RESUMEN DE BESHALAJ

EL FARAON SE ARREPIENTE
Después de que el faraón expulsa, y así libera de la esclavitud, a los hebreos de su tierra, Dios no los guía por la ruta más directa hacia la Tierra Prometida, porque un enfrentamiento con el enemigo los impulsaría a regresar a Egipto. Dios los lleva por la ruta del desierto, guiándolos con una columna de nube durante el día y una columna de fuego por la noche. Dios luego ordena a los judíos que retrocedan y acampen a lo largo del Mar Rojo. Al faraón le parece que los judíos están perdidos en el desierto y los mueve a perseguirlos. El Faraón decide entonces partir tras los judíos y arrinconarlos. Cuando los Yehudim ven que llegan los egipcios con su ejército entran en pánico y le gritan a Moshé. «¿Acaso no hay tumbas en Egipto que nos has traído a morir en el desierto?”. «No tengas miedo», aseguró Moshé. «Manténgase quietos y verán la salvación de Dios hoy … que Dios peleará la guerra por ustedes».
EL MAR SE ABRE
Dios instruye a Moshé: «¡Habla con los hijos de Israel y diles que avancen…!» Dios ordena a Moshé que extienda su vara sobre el mar y lo divida para que los judíos avancen en medio del mar. «Y así los egipcios sabrán que yo soy Dios, cuando sea glorificado por el Faraón y sus ejércitos». Mientras tanto, la columna de nube que guiaba a los judíos en el frente se posiciona atrás de ellos, separando a los hebreos de sus enemigos e impidiendo que los egipcios avancen. Moshé extiende su vara y el mar se parte en dos columnas. Los judíos atraviesan el lecho del mar, completamente seco, cruzando el límite del territorio egipcio hacia su libertad definitiva.
SALVACION Y AGRADECIMIENTO
Los egipcios deciden perseguirlos y avanzan hacia el mar dividido. Moshé extiende su mano sobre el mar, las aguas colapsan y se cierran sobre los egipcios ahogándolos en el mar. Al ver esto, y ya en la otra orilla del mar, Moshé y los hebreos comienzan a cantar, alabando a Dios por el maravilloso milagro que habían presenciado. Miriam, la hermana de Moshé, dirige a las mujeres a cantar y bailar, con instrumentos musicales.
AGUA y MANA
Los hebreos comienzan ahora su travesía por el desierto y pasan 3 días caminado sin encontrar agua. Cuando llegan a Marah encuentran agua salada. Por indicación divina Moshé endulza el agua y el pueblo bebe. Luego de un tiempo, las provisiones que los judíos habían traído desde Egipto comienzan a agotarse. Se quejan a Moshé, diciendo que extrañan los manjares de Egipto que dejaron atrás. Dios les responde asegurándoles que desde el cielo para descender un alimento especial y que les proporcionará carne por las noches. Un ejército de codornices aparece al anochecer y cae directamente sobre el campamento de los judíos que así tienen carne para consumir. Por la mañana, un alimento llamado “maná”, cae desde el cielo, escondido en el rocío matutino. Moshé les dice a los hebreos que recojan una porción limitada de maná diaria para cada miembro de la familia. Y les dice que no acumulen “maná” de un día para el otro, ya que el maná extra se va a pudrir. Los que ignoraron esta indicación encontraron que a la mañana siguiente el maná estaba infestado de gusanos. El viernes, por indicación Divina, todos recogen dos porciones de “maná”: la segunda porción debía separarse y ser reservada para Shabbat, ya que en Shabbat no descendería maná. Una vez más, algunos judíos ignoran la directiva de Moshé y salen a recoger maná en Shabbat. Dios le ordena a Moshé tomar un frasco de maná y en el futuro colocarlo en el Arca Sagrada como testimonio de este milagro para todas las generaciones futuras.
 Los israelitas siguen su travesía en el desierto y cuando llegan a Refidim otra vez se les acaba el agua. Se quejan a Moshé. Dios le ordenó al líder judío golpear una roca con su vara y el agua comienza a brotar de la roca y el pueblo puede beber.
ATAQUE SORPRESA
Sorpresivamente, los Amalequitas -nómadas del desierto- atacan a los judíos. Moshé le ordena a su discípulo Yehoshúa que reúna un ejército y luche contra Amaleq. Yehoshúa cumple la orden de Moshé y los judíos salen victoriosos de esta batalla con asistencia Divina. Dios instruye a Moshé para que registre por escrito que HaShem borrará la memoria de Amaleq sobre la tierra, y que los judíos no lo debemos olvidar.



Mi Tradición Ashkenazí Favorita

IMPUESTO A LAS FRUTAS
Esta noche, domingo 16 de enero, es el 15 de Shebat también conocido como Tu Bishbat (ט»ו בשבט). No es un feriado religioso ni mencionado en la Torá. Este día fue elegido por los rabinos hace 2000 años, por razones que tienen que ver con agricultura, como una «fecha Halajica» técnica, el plazo para considerar el «ma’aser», o diezmo. El día 15 de Shebat los árboles se consideran un año mayores y, entre otras cosas, las frutas de los árboles estarían sujetas a los diferentes impuestos del diezmo (10%) durante el año fiscal que terminaría en el siguiente 15 de Shebat. No había (ni hay) ningún significado espiritual o religioso en este día. Y obviamente, TU BISHBAT era relevante exclusivamente para los mandamientos asociados a la tierra de Israel. Por lo tanto, una vez que los judíos perdimos nuestro Bet Hamiqdash y fuimos desterrados de Israel, esta fecha cayó en el olvido….
LA RENOVACIÓN DE LA TIERRA
En el siglo XVI, miles de judíos que escapaban de la Inquisición española llegaron a Turquía y desde allí se trasladaron a Erets Israel y establecieron una colonia judía en la ciudad de Safed (Tzefat). Esta ciudad pronto se convirtió en el centro Halájico más importante del mundo. El rabino Yosef Caro (1488-1575) escribió en Safed el Shulján Aruj, el código halájico que hasta hoy es aceptado por todos los judíos del mundo. La literatura mística, o Kabbalá, también floreció en Safed, a través del Ari haQadosh (1534-1572) y sus discípulos. Para estos sabios judíos, que ahora vivían en la tierra de Israel, el 15 de Shebat tenían una importancia especial. Los rabinos Kabbalistas dieron una interpretación mística a las diferentes frutas y formularon un «Séder» de Tu Bishbat para alabar a HaShem por la tierra de Israel que nos concedió, y que ahora, milagrosamente, volvían a habitar en ella. Esta nueva ceremonia de Tu Bishbat consistía en comer una variedad de frutas y siguiendo el modelo del Séder de Pésaj, bebían cuatro copas de vino, de colores más claros a colores más oscuros (blanco> rosado> Cabernet> Syrah) para representar las cuatro estaciones del año.
DE ISRAEL AL RESTO DEL MUNDO
Desde ese entonces, la tradición de tener algún tipo de «se’uda» con bandejas de frutas se extendió por todo el mundo judío. Las frutas más preciadas son aquellas que la Torá menciona cuando alaba a la tierra de Israel «una tierra de trigo y cebada, uvas e higos, granadas, aceitunas y miel (de dátiles)» Debarim 8: 8. Siglos atrás los judíos Sefaradim de Turquía, Marruecos, Siria, Irán, etc. comían higos, dátiles, uvas, aceitunas y granadas, –frutos que crecen en climas cálidos– pensando en las frutas de la tierra prometida. Tu Bishbat representaba ahora un nuevo concepto: a través de estas frutas, los judíos volvíamos a conectarnos «virtualmente» con nuestras raíces originales, con nuestra tierra. Hoy diríamos que Tu Bishbat es una conmemoración absolutamente «Sionista».
En las comunidades Ashkenazies también celebraban Tu Bishbat. Pero a diferencia de las ciudades en las costas mediterráneas o en el Medio Oriente, en el frío norte de Europa, no crecían ni higos ni dátiles. Y era imposible importar estos frutos de la Tierra Santa. Pero los Yehudim no se rindieron. ¿Cómo recordaban a Erets Israel? Aunque la Torá no menciona el algarrobo, el Talmud nos dice que Ribbi Shimon Bar Yohai sobrevivió durante 12 años comiendo algarrobos, un árbol indígena de Oriente Medio. Y de alguna manera, los judíos de Europa lograron traer vainas de algarrobos secos de Eretz Israel: “en los tiempos previos al transporte rápido y la refrigeración, la textura dura y seca del algarrobo lo convirtió en una de las pocas frutas cultivadas en la tierra de Israel capaz de resistir el viaje de larga distancia [hacia Europa] sin deterioro «. (Ver aquí)
ROCAS CON SABOR A MIEL
Cuando escuché por primera vez de esta tradición me conmoví hasta las lágrimas. Las semillas de algarrobo son «duras como rocas para morder, y producen, si no te has roto todos los dientes, una sustancia harinosa que se huele a queso estropeado». Y aunque Ribbí Shimón Bar Yochai pudo sobrevivir gracias a este árbol, la Gemará clasifica el algarrobo como מאכל בהמה («alimento para el consumo animal»). Sin embargo, para los judíos europeos, esas semillas durísimas eran exquisitas, porque venían de la tierra de Abraham Itzjak y Ya’akob, de la tierra del Bet haMiqdash, de la tierra prometida. ¡Era el amor y la pasión por la tierra prometida lo que transformaba la incomible semilla del algarrobo en la fruta más deliciosa del mundo!
La costumbre de comer frutas el 15 de Shebat continúa hasta el día de hoy. Incluso aquellos que todavía vivimos fuera de Israel podemos ir a un supermercado y comprar vino, miel y queso de Israel, galletas hechas con harina israelí y frutas que vienen directamente de nuestra querida tierra.



¿Qué es y cómo celebramos el 15 de Shebat?

 

Esta noche celebraremos TU BISHBAT, es decir, el «año nuevo de los árboles». Este «nuevo año o ciclo» es un concepto halájico que tiene relevancia para algunos preceptos de la Torá relacionados con la agricultura. Estos preceptos vinculados a la tierra se llaman «Mitsvot hateluyot ba-arets», «mandamientos que se aplican a los productos de la tierra (vegetales, árboles, granos)», y casi todos ellos se observan exclusivamente en la tierra de Israel. Por ejemplo: terumá (las ofrendas para los Cohanim), ma’aser (los diezmos) shebi’it (el descanso de la tierra cada siete años), etc.

Tu Bishbat es esencial para determinar cuántos años tienen los árboles y determinar así, por ejemplo, a qué ciclo del diezmo corresponde, como veremos a continuación.

MA’ASER (מעשר):

El diezmo es como un «impuesto» del 10% que se separaba de la cosecha. Hay dos tipos de diezmos. En primer lugar, el ma’aser rishón, que era una décima parte de los productos de la tierra y se entregaba a los Leviim. Los Leviim no tenían tierras propias que trabajar, su función era la de servir, junto a los Cohanim, en el Bet haMiqdash y también enseñar la Torá al pueblo. Los Cohanim y los Leviim eran los maestros y los rabinos de Israel, en los tiempos del Bet haMiqdash.

Aparte de este primer diezmo, durante el primero, segundo, cuarto y quinto año del ciclo de siete años se separaba otro diezmo llamado ma’aser sheni, o «segundo diezmo», que debía ser consumido por sus dueños en Yerushalayim. También se podía redimir los frutos y consumir otros productos en Yerushalayim.

En los años tercero y sexto, separamos de la cosecha el ma’aser ‘ani, el diezmo que se entregaba a los pobres.

Ahora podemos entender mejor la función de Tu Bishbat. Tu Bishbat es la fecha en la que determinamos la edad de los árboles y sirve para determinar a qué ciclo del ma’aser pertenecen esos frutos.

ORLA (ערלה):

Otro ejemplo práctico de la aplicación de Tu Bishbat es el mandamiento de ‘orla, la prohibición bíblica (Vayiqrá 19:23) de comer del fruto de los árboles durante los primeros tres años, después de que el árbol se planta. Tu Bishbat es también el punto de corte para determinar el final de estos tres años.

¿Por qué el día de Tu Bishbat fue establecido como el año nuevo para los árboles? Nuestros rabinos explican que al llegar Tu Bishbat la mayor parte de las lluvias del año ya han caído, los árboles han absorbido la precipitación y ahora exudan resina, con una nueva vitalidad, lo cual representa el fin de un ciclo y el comienzo de otro.

Una cosa más, muy interesante y práctica sobre la mitsvá de ‘orla. A diferencia de los diezmos y otros mandamientos agrícolas que hemos mencionados, la prohibición de ‘orla también rige fuera de Israel. Es decir, que cuando un Yehudí planta un árbol, no importa en el país que esté, no deberá consumir los frutos de ese árbol durante los tres primeros años (Shulján Aruj, YD, 294: 8).

¿CÓMO CELEBRAMOS TU BISHBAT?

En la Torá o en la Mishná no hay ninguna indicación acerca de la celebración del día 15 de Shebat. Este día no se considera un día de fiesta, ni la conmemoración de un evento histórico, y no hay prohibiciones ni ceremonias rituales prescritas por la Torá para este día. Sin embargo, la costumbre desde hace varios siglos es realizar una se’uda (una comida o servir un plato) de frutas en TU BISHBAT para recordar los frutos de Israel.

No hay instrucciones Halájicas precisas acerca de la celebración de esta comida, pero hay varias costumbres.

En muchas comunidades se acostumbra a comer por la noche (esta noche) y / o durante el día de mañana todo tipo de frutas de árboles y especialmente de los siete frutos por los cuales la Tierra de Israel fue caracterizada y alabada en la Torá. Israel fue designada como “… una tierra de trigo y cebada, uva, higo y granada; una tierra de aceitunas y de miel (de dátiles)” (Deut. 8: 8).

Muchas comunidades tienen la costumbre de organizar un Seder formal de TU BISHBAT diciendo la bendición ha’ets por los frutos del árbol, y las bendiciones correspondientes para cualquier otra cosa que se coma hecha con trigo o cebada (normalmente mezonot), etc., y cada berajá es seguida por una oración, “yehi ratson…”

Muchos consideran un zejut especial comer en este Seder frutas traídas de la Tierra de Israel y decir berajá por ellas.

Los judíos de Alepo, Siria, tenían una costumbre muy especial que realizaban el día de TU BISHBAT. En este día leían los 10 mandamientos con el sharaj, la traducción al idioma árabe, compuesta por rabbi Sa’adia Gaon (882-942). Esta costumbre se realizaba en preparación para la lectura de la Parashat ITRO, que contiene los Diez Mandamientos, y que cae por lo general el Shabbat posterior a TU BISHBAT.

En el año 1890 una nueva costumbre fue introducida en Israel para celebrar TU BISHBAT. El escritor y maestro Rab Zeev Yaabetz (1847-1924) llevó a sus alumnos a plantar árboles en Zijrón Yaaqob en celebración de TU BISHBAT. Esta costumbre fue adoptada en 1908 por el unión (histadrut) de maestros judíos y luego por el Keren kayemet leIsrael.

Presentamos aquí la traducción al castellano del artículo del Sr. Joseph Mosseri sobre la historia y las costumbres de Tu Bishbat. Recibimos 2 traducciones, una de la Sra Martha T.  de Panamá, Argentina y la otra  del Sr. Esteban Cichello Hubner de la Universidad de Oxford, Inglaterra.  




BESHALAJ: La Segula del “Man”. 

Al salir de Egipto y adentrarse en el desierto, el pueblo de Israel comenzó a sufrir la escasez de agua y alimentos. En ese momento se produce uno de los mayores milagros de la historia bíblica: Dios hace descender el maná (en hebreo «man»), un alimento milagroso con propiedades nutritivas especiales. Dios le explica al pueblo a través de Moshé cómo deben comportarse respecto a este “alimento que llega desde el cielo”. Estas instrucciones no son técnicas sino esencialmente educativas. Y por siglos los judíos hemos aplicado estas mismas instrucciones Divinas a la forma en que pensamos y a la manera que actuamos respecto a nuestro trabajo, y administramos nuestro dinero y nuestras posesiones materiales.

Hay tres instrucciones fundamentales respecto al maná, todas muy relevantes para el hombre moderno.

¿DE DÓNDE LLEGA MI DINERO?
En primer lugar, el maná nos recuerda que la comida, lo que necesitamos para la satisfacción de nuestras necesidades materiales, “llega del cielo”. Esto no significa que no debemos trabajar para ganarnos el pan. De hecho, el maná no caía en la puerta de la casa de los judíos, ni llegaba por Amazon delivery. Había que salir fuera de casa y esforzarse para recogerlo. Lo fundamental es recordar que a pesar de que uno trabaje y se esfuerce, en última instancia nuestro sustento (parnasá) está determinado «desde los cielos», como el maná. El campesino puede trabajar de sol a sol sembrando su tierra, pero si Dios no provee la lluvia, no tendrá lo que comer. Un empresario puede ser muy inteligente y trabajador, pero si sufre un accidente se enferma, su sustento se verá afectado.
La primera lección del maná es que el trabajo tiene que estar acompañado de la Emuná, la convicción, de que en última instancia es HaShem quien determina lo que voy a tener para comer y cuánto me va a faltar o B»H sobrar . La Emuná es esencial para enfrentar y vencer una de las complicaciones más prevalentes en el área de salud mental: la ansiedad. Cuando no ponemos en práctica nuestra fe, las fluctuaciones en la economía,  los cambios en nuestro trabajo, negocios, sueldos, etc. nos puede afectar de manera seria. Uno tiene que salir a trabajar y hacer todo el esfuerzo necesario para recoger el maná, pero saber y ACEPTAR CON EMUNA que lo que recogemos, mucho o poco, es lo que Dios determinó que debemos tener.

NO ACUMULARÁS:
En el desierto, estaba prohibido acumular el maná. Cada uno tenía que recoger solamente la cantidad de maná que necesitaba para esa jornada. Si alguien recogía de más, el maná extra se descomponía. Asi, nadie comparaba lo quer tenía con lo que poseía su vecino.
Esta segunda lección que aprendemos del maná tiene que ver entonces con la acumulación compulsiva de bienes materiales. El aprovisionamiento desproporcionado representa una expresión de falta de fe, falta de aprecio y gratitud hacia la generosidad de HaShem, que no es finita. La EMUNA consiste en estar feliz con lo que uno tiene. Y esta actitud hacia la vida me protege de una de las peores dolencias sicológicas: la envidia y los celos. La segulá del maná me recuerda una idea fundamental: ¡No tengo necesidad de mirar a mi vecino y pensar que cuanto más tiene él, menos tengo yo! Lo más importante no es tener todo lo que uno quiere, sino querer todo lo que uno tiene.

EN SHABBAT: NO
El día viernes se debía recoger una doble porción de Man, para el viernes y para Shabbat. ¿Por qué? Porque el Man no descendía durante Shabbat. No había que salir a trabajar en Shabbat para tener comida. Todo judío que observa el Shabbat sabe que uno puede perder negocios y ofertas de trabajo por no estar dispuesto a trabajar el séptimo día de la semana. Un comerciante judío debe sacrificar potencialmente un gran porcentaje de ventas o perderse algunas ofertas irrepetibles, porque en Shabbat no puede continuar sus negocios. Cumplir Shabbat, como alguna vez observaron los Romanos, no es una idea comercialmente «conveniente». Pero, ¿existe acaso una mejor forma de expresar mi confianza en HaShem que demostrar mi convicción de que «no por trabajar más voy a tener más de lo que desde los cielos” han determinado para mí y para mi familia?. Por eso, cada Shababt recordamos el maná en el numero de panes o jalot que preparamos para Shbbat y en la forma que cubrimos las jalot, por arriba y por abajo.

La SEGULA del MAN nos enseña a incrementar nuestra fe en HaShem, ser más moderados en nuestro consumismo y evitar los excesos materiales.




BO: Visualizando la oscuridad en Egipto

Shemot 10:21, HaShem dijo a Moshe, «Extiende tu mano hacia el cielo para que la oscuridad se extienda sobre Egipto, [y traeré] una oscuridad que se pueda sentir. 22 Moshe extendió su mano hacia el cielo, y una oscuridad total cubrió todo Egipto durante tres días. 23. Nadie podía ver a nadie más ni moverse de sus lugares durante tres días ….

NI NATIONAL GEOGRAPHIC NI HARRY POTTER 

La Parashá de esta semana describe las últimas tres plagas que azotaron a Egipto y terminaron doblegando el brazo del Faraón, quien finalmente liberó a los judíos de la esclavitud.  Me gustaría escribir hoy sobre la Novena Plaga, Joshej, «oscuridad». Primero, para entender su naturaleza , y segundo, para examinar la función de esta y las otras nueve plagas en el contexto de la historia del Éxodo. Si uno es fanático de Harry Potter, va a sentirse un poco decepcionado de las características de las plagas. Moshé no llega al palacio del Faraón en una alfombra voladora. Tampoco transforma al monarca egipcio en un sapo. Y no hace caer sobre Egipto una invasión de serpientes de siete cabezas. No hay mitos ni seres mitológicos en las plagas. Como lo explica National Geographic —y como lo explicó el Rab Abarbanel hace 500 añios atrás— las plagas eran «fenómenos naturales», eventos que podrían haber ocurrido naturalmente en Egipto. Analicemos, por ejemplo, la plaga de la oscuridad. ¿Qué tipo de fenómeno causó esta oscuridad? La Torá no está describiendo la plaga de la oscuridad simplemente como la ausencia de luz, algo que podría haber sucedido en el caso de un eclipse solar, por ejemplo. El texto bíblico describe una oscuridad tangible, que se puede sentir. El texto también sugiere que este estado de oscuridad literalmente paralizó a Egipto: las personas no podían verse entre sí, y nadie salió de su casa durante tres días.  El rabino Abraham Eben Ezra dice que la Novena Plaga podría haber sido producida por una niebla muy densa e intensa, que probablemente venía del Nilo.  Recuerdo que experimenté este tipo de “oscuridad” cuando visité la zona de Monteverde en Costa Rica, donde uno literalmente se adentra en las nubes, que están inusualmente bajas. A diferencia de la ausencia de luz, la oscuridad producida por esta niebla era tangible, se podía sentir y hasta palpar.

MI CANDIDATO FAVORITO PARA LA OSCURIDAD

Hay otra posibilidad. Hace unos años en Israel, estaba manejando mi viejo Subaru celeste desde Jerusalem hasta Dimona, y para acortar el camino, no utilicé la autopista regular: me dirigí hacia el este y fui por un camino de tierra que rodea el Monte Hebrón y algunas aldeas, una zona un poco desértica. Luego, así de pronto, quede atrapado en una tormenta de arena. Fue terrorífico.  Era mediodía, pero no podía ver nada delante de mí. Reduje la velocidad,  e instintivamente encendí las luces del coche. ¡Grave error! Lejos de iluminar el camino, las luces se reflejaban en la «tormenta de arena», y me encandilaban directamente los ojos. Tuve que detener mi coche en la mitad de la nada y para poder ver algo, irónicamente, tuve que apagar las luces.  B»H la tormenta fue corta (y no creo que haya sido tan intensa como la de Egipto…:).  Pero me ayudó a entender mejor varias cosas. Primero, que la luz es inútil para este tipo de oscuridad y que la oscuridad «densa y tangible» puede interrumpir la vida normal y paralizar a las personas, tal como explica la Torá que ocurrió en Egipto.  

EL PODER SELECTIVO

Una vez que comprendemos que las plagas pueden ser explicadas como fenómenos naturales, veamos qué las hacia especiales  o sobre-naturales.   La Torá revela explícitamente la razón de las Makkot. «Y así los egipcios sabrán que Yo soy el Eterno, al extender Mi mano [y castigar a] Egipto y salvar a los hijos de Israel de entre ellos». El objetivo final de las plagas es que los egipcios —y los hijos de Israel— sepan que HaShem es el Creador y que solo Él tiene el control sobre la naturaleza.  Veamos. La naturaleza desencadena su poder sin discriminación ni advertencia. Es ciega. Un terremoto no perdona la vida de los niños o de las personas inocentes. La naturaleza no tiene la capacidad de hacer selecciones morales.  Las plagas de Egipto eran diferentes. Eran eventos naturales pero selectivos. Que demostraban que el verdadero Dios está en completo control del mundo.  Las plagas no llegaban espontáneamente, sino que comenzaban cuando Dios quería y terminaban cuando Dios así lo ordenaba. Las plagas también tenían un “diseño inteligentemente”. Por ejemplo, la octava plaga, langostas estaba diseñada para destruir todas las hojas verdes en Egipto, mientras que la plaga anterior, el granizo, las dejó intactas. Pero el punto más importante —explícitamente mencionado por la Torá— que hizo que las plagas sean diferentes y únicas (y visiblemente Divinas)  es que solo afectaban a los egipcios y no a los israelitas. Esto se menciona de manera explícita en la peste que golpeó a los animales egipcios y en la plaga de la oscuridad que no afectó el lugar de residencia de los judíos. Este nivel de precisión y selectividad solo puede ser obra del Creador, que diseña estos efectos especiales de manera deliberada.

¿QUIEN QUIERE SER PRIMOGENITO?

Este diseño inteligente de las plagas es mucho más evidente en la décima y última plaga: la muerte de los primogénitos. ¿Por qué? Porque no hay ninguna manera “natural”, científica,  de identificar a un primogénito. No hay nada físico o biológico en el cuerpo de un individuo por el cual un científico pueda determinar que esta persona nació en primero o segundo lugar.  Solo el Creador puede identificar al primogénito. Al margen de su terrible efecto punitivo, esta plaga final, la muerte de los primogénitos, fue psicológicamente devastadora para los egipcios y el Faraón, quien finalmente admite que esta plaga no puede ser atribuida a la magia o a algún fenómeno natural sino que es la obra del Creador: el Dios de Israel 

Las tormentas de arena y polvo son comunes en Oriente Medio y otras áreas del mundo. Este impresionante video muestra una tormenta de polvo que afectó a Oklahoma, EEUU, en1935. Este material es invaluable porque describe a este evento climático como una «plaga» (no creo que haya ninguna alusión deliberada a Egipto o la Biblia aquí). También menciona que a plena luz del día se sentía como medianoche, con cero visibilidad, y que al igual que en Egipto, la gente no podía moverse y tuvieron que gatear para encontrar refugio. Todo esto corresponde exactamente a la descripción del texto bíblico de la plaga de oscuridad.




PARASHAT BO: La muerte como último recurso

La historia las 10 plagas que azotaron a Egipto es fascinante. No sólo por su contenido sino también por la sofisticación de su narrativa. Las plagas comienzan con el enfrentamiento de un Moisés tímido y un Faraón arrogante.
SANGRE
Cuando Moshé torna el rio Nilo en sangre la reacción del Faraón es la indiferencia y la soberbia. El dios Nilo, una de las divinidades principales de Egipto, ha sido derrotado, dañado y herido. La industria pesquera se vino abajo. El Faraón, que alimentó al dios Nilo con los cuerpos de los infantes hebreos, ahora ve con sus propios ojos como emerge la sangre derramada. Pero el poderoso monarca no se deja impresionar. Le pide a sus magos que repliquen lo que parece ser un «truco» de Moshé. Y cuando esto sucede, el Faraón le da la espalda a Moshé (vayifen) y se retira, con soberbia, a la comodidad de su palacio.
RANAS
En la segunda plaga las cosas comienzan a cambiar para el Faraón. Las ranas comienzan a desbordar del Nilo. Esta plaga lo afecta al monarca personalmente. Invaden su palacio y su propia habitación. Las ranas y los sapos eran los dioses de la reproducción en Egipto. Esa reproducción es ahora incontrolable y está infestando a Egipto. Sus magos, otra vez, reproducen la plaga. Pero el Faraón se da cuenta –un poco tarde– que lo que necesita de sus magos es que «contengan» la plaga, que la hagan parar, y no que la reproduzcan.  El Faraón manda a llamar a Moisés y Aharón. Y les dice que acepta sus demandas. Pero luego, cuando las ranas se van, el Faraón endurece su corazón, se arrepiente y no los deja salir.  Pero comienza a ceder.
PIOJOS
En la tercera plaga, los piojos, el Faraón confirma lo que ya sospechaba: que sus ilusionistas no pueden frenar las plagas. Acepta que sus magos han sido vencidos y cede más. Además también confirma que sus dioses son derrotados o controlados por el Dios de Israel. Los insectos eran venerados por los egipcios como la manifestación mágica, invisible, de los espíritus divinos. Y ahora esos dioses se estaban tornado contra los egipcios.
LA ECONOMIA
Plaga tras plaga, todo lo que hace a la prosperidad de Egipto colapsa. El país más próspero y poderoso del Medio Oriente, el único en esa árida región que gracias a su caudaloso Nilo no depende de las lluvias para sobrevivir, astá ahora en ruinas. Primero fue el colapso de la industria pesquera, luego fue afectado el ganado, y en las últimas plagas —granizo y langostas—la cosecha es destruida. El Faraón sigue negociando. Pero ahora es Moshé el que no cede.
LA OSCURIDAD
Llega la penúltima plaga, la oscuridad. Esta plaga que paralizó el país habrá tenido un efecto sicológico devastador sobre el Faraón y su pueblo. ¿Por qué? Porque el dios principal de los egipcios era “Ra”, el dios-sol. La oscuridad demostró que hasta este supremo dios pierde su poder frente al verdadero Dios. El paganismo egipcio ha sido derrotado. Las plagas han demostrado que los dioses egipcios son visibles pero imaginarios. Los egipcios, y los judíos, comienzan a entender que hay un Creador, que es invisible, pero que posee todos los poderes.
EL ULTIMO RECURSO
Queda una plaga más. La muerte de los primogénitos. Sin duda, las más grave y cargada de simbolismo. Los egipcios se arrogaban que podían dominar la muerte, y que conocían el secreto de la inmortalidad. De esta manera, cuando los faraones, los sacerdotes o los primogénitos (que cumplían funciones sacerdotales) estaban por morir se los preparaba con anticipación para su viaje y así, su inmortalidad estaría garantizada por los dioses. Pero cuando la muerte no era natural sino accidental,  la eternidad no se obtenía. Se suponía entonces que los dioses egipcios debían proteger a los sacerdotes y a los primogénitos contra la muerte accidental para que pudieran preparse para morir y obtener la inmortalidad. La muerte súbita de los primogénitos significó también un gran golpe psicológico al «poder» de los imaginarios dioses egipcios que protegían a los futuros inmortales.
¿QUIEN LO MENCIONO PRIMERO?
Por último, cabe notar algo sumamente interesante.  Durante las primeras ocho plagas el Faraón desafió a Moshé y hasta trató de humillarlo pero nunca lo amenazó de muerte. Recién en la novena plaga se escucha por primara vez esta amenaza. El faraón le dice a Moisés. “Puedes irte, tu y tu pueblo, los ancianos y los niños, pero debes dejar aquí a tu ganado”. El faraón aunque accedió a que los esclavos salieran le pide a Moisés que dejen su ganado como garantía de que regresaran.  Moshé se niega. Y en ese momento el Faraón pronunció por primera vez la posibilidad de matar a Moises. (Shemot , Exodo, 10:27) : “Vete de aquí, y cuídate de no verme más, porque el día que vuelvas a presentarte ante mí, morirás ”.  En la narrativa de las 10 plagas, y en las intensas negociaciones que tuvieron lugar, no fue Moshé sino el Faraón, el primero que puso el tema de «la muerte» sobre la mesa. Cuando todas las demás advertencias fueron desoídas y no lograron doblegar la soberbia del tirano dictador, la muerte de los primogénitos, fue el último recurso Divino, lo que terminó de convencer al Faraón que liberase a los esclavos hebreos.
Shabbat Shalom
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RESUMEN DE PARASHAT BO

OCTAVA PLAGA
Moshé va al encuentro del Faraón y le advierte que si no permite salir a los esclavos hebreos, Egipto será devastado por una plaga de langostas. Luego que Moshé y Aharón abandonan el palacio los funcionarios del Faraón tratan de convencerlo de que deje libres a los israelitas antes de que Egipto sea totalmente destruido. El Faraón llama a Moshé y le hace una oferta: permitir que los judíos salgan, pero que dejen a sus hijos en Egipto. Moshé rechaza la oferta y el Faraón, entonces,  se niega a dejarlos libres. Moshé extiende su mano y una plaga de langostas cae sobre Egipto consumiendo toda la vegetación. El Faraón le pide a Moshé que ore a Dios para que elimine las langostas y le asegura que ahora sí dejará partir a los judíos. Moshé reza y un viento se lleva a las langostas fuera de Egipto, pero el Faraón al haberse liberado de las langostas,  no cumple con su palabra.

NOVENA PLAGA:
La oscuridad desciende sobre Egipto. Durante tres días los egipcios tienen que estar en un virtual aislamiento, ya que no podían verse la cara uno del otro. Pero la oscuridad no afectó el área donde vivían los judíos. El Faraón vuelve a llamar a Moshé y le ofrece una nueva concesión: liberar a los hebreos, hombres mujeres y niños,  pero que dejen su ganado en Egipto, para asegurarse de que volverán. Moshé rechaza la oferta y en este punto el Faraón expulsa a Moshé de su presencia y lo amenaza:  «porque el día que veas mi rostro nuevamente, morirás». Moshé le dice al Faraón que una plaga más caerá sobre Egipto, después de lo cual el Faraón los liberará de la esclavitud  incondicionalmente.

REPARACIONES
Dios instruye a Moshé que los israelitas pidan objetos de oro y plata a sus vecinos egipcios, como un tipo de indemnización o reparación que en esos tiempos se le concedía a un esclavo al dejarlo salir en libertad.  Los egipcios rápidamente le dieron a los hebreos objetos de gran valor, con la intencion de que se fueran y asei las plagas llegaran a su fin. Moshé le advierte al Faraón que a la medianoche, Dios hará fallecer a todos los primogénitos egipcios, incluyendo al hijo del Faraón, el heredero del trono.

EL SACRIFICIO DE PESAJ
Dios dicta su primera Mitzvá a los hijos de Israel: consagrar y anunciar oficialmente el comienzo del mes lunar, Rosh Jódesh, estableciendo así el futuro calendario hebreo. Dios también le indica a Moshé que los judíos deben tomar un cordero para sacrificarlo, asarlo y consumirlo junto con matzá y hierbas amargas antes de partir de Egipto. Con la sangre del cordero se deberá pintar los dinteles y los postes de las puertas de las casas judías, y así cuando la última  plaga afecte a los primogénitos egipcios, los primogénitos judíos que estén dentro de estas residencias marcadas con sangre serán protegidos por Dios. Dios también le ordena a Moshé que las generaciones futuras deberán recordar para siempre este día, celebrando la festividad de Pésaj por siete días, durante los cuales no podrán comer ni poseer levadura (jamets).

DECIMA PLAGA:
A la medianoche del día 15 de Nisán una plaga mata a los primogénitos egipcios, pero Dios protege a los primogénitos judíos . Egipto es presa del terror porque piensan que el Dios de los judíos causará la muerte de todos los egipcios. El Faraón se despierta hace traer a Moshé y le suplica que se lleve a los esclavos judíos fuera de Egipto, otorgándoles de esta manera implícita su libertad. Los ciudadanos egipcios también presionan a los hebreos para que se vayan lo antes posible. Los judíos preparan sus provisiones: panes ázimos, hecho con masa no fermentada,  porque tenían que partir ya, y no tenian tiempo de dejar elevar la masa poara hacer pan común.    Los israelitas abandonan Egipto al mediodía del 15 de Nisán.

PRIMEROS MANDAMIENTOS
Dios instruye a los hebreos a celebrar en el futuro la festividad de Pésaj ofreciendo un sacrificio y consumiéndolo de una manera similar a la que hicieron en Egipto. Hay otros mandamientos que Dios imparte, todos relacionados con la milagrosa salvación de la plaga que causó la muerte de los primogénitos. 1. Los primogénitos judíos serán consagrados al servicio divino. 2. Se deberá consumir Matsá en la noche Pésaj 3. Cada año en la noche de Pésaj los padres relatarán la historia del Éxodo de Egipto a sus hijos. 4. Los primogénitos de los animales domésticos también serán consagrados,  o si se trata de animales no aptos para el consumo, redimidos . 5. Los hombres judíos deberán vestir en la cabeza y en el brazo los Tefilín, o filacterias, unas cajitas de cuero que contienen 4 textos que aluden al amor de Israel hacia Dios, expresado en la liberación de Egipto.




BO: Gaza y las 10 plagas

Para el Faraón, todo es personal

Moisés advierte al Faraón que si no libera a los judíos, Egipto comenzará a sufrir a causa de diferentes plagas que azotarán a la población. El monarca egipcio, desafiante, no cede. Las plagas comienzan a llegar, y es extremadamente interesante observar cada una de estas plagas y, en especial, cuál es el factor común de las plagas a las cuales el Faraón reacciona citando a Moisés y Aarón, tratando de llegar con ellos a una solución negociada.

En la primera plaga, el Nilo se torna en sangre. El Faraón lo ve y se impresiona, pero no reacciona ni cede ni quiere negociar. La Torá lo describe con un lenguaje muy expresivo: ‘VAYIFEN PAR’O, VAYABO EL BETO’, y el Faraón [vio todo esto], se dio media vuelta y se marchó a su palacio, sin prestarle atención a esta plaga. Aparentemente, y dejando los Midrashim aparte, el Faraón tenía suficientes reservas de agua en su palacio para él y su familia. Pero la población egipcia, que se abastecía directamente de agua del Nilo, se quedó sin agua (hace muchos años, en 1978, viajé a Egipto y en la ciudad de Abu Simbel pude cruzar el río de orilla a orilla y nunca olvidaré haber visto en un bote a una señora agarrando un cántaro y llenándolo de agua del Nilo y bebiendo directamente de ese cántaro, de esa agua). ¿Qué hizo el Faraón? Beber agua no hizo ningún efecto en él.

Luego llegan las ranas. Y ahora la reacción del Faraón es distinta: Llama a Moisés y Aarón y les dice: ‘Recen a su Dios para que saque las ranas de encima de mí y de mi pueblo, y yo los dejaré salir’. Las ranas habían llegado hasta el palacio. El texto dice con mucha exactitud que el Faraón primero pide que le ‘saquen las ranas de encima de él’ y luego que las saquen de los egipcios. Una vez que las ranas desaparecen, el Faraón vuelve a su rutina y no cumple con su promesa.

En la tercera plaga, los piojos, el Faraón no reacciona del todo. La Torá no dice nada explícito acerca de los piojos afectándolo personalmente al Faraón.

La cuarta plaga es el ‘arob. De acuerdo con Ribbí Nejemiá, se trataba de una plaga de varios tipos de insectos, como avispas, mosquitos y posiblemente unas moscas que pican (tábanos) que abundan en las regiones pantanosas del Nilo. ‘Los insectos invadirán tu pueblo y tu casa’, advierte Moisés. El Faraón ahora reacciona. Cita a Moisés y Aarón y les ruega que hagan desaparecer la plaga y que se vayan. Pero cuando los insectos se van, el Faraón da marcha atrás.

La quinta plaga, advierte Moisés, es una epidemia que matará al ganado de todos los civiles egipcios. La plaga mata a los animales, y los egipcios, que ya no tenían agua, ahora no tienen qué comer. Pero al Faraón le queda comida, y esta plaga al parecer no afectó a su ganado privado. Solo a los animales del pueblo (veremos esto retaidicado un poco más adelante). El Faraón, para sorpresa de nadie, no reacciona. No llama a Moisés y Aarón como hizo anteriormente. No se inmuta.

La sexta plaga es la sarna: Moisés arroja hacia arriba un puñado de cenizas ‘frente a los ojos del Faraón’, las cenizas se expanden y se tornan en una enfermedad de la piel que afecta a los habitantes de Egipto, hoy diríamos, a los inocentes civiles. La Torá hace hincapié en que la sarna también afectó a los poderosos magos egipcios. Pero el texto cuidadosamente se mantiene en silencio respecto a la situación ‘personal’ del Faraón. Aparentemente a él no lo afectó la sarna. ¿Qué sucedió entonces? El Faraón no reacciona. No llama a Moisés. No hubo negociaciones.

La séptima plaga es el granizo. Moisés advierte al Faraón que lleve a ‘su’ ganado (que estaba vivo, porque como dijimos antes, parece que no lo afectó la epidemia) bajo techo, ‘y que así proteja a todos sus hombres [esclavos] y todos sus animales, y todo lo que tenga en sus campos, porque si no serán afectados por el granizo y morirán’. ¿Cómo reacciona el Faraón? Llama a Moisés y Aarón y les dice ‘Esta vez yo estuve equivocado… por favor, que termine esta plaga’.

Luego llega la octava plaga: langostas que invaden Egipto y que también afectan ‘las mansiones del Faraón’. El monarca no tiene cómo protegerse de esta plaga. Creo que podemos adivinar lo que sucederá: como esta plaga lo afecta de manera personal, el Faraón hace traer a Moisés y Aarón y les pide que se vayan. Aunque pone condiciones que Moisés no acepta.

Novena plaga: oscuridad, (ver artículo donde explico que posiblemente se trató de una tormenta de arena) que paraliza a todo Egipto, incluyendo al Faraón. Solamente los judíos no fueron afectados por la oscuridad. El monarca egipcio, como era de esperar, reacciona y hace llamar a Moisés y Aarón.

Y finalmente, la muerte de los primogénitos, que también afecta al primogénito del Faraón, el heredero del trono. Es esta plaga la que hace que el Faraón, temiendo ahora por su propia vida, libere a los prisioneros judíos sin ninguna condición ni negociación.

La conclusión es muy clara: al Faraón no le importa el sufrimiento de su pueblo. No le importa la devastación, la sed y el hambre de millones de egipcios. El generoso monarca ‘está dispuesto a sacrificar a su pueblo’ para mantenerse en el poder, cuidar su prestigio, su honor y no perder su gloria. Pero, las plagas lo afectan personalmente a él o afectan sus intereses económicos (sus animales, sus esclavos, etc.), entonces el Faraón comienza a ceder. Este es un sacrificio que NO está dispuesto a hacer.

Esta es la naturaleza de los tiranos. No les importa su pueblo. Están dispuestos a realizar grandes sacrificios nacionales, siempre y cuando no afecten sus propios intereses personales.

No puedo dejar de pensar en las decenas de miles de civiles palestinos que mueren en Gaza, hombres, mujeres, niños. ¿Y por qué sigue esta guerra? Por la increíble crueldad de los líderes de Hamas que no ceden a la única condición de Israel para comenzar el cese de hostilidades: ¡liberar a los prisioneros judíos!

Los líderes de Gaza demuestran que no les importa en lo más mínimo el sacrificio de su propio pueblo, el hambre, la sed, la destrucción. Los lideres “están dispuestos a seguir hasta el final”, y al igual que el faraón, tienen la osadía de imponer condiciones “para que Israel cese el fuego”. ¿Absurdo? Bueno, es la misma historia de las plagas en Egipto que se repite en Gaza.

Quizás es hora de que el Mosad también repita la historia bíblica y se encarguen de que los líderes de Gaza tengan que pagar un precio “personal” y no solo “nacional”, por sus crímenes. Así tal vez liberen a los israelíes secuestrados y finalmente Gaza deje de sufrir.

Porque parece que todo lo demás, no va a funcionar.

Rab Yosef Bittón




PARASHAT BO: El Faraón y la adicción al juego

Cada vez que leo esta Parashá, quedo perplejo y fascinado por la conducta del Faraón. Nuestra Parashá comienza con la octava plaga: las langostas. Por primera vez, el Faraón admite que se ha equivocado. Permítanme leerles la declaración del Faraón: «He pecado ante HaShem, vuestro Dios… y ahora, por favor, perdonad mi pecado solo esta vez y rezad a HaShem, vuestro Dios, para que quite de mí esta plaga mortal». Moshé rezó a HaShem y la plaga terminó inmediatamente. Pero, increíblemente, una vez libre de las langostas, el Faraón cambia de opinión nuevamente y se niega a dejar salir a Am Israel de Egipto.

¿Qué está pasando? ¿Por qué el Faraón se comporta de manera tan irracional?

Hay dos explicaciones.

La primera, explícita en la Torá, es un razonamiento teológico. «HaShem interviene en el ‘corazón’ del Faraón. Lo endurece. No para coartar su libre albedrío, sino para preservarlo». Me explico: Si Dios se revelara ante nosotros y pudiéramos, de alguna manera, ver y sentir su Presencia más allá de cualquier duda, ¿podríamos atrevernos a no observar el Shabbat? ¿Podríamos no ponernos el Tefilín o comer algún alimento no Kasher? Si nuestra fe en Dios fuera «absoluta», no podríamos «elegir» entre hacer o no hacer Su voluntad. La certeza total en Su existencia nos convertiría en robots (o en «ángeles», pero esto es para otra discusión) incapaces de desobedecer una orden divina. En este sentido, la invisibilidad de HaShem, Su ocultamiento, es lo que permite que uno mantenga su capacidad de desobedecer y, consecuentemente, conserve el mérito de obedecer. Volvamos al Faraón. El Faraón fue la única persona a la que Moshé informó cuándo iba a comenzar cada plaga y cuándo terminaría. Las evidencias de la intervención Divina eran abrumadoras e innegables para el Faraón. Técnicamente, el Faraón debería haberse convertido en un robot-humano privado de libre albedrío, imposibilitado de desobedecer y, por lo tanto, «libre de responsabilidad». Por lo tanto, para que el Faraón pudiera preservar su capacidad de elección y seguir siendo capaz de decir SÍ o NO, HaShem endurece su corazón. Es decir, Di-s interviene en sus pensamientos y lo hace más testarudo e intransigente. Y así, su capacidad de elección regresa a un balanceado 50/50, y el Faraón es nuevamente responsable de lo que elige. Maimónides explica que este tipo de intervención en el pensamiento humano no es la regla. El caso del Faraón fue excepcional.

La segunda explicación tiene que ver con un patrón de conducta humana. Yo lo compararía con la conducta típica de un adicto al juego que alcanza un punto sin retorno. Y cuando llega a ese punto, exhibe un comportamiento auto-destructivo, prácticamente suicida. Ejemplo: Un hombre va al casino, apuesta y pierde todo lo que llevó, digamos, 1000 pesos, la totalidad del sueldo que recién cobró. ¿Qué puede hacer ahora este individuo? ¿Puede volver a su casa y explicarle a su esposa que su sueldo para el mes entero desapareció? En lugar de eso, elige otra posibilidad y así se encamina hacia un punto sin retorno. La otra posibilidad es pedir un préstamo, jugar nuevamente y así recuperar aunque sea algo de su sueldo. El hombre empeña su coche. Pero esa noche la suerte no lo acompaña. Y ahora, aparte de su sueldo, también perdió su coche. Ahora sí que no puede regresar a su casa y enfrentar a su esposa sin sueldo ni coche. No puede rendirse y desandar sus pasos. Se siente obligado a recuperar su sueldo y su auto o perderlo todo. Está en un punto sin retorno. Lo único que le queda es empeñar su casa. Y pide otro préstamo, etcétera.

Creo que de esta manera también se puede explicar el comportamiento del Faraón. Después de la quinta plaga, después de que el Faraón apostó y perdió contra HaShem, ya no podía retroceder y decir: «Bueno, ahora los dejo ir». ¿Por qué? Porque cinco plagas significaron ya mucho sufrimiento y enormes pérdidas materiales para sus súbditos. No puede salir al balcón de su palacio y decirle a su pueblo: «Me equivoqué» y perder así lo que le queda de prestigio y credibilidad. El Faraón está ahora «jugado». Está en un punto sin retorno y decide seguir apostando, aunque sabe que lleva las de perder. Así, es posible que, sumado a la intervención Divina, este factor humano también haya influido en el comportamiento del Faraón.

De cualquier manera, creo que es una gran lección para todos nosotros:

  1. Debemos identificar cuáles son los puntos sin retorno en cualquier área de nuestras vidas.
  2. Debemos, obviamente, evitar llegar a esos puntos sin retorno.
  3. Y si alguna vez imprudentemente llegamos, saber que es mejor volver atrás de un punto sin retorno que seguir corriendo hacia el precipicio.



Gaza, y el Holocausto que no fue

Cuando entré a mi sinagoga en la mañana del pasado 7 de octubre, poco a poco me enteré de lo que había sucedido en Israel en ese fatídico día de Simjat Torá. Mientras los chicos de seguridad me explicaban con lágrimas en los ojos lo que estaba pasando, les hice una pregunta crucial: «¿De dónde vino el ataque?». Y me dijeron: de Gaza. Les pregunté: «¿Han oído si hay algún otro frente abierto, si Israel también está siendo atacado desde el norte o desde Judea y Samaria? Y me dijeron que no.

Aparte de la evidente conmoción y tristeza por lo sucedido en Israel, algo terrible cruzó por mi mente. Unos días atrás, había escuchado una entrevista al general israelí retirado Isaac Brick y su aterradora predicción sobre una posible guerra en múltiples frentes contra Israel. Pensé en el peor de los escenarios y estaba aterrorizado por lo que podría pasar en los próximos días. Con el paso del tiempo, me di cuenta de que esa terrible masacre del 7 de octubre podría haber sido mucho peor. Y cuando pensamos no sólo en lo que pasó, sino también en lo que podría sucedido, concluí que lo que no ocurrió fue «un milagro».

LA IMPACIENCIA DE ANTÍOJUS

En el año 200 a.e.c. , el pueblo judío estaba al borde de la extinción. El Imperio griego había triunfado militarmente y ahora estaba difundiendo efectivamente su religión y su cultura por todo su territorio, que incluía la tierra de Israel. No lo hacían por la fuerza sino por la persuasión. Abriendo las puertas de su civilización a todos permitió que la estrategia griega funcionara a la perfección. La ola de asimilación también afectó a los judíos. Quienes estaban fuera de Israel ya habían adoptado el helenismo y practicaban una religión cada vez más griega y menos judía. En Israel, los judíos que vivían en las ciudades también se sometieron voluntariamente a la imponente cultura griega y se helenizaron. Quedaban unos pocos judíos leales en los campos y zonas rurales que se resistieron a la asimilación. Pero, según los historiadores, era sólo cuestión de tiempo, una o dos generaciones más, para que estos judíos «normalizaran» la asimilación y perdieran su identidad judía por inercia, incluso sin darse cuenta.

Pero entonces sucedió algo que no estaba en los planes de nadie. En el año 170 a.e.c , ANTÍOJUS PERDIÓ LA PACIENCIA CON LOS JUDÍOS FIELES A LA TORA. Abandonó el plan de sus asesores (dejar a los judíos en paz para que siguieran asimilándose por su cuenta) e impuso una prohibición de la práctica judía, sentenciando a muerte a todos los que la siguieran. Fueron tiempos terribles de persecución, muerte, desesperanza, terror y oscuridad. Pero al final, con la ayuda de Boré Olam y con la extraordinaria valentía y el ingenio de los soldados judíos, luchamos y ganamos.

Y hoy, más de 2.000 años después, celebramos este triunfo.

La pregunta del millón es: por qué Antiojus no esperó, si la asimilación llegaría por sí misma en una o dos generaciones.

Nadie sabe exactamente por qué. Pero todos admiten que la impaciencia de Antiojus, sin querer, provocó un efecto contrario y opuesto al que quería conseguir el malvado monarca griego. Antiojus, sin querer, logró despertarnos. Nos obligó a organizarnos. Nos obligó a luchar. Y es más: logró que muchos judíos asimilados volvieran a abrazar el judaísmo que habían dejado atrás.

LA HIPÓTESIS DEL RABINO MELAMED

Un rabino que vive en Israel, el rab Eliezer Melamed, escribió hace unos años en su libro Penine Halajá una idea que me sorprendió y me conmovió hasta lo más profundo. Dijo lo siguiente: La asimilación de los judíos a la cultura helénica era inevitable. La desaparición del judaísmo por medios naturales era sólo cuestión de tiempo. Pero Antiojus quería acelerar este proceso. Y le salió el tiro por la culata: sus decretos tuvieron un efecto opuesto. Revirtieron la asimilación e, irónicamente, «nos salvaron de la autodestrucción». La impaciencia de Antiojus, dijo el rabino Melamed, fue el resultado de una intervención divina. Dios endureció su corazón, como lo hizo en Egipto con el Faraón, y así, el monarca griego –contra toda lógica y consejo– tomó una decisión que, en el corto plazo, fue devastadora para nuestro pueblo pero, a la larga, nos salvó de algo infinitamente peor.

GAZA

El pasado 7 de octubre, los judíos sufrimos un devastador ataque terrorista de proporciones de la «Shoah». El número de judíos que murieron y la forma en que murieron no tiene otra calificación. Los asesinos de Hamás son peores que los nazis, como lo demuestra el sadismo de filmarse a sí mismos y la forma en que «disfrutaban» de la tortura, la mutilación y el derramamiento de sangre judía.

Pero hay una parte de la historia de este ataque que, por ahora, es menos apreciada. Nadie ignora que Hamás es uno de los brazos ejecutores de Irán, el nuevo Amaleq. Irán es un pulpo cuya cabeza está en Teherán, pero sus tentáculos se expanden por todo Oriente Medio para lograr su objetivo primordial: destruir a Israel.

  

Según el general israelí retirado Isaac Brick (ver aquí), Irán estuvo preparando por 20 años un plan maestro para, Dios libre, destruir a Israel.

El plan de Irán es un ataque masivo sorpresa y simultáneo desde cinco frentes diferentes: desde el Líbano en el norte, a través de Hezbolá, que tiene más de 200.000 cohetes en su poder. Un poco más al este, en Siria, están estacionadas las milicias pro-iraníes que esperan la orden de atacar al Estado judío. Entre Israel y Jordania está el tercer frente: dos millones y medio de árabes que viven en Judea y Samaria, muy cerca de los asentamientos judíos que cuentan con medio millón de israelíes. Estos árabes están armados y en su mayoría radicalizados. El cuarto frente, desde el sur de Israel, es Hamás, al que sólo le queda cruzar la frontera con Gaza, y ya sabemos de lo que es capaz de hacer. El quinto frente, y según Brick, el más devastador, sería el de los árabes que ya viven dentro de Israel, en Yafo, Lod, Haifa, Jerusalem, etc., unos dos millones de árabes, con unas 400.000 armas, y muchos de ellos ( ¿la mayoría?) radicalizados que se unirían voluntariamente a un ataque masivo contra Israel.

En esa entrevista que concedió en el canal Hidabberut el 10 de julio de 2023, es decir: 3 MESES ANTES DEL 7 DE OCTUBRE, Brick explica extensa y angustiosamente que este sería un escenario apocalíptico para Israel. El Estado judío no está preparado militarmente para afrontar unos 3.000 cohetes diarios (sic.) procedentes del norte atacando todo el territorio israelí, algo que Israel nunca ha experimentado en el pasado. Israel no está preparado para detener una invasión masiva y simultánea de cientos de miles de árabes armados hasta los dientes y con la sed de sangre que demostró Hamás. Un ataque sorpresa de esta naturaleza podría significar Dios libre un genocidio, una segunda Shoah, en la propia tierra de Israel.

En este vídeo, del 10 de julio, Brick explica todo detalladamente (lamentablemente, sólo está en hebreo y no tiene subtítulos).

 

 

¿Tenía razón Brick? ¿O era demasiado alarmista?

Los acontecimientos ocurridos el 7 de octubre –el ataque sorpresa de Hamas que NO fue detectado ni repelido por el ejército israelí durante unas diez horas– le dan la razón a Brick. ¡Israel no estaba preparado ni siquiera para un ataque sorpresa en un solo frente! (El motivo de esta falta de preparación es un tema que iría más allá de los límites de este artículo).

Ahora bien, ¿por qué Hamás no esperó? ¿Por qué atacó a Israel por su cuenta y por qué sus líderes asesinos no siguieron el plan original y no coordinaron su ataque con Irán, Hezbolá, las milicias iraníes y los árabes de Israel?

LA IRA DE IRÁN

Quiero dejar en claro que esta falta de coordinación entre Hamás e Irán, esta osadía de Hamás de hacer las cosas «solo», enfureció mucho a Irán, y por eso, explica el profesor Mordejai Kedar, Hezbolá y las milicias proiraníes atacan poco y nada a Israel, limitándose a una demostración de solidaridad con Hamás, pero sin implicarse plenamente en la guerra. Irán, dice Kedar, está furioso con Hamás porque Hamás «arruinó su plan maestro»: ¡el ataque sorpresa en múltiples frentes que los enemigos de Israel han estado planeando durante tantos años!

La pregunta del millón es por qué Hamás no esperó para atacar junto con los demás.

Nadie sabe exactamente por qué.

Hay muchas opiniones. Algunos dicen que los asesinos de Hamás no pudieron resistir la tentación de atacar un concierto al que asistieron entre 4.000 y 5.000 jóvenes israelíes, y que eran blancos fáciles. Otros dicen que Hamás vio que Israel estaba dividido, que muchos israelíes habían amenazado con abandonar el ejército en tiempos de guerra, etc. Pero en realidad, ninguna de estas razones puede explicar por qué Hamás decidió actuar de forma independiente en lugar de seguir el plan de Irán.

EL FARAÓN, ANTÍOJUS Y SINWAR

Si lo miramos desde la perspectiva del rabino Melamed, la IMPACIENCIA de HAMAS fue providencial y milagrosa. La gran tragedia ocurrida el 7 de octubre podría haber sido infinitamente peor. Es difícil verlo así ahora, en el presente. Recuerden que cuando los macabeos lucharon contra los griegos en el año 165 a.e.c, no sabían que estaban escribiendo una historia con un final feliz. Vieron morir, asesinados y torturados a miles de sus hermanos Yehudim como en el caso de Janah y sus siete hijos. En aquel momento, los judíos pensaban que el futuro que les esperaba era incierto, oscuro, triste e irreversible. Fueron necesarios decadas para comprender que esa tragedia había conducido a Israel al triunfo y a la celebración.

 

El 7 de octubre, luego de haber sido atacado desde un solo frente, el ejército israelí –-después de una o dos semanas de preparación y entrenamiento (tiempo que no habría tenido el ejército en el caso de un ataque simultáneo en múltiples frentes)– pudo reorganizarse. Los judíos de Israel despertaron, se recuperaron, se fortalecieron y se unieron nuevamente. Quizás más que nunca. El ejército de Israel, los Macabeos del siglo XXI, está ahora listo para enfrentar y derrotar, con la ayuda de Dios, a nuestros enemigos también en otros frentes.

El ataque independiente de Hamas, en cierto modo, evitó un escenario apocalíptico indescriptiblemente peor para el Estado de Israel y el pueblo judío. LO EVITÓ LA PROVIDENCIAL IMPACIENCIA DE HAMAS.

Quiera Dios proteger a Medinat Israel. 

Quiera el Creador otorgarle a nuestros heroicos soldados la victoria final.

Y quiera Dios concederle a nuestros lideres politicos la sabiduría, la templanza y el coraje para tomar las mejores decisiones posibles. 

Rab Yosef Bittón