BALAQ: Bil’am y los peores enemigos de Israel

DE ADENTRO HACIA AFUERA

Hasta ahora, la mayoría de los problemas del pueblo de Israel en el desierto tenían que ver con conflictos internos: la gente insatisfecha, la falta de apreciación, quejas por la comida (maná), quejas de los espías que desalentaron al pueblo, la rebelión de Koraj contra el liderazgo de Moshé, etc. Esa generación que salió de Egipto tuvo que, literalmente, desaparecer. Ahora, 40 años más tarde, los problemas no terminan, pero se transforman: son conflictos externos. Israel está en el lado este del río Jordán, listos para ingresar a la tierra prometida. Balaq, el rey de la nación de Moab que vive allí, ve desde lo alto de su montaña al pueblo judío y tiene miedo. Se dio cuenta de que los judíos son ahora diferentes a la primera generación: pareciera que aprendieron las lecciones de convivencia entre sí y, aparte, ahora saben defenderse y luchar, como ha quedado demostrado en las avasallantes victorias contra Sijón y Og. Balaq teme que su vida y la de su reino terminen de una manera parecida. Para evitarlo, se le ocurre una idea no convencional, en inglés se dice: “out of the box”.

EL SECRETO DE LA SUPERVIVENICIA JUDIA

Balaq reflexiona sobre el pueblo judío y sus espectaculares triunfos: si la primera generación, los que salieron de Egipto y no sabían luchar, vencieron a la mayor superpotencia del Medio Oriente y humillaron al faraón y su ejército, su triunfo NO se basaba en su poderío militar. Algo tiene que explicar por qué Israel nunca perdió una guerra a pesar de no ser un pueblo agresivo, guerrero y despiadado. Balaq concluye, correctamente,  que el secreto de Israel no está en su destreza militar. Hay algo no convencional que les ayuda a ganar las guerras. Y asume que el secreto de las victorias judías está en el comandante en jefe de su ejército: Moshé, y su relación con HaShem, el Dios de Israel.  El Dios de Moshé es superior y ha vencido a todos los dioses egipcios. Balaq tiene muchos recursos  propios: adivinos, brujos y magos. Pero decide buscar a alguien que compita con Moshé en su propia arena: alguien que invoque al mismo Dios de Moshé. Y recuerda que hay un individuo muy famoso llamado Bil’am, aliado de sus aliados los mediatintas,  y lo manda a buscar.  ¿Cuál era su plan?  Balaq no piensa como un monoteísta. Piensa como un idólatra. Y parte esencial de la idolatría era la creencia que los dioses no tienen voluntad propia, no pueden querer a alguien en la dimensión humana, por ejemplo. Los dioses paganos son casi mercenarios. Si los humanos les ofrecen sacrificios o regalos, pueden ser comprados, manipulados.Y cree que Bil’am puede invocar la bendición de Dios para bendecir o la maldición de Dios para destruir. Balaq le pide a Bil’am maldecir a Israel y así remover la bendición divina sobrenatural que los protege. Luego de algunas negociaciones, Bil’am al final llega a lo de Balaq y trata de invocar a Dios para maldecir a Israel. La costumbre de insultar a los judíos es un deporte nacional de nuestros enemigos.  Pero Dios interviene en las palabras de Bil’am, lo inspira —lo posee— y en lugar de maldiciones, pone bendiciones en su boca, reafirmando que Dios ama a Israel: algo incomprensible para Balaq y como veremos ahora,  decepcionante para Bil’am.

BILAM EL MONOTEISTA

El relato es fascinante y deja muchos interrogantes abiertos. Pero me voy a concentrar en uno solo. ¿Por qué Bil’am ayuda a los  enemigos de Israel? Es muy raro porque Bil’am es una persona religiosa, temerosa de Dios. Cuando Balaq lo va a buscar, le dice que solo dirá lo que Dios le indique. Y hay un detalle extremadamente importante: Bil’am no solo cree en “Dios”, como hemos visto en los numerosos ejemplos que cita la Torá de no-judíos que se refieren a “Dios”. En todos esos casos los gentiles usan el nombre ELOQIM, que significa “Dios” en un sentido general. Pero Bil’am invoca a Amonay (con “d”), HaShem: es decir, al Dios de Israel.  Esto es increíble y merece un breve análisis.  Primera pregunta, ¿cómo llegó Bil’am a conocer y enterarse acerca del Dios de Israel? Por lo que recuerdo, los comentaristas no ahondan en esta pregunta. Por lo que asumo que la respuesta debe ser demasiado simple. Bil’am es parte, o está asociado con Midyán, el pueblo del suegro de Moshé, Yitro. En el libro de Shemot leímos que Yitró llegó al campamento de Israel alabando y reconociendo al Dios de Israel. Y hace unas semanas atrás vimos que Yitró regresó a Midyán, y de acuerdo a algunos Midrashim, al regresar a su pueblo, Yitro difundió el culto al Dios de Israel.  Esta Parashá sucede 40 años más tarde. Y al parecer las semillas de la creencia en el Dios de Israel dieron sus frutos, por lo menos en algunos individuos como Bil’am. Pero esta reflexión abre otro interrogante fascinante y muy relevante para nuestros días.

LA COMPETENCIA RELIGIOSA

La religión de Bil’am y la de Moshé tienen un origen en común. Ambos son monoteístas y creen en el mismo Dios. Bil’am seguramente lo llamaría en su propio idioma, como los musulmanes pueden llamar a Dios “Alá”, pero se refieren al mismo Dios bíblico, el Dios de Abraham. Pero si la religión de Bil’am y la de Israel eran tan parecidas, ¿por qué Bil’am quiere eliminar a Israel? Por su afinidad ideológica ¡Bil’am tendría que actuar como el protector de Israel! O por lo menos como su aliado más sólido. ¿Como se explica el antagonismo de Bil’am hacia Israel?

Creo que, una vez más, para entender el pasado bíblico debemos utilizar el presente político.

Pensemos en quienes son hoy en día los enemigos más feroces de Israel. Sin duda los musulmanes, particularmente los islamistas, es decir, los musulmanes más religiosos como Hamas, la hermandad musulmana o el Jihad islámico. Recordemos que el Islam se forma a partir de los textos e ideas judías: el patriarca Abraham, la Biblia, el monoteísmo, el rezo, el ayuno, etc. ¿Por qué entonces esa enemistad, cuando en realidad, los musulmanes —nuestros primos hermanos— deberían ser nuestros protectores o al menos “aliados naturales”? En lugar de eso son nuestros peores enemigos. ¿Cómo se explica?

LA TEORIA DEL REEMPLAZO

El profesor Mordejai Kedar y otros analistas israelíes que saben árabe y comprenden el Islam, explican que detrás de todo el odio político de los islamistas contra Israel hay una base religiosa: ¿quién es el verdadero representante del Dios de la Biblia: Israel o la nación islámica? ¿Quién fue el mayor de los profetas: Moshé o Mahoma? ¿Quiénes son los auténticos representantes de Dios sobre la tierra: los judíos o los musulmanes?

NADA NUEVO BAJO EL SOL

Este tema —la fervorosa lucha religiosa, el Jihad,  por demostrar supremacía— viene de un solo lado: del lado islamista contra el lado judío. Los judíos, BH, no tenemos la necesidad de atacar o destruir a otros pueblos o regiones para emerger victoriosos en una guerra santa que valide nuestra condición de pueblo elegido.  Pero por el otro lado hay una desesperación religiosa por demostrara la supremacías religiosa. Y la creencia que aquel que vence en el campo de batalla es el elegido de Dios.   

Esta reflexión me hace pensar que lo mismo ocurrió con Bil’am. A pesar de todo lo que tenía en común con Moshé, a Bil’am NO LE INTERESABA relacionarse con Moshé, admirar a Moshé, convertirse en su aliado, sumarse a su pueblo. El egoísmo de Bil’am, su inseguridad, y especialmente su extrema arrogancia lo llevaban a aspirar en lo más profundo de su ser A REEMPLAZAR a Moshé. Y por eso se transformó en su mayor enemigo e intentó destruirlo.

Pero Dios no lo permitió en ese momento. Ni lo permitirá hoy.

SHABBAT SHALOM