jueves, marzo 6, 2025
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MEGUILAT ESTER – QUINTO CAPITULO

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VERSICULO 1- 4

Luego de haber ayunado —y rezado—por tres días, Ester se vistió con su vestimenta real. Se acercó a la corte del rey  y accedió a la sala interior del palacio, frente al trono. El acceso a este perímetro estaba prohibido y aquellos que ingresaban sin ser citados por el rey eran ejecutados.

El rey estaba sentado en su trono real, y vio a la reina Ester de pie muy cerca de él. Ester halló gracia ante sus ojos. Es decir, lejos de que el rey pensara que Ester representaba un peligro para su seguridad, al rey le gustó ver a Ester y extendió hacia ella su cetro para evitar que fuera ejecutada. Con esto, Ester alcanzó su primer objetivo: llamar la atención del rey: tener una comunicación con él y no morir en el intento. Como era de esperar, el rey le preguntó a Ester por qué había arriesgado su vida para verlo.  “¿Qué te trae por aquí, reina Ester? ¿Cuál es tu petición? Y le hace una elegante oferta de cortesía, “Pídeme lo que quieras, incluso la mitad de mi reino, y te lo concederé”.

Lo más lógico hubiera sido que Ester, en ese momento, le contara al rey por qué quería verlo: «Estoy aquí para pedir por mi pueblo, que va a ser ejecutado y quiero solicitarte que los salves». Sin embargo, Ester no lo hizo. Sabía que solo tenía una oportunidad y no quería desperdiciarla. Si Ester le hubiera revelado el rey su petición, quizás el rey le hubiera dicho que él no dejaría que le pase nada malo a ella y a su familia, pero que el resto ¡es un tema de estado! un asunto político, reservado para los hombres.

Aparte, Ester no dijo nada en ese momento porque tenía planeado evitar ese posible argumento del rey —“no te metas en asuntos de estado”— creando de la nada un conflicto “personal” entre el rey y Hamán.

Ester le respondió al rey que su único pedido era que el rey asistiera esa misma noche a un banquete, un encuentro personal, menos oficial, donde le revelará su petición.  Pero Ester sorprende al rey pidiéndole que junto con él, ¡venga Hamán!   El rey tiene que haber quedado perplejo: ¿para qué traer a una cena íntima un tercero en discordia?  Esto ya generaba una gran confusión en el rey. Y sospechas. “¿De quien habrá sido la idea de esta cena para tres? ¿Qué interés puede tener Ester? ¡La idea tiene que haber sido de Hamán! Que convenció a la reina a arriesgar su vida por él!”  Este punto, de quién fue la idea del banquete, queda más enfatizado cuando Ester dice: —“Si le place al rey, que venga hoy el rey con Hamán al banquete que he preparado para él”, es decir, para Hamán, porque no utiliza las palabras  “ para el rey”, como usualmente se expresa la Meguilá .

La trampa psicológica estaba tendida.

VERSICULO 5 – 8

Y el rey y Hamán fueron al banquete que había preparado Ester.  Durante el banquete, entre copas,  el rey le pregunta a Ester:
—“Dime, ¿cuál es tu deseo y te será concedido, cuál es tu petición? Me puedes pedir hasta la mitad del reino que te lo concederé”.

La respuesta de Ester es muy misteriosa:
“Mi deseo y mi petición son los siguientes”. Y aquí el texto sorprendentemente se detiene. Como si Ester estaba a punto de decirle al rey lo que quería, pero a último momento no pudo hacerlo. Quizás tuvo miedo. No era para menos porque esa conversación determinaría la supervivencia o el exterminio del pueblo judío.

Ester lo deja para mañana. “Si soy favorable a los ojos del rey y si al rey le place conceder mi deseo y atender mi petición, que el rey y Hamán vengan mañana al banquete que les voy a preparar; y allí haré lo que el rey me pide.”

El rey estaba inquieto, confundido. “¿Para qué otra cena?¿Qué quiere Ester? ¿Qué está planeando junto con Hamán?». Su descontento se nota en su silencio. El texto no menciona ninguna respuesta del rey al pedido de Ester.

VERSICULO 9 – 14

Quien sí estaba contento era Hamán.
«Hamán salió contento y con el corazón alegre. Pero cuando vio a Mordejai sentado a la puerta del palacio y que este no se levantó ni mostró respeto ante él, Hamán se llenó de furia contra él».

Hamán venía de un banquete donde él y el rey estaban en igualdad de condiciones. Su autoestima y arrogancia haba alcanzado su punto más alto. Y entonces vio a Mordejai, el Yehudí: la única persona del imperio no se arrodillaba ante él.  Y se lleno de furia.   Pero se contuvo y fue a su casa. Mandó llamar a sus amigos y a su esposa Zéresh, para hacer una especia de catarsis.  Se vanaglorió de su inmensa riqueza, de sus numerosos y leales hijos, y de su cargo en la corte real: el rey lo había elevado por encima de todos los ministros y asistentes del rey.

«Y lo que es más», agregó Hamán, hoy «la reina Ester preparó un banquete y solo invitó al rey y a mí. Y también mañana estoy invitado por ella junto con el rey».

Y aquí su tremenda confesión: ”Pero todo esto no vale de nada para mí cada vez que veo a Mordejai, el judío,  sentado en la puerta del palacio”, que ni siquiera se pone de pie ante mi.

Entonces su esposa Zéresh y todos sus amigos le dijeron. No hace falta que esperes hasta el 13 de Adar para deshacerte de él.”Ordena que se erija un poste de 25 metros de altura y por la mañana pídele al rey que ordene empalar a Mordejai y luego, podrás ir feliz y satisfecho al banquete con el rey».

¿Por qué Hamán no había matado a Mordejai hasta ese momento? Porque la mega-venganza de Hamán consistía en que Mordejai sufra por meses de culpa ante el inminente genocidio de su pueblo que él había causado. Pero ahora, se decidió que, para su propia salud mental, era una buena idea no esperar para ejecutarlo y mandó a preparar un alto poste para el empalamiento de Mordejai.

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