VAYISHLAJ: Los «NO» que nos definen

ESCRITO EN 2021

«הצילני נא מיד אחי מיד עשו»

LA ESPADA DE ESAV

Ya’akov Abinu regresa a la tierra de Israel. Tiene muchas dudas. Una de esas dudas es si su hermano Esav aún le guarda rencor. Recordemos que hace 20 años, Esav decidió matar a Ya’akov. La pregunta de Ya’akov era: ¿Me sigue odiando Esav 20 años después? A lo mejor sus resentimientos han cambiado y ya se olvidó de lo que pasó tanto tiempo atrás… pero Ya’akov no está seguro. Y encuentra una complicación más: escucha que Esav está llegando encabezando una banda de 400 hombres, demasiada gente para un comité de bienvenida. Ya’akov teme lo peor y siente el peligro que acecha a él y a su familia. Ya’akov reza y suplica por la intervención Divina diciendo la famosa frase: «[HaShem], sálvame de la mano de mi hermano, de la mano de Esav». Cuando finalmente se reencuentran, Esav no ataca a Ya’akov. Hay comentaristas bíblicos que explican que Esav tenía toda la intención de destruir a Ya’akov y quedarse con su familia y sus posesiones, pero que hubo un cambio emocional en el corazón de Esav. ¿Por qué? La noche anterior, Ya’akov luchó contra un enviado de HaShem (un «ángel», aunque la Torá lo describe como un «hombre»). Este individuo hirió a Ya’akov en su muslo y lo dejó herido. Cuando Esav vio a Ya’akov rengueando, se conmovió (o pensó que Ya’akov ya no era un adversario digno…) y, de acuerdo a esta interpretación, el perdón que no llegó en 20 años se transformó en una especie de «lástima» por la vulnerabilidad de Ya’akov, y los sentimientos de afecto regresaron. Así, de una manera directa o indirecta, HaShem salvó a Ya’akov de Esav, al hacerlo luchar contra ese individuo.

LA INVITACIÓN DE ESAV

Acto siguiente, y ahora en un clima de reencuentro familiar, Esav agradece los generosos regalos de Ya’akov y le dice: «No me hace falta nada, hermano mío, ya tengo demasiado». Vemos que Esav es un hombre materialmente exitoso. Es el patriarca, fundador y cabecilla del pueblo de Edom. Pero Esav, tal como su mamá lo había anticipado, no siguió el camino de su abuelo Abraham y de su padre Isaac. Los edomitas, liderados por Esav, habían abandonado las creencias de Abraham Abinu y eran idólatras, al igual que el resto del mundo. Y ahora Esav ya no ve a Ya’akov como su enemigo, sino como su hermano, su amigo. Y aquí, irónicamente, comienza un problema enorme para Ya’akov. Algo más delicado y más sutil que la espada de Esav, pero igualmente letal. ¿De qué se trata este nuevo problema? Como consecuencia de la nueva reconciliación fraternal, Esav invita a Ya’akov a unirse a él (Génesis 33:12). «Nis’a veneleja. Vamos juntos. Ven conmigo a Se’ir, y allí viviremos como una sola familia. Tus niños pequeños van a jugar con mis niños, sus primos. Y ya tengo en mente algunas de mis hijas y nietas que podrían ser muy buenas candidatas para casarse con tus hijos». Ya’akov sabe que si acepta la invitación de Esav, sus hijos terminarán asimilándose a Esav y formarán parte de su familia. HAY MUCHO EN JUEGO: sería el final del legado de Abraham Abinu (del «judaísmo» de ese entonces)…. y no por la vía de la espada de Esav, sino por la disolución natural e inevitable de la «religión» que practicaba la familia de Ya’akov.

EL «NO» QUE CAMBIÓ LA HISTORIA

Y en ese momento decisivo para la posteridad, Ya’akov, heroicamente, le dijo NO a Esav. Lo hizo muy diplomáticamente. «Tú ve adelante y yo llegaré al ritmo de mis pequeños hijos», le dijo. Esav, que quizás no comprendió la indirecta de Ya’akov, insistió. «Si quieres, te dejo algunos hombres para que te protejan en el camino, hasta que llegues a mi casa». Ya’akov, estoicamente, soportó la tremenda presión psicológica de ese momento — en el que se podía cortar el aire con un cuchillo— y, con mucha incomodidad pero con mucha firmeza, rechazó nuevamente la oferta de Esav. «¿Por qué habré de hallar tanta gracia en tus ojos?». Esav finalmente entendió el mensaje y se marchó. Si tuviéramos que describir con nuestras propias palabras lo que experimentó Ya’akov en su intenso encuentro con Esav, diríamos que en un mismo evento, Ya’akov se enfrentó al antisemitismo y a la asimilación. En el primer caso, especialmente si seguimos la opinión que mencionamos, Dios intervino «directamente» para salvar a Ya’akov de Esav, «su enemigo». Pero cuando Ya’akov se enfrenta al Esav, «su amigo» Esav, allí no hubo una intervención Divina. Hubo una decisión humana. Ya’akov debió actuar por su cuenta y decir y asumir las consecuencias del «NO». En esta segunda instancia, Dios no interviene y espera que Ya’akov tome la decisión correcta por sí mismo.

SI YA’AKOV NO HUBIERA DICHO «NO»….

La mejor manera de entender el impacto de los NO que definen nuestras vidas es visualizar qué hubiera pasado si no hubiéramos dicho NO. Hoy en día, nosotros, los descendientes de Ya’akov Abinu, seguimos enfrentando desafíos muy similares. La sociedad no judía nos invita a una integración cultural y social sin barreras ni diferencias. La asimilación se cobró ya millones de «almas» judías. Millones de instancias en las que hijos o padres no tuvieron la fuerza, la convicción o la posibilidad de decir «NO» a Esav el amigo. El daño ha sido catastrófico. Comparto con ustedes dos números que lo dicen todo: 1) 1927. 2) 4.200.000. En el año 1927, la población judía en los Estados Unidos era de 4.2 millones. ¿Cuántos judíos debería haber en los Estados Unidos en 2021, casi 100 años después? Aquí no hubo una Shoah, ni campos de concentración, ni mega-matanzas antisemitas; por el contrario, la inmigración judía a este país continuó ininterrumpidamente. No soy un genio de las matemáticas, pero mi intuición me dice que hoy deberían haber no menos de 15 o 20 millones de judíos en Estados Unidos…. Pero hay menos de 6 millones…. ¿Qué pasó entonces con los millones de judíos que ya no se cuentan como tal?

Dios nos ayuda en la lucha contra el enemigo. Pero de la asimilación tenemos que salvarnos por nuestra cuenta. Mejorando en nuestra observancia y apreciación de los valores judíos. Educando a nuestros hijos en escuelas judías y especialmente con nuestro ejemplo personal. Teniendo la valentía y la convicción de decir «NO» si alguna vez la relación con Esav puede pasar de la cordialidad y el respeto, hacia un plano social en el que arriesgamos perder nuestra identidad.




RESUMEN DE PARASHAT VAYETSE

Jacob deja Beer-Sheba y se encamina a Harán, Siria. Está huyendo de su hermano Esav, que se propuso matarlo. También va a Harán con la intención de encontrar una esposa en la ciudad natal de su madre. Al poco tiempo de iniciar su largo viaje, cuando llega a Bet El, Jacob tiene un hermoso sueño: ángeles subiendo y bajando por una escalera. Dios le promete a Jacob Su bendición y protección y le garantiza que él y su descendencia heredarán la tierra de Israel.

Después de varios días, Jacob llega a Harán y se dirige hacia el pozo de agua. Allí conoce a una joven que resulta ser su prima hermana, Rajel, y se enamora de ella. Rajel lo lleva a su casa. Jacob es recibido por su tío Labán. Rápidamente llegan a un acuerdo: Jacob trabajará para Labán durante siete años y, a cambio, Labán le permitirá casarse con su hija. Pero cuando llega el momento de la boda, Labán le da a Jacob a su hija Leá en lugar de a Rajel, algo que Jacob solo descubre al día siguiente. ¿Cómo es posible que Jacob no reconociera a Leá? Hay varias explicaciones, pero la más simple es que 1. Rajel y Leá eran hermanas, y deben haber sido muy parecidas físicamente y en su voz. 2. Las mujeres en la antigüedad usaban un velo muy grueso, como el burka que usan las mujeres en Afganistán. 3. Todo sucedió a la sombra de la noche. 4. Jacob no lo esperaba. Muchos comentaristas explican que Jacob ahora fue víctima de un caso de “robo de identidad” similar al que él había causado cuando se disfrazó de su hermano Esav para recibir su bendición de su padre Isaac, que era ciego. Las similitudes entre estos dos episodios no puede ser una mera coincidencia.

Jacob tuvo que trabajar durante otro largo período de tiempo para casarse también con Rajel. Antes de que se diera la Torá, no había una  prohibición de casarse con dos hermanas. Leá, Bilha y Zilpa le dan varios hijos a Jacob. Rajel era estéril, pero al final dio a luz a un hijo llamado Yosef. Jacob ahora tiene once hijos , Rubén, Shimón, Levi, Yehudá, Yissajar, Zebulún, Dan, Naftalí, Gad, Asher, Yosef, y una hija: Diná. El nacimiento de su duodécimo hijo, Binyamín, se mencionará recién en la Parasha de la próxima semana. Cada uno de sus hijos establecerá una de las tribus de Israel. Hay una diferencia muy importante entre los hijos de Yishmael y los hijos de Jacob: leímos un poco antes que Yishmael también tuvo 12 hijos,  cada uno de esos hijos creó una nación aparte (shenem asar nesiim lumotam). Jacob sin embargo, logró que todos sus hijos formaran 12 tribus de un mismo pueblo.

Después de trabajar para Labán durante muchos años, Jacob expresa su deseo de regresar a la tierra de sus padres, Erets Israel. Pero Labán lo convence de quedarse más tiempo y le ofrece pagarle con parte del rebaño para que Jacob pudiera tener su patrimonio propio. Después de unos años, el rebaño de Jacob aumenta de manera milagrosa, y nuestro patriarca decide regresar a su tierra natal sin buscar el consentimiento de Labán: Reúne a su familia y les dice que Dios se le reveló en un sueño y le anunció que era hora de irse.

Jacob y su familia prácticamente huyen sin el conocimiento de Labán. Y cuando Labán se entera, va tras Jacob con las peores intenciones. Dios se revela a Labán y le advierte que no le haga daño a Jacob. Labán reprime a Jacob por haberle quitado a sus hijas y nietos. Jacob y Labán finalmente se reconcilian y hacen un tratado de paz en Gal’ed. Jacob continúa su camino, con destino a la tierra de Canaán, y llega a la ciudad de Majanayim. El próximo desafío de Jacob será enfrentar a su hermano Esav, que 20 años atrás había decidido matarlo.




VAYETZE: ¿Por qué soñamos lo que soñamos?

Nuestra Parashá abarca veinte años de la vida de Ya’aqob Abinu. Veinte años que transcurrieron entre dos sueños. El primer sueño tuvo lugar cuando Ya’aqob salía de la tierra de Israel y se dirigía hacia Jarán, al norte de Siria. Ya’aqob soñó con ángeles que subían y bajaban de la tierra al cielo. Lo que quiero destacar de este sueño, más allá de las diferentes interpretaciones, es que al salir de Israel Ya’aqob soñó con ángeles. Y con una escalera (¡un elemento simbólico no menos relevante!) que le recordó que estamos en este mundo para crecer y elevarnos hacia lo divino. Los sueños no vienen de la nada. Y los sueños no mienten.
¿QUE SON LOS SUEÑOS ?
Primero, entendamos un poco mejor qué son los sueños.
Somos lo que soñamos. Y soñamos lo que somos. El contenido de nuestros sueños refleja nuestras vidas. Las pasiones, deseos, traumas y miedos que experimentamos en nuestra rutina diaria. Si uno sueña que está volando, es probable que esté aspirando avanzar en su vida, tener un mejor trabajo, etc. pero «siente» –aunque quizás no lo exprese–  que está encadenado, atrapado. Soñar que uno «vuela» libera al soñador «virtualmente» de esas cadenas que lo atan: el sueño expresa un deseo muy profundo, a veces reprimido, que hasta puede ser irrealizable.    Si uno sueña que está conduciendo un vehículo y los frenos no funcionan, es posible que uno sienta que no está en control de su vida, y desea recupéralo antes de que sea demasiado tarde. Cuando uno sueña que está en público sin la ropa adecuada, es probablemente un reflejo del miedo a que la gente «vea», descubra, algo vergonzoso que uno desea ocultar.  Los sueños dicen mucho de nosotros, y los miedos y deseos que viven en nuestro subconsciente.
SUEÑOS DE PATRIARCA
El sueño de Ya’aqob es profundamente espiritual y positivo. Ya’aqob Abinu vio ángeles en su sueño porque esa era su realidad diaria. ¡Vivía entre ellos! Su madre, Ribka, su padre, Isaac, su abuelo Abraham, sus maestros, Shem y Eber.  Jacob vive entre ángeles humanos.   Ya’aqob se escapa de la tierra de sus padres por miedo a que su hermano Esav lo mate. Huye a la casa de su tío Labán. Y allí tiene que trabajar muy duramente. Labán, por mucho tiempo se abusa de él. Y luego de muchos años Ya’aqob le dice a Laban Gen. 31:38-40 «Durante estos veinte años que he estado contigo, tus ovejas y tus cabras no se han accidentado, nunca he tomado de los carneros de tu rebaño [para mi beneficio personal], nunca te traje un animal despedazado por las fieras [siempre los cuide con mucha atención], y si alguna vez sufrieron algún accidente, yo he asumido las pérdidas, ya que tú siempre lo demandabas de mi mano [aunque no fuera mi culpa], y lo mismo hice cuando un animal era robado… de día o de noche… [trabajé sin parar]: durante el día me consumía el calor y de noche la helada, y así el sueño huía de mis ojos.»
METAMORFOSIS
Al final de esos veinte años Ya’aqob sueña otra vez. Pero esta vez tiene un sueño muy diferente. No hay ángeles subiendo por una escalera, sino animales apareándose, subiendo uno encima del otro. «Los machos se subían a los rebaños, produciendo animales con rayas, con puntos o con manchas» (Gen. 31: 10-11).  Este segundo sueño no es un sueño «espiritual» sino material. Los animales representan los bienes materiales: no hay oposición más grande que: «ángeles» vs. «animales».  En su segundo sueño, un ángel le habla a Ya’aqob, pero solamente para enseñarle a ser más astuto que Labán en los negocios. Este es un sueño 100% materialista, impropio de Ya’aqob.
Y es en ese mismo sueño que Ya’aqob recibe una orden directa de HaShem, y esta orden viene con una explicación:   (31; 11) «ki raiti et asher laban ‘ose imaj. «Porque he visto lo que Labán ha hecho de ti». Es como que HaShem le dice a Ya’aqob: «Veo que trabajar veinte años para Labán te ha afectado profundamente. Has cambiado tu personalidad, y eso se puede observar en tus sueños: hace veinte años soñabas con ángeles y una escalera que unía a la tierra con el cielo. Ahora, tus sueños se han transformado. Son horizontales, «superficiales». Los ángeles fueron reemplazados por ovejas y las escaleras por establos. ¡Estos sueños son dignos de Labán, no de Ya’aqob!»
EL CAMINO DE REGRESO
Ya’aqob entonces recibe una orden directa de HaShem. Es hora de volver a casa (31:11):«Ahora debes salir de esta tierra (Jarán)  y regresar a tu tierra natal, [Israel].» Tienes que regresar para que cambien tus sueños, para que vuelvas a soñar con ángeles y escaleras. Y eso lo lograrás viviendo una vida que promueva constantemente esa conexión entre la tierra y los cielos. Tu destino es ser uno  de esos «ángeles» humanos que suben al cielo y traen la Torá a la tierra. Y así fue.  En el último pasuq de esta Parashá 32:1, tan pronto como Ya’aqob llega a Eretz Israel, nuevamente visualiza a «los ángeles» que vienen a su encuentro en Majanayim. Ya’aqob, y nosotros sus descendientes, aprendimos esta gran lección: Debemos vivir nuestra vida material con la espiritualidad suficiente para soñar con ángeles, y con escaleras que unen el cielo con la tierra. 



VAYETZE: Ángeles entre nosotros

El rabino Shelomo Ibn Gabirol (1022-1051) dijo que los ángeles representan a los Talmidé Jajamim, los estudiosos de la Torá, como Ya’aqob, que ascienden a un nivel espiritual muy alto para estudiar la Torá. Pero no se quedan allí, sino que regresan al plano terrenal, trayendo con ellos lo que aprendieron, es decir, haciendo la Torá accesible al resto de la gente, conectando así «el cielo con la tierra».




VAYETZE: Anticipando la asimilación

La Perashá de esta semana comienza con el exilio de Ya’aqob Abinu, nuestro tercer patriarca. Ya’aqob huye de la tierra de Israel, cuando su hermano Esav declara su intención de asesinarlo. Ya’aqob se encamina entonces hacia Jarán, un pueblo cerca de lo que hoy es el norte de Siria. Allí viven los parientes de Abraham: Labán, el tío de Ya’aqob, y su familia.
Ya’aqob no llega a Jarán con una caravana de camellos, con guardias y esclavos, como cuando Eli’ezer, el siervo de Abraham visitó el lugar. Ya’aqob va solo, con un bastón, y lo que lleva puesto.  Y también a diferencia de Eli’ezer, Ya’aqob no va por unos días sino que va por un tiempo indeterminado (que terminó siendo 20 años). La primera noche de su viaje, cuando aún no había cruzado la frontera de Erets Israel, Ya’aqob tiene un sueño. Sueña con una escalera apoyada sobre el suelo, pero que llega hasta el cielo. Y ve ángeles. Los ángeles suben al cielo y bajan del cielo.  Y aquí nos encontramos con un desafío que el texto de la Torá nos presenta. Se supone que los ángeles «están en el cielo», y por lo tanto, primero deberían descender y luego ascender ¿Por qué, aunque se trate de un sueño, el orden está invertido?
Veamos ahora la interpretación más famosa sobre este punto, proporcionada por Rashí.
¿QUE SON LOS ANGELES?
En primer lugar debemos saber que los ángeles en la Torá no son «seres alados con aureolas sobre sus cabezas». Para entender el concepto de ángeles, recordemos que Dios no actúa “directamente” sobre Su mundo (hubo solamente dos excepciones a esta regla. 1. El primer acto de Creación y 2. la intervención Divina en la salida de Egipto) sino que lo hace a través de Sus “ángeles”.  Esto es, 1. fuerzas naturales dirigidas por Dios, o 2. Instancias que nos parecen “fortuitas”, o individuos que, sabiéndolo o no, cumplen una misión Divina. En Tehilim (104:4) el viento, por ejemplo, es considerado un ángel del Creador, ya que HaShem utiliza el viento para crear la lluvia.  Los ángeles que visitaron a Abraham y a Lot eran (o según otras interpretaciones: se veían como) seres humanos. Lo que tiene en común «el viento» y esos «ángeles» de apariencia humana es que ambos “cumplen estrictamente la voluntad de Dios”, la misión para la cual fueron creados. En hebreo la palabra “ángel” (mal-aj) en realidad quiere decir: emisario, representante, un agente de HaShem que a diferencia de los seres humanos, no tiene libertad de elección (es decir: «libertad de desobedecer»).     Algo más. En la Torá se mencionan ángeles en un contexto muy específico: Protección Divina.  Nuevamente, los “ángeles” no son seres independientes con poderes sobrenaturales: en el judaismo no adoramos “ángeles” ni le rezamos a los “ángeles”. Hablamos de ángeles cuando nos referimos a la intervención Divina a través de factores naturales o humanos, milagrosos o cotidianos, especialmente en el contexto de “protección”. En el caso de Ya’aqob los ángeles que vio en su sueño vienen a asegurarle que la protección de HaShem continuará aún fuera de Israel.
EN CASA DE LABAN
Una vez que entendimos que “ángeles” se refiere a Protección Divina, podemos abordar la segunda pregunta: ¿Por qué los ángeles primero suben y luego bajan? ¿No debería ser al revés?  Rashí dice lo siguiente,  basándose en un hermoso Midrash:lo que Ya’aqob contempló en su sueño fue “un cambio de guardia” entre los ángeles que protegen a Ya’aqob en la tierra de Israel y los ángeles que protegerán a Ya’aqob  en Jarán, el territorio de Labán.   Pero ¿Por qué hace falta un cambio de guardia? En el palacio de Buckingham el relevo de guardia se hace porque los soldados deben descansar, comer, etc.  Pero ¿por qué razón los ángeles tienen que cambiar la guardia?  Una idea: Porque los peligros que acechan a Ya’aqob en estos dos lugares son muy diferentes. En la tierra de Israel Ya’aqob estaba amenazado de muerte por Esav.  Ahora en su próximo destino, la tierra de Labán, a Ya’aqob no le aguarda ninguna amenaza física. Sin embargo los valores y las creencias de Ya’aqob estarán en peligro… Ya’aqob está yendo a vivir en el seno de una familia idólatra; va con la intención de casarse con alguna de las hijas de Labán y ser parte de esa familia. La posibilidad de que Ya’aqob se olvide de todo lo que aprendió de su papá Isaac y de su abuelo Abraham, y se transforme por completo en un miembro más de la familia de Labán, ¡es muy real! Esta nueva situación, la asimilación, requiere un nuevo tipo de protección Divina, que no había sido necesaria hasta ese momento. En este sueño, de acuerdo a nuestro Midrash,  Dios le muestra a Ya’aqob que Él lo protegió de Esav y le asegura que lo seguirá protegiendo en términos de su integridad física. Pero indirectamente, también le advierte a Ya’aqob que se habrá de encontrar con peligros desconocidos en su nuevo destino y que tendrá que tomar muy en serio la amenaza de la asimilación.
ISRAEL Y LA DIASPORA

Esto increíblemente similar a lo que ocurre en nuestros días. Los peligros a los cuales están expuestos los judíos de Israel y los judíos de la diáspora son muy diferentes. En Israel, el peligro fundamental –si bien no es el único– es la integridad física: las guerras, las intifadas, los ataques suicidas, etc.  Este era también el tipo de peligro que acechaba a Jacob en la tierra de Israel, a manos de Esav.  Por el otro lado, el peligro crucial que enfrentamos los judíos en la diáspora es similar al que Ya’aqob iba a enfrentar en su nuevo destino: la asimilación a los valores de Labán y a la sociedad pagana de Jarán. Este es un desafío mucho más sutil y más difícil de identificar, especialmente porque es menos visible… y a veces ocurre sin que nos demos cuenta.  Al igual que Ya’aqob luego de su sueño, nosotros en la diáspora debemos tomar conciencia de los peligros que enfrentamos y hacer todo lo posible por educar a la próxima generación para que la Torá siga siendo relevante para ellos, y que la vean como la más hermosa fuente de inspiración y la guía de sus vidas.




TOLEDOT: Nada nuevo bajo el sol de Gaza

ESFUERZO Y BENDICION

En la Parashá de esta semana, Génesis capítulo 26, leemos que Isaac tuvo que dejar su tierra por la hambruna y llegó hasta Guerar, una ciudad entre Gaza y Beer Sheba, la tierra de los Pelishtim (filisteos). Isaac se estableció temporariamente allí y se puso a trabajar duro. v:12-14 «Isaac sembró en aquella tierra, y cosechó aquel año cien por uno [cien veces más de lo que había sembrado]: ¡HaShem lo había bendecido! Isaac gozó de prosperidad y siguió engrandeciéndose hasta que llegó a ser muy rico: tuvo ovejas, vacas y muchos sirvientes…

Si bien HaShem lo bendijo, a Isaac la riqueza no le llovió del cielo, el hijo de Abraham era muy trabajador. Tuvo que esforzarse muchísimo para sembrar en esa zona árida, y tal como la Torá nos cuenta un poco más adelante , tuvo que cavar una y otra vez –sin pereza y sin darse por vencido– para obtener el elemento más escaso y preciado en el Medio Oriente: agua.

Pero ahora, el mismo versículo que menciona la riqueza de Isaac continúa describiendo el sentimiento y la reacción de los Pelishtim ante al éxito de Isaac.

 וַיְקַנְא֥וּ אֹת֖וֹ פְּלִשְׁתִּֽים

וְכׇל־הַבְּאֵרֹ֗ת אֲשֶׁ֤ר חָֽפְרוּ֙ עַבְדֵ֣י אָבִ֔יו בִּימֵ֖י אַבְרָהָ֣ם אָבִ֑יו סִתְּמ֣וּם פְּלִשְׁתִּ֔ים וַיְמַלְא֖וּם עָפָֽר׃

וַיֹּ֥אמֶר אֲבִימֶ֖לֶךְ אֶל־יִצְחָ֑ק לֵ֚ךְ מֵֽעִמָּ֔נוּ כִּֽי־עָצַ֥מְתָּ מִמֶּ֖נּוּ מְאֹֽד׃

Los Pelishtim le tuvieron envidia a Isaac.

Y todos los pozos [de agua] que los siervos de su padre [Abraham ] habían cavado … los inutilizaron, llenándolos de tierra.»

Los Pelishtim recibieron a un Isaac refugiado, débil y pobre. Y simpatizaron con ese Isaac. Pero una vez que Isaac se recuperó, su éxito no los puso contentos, todo lo contrario: les molestó. La Torá usa aquí por primera vez en la historia bíblica la palabra quin’a que significa: «envidia» (ויקנאו אותו פלשתים «Los Pelishtim tuvieron envidia de Isaac».

Hay dos posibles reacciones que uno puede tener frente a una persona que tiene éxito. La primera, la mejor, es aprender del que hace las cosas bien e imitarlo. Los Pelishtim podrían haber imitado el esfuerzo de Isaac: trabajando más, levantándose más temprano, emborrachándose menos, ahorrando más, no gastando tanto, etc, etc. ¡pero nada de eso sucedió! La reacción de los Pelishtim consistió en una envidia destructiva que los llevó a algo inconcebible ¡tapar con tierra los pozos de agua que había cavado Isaac!

LA DIFERENCIA ENTRE LOS CELOS Y ENVIDIA

Hay una gran diferencia entre las palabras hebreas «celos» (jemdá o ta’avá לא תתאוה), y “envidia” (quin’a) . «Celos» siempre se refiere a un objeto: estoy celoso de lo que tienes, y quisiera tenerlo yo. Quiero tener tu casa, tu dinero, tu auto. Y en teoría, una vez que yo tengo lo que tú tienes (te lo quito o me lo compro), mis celos desaparecen o al menso disminuyen. La «envidia», por otro lado, es un sentimiento profundo, tóxico y complicado. No se trata de mi deseo de tener lo que la otra persona tiene, sino del oido hacia la persona que lo posee. Cuando te envidio, me molesta tu éxito. No lo puedo soportar. Voy a tratar de quitarte lo que tú tienes. Y si no te lo puedo quitar, lo voy a destruir. Porque lo que más me impronta ¡es que TU no lo tengas!  La envidia es destructiva y por naturaleza autodestructiva. La envidia / odio llevó a los Pelishtim a hacer lo más irracional que un habitante del medio oriente puede hacer: inutilizar pozos de agua en el desierto. Lo cual, obviamente, los perjudicaba a ellos también.

LA HISTORIA SE REPITE

Rambán, Najmánides, dice que la Torá se excede en los detalles de este evento para enseñarnos que מעשה אבות סימן לבנים , «lo que le ocurrió a nuestros antepasados no es sólo historia», sino que marca un patrón de conducta que se repetirá con sus descendentes. Esta historia se vuelve a repetir en nuestros días.

La bendición de HaShem y el éxito de Israel en las áreas de educación, innovación, tecnología, y economía despierta admiración en el mundo, pero también muchísima envidia, resentimiento y odio. Especialmente de parte de sus vecinos, a quienes que les importa destruir “los pozos de agua “ que podrían beneficiar a sus propios ciudadanos con tal de dañar a Israel.

La historia de Gaza lo deja en claro.

El 15 de agosto de 2005, 8.000 judíos israelíes fueron desterrados de sus casas en Gush Qatif (Israel). Esa tierra, que había sido conquistada militarmente por Israel en respuesta a la guerra iniciada por los egipcios, fue «regalada» a los Palestinos, quienes tuvieron elecciones democráticas en 2006 en las que fue elegido el partido de Hamas. La población de Palestina que eligió a Hamas conocía —y conoce perfectamente bien— los objetivos de Hamas ya que están absolutamente explícitos en su carta fundacional: en esa carta Hamas no menciona la voluntad de brindar prosperidad, derechos humanos o servicios sociales a los habitantes de Gaza para mejorar sus vidas.  TODO LO QUE LA CARTA DICE ES QUE HAMAS SE DEDICARA PLENAMENTE AL YIHAD, esto es, a la lucha armada contra el Estado de Israel hasta su destrucción, y aclara que rechazará toda negociación y gestión diplomático. Tal como lo hicieron los Pelishtim con Isaac, Hamas esta dispuesto a empobrecerse y autodestrurise (inmolarse =yihad) con tal de destruir Israel o por lo menos, matar la mayor cantidad posible de judíos.

Gaza no se dedica al terror porque son pobres, Gaza es pobre porque elige dedicarse al terror. Esta idea es tan alucinante para las personas normales que no la creen. Y en cierta manera los que tienen una mentalidad occidental, incluso en Israel, superponen a la fuerza sus propias ideas y tratan de ayudar a Gaza a salir de su pobreza. Los Palestinos de Gaza han recibido más dinero que cualquier otra población en el mundo entero. De la Unión Europea, de las Naciones Unidas, de estado Unidos, cientos de billones de dólares. Y todo este dinero que debería haber sido dedicado a para construir escuelas, hospitales y darle agua limpia a la población , ha sido dedicado a construir túneles de guerra, comprar armas, desarrollar mas armamentos y todo con la intención de destruir a Israel.

Es muy difícil para una persona normal entender que la envidia transformada en odio le haga perder a los seres humanos su deseo de prosperidad y auto preservación para dedicarse a la eliminación de aquel que trabaja y prospera. Pero la Torá ya lo advirtió en la historia de Isaac con los Pelishtim. Y hoy vemos más claro que nunca que no hay nada nuevo bajo el sol de Gaza.




RESUMEN DE PARASHAT TOLEDOT

TENER UN HIJO…. O DOS…

La parashá Toledot nos cuenta que nuestro segundo patriarca Isaac rezó para que su esposa Ribká, que era estéril, pudiera concebir. Las oraciones de Isaac son respondidas por Dios y Ribká concibe. Se entera proféticamente que está embarazada de mellizos y que sus hijos se convertirán en fundadores de dos naciones: «uno se impondrá al otro, y  el mayor servirá al menor”. Cuando da a luz, el primer bebé que emerge está cubierto de cabello. Lo llamaron Esav. El segundo nace agarrado al talón de su hermano (‘equeb) y por eso lo llaman Ya’aqob.

¡VIVA LA DIFERENCIA!

Los niños se hacen adultos y sus vidas siguen diferentes caminos: Esav se convierte en un cazador y Jacob “habita en la tienda”, es decir, pasaba más tiempo en su casa que en el campo. Las personalidades de estos mellizos era muy diferente. Estas diferencias entre Jacob y Esav nos recuerda un punto importante en la crianza de los hijos: a veces los niños tienen el mismo padre, la misma madre, la misma carga genética, la misma educación, y aún así pueden tener un carácter completamente diferente –o a veces opuesto– uno del otro.  Nos dice también la Torá que Isaac quería más a Esav, mientras que Ribká amaba a Jacob.

¿PRESENTE O FUTURO?

Un día, Esav regresa de cazar y está exhausto. Encuentra a Jacob haciendo un guiso de lentejas y le pide que se lo dé. Jacob se lo ofrece a cambio de la primogenitura de Esav. Esav acepta. Antes de que le diera su plato de lentejas, Jacob le da a Esav pan. ¿Para qué? Para que una vez que Esav estuviese satisfecho con el pan tuviese la oportunidad de reconsiderarlo y no vender su primogenitura. Pero a Esav no le importaba el mañana y estaba dispuesto a sacrificar su futuro para disfrutar un poco más el presente. A diferencia de Esav, Jacob representa la idea de hacer sacrificios en el presente –estudiar, ahorrar, esforzarse– para asegurarse un futuro mejor.

ISAAC EN GUERAR

Una hambruna azota la tierra de Canaan e Isaac traslada a su familia a la tierra de Guerar, que estaba gobernada por el rey de los Pelishtim Abimelej. Dios le da instrucciones estrictas a Isaac de que no vaya a la tierra de Egipto. Isaac es el único de nuestros patriarcas que nunca abandonó la tierra de Israel. Isaac se establece en Guerar. Cuando los hombres del lugar le preguntan por su bella esposa Ribká, Isaac les dice que es su hermana. Esto lo hizo por miedo a que lo asesinen para quedarse con su esposa. A diferencia de lo que ocurrió con Abraham, Abimelej descubre que Ribká es la esposa de Isaac, y critica a Isaac por haberlo engañado.    Una vez que este tema se soluciona, Isaac prospera económicamente en Guerar, pero los filisteos  envidian su éxito y Abimelej le pide a Isaac que se vaya. Isaac se muda y cava varios pozos en un área cercana y encuentra agua. Los pastores Pelishtim reclaman esos pozos y los destruyen.  Finalmente, Isaac se establece en Be’er Sheba, y él y Abimelej hacen un tratado de no agresión.

DIME CON QUIEN TE CASAS Y TE DIRÉ…. QUIÉN SERÁS…

Volvemos a los hijos de Isaac y Ribká. Esav, yendo contra  todo lo que sus padres y abuelos querían, se casa con dos mujeres Hititas, que sería el equivalente de casarse con una mujer no judía en nuestros días. Sus padres sufren enormemente por esta decisión de Esav. 

Cuando Isaac ya es anciano llega el momento de bendecir a sus hijos, que en esos tiempos era también la forma de asignar quién iba a ser el líder espiritual para continuar el camino de Abraham.   Isaac llama a Esav y le pide que vaya a cazar y le prepare una comida, para que Isaac pueda otorgarle esta bendición y privilegio antes de morir. Ribká escucha esta conversación y establece un plan para que Jacob obtenga esta bendición: ella preparará la comida y Jacob se la lleva a Isaac y recibe la bendición en su lugar. Jacob se vistió con la ropa de Esav y logró así que su padre, Isaac, que estaba ya ciego, no pudiera identificarlo. Cuando Esav regresa descubre que su hermano ha recibido su bendición, jura matarlo. Ribká elabora un nuevo plan para salvar a Jacob: su hijo se trasladará a la casa de su familia en Harán, Siria,  hasta que el enojo de Esav se calme. 

Isaac despide a Jacob y esta vez, lo bendice conscientemente con la bendición de la tierra de Israel y la continuidad del legado de Abraham.




Jacob, Esav y el ejército de Israel

En la Perashá de esta semana nos despedimos de Abraham y Sará y nos encontramos con la segunda generación del pueblo judío: Isaac y Ribqá.
Comencemos por Ribqá la esposa de Isaac, poseía las mejores virtudes morales. Practicaba el Jesed, la generosidad extrema que se manifiesta cuando al ayudar uno hace o le da al otro más de lo que a uno se le pide. En este sentido Ribqá era un clon de Abraham, el hombre que representaba el epítome de la generosidad: ayudar al otro antes o sin que lo pida.  La extrema bondad de Ribqá estaba acompañada por una gran inteligencia y una personalidad con principios muy sólidos a la hora de mantener sus convicciones. También en esto Ribqá era parecida a Abraham, que se mantuvo firme en sus principios a pesar de tener al resto del mundo en su contra. La firmeza de Ribqá se convirtió en un elemento crucial para el destino del pueblo judío. Veamos.
Isaac y Ribqá tuvieron dos hijos. Yaaqob y Esav. Yaaqob era dócil e íntegro, un hombre de su casa y bondadoso. Esav, era todo lo contrario. Adrenalina pura. Un hombre de batalla; de lucha. Un gran cazador. Y llegó el momento de elegir un heredero. No se trataba de quién heredaría los bienes materiales de Isaac, sino de algo mucho más importante: ¿Quién iba a continuar,  liderar y promover el camino y los valores de Abraham Abinu?  Y en este punto —cuál de los dos hijos era el más indicado para liderar el camino que estableció Abraham— Isaac y Ribqá ¡no estaban de acuerdo!. Para Isaac el heredero indiscutido era Esav. ¿Por qué? Porque Isaac asumía que la fe de Abraham, tan controversial, iba a ser combatida violentamente por los pueblos idólatras, y seguramente tratarían de erradicar a los descendientes de Abraham por sus ideas tan radicales. No olvidemos que la fe que practicaba Abraham, el monoteísmo, es excluyente. No se trata de afirmar «mis dioses son más poderosos que los tuyos» sino «Existe un solo Dios, y tus dioses son una farsa» . Con un mensaje ideológicamente (y políticamente) tan revolucionario,  Isaac sabía que si sus descendientes seguían firmes en la fe de Abraham iban a tener infinidad de enemigos (¡y no se equivocó!) y era necesario entonces que los portadores de esa fe supieran defenderse, luchar y pelear por sus convicciones. Esav, pensaba Isaac, poseía las virtudes ideales para defender la fe de Abraham: era un poderoso guerrero, y podría organizar y liderar un ejército (como vemos que se menciona en Vayishlaj, donde vemos que Esav lidera un ejército de 400 hombres) para defenderse de futuros enemigos.
La visión de Ribqá era diferente. El futuro sucesor de Abraham debía tener las virtudes de Abraham. El sucesor de Abraham tenía que ser: amable, sensible y generoso con los extranjeros. Más inteligente que fuerte. Y más hábil y sofisticado, que violento. Alguien que le diera prioridad al estudio, no a la caza. Y estas eran las características de  Yaakob.  El conflicto entre Isaac y su esposa se  entiende   perfectamente bien: hay que darle prioridad a  quien pueda mantener los valores de  nuestro futuro pueblo o a quien pueda defenderlo de sus futuros enemigos?
De acuerdo a Rivká, Jacob debía ser el elegido para continuar el camino de Abraham.
Esav tenía una personalidad violenta, muy necesaria para la guerra, pero incompatible con la sensibilidad de Abraham.
Analizaremos a continuación la personalidad de Esav para entender mejor por qué Rivká .
יודע ציד איש שדה . Esav, era un experto a la hora de identificar y aprovecharse de las debilidades de sus enemigos. Se especializaba en engañar a sus víctimas, animales y humanas. Era un guerrero astuto, que fijaba sus pensamientos en cómo derrotar al otro. Este talento es muy importante para la guerra, pero ¿cómo afectaría esta característica la personalidad de Esav y de sus hijos? ¿Podría un hombre dedicado a la guerra ser generoso como lo fue Abraham con los extranjeros, o podría ser diplomático con sus vecinos como lo fue Abraham con los Hititas?
למה זה לי בכורה . Esav, como todo guerrero, sentía que la próxima batalla podía ser también la última. Y por eso es que vivía el presente sin pensar en el futuro.  cuando cambió su primogenitura por un plato de lentejas, Esav demostró que estuvo dispuesto a sacrificar su porvenir para satisfacer sus necesidades inmediatas. ¿Cómo influiría esta característica de Esav a la hora de mantener el camino de Abraham? Ya que los valores de Abraham consisten en gran parte en estar dispuesto a sacrificar el presente —deseos, necesidades y apetitos—pensando en el futuro.
יש לי רב . Esav era un hombre ambicioso y materialista. Esta es una virtud muy importante para un guerrero, porque el inconformismo material es el mejor estímulo para salir a conquistar otros pueblos, hacerse con sus riquezas y así ser  invencibles. Pero esta cualidad que caracterizaba a los guerreros que se aventuraban a la conquista, ¿cómo va a afectar los valores de Abraham Abinu, donde lo más importante no es lo que tengo, poseo o conquisto? Para Abraham lo más importante no era conquistar y saquear sino darle al que tiene menos.
Mientras que Isaac veía la personalidad agresiva de Esav como la garantía para preservar la integridad física y la supervivencia del pueblo de Abraham Abinu,  Rivká dudaba de que Esav pudiera «mantener» los valores de Abraham… Y sentía que aunque Esav se comprometiera formalmente frente a sus padres a adoptar y seguir los valores de Abraham.
Para Esav ya había cruzado una línea roja: en completa oposición a lo que había enseñando Abraham, Esav había se había casado con dos mujeres de la tierra de Canaan, algo que Abraham había rechazado totalmente,  ya que los valores de esas mujeres, sus familias y sus pueblos eran completamente opuestos a los de Abraham Abinu.
Ya’aqob, a diferencia de Esav, era un hombre bondadoso y generoso. Para Ya’aqob el futuro era más importante que el presente. Y lo material debía servir un propósito más allá de sí mismo. Para Ribqá , Ya’aqob era el heredero natural del camino de Abraham.
Como le ocurre a muchos padres, Isaac no veía los defectos de Esav, y como ya había sufrido ataques y provocaciones de los Filisteos quería que su pueblo fuese liderado por aquel de sus hijos que fuese el mejor guerrero. Pero Ribká, con su inteligencia y su sabiduría de mujer y madre, sabía muy bien que Esav no era el candidato más adecuado.
  y al final de la historia, vemos que Isaac reconoció que su esposa tenía razón. Y mandó a Ya’aqob a tomar una esposa de la familia de Abraham.
Esta decisión crucial de Ribqá, directa o indirectamente, influyó en la naturaleza y el carácter del pueblo judío: nunca nos destacamos por ser los temibles conquistadores, como fueron los hunos, los mongoles o los vikingos. Y lo que es más: el precio que tuvimos que pagar por esta falta de agresividad y fortaleza militar fue muy alto.  Los judíos siempre hablamos de paz, no de conquistas. No disfrutamos ni del derramamiento de sangre ni de la muerte de nuestros enemigos.  En este sentido somos las víctimas perfectas, porque somos fácilmente abusables.
Hoy B»H tenemos Medinat Israel, y por fin llegamos a un balance donde contamos con un poderosísimo ejército para defendernos y B»H   cada vez hay más estudio de Torá y observancia religiosa.
Nuestra supervivencia como pueblo de Israel es la prueba de que Ribqá NO se equivocó.



TOLEDOT: La visión satelital de la mujer

UNA MUJER VIRTUOSA
La semana pasada vimos como Abraham Abinu se preocupó por encontrar una buena esposa para su hijo Isaac (Itsjaq).  Los rabinos siempre insistieron en que la mujer es la clave de la familia judía. Y Abraham sabía muy bien que por más que Isaac sea hombre justo, si su esposa no lo acompaña en su misión Isaac, transmitir el legado de Abraham, Isaac hubiera fracasado. Abraham lo sabía por su propia experiencia: su primer hijo, Ishmael, no seguía sus pasos. Ishmael imitaba a su madre, Hagar, y terminó convirtiéndose en un cazador, como sus ancestros maternos. Abraham quería para Isaac exactamente lo que Rivká representaba. El epítome de Jesed, generosidad y bondad.
LA CABEZA Y EL CUELLO
También vemos otra característica muy importante de Rivká. Rivká posee un recato (tseniut) natural. Los Jajamim lo indican por su manera de sentarse en el camello, o cuando se cubre con su velo al escuchar que Isaac se aproxima. Pero como vemos en el diálogo que tuvo con Eliezer y con sus propios padres, ese recato no evitaba que Rivká poseyera también una gran personalidad y carácter. Rivká sabía exactamente lo que quería y lo que había que hacer. Cuando se habla de matrimonio, algunos comparan al marido con la cabeza y a la mujer con el cuello: la cabeza es la parte principal del cuerpo, pero el cuello la maneja.  Yo propondría un modelo un poco más sofisticado: el matrimonio judío es como un automóvil. ¿Quién lo maneja? ¿Quién está al volante? El marido. ¿Y la mujer? La mujer es el GPS.
CUANDO NO OBEDECES A TU GPS
Una vez me encontraba en la autopista Belt Parkway. Estaba en la salida 16 y tenía que salir en la 31. De repente mi GPS me indica que salga en la 18.  Y yo por supuesto pensé que el GPS se estaba equivocando e ignoré su recomendación. Cuando estuve más cerca del la salida 18, mi Waze siguió insistiendo «Toma la salida 18»,  y justo antes de pasar por la salida 18, casi como dándose cuenta de que lo iba a ignorar, creo que me gritó: «¡¡¡Salida 18, Salida 18!!!» . Yo seguí adelante y me dije: ¿Por qué escuchar al GPS si conozco este camino como la palma de mi mano y aparte el camino se ve muy despejado? Entonces ocurrió lo predecible. Llegué a la salida 20 y el tráfico estaba totalmente parado….  Perdí unos 40 minutos, ya que una vez que se pasa la salida 18, no hay caminos alternativos….
Entonces recordé una vez más la diferencia entre mi esposa y yo: Yo, conductor, poseo una vista humana, limitada, que termina donde dejan de ver mis ojos. Mi esposa, como el Waze, tiene una vista satelital. De alguna manera nuestras esposas (¿o es solo MI esposa?) ven mucho más allá de lo que vemos nosotros. Y a veces, cuando no les hacemos caso, sufrimos las consecuencias….
VISION SATELITAL
La Parashá de esta semana, Toledot, nos presenta un conflicto entre Isaac y Rivká.  Cada uno tenía una idea diferente acerca de quién debía ser elegido para liderar la próxima generación del incipiente pueblo judío (ver aquí).  Para Rivká el candidato adecuado era Ya’acob. Lo tenía más que claro.  Y una de las razones era que Esav ya se había casado con dos mujeres locales, paganas. Que no seguirían el camino de Abraham.  Y Rivká como mujer sabe el enorme poder e influencia que la esposa tiene sobre su marido.    Es de suponer que Rivká primero hizo lo que haría un GPS, diciéndole a Isaac: «Esav no es el candidato adecuado para continuar el legado de Abraham». «Esav está demasiado ocupado persiguiendo sus apetitos materiales». «Sus esposas lo van a desviar del camino de Dios» «Tenemos que elegir a Ya’aqob». Pero Isaac no veía los defectos de Esav…  e ignorando las indicaciones de su «GPS»,  se dispuso a nombrar a Esav como su heredero espiritual.
SALVADO POR SU ESPOSA
Para lo que sucedió luego tenemos que pensar en la diferencia entre el GPS y un Google car (que en un par de años estará en las calles). El GPS le indica al conductor: «Salida 18, Salida 18». El Google car, por otro lado, no le da instrucciones al conductor. Lo conduce directamente a la salida 18, y lo salva del terrible tráfico, sin consultarle... En el momento más crucial, que determinaría el destino del legado de Abraham Abinu, Rivká actuó como un Google Car: forzó a Isaac a desviarse de su plan de ruta inicial, bendecir a Ya’acob y declararlo su heredero. Rivká fue elegida por Abraham para esa precisa misión. Para salvar a Isaac de tomar una  irreparable mala decisión.  Rivká, que era tan parecida a Abraham, estaba allí «en lugar de Abraham». Protegiendo su legado. Actuando como hubiera actuado Abraham.
Al haber forzado a Isaac a designar a Ya’aqob como su heredero, Ribqá salvó el legado de Abraham, y en cierto sentido, garantizó la existencia del pueblo judío



RESUMEN DE JAYE SARA

Nuestra Parashá comienza contándonos que Sará muere a la edad de 127 años, y su esposo Abraham identifica una parcela de tierra en la ciudad de Hebrón para usarla como cementerio familiar. Este terreno, que contiene una cueva situada en el campo de Majpelá, una tierra que pertenecía a Efrón el Hitita (los Hititas eran una civilización muy poderosa en ese tiempo). Abraham fue a ver a los Hititas y les pidió que le vendieran esa tierra. Originalmente, Efrón le ofrece a Abraham enterrar allí a su esposa gratuitamente, pero Abraham rechaza la generosa oferta e insiste en que quiere comprar todo ese terreno y pagar su precio total. La venta de esta tierra y sus alrededores se realiza por la suma de 400 piezas de plata por parte de Abraham.

Luego de enterrar a su Sará, Abraham encomienda a su sirviente Eliezer encontrar una esposa adecuada para su hijo Isaac en la tierra de Jarán, que queda en Siria, y evitar así que su hijo tome una mujer de la tierra de Canaán y se asimile a los pueblos locales .

Después de una larga travesía, Eliezer llega a Jarán y le reza a Dios por el éxito de su misión. Le pide al Creador una señal celestial para confirmar su elección de la futura esposa de Isaac. Esta señal será que, cuando le pida a una de las jóvenes mujeres que van al pozo por agua, que le sirva agua, ella responda positivamente y ofrezca agua también para los camellos. En respuesta al pedido de Eliezer, una joven ofrece dar de beber a los camellos y resulta ser la sobrina nieta de Abraham, Ribká, o Rebeca. Al enterarse de quiénes eran estos ilustres viajeros que habían llegado a su pueblo, Ribká corre a contarle a su familia. Su hermano, Labán, actúa de anfitrión e invita a la delegación que llega con Eliezer a pasar la noche en su hacienda. Eliezer le dice a la familia de Rebeca cuál era el propósito de su misión y les cuenta la señal providencial que designó a Rebeca como la futura esposa del hijo de su amo. La familia está de acuerdo en que el matrimonio fue destinado por Dios y consiente en la propuesta. La familia de Ribká celebra el compromiso. Eliezer, representa a la familia de Abraham. A la mañana siguiente, Eliezer pide que no lo demoren en regresar a su tierra y, luego de una emotiva despedida, la delegación parte de regreso a la tierra de Abraham.

Isaac toma a Ribká como su esposa y su presencia lo consuela por la pérdida de su madre. Abraham se vuelve a casar y a su vejez, tiene varios hijos más. Sin embargo, y para evitar reclamos territoriales o hereditarios por parte de sus otros hijos, antes de su muerte, Abraham les concede una generosa herencia a sus otros hijos, y abandonan la tierra de Israel. Y así lega todas sus posesiones y sus tierra a Isaac.

Abraham muere a la edad de 175 años y es enterrado por Isaac e Ishmael en la cueva de Majpelá junto a su querida esposa Sará.