Esta es la historia de una de las batallas de Yehuda Macabí, probablemente desconocida para la mayoría de los lectores, que uno puede aprender al leer directamente el Libro de los Macabeos. El aspecto más estremecedor de esta historia es su relevancia en el presente — específicamente respecto a Israel, la presente guerra y el impacto de sus triunfo en el mundo judío. En esta historia, un ejército judío invencible logra aplastantes victorias sobre sus enemigos, y esto genera reacciones adversa del mundo gentil. Este resentimiento hacia los triunfos judíos en Judea, se traduce en hostilidad antisemita hacia los judíos de la diáspora.
Lo que ocurrió en esos tiempos es TAN similar a lo que ocurre hoy que da miedo. Y luego está la «guinda del pastel»: lo que hace Yehuda Macabí en un acto extraordinario digno de Moshé, Yehoshua o el Mesías. Algo que, en alguna forma, deseo que se repita en nuestros días. Me habría encantado expandir esta historia y profundizar en cada oración para mostrar al lector los paralelismos entre las historias de las batallas de los Jashmonayim y el presente de Israel. Pero resistiré esta tentación y dejaré esa tarea al lector.
Con mucha emoción y admiración por nuestros héroes macabeos, comparto con ustedes la más hermosa historia desconocida de Januca.
Corría el año 164 antes de la era común. Las naciones gentiles vecinas de Israel ven los increíbles triunfos del ejercito judío de Yehudá Macabi y su aplastante victoria frente al gran imperio seleucida. Y no están contentos de que los judíos hayan triunfado… Pero saben que no pueden hacer nada directo contra ellos: los judíos han demostrado ser muy fuertes y valientes. Entonces deciden “vengarse” de ellos de otra manera, atacando un objetivo más débil, más alcanzable, vulnerable y que causaría dolor a los Jashmonayim: los judíos de la diáspora. Una tremenda ola de antisemitismo se despierta rápidamente , una reacción alérgica a las “intolerables” victorias militares de los judíos. Una de las regiones que se vuelve imposible para la vida de los judíos es el Gil’ad, en el norte de lo que hoy es Jordania. Los judíos que viven allí, decenas de miles, son forzados a atrincherarse en las fortalezas. Desesperados, le envían un mensaje urgente a Yehudá Macabi:
«Nuestros vecinos gentiles—amonitas— están organizando un ataque contra nosotros, dirigidos por el general Timoteus. Estamos atrapados en la fortaleza de Gil’ad, nos están sitiando y están preparándose para entrar y matarnos. Ya han matado a mil hombres judíos y se han llevado a sus esposas y niños cautivos. ¡Por favor, ayúdanos y sálvanos antes de que sea demasiado tarde!»
Yehudá y sus hombres, que hace muy poco tiempo acababan de re-inaugurar el Templo y protagonizar el milagro de los ocho días de Jánuca, no termina de leer esta cartas y ya llegan otros emisarios con sus ropas rasgadas desde Galilea, la región montañosa al norte de Judea. Estos mensajeros traen la noticia de que los gentiles que viven en Tiro y Sidón (Líbano), Acco y el Galil, están marchando hacia el sur para invadir el norte de Judea y atacar a los judíos.
Yehudá enfrenta a dos asuntos urgentes a la vez. Ayudar a los judíos sitiados en Gilad, y protegerse de los gentiles que están llegando en masa desde el norte. Yehudá decide dividir su ejército y le dice a Shimon, su hermano mayor:
«Tú llévate tres mil hombres y dirígete al norte para luchar contra los enemigos que llegan desde el norte. Yo, junto con Yonatan, llevaré ocho mil hombres y nos dirigiremos al este para ayudar a los judíos de Gilad.»
Shimón marcha hacia el norte con sus tropas, llega a Galilea, libra batallas exitosas y logra repeler el avance de los enemigos de Israel. Alrededor de 3.000 enemigos son eliminados. El resto se escapa a Acco.
Yehudá y Yonatán, con sus hombres, marchan hacia el este en dirección a Gil’ad, y cruzan el río Jordán. Ya han viajado por el desierto unos 150 kilómetros durante tres días y están agotados. Entonces se encuentran con los nabateos, una tribu nómada, que yo compararía hoy en día con los beduinos. Algunas veces fueron aliados de Israel y otras veces, por interés o dinero, nos traicionaron de la peor manera. Los nabateos confirman la situación desesperada de los judíos de Gil’ad y le informan a Yehudá que Timoteus planea derribar las fortalezas y masacrar a todos los judíos atrapados en un solo día ¡mañana!
Yehudá se da cuenta de que ha llegado milagrosamente a tiempo para evitar la masacre e inmediatamente, sin descansar, llega con sus hombres a la ciudad de Botzra, donde encuentra con un gran número de enemigos transportando escaleras y maquinaria de guerra para destruir la fortaleza y matar a los judíos que están dentro. Yehudá y sus hombres, como solían hacerlo, tocan sus shofarot, invocan la ayuda del Cieloy se lanzan directamente a la batalla. La reputación de Yehudá y su ejército ya se había extendido por todo el medio oriente, así que cuando los hombres de Timoteus escuchan que Yehudá Macabí ha llegado a pelear, comienzan a huir en pánico por sus vidas. Yehudá los persigue y mata a miles de ellos.
Luego, Yehudá continúa su camino ayudando a organizar la defensa de las otras 5 ciudades de Gil’ad.
Timoteus reúne un ejército mucho más grande, contratando a mercenarios árabes locales para reforzar sus fuerzas. Se estaciona a un lado del río, que estaba crecido y peligroso. Cuando el ejército judío se acerca al río, Yehudá lo cruza sin dudar y sin miedo, y sus hombres lo siguen. Al ver la valentía de los judíos, los soldados de Timoteus dejan sus armas y huyen del campo de batalla.
Pero Yehudá y sus hombres no terminan allí con su misión. Saben que tienen que hacer algo más para proteger definitivamente a sus hermanos judíos que están en Jordania y son vulnerables a los constantes ataques del enemigo.
Lo que hizo Yehudá en ese momento es emocionante y estremecedor , e increíblemente desconocido. Yehudá reúne a todos los judíos del Gilad y los trae con él a la tierra de Israel. Cruzar el río Jordán como hizo Yehoshua Bin Nun y emprenden una larga travesía, parecida a la salida de Egipto. Cruzan el desierto de Judea hasta llegar a Bet She’an.
Yehudá y sus hombres se dedican a proteger a los más débiles durante todo el camino hasta que llegan a las ciudades fortificadas de Judea donde sus hermanos judíos acuden con inmensa alegría a recibir a los OLIM JADASHIM (nuevos inmigrantes judíos).
La primera visita de estos Yehudim es al Bet HaMikdash, donde ofrecen sacrificios a HaShem para expresar su gratitud al Creador, por haberlos salvado de una muerte segura y por haber protegido al ejército de Yehudá, que milagrosamente, no sufrió bajas.
ויאסף יהודה את כל ישראל אשר בגלעד מקטן עד גדול ואת נשיהם וטפם ואת רכושם מחנה גדול מאד ללכת אל ארץ יהודה.
«ויעברו את הירדן אל העמק הגדול לפני בית שאן, ויהי יהודה נאסף כל הנחשלים ומעודד את העם בכל הדרך עד בואו אל ארץ יהודה. ויעלו להר ציון בשמחה.»
Traducción:
«Y Yehudá reunió a todo Israel que estaba en Gilad, desde el más pequeño hasta el más grande, junto con sus mujeres, niños y pertenencias, formando un campamento muy grande para regresar a la tierra de Judea.»
«Y cruzaron el Jordán hasta el gran valle frente a Bet She’an. Yehudá reunió a todos los rezagados y animó al pueblo durante todo el camino hasta llegar a la tierra de Judea. Subieron al Monte Sion con alegría.»