martes, marzo 4, 2025
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MEGUILAT ESTER – CAPITULO CUATRO

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VERSICULO 1 – 4

Mordejai se enteró del nuevo decreto que condenaba al pueblo judío a la exterminación.  Al recibir la terrible noticia, rasgó sus vestiduras y se vistió de arpillera (tela de costal) y ceniza, señales de duelo tanto en el pueblo judío como entre los gentiles, tal como lo vimos en la ciudad de Ninevé (Libro de Yoná).

Mordejai sabe que la única persona que puede tener acceso al rey es, justamente, su sobrina e hija adoptiva, la reina Ester. También sabe que esta relación familiar es un secreto que nadie puede saber. Por eso, Mordejai no puede comunicarse directamente con Ester.  Entonces, sale a la ciudad clamando con gran amargura por la tragedia inminente y llega frente al palacio con la intención de llamar la atención de Ester y de toda la corte para que no pasara desapercibido el decreto de Hamán. Parte del plan de Hamán era que en Shushán no se supiera que las víctimas serían los judíos, para que el rey —y ningún miembro de la corte que pudiera influir en el rey —se llegara a enterar .  Mordejai no ingresa con su ropa de duelo al palacio, ya que estaba prohibido entrar así a la corte del rey.

A todo esto, en cada ciudad donde se recibía la noticia de que los judíos iban a ser exterminados —desde las colonias judías en la India hasta la comunidad judía de Yerushalayim — hubo una gran conmoción entre los judíos, con ayunos, llantos, lamentaciones y rezos. Muchos vestían arpillera y ceniza en señal de duelo aflicción.

Las damas de compañía de Ester y sus sirvientes le informaron a la reina que Mordejai estaba semidesnudo frente al palacio. El pasaje anterior nos revela que los judíos se habían vestido de luto y nos aclara así que Mordejai estaba «vestido de judío”.

Ester, que no tenia idea del decreto de Hamán, se estremeció profundamente y, pensando que Mordejai había sido atacado o robado (Leqaj Tob), le envió ropas con sus damas para que se vistiera, pero él no las aceptó. Ester comprendió entonces que su estado de duelo no era por una causa personal.

Versículos 5 – 11

Entonces, Ester llamó a su consejero de mayor confianza, Hataj, quien sabía sobre el origen judío de la reina y su parentesco con Mordejai. Lo pidió que averiguara qué había sucedido y por qué Mordejai vestía de esa manera.

Hataj se encontró con Mordejai en la plaza de la ciudad, frente a la puerta del palacio. Mordejai le contó todo lo que había sucedido entre él y Hamán: que él se había negado a postrarse ante Hamán y que, en represalia, Hamán había ofrecido dinero al rey a cambio de la destitución del pueblo judío (le-abedam). Además, Mordejai le entregó a Hataj una copia del texto completo del decreto (patsheguen) para que se lo mostrara a Ester. Allí se veía claramente el plan genocida de Hamán: el rey había sido engañado; el decreto no ordenaba solo la destitución de los judíos, es decir, la confiscación de todos sus bienes y pertenencias, sino su exterminio total (lehashmidam).

Finalmente, Mordejai le indicó a Hataj que Ester debía presentarse ante el rey para interceder y suplicarle por su pueblo.

Hataj le transmite a la reina el mensaje de Mordejai y Ester le pide a Hataj que le explique a Mordejai que lo que espera de ella es imposible:

“Todos los súbditos del rey saben que cualquier persona del reino, sea hombre o mujer, que se acerque al perímetro de seguridad del rey sin ser llamado será ejecutado” de inmediato. Esto se hacía por razones de seguridad: nadie podía acercarse demasiado al rey, y los guardias, que portaban largas hachas, tenían órdenes directas de ejecutar a cualquiera que cruzara el área de seguridad (Jatser haPenimit) sin autorización.

Esta medida no era excepcional. Ya vamos a Bigtan y Teresh que habían hecho un complot para matar al rey. También recordemos que Ajashverosh fue asesinado por uno de sus propios hombres de la guardia real, Artabano, en el año 465 a.e.c. Los emperadores eran extremadamente cuidadosos, al punto de la obsesión. El rey no tenía que dar la orden de ejecutar a quien traspasara la zona de seguridad, esto ocurrirá automáticamente,  a menos que el rey impidiera la ejecución extendiendo su cetro de oro y tocando al individuo que había ingresado sin ser llamado.

Ester le explica convincentemente a Mordejai que, por más que ella quisiera, no existe la oportunidad de encontrase con el rey. Si esto ocurriera, se entiende que el rey no dudaría en ejecutar a Ester. De hecho, ya había ejecutado a la reina Vashti por haber violado la ley. No hay razón para que este patrón no se repita. Ester también le confiesa a Mordejai que el rey tampoco la había llamado a la intimidad de sus aposentos en los últimos 30 días. No había, entonces, nada que ella pudiera hacer.

Versículos 12 – 17

Las palabras de Ester fueron transmitidas a Mordejai. Pero Mordejai sabe que si la reina no hace nada, el plan de Hamán se llevará a cabo.  Y, en cierta manera, le dice a Ester que deberá arriesgar su vida.

Las palabras inmortales de Mordejai son de las más emblemáticas de la Meguilá, ya que sugieren que cada uno de nosotros tiene una misión en la vida que no podemos desperdiciar.

“Ester, no pienses solo en salvar tu propia vida gracias a que estás en el palacio. Si no haces nada en esta oportunidad, la salvación y la supervivencia de los judíos llegarán por otra via— ya que Dios nos protegerá–  pero tú habrás perdido la oportunidad de salvar a Am Israel y de que tu acción sea recordada por siempre en tu honor y en el de tu familia. ¿Quién sabe si no has llegado a ser la reina precisamente para que actúes en esta ocasión?»

Al escuchar esto, la reina persa Ester se transformó en Hadasá, la mujer judía. Y se convenció de que debía arriesgar su vida para intentar salvar a su pueblo.

Entonces, le mandó decir a Mordejai que convoque a todos los judíos de la ciudad de Shushán y que ayunen —en señal de arrepentimiento (ver Yoel 4:3) y recen por ella. Que no coman ni beban durante tres días y tres noches. También Ester y sus damas de compañía ayunarán —y rezarán— del mismo modo.

Al cabo de esos tres días, Ester se presentará ante el rey, violando la ley al ingresar al perímetro de seguridad, dispuesta a morir en el intento por salvar a su pueblo.

Mordejai hizo correr la voz (vaya’abor) entre todos los judíos de Shushán e hizo todo lo que Ester le había indicado.

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