jueves, noviembre 21, 2024
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TEHILIM # 5. Tres tipos de Tefilá

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אמרי האזינה ה’ , בינה הגיגי

Al igual que Israel hoy, David HaMélej tenía muchos enemigos. Prácticamente en todas las fronteras de su reino. David luchó contra los sirios en el Norte y contra de los moabitas en el Este (Jordania). Pero el mayor peligro venía del Oeste. De los filisteos, que vivían en Gaza. La palabra filisteos o pelishtim significa  «invasores». Los filisteos son llamados por los historiadores «Los pueblos del mar». No tenían ninguna cultura o etnia en particular. Eran un mixto de varias civilizaciones muy primitivas que venían, principalmente de las islas del Mediterráneo (Chipre, Sicilia, Creta) y que se unieron entre sí para colonizar el Medio Oriente. Llegaron con sus esposas e hijos, porque venían a conquistar y establecerse. Eran extremadamente salvajes y peligrosos. Y destruyeron muchos imperios y civilizaciones. Los hititas, los minoicos, los micénicos, los troyanos y muchas otras civilizaciones desaparecieron en manos de los «pueblos del Mar».

David sabía que, al igual que hoy, Israel no podía permitirse el lujo de perder una batalla. Para Israel las guerras no se ganan para obtener la victoria sino para sobrevivir. Toda guerra que Israel enfrenta es una guerra existencial.

David también sabía que aunque el enemigo es, a diferencia de nosotros, sediento de sangre, y más numeroso, HaShem está de nuestro lado. Y en este Mizmor David pide la ayuda de Dios para derrotar a sus enemigos.

David menciona en este salmo «la mañana» (5: 4), al parecer porque el ejército y el rey se preparaban para la batalla por la mañana. Y es posible que este Mizmor fuera recitado como una de las Tefilot que el rey y sus soldados rezaban por la mañana antes de ir a la guerra.

En este Mizmor David ora a HaShem y le pide que lo proteja de sus enemigos, a los que describe (5:10) como malvados y falsos.

Para mí, la parte más emocionante de este salmo es cuando  David menciona tres tipos diferentes de oraciones.

El primer tipo de oración es «amarai», mis palabras. Esta es la oración normal, que se dice con palabras. Una oración calma. Probablemente la oración que el rey David y su ejército decían antes de la batalla, cuando uno es capaz de transmitir sus sentimientos con palabras inteligibles.

El segundo tipo de plegaria es «hagigí», mis pensamientos no articulados. David HaMelej reconoce que a veces, en situaciones desesperadas como en el medio de la batalla, las palabras no podrán salir de nuestras bocas. Todo lo que queda son nuestros pensamientos crudos, inexpresados y quizás caóticos. David le está pidiendo a HaShem que lo escuche y le preste atención, cuando David nos sea capaz de orar con palabras. Anticipándose a esos tiempos difíciles, David HaMelej le pide a HaShem que si él no pudiera articular sus oraciones, que HaShem igual lo «comprenda, haciendo inteligible» sus pensamientos. (En realidad las palabras «biná haguiguí» se podría explicar como si alguien le pide a HaShem que «interprete y descifre sus pensamientos!». Yo me imagino que es el mismo sentimiento de alguien que va a ser operado, y no sabe si después de su operación va a poder rezar normalmente, con palabras. Entonces, antes de entrar al quirófano le pide a HaShem que aunque depuse de su operación él no pueda rezar con palabras, que HaShem por favor, «descifre» sus pensamientos, los traduzca y los considere como una plegaria normal.)

El tercer tipo de oración es «shav’i», mi clamor o llanto. El llanto es una señal de desesperación y tristeza. Cuando el pueblo de Israel estaba esclavizado en Egipto, sufriendo las miserias de la esclavitud, la Torá dice que su clamor llegó a Dios. El llanto es la forma en que una persona se acerca a HaShem cuando sufre dolor y angustia. Delante de Dios, David haMélej no se ve a sí mismo como un invencible Hércules, sino como un Yehudí vulnerable. Reconociendo que en todo momento está a merced de HaShem.

Las Tefilot de David haMélej no venían sólo de sus labios, sino desde lo más profundo de su corazón. A veces se expresaban con palabras o con puro sentimientos. Y a veces, David haMelej rezaba con lágrimas.

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