El Rab Moshé Hefets y el Segundo Día de la Creación

El Rab Moshé Hefets (1663-1711) fue una de las figuras más notables del judaísmo italiano. Nacido en Trieste y educado en Venecia, desde muy joven fue reconocido como un niño prodigio. Se formó con el gran rabino italiano Shelomó Nitzza y se mantuvo como tutor y maestro privado, enseñando Talmud y Midrash, mientras cultivaba la poesía, la filosofía, las matemáticas y las ciencias naturales. Su formación, amplia y sólida, combinaba la tradición rabínica con una genuina fascinación por las ciencias de su tiempo, algo muy característico de los sabios sefaradíes de la diáspora italiana.

Entre sus obras destacan dos libros fundamentales. El primero, Janukkat HaBayit, publicado en Venecia en 1696, describe con minuciosidad la estructura del Segundo Bet HaMiqdash, sus utensilios y sus medidas. El libro incluye tablas y dibujos realizados por el propio autor, lo que muestra su dominio técnico y su capacidad para unir tradición con conocimiento práctico. Esta obra es tan precisa que hoy puede compararse con estudios arquitectónicos modernos sobre el Templo de Jerusalem.

El segundo libro, y sin duda su obra maestra, es Melejet Majashebet (primera edición, Venecia 1710), un hermoso comentario de la Torá. El Rab Hefets, al mejor estilo sefaradí, se concentra en la semántica y en la lingüística del texto bíblico más que en las agadot, buscando siempre descubrir el peshat, el sentido literal del texto. Lo que hace especial a este libro es que el rabino Hefets examinó también las fuentes bíblicas con la ayuda de los conocimientos científicos de su época. Amaba la ciencia y se especializaba en algunas disciplinas como la óptica y la física. Su libro contiene varios elementos inusuales para un texto hebreo del siglo XVIII: láminas con geometría, e ilustraciones y representaciones que hoy llamaríamos modelos de la materia, es decir, la unidad física más pequeña e indivisible que se conocía entonces.

Una de sus explicaciones más importantes —y lamentablemente ignorada por prácticamente todos los estudiosos del tema que yo conozco— es su interpretación del Segundo Día de la Creación. En Bereshit 1:6-8, la Torá describe que Dios “separó entre las aguas superiores y las aguas inferiores” mediante el raquia. Aunque parezca increíble, y aunque el mismo Salmo que parafrasea la Creación (Tehilim 104) lo dice de una manera explícita, muchos comentaristas modernos interpretan esta división como una separación metafísica o como un concepto cosmológico antiguo. Algunos, incluso, como el profesor Aviezer en su libro Bereshit Bara, aluden a aguas en el espacio exterior o en meteoritos. Sin embargo, siguiendo la explicación de Maimónides en la Guía de los Perplejos y varias discusiones talmúdicas, el rabino Hefets describe el Segundo Día de la Creación con un lenguaje científico absolutamente comprensible para el lector moderno. En este día se describe claramente el establecimiento del ciclo del agua: evaporación, condensación y precipitación.

Siguiendo su indispensable exposición acerca de los homónimos en la Torá, es decir, palabras con un amplio campo semántico, Maimónides ya había señalado que raquia o shamayim, en el contexto del segundo día, no se refiere al universo, como en el primer versículo de la Creación, sino al cielo visible, donde se forman las nubes (Guía de los Perplejos 2:30). El rabino Hefets desarrolla esta idea con una claridad sorprendente. En Melejet Majashebet (pp. 10-11 de la edición de Varsovia, 1914) afirma que las “aguas” que se separan de las inferiores se refieren al vapor que asciende, se separa del agua de los océanos y se transforma en nubes o “aguas superiores”. Y explica que la etimología talmúdica de la palabra shamayim como esh más mayim alude al producto del calor que actúa sobre el agua del océano.

Así lo explica: por el efecto del calor se produce en el agua un cuerpo sutil, movible y que se expande, el vapor de agua, que asciende por su liviandad. Sobre YEHI RAQIA BETOJ HAMAYIM escribe:
“יהי בתוך המים אויר וגוף מתנועע דק ומתפשט”,
“Que se produzca dentro del agua un vapor y un cuerpo liviano y expansivo que se expande [hacia arriba]”.

Tal como ocurre en la experiencia cotidiana:
“כאשר יעשו המים על האש בנקל יתהפכו לאויר והאויר ההוא הנהפך אם ימצא קור בנקל ישוב למים כבראשונה”,
“Cuando el agua es expuesta al fuego se transforma fácilmente en vapor, y ese vapor, al encontrar frío, se condensa y vuelve a ser agua como al principio”.

A partir de esta lectura, se entiende mejor que la separación entre aguas superiores e inferiores describe el establecimiento del ciclo del agua potable, esencial para la existencia de la vida en nuestro planeta. El milagro de la lluvia es un fenómeno que admiramos verbalmente todos los días, desde que termina la fiesta de Sukkot, alabando al Creador por este maravilloso proceso, único en el universo, diciendo en la Amidá: “Mashiv haruaj uMorid hageshem”, que el Creador hace que sople el viento y así produce la lluvia.

Otros sabios posteriores, cuando ya contaban con un lenguaje más científicamente desarrollado, describieron el segundo día de la Creación como el día en que fue creada la atmósfera terrestre. Con esa precisa palabra lo explicó Ribbí Menashé ben Israel. De modo similar, Ribbí Itzjak Samuel Reggio escribió que “una parte de las aguas del océano se concentró en el espacio y se convirtió en las nubes”, explicando que la división del segundo día conduce directamente a la formación de la lluvia.

Sorprendentemente —o no— la ciencia moderna utiliza exactamente la misma terminología para definir a las nubes, que no son otra cosa que masas visibles de gotas de agua o cristales de hielo suspendidos en la atmósfera. El geógrafo John Lynch lo expresó con una claridad que parece tomada de Bereshit: “Vivimos en un planeta de agua; hay un océano a nuestro alrededor y otro océano encima de nosotros”. La frase original en inglés, de su libro The Weather (Oxford University Press, 1997), dice: “We live on a planet of water. There is an ocean around us and an ocean above us.” Lynch utiliza esta terminología para explicar la increíble formación de la atmósfera terrestre: las “aguas superiores” y “aguas inferiores” del segundo día de la Creación.

La interpretación de Ribbí Moshé Hefets transforma el Segundo Día de la Creación en algo profundamente cercano: la instauración del mecanismo que hace posible la vida en la tierra. No un misterio lejano e inexplicable, sino la descripción bíblica del ciclo del agua, ese proceso continuo y vital que conecta los mares, el cielo y la lluvia que sostiene toda la existencia.

Su obra Melejet Majashebet incluye un retrato del propio autor. Ese retrato, el primero que aparece en un libro hebreo, incluye la famosa inscripción ben meá shaná, que muchos entendieron literalmente como que el autor tenía “cien años”, pero en realidad alude al valor numérico de la palabra hebrea meá, que es 46, la edad real de Hefets en ese momento.

La vida de Hefets estuvo marcada por el dolor. En 1699 falleció su hijo Gershom durante una epidemia. Ribbí Moshé falleció muy joven, a los 48 años, el 30 de Jeshván de 1711, dejando tras de sí la impresión de un sabio brillante cuya obra había superado en poco tiempo las fronteras de Italia.




VAYISHLAJ: Ni la espada de Esav ni la mano de Esav

Ya’aqob Abinu regresa a Erets Israel después de 20 años.  Tiene muchas dudas. Una de esas dudas es si su hermano Esav aún le guarda rencor. Recordemos que 20 años atrás Esav decidió matar a Ya’aqob (Gen. 27:41). La pregunta del millón ¿Seguirá Esav odiando a Ya’aqob, 20 años después?
Ya’aqob no puede estar seguro. Y se prepara para lo peor: enfrentar militarmente a Esav.  También manda mensajeros a llevarle un generoso regalo a Esav. Para desmotarle que, de su parte, no hay rencores.  Y también reza a HaShem.  En esa Tefilá nos damos cuenta que Ya’aqob no solo temía por su vida y la vida de su familia. Ya’aqob también temía la integración con Esav.  El «judaísmo» de ese entonces, la creencia en un único e invisible Dios, no era lo que practicaba Esav y su familia. Ya’aqob sabe que la integración con Esav implicaría el final del camino de Abraham Abinu.
Entonces Ya’aqob formulo una Tefilá que resuena tan relevante en nuestros días.Ya’aqob le pide a HaShem que lo salve «de la mano de su hermano; de la mano de ESAV». Esta Tefilá es un poco misteriosa porque aparentemente es innecesariamente  repetitiva.  Ya’aqob tenía un solo hermano: ESAV. Hubiera alcanzado con que Yaa’qob dijera: «Sálvame de la mano de Esav» o «Sálvame de la mano de mi hermano.»
La lucha de Ya’aqob con Esav es la misma lucha que libran los descendientes de Ya’aqob con las descendientes de Esav.
Esav a veces aparece como el enemigo de Ya’aqob o Israel. Esta actitud de Esav se llama «antisemitismo» y viene en todos lo tamaños y colores. No conoce fronteras de tiempo ni geográficas. Puede ocurrir en una parada de autobuses en Tel Aviv, en un supermercado de Givat Shaul o  incluso dentro de una Sinagoga en Har Nof. Pero la espada de Esav no sólo mata en Israel. También ataca en Francia, Bélgica, Argentina o Estados Unidos.
Anticipando esta actitud de Esav, Ya’aqob le pide ayuda a HaShem para liberarse Esav, de su espada mortal.
Pero, ¿Qué significa, «Sálvame de la mano de mi hermano»?
Esav no siempre se muestra como el enemigo de Ya’aqob.
¿Qué pasa si Esav me recibe amistosamente, se pregunta Ya’aqob, y me invita a vivir con él? Al fin y al cabo, somos hermanos….
Ya’aqob sabe que las dos opciones, la espada de Esav y la mano abierta de Esav, lo van a llevar a un resultado muy parecido. Su perdición. Física o espiritual.  Porque si Esav «lo perdona» y no lo mata, va a querer que Ya’aqob viva con él, y entonces, inevitable , la Torá de Abraham y de Ytshaq desaparecerá por completo.
HaShem intervino en el corazón de Esav. Y (a ultimo momento?) Esav decide no matar a Ya’aqob.    Y entonces ocurre lo que Ya’aqob también anticipó. Después de introducir a la familia, Esav invita a Ya’aqob a ir con él, asentarse donde está Esav y vivir como buenos hermanos. Esav le ofrece su mano a Ya’aqob.  (33:12)  nis’a veneleja veeleja lenegdeja», «Vamos, comencemos a viajar, yo iré adelante [para protegerte y mostrarte el camino hacia mi casa]» Tus niños van a poder jugar con mis niños. Tengo algunas sobrinas que les quiero presentar a tus hijos mayores. Y conozco un excelente candidato para Diná, tu única hija.
 HaShem lo salvo a Ya’aqob de la «espada» de Esav. Ahora, de la «mano» de Esav Ya’aqob tiene que salvarse solo,  Y Ya’aqob, muy seguro de que su destino depende de las próximas palabras que vaya a pronunciar le dice a Esav: «NO». Muy diplomáticamente, le explica: «Tu comienza a ir y yo voy a ir muy despacio… los niños están un poco débiles,  las mujeres están muy cansadas…por favor, adelántate. No me esperes».
Esav entiende y finalmente se va.
HaShem salvó a Ya’aqob de la amenaza antisemita.   Pero del peligro de la asimilación, Ya’aqob tuvo que salvarse por sí mismo. Tuvo que decir «NO» cuando entendió que su relación con Esav podría pasar de la cordialidad y el respeto hacia un plano social,  en el cual perdería su identidad.
Nosotros, los descendientes de Ya’aqob Abinu vivimos una situación muy parecida. A veces enfrentamos a un Esav que nos quiere destruir y a veces a un Esav que nos quiere asimilar.   Son dos batallas totalmente distintas.  Que se luchan con armas y estrategias diferentes.Con la ayuda de HaShem y con nuestra convicción religiosa, y especialmente a través la educación judía que brindemos a nuestros hijos, podremos, como Ya’aqob Abinu, vencer los desafíos que nos presenta el Esav de turno.SHABBAT SHALOM




Resumen de Parasha VAYISHLAJ

Jacob regresa a la tierra de Israel después de haber pasado veinte años en la casa de su tío Labán, en la ciudad de Jarán, al sur de Turquía. Apenas llega, envía emisarios a su hermano Esav para anunciar su retorno. Los mensajeros vuelven con noticias alarmantes: Esav, quien había jurado matarlo por haberle quitado la primogenitura, se aproxima acompañado de cuatrocientos hombres armados. Temiendo lo peor, Jacob actúa con plena estrategia. Divide a su familia para minimizar el riesgo de una tragedia, eleva una plegaria a Dios implorando Su protección y prepara un regalo extraordinariamente generoso para Esav: cientos de animales destinados a apaciguar su ira.

Esa noche, Jacob cruza una y otra vez el río para trasladar a su familia y sus pertenencias. Antes de cruzar por última vez, se encuentra de pronto frente a un misterioso ser —un ángel o un hombre enviado por Dios— y lucha con él hasta derrotarlo. De este encuentro emerge transformado y recibe un nuevo nombre, Israel, que simboliza a quien lucha contra fuerzas superiores y aun así prevalece.

Cuando Jacob y Esav finalmente se encuentran, Jacob se inclina siete veces ante su hermano, en un gesto de sumisión y máximo honor. Contra todo pronóstico, los hermanos se reconcilian y se abrazan. Esav invita a Jacob a acompañarlo y vivir junto a él, pero Jacob, con diplomacia y prudencia, rechaza la invitación.

Jacob continúa su viaje hacia Sukkot y luego llega a Shejem, donde adquiere un terreno cercano a la ciudad. Allí ocurre uno de los episodios más dolorosos de la Parashá: su hija Diná es secuestrada y abusada por el príncipe heredero de Shejem. Dos de sus hijos, Shimón y Leví, responden con astucia y ferocidad. Convencen a los habitantes de la ciudad de circuncidarse y, aprovechando su estado de convalecencia, destruyen Shejem y matan a todos sus hombres.

Tras este episodio, Jacob abandona la ciudad y se dirige a Bet-El. En ese lugar, Dios vuelve a revelarse y confirma Su promesa: la tierra que perteneció a Abraham e Isaac será heredada por Jacob y su descendencia. En agradecimiento, Jacob construye un altar.

En el camino, ocurre otra tragedia. Rajel, la esposa amada de Jacob, muere al dar a luz a su segundo hijo, Binyamín. Su tumba queda establecida en el camino, cerca de Bet Lejem, donde hasta hoy es recordada. Jacob sigue hacia Hebrón y se reúne con su padre Isaac, cuya vida llega a su fin a los ciento ochenta años. La Parashá concluye con una descripción de las esposas, hijos y once descendientes de Esav, quienes conforman el inicio de la nación de Edom.




VAYISHLAJ: Los «NO» que definen nuestra vida

«הצילני נא מיד אחי מיד עשו»

LA ESPADA DE ESAV

Ya’akov Abinu regresa a la tierra de Israel. Tiene muchas dudas. Una de esas dudas es si su hermano Esav aún le guarda rencor. Recordemos que hace 20 años Esav decidió matar a Ya’akov. Y Ya’akov ahora se cuestiona: ¿me sigue odiando Esav, 20 años después? A lo mejor sus sentimientos han cambiado y ya se olvidó de lo que pasó tanto tiempo atrás… pero Ya’akov no está seguro. Y encuentra una complicación más: escucha que Esav está llegando con una banda de 400 hombres, demasiada gente para un comité de bienvenida. Ya’akov teme lo peor y siente el peligro que acecha a él y a su familia.

Ya’akov reza y suplica por la intervención divina diciendo la famosa frase: «[HaShem], sálvame de la mano de mi hermano, de la mano de Esav».

Cuando finalmente se reencuentran, Esav no ataca a Ya’akov. Hay comentaristas bíblicos que explican que Esav tenía toda la intención de destruir a Ya’akov y quedarse con su familia y sus posesiones, pero que hubo un cambio emocional en el corazón de Esav. ¿Por qué? La noche anterior, Ya’akov luchó contra un enviado de HaShem (un «ángel», aunque la Torá lo describe como un «hombre»). Este individuo hirió a Ya’akov en su muslo y lo dejó herido. Cuando Esav vio a Ya’akov rengueando, se conmovió (o pensó que Ya’akov ya no era un adversario digno…) y, de acuerdo con esta interpretación, el perdón que no llegó en 20 años se transformó en una especie de «lástima» por la vulnerabilidad de Ya’akov, y los sentimientos de afecto regresaron. Así, de una manera directa o indirecta, HaShem salvó a Ya’akov de Esav al hacerlo luchar contra ese “ángel”.

LA INVITACIÓN DE ESAV

Acto siguiente, y ahora en un clima de reencuentro familiar, Esav agradece los generosos regalos de Ya’akov y le dice: «No me hace falta nada, hermano mío, yo tengo demasiado». Vemos que Esav es un hombre materialmente exitoso. Es el patriarca, fundador y cabecilla del pueblo de Edom. Pero Esav, tal como su madre lo había anticipado, no siguió el camino de su abuelo Abraham ni de su padre Isaac. Los edomitas, liderados por Esav, se habían asimilado a los pueblos vecinos. Habían abandonado las creencias de Abraham Abinu y eran idólatras.

Ahora, Esav ya no ve más a Ya’akov como su enemigo, sino como su hermano.
Y aquí, irónicamente, comienza un problema enorme para Ya’akov.
Algo más delicado y más sutil que la espada de Esav, pero igualmente letal, amenaza el futuro de Ya’akov y el legado de Abraham. Como consecuencia de la nueva reconciliación fraternal, Esav invita a Ya’akov a unirse a él (Génesis 33:12). «Nis’a veneleja. Vamos juntos. Ven conmigo a Se’ir, y allí viviremos como una sola familia. Tus niños pequeños van a jugar con mis niños: sus primos. Y ya tengo en mente algunas de mis hijas y nietas que podrían ser muy buenas candidatas para casarse con tus hijos». Ya’akov sabe que si acepta la invitación de Esav, sus hijos terminarán asimilándose a Esav y formarán parte de su familia.

HAY MUCHO EN JUEGO: si Ya’akov se une a Esav sería el final del legado de Abraham Abinu (del «judaísmo» de ese entonces)… y no por la vía de la espada de Esav, sino por la disolución natural e inevitable de la «religión» que practicaba la familia de Ya’akov.

EL «NO» QUE CAMBIÓ LA HISTORIA

En ese momento decisivo para la posteridad, Ya’akov, heroicamente, le dijo a Esav “NO”. Lo hizo muy diplomáticamente. «Tú ve adelante y yo llegaré al ritmo de mis pequeños hijos», le dijo. Esav, que quizás no comprendió la indirecta de Ya’akov, insistió: «Si quieres, te dejo algunos hombres para que te protejan en el camino, hasta que llegues a mi casa». Ya’akov, estoicamente, soportó la tremenda presión psicológica de ese momento —en el que se podía cortar el aire con un cuchillo— y, con mucha incomodidad pero con mucha firmeza, rechazó nuevamente la oferta de Esav. «¿Por qué habré de hallar tanta gracia en tus ojos?». Esav finalmente entendió el mensaje y se marchó.

Si tuviéramos que describir con nuestras propias palabras lo que experimentó Ya’akov en su intenso encuentro con Esav, diríamos que en un mismo evento Ya’akov se enfrentó al antisemitismo y a la asimilación. En el primer caso, especialmente si seguimos la opinión que mencionamos, Dios intervino «directamente» para salvar a Ya’akov de Esav, «su enemigo». Pero cuando Ya’akov se enfrenta a Esav, «su amigo», allí no hubo intervención divina. Hubo una decisión humana determinante. Ya’akov debió actuar por su cuenta y decir —y asumir las consecuencias— del «NO». En esta segunda instancia, Dios no interviene y espera que Ya’akov tome la decisión correcta por sí mismo.

SI YA’AKOV NO HUBIERA DICHO «NO»…

La mejor manera de entender el impacto de los “NO” que definen nuestras vidas es visualizar qué hubiera pasado si no hubiéramos dicho “NO”. Hoy en día, nosotros, los descendientes de Ya’akov Abinu, seguimos enfrentando desafíos muy similares. La sociedad no judía nos invita a una integración cultural y social sin barreras ni diferencias. La asimilación se cobró ya millones de «almas» judías. Millones de instancias en las que los jóvenes o sus padres no tuvieron la fuerza, la inteligencia o la convicción de decir «NO» a Esav el amigo, antes de que fuera demasiado tarde.

El daño ha sido catastrófico.

Comparto con ustedes dos números que lo dicen todo: en el año 1927, la población judía en los Estados Unidos era de 4.2 millones de personas. ¿Cuántos judíos debería haber en los Estados Unidos en 2025, casi 100 años después? En EE. UU. no hubo una Shoah, ni campos de concentración, ni mega matanzas antisemitas; por el contrario, la inmigración judía a este país continuó ininterrumpidamente incluso durante la Shoah. No soy un genio de las matemáticas, pero mi intuición me dice que hoy debería haber no menos de 15 o 20 millones de judíos en los Estados Unidos… Pero en realidad hay menos de 6 millones… ¿Qué pasó entonces con los millones de judíos que ya no se cuentan como tal?

Dios nos ayuda en la lucha contra el enemigo, pero de la asimilación tenemos que salvarnos por nuestra cuenta. Mejorando en nuestra observancia y apreciación de los valores judíos. Educando a nuestros hijos en escuelas judías y especialmente con nuestro ejemplo personal. Teniendo la valentía y la convicción de decir «NO» si alguna vez la relación con Esav puede pasar de la cordialidad y el respeto hacia un plano social en el que arriesgamos perder nuestra identidad.




8. Shimon, y el primer Estado de Israel

 
YONATAN NO QUIERE CONQUISTAR JERUSALEM
Con El’azar muerto, aplastado por un elefante; Yehudá asesinado en la batalla con Bakjides y Yojanán muerto por la traición de los Nabateos, ahora solo quedaban Yonatán y Shimón. Yonatán tomó el mando y luego de 2 años de lucha logró expulsar de Israel al poderoso general seléucida Bakjides.  Cuando Bakjides huyó de Israel en el 159 aec Yonatán, no buscó reconquistar Jerusalem de inmediato. Yonatán se atrincheró en Mijmás, y sin que mediara ninguna proclamación oficial se convirtió en el líder de facto de los judíos. Pero ¿qué estaba haciendo Yonatán en Mijmás y por qué no conquistó Yerushalayim? Yonatán aprendió de los errores de su hermano Yehudá. En el 165, cuando Yehudá vio que los griegos estaban debilitados se dirigió a Jerusalem, la conquistó y declaró su misión cumplida. Una vez que Yerushalayim fue liberada de las manos de los helenistas, Yehudá creyó que ya no necesitaba más un ejercito y envió a la mayoría de sus combatientes a sus casas. Pero al hacer esto quedó muy expuesto y debilitado: un par de años más tarde, cuando Demetrio derroca a Lisias, los seléucidas volvieron con sus ejércitos y Yehudá ya no pudo defender su conquista. Ahora, en Mijmas, Yonatán se dedicó por 7 años a organizar un poderoso ejército judío que llegó a contar con 40.000 soldados. Los reyes Seleucidas no sólo que ya no querían tener problemas con Yonatán sino que competían entre sí para ofrecerle a los judíos más privilegios, a cambio de la ayuda militar de Yonatán y de su ejercito.
 
EL NUEVO EJERCITO DE ISRAEL
En ese entonces Demetrio Soter era el rey Seléucida, pero Alejandro Balas, un joven aventurero procedente de Esmirna, que se hacía pasar por el hijo de Antiojus Epifanes, desafió a Demetrio Soter y comenzó una guerra civil para obtener el trono seléucida. Demetrio y Balas le ofrecían todo tipo de concesiones y favores a los Yehudim para que Yonatán les brindara su apoyo militar. Yonatán apoyó a Alejandro Balas quien terminó derrotando a Demetrio. 
En el 152 aec, Yonatán finalmente entró sin resistencia a Yerushalayim en la fiesta de Sukkot, y fue asignado como Cohen Gadol, gran sacerdote, con el consentimiento oficial del nuevo emperador seléucida Alejandro Balas. Este fue prácticamente un segundo Janucá. Ya que Yerushalayim había estado en manos de los helenistas por varios años y el Bet haMiqdash había sido profanado y utilizado nuevamente como un panteón para adorar a los dioses griegos. 
Luego de un par de años, Demetrio II, el hijo de Demetrio Soter derrotó a Balas y retomó el trono seléucida. Este nuevo rey, lejos de buscar la venganza contra Yonatán sabia que lo necesitaba a él y a su ejército, así que reconoció a Yonatán y le ofreció mas privilegios que su antecesor.  
 
EL ACUERDO DE PAZ
Pero los conflictos entre los líderes seléucidas continuaron, y ahora Trifón, un poderoso general quería arrebatarle el trono a Demetrio II. Trifón llegó a Israel en el año 143 aec con un ejército de 30.000 soldados. Pero al ver al poderoso ejército judío que por primera vez desde el año 167 aec se enfrentaba a otro ejercito en un campo de batalla en lugar de atacar estilo guerrilla, Trifón cambió su estrategia y pidió reunirse con Yonatán en Acco para negociar un acuerdo de paz. Pero cuando Yonatán llegó a Acco, Trifón lo traicionó y lo asesinó. Luego de la muerte de Yonatán el mando de Judea quedó en las manos de su hermano menor Shimón. Con el poderoso ejército que Yonatán había organizado, Shimón enfrentó, derrotó y expulsó a Trifón de Erets Israel. 
 
EL ESTADO DE ISRAEL
Shimón fortificó Yerushalayim y en el año 142 aec. otro gran milagro ocurrió: En la capital judía, Jerusalem; en el Bet haMiqdash, Shimón, el segundo hijo de Matitiyahu, y el único sobreviviente de los 5 valientes hermanos Jashmonayim, «declaró el establecimiento de un estado judío independiente que se llamaría Judea”.  Este nuevo estado fue inmediatamente reconocido por Demetrio II, quien por primera vez eximía a los judíos a pagar impuestos al imperio Seléucida. El flamante Estado de Israel continuó, con altos y bajos, por más de 100 años.  
 

REFLEXION FINAL

¿Qué significa ser judío?

Hay muchas respuestas para esta pregunta. Respuestas técnicas, espirituales, y políticas. La respuesta que quiero compartir con ustedes, creo que está más allá de estas definiciones y tiene mucho que ver con Janucá.
 
Comparemos a un individuo judío con una vela. Y al judaísmo, la Torá, con la llamita de esa vela. Esta última metáfora no es arbitraria o caprichosa. La Torá siempre fue comparada con “luz”. La misma palabra hebrea TORÁ proviene de la palabra OR que significa “luz”. Nuestra misión como pueblo judío es transformarnos, como dijo el profeta Yesha’ayahu (42:6) en or lagoyim, la luz para el resto del mundo. Y esta misión no la cumplimos a través de actos públicos de proselitismo. Para iluminar a los demás sólo necesitamos estar iluminados, encendidos. Nosotros mismos. La Torá nos ilumina. Y a través de sus enseñanzas disipa la oscuridad de nuestras vidas. Nos muestra el camino a seguir. Aclara nuestra senda moral y nuestra meta existencial.
 
 
¿VELAS PRENDIDAS O APAGADAS?
Una vez que entendimos por qué la Torá puede ser comparada con una luz o con una llamita, pensemos nuevamente en el recipiente de la llamita de fuego. La vela. El individuo judío. Si un YEHUDI no “posee” Torá, no la estudia, no la observa, no deja que la Torá lo ilumine ¿sigue siendo judío? La respuesta es “SÍ”.  Un judío nunca pierde su condición de judío (ישראל אע”פ שחטא ישראל הוא). Pero un judío sin judaísmo es como una vela sin llama. Y una vela sin llama sigue siendo una vela pero es una vela que no está sirviendo el propósito para la cual fue concebida (¡aunque siempre puede ser encendida!). 
 
LAS VELAS
La metáfora de la vela y la llama para describir a un judío y su judaísmo es muy apropiada para Janucá. Nos ayuda a comprender mejor, entre otras cosas, por qué celebramos lo que fue una extraordinaria serie de victorias militares encendiendo velas….  Me explico: El antisemita busca destruir las velas. No le importa si éstas están encendidas o apagadas. Es decir, busca el exterminio del pueblo judío. Si en la SHOA un judío decía: “Yo no creó en Dios. No soy observante. Soy ateo.”, igual lo llevaban a las cámaras de gas. En la SHOA, o en los tiempos de Hamán y Ajashverosh, al enemigo antisemita no le importaba la llama. Su odio era étnico. Quería destruir las velas.
 
 
LA LLAMA
En Janucá, sin embargo, como en los tiempos de la Inquisición, el objetivo del enemigo no era destruir las velas. Su misión era “apagar” las velas. Y reemplazar las llamas por un ídolo o una deidad griega. Los Jashmonayim, nuestros heroicos antepasados que vencieron al enemigo en Janucá, no lucharon por salvar sus vidas. ¡Sus vidas físicas, si abandonaban la Torá, no estaban en peligro! Los Jashmonayim lucharon heroicamente y estuvieron dispuestos a “sacrificar” sus vidas para preservar las llamas de las velas judías. Por esta razón es que no hay nada más indicado que el encendido de velas para celebrar las victorias de nuestros antepasados en Jánuca!
 



VAYETSE: Leá, Yehudá y el primer Thanksgiving

BREVE HISTORIA DE UN NOMBRE

El pueblo judío no siempre se llamó así. En la Biblia hebrea o Tanaj aparecen tres nombres que definen nuestra identidad: Israel, hebreo y Yehudí, cada uno con un trasfondo propio.

Israel es el patronímico más antiguo. Somos Bené Israel, los descendientes de Yaacob, quien recibió el nombre Israel después de luchar y vencer a un ángel. ¿Por qué nos llamamos con el nombre de Yaacob y no nos llamamos, por ejemplo, el pueblo de Abraham o de Yitsjaq? La respuesta más sencilla es que de Abraham surgieron varias naciones, lo mismo de Yitsjaq. Pero los hijos de Yaacob, a pesar de haber pasado por conflictos muy profundos, terminaron unidos. De ellos surgieron las doce tribus y un solo pueblo: Bené Israel.

«EL OTRO»

El segundo nombre es “hebreo” (ivri), que significa “el que viene del otro lado”, refiriéndose probablemente al otro lado del Éufrates, es decir, la Mesopotamia. Este término, que también tiene un significado cultural muy profundo,  aparece referido a Abraham, Yosef, Moshé y otros descendientes del pueblo judío. Los egipcios llamaban a los israelitas “hebreos”. Incluso en las cartas de El Amarna —documentos egipcios del siglo XIV a.e.c., los más antiguos fuera de la Torá que mencionan a nuestro pueblo— se los identifica como habiru («hebreos» en antiguo egipcio).

El tercer nombre, el más universal hoy, es Yehudí, y  aparece mucho más tarde. Tras la muerte del rey Shelomó, el reino de Israel se dividió en dos: el reino de Yehudá, con capital en Jerusalem, y el reino de Israel, también conocido como el reino de “las diez tribus”, con capital en Samaria o Shomerón. Cuando los asirios invadieron Samaria en el año 720 a.e.c., las diez tribus fueron destruidas y exiliadas. Solo sobrevivió el reino de Yehudá, que en español se llama Judea. Desde entonces fuimos conocidos como Yehudim, “judíos”. Así aparece en Meguilat Ester: Mordejai no es llamado hebreo ni israelita, sino Yehudí. Los griegos y los romanos también nos llamaron yehudim, y el territorio de Israel fue siempre conocido como Judea.

LA RAIZ DE YEHUDÍ

Pero hay algo más en este nombre. Aparte de su fascinante historia, el nombre Yehudí tiene un significado espiritual muy profundo. Y nació en un momento íntimo y especial que relata la parashá de esta semana, Vayetsé.

Yaacob llega a Jarán y se casa con Leá. Leá ya había tenido tres hijos, que era en cierta manera el número de hijos esperables. Recordemos que Sará tuvo un solo hijo y Rivká dos. Para Leá, tener tres hijos era la “evolución esperable” de la próxima matriarca. Pero, para su sorpresa y alegría, Leá da luz a un cuarto hijo y allí su alegría desbordó. En ese momento manifestó su sentimiento en palabras de agradecimiento a Dios. Leá declaró: “HaPaam odé et HaShem — Esta vez agradeceré a Dios” y así surgió el nombre Yehudá, que significa literalmente : «A Dios agradeceré».

La raíz de Yehuda es yod–dalet–he que es la raíz de la palabra hebrea moderna todá , gracias, y de la palabra hebrea modé , te agradezco.

Esta es la primera instancia registrada en la Torá en la cual alguien expresa verbalmente su agradecimiento a Dios. Esa emoción— quedó sellada para siempre en el nombre de su cuarto hijo. Y cada vez que Leá pronunciaba el nombre de su hijo, repetía su deseo y necesidad de agradecer a Dios por la gran bendición que había recibido de Él.

¿Qué significa entonces “Yehudí”, más allá de consideraciones históricas?

En un mundo donde la espiritualidad suele «activarse» solo en momentos de crisis, o conveniencia, donde nos olvidamos a diario del Creador aun cuando disfrutamos de Sus bendiciones, nuestro nombre propio YEHUDI nos debe recordar que la conexión más genuina con Dios debe ser una relación de “gracias”, cuando no hay urgencias ni angustias.

IDENTIDAD JUDÍA

En los Estados Unidos, Thanksgiving ocurre una vez al año. En el pueblo judío, la gratitud es un acto diario. Desde Leá, que llamó Yehudá a su hijo para agradecer a Dios, la identidad judía quedó vinculada orgánicamente a ese gesto.

Por eso, cada mañana, al abrir los ojos, la primera palabra que pronunciamos es modé, “Te agradezco [Dios]”: Modé aní lefaneja melej jai veqayán —“Te agradezco, Dios, por seguir con vida, por la oportunidad de este nuevo día que comienza”—.

La identidad de un Yehudí se define por este acto: comenzar el día con una palabra de agradecimiento a Dios.




HAGOMEL: ¿Cómo se dice en hebreo Thanksgiving?

“Cuatro deben agradecer: los que descienden al mar, los que caminan por desiertos, quien estuvo enfermo y sanó, y quien estuvo preso – y salió.”

( Berajot 54b )

Nuestros Sabios enseñaron que hay cuatro circunstancias específicas en las que debemos expresar públicamente nuestra gratitud a HaShem por habernos salvado de situaciones potencialmente peligrosas. Esta obligación se deriva de Tehilim (Salmo 107). En los tiempos del Bet-haMiqdash, esta expresión pública de agradecimiento se cumplía a través del qorban todá, la ofrenda de agradecimiento. Hoy, hasta que el Bet-haMiqdash sea reconstruido בביא, expresamos nuestra gratitud con una bendición especial conocida como HaGomel. El texto de esta bendición es:

“Bendito eres Tú, HaShem, nuestro Dios, Rey del universo, que otorgas favores a quienes están en deuda [contigo], y Tú me has concedido todo lo bueno.”

Profundicemos en el significado de esta Berajá. La frase “HaGomel lajayabim tobot” (“Que concede favores a quienes están en deuda”) refleja nuestra comprensión del equilibrio entre nuestras deudas y nuestros méritos frente a nuestro Creador. Reconocemos que recibimos constantemente innumerables bendiciones y favores de HaShem. Incluso si poseemos ciertos méritos (zekhut) que podrían darnos “crédito,” estos son insignificantes frente a la inmensa bondad y bendiciones que debemos a HaShem. Además, cuando consideramos nuestras transgresiones y faltas (aberot), que disminuyen nuestro mérito, vemos con más claridad que el hecho de que HaShem nos salve es un acto de pura bondad (hesed) que no merecíamos.

Por esta razón un niño menor de edad no recita HaGomel. A su edad, todavía no es plenamente responsable de sus acciones y transgresiones. Por lo tanto, no puede ser clasificado como “jayabim” (deudor), lo cual es central para el significado de la Berajá (Rab Ovadia Yosef).

¿Cuándo se recita HaGomel?

Recitamos esta Berajá cuando una persona ha salido ilesa de cualquiera de las cuatro situaciones consideradas típicamente peligrosas, mencionadas en Tehilim (Salmo 107):

a) Al ser liberado de prisión (en tiempos antiguos, de un calabozo).

b) Después de viajar con seguridad por el océano.

c) Al recuperarse de una enfermedad grave.

d) Después de cruzar con éxito un desierto.

En hebreo, existe un mnemotécnico para recordar estas cuatro situaciones: la palabra חיים (Hayyim, “vida,” que aquí significa “ileso”). Corresponde a las iniciales de חבוש (prisón), ים (océano), יסורין (sufrimientos, refiriéndose a enfermedad), y מדבר (desierto).

La traducción clásica al inglés que aparece en la mayoría de los Sidurim para las palabras Birkat haGomel es: “Blessing of Thanksgiving.”




Thanksgiving y el Rabino Sabato Morais

El Rab Sabato Morais (1823–1897), una de las figuras ortodoxas mas importantes de la America del siglo diecinueve, veia a los Estados Unidos como un lugar donde la vida judia podia florecer con dignidad y confianza. Nacido en Livorno, Italia, y criado en el orgulloso legado de la tradicion sefaradi-portuguesa, el Rab llego a Filadelfia en 1851 para dirigir la Congregacion Mikveh Israel, la historica sinagoga fundada en la epoca colonial. Desde su primer año en America, el Rab comprendio algo profundo: Thanksgiving no era solo una costumbre americana, sino tambien un momento profundamente judio.

Para el Rab Morais, Thanksgiving representaba una celebracion americana que invitaba a los judios a pararse con orgullo junto a sus compatriotas americanos y agradecer a Dios por las bendiciones de libertad, paz y oportunidad. Lo describio como “un feriado nacional que conecta al pueblo judio con su pais y con sus compatriotas americanos, sin distincion de credo”.

El 27 de noviembre de 1851, poco despues de comenzar su larga carrera en Mikveh Israel, el Rab pronuncio un sermón de Thanksgiving que luego fue publicado en The Asmonean (החשמונאי), uno de los primeros periodicos judios americanos. Las siguientes selecciones muestran cuan naturalmente el Rab Morais integro la fe judia con la gratitud civica americana:

“…En el dia que los habitantes de esta tierra han apartado para el Señor, que no se halle a Israel reacio en responder al llamado religioso. Es cierto, no nos reunimos para conmemorar un evento peculiar a nosotros, y sin embargo, aun como miembros de la casa de Yaakov, la presente ocasion debe suscitar nuestros mas profundos sentimientos de gratitud hacia Dios, nuestro benefactor… Todo a nuestro alrededor brilla con alegria… La invaluable bendicion de la abundancia ha sido derramada sobre nosotros y nosotros y nuestros hijos cosechamos sus beneficios…”

El Rab se vuelve entonces a la experiencia judia americana, describiendola con conviccion y esperanza:

“Casi un siglo ha transcurrido desde que los hijos dispersos de Yehuda encontraron aqui un hogar de seguridad y paz; aqui han prosperado y adquirido riqueza; ningun adversario interno jamas los ha molestado, ni la vara de la tirania ha alcanzado estas costas… aqui solo tienen que probarse dignos y se elevaran tan alto como pueda aspirar cualquier hombre libre… el campo ilimitado del conocimiento no esta cerrado para ustedes… sin impedimentos en el ejercicio de sus deberes religiosos… ustedes no son meramente tolerados, sino considerados con respeto; pues ustedes tambien forman parte del glorioso conjunto que constituye la Republica Americana.”

Para el Rab Morais, este era el mensaje central: la identidad judia y la identidad americana no estan en conflicto. Un judio puede estar completamente comprometido con la Tora, completamente comprometido con la comunidad de Israel y completamente comprometido con los Estados Unidos, sin contradiccion. El Rab creia que las libertades de America no eran solo dones politicos, sino tambien oportunidades religiosas.

En la seccion final del sermón, el Rab ofrecio una plegaria al Dios del Universo, “Ribbono shel Olam”, el Soberano de todas las eras:

“Bendice este pais, a este pueblo, sus hogares, sus campos, su comercio… mantiene entre ellos la armonia de sentimientos, la hermandad indisoluble y la unidad de fuerza… Bendice a todos ellos, de cualquier nacion o credo, que en este dia como nosotros se han reunido para agradecer tu bondad abundante… Sobre sus viejos y sus jovenes… sobre sus escuelas y maestros, despliega, Oh Dios, el pabellon de tu paz…”

Esta plegaria capta toda la vision del Rab: que America permanezca unida, en paz, moralmente fuerte y agradecida a Dios. Que los judios contribuyan a esa mision nacional no desde los margenes, sino desde adentro, abiertamente, con orgullo y con fidelidad.

Para el Rab Morais, desde las primeras generaciones de la vida judia americana, los judios han encontrado en este pais no solo seguridad, sino un hogar donde pueden elevar sus voces en agradecimiento a Dios junto a sus conciudadanos.

La copia sobreviviente del sermón es especialmente valiosa. El Rab Morais la recorto del periodico y la coloco en su cuaderno personal. Alli, a lapiz, corrigio y refino el texto, revelando cuan cuidadosamente el Rab moldeaba sus palabras y cuanto valoraba este mensaje de gratitud judeo-americana.




THANKSGIVING: Una perspectiva sefaradí-norteamericana

Los judíos sefaradíes, los primeros judíos en llegar a América a mediados del siglo XVII, se establecieron inicialmente en Nueva York, entonces conocida como New Amsterdam. En los Estados Unidos desarrollaron un enfoque claro y coherente hacia Thanksgiving, viéndolo como un día cívico que podía celebrarse a través de expresiones judías de gratitud. Desde el comienzo de la historia judía americana, los líderes sefaradíes enmarcaron Thanksgiving como una oportunidad para Hakarat HaTov, agradeciendo a Dios por las libertades y protecciones de los Estados Unidos.

Esta historia comienza en 1789, cuando el presidente George Washington proclamó el primer Día Nacional de Thanksgiving. El rabino Gershom Mendes Seixas —el primer rabino nacido en los Estados Unidos y el Rabino y Jazán de la Congregación Shearith Israel, “La Sinagoga Española y Portuguesa”, fundada en 1654— animó a su comunidad a participar. Los judíos se reunieron en la sinagoga en la mañana de Thanksgiving para ofrecer oraciones de agradecimiento, estableciendo un precedente para integrar esta festividad en la vida judía.

A lo largo del siglo XIX y principios del siglo XX, destacados rabinos sefaradíes reforzaron este camino. El rabino Sabato Morais (ver aquí) y el rabino Henry Pereira Mendes (1852–1937) —fundador y posteriormente presidente de la OU, la Unión Ortodoxa, y uno de los primeros maestros en Yeshiva University— apoyaron públicamente la observancia de Thanksgiving dentro de un marco judío. Más tarde, el rabino David de Sola Pool continuó la celebración de Thanksgiving. Sirviendo por casi medio siglo, el rabino de Sola Pool formalizó esta práctica componiendo una Minjat Todá, una liturgia estructurada de alabanza y gratitud, utilizando textos judíos tradicionales sin crear una nueva festividad religiosa.

En las últimas décadas, la mayoría de los judíos ortodoxos modernos celebran Thanksgiving en casa. Las familias sefaradíes se reúnen con sus parientes, comparten una comida festiva y expresan gratitud por las libertades y oportunidades de los Estados Unidos.

La Congregación Shearith Israel, donde muchas de estas prácticas fueron moldeadas, continúa esta tradición histórica hasta el día de hoy.

Como registra su sitio web:

“La Congregación Shearith Israel ha estado realizando servicios de Thanksgiving desde que el presidente George Washington declaró esta festividad por primera vez en 1789. Los judíos participaron junto con otros estadounidenses en la lucha por establecer a los Estados Unidos como un país independiente. En nuestros servicios en la mañana de Thanksgiving, recitamos varios capítulos de los Salmos —partes del Halel— al concluir las oraciones matutinas. También recitamos las oraciones por los gobiernos de los Estados Unidos y de Israel.”




El origen judío de Thanksgiving

Hoy es un día feriado en los Estados Unidos. Se llama “Thanksgiving”, que en español significa: «agradecimiento» (la traducción «acción de gracias» no es literal, y realmente, confunde). La gente no trabaja y por lo general las familias americanas se reúnen y celebran … comiendo pavo.
Hace varios años que escribo en inglés sobre la opinión de los Rabbanim respecto a la participación de los Yehudim en esta celebración y publico el presente artículo en español, ya que gracias a la globalización, este feriado es conocido el día de hoy en todo el mundo.
Si bien la celebración de Navidad o Halloween está estrictamente prohibida para los judíos, la participación en la celebración de Thanksgiving es un tema discutido en el mundo judío Ashekenazí. En un artículo titulado «¿Es el Día de Thanksgiving Kosher?» un rabino de Atlanta, GA, Michael Broyde, examinó las posiciones Halájicas de tres Rabbanim sobre este tema: 1. La del Rab Yitzhak Hutner, quien dictaminó que estaría prohibido para los judíos participar o celebrar esta festividad gentil. 2. La del Rab Yosef Soloveitchik, que lo considera como una festividad secular y permite su celebración (esto es: comer pavo), y 3. La del Rab Moshe Feinstein, que permite consumir pavo, pero prohíbe cualquier otro tipo de celebración. Muchos judíos ortodoxos celebran este día y otros no. Y cabe destacar que este NO es un tema controversial que divide a la comunidad judía local o algo así. Creo que todos celebran de una u otra manera de uno de los pocos feriados largos de este país….
Quisiera aportar un poco más de información respecto a la fascinante historia de Thanksgiving.
1. ¿CELEBRACIÓN SECULAR O RELIGIOSA?
En 1789, el presidente George Washington emitió un decreto diciendo que el jueves 26 de noviembre de ese año «sea consagrado por el pueblo de estos Estados al servicio de ese gran y glorioso Ser [Dios] que es el autor benéfico de todo lo bueno que fue, que es y que será, para que todos podamos unirnos a rendirle nuestro sincero y humilde agradecimiento por Su gran cuidado y protección hacia la gente de este país, previo a su devenir en una nación.»
La razón original de Thanksgiving es el agradecimiento a DIOS, por Su generosidad y Sus favores. Y creo entonces que en lugar de traducir Thanksgiving como “Día de acción de Gracias” (una traducción que confunde) y viendo como fue presentado por George Washington, Thanksgiving se debería llamar “Día de agradecimiento a Dios” (Cabe destacar que George Washington, y los fundadores de este país, que eran protestantes, no invocaban a Yeshu, como hacen los católicos, sino directamente a Dios, el Dios de la Biblia Hebrea o según ellos: «El antiguo Testamento»).
2. LOS PRIMEROS JUDÍOS EN EEUU
Los judíos Sefaradim fueron los primeros en llegar a este país en 1654.
Y en 1789 los judíos de la Congregación Sefaradí Sheerith Israel de Nueva York, liderados por el Rab Gershom Mendes Seixas, el primer rabino nacido en los Estados Unidos, se unieron a la celebración de Thanksgiving. El Rab Mendes Seixas, muy allegado a Washington, escribió lo siguiente:
“Nosotros los judíos hemos sido declarados por este gobierno como ciudadanos con los mismos derechos que todos los demás [algo que en ese momento NO existía en ningún otro lugar del mundo. YB]. No tenemos suficientes palabras para agradecerle al Dios de nuestros padres por todos los beneficios que resultan de este buen gobierno… y tampoco podemos expresar de manera suficiente nuestro reconocimiento por Su benévola generosidad, en lo bueno que Él hace en favor de los habitantes de esta tierra».
“La Sinagoga Española y Portuguesa”, fundada en 1654— animó a su comunidad a participar. Los judíos se reunieron en la sinagoga en la mañana de Thanksgiving para ofrecer oraciones de agradecimiento, estableciendo un precedente para integrar esta festividad en la vida judía. A lo largo del siglo XIX y principios del siglo XX, destacados rabinos sefaradíes reforzaron este camino. El rabino Sabato Morais (ver aquí) y el rabino Henry Pereira Mendes (1852–1937) —fundador y posteriormente presidente de la OU, la Unión Ortodoxa, y uno de los primeros maestros en Yeshiva University— apoyaron públicamente la observancia de Thanksgiving dentro de un marco judío. Más tarde, el rabino David de Sola Pool continuó la celebración de Thanksgiving. Sirviendo por casi medio siglo, el rabino de Sola Pool formalizó esta práctica componiendo una Minjat Todá, una liturgia estructurada de alabanza y gratitud, utilizando textos judíos tradicionales sin crear una nueva festividad religiosa.
La introducción de Tefilot especiales para la celebración de Thanksgiving, con Salmos y plegarias pidiendo que HaShem  proteja al presidente y a los funcionarios del gobierno Norteamericano continuó por mucho tiempo, especialmente en esta primera Sinagoga que existe hasta nuestros días. En este link se puede ver la Tefilá compuesta en 1945 para esta ocasión.
3. NUEVA INFORMACIÓN
Recientemente, se ha descubierto un nuevo material histórico que demuestra las raíces judías de Thanksgiving. En su libro “Making Haste From Babylon” el historiador Nick Bunker revela un elemento de particular importancia . Los peregrinos del icónico barco Mayflower, esos primeros pioneros que llegaron a los Estados Unidos huyendo de la persecución en Inglaterra, traían con ellos su principal fuente de inspiración religiosa: la Biblia. Se sabe que una edición particular de la Biblia, publicada en 1618, estuvo en posesión de William Bradford, quien más tarde se desempeñaría como gobernador de la primera colonia americana “Plymouth”. Y esta edición de la Biblia fue complementada con anotaciones manuscritas de un erudito puritano llamado Henry Ainsworth (1571-1622). Poco después de tocar tierra en noviembre de 1620, Bradford invitó a los recién llegados a agradecer a Dios luego del peligroso viaje que los trajo a América, y en esa ocasión recitaron el Salmo 107 (que es el Mizmor de Tehilim que nosotros recitamos en Pésaj!). Curiosamente, en sus anotaciones al versículo 32 de ese Salmo dice:
“De este Salmo, y de este verso los Hebreos tienen la siguiente ley: ‘Cuatro individuos deben agradecer (a Dios): el enfermo, cuando se haya sanado; el prisionero cuando es liberado de su yugo; los que descienden al mar [navegan], cuando arriban (a la tierra); y los viajeros [que caminan por zonas desiertas] cuando llegan a la tierra habitada. Y deben hacer este agradecimiento delante de diez hombres, y dos de ellos deben ser Sabio. Y la manera de agradecer y bendecir es así: la persona se pone de pie en público y bendice al Señor diciendo: [Bendito eres Tú, HaShem, nuestro Dios, Rey eterno, que generosamente concede [Sus] buenos favores, aún con aquellos que pecan, etc. Maimónides, en Mishne Torá, Trat. de bendiciones, cap. 10, secc. 8.»
Si este texto les parece familiar a los judíos versados en la ley judía, es porque Ainsworth «copió» en inglés una Halajá del libro de Maimónides, Mishné Torá (Hiljot Berajot, 10:8) que prescribe las cuatro circunstancias en las que se deben recitar la Berajá «ha-gomel”, la bendición de «agradecimiento» después de haber salido ileso de una situación peligrosa y arriesgada. Estas cuatro instancias están definidas justamente en el Salmo 107.
Bradford comparó la llegada de los peregrinos a América con los judíos que cruzaron el desierto y llegaron a Israel. “Los viajeros que caminan [en el desierto], y llegan [sanos y salvos] a la tierra habitada», uno de los cuatro escenarios que requieren la plegaria de «agradecimiento» o «Thanksgiving».
Bunker argumenta que la primera plegaria que recitaron los peregrinos norteamericanos al arribar al Nuevo Mundo tuvo sus orígenes en una práctica claramente judía. Y considera que fue este servicio religioso el que dio su origen al «Thanksgiving» original.