¿Cómo sabemos que Dios existe?
La Parashá de esta semana, Vaetjanán, contiene dos textos cardinales de la fe judía: Los Diez Mandamientos y la primera parte del Shemá Israel. Hoy analizaremos brevemente el primer versículo del Shemá (Para aprender un poco más acerca de Los Diez Mandamientos, consulta el enlace a continuación).
Para empezar, recordemos que el Shemá Israel no es formalmente una plegaria. No es un texto en el que alabamos a Dios o pedimos Su ayuda. El Shemá que recitamos todos los días contiene nuestra declaración de fe en la existencia y unidad de Dios, nos educa a amar a Dios, nos insta a cumplir Sus mandamientos y nos exhorta a comportarnos con moralidad y decencia.
¿CÓMO SE DICE «DIOS EXISTE» EN HEBREO?
El primer versículo del Shemá Israel contiene las tres ideas que constituyen los principios de nuestra fe:
שמע ישראל ה אלוקינו ה אחד
«Escucha, Israel, HaShem es nuestro Dios, HaShem es uno»
- Que Dios existe.
- Que somos los únicos testigos de Su revelación.
- Que Dios es uno.
La palabra más significativa en este tema, irónicamente, no está explícitamente escrita en el pasuq (versículo bíblico). Nuestro versículo dice literalmente: «Escucha Israel, HaShem nuestro Dios, HaShem uno». Pero la traducción correcta es: «Escucha Israel, HaShem ES nuestro Dios, HaShem ES uno». ¿Por qué estos dos verbos no están explícitamente incluidos en este versículo? Porque en hebreo bíblico los verbos no se conjugan en el presente de la manera que ocurre en otros idiomas. Para indicar el presente, en hebreo solo se usa el pronombre y el sustantivo. Cuando digo, por ejemplo, ANI QORE, que generalmente se traduce como «yo leo», en realidad estoy diciendo «en este momento, ‘soy’ un lector». Es por eso que cuando se quiere decir el verbo «ser» en presente, «es» o «soy», ¡no se dice nada! Si quiero decir «esta silla ES blanca» diré «hakisé laban» = «la silla… blanca». Y cuando quiero decir «HaShem ES nuestro Dios» diré «HaShem… nuestro Dios».
Irónicamente, la idea de «SER» que está escondida entre la palabra “HaShem” y la palabra “nuestro” transmite el mensaje más importante de todo el Shemá Israel: la afirmación de que Dios «ES», es decir, que Dios «EXISTE», lo cual constituye el principio número uno de la fe judía.
¿CÓMO SABEMOS QUE DIOS EXISTE?
La respuesta a esta pregunta se presenta en la segunda parte de este versículo: «HaShem es ‘nuestro Dios’». Aquí el énfasis no está en la palabra «es» sino en la palabra «nuestro».
En el judaísmo, la creencia en Dios se basa, en primer lugar, en el hecho de que los judíos somos los únicos testigos de la Revelación Divina (אתם עדי). En el Monte Sinaí, cuando Dios nos eligió entre todas las naciones, y nos dio Su Tora, se reveló a nuestros antepasados transmitiendo los primeros dos mandamientos. La revelación Divina no se manifestó a través de imágenes. De hecho, la Torá nos advierte seriamente de no crear imágenes visuales imaginarias de la revelación Divina, como hacen otras religiones. La revelación de Dios (en hebreo: ma’amad har sinai) se describe así: «y todo el pueblo veía las voces [que llegaban de Dios]». La Tora utiliza un lenguaje excepcional, «ver las voces», para indicar un evento extrasensorial, sobrenatural, una especie de telepatía profética. Este evento “impactante” (incluso “traumático”) quedó grabado en nuestra memoria genética, y nos convertimos así en el único grupo humano que ha experimentado directa y colectivamente la Revelación Divina. El rabino Yehuda haLeví mencionó hace unos 1.000 años que otras religiones ni siquiera han pretendido falsamente haber experimentado una revelación colectiva, algo que es imposible de sostener. Las religiones gentiles se adjudican, en cambio, supuestas revelaciones “privadas” a individuos como Yeshu, Mahoma o Joseph Smith.
Ahora podemos entender mejor el segundo mensaje del Shemá Israel: “HaShem es NUESTRO Dios”. Dios se reveló a nosotros, todo el pueblo de Israel, y esta experiencia de la revelación divina nos ha transformado hasta el día de hoy en los privilegiados testigos de Su existencia.
Claro que esta fe genética debe ser desarrollada por nosotros mismos, procurando un conocimiento más personal de Dios, el cual se incrementa a través de estudiar Su Torá y observar y admirar Su creación. Ambos “libros”: la Torá y la Creación, revelan una Sabiduría que no es humana y dirigen así nuestra mente y nuestro corazón hacia un reconocimiento más profundo del Autor/Creador de ambas obras.
¿QUÉ SIGNIFICA QUE DIOS ES UNO?
El monoteísmo judío, la creencia de que solo hay un Dios y que no existe ningún otro poder independiente de Él, es probablemente la idea más revolucionaria de la Torá. ¿Por qué? Porque el monoteísmo era una idea totalmente contra intuitiva. Veamos. Para el hombre antiguo, era imposible pensar que solo existía un Dios. Los seres humanos naturalmente percibimos la realidad en términos de eventos conflictivos y opuestos: vida y muerte; guerra y paz; alegría y dolor, etc. Para la mente pagana era imposible concebir que el complejo espectro de esta realidad ¡proviene de un solo Dios! La conclusión más normal, intuitiva y lógica es que el mundo está gobernado por múltiples dioses, cada uno a cargo de un determinado poder: este el dios del bien y el dios del mal; el dios de la luz y el dios de la oscuridad. Y esos dioses están en un conflicto permanente entre sí y se pelean para sobreponerse el uno al otro. Desde el aspecto psicológico, el politeísmo también es la forma más natural de proyectar lo mas violento de la realidad humana: los dioses poseen los mismos conflictos, intereses y apetitos que los seres humanos que se pelean entre sí para imponerse uno al otro .
Concebir UN SOLO DIOS de quien derivan todos los aspectos contradictorios y opuestos de nuestra compleja realidad humana, es absolutamente revolucionario y casi «insano».
Puede ser difícil para nosotros percibir hoy la magnitud y el increíble impacto de la idea del monoteísmo en la humanidad, simplemente porque la mayoría del mundo civilizado ha rechazado el politeísmo y ha adoptado el principio establecido en el Shemá Israel.
Para resumir: El primer versículo del Shemá Israel no es una oración que rezamos a Dios. Es un texto bíblico dirigido hacia nosotros (Escucha Israel). Nos recuerda los tres principios más importantes del judaísmo y nos exhorta a recordarlos todos los días, recitándolos como una proclamación de lealtad hacia nuestro Dios.
Rab Yosef Bittón