Los elefantes y el milagro más grande de Janucá

Uno aprende que la historia de Janucá concluye con la reinauguración del Templo y el milagro del aceite que duró ocho días. Es como si, tras ese evento, “we lived happily ever after”, («fuimos felices y comimos perdices»). Lo que muchos ignoran es que la inauguración del Bet HaMiqdash fue solo una primera etapa: una victoria contundente e importante para los Jashmonayim, ¡pero no fue la última batalla! De hecho, podría decirse que la historia de Janucá “comenzó” con el milagro del aceite. Los seléucidas y los judíos asimilacionistas no se dieron por vencidos en su intento de terminar con el judaísmo. Fue una montaña rusa que duró unos 26 años, con momentos triunfales y otros en los que todo parecía perdido.

Lo que voy a contarles ahora es parte de esa historia desconocida de Janucá o post-Janucá, que debemos aprender, recordar y enseñar como parte de pirsume nisa, la obligación halájica de difundir la intervención Divina. Esta, combinada con la valentía de los soldados judíos leales a la Torá, permitió que el judaísmo continuara existiendo.

 

LOS ELEFANTES SE SUMAN A LA BATALLA

Después de la reinauguración del Bet HaMiqdash y el milagro del aceite, los judíos helenistas, junto con los no judíos que vivían en Israel, pidieron apoyo a los seléucidas para recuperar Jerusalem y continuar con su reforma religiosa del Templo. Querían transformarlo en un templo más «tolerante», dedicado al Dios judío pero también a los dioses griegos.

El general Lisias, quien ahora estaba más cercano al debilitado Antiojus y era mucho más poderoso que antes, decidió acabar de una vez por todas con “el problema judío”. En una acción sin precedentes, envió 100,000 soldados y 20,000 jinetes para enfrentar a Yehudá Macabí y su ejército y recuperar Jerusalem. Por primera vez en la Tierra de Israel, los ejércitos griegos trajeron elefantes: 32 animales especialmente entrenados para la batalla. Cada elefante podía llevar varios soldados armados con arcos, flechas y lanzas, y estaban protegidos por decenas de soldados de infantería. Los elefantes eran los “tanques” de su época.

Lisias avanzó desde el sur, dispuesto a rodear Jerusalem. Cuando Yehudá se enteró de su llegada, comprendió que sería imposible vencer a un enemigo tan numeroso.

LA MUERTE DE ELAZAR

La única opción que le quedaba a los judíos era eliminar a Lisias para sembrar la confusión y el caos en las filas enemigas. Esta delicada misión suicida fue encargada a Elazar, uno de los cuatro hermanos de Yehudá, quien aceptó sin dudarlo. Elazar tenía que identificar al elefante mejor protegido, asumiendo que allí estaría Lisias. Con gran valentía, y atacando por sorpresa, Elazar y sus hombres lograron superar la barrera de soldados que protegían al elefante y atravesaron al gigantesco animal con una lanza.

Sin embargo, la misión fracasó: Lisias salió ileso del intento de ataque. Trágicamente, el elefante cayó sobre Elazar, aplastándolo y causándole la muerte. Hoy, en el lugar donde ocurrió esta batalla—Bet Zejariá, en Gush Etzión—existe una pequeña ciudad llamada Elazar en su honor. Yehudá había agotado su último recurso. No le quedó otra opción que atrincherarse en Jerusalem, resistir y luchar hasta el final. Era el mes de Shebat del año 164 a.e.c. Lisias comenzó el sitio a Jerusalem con sus 120,000 soldados, mientras Yehudá contaba con solo 2,000 o 3,000 hombres, ya que muchos habían regresado a sus casas tras la primera victoria.

¿FUE ESTE EL MILAGRO MÁS GRANDE DE JANUCÁ?

Lisias inició el ataque a Jerusalem. Los judíos resistieron, pero sus fuerzas se debilitaban cada vez más. El final parecía inminente. Imagino a Yehudá y sus soldados debatiendo si luchar hasta morir, entregarse para ser vendidos como esclavos o incluso terminar con sus propias vidas, como ocurrió en Metzada en tiempos de los romanos.

Sin embargo, algo inesperado y milagroso ocurrió. El día 22 de Shebat del año 164 a.e.c., justo antes de la batalla final, Lisias y su ejército desaparecieron sorpresivamente de Jerusalem. Nadie entendía qué había sucedido hasta que llegó la noticia: Antiojus había fallecido en Antioquía (hoy Turquía), y su hijo, Antiojus V, de nueve años, sería el nuevo emperador. Antes de morir, Antiojus había nombrado a Lisias como regente del niño, lo que lo convertía en el nuevo emperador de facto. Lisias tuvo que abandonar urgentemente Jerusalem, ya que otro general, Filippo, había tomado el control de Antioquía. De manera providencial, los judíos se salvaron del ataque final, ¡justo a tiempo!

CAMBIA, TODO CAMBIA

Pero eso no fue todo. Antes de partir, Lisias dejó una carta a Yehudá. En ella anunciaba que todos los decretos anti-judíos establecidos por Antiojus quedaban derogados, ya que, en tiempos de monarquías, las leyes de un rey caducaban con su muerte. Además, Lisias prometió garantizar la libertad religiosa de los judíos y, a cambio, pidió a Yehudá una alianza militar: que enviara soldados para ayudarlo a derrotar a Filippo en Antioquía. Yehudá aceptó. Así, de forma providencial, Yerushalayim y el pueblo de Israel fueron salvados una vez más por la invisible mano del Creador.

PD: Vale aclarar que el día 22 de Shebat fue celebrado como una festividad durante unos 230 años, hasta la destrucción del Bet HaMiqdash en el año 68 de la era común. Ver este artículo que explica cuáles eran los otros días festivos mencionados en Meguilat Ta’anit. 




MEGUILAT TAANIT: Las batallas y victorias de Janucá

Breve reseña de las Festividades que celebrábamos  de la época del Segundo Templo, reflejando principalmente las victorias de los Jashmonayim.

El texto está recopilado de la obra Peniné Halajá del Rab Eliezer Melamed.

Durante la era del Segundo Templo, los Sabios establecieron numerosas festividades para agradecer a Dios y regocijarse por las salvaciones que Él realizó para Israel. Todas estas festividades, ¡unos 35!  están mencionadas en la Meguilat Ta’anit, el documento que registra aquellos días en los cuales no se puede ayunar ya que eran días semi festivos.

Algunas de ellas son:

El 13 de Adar es el «Día de Nicanor», cuando los Jashmonayim derrotaron a un gran ejército griego y mataron a su comandante, Nicanor.

El 14 de Sivan es el día en que conquistaron Cesarea.

El 22 de Elul conmemora la fecha en que los Jashmonayim ejecutaron a los apóstatas que se negaron a arrepentirse.

El 23 de Marjeshván celebra la destrucción del burdel que los griegos habían construido cerca del Santo Templo.

El 25 de Marjeshván marca la conquista de Shomrón y el comienzo de su repoblación por parte de los Jashmonayim.

El 22 de Shevat recuerda un acontecimiento crucial durante la revuelta de los Jashmonayim: el malvado Antiojus viajó a Jerusalem con la intención de destruir la ciudad y aniquilar a sus habitantes judíos. Sin embargo, al recibir informes preocupantes de rebeliones en la parte oriental de su reino, se vio obligado a levantar el sitio de Jerusalem en esa fecha (año 167 a.e.c.). Finalmente, murió durante estas rebeliones.

El 3 de Kislev conmemora la eliminación de los ídolos que las tropas griegas habían colocado en el Santo Templo.

El 24 de Av celebra el restablecimiento de la ley de la Tora como sistema legal oficial, en lugar de la ley griega.

El 23 de Iyar recuerda la conquista de la fortaleza Ajra por parte de Shimón ben Matityahu, donde aún residía una guarnición griega después de la liberación de la ciudad.

El 27 de Iyar, los Jashmonayim(aparentemente durante el reinado de Yonatán ben Matityahu) prohibieron las imágenes idólatras que colgaban en las entradas de casas y tiendas.

Los días 15 y 16 de Siván conmemoran la conquista de Bet Sheán por los Jashmonayim y la expulsión de los gentiles que oprimían a los judíos.




Las batallas de Janucá




Las diferencias entre Sefaradim y Ashkenazim en Janucá

No existen diferencias significativas entre la tradición de los judíos Sefaradim y Ashkenazim respecto a las costumbres de Janucá, como suele ocurrir en otras festividades como Pésaj, etc. Existen solo algunas variaciones menores.
Veamos unos ejemplos:
¿CUÁNTAS JANUKIOT ENCENDEMOS?
En muchas comunidades Ashkenazim la costumbre es que cada miembro de la familia enciende su propia Janukiá, incluso los niños pequeños una vez que son mayores de 6 años encienden su propia Janukiá.
En las comunidades Sefaradíes, sin embargo, se acostumbra a encender una sola Janukiá por familia ( מצוות איש וביתו).
Algo similar ocurre con respecto a las velas de Shabbat: mientras que según la tradición Sefaradí solamente la madre enciende las velas de Shabbat, de acuerdo a la tradición Ashkenazí, cada una de las hijas enciende sus propias velas de Shabbat.
¿LEHADLIQ NER JANUCÁ o NER SHEL JANUCÁ?
De acuerdo a la tradición Ashkenazi se dice en la Berajá: “lehadliq ner SHEL Janucá”, (….encender la vela de Janucá). Mientras que los Sefaradim dicen, siguiendo lo que indica el Shulján ‘aruj: “lehadliq ner Janucá”, omitiendo la palabra “SHEL”. Es interesante destacar que no existe una diferencia gramatical ni semántica entre estas dos versiones: no se puede decir que una versión es correcta y la otra no. En realidad la versión original de esta berajá (según Maimónides, MT Janucá 3:4) es “lehadliq ner SHEL Janucá” , similar a “leahdliq ner SHEL Shabbat”. La tradición Sefaradí y el Shulján ‘aruj, que generalmente sigue a Maimónides, se basa en este caso excepcional en la opinión de los Mequbalim (rabinos estudiosos de la Kabbalá, como el Ari haQadosh z”l, y creo que esta es la razón por la cual los Jasidim de Jabad también dicen “ner Janucá” y omiten la palabra SHEL). Algunos Sefaradim, por ejemplo los de la comunidad Hispano-Portuguesa de Inglaterra (que interrumpieron la práctica de costumbres relacionadas con la Kabbalá luego de lo sucedido con Shabbetai Zeví) y algunos antiguos Siddurim Sefaradim como Tefilat haJódesh o Bené Tsion, conservan la versión de Maimonides que incluye la palabra “shel”.
TRADICIONES
Jugar al sebibón (dreidel o perinola) es una costumbre Ashkenazí que los Sefaradim nunca practicaron. Al igual que Janucá Gelt (monedas o regalos para los niños).
LA FUNCIÓN DEL SHAMASH
De acuerdo a la costumbre Ashkenazí la vela auxiliar o shamash se enciende en primer lugar. Y luego de decir la berajá uno enciende el resto de las velas con el Shamash, y al finalizar el encendido uno deposita el Shamash en su lugar.
La tradición Sefaradí es encender todas las velas con un fósforo o una velita auxiliar, y al final se enciende el shamash.   En la tradición Ashkenazí, entonces, el shamash se usa también para encender las velas mientras que en la tradición Sefaradí, no; ya que la razón principal por la cual se enciende el shamash no es para encender otras velas, sino para evitar tener un beneficio de la luz de las velas de Janucá (lo cual está prohibido), en caso de que involuntariamente usemos la luz de la Janukiá.
Otro aspecto práctico por el cual los Sefaradim no usamos el shamash para encender las velas es que generalmente usamos vasos con aceite para las velas de Janucá mientras que la mayoría de Ashkenazim usan velas de parafina. Y obviamente, con una vela de aceite, no se puede encender las otras velas



Encendemos las velas de Janucá antes de encender las velas de Shabbat

VIERNES, ANTES DEL ATARDECER
Hoy, viernes 27 de diciembre, encenderemos la tercera vela de Hanukka alrededor de las 4:10-4:15 pm. ¿Por qué tan temprano? Porque, aunque normalmente encendemos las velas después del atardecer, los viernes las encendemos más temprano, justo antes de encender las velas de Shabbat (4:16 pm).
Si no estás en Nueva York, consulta el horario de encendido de velas en tu ciudad utilizando este enlace aquí.

Otra regla para encender las velas de Hanukka el viernes por la tarde es la cantidad de aceite que debes usar. Durante todas las noches de Hanukka, las velas deben permanecer encendidas al menos media hora, pero los viernes deben mantenerse encendidas por más tiempo. Por lo tanto, asegúrate de que las velas de Hanukka de hoy contengan suficiente aceite o sean lo suficientemente largas para permanecer encendidas alrededor de una hora después del atardecer.

En la sinagoga, las velas deben encenderse antes del atardecer (idealmente, después de Minjá). Recitamos las Berajot en la sinagoga solo si hay diez o más personas presentes durante el encendido. Si hay menos de diez personas, encendemos las velas sin recitar una Berajá. Recuerda que no se pueden encender velas después del atardecer (4:33 pm).

SÁBADO POR LA NOCHE
En la sinagoga, al finalizar Shabbat, encendemos las velas de Hanukka y luego recitamos la Habdalá para reforzar la conciencia pública del milagro de Hanukka (pirsume nissa). Si recitamos primero la Habdalá, muchas personas podrían irse antes de que se enciendan las velas de Hanukka.

En nuestros hogares, sin embargo, invertimos el orden: primero recitamos la Habdalá y luego encendemos las velas de Hanukka.

PREGUNTA:
Cuando paso Shabbat en casa de mis padres, suegros o amigos, ¿debo encender las velas de Hanukka en mi casa antes de salir o debo encenderlas en su casa?

Si vas a pasar Shabbat en la casa de tus padres o parientes—cenando y durmiendo allí—, tú, tu esposa y tus hijos están automáticamente incluidos en el encendido de velas de ellos. No necesitas encender tus propias velas de Hanukka antes de salir de tu casa ni encender velas en tu habitación mientras te hospedes en otra casa. Participa con el anfitrión y asegúrate de estar presente durante el encendido de las velas.

Si solo visitas a tus padres u otra casa para la cena de Shabbat, debes encender las velas de Hanukka en tu propia casa con tu esposa e hijos antes de salir.

Advertencia: Si enciendes las velas en tu casa antes de salir para la cena, no te vayas mientras las velas de Hanukka estén encendidas, para evitar riesgos de incendio.




MIQUETZ: Tener presente a Dios cuando nos va bien

“Emuná” se traduce generalmente como “fe” y se entiende como “creer en la existencia de Dios”. Pero en el caso de Yosef, fue mucho más allá de un tipo de fe/creencia pasiva. La Emuná de Yosef consistía en tener presente a Dios tanto en las malas como en las buenas. Su Emuná guiaba sus pasos, lo detenía antes de hacer algo malo y lo motivaba a hacer lo que es bueno.

Hay una diferencia fundamental entre Yosef y sus antepasados. HaShem habló, se comunicó e instruyó de una manera directa a Abraham, Itsjaq y Ya’aqob. Pero HaShem nunca habló directamente con Yosef. En ese sentido, Yosef se parece más a nosotros, que no tenemos el privilegio de una revelación directa de HaShem. Al igual que Yosef, nosotros también tenemos que buscar a HaShem activamente, pensar en Él, tenerlo en cuenta y, principalmente, dejar —o invitarlo a— que guíe nuestros pasos. Veamos.

VIVIR BAJO SU MIRADA

Cuando fue provocado por la esposa de Potifar (Gen. 39:9), Yosef tuvo presente a HaShem. En ese momento, vio la imagen de su padre, que le recordaba que lo que estaba por ocurrir con la esposa de Potifar no era correcto a los ojos del Creador. La manifestación más importante de la Emuná tiene lugar en el plano moral. Emuná es sentirse observado por HaShem y evitar hacer lo que está mal a sus ojos. Más adelante, vemos que su Emuná también llevó a Yosef a perdonar a sus hermanos. Yosef les dijo (Bereshit 50:19): “Es posible que ustedes pensaron hacerme mal, pero HaShem transformó ese mal en un gran bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente”. La Emuná de Yosef le hizo ver que, muchas veces, lo que hoy nos parece un gran problema, mañana resulta ser una gran solución.

 FE EN LAS MALAS

Cuando la esposa de Potifar lo acusó falsamente de acoso sexual, Yosef fue llevado al calabozo. Fue privado de la libertad por un largo tiempo por un crimen que no cometió. Yosef no tenía ninguna esperanza de salir de esa cárcel. No tenía familia que lo buscara ni nadie que lo conociera o le importara. Muchas personas en esas circunstancias no hubieran persistido en su fe. Uno podría decir: “Si HaShem no me ayuda, ¿para qué voy a seguir creyendo en Él y guiándome por sus leyes?”, o “Si esto que es tan injusto me está sucediendo a mí, quizás Dios no exista: Dios no lo permitiría”. Cuando uno es víctima de una gran injusticia, es muy posible que piense que HaShem lo abandonó o que ח”ו no existe. Pero Yosef no abandonó al Creador. Perseveró, tuvo a Dios presente y nunca dejó de creer en Él (40:8).

FE Y HUMILDAD

En la Perashá de esta semana leemos el desenlace de esta epopeya de Yosef. El Faraón necesita los servicios de un intérprete de sueños, manda a traer a Yosef de la cárcel y le cuenta su sueño. Yosef escucha al Faraón y se da cuenta de lo que significan sus sueños. La Torá no dice que HaShem le reveló a Yosef el significado del sueño del Faraón, como ocurrió, por ejemplo, con Daniel y el emperador Nebujadnetsar mil años más tarde. Yosef interpreta el sueño del monarca egipcio por su cuenta. Y también se da cuenta de que es una oportunidad providencial para salir de la cárcel. Pero, increíblemente, Yosef no pide nada a cambio de interpretar el sueño del Faraón. Ni se atribuye delante del Faraón ninguna sabiduría o superpoderes para interpretar sueños. “Dios [¡y no yo!] es el que revela el [significado del] sueño del Faraón”, dijo Yosef (Bereshit 41:16). La personalidad de Yosef, una combinación de sabiduría y humildad, y el reconocimiento de Dios en su momento de mayor gloria, causó un gran impacto en el Faraón, quien terminó ofreciéndole a Yosef el cargo político más importante de Egipto: prácticamente el ministerio de economía.

LA FE SE MIDE EN LAS BUENAS

Es imprescindible recordar que la Emuná de una persona se mide principalmente cuando uno está bien de salud y económicamente estable. La fe de mucha gente, que se manifiesta de forma devota e intensa en momentos de angustia, dolor o duelo, a veces falla en momentos de bienestar y prosperidad. Y uno se olvida del Creador porque siente que no lo necesita ח”ו. Aprendamos de Yosef esta gran lección de Emuná. Nuestros Jajamim nos advirtieron sobre este fenómeno cuando nos dijeron: גדול נסיון העושר מנסיון העוני, que “el desafío de la prosperidad, tener presente a Dios, reconocer su intervención y agradecerle cuando uno está saludable y vive en prosperidad, es más difícil que el desafío de la pobreza: tener presente a Dios cuando uno lo necesita”.




Javier Milei y Janucá

“En una batalla, la victoria no depende del número de soldados, sino del poder que viene del Cielo”, dijo el presidente argentino Javier Milei en su primer discurso como nuevo jefe de estado del país. Esta frase, que se convirtió en un eslogan de su campaña y en una cita permanente de su gestión, proviene del Libro de los Macabeos, un texto judío de carácter histórico que narra la sublevación y la lucha por preservar la libertad de culto de los judíos frente al intento forzoso de “helenización” por parte del rey Antíoco IV Epífanes.

Como vemos en las historias de los Jashmonayim, eran muy pocos los que se enfrentaban al enrome ejército del imperio seleucida , que contaba con decenas de miles de soldados profesionales, bien entrenados y equipados con armas.

“No es casualidad que esta inauguración presidencial ocurra durante la fiesta de Janucá, la fiesta de la luz, ya que esta celebra la verdadera esencia de la libertad. La guerra de los macabeos es el símbolo del triunfo de los débiles sobre los poderosos, de los pocos sobre los muchos, de la luz sobre la oscuridad, y, sobre todas las cosas, de la verdad sobre la mentira”, dijo el líder de La Libertad Avanza durante su asunción frente a las escalinatas del Congreso de la Nación.

Y agregó: “Recuerdo que en una entrevista me habían dicho: ‘Pero si ustedes son dos [congresistas] en 257, no van a poder hacer nada’. Y también recuerdo que ese día la respuesta fue una cita del libro de Macabeos 3:19, que dice que la victoria en la batalla no depende de la cantidad de soldados, sino de las fuerzas que vienen del cielo. Por lo tanto, Dios bendiga a los argentinos, y que las fuerzas del cielo nos acompañen en este desafío”.

Los Jashmonayim se refieren a Dios muchas veces como “el Cielo”, el poder celestial o las fuerzas del cielo, en una expresión similar a la que usan los Sabios judíos cuando dicen en hebreo Min Hashamayim o en arameo  Si’ata Dishmaya .

El Libro de los Macabeos, particularmente el Libro de los Macabeos I, no forma parte del  Tanaj, que de acuerdo a nuestras sabios es fruto de la profecía (nebiim) o de inspiración Divina (Ruaj HaKodesh) pero es considerado un libro histórico y por este motivo no fue canonizado por los Sabios como parte de la Biblia hebrea.

Sin embargo, y en el caso particular del primer libro de los Macabeos, las atribuciones al Creador y las expresiones de agradecimiento por Su constante intervención, nos inspiran a  ver y aprender de la valentía y la fe de nuestros antepasados. Y el paralelo con nuestros valientes soldados del ejercito de Israel, que hoy en día siguen luchando para preservar a nuestro pueblo y nuestra Torá.

Ver artículo de Infobae aquí 




JANUCA: Leyes y costumbres básicas de Janucá

Este miércoles por la noche, 25 de diciembre, correspondiente al 25 de Kislev, 5785, encenderemos la primera vela de Janucá.
La celebración de Janucá dura ocho días consecutivos.

¿Cómo celebramos Janucá?

HADLAQAT NEROT

La celebración más característica de Janucá es la Mitsvá de encender las velas. Cada noche encendemos las velas de Janucá, como explicaremos más adelante. Además de esta Mitsvá, hay otras costumbres y tradiciones para celebrar esta festividad.

RECITACIÓN DEL HALEL

Durante todos los días de Janucá, recitamos el Hallel Shalem. El Hallel es una Tefilá (oración) de alabanza a HaShem, que consiste en la lectura y entonación de algunos Mizmorim (Salmos) de Tehilim relacionados con la celebración y la alegría. El Hallel también se recita en Pesaj, Shabuot, Sucot, etc.

‘AL HANISIM

También introducimos en la Amida (la oración principal diaria) y en el Birkat haMazón (la oración después de las comidas) un párrafo especial donde agradecemos a HaShem por haber salvado a nuestros antepasados de sus enemigos en los tiempos de Matitiyahu y sus hijos, los Jashmonaím.

LECTURA DE LA TORÁ

Durante los ocho días de Janucá, leemos los textos bíblicos correspondientes a la ceremonia de inauguración del Mishkán (el Tabernáculo, es decir, el Santuario erigido en el desierto del Sinaí), cuando cada uno de los Nesíim (líderes) de cada tribu de Israel trajo una ofrenda a HaShem para inaugurar el altar (mizbeaj). Incluso los lunes y jueves, días en los que leemos la sección semanal, interrumpimos la lectura de la Parashá de la semana y leemos solo los párrafos asignados a Janucá.

SEUDÁ

Aunque no hay una Mitsvá formal de realizar una Seudá (una comida festiva, como lo hacemos en Purim), en muchas comunidades es costumbre servir comidas especiales de celebración donde se comparten palabras de Torá y se cantan canciones alegres. Estas comidas se celebran con familiares, amigos e invitados. Muchos también sirven platos lácteos en memoria del acto heroico de Yehudit, la hija de Yojanán Cohen Gadol. Otros sirven lebibot, sufganiot u otros pasteles fritos en aceite.

También hay ciertas prácticas que suspendemos durante Janucá para mantener el espíritu festivo y alegre de estos días.

Ejemplos:

AYUNO

Muchas personas observan un ayuno en el aniversario del fallecimiento de un padre. Sin embargo, si este aniversario coincide con Janucá, el ayuno se pospone hasta después de que Janucá termine.

DUELO (HESPED)

Es costumbre no realizar elogios (hesped), como didan, shloshim, arayat o discursos fúnebres, durante Janucá. Además, se evitan las visitas al cementerio en los aniversarios de fallecimientos. Estas visitas pueden programarse antes o después de Janucá, dependiendo de la costumbre de cada comunidad.

TACHANÚN

Durante Janucá, se omiten las tefilot (oraciones) de confesión (tajanún) y los mizmorim (salmos) de súplica. Como se mencionó anteriormente , esto se hace para preservar el ambiente festivo y alegre de Janucá.




VAYESHEB: La paciencia como parte de la fé

וכל אשר הוא עושה ה’ מצליח בידו

YOSEF, EL CAPATAZ

Yosef fue vendido por sus hermanos y fue llevado al mercado de esclavos en Egipto, donde Potifar, un ministro de la corte de Faraón, lo adquirió. En la casa de Potifar, Yosef se destacó por su gran trabajo. Su amo se dio cuenta de que el esclavo que había adquirido era un genio en la administración y también inspiraba confianza. Potifar dejó todos sus bienes y su hacienda, probablemente cientos de personas, en manos de Yosef. Aparentemente, Yosef había encontrado su destino final; aunque estaba lejos de su familia, al menos estaba en una posición privilegiada. Ser ascendido a «manager» era el último sueño, la utopía, de cualquier esclavo. Sin embargo, todo comenzó a empeorar para Yosef. La esposa de Potifar lo provocó, pero Yosef no sucumbió y rechazó sus avances con sutileza pero con firmeza. Trató de razonar con la mujer y le explicó que lo que ella quería hacer era un gran pecado contra su esposo y, sobre todo, contra Dios. «¿Cómo podría yo hacer algo tan malo y pecar contra Dios?» (Gén. 39:9). Pero la esposa de Potifar no tomó bien el rechazo de Yosef: ¡se sintió ofendida de que un hombre, un esclavo bajo su mando, la haya rechazado! Y acusó falsamente a Yosef de abuso sexual. Potifar, creo, no le creyó a su esposa. Si le hubiera creído hubiese matado a Yosef en el acto. Por el otro lado, no podía ignorarla ya que afectaría el honor de su familia. Por lo tanto, decidió enviar a Yosef a un calabozo.

YOSEF, DENTRO Y FUERA DE LA PRISIÓN

La situación de Yosef era ahora desesperada. La sentencia era por vida. Yosef pasó de ser un gerente exitoso y con privilegios, al nivel más bajo que podía llegar un ser humano en Egipto: «un esclavo condenado a prisión». En Egipto, el valor de la vida de un esclavo era probablemente menor que el de un caballo o un perro. ¿Qué se puede decir entonces del insignificante valor de un esclavo en prisión? Sin embargo, gracias a su personalidad y carácter, Yosef también se ganó la confianza del jefe de la prisión, quien, al igual que Potifar, dejó la administración de la cárcel en manos de Yosef.

Yosef cuidó a dos prisioneros VIP, ministros del faraón. Ambos tuvieron sueños muy extraños. Y Yosef, que sabía mucho de sueños, le aseguró a uno de los dos ministros, el encargado de lo que bebía del Faraón –la persona de confianza que se aseguraba de que las bebidas que le llegaban al monarca egipcio no estuvieran envenenadas– que sería liberado y restituido a la corte. Yosef aprovechó esta circunstancia fortuita y le pidió al ministro que se acordara de él, y como pago por haber interpretado positivamente su sueño, le rogó que le dijera al Faraón que lo liberara de la prisión, ¡ya que era inocente!

UN FINAL FELIZ

Pero a medida que pasaban los días o las semanas, Yosef se dio cuenta de que su esperanza era una fantasía. El ministro del Faraón se olvidó de Yosef y conscientemente lo borró de su memoria. Porque, naturalmente, lo último que hubiera querido el ministro era recordarle a su jefe, que le había dado una segunda oportunidad, sus días en la cárcel. Un día, sin embargo, el Faraón tuvo un sueño inquietante y nadie pudo interpretarlo. En ese momento, el ministro, sabiendo que ahora no estaba «pidiendo» sino «haciendo» un favor al Faraón, le informó que había un joven hebreo en la cárcel que sabía interpretar los sueños. Yosef fue llevado al palacio y luego, como todos sabemos, se convirtió en la mano derecha del Faraón, lo que le permitió encontrar a sus hermanos y eventualmente reconciliarse con ellos.

¿QUÉ HUBIERA PASADO SI…?

Una de las grandes lecciones de vida que nos enseña la historia de Yosef es que a menudo queremos que algo suceda AHORA. Oramos y suplicamos desesperadamente a HaShem para lograrlo… y al final, puede ser que NO suceda. Pero después de un tiempo, miramos nuestras vidas hacia atrás y quizás nos demos cuenta de que GRACIAS A DIOS,  ¡LO QUE QUERÍAMOS QUE SUCEDIERA NO SUCEDIÓ! Y que ahora tenemos una mejor oportunidad, estamos en una mejor posición, etc.

Yosef deseaba desesperadamente que el ministro del Faraón ejerciera toda su influencia para sacarlo de prisión. Supongo que Yosef debió haber esperado con impaciencia día y noche a que alguien viniera a sacarlo de la cárcel en nombre del ministro de Faraón. Pero imagínese por un segundo si eso hubiera sucedido: Yosef estaría ahora fuera de la cárcel, sin dinero, sin familia y con el historial de un ex-convicto. No hubiese podido llegar muy lejos… Hubiera terminado como esclavo por segunda vez. Y en el mejor de los casos, habría culminado su carrera siendo un buen capataz en la hacienda de algún poderoso funcionario egipcio …

LA PACIENCIA COMO FORMA DE FE

Yosef aprende ¡y nos enseña! que la paciencia es parte integral de nuestra Emuná o fe. Porque muchas veces, las cosas que nos pasan o no nos pasan son al final para nuestro propio bien. Todas las experiencias negativas que vivió Yosef al principio lo hicieron bajar cada vez más, hasta el punto de la desesperación. Pero cuando Yosef toca fondo, inesperadamente, y sin que Yosef haya soñado con tal escenario, la vida de Yosef mejora meteoricamente.

No todos tenemos el mismo privilegio que Yosef. No siempre es posible ver una excelente resolución final para todos nuestros problemas en la vida. Sin embargo, esta lección es muy importante. Prácticamente todos los días escucho de alguien que no consiguió el trabajo que tanto deseaba o que fracasó en una cita potencial (Shidduj) o en un negocio. Uno puede sentir en ese momento que Dios lo ha abandonado. Pero luego, escucho a mucha gente decir: «¡Gracias a Dios que no sucedió lo que yo tanto deseaba que sucediera! Hubiera sido un gran problema, o al final pude conseguir algo mejor… Ahora me doy cuenta de que, al no acceder a mis plegarias, Dios me protegió de un terrible error  negocio/trabajo/shidduj, etc.

Esta es una actitud importantísima que una persona de fe debe cultivar en su vida. Saber que (y «actuar estratégicamente como si…» ) cuando lo que le pido a Dios en mis rezos no sucede, en última instancia, es porque algo mejor podría estar esperándome a la vuelta de la esquina.




Recuperar Jerusalem y re-inaugurar el Templo

¿UN EJÉRCITO INVENCIBLE?
 Cuando el general seléucida Lisias supo de la derrota de sus generales ante los rebeldes judíos liderados por Yehudá Macabí (ver aquí), decidió actuar por su cuenta y reunió un ejército de 60.000 soldados y 5.000 jinetes para vencer la insurgencia. Con mucho esfuerzo Yehudá había logrado reclutar 10,000 soldados, pero cuando supieron que llegaba ese poderoso ejército griego se sintieron desanimados. Yehudá Macabí los alentó recordándoles cómo HaShem había entregado a Goliat, un hombre de inmensa estatura, en manos de David, y cómo había otorgado la victoria en la batalla de Mijmásh a Yonatán, el hijo del rey Shaul, que a pesar de la inferioridad numérica y de no contar prácticamente con armamento, vencieron a los numerosos ejércitos filisteos.   Inspirados en su fe en el Todopoderoso, Yehudá y sus soldados lanzaron un ataque sorpresivo que dejó a 5.000 soldados griegos muertos y a los griegos desmoralizados. El general Lisias comprendió que la lucha contra el ejército de Yehudá no iba a ser fácil. Al mismo tiempo, recibió un mensaje solicitando que viajara a Antioquia, donde el emperador Antiojus, que había caído enfermo, necesitaba refuerzos militares. Al día siguiente, los soldados judíos observaron con sorpresa e inmensa alegría cómo el gran ejército de Lisias se retiraba.
OBJETIVO: JERUSALEM:
Yehudá reunió a sus hombres y rezaron a Dios en agradecimiento por la victoria milagrosa y por la huida del enemigo. Yehudá dijo: «Hemos visto cómo Dios ha entregado a nuestros enemigos en nuestras manos. Es hora de emprender nuestra misión principal: recuperar Jerusalem». Cuando el corrupto gran sacerdote (Cohen Gadol) Menelao y sus secuaces supieron que Yehudá se acercaba a Jerusalem y que sus aliados, los griegos, se habían retirado, huyeron a una fortaleza griega. Yehudá entonces llegó a Jerusalén sin encontrar resistencia. Los judíos entraron en el Bet haMiqdash y vieron con horror las terribles profanaciones que habían tenido lugar allí. Los judíos asimilados, que se habían transformado en activistas del enemigo,  habían construido en el Bet HaMiqdash un panteón de ídolos paganos y habían erigido una estatua de Zeus junto al altar sagrado (mizbeaj), lo que signifcaba que los sacrficios se ofreciian a esos idolos paganos. En ese mismo altar, los sacerdotes corruptos habían encendido un gran fuego en el cual quemaron todos los Rollos de la Torá del Templo.
DE LAS LÁGRIMAS A LA CELEBRACIÓN
Al ver la horrible profanación del Sagrado Templo, Yehudá y sus hombres se rasgaron las vestiduras en señal de luto y comenzaron a llorar amargamente. Yehudá se volvió hacia sus guerreros y les dijo: «Este no es el momento de llorar, sino de construir y celebrar». Y así los judíos comenzaron la tarea de purificar el Templo. Reconstruyeron el altar y prepararon las vasijas y los artefactos del Santuario para su reinauguración. Sin embargo, y a pesar de buscar en todos los rincones del Templo, no pudieron encontrar aceite ritualmente puro, producido bajo la supervisión de un legítimo Sacerdote y sellado por él. Ese era el único tipo de aceite que podía usarse para encender la Menorá, la lámpara de oro que quedaba permanentemente encendida en el Templo y que indicaba que el Templo estaba al servicio del Dios de Israel. Este aceite de oliva especial solo se podía obtener en el norte, en el área de la tribu de Asher. Producir y transportar el nuevo aceite llevaría más de una semana. Y si la Menorá no permanecía encendida , ¿tenía sentido inaugurar el Templo lo antes posible?
LO POCO QUE DURÓ MUCHO
Providencialmente, los Yehudim encontraron un pequeño recipiente con aceite puro, pero la cantidad era solo suficiente para mantener encendida la Menorá por un día. Pero aun así, decidieron inaugurar el Templo y encender la Menorá aunque solo fuera por el primer día de la inauguración. El Bet haMiqdash se reinauguró al servicio de Dios el día 25 de Kislev del año 165 a.e.c.    Cada día que pasaba los sacerdotes revisaban la Menorá, seguros de que tendrían que limpiarla y quitar las mechas ya apagadas y dejar al Bet HaMiqdash sin luz. Pero para la sorpresa de todos, las velas permanecieron encendidas por 8 días, exactamente el tiempo necesario para que llegara el nuevo aceite. Así, los judíos pudieron continuar la celebración de la inauguración del Bet HaMiqdash , tal como lo hicieron en la inauguración del Tabernáculo (Mishkán), que los judíos construyeron en el desierto después de salir de Egipto.
PARA LA POSTERIDAD
Lo ocurrido con el aceite de Janucá es el milagro más conocido de la época de los Jashmonayim y es la razón por la cual encendemos velas durante ocho días. Los judíos de ese entonces vieron el milagro del aceite como una señal de la intervención divina en las batallas contra un enemigo superior, y como una confirmación de que el Todopoderoso los acompañó en todas sus acciones. Los Sabios de Israel establecieron que, a partir de entonces, todos los años, el 25 de Kislev, las familias judías recordarían el milagro de Janucá. Desde esos tiempos  encendemos las velas de Janucá durante ocho días para recordar los grandes milagros que vivieron los Yehudim en los tiempos de los Jashmonayim. Los Sabios también establecieron la recitación del Halel en alabanza al Creador por nuestra milagrosa salvación e incorporaron la plegaria «al hanisim» en la Amidá, para agradecer a Dios por Su intervención en el triunfo militar de los judíos contra sus enemigos.
La palabra hebrea «Janucá» no es fácil de comprender, porque significa «dedicación» e «inauguración». Pero lo que confunde es que, por lo general, la idea de «inaugurar» se utiliza cuando se inaugura algo «nuevo», que está recién construido. Pero lo que ocurrió en Janucá fue diferente: cuando recuperaron Jerusalem no tuvieron que reconstruir el Templo: ya que no había sido destruido. El Templo de Jerusalem había sido dedicado al culto pagano, a la idolatría, lo cual obviamente era la mayor ofensa posible. Una vez que re-conquistaron Jerusalem, ingresaron al Templo y lo purificaron, había que «dedicarlo»  nuevamente al servicio Divino, y eso se hizo a través de una ceremonia de inauguración.  Ese es el sentido de la idea de JANUCA como  «re-dedicación» y » re-inauguración » del Templo de Jerusalem.  .