viernes, septiembre 27, 2024
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NITSABIM: El nuevo Sionismo Religioso

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Debarim 30:

ד אִם-יִהְיֶה נִדַּחֲךָ, בִּקְצֵה הַשָּׁמָיִם–מִשָּׁם יְקַבֶּצְךָ, ה’ א ‘, וּמִשָּׁם, יִקָּחֶךָּ. דברים ל’:ה וּהִבִּיאֲךָ ה’ א’, אֶל-הָאָרֶץ, אֲשֶׁר-יָרְשׁוּ אֲבֹתֶיךָ–וִירִשְׁתָּהּ; וְהֵיטִבְךָ, וְהִרְבְּךָ, מֵאֲבֹתֶיךָ

Deuteronomio, Capítulo 30:

Versículo 1: “Cuando te hayan sucedido todas estas cosas, las bendiciones y las maldiciones… [que sufrirás] entre las naciones, adonde HaShem tu Dios te haya dispersado…”

Versículo 2: «[Y cuando] tú y tus hijos regresen al [camino de] Dios y sigan Sus mandamientos con todo su corazón y con toda su alma…»

Versículo 3: «Entonces HaShem tu Dios se reconciliará contigo, tendrá compasión de ti y te hará regresar [a tu tierra] desde todas las naciones adonde te haya dispersado.»

Versículo 4: «¡No importa que los exiliados [judíos] estén en los lugares más remotos del horizonte! Porque incluso desde allí, HaShem tu Dios te traerá y te hará regresar [a tu tierra].»

Versículo 5: «Él hará que vuelvas a la tierra que perteneció a tus antepasados, y la conquistarás, y la volverás a poseer [soberanamente]. Y Dios [te bendecirá], te hará prosperar y llegarás a ser más numeroso que tus antepasados.»

LA PROFECÍA SIONISTA

Moshé se está dirigiendo aquí a la nueva generación del pueblo judío. Los adultos que salieron de Egipto ya no están con vida. Es a los jóvenes y a los que nacieron en el desierto durante estos 40 años a quienes se les habla ahora, estando ya a un paso de ingresar a la tierra de Israel. En la Parashá que leímos la semana pasada, la Torá advierte al pueblo judío que Israel no es un regalo Divino incondicional. Si abandonan el pacto con Dios, los judíos perderán el derecho a la tierra de Israel, serán desterrados y quedarán a merced de sus implacables enemigos en el exilio. La Parashá de esta semana, que comienza en el capítulo 30 de Debarim (Deuteronomio), se refiere proféticamente al regreso del pueblo judío a su tierra.

Por siglos, alrededor de 2000 años, cuando nuestros antepasados leían este capítulo de la Torá, se veían a sí mismos como los receptores de todas esas «maldiciones»: las innumerables persecuciones de sus enemigos antisemitas. Y seguramente leían la Parashá de esta semana, Nitsabim, que describe el regreso a Israel, como una utopía, una profecía inalcanzable, imposible de realizar o incluso de visualizar.

Nosotros, que nacimos con un estado de Israel ya establecido, somos la generación más privilegiada de la historia judía. Aunque duele que muchos judíos sean víctimas de una inexplicable ceguera espiritual o una monumental falta de gratitud hacia Dios, y no se den cuenta de lo que tenemos, la falta de asombro que debería poseernos al leer este texto, que nos convierte en los protagonistas del milagro —y la profecía— más grande de todos los tiempos, está más allá de mi comprensión.

Pero, a pesar de todo, y literalmente «gracias a Dios,» el sionismo bíblico ha triunfado en todos los frentes y sigue progresando.

La segunda parte de la profecía de Nitsabim

El sionismo es el movimiento que promueve el regreso de los judíos a su tierra. El sionismo no nació con Theodor Herzl; como vemos, fue anticipado por la Torá hace más de 3500 años. Creo que si observamos los versículos de esta Parashá, veremos que la visión del sionismo bíblico no termina con la Aliyá. Luego de que los versículos 3 y 4 se refieren al regreso físico a la tierra y a su posesión (soberanía), el versículo 5 se refiere a la prosperidad, la expansión y, más específicamente, al crecimiento demográfico en la tierra.

Así lo veo yo: ¡La emigración a Israel, B»H, continúa a un ritmo de 60 o 70 mil judíos por año! Pero el Estado de Israel, Baruj HaShem, ya no “necesita” de la Aliyá como antes. Ahora es el judío de la diáspora quien necesita de Israel. El judío de la diáspora es el que tiene que elegir si «se sube» (en hebreo «Aliyá») al escenario profético como protagonista o si prefiere ver este milagroso espectáculo desde la tribuna.

El sionismo moderno, entonces, consiste en la próxima etapa: el crecimiento demográfico en Israel y la expansión de la población judía en su tierra. Y para comprender que este crecimiento es «milagroso,» lo compararé con lo que ocurre con los vecinos de Israel en Europa.

Israel vs. el resto del mundo

De acuerdo con el periodista israelí Guy Bejor, muchos países europeos están en vías de extinción. Europa atraviesa una profunda transformación cultural que afecta su demografía. Cada vez hay menos religión. El cristianismo pierde popularidad y está siendo reemplazado por el «progresismo cultural» (woke culture). El joven europeo «woke» se caracteriza por su apatía hacia el ideal de la familia. Los nuevos «ideales» giran en torno al derecho al aborto, la política de género y el cambio climático, más que en formar una familia. Tener hijos y nietos pasó de moda. Muchos jóvenes europeos no se casan, o lo hacen tarde, después de los 40 años. Los que se casan suelen tener uno o dos hijos, lo cual es insuficiente para mantener una población estable. Países como Italia, España y Portugal son ejemplos claros. En Italia, la tasa de natalidad es de 1.2 hijos por mujer, con una edad promedio de 46 años. En España, la tasa es de 1.3, con una edad promedio de 44 años. En Portugal, la población se reducirá de 10 millones a 6.7 millones para 2100, y la tasa de natalidad es de 1.3 hijos por mujer, con una edad promedio de 46 años.

Los nuevos colonos del Negueb

Pasemos ahora a Israel. En Israel, la tasa de natalidad nacional es de 3.1 hijos por mujer, casi tres veces más alta que la de los países europeos. Se proyecta que la población de Israel, que ahora es de 9 millones, supere los 18 millones en los próximos 50 años, Be’ezrató Itbaraj. La edad promedio en Israel es de 29 años.

Esta explosión demográfica se debe en gran parte a «los nuevos sionistas»: la población Jaredí, que se suele llamar en castellano ultraortodoxa (aunque no soy partidario de estas etiquetas, las uso aquí por practicidad). Los judíos Jaredim son los nuevos «sionistas realizadores,» los nuevos colonos. La tasa de natalidad en la sociedad Jaredí en Israel es de 6.5 hijos por madre: la más alta del mundo. El judío observante se casa en promedio a los 23 años de edad. El crecimiento de la población Jaredí en Israel, que ahora constituye aproximadamente el 15%, es de alrededor del 4% anual.

La última novedad, y lo que me llevó a escribir sobre este tema, es que en las últimas semanas el gobierno de Israel ha aprobado la construcción de tres nuevas ciudades para la comunidad Jaredí, dos de ellas en el territorio menos poblado, el Negueb, en el sur de Israel.

La primera de estas ciudades es Kesif, cerca de la ciudad de Arad, en el sur de Israel. Es una zona desértica que se convertirá, B»H, en un vergel y albergará a 100,000 Yehudim Jaredim. La segunda ciudad es Tila, también en el sur de Israel, que se comunicará con el resto del país a través de la planificada expansión del tren de Israel y será poblada por 80,000 judíos. La tercera ciudad es Dorot Ilit, financiada por el sector privado Jaredí, ubicada en el Shomrón, y albergará a 100,000 habitantes.

Todo esto, además de otras ciudades ya establecidas en los últimos 10 o 15 años, como Modiin Ilit (100,000 habitantes), Betar Ilit (100,000), Ramat Bet Shemesh (160,000) y muchas otras ciudades muy modernas y prósperas.

La sociedad Jaredí, al igual que la sociedad Datí Leumí (religiosos sionistas) —conscientemente o no— está cumpliendo con la profecía bíblica y sionista de la Parashá de esta semana: «Y Dios [te bendecirá], te hará prosperar y llegarás a ser más numeroso que tus antepasados.»

Este crecimiento demográfico y el establecimiento de nuevas ciudades en el Negueb y otras áreas del país no solo refleja la prosperidad actual de Israel, sino que también muestra cómo el pueblo judío está retomando su papel central en la historia y cumpliendo con la visión profética que Moshé les transmitió a las nuevas generaciones. Es un recordatorio de la resiliencia, la fe y la capacidad del pueblo de Israel para renacer y florecer, incluso después de siglos de exilio y adversidad.

Así como los judíos de generaciones anteriores leían la Parashá Nitsabim como una profecía lejana, nosotros tenemos el privilegio de vivirla en tiempo real. Hemos pasado de la utopía a la realidad, y es nuestra responsabilidad ser conscientes de este milagro y participar activamente en el proceso continuo de la redención.

Que podamos seguir viendo cómo estas profecías se cumplen ante nuestros ojos y que la población judía siga creciendo y prosperando en su tierra, consolidando así la soberanía y la grandeza de Israel en los años venideros.

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