión diferente, su religión era «monoteísta», lo que significa que negaba la existencia de otros dioses. En otras palabras, mientras otras personas proclamaban: «Mis dioses son más poderosos que tus dioses «, la religión de Abraham sostenía que:» Tus dioses, simplemente, no existen «. Esto debería haber sido considerado por los hititas como una ofensa. Y supongo que sabían que Abraham era un «monoteísta militante», un ¡iconoclasta ¡que había destruido los ídolos de su propio padre! Por esta misma razón, por sus creencias monoteístas; los judíos fuimos odiados, perseguidos y vistos como cerrados o arrogantes por siglos.
Abraham era diferente de los paganos incluso en el plano físico. Ya que había sido circuncidado. Algo más para distinguirlo.
En aquellos tiempos no había tolerancia religiosa. Vimos, por ejemplo, en el caso de Yosef y sus hermanos en Egipto, que los egipcios no comían en la misma mesa con los judíos, porque consideraban que su dieta -carne- era algo abominable.
¿Cómo fue entonces que Abraham, siendo tan diferente a los hititas, fue respetado por ellos, y seguramente por otros pueblos de la región también?
CREENCIA o CARÁCTER
Creo que los hititas respetaban a Abraham porque Abraham era generoso, respetuoso y humilde.
1. GENEROSIDAD: Abraham, quien era visto por los paganos como el representante de Dios en la tierra, habría tenido todas las razones para actuar con superioridad hacia otras personas. Sería razonable para él exigir, por ejemplo, ofrendas y regalos, como sucedió con Malqi Tsedq, un sacerdote a quien Abraham le dio su diezmo. Pero Abraham, lejos de esperar que otros lo ayudaran materialmente debido a su «superioridad espiritual», se dedicaba a asistir a los demás. Se sentaba todos los días en la entrada de su famosa tienda esperando recibir a los viajeros que necesitaban sombra, pan y agua.
2. RESPETO: Dios le habló a Abraham y le prometió a él y a sus descendientes la tierra de Canaán. Pero Abraham nunca se comportó arrogantemente frente a los habitantes de Canaán. Su fe incondicional en HaShem podría haberlo llevado a decirles a los paganos que habitaban la tierra: «Esta tierra será mía». Abraham los trató con dignidad y honor. Abraham representaba el epítome de este tipo de nobleza obliga , «cuanto más cerca estás de Dios, más debes respetar y mostrar deferencia a aquellos que son menos religiosos que tú».
3. HUMILDAD: la humildad de Abraham se vuelve mucho más evidente cuando comparamos a Abraham, como lo hicieron nuestros Sabios, con Bil’am. Bil’am era un profeta pagano. HaShem se comunicaba con Bil’am, como lo hizo con Abraham. Pero este privilegio, en lugar de hacer que Bil’am sea más humilde, hizo que Bil’am mirara a todas las demás personas con desdén. Bil’am se dijo a sí mismo: Si Dios habla conmigo ¿quién puede ser comparado conmigo? La arrogancia de Bil’am lo hizo comportarse con desprecio hacia los demás. No estaba dispuesto a ayudar a nadie, a menos que viera algún beneficio material en retribución. Era exigente y ambicioso. Y todo esto por su «superioridad espiritual».
IMITANDO A DIOS
Aunque Abraham tenía ideas diferentes, que él sabía que eran «superiores» a las personas que vivían a su alrededor, Abraham era generoso, respetuoso y estaba dispuesto a ayudar a cualquiera que lo necesitara. Abraham incluso le pidió a Dios que perdonara la vida de las personas que eran espiritualmente y moralmente inferiores a él: la gente de Sodoma y Gomorra. Abraham trataba a todos con respeto y deferencia, independientemente de la fe que profesaran.
Es por eso que Abraham no tuvo enemigos y nunca fue juzgado negativamente por sus diferentes creencias. Por el contrario. Debido a su excelente comportamiento hacia los demás, Abraham se convirtió en una inspiración para otras personas: nuestro patriarca Abraham fue verdaderamente el INFLUENCER más grande de la historia. Y le enseño al mundo cómo identificar al único y verdadero Dios.
ESCRITO EN FEBRERO DE 2016
PASUQ 1: Al director, Salmo para David.
Tú eres nuestra esperanza. Nuestra única esperanza. HaShem, «danos Tu berajá (bendición)» de victoria y paz. Para «Tu pueblo». Para Tus hijos.
ESCRITO EN 2021
א שִׁיר, הַמַּעֲלוֹת: אֶל-ה’, בַּצָּרָתָה לִּי– קָרָאתִי, וַיַּעֲנֵנִי.
ב ה’–הַצִּילָה נַפְשִׁי, מִשְּׂפַת-שֶׁקֶר: מִלָּשׁוֹן רְמִיָּה.
ג מַה-יִּתֵּן לְךָ, וּמַה-יֹּסִיף לָךְ– לָשׁוֹן רְמִיָּה.
ד חִצֵּי גִבּוֹר שְׁנוּנִים; עִם, גַּחֲלֵי רְתָמִים.
ה אוֹיָה-לִי, כִּי-גַרְתִּי מֶשֶׁךְ; שָׁכַנְתִּי, עִם-אָהֳלֵי קֵדָר.
ו רַבַּת, שָׁכְנָה-לָּהּ נַפְשִׁי– עִם, שׂוֹנֵא שָׁלוֹם.
ז אֲנִי-שָׁלוֹם, וְכִי אֲדַבֵּר; הֵמָּה, לַמִּלְחָמָה.
1. Canto de Maalot. Clamo a Dios desde mi angustia, sabiendo que Él me responderá. 2 HaShem, libérame de los labios de la mentira, de la lengua de los embusteros. 3 ¿Qué [paz] se logrará [con este enemigo]? ¿Qué [otras mentiras] habrán de sumar [para engañar los pueblos de] la lengua embustera? 4 [Sus promesas de paz] son como las flechas venenosas de sus guerreros, o las brasas de retama [que no parecen ardientes] que simulan [la paz] 5 ¡Ay de mí que tengo que vivir entre los habitantes de Méshej [=pueblos del Levante, como Turquía] , y que tengo que residir junto a los pueblos de Quedar [los Ismaelitas, o árabes]! 6 Ya he pasado mucho tiempo al lado de estos pueblos [y he aprendido] que no quieren la paz [y solo piensan en destruirme].7 ¡Yo quiero la paz,[y busco la paz]!. Pero cuando les hablo de paz, mis enemigos piensan en [cómo destruirme con] la guerra
Este es un “extraordinario” Salmo, porque creo que a pesar de haber sido escrito hace 3000 años, hoy no es difícil identificarnos con él.
1-2 Clamo a Dios desde mi angustia, sabiendo que Él me responderá.
HaShem, libérame de los labios de la mentira, de la lengua de los embusteros.
El rey David comienza rogando a Dios que lo salve de estos inusuales enemigos. A diferencia de otras ocasiones en las cuales el rival es caracterizado por su poder militar que pone en peligro la vida de David (por ejemplo, Tehilim 144) en este Salmo la amenaza no llega desde el campo de batalla: este enemigo es peligroso porque traiciona y miente cuando parece que procura la paz, y no es posible confiar en sus promesas de no agresión
3 ¿Qué [paz] se podría logrará [con este enemigo]? ¿Qué [otras mentiras] habrán de sumar [para engañar, estos pueblos] de lengua embustera? 4 [Sus promesas de paz] son [tan engañosas] como las flechas venenosas de sus guerreros; o como las brasas de retama [que no parecen ardientes] con las que simulan [la paz]
Sus mortales flechas no solo dañan la parte del cuerpo herida, porque están envenenadas y así matan. Igualmente, las palabras de este enemigo están envenenadas de odio y muerte, no de armonía y convivencia. En tiempos de paz, la estrategia del enemigo se compara con las brasas de la “retama” (¡me costó mucho encontrar esta palabra, que seguramente tiene su origen en el hebreo “rotem”): las brasas ardientes de este arbusto salvaje se ven grises, apagadas, y parecen inocuas, como la ceniza. Y cuando uno piensa que la brasa está fría la toca, y ¡se quema! y ya es demasiado tarde para darse cuenta. El enemigo del rey David se muestra pacífico e inofensivo, como las brasas de la retama: pero eso es sólo apariencias y promesas vacías. Cuando le acercas tu mano extendida pensando que su odio está apagado, ¡te quemas!
5 ¡Ay de mí que tengo que vivir entre los habitantes de Méshej [=pueblos del Levante, como Turquía] , y que tengo que residir junto a los pueblos de Quedar [los Ishmaelitas y árabes]!
David expresa la angustia de vivir rodeado de pueblos traicioneros. Y finalmente rebela la identidad de estos inusuales rivales sin palabra y honor. Son los propios vecinos de Israel: Méshej, al norte —en el Levante o lo que hoy sería : Líbano, Siria, Turquía— y Kedar al sur— Egipto y Gaza. Un poco de contexto nos va a ayudar a comprender mejor este Salmo. En los tiempos de Rey David y su hijo Shelomó, el reinado de Israel florecía y había alcanzado su apogeo económico. El rey David también había firmado la paz con otros pueblos, como los Fenicios, con quienes estableció tratados comerciales que eran beneficiosos para ambos. La región entera, el Medio Oriente de aquel entonces, se beneficiaba enormemente con la prosperidad y estabilidad de Israel. Era una situación de “win/win”, como dicen hoy, donde todos podían prosperar. Pero para Méshej y Quedar la “prosperidad y la estabilidad” de Israel era insufrible ¡No podían soportar que Israel triunfase y estuviera en paz! Y aunque parezca absolutamente descabellado, para los líderes de estos pueblos era más importante destruir a Israel que beneficiarse de la prosperidad que Israel generosamente compartía con toda la región.
6 Ya he pasado demasiado tiempo al lado de estos pueblos que odian la paz [y solo piensan en destruirme]. 7 Yo quiero la paz,[y busco la paz]. Pero mientras les hablo de paz, mis enemigos [a mis espaldas] piensan en [cómo destruirme con] la guerra.
David los conoce. Vivió mucho tiempo junto a ellos. A estos pueblos, en realidad, no les importa la paz. Su objetivo principal es la destrucción de Israel. Para los enemigos de Israel un tratado de paz no es un objetivo en sí mismo: es solamente un medio para que Israel —confiando ingenuamente en promesas huecas— baje su guardia, se debilite y se exponga más fácilmente a los ataques de sus vecinos. Pero después de haberse quemado repetidas veces con las brasas de retama, David superó su ingenuidad. Y expresó aquí sus palabras de dolor: Debo aceptar que nuestros vecinos — los Ishmaelitas, los antiguos pueblos árabes, que supuestamente son “nuestros primos”— se han contagiado del odio existencial que Amaleq tiene por los judíos.
Creo que David finalmente reconoce que este enemigo es como un tigre salvaje y hambriento, que se acerca a uno con un solo objetivo en mente ¡comernos! Imaginemos lo peligroso, ingenuo y suicida que sería extender al tigre mi mano de paz, y con una sonrisa ofrecerle ir a cenar juntos al mejor restaurante (¡y hacerme cargo de la cuenta!). No hay nada más peligroso que imaginar que el tigre “comprende mi idioma”, y que iremos juntos a cenar en paz. El tigre NO entiende mi lenguaje. Y su hambre no puede esperar. Su olfato y sus instintos, lo controlan. Y cuando me descuido y le extiendo mi mano, voy a terminar siendo su cena.
Adaptado del libro «Encounters» del Rab Aryeh Kaplan z»l
Abraham escucha una Voz. La Voz es familiar. Es la misma Voz que le ordenó que abandonara la tierra de sus padres y emigrara hacia la tierra de Canaan. La misma Voz que le prometió que él iba a ser bendecido y que su descendencia iba a ser tan numerosa como las estrellas del cielo. Esa voz, la Voz de Dios le prometió muchas cosas y nunca lo defraudó. A veces tuvo dudas, como cuando al llegar a la tierra prometida se encontró con una terrible sequía. O cuando su esposa Sará fue secuestrada. Pero Abraham aprendió que no todas las promesas Divinas se materializan en el momento. A veces hay que esperar. Y así, la paciencia, se transformó en parte de su fe. Abraham aprendió a obedecer y confiar en su interlocutor: El Creador de los cielos y la tierra. Esa Voz, es la misma que le prometió a él y a Sará que finalmente iban a tener un hijo, a la edad 100 años. Y ese hijo llegó y se llamó Yitzjaq, que significa : el [niño] que hará reír [de felicidad a sus padres desde su nacimiento, y por todos los días de su existencia].
Pero ahora, cuando Abraham se levanta a rezar y agradecer al Creador por Sus bendiciones esa Voz se dirige a él con el familiar llamado “Abraham, Abraham” . La Voz se escucha físicamente, como si alguien le estuviera hablando muy cerca de él. Abraham una vez más mira a su alrededor para estar seguro que ninguna hombre lo está llamando y cuando esta seguro responde: “Hineni”. «Aquí estoy, listo para cumplir Tus órdenes». Y entonces escucha nuevamente la Voz, que esta vez le dice algo terrible: “Toma a tu hijo, a tu único hijo, al que tú tanto amas: Yitzjaq. Y ve con él a la tierra de Moriá (Jerusalem) y ofrécelo allí como un sacrificio para Mí”. La Voz desaparece. Abraham se queda solo. Confundido. Siente vértigo. Va a colapsar. Es como que su mundo se está derrumbando a su alrededor. Está por desfallecer. Se apoya en un árbol para no caerse. Su corazón palpita muy rápido. “Oh, Creador del mundo, esto no es posible –puede haber pensado Abraham– Tú no puedes haberme ordenado que sacrifique a mi hijo Yitzjaq. El hijo que tuve en mi vejez, el que trajo infinita alegría a mí y a mi esposa Sará. Esto es un error. Es una alucinación. Una pesadilla ”.
Abraham se da cuenta que no puede engañarse a sí mismo. La Voz que siempre lo ha guiado y bendecido le ha dado una orden al más leal de todos sus siervos. Al hombre que le enseñó al mundo que existe un Creador, que no se ve, que es invisible, que se comunica con sus criaturas, y al que hay que obedecer hasta el final. Y ahora llegó el momento de la prueba más difícil para testear la lealtad de Abraham Abinu a Dios. Abraham, ¿solo obedece a Dios cuando le conviene? ¿Cuándo Dios le promete bendiciones y gloria? ¿Será Abraham capaz de obedecer a Dios, de no abandonarlo, de seguir con Él si va a perder lo que más quiere en su vida?
Abraham sigue sin moverse de su lugar. Espera escuchar nuevamente la Voz con alguna clarificación. O una contraorden. Pero con el pasar de las horas, las dudas acerca de la identidad de la Voz se disipan y el horror crece en el corazón de Abraham. La orden no fue una alucinación. La Voz fue tan clara como cuando le prometió un hijo, al que ahora ama más que ninguna cosa en este mundo. Mucho más que a sí mismo. ¡Que fácil sería obedecer esta orden —pensaba Abraham— si la Voz le hubiera ordenado ofrecerse a sí mismo como sacrificio! A Abraham se le pide hacer más de lo que a ningún otro hombre se le ha pedido hasta ese entonces.
Después de una noche de terror y cuando a Abraham ya no le quedan más dudas acerca del origen de la Voz, se da cuenta que no puede negarle nada a Dios. El Creador lo dio a su hijo y ahora, por alguna razón que a Abraham le resulta incomprensible , se lo está pidiendo de regreso. Por la mañana Abraham se levanta muy temprano de su cama y se dispone a cumplir la inexplicable orden Divina. Sin pronunciar palabra ni explicar a dónde van o para qué, Abraham le pide a su amado hijo Isaac y a sus dos sirvientes que lo ayuden a cargar una pila de madera en el burro de carga. Y entonces los 4 hombres parten en silencio. Ninguno se anima a cuestionar a Abraham, que siempre hace lo correcto. Caminan durante 3 días por los bosques y los campos.
Su anciano rostro está tieso como una piedra. Su mirada, elusiva, fija en el frente del camino. Sus ojos reflejan la luz pero ocultan algún secreto. Nadie le pregunta a Abraham dónde están yendo. Abraham permanece en silencio no pronuncia una palabra, ni siquiera a su hijo. Por fin, ven el monte Moriah. Abraham le ordena a sus sirvientes que descargan la madera y la carguen en la fuerte espalda del joven Isaac. Abraham toma las piedras para encender un fuego y debajo de su túnica, esconde un largo cuchillo.
Ahora padre e hijo caminan juntos montaña arriba. Sin palabras. Isaac, por fin rompe el silencio. Se arma de valor y le pregunta a Abraham: “ Padre, parece como que vamos a ofrecer un sacrificio. Veo que llevamos la madera y que tu tienes las piedras para encender el fuego. Pero, ¿dónde está el animal que vamos a sacrificar?” Abraham cierra sus ojos y llora por dentro. ¿Le puede contestar a su amado hijo que él ha sido elegido por Dios para ser sacrificado?. “Dios proveerá el animal para el sacrificio” , dice Abraham con la voz entrecortada. Isaac sigue caminando junto a su amado padre y ya no dice nada más. No se puede imaginar la inconcebible verdad. Isaac confía totalmente que su padre estará cumpliendo alguna orden divina. y así, padre e hijo, juntos en mente y corazón, siguen escalando el monte hasta que llegan cerca de la cima. Allí Isaac observa como su padre trae unas pesadas rocas para construir un altar y cuando termina, lo ayuda a colocar la madera sobre el altar recién construido.
Abraham, pálido y temblando, le pide a su hijo que estreche sus manos y ata sus muñecas con unas tiras de cuero. Una vez que las manos están restringidas, Abraham ata sus pies. Isaac no entiende qué está pasando. ¿Se trata de algún juego que mi padre está jugando? Mira a su padre, pero su padre no lo está mirando. Solo hay lágrimas en sus ojos y un llanto ahogado. Algo terrible está pasando. «¿Dónde está el cordero para el sacrificio?» Pregunta Isaac. Y de pronto se da cuenta que ¡el cordero es él! Isaac palidece y comienza a temblar, pero el respeto hacia su padre es tan grande como el de Abraham hacia Dios, y no ofrece resistencia. El anciano patriarca toma al joven con sus fuertes brazos, lo levanta y lo acuesta suavemente sobre el altar. Issac lo mira incrédulo. Su padre sigue eludiendo su mirada. Isaac ve como su padre saca el cuchillo que llevaba escondido debajo de sus ropas y siente el frío metal sobre su garganta.
Abraham sujeta el cuchillo y toma valor para terminar la misión más difícil que ningún hombre de fe haya tenido que cumplir. Pero de pronto, justo antes del acto final, escucha nuevamente la Voz que lo llama con urgencia y le dice: “Abraham, Abraham”. Abraham baja el cuchillo y responde: “Aquí estoy”. La Voz, ahora más fuerte y clara que nunca le ordena: “No dirijas tu mano contra tu hijo. No le hagas ningún daño. Ahora has demostrado tu completa lealtad a Dios y que no le has negado nada a Él, ni siquiera a tu único hijo”. Y la Voz ya no dice más. Los ojos de Abraham se llenan nuevamente de lágrimas pero esta vez son de alegría. Abraham desata a su hijo y ve que allí en la montaña, muy cerca de donde están, hay un carnero con su cuerno atrapado en un arbusto. Abraham toma al animal, lo lleva al altar que construyó para Isaac y lo ofrece como sacrificio a Dios. La prueba Divina ha terminado.
הכריזו בסדום ואמרו: כל מי שהוא מחזיק ידו בפת לחם לעני לגר ולאביון יישרף באש
LA PEOR DECISIÓN DE TU VIDA
Lot y Abraham vivían en la misma zona geográfica. Pero cuando los pastores de Abraham y de Lot se pelean por territorio, Abraham le sugiere a Lot que cada uno tome caminos separados. «Mira la tierra que está frente a ti», le dijo Abraham a su sobrino, «y elige dónde quieres ir … Si eliges ir para el norte, yo iré para el sur. Y si eliges ir hacia el sur, yo iré hacia el norte». Lot no lo dudó y eligió establecerse en Sedom (Sodoma). ¿Por qué? Porque Sedom era una ciudad de riqueza y estabilidad económica. En ese entonces, esa área poseía abundantes ríos que surgían del Jordán, como el paradisiaco delta del Nilo egipcio, dice explícitamente la Torá. Los habitantes de esa próspera ciudad no dependían de la lluvia, y las sequías no los afectaban. Seguramente Lot imaginaba que allí, en Sedom, iba a construirse una hermosa casa, iba a tener el mejor carro, y casarse él y sus descendientes con familias de mucho dinero. ¡Qué vida tan exitosa le esperaba a Lot en Sedom!
SODOMA Y EL TERCER REICH
Pero la Torá también advierte que las personas de Sedom eran realmente malas y egoístas. No dejaban que nadie compartiera sus riquezas. Y en lugar de asistir, oprimían y explotaban a los extranjeros oa cualquiera que no perteneciera al exclusivo club. Los Jajamim dijeron que en Sedom se estableció una ley que decía que «aquel que ayudase a un pobre, a un huérfano o a un extranjero sería ejecutado». La filosofía de Sedom siempre me hizo acordar al pensamiento de Nietzsche, que luego adoptó el Tercer Reich: al débil o al enfermo no se le tenía que tener compasión y asistir, ya que esto representaba un desperdicio de los recursos del estado. La sociedad Aria debía deshacerse de los más débiles –y así lo hicieron– y dedicar todos sus recursos al progreso de los hombres y mujeres sanos, aplicando una ley natural elemental aprendida de Darwin: la supervivencia del más fuerte.
LA IMPORTANCIA DEL MEDIO AMBIENTE
Lot venía de un ambiente que no podía ser más diferente a Sedom. Lot había sido criado en el hogar de Abraham Abinu. En una casa abierta para todos los necesitados. Lot tuvo que haber absorbido estas lecciones de Abraham. Y me imagino que cuando Lot se dio cuenta de la naturaleza de los habitantes de esa ciudad, se habrá preguntado a sí mismo: ¿Y ahora qué hago? ¿Me quedo en esta ciudad o me voy de aquí? Lot decidió quedarse. Quizás pensó que él tendría la fortaleza emocional suficiente como para no dejarse influenciar por los demás…. Pero se equivocó. Y si bien es cierto que conservó algunas de las características de Abraham, por ejemplo, recibió a extranjeros (malajim) arriesgando su vida, vemos que todo lo hizo solo. A diferencia de Abraham, que junto con su esposa Sará prepararon el banquete para sus visitantes, la esposa de Lot no aparece… él mismo, y solo, tuvo que preparar la comida para sus huéspedes. Es decir: Lot ni siquiera pudo influir en su propia familia. Su esposa y sus hijos, porque la cultura de Sedom ya se había hecho parte de los valores de ellos. Cuando Abraham le pidió a Dios que no destruyera la ciudad de Sedom si se encontraban en la ciudad 10 personas justas, Abraham estaba pensando en Lot y su familia: él, su esposa, sus dos hijas casadas, sus maridos, y sus dos hijas solteras y sus prometidos. Eran en total 10 personas. Pero Dios al final destruye la ciudad porque estas 10 personas no eran individuos justos y rectos. Lot, por más que lo intentó, no pudo aislar a su familia de la corrupción de Sedom. Y lo que es más:Lot ofrece a sus propias hijas solteras para que los habitantes de la ciudad las violen, lo que deja en claro que, en realidad, Lot mismo terminó influenciado por la inmoralidad de Sedom. Se transformó, sin darse cuenta, en una víctima más de la cultura Sodomita.
SAPO A LA CASSEROLE
Una de las lecciones más importantes que escuché en mi vida es la del sapo hervido. ¿Cómo se cocina un sapo?(No sé si esto es verdad o es una leyenda urbana, pero en cualquier caso, por favor, no lo intenten en sus casas, ya que aparte de ser tremendamente cruel, no es Casher :). Para los franceses y los chinos, el sapo a la cacerola es un manjar exquisito. El tema es que al sapo hay que cocinarlo, ¡mientras el sapo está vivo! ¿Cómo se cocina al sapo? Si se lo pone directamente en agua hirviendo, el sapo inmediatamente saltará afuera de la olla. Pero si se coloca al sapo vivo en una olla con agua a temperatura ambiente y a fuego lento, ¡el sapo no se escapa de la olla! ¿Cómo puede ser?
NOSOTROS Y EL SAPO
El cuerpo del sapo puede detectar cambios de temperatura drásticos. Por eso, si de una temperatura de 20 grados lo exponemos a los 100 grados de agua hirviendo, saltará para afuera. Sin embargo, el cuerpo del sapo tolera «pequeños» cambios de calor, se adapta a la nueva temperatura y es incapaz de «sumar» esos pequeños cambios en su cerebro y detectar un gran cambio. Me explico: una vez que el sapo está en el agua y el fuego lento lleva la temperatura del agua de 20 a 25 grados, su cerebro de sapo le dice: «5 grados no es nada. No hay peligro.» Y se adapta a los 25 grados. Cuando el agua llega a los 30 grado, su cerebro, ya adaptado a los 25, le dice al sapo: «son solo 5 grados más, no es nada». Y cuando llega a 35, dice lo mismo: «5 grados, no me afectan». ¡El sapo va tolerando y adaptándose a esos pequeños cambios y es incapaz de sumar esos cambios y decirse a sí mismo: «De 20 a 45… son 25 grados! Esto no me está gustando nada, y puede terminar mal»,Finalmente, cuando llega a los 100 grados, ya es demasiado tarde para el sapo….
CAMBIAR SIN QUE SE NOTE
Con los seres humanos pasa algo muy parecido en el campo de las«influencias». Si nos rodeamos de personas malas, por ejemplo,comenzamos a absorber esos valores de forma muy gradual. Tan gradual que es casi imperceptible percibir los cambios. Con el tiempo, nos pasa como al sapo: No percibimos que los pequeños cambios se van sumando. Y cuando nos queremos dar cuenta, ya es demasiado tarde. Lo bueno es que este mismo principio sucede cuando nos rodeamos de gente buena: los pequeños cambios son imperceptibles en el día a día, como cuando un adolescente crece en estatura o como cuando nos ponemos viejos. La lección que aprendemos de Lot es que tenemos que elegir con mucho cuidado el ambiente donde vivimos,y dónde nos educamos y criamos a nuestros hijos. ¡Que no nos pase como a Lot, o al sapo!