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Las plagas en Egipto y los beepers en el Líbano

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PLAGA SELECTIVA

El Faraón no dejaba en paz al pueblo de Israel. Lo martirizaba y atormentaba constantemente, sometiéndolo a un estado de esclavitud y sufrimiento. Fueron diez las plagas que azotaron Egipto, todas terribles. Pero la que finalmente doblegó al faraón y causó pánico en todo Egipto fue la última: la plaga de los primogénitos.

¿Por qué esta plaga fue tan devastadora? En primer lugar, porque después de muchas advertencias previas de Moshé, donde instaba al faraón a liberar al pueblo de Israel o enfrentar las consecuencias, la plaga de los primogénitos fue la primera que resultó mortal. Representó el último recurso del Creador luego de muchas advertencias. Pero hay algo más, mucho más profundo que a menudo pasa desapercibido. Esta plaga no fue como las demás; no fue masiva, sino selectiva. Mientras que las plagas anteriores afectaron áreas generales, ya sea el río Nilo, la superficie terrestre o el cielo (como el granizo y la oscuridad), lo que hizo “única” a la última plaga fue su precisión: atacó directamente y exclusivamente a los BEJOROT, los primogénitos de Egipto. ¡Los primogénitos no estaban reunidos en un solo lugar; estaban dispersos por toda la tierra de Egipto, cada uno en un lugar diferente! Los egipcios se preguntaron con asombro: ¿Cómo pudo suceder que una plaga pudiera identificar y eliminar simultáneamente a todos los primogénitos, independientemente de dónde estuvieran? No podían comprender cómo el Dios de Israel logró identificarlos, ya que los primogénitos no tenían ninguna característica física o biológica que los distinguiera claramente del resto de las personas. ¿Qué tipo de «inteligencia» utilizaron los judíos —o su Dios— para eliminar a los primogénitos con absoluta precisión? Cuando sufrieron esta plaga se dieron cuanta que estaban enfrentando un poder muy superior a su entendimiento.

BEJOROT Y BEJIRIM

Es importante aclarar que los primogénitos de Egipto (bejorot en hebreo) no eran individuos comunes. Eran los cabecillas, los líderes de las familias egipcia, que representaban al poder y a la autoridad del tirano faraón. Esta plaga selectiva desmanteló la estructura de poder que sostenía al Faraón, dejando a Egipto sumido en la confusion y el pánico. Tan grande fue el impacto que, en medio de su desesperación, los egipcios exclamaron:¡Dejemos salir a los judíos porque si no “todos vamos a morir!» (ki amerú kulanu metim).

En la historia de los conflictos militares cuando se ataca un área, todos los que se encuentran allí, buenos o malos, culpables o inocentes, militantes o civiles, resultan afectados. Un ataque como la décima plaga, que solo afectó a un grupo específico de líderes criminales y de manera simultánea en diferentes lugares, es algo que ocurrió una sola vez en la historia.

Hasta la semana pasada.

El martes de la semana pasada, Israel llevó a cabo una operación de inteligencia increíblemente precisa y selectiva. Miles de beepers, pagers y walkie-talkies explotaron al mismo tiempo, eliminando a los líderes (en hebreo bejirim) de la organización terrorista Hezbollah que opera en el Líbano, dejándolos expuestos y sin medios de comunicación. Este acto de inteligencia desató el pánico entre los miembros y aliados de la organización terrorista. Muchos de sus lideres ya han sido eliminados por otros medios, y los que no, se encuentran huyendo en un éxodo desesperado.

ULTIMO TESTIGO

En la historia de Egipto, el Faraón, a pesar de ser también un primogénito, no fue eliminado junto con los demás. ¿Por qué? Los Jajamim (sabios) explican que el Faraón sobrevivió para servir como testimonio viviente de la derrota del mal frente al bien. Tal como ocurrió con el soberano egipcio hace 3500 anos atrás, hoy el jefe del grupo terrorista Hezbollah observa con sus propios ojos la destrucción que su propia obstinación y obsesión contra Israel ha traído sobre su gente. Quizás, como el Faraón, su final esté también por llegar (o quizás Israel lo preserva para no convertirlo en un mártir).

כִּימֵי צֵאתְךָ מֵאֶרֶץ מִצְרָיִם אַרְאֶנּוּ נִפְלָאוֹת

Basado en este versículo de Mijá, los Sabios anticiparon que en los tiempos de la Gueulá (la redención), HaShem nos hará ver proezas y milagros como los que vivimos en Egipto.

Solo debemos mantener nuestros ojos bien abiertos.

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