El Himno Nacional Judío

Todas las naciones del mundo tienen sus himnos. Se entonan en ceremonias solemnes, celebraciones patrióticas o competencias deportivas. Cada himno tiene su propio estilo y mensaje, pero la mayoría comparten un tema central: la libertad. Esto es especialmente cierto en aquellos países que se liberaron de monarquías tiránicas. En Estados Unidos se canta a “la tierra de los libres”. El himno argentino inicia con un poderoso “¡Libertad, libertad, libertad!”. El de Francia proclama: “Liberté, liberté chérie, combats avec tes défenseurs” (Libertad, libertad querida, combate junto a tus defensores). Y el de Uruguay afirma: “Libertad o con gloria morir”.

Pero miles de años antes de que estos himnos fueran compuestos, el pueblo judío ya tenía el suyo. Un cántico que surgió espontáneamente de un pueblo que acababa de ser liberado de la esclavitud: Shirat Hayam.

El canto de la libertad

En el séptimo día de Pésaj conmemoramos el milagroso cruce del mar. En ese momento, al ver a sus opresores derrotados y sus cuerpos sin vida en la orilla, el pueblo de Israel se inspiró (shareta alehem ruaj haqodesh) y rompió en un canto colectivo. No fue una plegaria individual ni un poema escrito por un líder carismático. Fue una expresión nacional espontánea en la que, irónicamente, cada uno pronunciaba individualmente las mismas palabras: “Ashirá laShem ki gaó gaá” – “Cantaré a Hashem, pues [he visto que] se ha engrandecido por encima de los soberbios”.

Este es el primer cántico del pueblo judío como nación libre. No solo canta la victoria sobre el enemigo, sino que celebra la libertad recién obtenida —lo que en hebreo se llama gueulá o yeshuá — de una manera muy especial. Veamos.

La cultura judía

Shirat Hayam no glorifica generales ni celebra estrategas militares. La victoria no se atribuye a un ejército ni a un líder humano. Tal como afirmamos en la Hagadá de Pésaj: “Ani velo malaj” – fue Dios mismo quien intervino directamente en la salida de Egipto. Y lo mismo ocurrió en la apertura del mar.

Este himno es una declaración de Emuná, reconociendo que solo Hashem es el responsable de la salvación del pueblo. Es un acto de atribución total: el poder de redimir y liberar pertenece exclusivamente a Dios.

Además, anticipa el impacto que esta intervención Divina tendrá en las naciones de Canaán, a quienes pronto los judíos deberán enfrentar y conquistar. El canto afirma que los pueblos de Canaán —e incluso los invasores que tratan de llegar desde el mar— oirán sobre este milagro, reconocerán la mano de Hashem, temblarán y se rendirán ante el poder de Dios, como ocurrió con Rajab en Yerijó. Este hermoso canto no solo narra el pasado, sino que también proyecta el futuro.

Elecciones libres

La culminación del himno no es menos extraordinaria. Es una proclamación sin precedentes: “Hashem imlokh leolam va’ed” – “Hashem reinará por siempre jamás”.

Esta declaración significa que, al quedar libres del Faraón, el pueblo judío elige por voluntad propia a HaShem como su único Rey.

Los judíos no pasamos de la esclavitud al caos ni a la anarquía. En el mismo instante en que proclamamos el fin de la opresión, aceptamos —más bien, requerimos — que Dios sea nuestro Soberano, y nos comprometemos a servir y obedecer únicamente al Creador.

Es una elección absolutamente libre, espiritual ¡y política! No hay en la historia universal —ni en la literatura humana— un momento tan cargado de solemnidad y compromiso.

El himno nacional

Shirat Hayam tiene todos los elementos de un himno nacional, y mucho más:

  • Nace en el instante mismo de la liberación.
  • Une a toda la nación en un mismo canto, con un mismo contenido.
  • Celebra la victoria, proclama la libertad y proyecta el futuro, con atribución total a Dios.
  • Reafirma los valores nacionales del pueblo: Emuná y sumisión a Dios.

Shirat Hayam es un cántico nacido de la ruptura de las cadenas de la esclavitud, que se eleva hacia la aceptación de Dios como única autoridad legítima.

Y, como todo himno nacional, se repite y se recuerda. En este caso, todos los días. Shirat Hayam forma parte de nuestra Tefilá matinal. Y en el séptimo día de Pésaj, se recita con especial solemnidad, evocando el cruce del mar.

¿Cómo recitar Shirat Hayam?

En la comunidad de Agudat Dodim de Buenos Aires, el séptimo día de Pésaj se vivía de una manera única. Recuerdo al señor David Soae z”l, cuya energía contagiosa llenaba el Kinis en las primeras luces del amanecer. Su intención era clara: hacernos sentir como si realmente estuviéramos cruzando el mar. Con gestos decididos nos invitaba a entrar al agua y a sentir los pies mojados. Entonces, don David se arremangaba los pantalones con solemnidad y, con una expresión de asombro en el rostro, y elevando sus manos, fingía ver el mar abrirse ante sus ojos. Daba unos pasos hacia adelante, como caminando con enorme sorpresa sobre el lecho seco del océano, y miraba a su derecha y a su izquierda las columnas transparentes del mar y nos mostraba a los peces, a los tiburones y a las ballenas nadando a su lado, como si estuviera en un enorme acuario submarino. Y señalaba con su índice diciendo “Ze Eli ve-anvehu” y afirmaba que todos los presentes —incluso hasta los niños en el vientre materno– podían identificar en ese momento y en ese lugar la Presencia de Boré Olam.

Transportados al Yam Suf por su teatralizada visualización, cantábamos la Shirá con una alegría desbordante, y quienes se concentraban con verdadera kavaná sentíamos «físicamente» la brisa marina en nuestras caras y el olor salado del mar. 🙂

JAG SAMEAJ

Rab Yosef Bitton

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¿Y Hatikva?

Una nota importante: Hatikva, el himno nacional moderno del Estado de Israel, también expresa un poderoso mensaje. No habla de la libertad sino del anhelo y la esperanza milenaria del pueblo judío de regresar a Israel y a su capital Yerushalayim, y vivir allí como nación libre (am jofshi) y soberana: que es una de las características de los tiempos mesiánicos.