El libro de Yoná se lee en el día de Kippur, por la tarde, en la oración de Minjá. Y fue elegido por nuestros Sabios para esa ocasión, porque la historia de Yoná tiene que ver con la idea de la Teshubá, el arrepentimiento. Creo que también es apropiado estudiar el libro de Yoná durante el mes de Elul, ya que el texto menciona que HaShem concedió a los habitantes de Nínive 40 días -el mismo lapso de tiempo desde el principio Elul hasta Yom Kipur– para arrepentirse y rectificar su comportamiento.
INTRODUCCION
ויהי דבר־ה‘ אל־יונה בן־אמתי לאמר
El profeta Yoná vivió alrededor del año 800-780 antes de la era común, en la época del rey Yerob‘am ben Yoash. Residía en el reino de Israel (también conocido como «las 10 tribus», que un siglo antes se separó del reino de la tribu de Yehudá). La capital del reino de Israel era la ciudad de Shomrón.
La situación en el reino de Israel no era muy buena desde el punto de vista religioso. Los reyes de Israel, en su afán por alcanzar un mayor éxito comercial y militar, hicieron alianzas con pueblos vecinos, como los fenicios de Sidón (el Líbano de hoy). Estas alianzas tuvieron un impacto cultural y religioso muy negativo. El rey Ajab, por ejemplo, se casó con la princesa fenicia Izebel, para fortalecer esa alianza, pero la reina fenicia popularizó en Israel el culto al ídolo Ba’al y trajo a Israel niveles de criminalidad que en su nación eran comunes, pero en Israel eran impensables. HaShem envió muchos profetas para advertir al reino de Israel y a sus líderes acerca de sus malas acciones. Por ejemplo, a Eliyahu haNabi o a su discípulo, Elishá. El profeta Yoná pertenece a esta misma prestigiosa «escuela» de profetas. Sin embargo, y a diferencia de Eliyahu o Elishá, cuando Dios le habla a Yoná, no le pide que profetice a su pueblo.
קום לך אל נינוה העיר הגדולה. «Y ahora levantate y encaminate a Nínive, la gran metropolis» HaShem le pide a Yoná que vaya a Nínive, una ciudad no-judía, y que una vez allí le comunique Su palabra a sus habitantes.
LA CIUDAD MÁS GRANDE DEL MUNDO
Nínive (en hebreo Ninevé) se encontraba a las orillas del río Tigris, donde hoy está Mosul, en Iraq. Nínive no era una ciudad común. Fue la capital del primer imperio en la historia, Asiria, que en el momento del profeta Yoná estaba en su mayor apogeo. Hay algo más sobre Nínive: el texto llama a Nínive «ha‘ir haguedola«, «la» gran ciudad. Sabemos que Ninevé era una gran ciudad (‘ir guedolá) ya que llevaba 3 días recorrerla a pie. Pero, ¿qué significa el énfasis «la» gran ciudad? Hoy, gracias a los descubrimientos arqueológicos modernos, que confirman una y otra vez todo lo que afirma nuestra Torá, podemos comprender mejor el significado de esta expresión. Ver este artículo de Ashley Cowie, titulado: «10 de agosto de 612 a.e.c.: La caída de la ciudad más grande del mundo» Ninevé tenía un área ¡de más de 7 km cuadrados!. Para comparar recordemos que la antigua Ciudad de Jerusalem, por ejemplo, tenía un área de 0.9 kilómetros cuadrados, y Shomrón, que era más grande que Jerusalem, tenía alrededor de 1.5 kilómetros cuadrados. Además, Ninevé era una megaciudad en términos de su población, como se menciona al final del libro. La expresión hebrea hair haguedola no significa simplemente «una gran ciudad» sino «la ciudad más grande o más importante» del mundo. HaShem no envió a Yona a denunciar la corrupción a un pueblo pequeño. HaShem lo envió a una Nueva York (o Ciudad de México, o Buenos Aires) de aquella época.
LA CIUDAD MÁS CORRUPTA DEL MUNDO
וקרא עליה כי עלתה רעתם לפני
Y en esa gran e intimidante metrópoli, el profeta judío fue enviado por Dios para denunciar en voz alta sus actos de corrupción y advertirles que Dios ya no estaba dispuesto a ignorar y tolerar sus malas acciones.
¿Qué estaban haciendo mal los habitantes de Nínive? Como veremos más adelante en el capítulo 3, el texto habla de jamás. En hebreo bíblico la palabra jamás significa «corrupción»: robo, soborno, abuso, impunidad, etc. La Torá usa esta palabra tan pesada para describir los crímenes cometidos por la generación que mereció ser borrada con el diluvio. Nuestros rabinos observaron que estas expresiones usadas tanto aquí como en el capítulo 3 con respecto a la iniquidad de Nínive (‘aleta ra‘atam, nehepejet, etc.) también nos recuerdan las expresiones usadas por la Torá en la historia de Sodoma y Gomorra. Estas sutiles referencias no dejan lugar a dudas sobre la intención Divina: Nínive, como la civilización humana en el momento del diluvio, o Sodoma y Gomorra en el tiempo de Abraham, merecía ser destruida y borrada del mapa. Ahora podemos entender mejor para qué Dios envía a Yoná a Nínive.
El profeta de Israel tenía que ir a esta metrópoli para denunciar públicamente el estado general de corrupción, transmitir la advertencia Divina y evitar así su destrucción. Yoná tenía que advertir a los habitantes de Nínive que si no se arrepentían, la ciudad sería destruida.
Esta era la misión imposible del profeta Yoná.