SUCOT: Firewalls, Clouds y Iron Dome

“…para que vuestras generaciones sepan que Yo hice habitar en sukkot a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo soy HaShem vuestro Dios”.
Levítico 23:42

Esta noche, miércoles 16 de octubre, comenzaremos la celebración de la fiesta de Sucot, que nos recuerda nuestra travesía de 40 años en el desierto, desde Egipto hasta la tierra prometida: Israel.

La Torá dice claramente que la razón por la cual celebramos Sucot es para recordar “que Dios nos estableció en sucot” cuando nos sacó de Egipto.

Pero, ¿qué eran en realidad esas sucot? ¿De qué estaban hechas?

CABAÑAS
De acuerdo con Ribbí Aquibá, las sucot eran simplemente «chozas», cabañas con un techo de ramas, que no protegían de las inclemencias climáticas como un techo normal, pero servían para protegerse del sol, algo muy necesario en el desierto. Según esta opinión, al construir las sucot y habitar en ellas, rememoramos nuestra travesía en el desierto.

Hay por lo menos dos objeciones a esta interpretación “literal”:

  1. La Torá, cuando se refiere a los lugares de residencia de los judíos en el desierto, menciona la palabra hebrea ohel, esto es, carpas hechas probablemente de piel de animales, no menciona chozas ni cabañas.
  2. La segunda objeción es más aguda: ¿Por qué dice la Torá que “Dios» estableció a los israelitas en cabañas? Las chozas a las que se refería Ribbí Aquibá debieron haber sido construidas por los mismos judíos, no por Dios.

NUBES DE GLORIA
Ribbí Eliezer disiente con Ribbí Aquibá y sostiene que en este versículo “sucot” no se refiere a cabañas o chozas. Sin importar si las viviendas de los judíos eran de madera o pieles, lo que debemos recordar es que durante los 40 años de travesía en el desierto, el pueblo judío fue protegido por Dios. A esta Protección Divina, Ribbí Eliezer la llamó “nubes de gloria”. Siete “nubes” con las que HaShem protegió a Israel: cuatro nubes alrededor, una nube por encima, una por debajo y la séptima nube, que iba al frente, a tres días de distancia, para indicarles el camino.

¿Por qué eran necesarias estas nubes protectoras? Porque cruzar un desierto es arriesgado. El agua y la comida no son suficientes. Hay al menos cuatro desafíos serios al atravesar un desierto:

  1. Clima: El calor abrasador durante el día y el frío de la noche, junto con los vientos impredecibles y tormentas de arena. Recuerdo lo que ocurrió con el ejército de Cambises en Egipto. En el año 525 a.e.c., Cambises envió un ejército de 50,000 soldados para destruir el Templo de Amón en Siwa, Egipto. Tras siete días en el desierto, desaparecieron, probablemente enterrados bajo una tormenta de arena. ¿No es fascinante —milagroso— que ningún fenómeno climático afectara a los judíos durante 40 años en el desierto?
  2. Ataques: En el desierto hay bandidos y ladrones. En el caso del pueblo judío, después de la guerra con Amalek, no se registraron más ataques.
  3. Animales: En el desierto abundan serpientes venenosas y escorpiones. Es fácil pisar a uno de estos animales y ser atacado.
  4. Dirección: Moshé pidió a su suegro Yitró que los acompañara, pues conocía bien el desierto. Sin embargo, Yitró se negó. La séptima nube, el “amud esh ve’anan” (columna de fuego y nube), guió al pueblo como un GPS moderno.

¿NUBES INVISIBLES?
Ahora podemos comprender mejor la opinión de Ribbí Eliezer. La palabra «nube» en hebreo, ‘anan, no debe entenderse como las nubes blancas del cielo. Aquí «nube» se usa metafóricamente, refiriéndose a un mecanismo Divino que protegía al pueblo judío. Estas nubes invisibles, que protegían desde todos los lados, pueden compararse hoy a firewalls (barreras protectoras) que protegían de posibles ataques enemigos. La nube de arriba protegía de las inclemencias del clima, y la de abajo, de los animales venenosos. Finalmente, la séptima nube, la columna, guiaba al pueblo, indicando el camino.

Nuestros Sabios debatieron ambas opiniones y finalmente se pronunciaron a favor de la opinión de Ribbí Eliezer.

Cuando entramos a la Sucá, debemos recordar que HaShem protegió a nuestros antepasados de todos los peligros del desierto.

Este año podemos entender mucho mejor la protección de las Nubes de Gloria que protegieron a Israel en el desierto.

Sin las “nubes” que hoy protegen a Medinat Israel, como el sistema de defensa antimisiles Iron Dome que ha interceptado más de 500 misiles lanzados desde Irán, evitando víctimas judías, la situación sería trágica.

Que HaShem siga protegiendo a Israel como lo hizo con nuestros antepasados en el desierto.