MIQUETZ: Tener presente a Dios cuando nos va bien
“Emuná” se traduce generalmente como “fe” y se entiende como “creer en la existencia de Dios”. Pero en el caso de Yosef, fue mucho más allá de un tipo de fe/creencia pasiva. La Emuná de Yosef consistía en tener presente a Dios tanto en las malas como en las buenas. Su Emuná guiaba sus pasos, lo detenía antes de hacer algo malo y lo motivaba a hacer lo que es bueno.
Hay una diferencia fundamental entre Yosef y sus antepasados. HaShem habló, se comunicó e instruyó de una manera directa a Abraham, Itsjaq y Ya’aqob. Pero HaShem nunca habló directamente con Yosef. En ese sentido, Yosef se parece más a nosotros, que no tenemos el privilegio de una revelación directa de HaShem. Al igual que Yosef, nosotros también tenemos que buscar a HaShem activamente, pensar en Él, tenerlo en cuenta y, principalmente, dejar —o invitarlo a— que guíe nuestros pasos. Veamos.
VIVIR BAJO SU MIRADA
Cuando fue provocado por la esposa de Potifar (Gen. 39:9), Yosef tuvo presente a HaShem. En ese momento, vio la imagen de su padre, que le recordaba que lo que estaba por ocurrir con la esposa de Potifar no era correcto a los ojos del Creador. La manifestación más importante de la Emuná tiene lugar en el plano moral. Emuná es sentirse observado por HaShem y evitar hacer lo que está mal a sus ojos. Más adelante, vemos que su Emuná también llevó a Yosef a perdonar a sus hermanos. Yosef les dijo (Bereshit 50:19): “Es posible que ustedes pensaron hacerme mal, pero HaShem transformó ese mal en un gran bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente”. La Emuná de Yosef le hizo ver que, muchas veces, lo que hoy nos parece un gran problema, mañana resulta ser una gran solución.
FE EN LAS MALAS
Cuando la esposa de Potifar lo acusó falsamente de acoso sexual, Yosef fue llevado al calabozo. Fue privado de la libertad por un largo tiempo por un crimen que no cometió. Yosef no tenía ninguna esperanza de salir de esa cárcel. No tenía familia que lo buscara ni nadie que lo conociera o le importara. Muchas personas en esas circunstancias no hubieran persistido en su fe. Uno podría decir: “Si HaShem no me ayuda, ¿para qué voy a seguir creyendo en Él y guiándome por sus leyes?”, o “Si esto que es tan injusto me está sucediendo a mí, quizás Dios no exista: Dios no lo permitiría”. Cuando uno es víctima de una gran injusticia, es muy posible que piense que HaShem lo abandonó o que ח”ו no existe. Pero Yosef no abandonó al Creador. Perseveró, tuvo a Dios presente y nunca dejó de creer en Él (40:8).
FE Y HUMILDAD
En la Perashá de esta semana leemos el desenlace de esta epopeya de Yosef. El Faraón necesita los servicios de un intérprete de sueños, manda a traer a Yosef de la cárcel y le cuenta su sueño. Yosef escucha al Faraón y se da cuenta de lo que significan sus sueños. La Torá no dice que HaShem le reveló a Yosef el significado del sueño del Faraón, como ocurrió, por ejemplo, con Daniel y el emperador Nebujadnetsar mil años más tarde. Yosef interpreta el sueño del monarca egipcio por su cuenta. Y también se da cuenta de que es una oportunidad providencial para salir de la cárcel. Pero, increíblemente, Yosef no pide nada a cambio de interpretar el sueño del Faraón. Ni se atribuye delante del Faraón ninguna sabiduría o superpoderes para interpretar sueños. “Dios [¡y no yo!] es el que revela el [significado del] sueño del Faraón”, dijo Yosef (Bereshit 41:16). La personalidad de Yosef, una combinación de sabiduría y humildad, y el reconocimiento de Dios en su momento de mayor gloria, causó un gran impacto en el Faraón, quien terminó ofreciéndole a Yosef el cargo político más importante de Egipto: prácticamente el ministerio de economía.
LA FE SE MIDE EN LAS BUENAS
Es imprescindible recordar que la Emuná de una persona se mide principalmente cuando uno está bien de salud y económicamente estable. La fe de mucha gente, que se manifiesta de forma devota e intensa en momentos de angustia, dolor o duelo, a veces falla en momentos de bienestar y prosperidad. Y uno se olvida del Creador porque siente que no lo necesita ח”ו. Aprendamos de Yosef esta gran lección de Emuná. Nuestros Jajamim nos advirtieron sobre este fenómeno cuando nos dijeron: גדול נסיון העושר מנסיון העוני, que “el desafío de la prosperidad, tener presente a Dios, reconocer su intervención y agradecerle cuando uno está saludable y vive en prosperidad, es más difícil que el desafío de la pobreza: tener presente a Dios cuando uno lo necesita”.