Debarim 20 (2).“Cuando llegue la hora de la batalla, el sacerdote se dirigirá al ejército (3). y le dirá (a los soldados): “Escucha, Israel, hoy van a luchar contra sus enemigos: no se desanimen ni tengan miedo; no tiemblen ni se asusten, (4) Porque HaShem vuestro Dios irá (al campo de batalla) con ustedes; Él luchará junto a ustedes contra sus enemigos y les otorgará la salvación ( y la victoria).”
Un milagro se define como un evento sobrenatural en el cual se puede identificar la intervención Divina. Para algunas religiones los milagros consisten en un 100% de intervención de Dios. En nuestra Torá, sin embargo, muchos milagros tienen lugar cuando son precedidos, o acompañados, por la intervención humana. En Purim, por ejemplo, los judíos rezamos para que HaShem nos salvara de un genocidio. Pero Mordejai y Ester tuvieron que actuar, y fue así que se produjo el milagro y obtuvimos nuestra salvación. Exactamente lo mismo ocurrió con los Jashmonayim, que enfrentaron militarmente a los seléucidas y gracias a esas tremendas batallas los milagros de Janucá tuvieron lugar.
El esfuerzo humano es un prerrequisito para la intervención Divina cuando se trata del área política o militar, es decir, cuando nos defendemos o luchamos contra el enemigo. Yehoshua Bin Nun, el sucesor de Moshé y quien encabezó la conquista de la tierra de Israel no recibió la Tierra Santa caída del cielo: él y su ejército tuvieron que luchar con mucho valor contra más de 30 pueblos y conquistarlos. El Creador, como lo dice la Torá en los versículos que mencionamos arriba, “no reemplaza” a los soldados, sino que “los “acompaña” en el campo de batalla y lucha junto al ejército de Israel contra sus enemigos.
Hoy es Yom HaAtzmaut , el día en el que celebramos la independencia del Estado de Israel. Y creo que es el mejor ejemplo de una cadena ininterrumpida de intervenciones Divinas, que estuvieron acompañadas por increíbles esfuerzos humanos, gestados por decenas de miles de heroes del pueblo judío: soldados, políticos, diplomáticos, militares y lideres religiosos.
Todo este esfuerzo culminó con el establecimiento del estado judío: gracias a la intervención Divina.
Rabino Yosef Bittón